Incesto a la hora de la siesta

En España el deporte que más se practica es la siesta, pero hay siestas y siestas.

Valeriano era un joven al que sus padres habían enviado de muy niño a una aldea remota con los abuelos. Esta aldea solo tenía cuatro casas y en ellas vivían personas ancianas. Lo habían mandado con sus abuelos porque no tenían con que mantenerlo. Ahora tenía 18 años y volvía para trabajar en su oficio y ayudar así en la economía familiar.

A Valeriano en su primera noche en casa lo despertaron unos ruidos que venían de la habitación de sus padres. Se levantó de cama y se limpió las legañas. Al llegar a la habitación de sus padres, entreabrió la puerta y cómo estaba la luz encendida vio a su madre desnuda a cuatro patas y a su padre arrodillado detrás de ella dándole al culo cómo le había visto dar a más de un perro. Valeriano, que sabía poco de todo, por saber no sabía ni leer ni escribir, se preguntó a sí mismo:

-¿Por qué harán lo mismo que hacen los perros?

Valeriano, que era un joven moreno, de ojos negros, delgado y de estatura mediana, tentado estuvo de hacerle a su padre la pregunta que se estaba haciendo a sí mismo, pero algo le decía que aquel no era momento para preguntas. Volvió a su cama. Se iba a echar a dormir cuando sintió gemir a su hermana Amanda. Esta vez se dio la respuesta el mismo.

-Debe tener un mal sueño.

El mal sueño era que se su hermana se hiciera una paja sintiendo los gemidos de su madre y se había corrido cómo una golfa.

La mañana siguiente desayunando con sus padres y con su hermana, le preguntó Valeriano a su padre y a su madre:

-¿Por qué estaban desnudos ayer noche haciendo lo que hacen los perros?

Braulio y Amalia se pusieron colorados cómo si fueran adolescentes. Aquella pregunta no era normal en un muchacho de dieciséis años. Ninguno de los dos sabía qué responder. Los quitó del apuro Amanda.

-Desayuna que ya te explicaré yo que hacían. ¿O prefiere explicárselo usted, madre?

Amalia le cargó el mochuelo a la hija.

-Explica tú, hija, explica tú.

Al acabar de desayunar Braulio y Amalia se fueron a trabajar al jornal y los dos hermanos quedaron en casa. Amanda iba a hacer las tareas de la casa y Valeriano iba a hacer cestas con mimbres.

Amanda tenía diecinueve años, era flaca, baja de estatura, morena, de ojos marrones, su largo cabello era del color de sus ojos, sus tetas eran medianas y su culo redondo.

A la hora de la siesta Amanda fue a la habitación de su hermano, se sentó en frente de él con las piernas cruzadas, y le dijo:

-¿Quieres saber que estaban haciendo mamá y papá?

-Sí

-Estaban follando. Eso es lo que se hace para tener niños. Así nos hicieron a ti y a mí.

Valeriano bajó la cabeza para decir:

-Siento vergüenza por ser tan ignorante. Menos mal que nunca le gusté a una chica.

-Algún día encontrarás a una mujer buena.

-¿Para qué? No sé dar besos. No sé nada...

Amanda no dejó que su hermano se siguiera compadeciendo de sí mismo.

-Te voy a dar unas lecciones de sexo para que sepas darte placer a ti mismo y a otra chica o a otro chico cuando llegue el momento, pero esto tiene que ser nuestro secreto mientras vivamos.

-Llevaré el secreto a la tumba. ¿Cómo te das gusto?

Amanda que llevaba puesto un vestido azul con volante que le daba por encima de las rodillas, levantó el vestido, puso dos dedos encima de las bragas y sobre coño y le dijo:

-Froto la pepitilla, froto los labios del coño,  meto y saco los dedos del agujero y acaricio las tetas.

-¿Dónde están la pepitilla, los labios y el agujero?

Amanda apartó las bragas para un lado y señalando con un dedo cada, cosa, le dijo:

-Está de arriba es la pepitilla, estos los labios, y este el agujero.

-¿Y os da mucho gusto?

-Tanto que nos corremos.

-¿Qué es correrse?

Amanda puso bien las bragas, bajó el vestido, y le dijo:

-Ponte de pie sobre la cama y quita el pantalón y los calzoncillos.

Hizo lo que le dijo. Valeriano tenía la polla gorda y pequeña. Ver el coño de su hermana no lo había excitado, o sea que la tenía flácida.

-Cógela con dos dedos y pélala cómo si fuera un plátano.

-¿Qué es un plátano?

Amanda se acercó a él y le dijo:

-Es una fruta. Te enseñaré cómo se hace una paja.

