Image Taboo [Arizu] (04).
Orgullo Femenino.
Capítulo 04.
Orgullo Femenino.
―1―
Arizu se despertó y mientras desayunaba un café con leche, reflexionó sobre varios aspectos de su vida. Desde que sus padres murieron tuvo que valerse por sí misma. Fue acogida por un grupo de moralistas que, en su Templo, le enseñaron buenos valores. Allí conoció a su primer novio, aunque esta relación no duró mucho. Fue como un “noviazgo de verano”... pero ocurrió en invierno.
Cuando ella se volvió famosa en YouTube, todos los miembros del Templo le brindaron su apoyo. Rodeada por esta gente aprendió a ser feliz y encontró una forma de ganarse la vida. Sin embargo se vio obligada a sacrificar mucho. Su primer novio padeció un fuerte ataque de celos. No quería que nadie conociera a su bella Arizu, por miedo a que alguien se la fuera a robar. Motivo por el cual ella decidió poner fin a la relación.
Poco tiempo después conoció a quien ella denominó como su “segundo novio”. Con este se permitió experimentar un poco sobre el sexo, aunque no tanto como a ella le hubiera gustado. Sin embargo los Moralistas con más experiencia le aconsejaron que no siguiera adelante con ninguna relación amorosa, por dos grandes motivos: su primer novio se encargó de esparcir el rumor de que él y Arizu tuvieron sexo, lo cual era mentira; y si ella era soltera, no era ético estar acostándose con hombres… o que éstos estuvieran inventando historias.
Hizo caso a estos consejos y rompió la segunda relación y la mantuvo en secreto. Nunca le contó a nadie quién fue su segundo novio, solamente dio vagos detalles a sus seguidores. Destacó que, a pesar de los altibajos, fue una relación mucho más linda que la primera, y que incluso había llegado a otro nivel. Esto lo dijo con un poco de resentimiento, dirigido a su primer novio, por andar inventando historias sexuales.
Esta mala experiencia le dejó una profunda herida, provocando que con el tiempo fuera cerrándose cada vez más al mundo físico. Dejó de ver a sus amigos y amigas, y encontró confort dentro de su casa. Se hizo aficionada a videojuegos, a la lectura y otros pasatiempos que no requerían mucha interacción social directa. Creó su propia coraza con la cual se protegió de toda la gente nociva. Al aplicar este método, Arizu podía hablar sobre moral con la frente en alto, ya que nunca quedaría expuesta, porque ella no se acostaba con nadie, ni asistía a fiestas. Solo se dejaba ver en las reuniones en los Templos Moralistas.
Con el paso del tiempo esto comenzó a pesarle cada vez más, y empezó a sentirse sola. Se moría de ganas de conocer a alguien nuevo con quién acostarse, pero no podía quitarse el miedo a ser traicionada. Ser moralista pasó a ser un trabajo de tiempo completo, del que no podía desligarse. Ni siquiera podía satisfacer sus deseos sexuales mirando porno, porque ocasionalmente ella compartía públicamente su
Coeficiente de Moralidad
, para mostrarle a todos que mantenía una vida moral e intachable. Lo había sacrificado todo por el único estilo de vida que conocía. Nadie le había explicado que podía vivir de otra manera, que podía disfrutar del sexo sin sentirse culpable por ello.
La semilla de un cambio radical llegó cuando apareció la primera falsificación generada por Image Taboo. El primer paso hacia una nueva vida lo dio el día en que tomó la decisión de abrir una cuenta en TuViP. Al menos allí podía mirar porno sin que esto atentara contra su CdM.
Cuando terminó su desayuno, Arizu miró la hora. Aún era temprano, Melisa Nevares tardaría un poco más en llegar. Le escribió un mensaje a su amiga y fotógrafa diciéndole que ya estaba despierta y que la esperaba para la sesión.
