Imagino
Una forma de hacer más ameno el tiempo que pasamos en los atascos.
IMAGINO
Estoy en el coche. Un semáforo, un autobús que para, el paso de cebra, un atasco. Paso más tiempo parada que en marcha. Empiezo a mirar a mi alrededor.
Una chica en el coche de la izquierda se está maquillando, cuando abre sus labios para delinearlos la imagino ante una polla dura y tiesa; en mi imagen ella la mira tan fijamente como mira al espejo y la lame con el mismo cuidado con el que se pasa la lengua por los labios en la realidad. Hoy voy caliente.
Avanzo un poco y me encuentro con una pareja. Van hablando, los gestos indican que ella está enfadada, él intenta ignorarla haciendo como que conduce pero estamos parados, tiene poco a lo que prestar atención que no sean los reproches que ella le hace. Mi pensamiento se hace dueño de la situación y le imagina a él soltando el volante y girándose hacia ella bruscamente, agarrándole del pelo con una mano y desabrochando su pantalón con la otra mientras le dice "Ahora te voy a enseñar yo a estar calladita".
Cambio de carril. Siempre parece que mi carril es el más lento de todos. He alcanzado al de la furgo de fontanería que llevaba delante. Éste va canturreando. Es un chaval joven. Seguro que le han llamado de urgencia para arreglar un estropicio. Lo que no sabe es que el tío que le va abrir la puerta va a intentar convencerle y hasta pagarle por abrirle el culo también. Casi puedo verle apoyado contra la encimera de una cocina, con su cliente detrás congestionado y jadeante empujando contra sus nalgas.
Casi cincuenta metros del tirón, ¡vaya logro! Un camión a la izquierda, a la derecha estoy entre dos coches, no tengo protagonistas. Da igual. Los camioneros me dan mucho juego. Desabrocho mi pantalón y bajo la cremallera, el tanga con flores que llevo hoy se debe ver desde la cabina del camión, al menos yo imagino que es así. Abro las piernas y echo el culo un poco hacia delante, por un lateral dejo ver el comienzo de mi rajita bordeada de pelitos muy cortos que acaricio con un dedo. Me estoy poniendo de lo más cachonda.
Avanzamos poco a poco. Yo intento mantenerme a la altura del camión mientras mi mano va profundizando por momentos bajo mi pantalón. Cambiar de marcha es un fastidio para mi placer.
Hay un coche averiado y por eso lo del atasco de hoy. Saco mi mano de entre mis piernas y la chupo para limpiarla. El de la avería está dando paseitos con cara de pocos amigos mientras la grúa carga su coche. Me gusta su pinta de tipo duro. Me paro junto a él, "¿Necesitas ayuda?". Me mira como si fuese un extraterrestre, "No, gracias", pero apenas da un paso y se vuelve como si se lo hubiese pensado mejor, "¿Hacia dónde vas?", me pregunta. Le digo la zona donde trabajo. ¿Te pilla muy mal dejarme en la estación?, dice bastante interesado ya. "Paso por delante", le aseguro mientras desbloqueo la puerta del coche.
Habla un momento con el de la grúa, saca una bolsa de viaje de su coche y se viene hacia el mío. Su cara de cabreo ha desaparecido. Entra en el coche y nos presentamos. No para de sonreírme mientas me cuenta que va de viaje de trabajo, que ha abierto el negocio hace poco y es importante quedar bien con los clientes, que había llamado un taxi pero con el atasco a saber cuánto tardaría y que yo le he salvado la vida y a su vuelta me invita a cenar. Voy riéndome con cada una de sus ocurrencias mientras conduzco, porque ahora parece que hemos cogido velocidad y no puedo mirarle tanto como me gustaría, pero en un vistazo furtivo le pillo con la vista clavada en mis muslos, ¡Mierda!, he olvidado abrocharme el pantalón. Empiezo a ponerme roja como un tomate sin saber si será más violento taparme o hacer como que no me doy cuenta cuando el caradura de mi acompañante me dice "Preciosas braguitas". Vale, ahora sí que la ha hecho buena, para chula yo "En realidad es un tanga", le digo sonriendo e intentando aparentar naturalidad. "Claro, desde aquí no lo veo bien. Igual si te abres un poco más el pantalón ", eso es una provocación directa y la acepto, "Ayúdame tú, que yo llevo las manos ocupadas".
