Incesto, el complejo de Electra
Desde chica tuve un gran apego por mi padre, hombre muy apuesto, que por supuesto me adoraba, mi hermano mayor lo era con mi madre, algo que es común, en muchas familias. Pero por lo que recuerdo, solía decirle que era mi novio y que me casaría con él, que lo tomaba como una gracia, aunque sentía eso, presta a besarlo en cualquier oportunidad, creo que se produzco una rivalidad entre mi madre y yo.
Incesto, el complejo de Electra
Desde chica tuve un gran apego por mi padre, hombre muy apuesto, que por supuesto me adoraba, mi hermano mayor lo era con mi madre, algo que es común, en muchas familias. Pero por lo que recuerdo, solía decirle que era mi novio y que me casaría con él, que lo tomaba como una gracia, aunque sentía eso, presta a besarlo en cualquier oportunidad, creo que se produzco una rivalidad entre mi madre y yo.
Me llamo Adriana, esto sucedió hace un tiempo, creo que la atracción hacia mi progenitor, lo descubrí, cuando era una adolescente bastante inquieta y curiosa.
Y sucedió un día en que mi padre me descubre, al pescarme fumando un porro, no tenía más de catorce años, pero nunca lo había visto tan furioso, al tomarme de un brazo colocándome sobre sus rodillas, levantando mi falda, y bajando mi bombacha, dándome una seguidilla de chirlos hasta hacerme llorar.
Aunque parezca mentira, a pesar del dolor sentí una extraña excitación, producto de ese castigo, al sentir su mano golpear mis glúteos. Mi madre le reprochó lo que me había hecho, al que yo, que me mantuve varios días sin dirigirle la palabra, pero nunca volví a fumar eso..
Hasta que un día, me habló, disculpándose de ese proceder, que sin esperar demasiado, lo abracé y besé sus mejillas, contenta por lo que me dijo, a partir de ese día hubo algo entre nosotros, o más bien sentí algo más hacia él. .
En ese periodo mi madre enfermo, a pesar de los esfuerzos y tratamientos para curarla antes de cumplir los 18, falleció. Fue un golpe terrible, principalmente para mi padre, un hombre muy apegado a ella que en ese momento tendría 44 años. Realmente esta desgracia destruyó a todos, pero especialmente a papá, apenas atendía la empresa, se había abandonado en lo personal, y permanecía cuando estaba en casa, mirando televisión, aunque parecía bastante ausente en lo que veía, sumado la lejanía de mi hermano, que estudiaba en otra ciudad..
Por mi parte, comenzaba mis estudios terciarios lo que también permanecía fuera de casa, a pesar que había decidido viajar todos los días para tratar de acompañar más a mi padre. Siempre tuve un gran apego a él, mayor que a mi madre, trataba de entretenerlo, le contaba cosas de mis compañeros de clase, intentaba distraerlo y sacarlo de ese estado depresivo. Desde chica me sentaba en su falda y me dormía abrazada a él, cosa que al crecer, fui abandonando esa costumbre, pero retomé ese hábito para intentar divertirlo y demostrarle mi cariño.
Cada fin de semana llegaba mi hermano comiendo los tres, e intentando alegrar a papá, a fin de poder sacarlo de ese ostracismo que lo embargaba.
El hecho de acariciarlo, mimarlo, tratar de recrearlo, fue modificando su estado, aunque no lo suficiente. En dos o tres oportunidades que estaba sentada sobre su regazo, me dio la sensación en que lo motivaba, creo que me alegró, no desde el punto de vista sexual, sino que algo lo estimulaba y que era su hija, la que le provocaba esa nueva sensación. Así que a partir de ese momento continúe con esa práctica, en algunos momentos intentaba rechazarme y en otros permanecíamos callados, disfrutando ese placer imprevisto, de una manera individual y como algo tácito.
A veces lo besaba muy cerca de su boca, diciéndole que lo quería mucho, él sonreía y me abrazaba, retribuyendo los besos. Esto fue aparejando cosas, al punto que me obsesioné hasta ir un poco más, aunque pensaba que no debía de ser lo correcto. Lo más cercano que logré fue que me acariciase las piernas, fue una noche, mientras veíamos televisión, estaba con un corto camisón, pegada a mi padre, su mano se posó en mi pierna, acariciándomela suavemente. Me pegué más a su cuerpo, como disfrutando en lo que me hacía, mientras su mano rosaba mi entrepierna, sentí que mi vagina comenzaba a segregar, por efecto de esos mimos.