Se dio una ducha rápida, secó su sedoso cabello rubio y, completamente desnuda, se miró al espejo. Estaba hermosa, sus grandes tetas lucían enormes e imponentes. Tomó la depiladora eléctrica y eliminó de su pubis todo rastro de vello. Quedó completamente suave. Arizu vivió avergonzada de su belleza y de su voluptuoso cuerpo. Entre los Moralistas se corría la voz de que toda mujer hermosa corre más riesgo de volverse sexualmente perversa, ya que recibe mayor cantidad de tentaciones a lo largo de su vida.
Arizu debía evitar los pantalones muy ajustados o las blusas demasiado escotadas, porque los moralistas de internet le saltarían al cuello y la tratarían de puta. Pero se moría de ganas de hacerlo. Ella estaba muy orgullosa de lo favorecida que estaba, en cuanto a aspecto físico. Las normas moralistas iban en contra de que una mujer se exhibiera o usara su cuerpo para conseguir beneficios. Arizu tuvo que luchar muchas veces contra la tentación de subir alguna foto en ropa interior. “¿Por qué haría semejante cosa?” Se preguntó, en varias ocasiones. No estaba segura, la respuesta escapaba a su entendimiento. Pero había en ella una fuerza que le pedía a gritos que mostrara su cuerpo al público y que se sintiera orgullosa por ser tan hermosa. Algún día envejecería y su cuerpo ya no sería tan llamativo… ¿por qué no podía sacarle un provecho ahora, que aún era joven? ¿Qué importaba si un pequeño sector de personas la seguían por su belleza física? ¿Acaso ese no era otro de sus atributos personales? Era inteligente, mordaz, ingeniosa… y estaba bien que la gente la siguiera por eso. También era tetona y tenía un culo espectacular ¿Qué tenía de malo que la siguieran por esos atributos? ¿En qué se diferenciaban de los otros?
Durante meses Arizu vivió atormentada por este dilema.
“¿Serías capaz de aprovecharte de tu belleza física para conseguir algún beneficio?” Se preguntó, mientras se miraba al espejo. La sola idea de hacerlo la aterraba. Hermosa o no, ella seguía siendo un símbolo moralista. No podía actuar de esa manera. No, definitivamente no.
Pero tal vez…
Decidió apartar de su mente esos malos pensamientos y fue en busca de la ropa que usaría. Decidió usar un conjunto sumamente erótico compuesto por un corsé blanco que le levantaba mucho las tetas, haciéndolas parecer globos apunto de estallar. Además permitía que sus pezones se traslucieran más de lo que tendría que haber permitido. Debajo se puso una tanga de encaje blanca, también muy transparente, especialmente en la zona del pubis. Su vagina no llegaba a verse por muy poco, ya que esa parte era opaca. Pero bastaba con separar un poco las piernas para mostrar cómo la tela se encajaba entre sus labios vaginales. Al atuendo lo completaba un portaligas y medias blancas, semi-transparente, que le llegaban casi hasta las nalgas. Sin embargo su cola estaba totalmente expuesta y ésto le generó un chispazo de excitación. Decidió agregar tacos altos, para que su culo luciera aún más imponente. Admiró el resultado y al invadió una mezcla de orgullo ―por su hermoso cuerpo―, y culpa ―por vestirse de forma tan provocativa.
Arizu había adquirido la costumbre de comprarse este tipo de conjuntos eróticos como una forma de expresar su sexualidad, al menos en la intimidad. La única persona que la había visto vistiendo esta clase de indumentaria era Melisa Nevares… y nunca había usado uno tan sugerente.
Revisó el teléfono y encontró un mensaje de Melisa, ella le decía que pronto saldría hacia su casa. Aún le quedaban algunos minutos de soledad.
Arizu fue hasta la amplia sala en la que tenía su computadora, la misma que usaba para grabar sus videos. Se sentó frente a la gran pantalla y entró a TuVip. El corazón se le aceleró, porque sabía que estaba allí con la única intención de buscar material sexualmente explícito.
