Imposible 2

La segunda parte del Imposible. Espero lo disfruten. (es más dramática)

1: un mundo sin color.

Ya habían pasado los 11 meses del año desde que Mirra se marchó… La Navidad estaba llegando, pero Kira ya no lo veía algo feliz… La vida había dejado de tener significado para ella. El hecho de estar sin Mirra la hizo ser fría.

-Sin ella… ¿De qué sirve?-se dijo a sí misma.

Llamaron a la puerta. Luca asomó por ella.

-¿Qué haces, vaga? Vas a pillar un resfriado.

-Me da igual.-dijo Kira.

-Venga, va. Vístete.

-No…

Su hermana la miró con cierta compasión. Se sentó en el borde de la cama y le acarició el pelo.

-Ella no volverá… Se fue, has de olvidarla.

-¡No puedo! Ese es el problema… Estábamos tan bien…

Luca no sabía qué decir. Decidió dejarla a solas con sus pensamientos.

El mundo había dejado de ser feliz para la chiquilla, que ya había cumplido dieciséis años. El pensar que Mirra no la vería crecer y hacerse adulta la obligaba a odiarse a sí misma y a su vida.

-Ella ya tiene diecinueve años… Seguro que está preciosa… Ojalá… Ojalá pudiera verla por Navidad…-dijo llorando.

Para Kira todo era gris, y ya ni eso casi… se pasaba los días encerrada en la habitación; había dejado de ir a clases, apenas comía y agua muy poca bebía. El dolor y la rabia la consumían tanto que ya no tenía ni fuerzas para respirar.

Una mañana, al entrar Luca a la habitación vio a su hermana desmayada en el suelo, con los labios lilas y el rostro pálido. Rápidamente llamó a la ambulancia, y sin demora la llevaron al hospital. La ingresaron unos cuantos días, bajo el cargo de enfermeras para que comiera. Recuperó el peso que había perdido, pero no recuperó la alegría ni las ganas de vivir. Una noche, en el hospital, al pensar en Mirra, sus ojos lloraron por sí solos y su corazón empezó a punzarle como si alguien la clavara un puñal. Para ella vivir ahora tan solo era una tortura…

El mundo no era nada para ella… Era un mundo sin color…

2: Olvidar…

Mirra se levantó con pies de plomo de la cama, y se vistió con cierta angustia en el cuerpo. Oyó que algo cayó al suelo, bajó la vista y vio una cadenita de oro.

Lo cogió y al abrir lo que colgaba de ella, sus ojos se llenaron de lágrimas. Tiró el objeto al suelo, y este se rompió en pedazos. Su ira aumentó y la rabia y el dolor se presentaron en su corazón. Estaba totalmente desquiciada. Cogió un jarrón y lo lanzó contra la ventana; agarró las almohadas y las destrozó a puñetazos, arañó los cuadros, destrozó el papel de las paredes, deshizo la cama, destripó las cortinas… y se cortó con el cristal roto de las ventanas. Gritó con toda la fuerza de sus pulmones. Ya todo estaba acabado… El miedo, la confusión, los sentimientos desbordados, el querer volver con ella, todo… notó como su corazón se desgarraba a cada grito que soltaba. Como las lágrimas recorrían una tras otra, sus mejillas, heladas por el frío que entraba por la ventana rota. Sus ojos amarillos reflejaron un mar de odio e ira que antes nunca había estado en ellos. Pero que ahora reinaba por puro capricho de su miedo.

Se apoyó en el marco de la ventana hecha pedazos, sin importarle la sangre ni los cortes que se hiciera.

Trató de calmarse, pero el dolor la ahogaba.

Decidió levantarse, coger un abrigo y salir a la calle.

Caminó por un descampado hasta llegar a un campo de hierba alta. Se sentó en una roca y se quedó mirando la ciudad. La brisa jugaba con su pelo, doliéndole en las mejillas por lo fría que era. Aquel invierno estaba resultando ser el más gélido de todos, o al menos en esa ciudad. La Navidad era ya casi presente en todos, menos en la joven.

Cerró los ojos y dejó que el mundo quedara atrás. Olvidó por un rato todo lo que era, todo lo que estaba pasando, todo lo que sentía.

Al abrir los ojos, vio de nuevo la imagen del campo y la ciudad a lo lejos. Su rostro no mostraba expresión alguna.

-Se acabó,… No pienso seguir sufriendo.-dijo.

Se levantó con energía de la roca y miró al horizonte.

-Voy a olvidar todo este dolor y voy a seguir con mi vida, aunque me haga sufrir, me da igual. No puedo seguir haciéndome esto… Ya no estamos juntas, y a este paso no volveremos a estarlo, así que haré borrón y cuenta nueva. Sí, eso es lo que haré.