Me fui como acomodando, entreabriendo mis piernas, a la espera de que su mano continuase internándose, hasta llegar a mi sexo, ya no pensaba que era mi padre, sino en un hombre maduro al que podría llegar a entregarme. Su mano con total lentitud rosaba mis bragas, deseaba desesperaba que tocase mi intimidad, cuando el timbre del teléfono nos trajo a la realidad, despertándonos de ese momento de deleite. Mi padre se levantó rápidamente para atender, cosa que entendí perfectamente, fue como un aviso, que le indicaba que no estaba haciendo lo correcto.
Esperé que después de hablar un buen rato, retornáramos a nuestro “juego”, pero no fue así, no intente continuarlo, posiblemente no era ni seria lo adecuado.
Si bien, tenía relaciones esporádicas con un amigo, la idea de tenerlas con mi padre fue prosperando, transformándose en una obsesión. Sabía que mi padre era una persona muy correcta, que sería algo difícil llegar a tener algo así.
La vez que salía de ducharme, suponiendo que estaba sola en la casa, me envolví el toallón a la cintura, con mis florecientes tetas al aire, de improviso surge mi padre, sin llegarme a tapar, me quedé parada, mientras me observó durante unos segundos, continué mi camino, mientras él se dirigía a su dormitorio.
Jamás comentamos nada al respecto, pero una noche llegué a casa, bastante pasada de bebida, tropecé al entrar, lo que atrajo la atención de mi padre que vino a ver lo sucedido, que al verme en ese estado, me levantó, optando a sacarme la ropa, llevándome para darme una ducha fría, hasta que comencé a despejarme un poco.
Apenas se fue, me quité las bragas, quedándome un rato más en la ducha, hasta que me sequé y me coloqué una bata, me dirigí a la habitación de mi padre, pidiéndole que quisiera dormir junto a él, que a pesar de su negación, seguí insistiendo hasta que lo aceptó.
Me acosté, sintiendo su cuerpo caliente, abrí la bata apoyando, mi pecho contra su espalda, enervando mi cuerpo ante ese contacto, hasta que pasé mi mano por su cintura, hasta adquirir la pose “cucharita ”, perspectiva muy deliciosa, que fue acatado por mi padre.
A la mañana siguiente mientras desayunábamos. Me dice:
“Anoche merecías unos buenos chirlos, por tu estado deplorable”
“Lo hubieses hecho, papi, solo tenias que bajarme las bragas”
Automáticamente cambio el tema, hablando de otra cosa.
Una noche decidí, entregarme, así que me puse mi más corto camisón, sin nada en mi interior, era una noche ideal, una fuerte tormenta eléctrica azotaba la ciudad, papá sabia de mi temor hacia las tormentas, así que mientras mirábamos televisión me acurruqué muy junto a él, mis piernas contraídas apenas tapaban mi pubis, aunque al tenerlas juntas no se notaba si tenía algo puesto.
Tomé la mano de mi padre, acariciándola y colocándola sobre mi muslo, su contacto se hizo sentir rápidamente, eso me permitió juntarme más a él, demostrando mi placer al apreciar su mano. Así permanecíamos mientras su mano subía y bajaba por mi muslo. Mi mente estaba más pendiente de su contacto que de lo que veíamos por televisión.
Le pregunté cómo estaba:
“ Muy bien, hacia largo tiempo que no me sentía así. Te diré algo, te pareces muchísimo a tu madre cuando era joven como tú”
“Gracias, me da mucha satisfacción que me lo digas. Ojala pueda llegar a aportar lo mismo que ella” le digo. ’Me miró algo confuso por mi contestación, diciéndome
“Que quieres decir?”
“No nada, papi, nada”
Me recosté sobre sus piernas, entrecerrando los ojos, disfrutando de sus caricias suaves y continuas. Rascaba mi cuello, llevándome a un estado de somnolencia, relajando mi cuerpo, mientras sentía como su mano subía por mi muslo hasta llegar cerca de la cintura. No sé qué pasó pero en determinado momento me desperté, sola en mi cama, realmente me sentí molesta, pero comprendí la actitud de papá..
Pasaron unos días, sin llegar a intentar algo más, notaba que mi padre trataba de eludirme, aunque mi presencia parecía alterarlo, lo que noté es que nuevamente mantenía su aspecto físico.
Una noche, al llegar a casa no estaba, me extrañó, dado que siempre permanecía a esa hora en casa. Aproveché para darme un baño, después de ducharme me envolví con la toalla, me prepare un sándwich, llevándolo a la sala mientras veía televisión.
Como a la hora regreso mi padre, me besó y se sentó a mi lado, hablamos un poco, lo veía bastante animado, me recosté sobre sus piernas apoyando mi cabeza muy cerca de su miembro.