Le cogió la polla con los dedos pulgar e índice de su mano derecha y la masturbó con ellos. La polla fue cogiendo cuerpo y en nada dejó de ser polla y se convirtió en verga, larga, gorda y dura. La empuñó cómo si fuese el mango de una azada y pelándola le preguntó:

-¿Te gusta?

-Sí.

-A mí también. Siéntate en la cama.

Se sentó. Amanda observó que del meato le salía aguadilla y le pasó la lengua por él. Valeriano gimió. A Amanda le gustó oírlo gemir. Le lamió y le chupó los huevos, luego lamió la verga de abajo a arriba y a continuación se la chupó y se la meneó al mismo tiempo. Cuanto más fuerte mamaba Amanda más gemía Valeriano. Poco después se corría en la boca de su hermana.

Amanda, que había guardado la leche en la boca, la fue echando en la palma de la mano, luego enseñándosela le dijo:

-Lo que sentiste es correrse y con esto nos dejáis preñadas.

Luego se levantó de cama, fue a la cocina y limpió la leche de la mano con un trapo, trapo que echó dentro del fogón de la cocina de hierro.

En el trayecto de la habitación de su hermano a la cocina había sentido la humedad de sus bragas mojadas. Hacer correr a su hermano la había puesto cachonda cómo una perra en celo. No tuvo más remedio que aliviarse. Se metió en su habitación y cerró la puerta con llave. Se quitó el vestido, las bragas y las zapatillas y se sentó con la espalda apoyada a la cabecera de la cama vestida solo con una camiseta interior blanca de tiras. Pasó un dedo por el coño y le salió pringado de jugos. Llevó el dedo a la boca, lo chupó y luego con cuatro dedos se frotó el clítoris de manera transversal. En nada le sobraba la camiseta. La bajó y su mano izquierda acarició sus tetas, unas tetas medianas con areolas rosadas y pequeños pezones. Poco más tarde le sobraban dos dedos, pues fueron dos los que necesitó para meterlos dentro del coño. Cerró los ojos y se dio dedo imaginando que follaba con su hermano. En menos de que canta un gallo se corrió, se corrió entre severas convulsiones y tapando la boca con una mano para que Valeriano no oyese sus gemidos.

Al día siguiente, a la hora de la siesta, Amanda volvió a la habitación de su hermano y le preguntó:

-¿Quieres seguir con las lecciones?

-Sí.

Amanda cerró la puerta de la habitación, quitó el vestido azul y las zapatillas y quedó en bragas y con la camiseta interior blanca de tiras. Se sentó en la cama frente a su hermano, le cogió una mano, la llevó a su teta izquierda y con su mano encima hizo que la de su hermano frotase y palpase mientras rotaba sobre la teta.

-A las mujeres nos gusta que nos amasen las tetas. Haz lo mismo con la otra mano en la otra teta.

Valeriano le amasó las tetas, primero con las manos de su hermana encima de las suyas y después solo con sus manos. Al ratito Amanda se quitó la camiseta y Valeriano vio sus tetas. Amanda cogió los pezones con los dedos pulgares e índices de cada mano y los giró. Cuando dejó de jugar con los pezones, le dijo:

-Juega tú con mis pezones cómo estaba haciendo yo.

Valeriano cogió los pezones con cuidado y los frotó muy suavemente.

-Dale cómo si le estuvieras dando a la paja cuando sacas a un grillo del agujero.

Eso si lo sabía hacer. A Amanda le gustó tanto que comenzó a gemir y entre gemidos le decía:

-Así, así, sigue así...

Luego le quitó la camiseta a su hermano y se acariciaron los pezones mutuamente hasta que Amanda se levantó y se quitó las bragas. Al volver a la cama se sentó, se abrió de piernas y mostrándole su coño peludo semi abierto, le dijo:

-Te voy a enseñar cómo hacer que se corra una mujer.

Amanda se recostó contra la pared y con dos dedos se acarició el clítoris, después los labios vaginales y luego metió y sacó del coño los dedos medio y el anular. Valeriano no se perdía detalle. Ver a su hermano pendiente de lo que hacía la excitaba. Excitada estaba cuando le dijo:

-Hazme con la lengua todo lo que yo me hice con los dedos.

-¿En el mismo orden?

-No, empieza por lo último que hice.

Valeriano metió y sacó la lengua de la vagina  de Amanda una veintena de veces, luego lamió los labios del mismo modo que lo había hecho su hermana con los dedos, juntos y por separado. Cuando llegó al clítoris y lamió de lado a lado y de abajo arriba ya Amanda le cogió la cabeza y frotando el coño sobre su lengua le dio en la boca una corrida brutal. Amanda jadeó y se convulsionó mientras se corría.

