Imposible
Un amor doloroso... (seguid hasta el final...perdón por los espacios)
Kira no era precisamente de esas personas que tenían amigos a montones; sus amistades escaseaban. Era una chica de dieciséis años a la que sus padres habían dejado al cargo de sus tíos. El por qué: un accidente de coche.
Bien, y volviendo al tema; Kira era alta y espigada, linda como una florecilla de verano. Tímida, eso sí, pero con carácter.
Aquel día se había levantado de muy mal humor, cosa que no era muy buena; Cuando se levantaba cruzada le daba por insultar a todo lo que se le ponía en medio.
Y siendo breves: Aquel día estaba de muy mala ostia. El por qué, no se sabe…
Andaba ella de vuelta a casa tras un largo día de instituto, cuando lo que le captó la atención no fue ni más ni menos que un tallercito.
Se fijó en que era un simple garaje. Pero al parecer había bastante trabajo. Se acercó para ver y sus ojos se toparon con un deportivo. Y cuando recorrió con la vista todo el vehículo y vio el capó arriba, entró dentro.
Sus ojos se abrieron como platos al ver que no era un chico que estuviera buenísimo, sino una chica que estaba pero que muy buena. No se ruborizó, pero su corazón latió a mil.
La joven se dio cuenta de que la miraba, y con ojos furtivos se la quedó observando fijamente.
“¿Qué hago?” pensó Kira.
No era una chica normal y corriente, aquella, no señor: Era alta, estaba buenísima, pero… Tenía los ojos amarillos y el pelo albino; cosa que la hacía más irresistible aún.
-¿Puedo ayudarte en algo?-le preguntó.
-Esperaba que fuera un chico quien estuviera arreglando este coche…-contestó Kira, levemente ruborizada.
-Pues no.
La joven tenía un pirsin en el ombligo y otro en la oreja.
-Pues creo que no pinto nada…
-¿Cómo te llamas?-la cortó ella.
-¿Eh? Ah, me llamo Kira.
-Bonito nombre… Tuve una perra llamada así.
La joven pilló la ironía.
“te voy a dar yo a ti perra…”
-Yo me llamo Mirra, un placer.-dijo ella dejando el coche.
-Hace mucho calor aquí…
-Ya, por eso tenemos todo abierto.
Entonces Mirra se quitó la camiseta. Cosa que ruborizó tanto a Kira que la obligó a mirar a otro lado.
-No es para tanto, mujer. Ambas tenemos lo mismo.
La chiquilla la miró. Llevaba un sujetador negro, que al parecer, hacía que los…. No nos vayamos del tema…
-Supongo que tienes razón…
La joven se quedó mirando el cuerpo de Mirra. Su abdomen estaba sudado, cosa que la hacía más caliente aún. Se recogió el pelo en una coleta alta y siguió con el motor del coche.
Entonces este se puso a funcionar, y Mirra tuvo que apartarse.
-Ahora le da por funcionar… Ya le vale… ¿Oyes como ronronea? Mola, ¿eh?
-Sí.-Kira observaba el coche igual que la joven.
Pero sus ojos se desviaron a otra cosa que…
Precisamente no era del vehículo ni mucho menos. Tenía los ojos clavados en el abdomen de Mirra. ¿Qué tenía? ¿Era acaso el sudor, que la hacía irresistible? Kira trató de apartar la vista, pero le era imposible.
-¿Cuánto ganáis por cada coche que arregláis?
-Depende.
-Entiendo…-Kira siguió mirándole el abdomen.
Sus ojos fueron bajando hasta su vientre. Se detuvieron al llegar al pantaloncito. Ahí se dio cuenta de que lo que estaba haciendo como que no… ¿Era una fantasía? ¿Era un deseo?
Ah, nadie sabe. Lo que le rondara o dejara de rondar a la chiquilla era cosa suya. Y de nadie más, ni siquiera de la propia Mirra.
-No te creas que me caes bien.-cambió el tema.