Media dormida, en esa posición, con un movimiento que hice, un pecho quedó al descubierto, si bien no me percaté enseguida, al darme cuenta, no hice nada para cubrirlo. Mi cabeza sobre sus piernas me hizo percibir que se estaba excitando. Me contenté de esa reacción, a lo que moví más mi cabeza sobre su bulto, giré un poco mi cabeza, intentando poner mi boca sobre su bulto, mientras pretendía ir abriendo algo la toalla que me cubría. Percibía la tensión que se había creado entre ambos, llevé mi mano a su verga, mientras intentaba levantarme, deslizándose la toalla quedando mis senos, al descubierto.
Mi respiración entrecortada demostraba mi estado de ansiedad y nerviosismo, en parte temía que reaccionase impulsivamente, dándome una bofetada por ser tan osada. Sin ninguna pausa, besé a mi padre en sus labios, mientras apretaba su miembro bastante erecto, sus manos tomaron mis pechos y yo trataba de sacar su verga, baje su cremallera, mientras papá me besaba y manoseaba mis tetas, apretando mi pezón ya bastante duro. Al tiempo en que mi mano llegaba a su miembro bien erecto.
Agitaba su aparato, mientras papá me quitaba la toalla, nuestras bocas estaban en un contacto permanente su lengua hurgaba a la mía, era una paroxismo total. Removía totalmente su erecto pene, cuando traté de mamárselo, pero un chorro de su esperma mojó mi rostro.
Automáticamente papá se contuvo, pero yo continúe hasta sentir que había eyaculado la totalidad. Papá me abrazó y hasta se puso a llorar, por la tensión o no sé por qué otro motivo.
“Pero eres mi hija ” fueron sus palabras.
Lo besé cariñosamente, mientras le decía
“Tranquilo pa, me encanto hacerlo, disfrútalo”
En un momento me dice:
“Es una locura, pero me encanta tocar tu bello cuerpo”
“No dañamos a nadie, papi, estamos solos, sé que me deseas, que tiene de malo, hacer algo que anhelamos, si realmente lo que digo no es así, me levanto y me voy a mi cuarto”.
Sin decirle mas nada, me quité la toalla, y lo abracé, sintiendo como su mano acariciaba mi cuerpo, con mucha suavidad, recordé cuando era muy chica que lo llegó a hacer, permitiéndole que tomase la iniciativa, gimiendo suavemente ante el recorrido de su mano.
Poco a poco llegó a mi sexo, muy húmedo por cierto, sus dedos rozaban mis labios inferiores, introduciéndolos con algo de cautela, en mi vagina. Así continuo besándome y excitando mi clítoris, el nerviosismo perduraba, pero estaba encantada de lo que me hacía, después de varios minutos me fue llevando a un largo y exquisito orgasmo, para finalmente besarme.
Fui desabrochando su cinturón, tratando de ir confirmando mi deseo, bajé su cremallera, todo se fue desarrollando de una manera muy gradual, como disfrutando de ese momento, descubriendo nuestros cuerpos necesitados de sexo.
Como dios me trajo al mundo me sitúo sobre el sillón, admirando y besando mi desnudez, mientras me acostaba sobre el sofá, metiendo su mano entre mis piernas, descubriendo mi sexo saturado por la emanación de mis jugos vaginales.
Mientras mis manos buscaban su verga, que no tardo en surgir grande y muy erguida, mi boca se acerco a ella lamiéndola y mamándosela suavemente, al momento que sus manos abrían mis piernas para introducirla en el sexo de su amada hija. No llego a realizarlo, no porque lo haya impedido sino porque se detuvo en su intención, así que tomé su erguida y la fui acariciando hasta llevarla a mi boca para mamársela levemente. Me encantaba su miembro grande y viril, comprendí los gemidos de mi madre, cuando los espiaba, al recibir semejante elemento.
La fui introduciendo, hasta alcanzar la totalidad, succionándosela y chupándola lentamente, noté que estaba algo perplejo, pero bastante excitado. Notaba que parecía tener una lucha interna, así que besándolo suavemente en sus labios, le digo
“Tranquilo, pa, déjate llevar, soy una mujer que te ama”’
Eso pareció agradarle, así que mi mano continua jugando con su miembro, que rápidamente se fue poniendo muy erguido, y a pesar de la poca luz que invadía al recinto, pude ver por vez primera su verga, por cierto bastante grande. Sin darle demasiado respiro, le succione sus tetillas, mientras mi mano captaba la reacción de su miembro.
Eso me provocaba, continúe besando su pecho, abdomen, bajándome lentamente hacia su sexo, al llegar mi boca nuevamente, hasta su miembro, trató de impedirlo.