Valeriano al acabar de correrse su hermana, viendo cómo respiraba con dificultad, cómo tenía la vista partida y viendo cómo aún tenía pequeñas convulsiones, con cara de asustado le preguntó:

-¿Estás bien, Amanda?

Amanda abanicándose con una mano sopló hacia arriba para quitar el cabello de encima de su ojo derecho, sonrió y le respondió:

-Genial, estoy genial.

-Pues parecía que te ibas a morir.

-Me corrí y al correrme siempre se me pongo así. Quita el pantalón y el calzoncillo.

Quitó el pantalón y los calzoncillos y Amanda vio que tenía la polla baja. El susto se la había bajado. No hicieron falta más que unas cuantas mamadas para ponerla dura. Mirando para el cipote le dijo:

-Tienes una verga monumental.

Amanda subió encima de su hermano, se abrió de piernas, aplastó la verga con el coño mojado, se echó a lo largo sobre él y le dijo:

-Ahora te voy a aprender a dar besos y a comer unas tetas.

Le puso el pezón de la teta izquierda entre los labios y le dijo:

-Lame y chupa el pezón y luego haz lo mismo con la areola.

Valeriano lamió y chupó con una delicadeza exquisita, luego hizo lo mismo en la otra teta mientras Amanda frotaba el coño mojado a lo largo de la verga. Le preguntó:

-¿Te gustan mis tetas?

-Sí, me gustan mucho.

Le dio un pico, luego le dijo:

-Saca la lengua y luego hazme lo que te haga yo.

Sacó la lengua y Amanda se la lamió por abajo, por los lados y luego se la chupó. Al meterle ella la lengua en la boca Valeriano se la lamió y se la chupó tal y como había hecho su hermana. Al ratito Valeriano le estaba comiendo la boca a Amanda cómo si llevara toda la vida haciéndolo.

Amanda estaba otra vez perra perdida. Se enderezó, puso la verga en la entrada del culo, y le dijo:

-Espero que mi novio no la note muy abierta porque abrir me la vas a abrir.

Amanda empujó con el culo. La cabeza entró más que apretada. Parecía que le estaba desvirgando de nuevo, solo que esta vez no sangró. Luego de entrar la cabeza le metió el resto, se lo metió despacito hasta que le llegó al fondo del coño.

Amanda volvió a echarse a lo largo de su hermano y con las tetas pegadas a su cuerpo y besándolo comenzó a meter y a sacar tan lentamente que parecía que no se movía... Más tarde el coño ya había dado de sí y la verga entraba y salía del todo para volver a entrar hasta llegar al fondo... Cuando Amanda sintió que la tenía cerca se sentó sobre la verga y usó su culo cómo si fuera un ascensor estropeado, o sea, sube y baja, sube y baja... Y subiendo y bajando buscó el orgasmo. Lo buscó y lo encontró cuando empezaba a correrse su hermano. Si había de quitar la verga, se volvió a echar a lo largo de Valeriano y comiéndole la boca le baño la polla. Valeriano le llenó el coño de leche.

Amanda al acabar de correrse se quitó de encima de su hermano y le dijo:

-Se acabaron las lecciones. Es muy peligroso. Podría quedar embarazada.

Amanda aún no lo sabía, pero su hermano la acababa de dejar preñada.

Tres meses más tarde Amanda empezaba a tener barriguita. No quisiera casarse con su novio, pero el novio tampoco la dejara, seguía con ella pensando que era el padre de lo que venía en camino.

Ese día después de comer Amanda se fue a su habitación a tomar la siesta y allí luego de levantar la colcha... Una mano que se va a una teta, otra mano que se va a la otra teta. La primera mano que baja al coño. Dos dedos que acarician el clítoris, y ya no hay vuelta atrás. Se quita la ropa y comienza a masturbarse boca arriba. Después de darse dedo a barrer pensando en su hermano y de magrear sus tetas se puso a cuatro patas. Pensando que era Valeriano quien la follaba se masturbó con dos dedos. Dándose dedo estaba cuando llamaron a la puerta. A toda prisa se echó boca arriba sobre la cama, se tapó con la colcha y dijo:

-Adelante.

Valeriano entró en la habitación y le preguntó:

-¿Qué estabas haciendo? ¿Por qué gemías?

Amanda estaba de morros con su hermano.

-¡Hacía lo que me salía del coño! Ese coño que llenaste de leche cuando estaba indefensa.

-Ya me lo has dicho cientos de veces, pero algo de culpa también tendrás tú dejando que te lo llenara. ¿O no?

Amanda entró en razón después de meses de tratar a su hermano cómo un apestado.