Su voz sonó llena de vitalidad, aunque lo que estaba haciendo era engañarse a sí misma…

Con paso decidido bajó por el descampado hasta llegar a la ciudad. Se tomó un café en un bar de la esquina, y volvió al apartamento para arreglar los destrozos causados y curarse las heridas.

En cuanto a sus tíos… mejor que no supieran nada.

3: Nevada.

Kira había salido del hospital, y se dirigía hacia su casa. Y aunque hubiera salido viva ya no le importaba.

Su hermano trató de animarla pero le fue imposible.

Al llegar, la chiquilla corrió directamente hacia su habitación, pero Luca se plantó delante y no la dejó pasar.

-Déjame pasar…

-No lo voy a hacer, tú vas a vivir, ¿te has enterado?

-¿Qué?

-Estoy cansada de que te metas en tu habitación y te aísles del mundo como quien no quiere la cosa. Ahora toca vivir, porque lo que ha pasado tan solo ha sido para que aprendieras. Ya has tenido bastante, ahora vístete y vamos a tomar un chocolate o algo.

-¿Cómo sabes que no me meteré de nuevo ahí?

-Porque te vigilaré mientras te cambias.

Hacía un frío horrible. Kira tiritaba como un chihuahua. Luca lo aguantaba un poco y Sora no tenía mucho problema.

-Eso te pasa por no comer. Pierdes defensas y es más fácil que enfermes.-le dijo la joven.

La chiquilla se encogió de hombros.

Fueron a un bar. Allí comieron y luego salieron a dar una vuelta a pie. Subieron por unas escaleras que llevaban a la plaza. Cuando vieron que estaba cubierta por la nieve, Sora se lanzó y empezó a hacer bolas de nieve para lanzárselas a sus hermanas. Ellas corrían para esquivarlas.

-¡Vamos Kira, ayúdame a tumbarlo!

-¡Voy!-dijo la chiquilla.

Entonces algo blanco cayó en la nariz de Luca; un copo de nieve.

Kira miró al cielo y más de ellos venían en camino. Sora abrió la boca, pero no le cayó nada dentro. Sólo aire frío.

La chiquilla tendió una mano y vio como caían y se derretían en su palma.

-Qué triste…-dijo.

-¿El qué?

-Tanto esfuerzo… Tantas cosas y para nada… Sólo para caer y derretirse…

-Bueno, pero luego caen más.

-No me refiero a eso…-dijo Kira con los ojos fijos en el charquito de agua a causa del copo de nieve.

Volvió a mirar al cielo gris. Al respirar, el vaho de su aliento la hizo sentirse débil. Notó que las rodillas le temblaban y que su cuerpo pesaba. Cayó a la nieve.

Sus hermanos corrieron hacia ella, con el miedo en el corazón de pensar que pudiera ser algo grave.

-No puedo ni mover el brazo…-dijo Kira, con los ojos llenos de lágrimas.

Ellos corriendo, llamaron a una ambulancia. Y tuvieron que volverla a ingresar…

4: Volver.

Mirra estaba barriendo el piso cuando el móvil empezó a sonar. Lo cogió y al ver quien era el corazón empezó a arderle.

-Hola, Mirra.-dijo la voz de la joven.

Sonó preocupada y a esta no le gustó nada.

-¿Qué ocurre?-preguntó tratando de sonar firme.

-Es Kira…

El corazón le dio un vuelco, empezó a latirle rápida y dolorosamente. La voz empezó a temblarle, igual que las piernas.

-¿Qué es lo que le ocurre?

-Está grave… La han ingresado en el hospital, esta es la segunda vez… Desde que te marchaste dejó de ser ella… dejó de comer, de dormir… Por favor, vuelve…

-No puedo hacer eso… Mis tíos…

-¡Olvida a tus tíos!-gritó Luca.- ¡Se trata de Kira, la persona a la que amas! ¡Se MUERE!

Mirra abrió los ojos como platos. Casi se le cayó el móvil de la mano al oír lo último.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Su estado es grave… Dicen que no creen que salga de esta…-oyó cómo Luca lloraba al otro lado del teléfono.

La joven miró el cielo grisáceo. Se mordió el labio inferior con angustia.

-De acuerdo… Iré…

-¡¿En serio?!

-Sí…-Mirra estuvo a punto de colgar el teléfono.

-Espera, antes te quiero decir algo.

-¿El qué?

-Coge el avión más temprano a Nueva York. ¿Entendiste?

-Sí, lo entendí…

Colgó la llamada, y se sentó en el borde de la cama.

-¿Cómo has podido…? ¿Cómo se te ocurrió?

La angustia estaba haciéndola su presa. El corazón le latía a mil y el sudor recorría su cuerpo.