“’ Si no te agrada, lo suspendo ”’ le digo
Al no responderme, proseguí con mi labor, mi lengua lamio la totalidad de su empinada verga, hasta que me la introduje en mi boca, me fue imposible tragarme totalmente, pero la disfrutaba, subía y bajaba mi orificio bucal, mis labios rozaban ese miembro, con total devoción, al notar la convulsiones de mi padre, me incitaban a acelerar esa encantadora mamada que le estaba proporcionando. Seguí sin darle tregua, me fascinaba hacerlo, hasta que eyaculó fuertemente en el interior de mi boca, aflorando por las comisuras de mis labios, a pesar de eso, no pare en mi labor, hasta notar que había evacuado la totalidad de su semen. Con las labios y mi boca bien humedecidos por su flujo, apoye mis labios en los suyos, buscando su lengua mezclando mis jugos a los suyos.
Creo que en ese momento, se rompió el tabú, ya no éramos padre e hija, nos habíamos convertido en amantes, aunque ante los ojos de la sociedad no lo era así.
Dormimos lo que restaba de la noche, yo no me lave, cada tanto olía los restos, del aroma de su semen, que erizaba todo mi cuerpo. Unas succiones en mis pezones me despertaron, me sentí muy feliz al sentirlos, su mano buscaba mi cuerpo, hasta llegar a mi sexo, sus leves mordidas en mis tetillas y sus dedos introduciéndose en mi vagina, me estimularon rápidamente. Me beso por todos lados, hasta lamer mi húmeda vagina, la punta de su lengua provocaba mi clítoris, había alborotado mis hormonas, me deje llevar, cuando su dedo palpaba el borde de mi ano, sin introducirlo, la emanación de mi flujo, lo estimulaba, acelerando su labor, no parando hasta lograr producirme una serie de gritos y gemidos, que finalizaron con un fuerte orgasmo.
Después de eso su pene busco mi cavidad vaginal, para introducir su erecto aparato, que después de un apasionado bombeo, me llevo a un segundo orgasmo. Esta de mas decirlo, que prácticamente ese día no salimos de la cama, nunca lo olvidaré, estaba realmente feliz, pero creo que mas por mi querido padre, que volvió a ser alguien alegre, con nueva ganas de vivir.
Nuestros roles se modificaron de padre e hija a marido y mujer, o esposos o amantes, o como les parezca, salíamos, viajamos mucho todo lo que una pareja hace, disfrutar de la vida. Pero como a los tres meses de nuestra relación, temíamos una fiesta de unos parientes, que era la primera vez que nos presentábamos en público, por supuesto nos relacionaban como padre e hija. Aunque ese secreto que manteníamos, llevaba implícito nuestra relación, que supongo alguien podría suponerme, al punto que un par de personas nos dijo que parecíamos novios.
Dado el acontecimiento mi padre me había comprado un vestido largo para esa ocasión, me lo puse, pero al notar que se marcaba mi ropa interior, opté por sacármela, dado el gran escote, me puse un collar de mi madre, que después de finalizar de vestirme, mi padre comenta:
“Cada vez te pareces mas a tu madre ” palabras que me alegaron muchísimo, aunque prefería que fuese su amor por mí, no por mi madre..
Evidentemente fui la atracción de la fiesta, dado que el vestido ayudaba a destacar las curvas y la desnudez de mi cuerpo, está de más decir que papá estaba muy orgulloso de su amante-hija.
Al regresar a casa, mi padre estaba algo estimulado por lo que había tomado, la forma de mirarme y su manera de abrazarme, me dio a entender que me deseaba. A pesar que habíamos considerado cortar con esa relación, la que llevábamos más de 3 meses, sin llegar a concretarlo.
Nos sentamos en el sofá, y me beso en la mejilla, sus suaves caricias me comenzaron a incitar, me acurruqué a su lado a la espera de su calor, fue levantando la falda de mi vestido, sintiendo como el satén se desplazaba sobre mi piel, mis pezones se erizaron y sentí como una descarga húmeda entre mis piernas.
Su mano, se deslizaba entre mis piernas, las que fui abriendo lentamente, al llegar a mi entrepierna, percibió que carecía de bragas, eso pareció alterar su sentido sexual. Me giró, dejándome boca abajo, levantando el vestido hasta la altura de mi cintura, quedando mí pomposo culito al descubierto, acaricio mis cachetes, abriéndolos para exponer mi orificio, friccionándolo con su dedo, he intentando introducirlo.