-¿Qué?
-Que no me caes bien… No te creas que porque lleves esas pintas vayas a caerme bien.
-eh… Vale… Si tu lo dices…
-No me cambies el tema.-se enfadó ella.
-Uf, alguien se ha levantado con el pie izquierdo… Y no miro a nadie…
-¡Serás!-se indignó la chiquilla.
Con paso rápido se fue de allí sin mirar atrás. Obviamente no era su día…
2: Mirra… Versión sexi…
Por suerte a Kira se le pasó el cabreo, pero se le planteó la duda de Mirra.
-¿Qué narices me pasó ayer?-se dijo a sí misma.
Al levantarse, lo primero que se le ocurrió fue ir al taller para pedirle disculpas por su comportamiento, pero pensó que se le iría la pinza otra vez.
Su hermano, Sora, a la hora del desayuno notó que estaba algo rara.
-¿Qué te pasa, hermanita?-le preguntó simpático.
-¿Eh? ¿A mí? No, nada…
Después del desayuno, se vistió con un short tejano y un top negro. Se puso unas esparteñas y para la calle.
Anduvo por el parque, pensando en lo que le había pasado con Mirra. No dejaba de darle vueltas.
Al oír un ronroneo, se giró de golpe y vio una moto negra y blanca, marca Honda, aparcada. No había nadie alrededor, así que se acercó.
Y el susto que se llevó no fue mucho, pero la sorpresa casi la mata; al otro lado estaba Mirra, examinando unos tubos.
-¡TÚ!-gritó Kira dando un salto hacia atrás y señalándola con el dedo índice.
-Sí, yo. ¿Qué haces por aquí?
La chiquilla vio que iba vestida de manera muy sexi: un top negro, shorts negros y unas bambas negras. Llevaba unos guanteletes negros y un collar ajustado en el cuello. Se había recogido el pelo en dos trenzas, dejando el flequillo por delante de las orejas.
-Vaya, hoy has querido ir de perra…
-¿Eh? ¿Lo dices por el collar?
-Sí…
-No, es que me apetecía vestirme así. Para ver cómo me quedaba. ¿Qué te parece?
-Muy perra…
Mirra la observó no muy contenta con la respuesta.
-Ya te vale…
-Eres tú, pero en versión sexi… Digamos que: Mirra… Versión sexi…
-Vaya, no pensé que fuera tan linda.
-Pareces una zorra, pero bueno.
-¿Qué narices te ha dado conmigo? Desde ayer no has parado…
-Ah, no sé… A ver cómo te lo digo… Ah, sí: Tú, sin camiseta, en sujetador y shorts tejanos. ¿Te recuerda eso a algo?
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que no sé qué narices hacías tú de esa manera, y delante de mí.-La chiquilla trató de no ponerse roja.
-O sea, que te puse…
-¡NOOO! Veo que no te enteras…
-Joder, pues hija…
-Ibas vestida muy atrevida… Y bueno…
-¿Qué? ¿Bueno, qué?-Mirra abrió los ojos como platos.
-Ver el sudor… las gotas de sudor recorrer tu cuerpo, desde el cuello hasta el vientre…-Se puso rojísima.
-Eh… ¿Qué?
-Joder, entérate de una santa vez…-Suplicó Kira.
-Pero, ¿a qué viene que te dé por decir eso?
-Nada, da igual…
Mirra sonrió. En realidad sabía por dónde iba la cosa, pero quería oírselo decir.
-Bueno, espero que tengas algo mejor que quedarte mirándome.-se enfadó Kira.
-Ya estás otra vez…-Suspiró Mirra.
-Lárgate.-le ordenó la chiquilla.
-Ok, no hoy problema, pero…
-¿Pero qué?
-¿Cómo me ves?
-Muy sexi…-contestó la joven, roja como un tomate.
-Me alegra oírte decir eso.
-¿Cómo que te alegra? ¿A qué viene esa cara tuya de tía pícara?-se ruborizó Kira.