-De acuerdo…

Se levantó y entonces recordó lo que se dijo a sí misma en el campo. Se quedó como el plomo. Pero zarandeó la cabeza levemente hacia los lados y con decisión agarró el abrigo, las maletas (lo que necesitaba) y se fue del piso. Probablemente dijo muchas cosas, pero no estaba dispuesta a que Kira muriera por su culpa.

Cogió el avión más rápido y temprano a Nueva York.

Ya dentro de la nave, se acomodó en la butaca y trató de calmarse. Estaba demasiado nerviosa, y no sería conveniente verla de esa manera.

5: Débil.

Kira abrió los ojos costosamente. Al ver a sus hermanos trató de incorporarse, pero la obligaron a permanecer tumbada.

-¿Dónde estoy? ¿Y la nieve?

-Estás en el médico… Te volviste a desmayar, aunque estabas consciente, pero tu cuerpo no te respondía. Estás muy débil, dice el doctor…-Luca casi lloraba.

Sora tenía las manos entrelazadas y la observaba desde una silla.

-Tranquila hermanita, ya verás que saldrás de esta.-trató de no sonar preocupado.

Ella sonrió. Lo hizo levemente, pero lo hizo.

-He llamado a Mirra,…-dijo Luca.

Kira, en oír aquello, dejó de sentirse tan débil. Su corazón empezó a latir fuertemente y sus pómulos enrojecieron.

-¿Qué le dijiste?

-Viene hacia aquí.

La chiquilla abrió aún más los ojos. Trató de sonreír, pero estaba cansada.

-¿Va a venir? ¿Lo dices en serio?

-Sí, cielo, va a venir. Mirra va a venir.

Entonces la joven tosió de manera tan violenta que a Sora le pareció que fuera a romperse. Se levantó para atenderla. Luca miraba al suelo, con el alma destrozada.

-Ven ya…-dijo en voz baja.

Las horas pasaban y Mirra no había llegado.

-A lo mejor se le ha atrasado el vuelo…

-O no pueden salir por riesgos naturales.-concluyó Sora.

Kira seguía mirando al techo, con los ojos llenos de esperanza. Tosía de vez en cuando, y cuando lo hacía, le dolían todos los huesos. Se sentó, apoyándose en la almohada. Sus hermanos intentaron hacerla tumbarse, pero ella se negó. Se quedó observando el paisaje nevado que ofrecía la ventana de la habitación.

-Ojalá estuviera Mirra ahora para poderlo ver juntas…

Sora y Luca se miraron dolidos.

El test que le hizo el doctor mostraba unos resultados que era mejor no mostrar ni comentar delante de la chiquilla. No tenía enfermedad alguna, pero su cuerpo se había debilitado tanto que ya no tenía fuerza muscular alguna para moverse. Incluso respirar le dolía.

Pasó de ser una chica fuerte y energética a ser una chica débil y sin nada.

6: Volverla a ver…

Mirra trató de coger un taxi, pero se dio cuenta de que no llevaba dinero. Corrió desde el aeropuerto hasta la parada de autobús. De ahí fue a la ciudad.

Una vez en Nueva York, su búsqueda empezó.

Llamó a Luca para decirle que ya estaba en la ciudad, y que si era conveniente ir o no al hospital.

La joven le dio el visto bueno.

Así que Mirra cogió y se dirigió andando hacia el edificio.

El frío se hacía cada vez más y todo estaba cubierto por la nieve.

Faltaba un mes para Navidad, y cuando la joven se acordó, el dolor la volvió a atrapar. Si Kira no salía de aquella entonces… Trató de no llorar.

Llegó todo lo rápido posible al edificio. Cuando entró, Luca y Sora la recibieron preocupados.

-¿Dónde está?-preguntó Mirra con el corazón en la garganta.

-Ven.

La hermana de Kira la guio a través de pasillos interminables, y salas vacías. Hasta que llegaron a la habitación en la que la chiquilla estaba.

Al entrar, los ojos de Mirra se inundaron de lágrimas y su corazón se aceleró. La joven tenía los ojos cerrados y no se había percatado de su presencia.

Se acercó con cuidado. Con cautela acarició una de sus manos y se sentó en el borde de la cama.

Entonces Kira, con casi nada de fuerzas, abrió los ojos. Al verla creyó estar soñando, pero cuando vio que era real empezó a llorar.

-Has…v-vuelto…-dijo con pocas fuerzas.

Mirra asintió con la cabeza.

-Sí, mi amor, he vuelto…

-Te he…e-echado de menos…

Kira estaba pálida y sus ojos lucían apagados.

-Y yo a ti también, mi niña,…

Ambas lloraban a la vez que se miraban.