Lo que me hizo recordar aquella tunda que me propinó, mi corazón latía apresuradamente, aumentando mi agitación, su lengua jugueteo en mi ano, mis pezones se erizaron, su saliva humedecía mi cavidad, evidentemente para lubricarlo, sin oponerme permití su juego.
En escasos minutos, sentí su miembro recorrer mi raya hasta detenerse en mi abertura, para hurgar alrededor de mi ano, me relaje dispuesta a satisfacer su intención. Su glande comenzó a penetrarme unos centímetros, me invadió un fuerte dolor, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable a la espera de su penetración, a pesar de conocer el tamaño de su aparato. Me agradaba que mi padre fuese el primero en desvirgarme analmente, su glande se oprimía contra mi orificio con la intención de penetrarme, mi esfínter parecía dilatarse.
A pesar de nunca haber tenido sexo anal, eleve mi culo, como aceptando su intención, mientras me quitaba mi vestido, dejándome como dios me trajo al mundo.
Acariciaba mi espalda para darme tranquilidad mientras el extremo de su pene permanecía oprimiendo mi acceso anal. Al pretender introducirlo, exhale un grito de dolor, se detuvo de su propósito, y girándome llevo su miembro a mi boca para que se lo lubricase. No hacían falta muchas palabras, como una buena hija abrí mi boca acatando su pedido. Fue algo delicioso hacerlo, mi saliva lo lubricó, sin dejar de succionarlo, con entera satisfacción, me sentía alagada, quería hacerlo gozar más que las veces anteriores.
Cuando terminé de sorberla, me giré, elevando mi trasero a la espera de la visita de su pene, en mi virgen conducto anal. Aunque comenzó a producir una serie de chirlos, bastantes fuertes, donde mis gemidos no era de dolor sino de placer Templaba como una hoja, como si esa fuese la primera relación que tenia, que después de finalizar con ese sensual castigo, inmediatamente percibí su punta introducirse, algo más rápida, tomándome de la cintura, empujo, sintiendo un fuerte dolor, al que traté de no anunciarlo.
Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto, presumo que cada vez más enrojecido por el elemento penetrador, hasta que el esfínter parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las palpitaciones de su aparato reproductor a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, anunciando que sus 20 cm se cobijaban en mi recto. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones se acentuaban, provocándome un ardor en mi recto ya algo afectado por tal violento acoso.
Era algo cruel sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme, a pesar del dolor que me provocaba me encantaba ser tratada con ese ímpetu. Le rogué, que no se moviera, quería disfrutar su aparato en mi interior, mientras mi conducto se amoldaba a su tamaño Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente empezó su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo brutal, al punto de hacerme sentir una prostituta, no era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asusto pero a su vez me incitaba esa comunión anti natura.
Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, esa circunstancia parecía excitar más a mi padre, quien me bombeaba con mayor violencia. El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo impresionante. Era todo tan delicioso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo.
Gritaba como desaforada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhalando, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando una maravillosa convulsión inundó mí ser. No tardé en tener un segundo, al percibir el esperma de mi padre, colmando el recinto de mi recto. Después de haber eyaculado, su cuerpo extenuado cayó sobre mi espalda, sin quitar su miembro de mi interior, así permanecimos abrazados, hasta que no dormimos.
No dejo de excitarme cuando recuerdo aquel momento, a pesar de haberme hecho sangrar mi esfínter, y tenerlo dolorido un par de días.
A la mañana siguiente sucedió algo inesperado, no sé por qué razón mi hermano llegó antes del mediodía, papá se había levantado para bañarse, y yo permanecía tendida, reponiéndome de la noche anterior. En la cama de mi padre, totalmente desnuda y apenas tapada por la sabana, ciertas manchas de semen seco y algunas de sangre, producto de mi desvirgue anal, deban las pautas necesarias de nuestra relación. Al ver Carlos esa escena me miró y sin darme tiempo a nada se fue como una tromba. No supe que hacer, tardé bastante tiempo en contarle a papá, porque Carlos ya no venía a casa y carecía de excusas para seguir mintiéndole.
La relación con mi padre, duro bastante tiempo, y tengo que reconocer que comenzó a celarme constantemente. Creo que hubo dos etapas, la primera fue como más delicada, más cálida, en donde el pecado nos contenía, donde solo nos manteníamos con caricias, besos y una penetración vaginal, mientras que en la siguiente, fue bastante brutal, sentía que pretendía castigarme, siendo la relación anal la de mayor intimidación.
Todo se fue cambiando, ya no era su hija, así lo percibía, aunque él seguía siendo mi padre, o por lo menos era lo que apreciaba. Mi hermano ya no venía a casa, lo volví a ver cuando falleció papá, hace un par de años.