-Ya lo entenderás cuando madures.
-¿Me estás llamando niña?
-No, qué va…
-No ni poco.-se enfadó ella.-Retíralo, ¡ahora!
-Que sí, que sí…
Mirra se subió a la moto, le guiñó un ojo a la chiquilla, arrancó el vehículo y se marchó.
-Cuando la pille…-murmuró.-Se enterará de lo que es bueno…
3: Bailando juntas.
Ah, el instituto… El más temido, odiado y despreciado lugar de una ciudad, pueblo… El instituto al que Kira iba a estudiar era uno mixto, cosa que a ella le iba bien, pero a su hermana no tanto.
En horas de clase de danza, (la asignatura preferida de Kira), Luca discutía con su hermana la idea de tener que soportar a los chicos.
-A mí no me parece tan mal… Ya que tienes la posibilidad de elegir lo que te gusta.
-Ya, pero imagínatelo…
-Qué pesada eres…
Kira iba a 1ero de Bachillerato, y su clase compartía las horas de danza con la clase de 3ero de Bachillerato.
Aquel día le cambiaría la vida y la manera de ver a cierta persona.
El tutor de danza sacó una lista y dijo:
-Bien, hoy toca baile en pareja, como ya sabéis. Y los que no se enteraron, lo saben ahora. Ahora diré dos nombres, y saldrán a bailar. Recordad, la temática de hoy es sensual mezclada con ritmo pop.
-Miedo me da…-murmuró Kira.
-Bien…-dijo él.-A ver… Vale; Mirra y…
-Uf, Mirra…-Dijo Luca.
El tutor bajó la vista a lo largo de la lista.
-Y… Kira.
Todos los alumnos se pusieron a vitorear y a silbar.
-Yo te juro que me mato hoy mismo.-Le dijo la chiquilla a su hermana.
-No creo que te pase nada… Mirra sabe bailar…
-Eso es lo que me da miedo.
Al quedar cara a cara, la joven sonrió.
-Vaya, no dejamos de encontrarnos.
-Que te den…-dijo Kira.
-Ok.
Entonces empezó a sonar la música; una canción que… Bueno, llamada: Sexy. De un artista bastante preciado de Kira, MOHOMBI.
Trató de hacer que no le importaba, pero le era imposible. Su cuerpo automáticamente se acercó al de Mirra. Se puso de espaldas a ella y empezó a mover la cintura, mientras la joven la acariciaba. La cosa iba súper HOT.
Todos vitoreaban y silbaban. Las animaban incluso.
Al llegar a la parte suave, se puso de cara a Mirra y sus labios estuvieron a punto de rozarse, pero volvió a darse la vuelta y siguió bailando. Sensual, como no, volviendo loca a su compañera.
La canción estaba a punto de acabar, pero la adrenalina les subió a la cabeza, y parecían una. Se motivaron, aun sabiendo que Kira odiaba a Mirra. Todos alucinaban con lo bien que lo hacían.
Al acabar, se quedaron cara a cara, mirándose, sudando, respirando entrecortadamente. Casi jadeando. Se sonrieron, cosa que hizo que Luca notara algo entre ellas que la hizo sonreír. Se separaron, y al hacerlo, recibieron un montón de aplausos.
Se miraron y cuando los observaban a ellos, mientras les aplaudían, se dieron la mano.
Luca lo supo, y lo cierto es que le gustó.
4: Deslice…
La tarde estaba resultando ser demasiado calurosa, así que Kira decidió quedarse en ropa interior. Sora y Luca no se quedaron atrás.
Al día siguiente, sábado, la chiquilla fue al taller para ir a ver a Mirra. Cosa que antes no hacía.
Y al llegar, ahí la vio, examinando los bajos de un furgón.
-Hola.-dijo entrando.-Se está bien aquí.
-Ah, hola.-Mirra salió de debajo.
-¿También trabajas los fin de semana?