“Tal vez si miro algo de porno se me pase esta calentura ―pensó―. Va a llegar un momento en el que el porno me resulte aburrido. Ahora me atrae tanto porque es una novedad… algo que nunca pude mirar”.
Con esas palabras buscaba convencerse de que no estaba obrando mal, aunque en el fondo supiera que sí lo estaba haciendo.
Buscó entre las novedades más destacadas de TuVip, y todos los primeros puestos estaban ocupados por videos de ella… bueno, más bien videos que Aglaya había creado con Image Taboo, usando su imagen. Arizu se podría haber molestado por esto, pero causó el efecto contrario en ella. Su ego recibió una nueva inyección de adrenalina. Aunque fuera con falsificaciones, le agradó que fuera ella la que estaba marcando tendencia.
“Al menos la gente habla de mí, eso me puede conseguir muchos nuevos seguidores”. Aunque el método no fuera el más noble, ella no le había pedido a Aglaya que generase esas falsificaciones. No tenía por qué sentirse culpable si la beneficiaban de alguna forma. Al contrario, esto era una victoria. La estaba pasando mal por los comentarios que rodeaban esos videos, pero al menos le estaba sacando un provecho. Revisó sus propios videos, los reales, y la cantidad de reproducciones habían aumentado considerablemente desde la última vez. No podía agradecerle abiertamente a Aglaya por la “publicidad gratis” ya que algunas personas opinarían que Arizu accedió a que se publicaran estos videos para poder conseguir más seguidores. Pero si algún día tenía la oportunidad de hablar con él, se lo agradecería, más que nada para demostrarle que si lo que intentaba era desprestigiarla, en realidad solo consiguió que ella se volviera más popular.
Arizu continuó buscando entre las tendencias de TuVip y justo por debajo de sus videos se encontró con una cara conocida. Se trataba de Kamila Funes, una chica joven y muy hermosa que era famosa por dos motivos: tenía el canal de fitness más visto del país y además estaba casada con Eulogio Méndez, uno de los moralistas más viejos y famosos del país. Este matrimonio había causado bastante revuelo ya que Eulogio Méndez tenía más de sesenta años, y Kamila Funes contaba con apenas veinticinco. Además ella posee un cuerpo monumental, con un culo enorme y unas tetas de infarto. Eulogio no estaba para nada agraciado en su aspecto físico, era bajito, canoso y arrugado. Parecía incluso más viejo de lo que en realidad era. Nadie podía creer que semejante ejemplar femenino se hubiera casado con un viejo decrépito. Por eso se corrió el fuerte rumor de que Karla Funes se casó con él, no solo por su cuenta bancaria (que era bastante abultada), sino también por su Coeficiente de Moralidad. Eulogio, al ser un gran orador Moralista, había conseguido uno de los CdM más altos del país. Incluso estaba muy por encima del CdM de Arizu. Además Eulogio era el padre de la famosa sexóloga, Fátima Méndez, quien también contaba con un impecable CdM. Todos sabían que estas “relaciones familiares” favorecen mucho a Kamila Funes. No es que su CdM fuera a incrementarse solo por estar casada con Eulogio, pero el ser su esposa le permitiría entrar en círculos sociales en los que su CdM se dispararía. Además esto le permitiría conseguir mejores auspiciantes para su canal. Tener un buen CdM equivalía a tener una abultada cuenta bancaria, y Arizu lo sabía mejor que nadie.
Arizu siempre sospechó de que el casamiento de Kamila Funes no era más que una “relación de conveniencia”. Ella se vería favorecida en su CdM y su capital económico y Eulogio… bueno, seguramente debería sacar mucho provecho al escultural cuerpo de su joven esposa.
Tiempo atrás Arizu acostumbraba ver los videos de fitness de Kamila, porque eran muy buenos y estaban muy bien explicados. Pero cuando ella se casó con Eulogio, Arizu dejó de seguirla. Ya no confiaba en la integridad de la hermosa profesora de fitness. Pero ahora se moría de ganas por saber qué había en ese video de TuVip, el título era prometedor, decía:
“A esta puta le encantan las pijas grandes”.
