IN MEMORY (Dedicado a nuestro compañero Trazada)
Con apenas mil palabras, rindo homenaje a una persona que nos ha dejado hace poco. Nos ha dejado huérfanos, tristes, sólos. Muchos lo conocíais, otros, ni siquiera oiríais hablar de él. Trazada se esmeró en que las letras tuvieran significado. Mis letras, son para tí, amigo.
IN MEMORY
Incapaz de contener mis emociones, tu ausencia me desmorona. No, no verteré mis lágrimas por ti. No quiero que veas escurrir por mis mejillas el dolor que me produce tu palidez. Quiero dibujar una sonrisa para que tú la veas, que esos labios finos bailen un “te amo” que llene mi vacío. Te fuiste sin contar conmigo. Siempre fuiste tú.
Y ahora, aquí me tienes. Sentada en la cama, desnuda, cara a la luna que proyecta su luz sobre mi cuerpo, sobre tu lado, sobre mi dolor. Mis párpados tiemblan al contener el río de sufrimiento que albergan mis ojos. Pero no, no claudicarán. Te quiero complacer, como siempre, y no lloraré. Lo haré por ti, por mí, por la luna observadora… desde que te fuiste, ella es mi compañera.
Y acudo a mi cita nocturna, una noche más, con precisión alevosa, y me dejo iluminar por su luz, tu luz. Y te siento cerca, muy cerca, y hablo el lenguaje que sólo tú sabes entender, el del silencio. Y dibujo tus líneas, tus sombras, y deseo que me abraces…pero ya no estás tú. Te fuiste sin contar conmigo.
Otra vez el muro que fijan mis párpados me recuerdan el dolor. Y mis manos se juntan para que mis dedos se crucen, y agacho la cabeza para sentir esa melena que tantas veces acariciabas entre tus falanges. La luz de la luna se proyecta en torno mío enviándome una sombra que no es la tuya, pero se desdibuja lentamente y toma tu forma. Si, ya te veo, estás aquí…de nuevo, a mi lado otra vez. Y sonrío.
Fijo en mi mente tu presencia inconfundible. Ahora te siento a mi lado. Y te saludo, como si vinieras de cualquier lugar de la casa, como una noche más sin saber que puede ser la última. Tiempo perdido y robado. En el silencio absolutista, el timbre de tu voz me habla, me acaricia, me envuelve empalagosamente y me obsequia, una vez más, con esas palabras llenas de ternura y amor. Esas palabras que, día tras día, noche tras noche, me hicieron sentir la mujer más feliz del mundo. Tu “gata”. Así es como me llamabas cuando, con tus ojos penetrantes, me transferías tu cariño, todo tu ser. Y mi corazón se hinchaba, y bombeaba gratitud, y una descarga eléctrica me recorría el cuerpo cuando las yemas de tus dedos se posaban en mis hombros desnudos. Emanabas amor…y yo, gratitud por sentirme querida por ti. Te fuiste sin contar conmigo.
Me dices que soy joven aún, que otra piel debe acoger mi cuerpo…y yo te digo que no. Después de ti hay un final. Y te enfadas, y tu ceño se frunce y yo sonrío. Y te digo que nadie más tendrá de mí nada más. Y vuelves a mirarme, evitando lo patente, tratando de ser duro e inflexible. No arrancarás de mí lo que quieres oír. No, no…no compartiré mi piel. Fui tuya, toda, enteramente tuya, y me uniré contigo llevando tus huellas en mi piel. Ahora no te complaceré.
Me dejo caer sobre la cama, y me encaro con mi compañera. Hoy brilla más que otras noches. Hasta diría que me sonríe. O tal vez se solidariza con mi dolor. O…tal vez seas tú que la estés enamorando. Ambas nos sonreímos, ella, desde su luz, yo, desde mi amargura. Y una lágrima osada acude presta al vértice de mi ojo. Y me abandona surcando el malar hasta caer sobre la almohada. Y noto tu dedo borrando todo vestigio de llanto. Y te siento cerca, muy cerca de mí. Y me susurras misteriosamente esas palabras que me hacen perder el control. Otra vez, una noche más, como todas nuestras noches. Y soy feliz. Ahora sí te complaceré.
Me entrego a ti. Separo mis piernas y doblo mis rodillas para acogerte entre mí. Y te siento más volátil, más ligero, menos pesado. Ya no eres mi “montoncillo”. Y mis brazos se arquean para, en una figura imaginaria, abrazarte y estrecharte contra mí. Y te siento.
Resbalas en mi interior provocando una oleada de calor en mi ser. Ya estoy completa. Y miro a la luna intercambiando con ella una sonrisa cómplice. Ella te trajo hasta mí. Otra noche más. Y mientras profundizas en mí y te abandonas al placer, ella me recuerda que siempre estuvo ahí, compartiendo nuestro amor. Un trío inconfundible que dotaba de precisión tus caricias. Una aliada a quien yo agradecía el resplandor con el que alumbraba nuestros cuerpos mientras se anudaban en una muda danza de amor y deseo. Y hoy, de nuevo, estámos los tres.
Una de tus manos abarca mi nuca, la otra, perdida entre mis nalgas, me recuerda que estoy a tu merced, que soy tuya, que soy tu “gata” sin garras. Y mis manos se entrecruzan sobre tu cerviz. Y te acerco. Y tu boca me da tu sabor, dulzor de miel, aroma de roble…¿De roble?, no…de canela tal vez.
Te siento llegar. Nunca te has marchado. Tu empuje es más violento, más profundo, más descontrolado…y te viertes. Viertes la vida y yo recibo tu semilla. Envuelvo tu otro yo y lo acojo con amor. Y te me vas. Otra vez. Otra noche más. Y rendida, miro a la luna. Me sonríe de nuevo. Pero mi rostro se torna duro…te lleva de vuelta. Su luz se aleja a la vez que tu presencia pierde vigor. Y me quedo cabalgando en la noche, sin rumbo ni posada que oriente mi llanto. Pero ella, nuestra luna, mañana te traerá de vuelta a mis brazos. Y te volveré a hablar, y me volverás a amar, y seré tu “gata” y tú mi “montoncillo”. Otra noche más.
Se acerca un nuevo día. Un día sin ti. Otro día sin ti. Te fuiste sin contar conmigo. Y mordiendo mi propia alma, me enfrento a la realidad: Tu ausencia. Y mientras me preparo el café, observo tu taza vacía. Y, sin control, las lágrimas se abren camino quemando mis mejillas. Quiero morir. Quiero que la luna nos dé luz a los dos.
El sol ya ha salido. Se filtra cual espía por cada rendija de mi vida. Explora mi interior y quiere inocularme valor. ¡Estúpido sol!. Prefiero a mi luna. Ella me entiende mejor…
La luna se fue y se hizo el silencio entre los dos. El sol abrasará mi alma…pero lo resistiré. Con su retirada, llegará mi luna y me fundiré en mi otro yo. Y seremos tres, la luna, el montoncillo y la gata.
Coronelwinston
Las palabras “Gata y Montoncillo” son de Trazada. Pertenecen a su penúltimo relato publicado dentro del XVIII Ejercicio de autores de Todorelatos, cuyo título es “El montoncillo y la Gata”.
En su memoria, como muestra de agradecimiento hacia la persona que se aplicó en la difícil tarea de que las palabras cobraran sentido, he escrito este pequeño texto.
Trazada, amigo nuestro, te fuiste sin contar con nosotros. Allá, desde donde estés, tu presencia inconfundible nos hará mejorar. Hasta siempre, amigo Trazada.