-Sí, aunque es mejor así.
-Yo no lo veo del todo… mejor…
-Bueno, tú no, pero mis hermanos y yo sí.
-ah, vale…
-¿Qué es lo que quieres? ¿A qué es debida tu visita?
-Ayer…-Dijo Kira roja de nuevo.
-A ver si lo adivino; has venido a reprocharme lo del baile.
-No, pero es que quería comentarte algo…
-Ah, creo que ya sé el qué.
-¿Ah sí?-la chiquilla se sorprendió.
-Sí: que nuestros labios se rozaron y que luego nos dimos la mano. ¿Es eso?
-Sí… Esto… No lo veo como algo malo, ni lo malinterpreté… Pero es que no sé…
-¿Qué te dio cosa?
-No precisamente…-Se puso más roja aún.
-¿Entonces? Por favor, no te me andes por las ramas como con lo de mi abdomen.
-Que me gustó. Ale, ya lo he dicho.
Mirra abrió los ojos como platos. Aquello como que le chocó un poco.
-Me da a mí que no te ha gustado lo que he dicho.
-No, no es eso…
-¿Entonces, por qué tienes esa cara?
-Es que así de repente… Con lo petarda que has estado siendo conmigo… No me vengas con el cuento de que te gusto. Porque yo, como que no… Soy una de esas a las que no les van las relaciones.
-¡Que no es eso, burra!-se enfadó Kira.
-Uf, menos mal…-suspiró Mirra.
-Sí, ya, pero, ¿y si así fuera?
-¿Eh?-La joven volvió a quedarse blanca.
-Quiero decir, que si me gustaras, ¿qué harías?
-¿A qué narices viene esto?
-Tú responde.
Por la cara de Kira, más le valía a Mirra contestar.
-Pues o te diría que no, o sería tan solo un rollo de esos así.
-¿De esos así? Lo siento, no entiendo tu idioma, háblame en cristiano.
-Pues que sería tan solo sexo de una noche y luego si te he visto no me acuerdo.
-Qué cruel eres, entonces…
-No, tampoco eso, mujer.
-Ya,… Bueno, vale… En realidad, no es que me gustes, pero que me encendiste al tocarme.
-¿Te encendí? ¿Cómo el que enciende una cerilla?
-Cago en la madre que te…
-Que lo he entendido.-Mirra estiró el brazo para evitar que la otra se le abalanzara encima para matarla.
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Y a Kira la quemó bastante la idea de que Mirra fuera tan infantil e inepta.
Una mañana, en el taller, la chiquilla tropezó y cayó encima de la joven. Aterrizó boca abajo, de cara a Mirra. Cosa que a esta como que mucha gracia no le hizo.
-Quítate anda…
-Voy…-dijo ella totalmente roja.
-No entiendo cómo te pones tan roja. ¿Tienes alguna enfermedad o algo?
-No, lerda…
-¿Cómo que lerda?
Le dio una colleja. Cosa que hizo que Kira se mosqueara y se abalanzara sobre ella. Rodaron por el suelo, intentando matarse, pero de la manera… “suave”…
-¡Suéltame!-gritaba Mirra.
-¡Pues pide perdón!
-¡Si no te he hecho nada!-se quejó.
-¡No ni poco!
La joven agarró por la muñeca a la chiquilla y la estampó contra el suelo, boca abajo.
-¡¿Qué haces?!
-Intentar calmarte un…
Kira le dio una patada que la hizo chocar contra un armario y dejarla algo inconsciente.
Se levantó antes de que la otra se le abalanzara.
Ahora forcejeaban, intentando tirar a la otra al suelo.
Y lo que eran patadas, empujones, insultos,… Se convirtió en algo muy diferente….
Mirra se hartó, y cogió a la chiquilla por las muñecas, mientras al estampaba de espaldas contra la pared.
-¡AH!-se quejó ella.