No pudo aguantar más la incertidumbre, Arizu comenzó a reproducir el video.
Al principio todo parecía normal, Kamila Funes estaba en cuatro patas sobre una colchoneta, la cámara la filmaba de perfil. Ella siempre subía los videos desde este ángulo, porque si usara una cámara atrás se vería demasiado de su gran culo, enfundado en una calza muy elastizada. Y si filmaba desde adelante se verían sus grandes tetas asomándose por el escote del top deportivo. YouTube podría sancionarla por esto, entonces para evitarse problemas solo permitía que la cámara tomase el costado de su cuerpo. Aún así su figura era atractiva e imponente, y por más que solo se viera de perfil, se notaba que la calza gris estaba casi pintada sobre sus redondas nalgas. Ella tenía el cabello castaño claro y, como siempre, lo llevaba atado en una cola de caballo.
Kamila levantó una pierna, la estiró y luego hizo lo mismo con la otra. Estaba haciendo ejercicio como en cualquiera de sus videos de YouTube. Arizu estuvo a punto de adelantar la escena, para ver si más adelante ocurría algo más interesante… pero justo en ese momento ocurrió algo extraño. La cámara se movió.
Había alguien sosteniendo la cámara y esa persona empezó a rodear a Kamila, primero se vieron sus grandes tetas, colgando al estar ella mirando hacia abajo. La chica sonrió grácilmente a la cámara, luego ésta siguió su rodeo llegando a enfocar en un primer plano el culo de Kamila. Los ojos de Arizu se abrieron como platos al notar cómo la fina tela de la calza no servía para disimular la vulva, que se marcaba cada vez que la profesora de fitness movía las piernas.
―¡Pero qué monumento al orto! ―Dijo una voz masculina, que no podía ser otro que el camarógrafo.
―Estoy muy orgullosa de mi culo ―dijo Kamila, sin dejar de ejercitarse.
Media sonrisa se dibujó en los labios de Arizu, no sabía si el video era real o una mera falsificación, pero se sintió identificada con esas palabras. Ella también está muy orgullosa de su culo y se ejercita regularmente, para mantenerlo firme. Sería feliz si más mujeres pudieran decir, abiertamente, que están orgullosas de su cuerpo.
―¡Uf, si habrás ganado plata gracias a ese culo! ―dijo el tipo que la estaba filmando.
―Es uno de mis mejores atributos ―dijo ella―, tengo que aprovecharlo.
―El que va a aprovechar, soy yo.
“Ahora empieza lo bueno”, pensó Arizu, mientras acariciaba suavemente su entrepierna.
En pantalla apareció una enorme verga que, sin lugar a dudas, pertenecía al camarógrafo.
―¡Ay! ¿Vos también me vas a garchar? ―Preguntó Kamila, como si eso le ocurriera con mucha frecuencia―. Bueno, está bien… tenés suerte de que me gustan mucho las porongas. Apurate, antes de que venga el cornudo de mi marido.
Al igual que miles de espectadores que siguen o siguieron a Kamila Funes, Arizu también fantaseó con la idea de ver a esa mujer monumental desnuda y teniendo relaciones sexuales con un hombre bien dotado. Eso la llevó a suponer que el video era falso, pero… había cosas que no cuadraban. En el fondo de la escena, contra las paredes, había muchas plantas en macetas, que se movían con el viento. Quien hubiera recreado esa escena con Image Taboo se había tomado un enorme trabajo para hacerla ver realista.
El camarógrafo arremetió contra la concha de Kamila y la penetración fue limpia, pero al parecer a la profesora le dolió un poco, porque soltó un quejido.
―¡Ay, despacito! Con semejante pija me vas a partir la concha al medio.
―¿Ahora te hacés la delicada, después de todas las porongas que te comiste?