Desabrocha nuestros cinturones de seguridad y se inclina sobre mí, "Levanta ese culito" me dice agarrando mi pantalón con fuerza y tirando de él hacia abajo hasta dejar mis caderas al descubierto. Yo he levantado el culo mientras pisaba el acelerador y ahora dejo que baje un poco la velocidad, tampoco es cuestión de que nos paren para multarnos. Él desliza sus dedos alrededor de mi cintura, acaricia sólo con la yema como si no se atreviese a más, sin embargo con los ojos se me come viva. Me levanta el lado derecho de la camiseta y besa mi costado, empieza a subir la caricia de una de sus manos por mi vientre y la mete bajo mi sujetador, mi pezón ya estaba animado pero al notar su mano se vuelve tan sensible que el contacto me hace suspirar involuntariamente. "Estás buenísima" me dice al oído, y para acabar de rematar la excitante situación empieza a besarme tras la oreja mientras su mano amasa mi teta con pasión.
Me cuesta horrores mantener la concentración en la conducción. Echa a un lado el tanga y empieza a acariciar con sus dedos arriba y abajo cerca de mi rajita pero sin tocarla. Mis piernas se abren para él como si tuviesen un resorte. Muerdo mi labio y procuro recobrar el control con respiraciones rítmicas, pero entonces él desabrocha su pantalón y saca una enorme verga en erección que acaricia con el mismo vaivén con el que su otra mano entra y sale de entre mis piernas. Sus jadeos en mi oído me están volviendo loca. Alargo la mano derecha para tocar su preciosa polla tiesa, él pone su mano sobre la mía y se masturba así un rato, la mano se me moja cada vez que pasa por el glande, el coche se desvía un poco hacia el otro carril y un coche nos pita; me suelta la mano, se ríe y dice "Tú conduce".
Antes de volver a poner mi mano en el volante la huelo y la lamo para hacerme una idea de lo que me estoy perdiendo. Justo en ese momento me introduce un dedo en el coño, lo saca, lo huele y lo lame él también. La impresión que me ha causado su brusco gesto me hace soltar una exclamación de gusto. "Es lo que quieres ¿verdad?" me dice en tono entre provocador y amenazante. "No exactamente, pero no tenemos más opciones de momento", le contesto. Entonces mete varios dedos dentro de mí y empieza a masturbarme con fuerza, escupe en la otra mano y me la pasa por una teta sin ninguna delicadeza. Su miembro excitado disfruta de la escena de mi masturbación y aprovecha para segregar unas gotitas que yo desearía lamer con todas mis ganas.
No acabo de encontrar la postura adecuada para que sus dedos lleguen a darme todo el placer qué intuyo por momentos y que está tan cerca. Mi frustración me hace pedirle más y más, más rápido y más profundo, "Fóllame" le exijo con voz ronca por el placer. Entonces él comienza a tocarse de nuevo. Intenta no perder el ritmo que llevaba con sus dedos pero le cuesta acompasar las dos manos. Empiezo a impacientarme, mi deseo por llegar al orgasmo hace que meta yo también mis dedos en mi coño junto con los suyos. Casi lo consigo, estoy a punto. Él se corre entre jadeos y gruñidos, su cara apoyada contra mi cuerpo y su leche manchando el salpicadero del coche. Saco mi mano y cojo un poco de su semen con mi dedo, quiero probarlo.
Estoy tan ensimismada en mis pensamientos que casi no me he dado cuenta de que he llegado al aparcamiento. Llego tarde. Me abrocho el pantalón y subo corriendo a la oficina. Laura me ha visto llegar por la ventana y está esperándome en la puerta.
Mario está que trina. - me dice antes incluso de saludarme.
¡Vaya novedad! - intento frivolizar yo.
Han empezado la reunión sin ti. Me ha dicho que en cuanto llegues te empuje dentro. - intenta apremiarme ella.
Pues antes que nada tengo que ir al baño, que vengo muy necesitada. -y no puedo evitar sonreírme pensando en la paja que me voy a hacer a costa de mi reciente fantasía. A las reuniones me gusta entrar relajada.
La puerta de la sala de juntas se abre justo cuando pasamos por delante. El jefe asoma la cabeza y al verme sale y cierra la puerta.
Buenos días, Mario. - intento pasar de largo con mi mejor sonrisa falsa ante su cara de mosqueo.
Nuria, mira qué hora es. Ya no sabía cómo entretenerlos. - haciendo ademán de abrir la puerta para que entre en la sala.
Pues te vas a tener que inventar algo para concederme un ratito más porque ahora mismo voy al servicio. - y acompaño la frase con un gesto mezcla de "lo siento" y "seré breve".
Como tardes te juro que entro a buscarte. - y en cuanto lo dice se da cuenta de lo gracioso de sus palabras y le entra la risa.
Me encierro en el baño dispuesta a fabricarme un orgasmo ayudada por mi imaginario compañero de viaje, que curiosamente tiene la misma cara que mi encantador jefe.
Estaría bien si viniese a buscarme, empiezo a decirme a mí misma mientras mi mano se mueve rápida entre mis piernas y mi espalda se apoya contra la puerta.
Un relato de Erótika Lectura.