Se quedaron mirando un largo rato, hasta que ocurrió algo que seguramente, ninguna de las dos esperaba:
Se besaron…:$ Fue un beso apasionado, no de esos lentos, precisamente. Mirra acorraló aún más a Kira y la agarró por la cintura. Ella la abrazaba por encima de los hombros, con ansias de ser tocada. Mirra deslizó los labios por su cuello, con tanta insinuación, que la chiquilla lo notó.
Siguieron besándose, envueltas en una nube de sentimientos desbordados. La joven la movió de sitio y la obligó a sentarse en una de las mesas. Ella se puso entre sus piernas, de pie, mientras seguían besándose. Fue desabrochándole el pantaloncito, mientras le acariciaba por debajo del top.
-Aquí nos verán.-cortó Kira.
-Tienes razón.
Mirra, encendió la luz de la escalera, y con cierta picardía, cogió a la chiquilla de la mano y se la llevó consigo.
-Mejor vayamos a mi habitación.-le guiñó el ojo.
Un ambiente anaranjado, causado por la luz que se filtraba a través de las persianas, daba un toque más oscuro a la habitación.
Todo estaba en silencio.
El abrir los ojos y verse en una cama que no era suya la desconcertó, pero luego se acordó de lo ocurrido. Kira, roja como un tomate, giró la cabeza y vio que a su lado estaba Mirra, de espaldas a ella, dormida.
-Debería irme… Sora se preocupará…
Se vistió sin hacer ruido, y salió de la habitación con todo el sigilo posible.
Mirra despertó al poco rato de ella irse. Esbozó una mueca de tristeza. Se dio la vuelta y se quedó mirando la persiana, con cierta nostalgia.
-¿Qué ha pasado en realidad?-se preguntó a sí misma.
-¿Acaso ha sido un deslice? ¿Ha sido queriendo?-se preguntaba a sí misma mientras se vestía.
Volvió a mirar a la persiana. Sus ojos amarillos reflejaron la luz anaranjada que se filtraba.
-Seguramente me odia…-murmuró.
Miró la hora del reloj. Suspiró y se levantó para atender al taller.
5: San Valentín.
Kira había recibido muchas cartas de amor y muchas cajitas de bombones por parte de ambos sexos, pero su desilusión aumentaba.
-¿Por qué espero un regalo de Mirra, si no somos pareja?-se preguntó.
Abrió la taquilla y volvió a encontrar cartas; todas ellas de chicas menores.
Suspiró con el dolor aumentando en su pecho.
La mañana transcurría dolorosa para la chiquilla. En el recreo vio a Mirra hablando con una chica de su mismo curso. Cosa que sin poder evitarlo, la puso celosa.
-O sea… Que fue solo un rollito… Lo sabía…
Las lágrimas ahogaron sus ojos azules, y tratando de reprimirse, se fue de allí.
Se quedó llorando en una esquina solitaria del patio, intentando no sollozar. Pero aquello la dejó destrozada.
Su hermana, que la buscaba desde hacía rato, al verla allí sentada, se acercó y se sentó con ella, posando un brazo por su hombro. La chiquilla se apoyó en ella mientras lloraba.
-No me lo creo…no…-decía entre llantos.
-Lo sé, lo sé…
-¡LA ODIO! ¡LA ODIOO, LA ODIO!-gritaba.
-lo sé… tranquila…
-¡Yo me entregué… Y ella ha jugado con mis sentimientos!
-Lo sé…
-¡No hay derecho…no…NOO!-dijo gritando con todas sus fuerzas.-¡NOOOO!
Las lágrimas brotaban una tras otra… sin descanso.
-La he visto con otra… hablaban y se reían…
-Tenías que haber andado con cuidado.
-Lo sé…
Siguió llorando con el corazón roto en miles de pedazos.
-Tranquila, mi niña, llora, grita… Pero no te lo quedes adentro.
-¡LA ODIO, LA ODIOOOO! ¡No puedo! ¡NO! ¡LO HIZO! ¡JUGÓ CONMIGO! ¡ELLA SABÍA QUE ME GUSTABA, LO SABÍA!
