Imaginate frente a mi
Imagínate frente a mí, desnuda, con los ojos vendados, de espaldas a mí, notando mi mirada en tu espalda, tus piernas, tus magníficas nalgas. Sientes mi dominio sin ni siquiera tocarte? Aquellas palabras, que provenían de mi psicólogo, en una conversación por Internet, me dejaron helada. Todo tenía un porqué: ¿Cómo había llegado a esa situación con él?
"Imagínate frente a mí, desnuda, con los ojos vendados, de espaldas a mí, notando mi mirada en tu espalda, tus piernas, tus magníficas nalgas. Sientes mi dominio sin ni siquiera tocarte?"
Aquellas palabras, que provenían de mi psicólogo, en una conversación por Internet, me dejaron helada. Todo tenía un porqué: ¿Cómo había llegado a esa situación con él? ¿Realmente lo deseaba?
El día que le confesé mis gustos, mi inclinación hacia el mundo del BD/SM todo cambió fue a través de un e-mail, hasta ese momento se había presentado como una persona amigable e inteligente, dispuesta a ayudarme; aunque lo cierto es que había notado miradas, me había parecido interpretar algún comentario en terapia, pero me lo había quitado de la cabeza por miedo siquiera a planteármelo.
El era un poderoso e hipnótico hombre de asombrosos ojos claros y complexión atractiva, mayor que yo rondaría los 45, que me había sacado de un profundo pozo de depresión hacía ahora unos meses.
Yo, una confusa mujer, de casi 30 años, alta, de ojos claros, y un cuerpo lleno de curvas. Siempre me ha resultado fácil atraer a los hombres.
Se había establecido una fuerte relación de dependencia y confianza, había sido el apoyo, el asidero al que agarrarme para salir del pozo.
Y de repente, tras una confesión, hasta cierto punto lógica, dentro de una relación médico-paciente, las tornas se cambiaban al decirme:
"No te preocupes, eso no es tan raro, es algo normal, y si lo que quieres es un Amo, te pondré a prueba durante un tiempo, creo que tienes cualidades para ser una buena sumisa, pero como no admito a cualquiera, deberás ganártelo; quiero que lo desees tanto que te duela, necesitas a alguien que controle tu deseo, pequeña putita, y si te portas bien, a partir de ahora yo seré quien cumpla esa función."
Aquello me dejó trastocada, es cierto que sentía atracción por él, pero aquello
En realidad, ¿No había sentido su dominio desde el primer momento? ¿No le debía eso y mucho más? ¿No tenía razón al decir que necesitaba un Amo? ¿Quién mejor que él?
Esto había sido hace 4 meses, lo siguiente fue ir superando una serie de pruebas, nunca teniendo claro cual sería el siguiente paso o si sería suficiente.
Y ahora me encontraba allí, en mi habitación, conectada al ordenador y leyendo esa frase donde me demostraba de golpe todo su dominio, a pesar de no estar ni siquiera en la misma habitación.
"Imagínate frente a mí, desnuda, con los ojos vendados, de espaldas a mí, notando mi mirada en tu espalda, tus piernas, tus magníficas nalgas. Sientes mi dominio sin ni siquiera tocarte?"
"Creo que ha llegado el momento de admitirte bajo mi dominio, te veo aún muy torpe, pero creo que sí, que me apetece modelarte, ya va siendo hora". Y tras esto, se despidió, y cortó la conexión. Si en ese momento me dicen que me ha tocado la Lotería, no me da más alegría. Realmente deseaba aquello.
Pero no me había dado ninguna seña ni mandato, no sabía en que habrían cambiado las cosas, como debía actuar desde ese momento. Pensé que tenía consulta con él 4 días después y aquello hizo que los nervios encogieran mi estómago.
¿Debía comportarme como una paciente normal? ¿Mostrarme sumisa? ¿Haría algo aquel día?... Estaba llena de dudas, pero de cualquier forma, deseosa.
Y llegó el gran día Escogí mi vestuario con esmero. No quería que se notase mucho, así que opté por un vestido negro, que me sentaba de maravilla, pero era lo suficientemente discreto, me recogí el pelo Un minúsculo tanga que dejase a la vista mi poderoso culo, que sabía que le gustaba, y unas medias de liga, deseando y previendo que pudiese llegar a verlas.
Llegó la hora prevista, me había dado la última hora del día, las 9 de la noche y sabía que estaríamos solos; era demasiada casualidad para no pensar en ello.
Y entré en la consulta nerviosa y muy excitada.
Al verme me dijo, pasa a la sala de espera, en seguida te atiendo. Me senté, en tensión, no sabía como me habría visto ni lo que habría pensado La sala estaba ya en penumbra, debido a lo avanzado de la tarde y solo la iluminaba la luz que entraba de la calle a través del amplio ventanal.
En seguida escuché pasos y voces, estaba despidiendo al último paciente y mi ansiedad se incrementó. Escuché la puerta cerrarse y supe, que desde ese momento estaríamos solos.
Aún no entró, me dejó en la incertidumbre unos minutos y, tras esto, vino a buscarme.
-Pasemos a mi despacho. Me dijo con normalidad.