-Siento estar de esta manera, de veras…

-Mi niña… no debiste…

Luca y Sora trataban de no conmocionarse. Salieron de la sala por si tenían que llorar que no los vieran.

Mirra se acercó a la chiquilla y la besó. Fue un beso lleno de amargura, pero lleno de amor a su vez.

Estaba claro que el destino quiso que volvieran a verse, pero… lo malo aún no había acabado.

7: Silencio.

Eran las doce de la noche, y Mirra no se había despegado del lado de Kira. No la dejó ni para ir al lavabo.

Las horas transcurrían y la chiquilla estaba cada vez peor. Entró el doctor y se la quedó mirando. Salió acompañado por los hermanos de ella.

Mirra recordó que los tíos de Mirra se tuvieron que ir de viaje con unos amigos, y que no sabían nada. Se mordió el labio inferior.

Entonces notó que alguien rozaba su mano. Vio que era Kira, quien intentó cogerla pero estaba demasiado débil.

-Tranquila, amor…

La joven vio que en un momento dado el doctor agachó la cabeza hablando y Luca hundió el rostro entre las manos. Su hermano la agarró para que no se desplomara.

Mirra decidió tumbarse al lado de la chiquilla.

-¿Sabes qué?-dijo.

-… ¿Qué?...

-Vivir sin ti allí era un infierno gélido. Me hubiera gustado que te hubieras venido…

-… Hubiera sido mejor… Así no tendrías… que…cargar conmigo…

-¡Eso no lo digas ni en broma! ¿Me oíste?

-… me encanta cuando te enfadas…

La chiquilla se acurrucó en Mirra y esta la abrazó con cuidado para no hacerle daño. Hablaron sobre el tiempo que estuvieron la una sin la otra. Se miraban mientras se sonreían, se quedaban en silencio…

El monitor pitaba lentamente cada vez que Kira cerraba los ojos. Mirra la zarandeaba suavemente para que no se durmiera.

-Estoy cansada…-dijo.

-Lo sé, amor, lo sé…-Dijo la joven entre lágrimas.

-Quiero dormir…

-No, eso no… no, no… Venga, despierta.

La chiquilla estaba cerrando los ojos.

-… quiero que sepas…

-¿Qué?-Mirra se empezó a desesperar.

-… Quiero que sepas que nunca… en ningún momento de mi vida… dejé de amarte…

-Yo tampoco… yo tampoco… Por favor, despierta…

Kira empezó a respirar con dificultades. El monitor tardaba más en emitir cada pitido; el corazón se le estaba parando.

-No, venga va… por favor, no…-Mirra lloraba sin descanso.

-… Te amo…-murmuró la joven.

-Y yo a ti,… Mi niña… y yo…

Luca y Sora entraron y la vieron llorar. La hermana de la chiquilla se tapó la boca con las manos mientras lloraba. Sora la abrazaba por detrás.

Kira dejó de respirar. El doctor desconectó el monitor.

Todo se quedó en silencio. Todo se desvaneció junto a la vida de la joven. Todo… se acabó…

-No,… ¡no!-Mirra no quiso aceptarlo. No podía.

Los hermanos de la chiquilla posaron cada uno, una mano en los hombros de la joven.

Kira se había ido. Su rostro esbozaba una sonrisa de satisfacción que hizo que a Mirra aquello le pudiera aún más.

Y el silencio se hizo…

8: Profundo.

En décimas de segundo, todo lo que vivió Mirra junto a Kira pasó por su mente, como una película. Desde que se conocieron hasta…

El funeral estaba llegando a su fin. La joven se quedó mirando la lápida. Sus ojos estaban enrojecidos de tanto llorar y sus mejillas marcadas por las lágrimas.

Se mordió el labio inferior mientras trataba de no llorar de nuevo. Aquello era demasiado para ella.

Dejó una rosa en frente de la lápida.

-Lo siento… lo siento tanto…-dijo en voz alta.

Los días siguientes estuvieron llenos de tristeza y silencio sepulcral. Faltaba la alegría de una persona, la energía de una chiquilla de apenas dieciséis años… Faltaba calor… La casa de Mirra estuvo llena de frialdad y dolor.

A lo mejor si la joven no hubiera dejado a Kira aquello no hubiera pasado… A lo mejor si no hubiera hecho caso a sus tíos y hubiera luchado… Pensamientos confusos rondaban la mente de Mirra y ya no sabía qué hacer o qué pensar. El dolo que sentía era tan profundo como el amor que sentía hacia la chiquilla…

Tan profundo… tan profundo…

El dolor acabó destrozándola… al mes, en Navidad, de lo profunda que era aquella herida psíquica, la joven murió en la soledad de su casa.

Fin.