-ella es así…
-¡Que me lo hubiera dicho! ¡Pero que no haga esto!
-Muchas han acabado como tú por ella.
Kira lloraba, gritaba, escondió el rostro entre los brazos de su hermana.
Cuando se calmó, la miró a los ojos.
-Gracias por estar aquí conmigo…
-Para eso están las hermanas.-le limpió las lágrimas con un pañuelo.
-¿Y ahora qué hago?
-Pasa de ella… Levanta la cabeza y se la que eras antes de conocerla. ¿Entendido?
-Sí… No…No sé si podré…-Volvió a llorar.
-Da igual… Desahógate y luego ya verás como podrás.
Las pocas horas de recreo estaban llegando a su fin. Los alumnos se dirigían a sus aulas respectivas.
Luca se quedó en la entrada al edificio, esperando a Mirra. Cuando la vio, los ojos amarillos de esta la intimidaron.
-Tengo que hablar contigo, Mirra.-le cortó el paso.
En un pasillo solitario, Luca gritaba con odio a Mirra.
-Si no quieres estar con ella, ¡no le hagas esto!-le dijo.
-Yo no le he hecho nada, que conste.
-Ya, claro… Os liasteis, que me lo dijo.
-¿Y? Eso no quiere decir nada.
-¡Sabías que le gustabas!-cortó Luca.
Mirra se quedó inmóvil ante su reacción.
-Se lo avisé; le dije que yo no era de esas…
-¡da igual! No haberte acostado con ella.-la volvió a cortar la joven.
Ella, sin más escusas que soltar, miró a otro lado.
-¡No pases de mi también!-le volvió a gritar Luca.
-Que me da igual.
-¿Ves? Ahí está el problema: Te da igual todo. Sus sentimientos, lo que tuvisteis. TODO.
-¡Deja de restregármelo por las narices!
-Entonces actúa como una persona madura.
El corte fue tal, que Mirra retrocedió como muchos cinco pasos. Rehuyó su mirada, y con la cabeza gacha, se fue de allí.
Aquel San Valentín era el peor de todos para Kira. Luca trató de calmarla varias veces. Por lo visto lo estaba consiguiendo.
-¿Has hablado con ella?-le preguntó la chiquilla.
-Sí, pero el resultado ha sido nulo. Se fue de allí como una cobarde.
-Típico de ella.-se resignó Kira.
-Bah, déjala, no merece la pena una tía como ella.
Aquel San Valentín era el más horrendo de todos. Pero Ya no había mucho que hacerle. Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás.
6: La carta.
Era un día normal y corriente, simple, sin ningún hecho extraño. No, hasta que Kira abrió la taquilla y encontró una carta. No ponía de quién era, pero la letra le resultó familiar. El corazón le dio un vuelco.
Corrió hacia la biblioteca, donde estaba su hermana.
-Luca, Luca, Luca… ¿Dónde estás?
-Aquí, ¿qué pasa?
-Mira.-le enseñó la carta.-No pone de quien es… ¿Y si es de ella?
-Bueno, si es de ella, no la abras al instante.
-¿Por qué?
-Porque parecerá que estás desesperada. Espera un día como mucho y luego ábrela.
-Pero…-Kira sintió desesperación.
-Nada de peros, haz lo que te he dicho.
Pasaron, no uno, sino DOS días, hasta que Kira abrió la carta.
Lo hizo en el lugar más tranquilo, su habitación, junto a su hermana.
La abrió con manos temblorosas, desdobló la hoja y leyó en voz alta a petición de su hermana:
“A lo mejor te parezco una cobarde, y créeme, se me ha replanteado muchas veces esa cuestión, pero… No soy como las demás, ya que yo tengo mi manera de ser… Espero que lo entiendas y no me odies… Y te escribo esto porque en realidad me importas… Si está tu hermana dile que se vaya, esto es personal.