Nos sentamos uno frente al otro y empezamos a hablar de cosas banales, pero notaba como me miraba, me escrutaba, estaba dándose cuenta de mi estado de excitación, que crecía al mirarme a los ojos. Bajé la vista, no podía mantenerla.
Y entonces se levantó, se puso tras de mi, y poniendo sus manos en mis hombros me susurró
-Volvamos a la sala de espera, estaremos mejor.
Y eso hicimos Me dejó entrar delante, con la luz apagada y al llegar al centro de la habitación me dijo:
-Ahora quédate ahí, de pie, mirando al ventanal sin moverte, y quiero que levantes tu vestido, despacio, hasta tu cintura . Quiero ver bien ese culo de putita que tienes.
Ha llegado el momento que tanto has esperado, zorrita; demuéstrame tu sumisión y obedece. Dijo mientras se sentaba justo detrás de mi, en uno de los sofás.
Eso hice, en medio de una fuerte sensación de irrealidad, aún no me creía que realmente estuviese sucediendo.
El asiento que había cogido le permitió en ese momento una visión en primer plano de mi culo, yo era consciente de eso, lo que hizo que mi excitación aumentase.
Se quedó en absoluto silencio durante unos minutos que me parecieron horas, deseaba que algo pasara, y mi respiración ya era entrecortada debido a la excitación.
Entonces, sin previo aviso, me arreó una cachetada en mi nalga derecha que hizo que inmediatamente se tornase roja, y acto seguido hizo lo mismo con su compañera.
-Hummmm buen culo, siempre me lo ha parecido vamos, ponte de rodillas delante mío y muéstrame bien ese coño y ese culo como la puta que eres, ofrécete a tu Amo.
No me lo pensé, a esas alturas solo deseaba servirle, que me poseyera . Ser su puta, verdaderamente. Y me arrodillé a 4 patas frente a él, dejando mi culo en pompa, y mi vulva a su disposición.
Sin decir nada y bruscamente metió 2 de sus dedos en mi vagina
-Vaya, que mojada estás. Y me gusta el detalle de las medias, se ve que venías predispuesta. Dijo mientras apartaba el tanga a un lado y continuaba su inspección en mi interior.
Comencé a gemir casi sin proponérmelo, llevaba demasiado tiempo esperando aquello, y él, notando mis jadeos, aceleró el ritmo de su mano. Pronto estuve al borde del orgasmo, pero me contenía por miedo a contrariarle Me di cuenta que no podría controlarme mucho más tiempo, sus dedos se movían con absoluta maestría; entonces, para mi alivio me dijo:
-Vamos, zorra, córrete, quiero ver como te corres a las órdenes de tu Amo, y dame las gracias como debes.
Fue el pistoletazo de salida que me hacía falta, me dejé llevar por el placer y tuve un orgasmo brutal mientras gritaba:
-Gracias, Amo, Gracias, Amo .
Repentinamente su mano salió de mi interior, lo que hizo que soltara otro suspiro y prolongara aún varios segundos mi orgasmo, y entonces, se incorporó de rodillas tras de mi, y escuché como bajaba la cremallera de su pantalón; segundos después su glande acariciaba la entrada de mi coño mientras apoyaba todo su cuerpo en el mío y cogiendo mis me susurraba al oído:
-Ahora deberás darle placer a tu Amo, ¿Estás preparada para recibir mi polla, zorra?
-Sí, amo, sí.- Dije totalmente deseosa; y entonces, de un solo golpe noté como toda su polla entraba en mi vagina y sus huevos chocaban contra mi culo -Mmmmm, como gritas, como te gusta, zorra.
-Sí, amo, fóllame, sí -Y comenzó a bombearme fuertemente mientras me decía -Mueve ese culo, vamos, eso es, estás muy caliente, vas a ser mi puta obediente. Mantuvo durante unos minutos ese ritmo frenético, hasta que notó mi segundo orgasmo; y entonces, se paró bruscamente y me susurró al oído:
- Y ahora, el premio.- Y diciendo esto sacó su polla de mi coño, arrancándome un gemido más y sin esperar apuntó su polla a la entrada de mi ano.
-Esto lo he deseado desde el día que entraste en mi consulta. Dijo, mientras notaba como la totalidad de su mástil, lubricado con mis fluídos, entraba y me taladraba el culo.
-Quiero que me des las gracias y me pidas que te lo folle, guarra.
El dolor en ese momento era insoportable, pero no me atrevía a moverme, quería que estuviese orgulloso de mí, así que empecé a decir:
-Gracias, amo, sí, rómpemelo, síiiiiiii, sigue, Amo, dame fuerte.-Mientras él aceleraba su ritmo y yo me entregaba. El dolor estaba dejando paso al placer y su polla me estaba taladrando; Me estaba haciendo un placer intenso y comencé a gritar:
-Siiiiiiiiiiiii, ahhhhhhh, follame, siiiiiiiii, Amo.
Estaba totalmente ida y corriéndome como una loba en celo. Entonces de repente, aceleró el ritmo y noté como se encogía justo un momento antes de notar como me inundaba completamente con su semen. Tras esto, se quedó unos segundos sobre mi, en silencio, y se incorporó diciéndome:
-Vístete y arréglate, te espero en la consulta para tu terapia.