-Tienes razón. Tengo tanta culpa cómo tú, o más que tú si cabe. ¿Quieres dejarme sola?

-¿Te estabas dando placer?

-¿Y si me lo estaba dando qué?

-Déjame ver cómo te corres, lo echo mucho de menos.

Amanda estaba caliente y la idea le gustó.

-¿Te harías una paja conmigo?

-Si, me haría una, o dos, o tres, o cuatro...

-¿Cuántas pajas te haces al día, Valeriano?

-Entre dos y seis.

-¡¿Del tirón?!

-Del tirón solo llegué a hacer tres.

-¿Y en quién piensas?

-No pienso, cierro los ojos y recuerdo lo que hicimos.

Amanda se destapó y Valeriano la volvió a ver desnuda. La verga se le puso tiesa. La sacó, la empuñó y empezó a pelarla. Amanda metió dos dedos dentro del coño, agarró una teta con la otra mano y mirando ella para la verga y él para el coño y las tetas se dieron caña a sí mismos. Al rato viendo Amanda salir un chorro de leche de la polla de su hermano se dio dedos a mil por hora y antes de que acabara Valeriano de correrse se corrió ella, y se corrió a lo grande. Tuvo un orgasmo espectacular.

Valeriano se siguió masturbando en busca de otra corrida. Masturbándose estaba cuando Amanda acabó de correrse y abrió los ojos. Lo estuvo mirando hasta que recuperó las fuerzas, luego abrió los brazos y le dijo:

-Ven que te voy a dar la última lección.

Valeriano se echó encima de su hermana. Amanda le cogió la verga, la puso en la entrada del coño, le echó las manos a las nalgas, lo atrajo hacia ella y la verga entró hasta el fondo. Siguió hablando:

-Bésame cómo te enseñé y cada vez que me la metas haz palanca con el culo para que tu verga se frote con más fuerza en la parte de arriba de mi coño.

Valeriano era un buen alumno. Comiéndole la boca folló a su hermana cómo le había dicho. Al rato apretando sus nalgas con las manos, le dijo:

-Más aprisa, más, más...

Valeriano movía el culo a toda pastilla. Amanda empujaba con las dos manos. La verga llegaba al fondo del coño y se sentía:"¡Chofffff, choffff, choffff, chofffff...!" En el fondo se corrió Valeriano. Amanda sintiendo cómo le llenaba el coño de leche le acarició el cabello y lo besó con dulzura hasta que acabó de correrse.

-Fue bonito ver cómo te corrías dentro de mí.

Valeriano le dio un pico en los labios y luego le dijo:

-Bonita sí que eres tú.

-Si no fueras mi hermano serías el hombre de mis sueños. ¿Pero qué estoy diciendo? Quítate de encima de mí -se quitó-. Vamos a acabar la última lección. Esta vez al follarme, con dos dedos de una mano juega con mis pezones y con la otra acaricia mi pepitilla.

Amanda se puso a cuatro patas. Valeriano le preguntó:

-¿Quieres que te haga lo que hacen los perros?

-Si quieres, sí, pero no te olvides de hacer lo que te dije:

Valeriano le lamió el coño y se lo folló con la lengua, luego le lamió el ojete. Amanda le iba a decir que esa guarrada solo la hacían los perros.

-El culo -le empezó a gustar y cambió de idea-. Al culo hay que hacerle lo mismo que al coño.

Le lamió y folló el coño y el culo. Cada vez que la punta de la lengua entraba y salía de su ojete se estremecía. Nunca antes le habían follado el culo y le gustaba una cosa mala, tanto le gustaba que casi se corre. Amanda le dijo a su hermano:

-Me gusta mucho. Si no la tuvieras tan gorda...

-¿Qué?

-Nada, era una tontería.

La tontería era que si no la tuviera tan gorda le diría que se la metiera en el culo.

-¿Quieres que te la meta ya?

-Mete.

Valeriano se la metió en el coño y la folló cómo hacen los perros, la folló a mil por hora hasta que Amanda se corrió, diciendo:

-¡Me matas de gusto!

Corriéndose le acaricio un pezón con dos dedos y el clítoris con otros dos. No era así cómo le había dicho su hermana, eso debía hacerlo antes, pero la cosa resultó aún mejor, ya que al ratito Amanda volvió a explotar.

-¡Me corro otra vez!

Valeriano se corrió con ella. La leche saliendo calentita de su verga se mezcló con los jugos del coño de Amanda. Valeriano corriéndose le miró para el ojete a su hermana y cosas raras le pasaron por la cabeza. Sí, esas cosas que estás pensando, pero no llegaría a meter, Amanda no le dejó.

Quique.