Luca lo captó y con aire de ofendida, se marchó de la habitación.
“Lo cierto es que cuando tu hermana me “regañó”, hubo algunas cosas que me hirieron, y otras pues que me llegaron muy adentro… Pero ese no es el caso; Lo que quiero decirte es que si pensaste que estaba tonteando con ella no era así: Era una amiga de mi hermana, que al parecer había pasado por cosas bastante crudas, y me pidieron que de vez en cuando pues le preguntara cómo estaba… Además de eso, cuando tuvimos “aquello”, lo cierto es que no sentí que fuera sexo de por que sí… Y te lo digo muy sinceramente. Quiero que esta tarde quedemos y las cosas se acaben de solucionar, ya que tengo algo que decirte.
Un beso, Mirra”
Kira notó cómo el corazón se le salía del pecho. Era una carta muy explícita, y que hacía de notar la franqueza con la que Mirra la escribió. Rompió a llorar, y esta vez no fue de tristeza, sino de alegría, al saber que todo fue una parodia causada por sí misma.
7: Declaración.
Antes de nada, Kira llamó a Mirra por teléfono para preguntarle dónde quedarían. Ésta le dijo que en el mirador del parque.
Estaba atardeciendo, y ambas jóvenes se hallaban una frente a la otra. Se miraban, con miedo, a los ojos.
-Bien, esta es la primera vez que hago algo así.
-De acuerdo.-Kira temblaba por dentro y por fuera.
La joven se acercó a ella con paso decidido, y sin más ni más, la besó. La chiquilla cerró los ojos y se dejó llevar.
Al separarse, Mirra la cogió de las manos.
-Quiero decirte que en realidad sí que me importas y que…-Se puso roja.-Nada más verte me enamoré de ti. No dije nada, se me da bien fingir, pero me enamoré de ti… Lo que tuvimos, no fue como te dije, sino lo que en realidad sentía.
Kira se puso colorada, y con lágrimas en los ojos, la abrazó.
-¡TE AMO!-dijo entre sollozos.
-Yo también te amo, mi niña linda…
Mirra no pudo evitar llorar también. Se abrazaron entre lágrimas.
La gente que pasaba por ahí, miraba la escena, conmocionada.
Al separarse, La joven le secó las lágrimas a Kira.
-No llores, que te pones fea.
La chiquilla sonrió.
Se quedaron mirándose fijamente, y se besaron mientras se abrazaban nuevamente.
8: Dolor.
Pasearon por el parque, cogidas de la mano. Así las lágrimas se secaban.
Al llegar a casa de Kira, se quedaron mirando un largo rato.
-Hasta mañana, supongo.-dijo Mirra.
-Sí… Hasta mañana.
Se dieron un beso.
Luca lo vio desde la ventana. Casi se le saltaron las lágrimas de la emoción.
Al día siguiente, todos comentaban con los que habían visto la escena del parque, la situación de Kira con Mirra.
La chiquilla fue la primera en decirles que las cosas se habían arreglado, y ellos, contentos, la felicitaron.
A la hora del recreo, Mirra se quedó sentada en un banco de piedra, escribiendo algo.
Kira corrió hacia ella y al sentarse a su lado, le dio un beso en la mejilla.
-¿Qué es eso, amor?
-Una carta.
-¿Para quién?
-Para el profesor.-contestó Mirra.
-No te entiendo…-Kira estaba confusa. Sintió pelusilla.
-No es de amor, tontorrona…-Ella estaba seria.
-¿Entonces de qué?
-De despedida…
-¿Tú profesor se marcha? Vaya…
-No.-cortó la joven.-me marcho yo.
La chiquilla en oír eso se levantó bruscamente. Mirra alzó la cabeza con los ojos llenos de lágrimas.
-No…-Kira empezó a llorar.-No…no, no, no….
-Lo siento, amor, de veras…
-¡NO!
Mirra agachó la cabeza, con la carta a medio escribir. Al llorar, las lágrimas cayeron en el papel y difuminaron la tinta.
-No…-dijo Kira.
-Lo siento…
-¡NO, NO PUEDES! ¡NO; AHORA NO!
-¡¿Y qué quieres que haga?!
-No puedes… no puedes dejarme… otra vez no…
Mirra se levantó del sitio, pero no tuvo el valor de decir nada. Kira lloraba desconsoladamente. Se puso de rodillas en el suelo y hundió el rostro entre las manos.
-De veras, yo…
Los sollozos de la chiquilla hundían cada vez más a la joven.
Se puso de rodillas, y con los las lágrimas ahogándole los ojos, la abrazó; la abrazó con tanto dolor… Tanta tristeza… Tanta rabia e ira…
Kira lloraba en el hombro de Mirra. Quiso gritar, pero el dolor ahogaba su mente.
-Por favor, no me abandones.-dijo al separarse.
-No puedo… a mi tío le han dado trabajo en otro lugar, y tenemos que irnos de la ciudad…
-Por favor, no… No lo aguantaré sin ti…
-Te prometo que iré a visitarte….y… y…-sus ojos se hundían en lágrimas.-y… No…no puedo….
Kira la abrazó, sabiendo que era más duro para la joven que para ella.
9: Imposible.
Mirra se quedó con Kira en el sofá, viendo la tele, pero sin hacerle caso. La chiquilla apoyaba la cabeza en su hombro, y se habían cogido de la mano.
-Antes de que te vayas…
-Dime, amor.-Mirra sonaba apagada.
-Quiero que volvamos a hacer el amor.
-¿Qué?-la joven reaccionó.
-Quiero que la última vez que nos veamos sea dulce…
Mirra lo vio como ella, pero estaba demasiado apagada.
-El mero hecho de estar contigo ya lo hace dulce.
Kira sonrió, pero lo hizo con amargura.
Se besaron despacio, delicada y suavemente.
La chiquilla se puso encima de la joven y empezó a desabrocharle la camiseta. Se acariciaban. Los besos eran profundos, pero llenos de dolor.
-Deja que sea yo quien te haga sentir bien…-dijo Kira.
Mirra asintió.
Siguieron besándose, hasta que el dolor desapareció. En su lugar, el deseo había llenado toda marca de amargura.
La mañana se levantó lluviosa, igual que el corazón roto de ambas.
Mirra observaba la calle desde la habitación, mientras lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas. Se las secaba antes de que cayeran al suelo o en su ropa, para que Kira no viera que había llorado.
Cuando vio que la chiquilla se despertó, le dio un beso en la mejilla.
-Buenos días, amor.
-Buenos días…
-Tengo malas noticias.
-¿Cuáles?-Kira se levantó de golpe.
-Tranquila, amor, no te levantes así.
-Por favor, dime que tu vuelo no se ha adelantado…
Por la manera en la que la joven la miró, la chiquilla se desplomó en el cabezal de la cama. Contuvo las lágrimas, pero el dolor la mataba si no lloraba.
-¿Cuándo tendrás que irte?
-Mañana por la mañana…
Kira negó con la cabeza, tratando de hacer ver que aquello no era cierto.
-Lo siento.
Mirra estaba igual que ella: destrozada.
Ambas jóvenes se quedaron en silencio, mirando a la nada, con el corazón cada vez más roto.
No había dejado de llover, y el cielo cada vez se oscurecía más.
Era imposible… Todo lo que estaba pasando… Era tan increíble,… tan imposible… Pero estaba pasando…
La lluvia repiqueteaba en las ventanas, como si tratara de entrar, los truenos hacían temblar la casa entera.
Mirra estuvo sentada toda la mañana en la butaca, pensando…
Imposible seguir con aquello… Imposible vivir con esos sentimientos desgarradores. Imposible pensar claramente… Imposible amar a la persona con la que siempre había soñado… Imposible vivir sin ella…
IMPOSIBLE…