Kamila Funes soltó una risita picarona y empezó a moverse, permitiendo que la verga entrara hasta el fondo de su vagina, y luego la dejó salir hasta la punta. Repitió este proceso varias veces, hasta que empezó a gemir.
―Me encanta cómo movés el orto ―dijo el tipo.
―Si me voy a pasar tanto tiempo entrenando para tener estas nalgas, lo mínimo que puedo hacer es moverlas muchos cuando me clavan una poronga.
―Una que no sea la de tu marido.
―Mi marido no me coge, ni siquiera se le para… si tengo que esperar a que se le engarrote el pito para pasarla bien, me muero virgen. Por suerte tengo muchos “amigos” bien pijudos.
Arizu cayó en la cuenta de que había comenzado a masturbarse copiosamente, sin poder apartar la mirada de la pantalla. Estaba fascinada con la forma en la que esa gran verga se hundía entre los labios de Kamilia… ¡Dios, qué cuerpo tiene esa mujer, qué glúteos, qué nalgas… qué concha! La fascinación hipnótica llevó a Arizu a frotarse con más intensidad.
El video se volvió mecánico y repetitivo, pero para la influencer seguía siendo de lo más interesante. Arizu cada vez estaba más convencida de que eso había pasado realmente, que Kamila Funes era tan puta como afirmaba serlo, y que le encantaba que sus “amigos pijudos” la cogieran cuando su marido, el ilustre Eulogio Méndez, no estaba. Para Arizu esta secuencia era muy morbosa ya que, al igual que muchas otras personas, ella también imaginó muchas veces a Kamila en una situación parecida, poniéndole unos tremendos cuernos a su marido.
El timbre sonó cuando Arizu estaba cerca de llegar al clímax de su masturbación. Se detuvo en seco, pausó el video y miró en dirección a la puerta de entrada, a pesar que desde esa sala no podía verla. Para llegar a la entrada tenía que salir de la habitación, recorrer unos metros de un pasillo, llegar al living y recién ahí vería la puerta de entrada. Pero instintivamente miró hacia allá, como si temiera que la persona que tocó timbre pudiera adivinar qué estaba haciendo Arizu en ese preciso instante.
La rubia notó que había una luz parpadeando en su celular, lo revisó y se encontró con un mensaje de Melisa Nevares: “Estoy en la puerta”.
Era ella, eso la tranquilizó mucho.
Aún excitada, Arizu apagó la pantalla y se puso de pie. Secó su concha, usando un pañuelo de papel, luego acomodó su diminuta tanga para que al menos le cubriera la vagina. Podría haberse puesto una bata sobre su conjunto tan erótico, pero el fuego que ardía en su interior le pedía que fuera osada, que atendiera a la fotógrafa luciendo ese atuendo.
“De todas maneras ―pensó―, Melisa ya me vio en ropa interior más de una vez”.
Caminó hacia la puerta de entrada, el taconeo retumbó en las amplias salas de la casa. Estiró la mano para agarrar el picaporte la y la invadió una duda: “¿Y si no está sola? ¿Qué pasa si abro la puerta y da la casualidad de que hay alguien más con ella?”
―Meli ¿estás sola?
―Sí, claro ¿con quién voy a estar? ―La voz llegó apagada, pero fue lo suficientemente audible como para que Arizu entendiera.
Abrió la puerta y se cubrió detrás de ella. Hizo pasar a Melisa y al cerrar se mostró tal cual estaba, ante la mirada atónita de la fotógrafa.
―¡Madre mía! ―Exclamó Melisa, con los ojos muy abiertos―. Qué… sexy que estás.
Los ojos de Melisa recorrieron todo el cuerpo de Arizu, deteniéndose unos segundos en sus tetas y en su pubis. La había visto en ropa interior, pero nunca con algo tan atrevido.
―¿Te parece mucho?
―¡Me encanta! Ese corsé te queda hermoso ―Melisa sonrió, como si fuera un dibujo animado, dio un par de saltitos y todos los rulos de su cabeza se sacudieron como pequeños resortes―. ¡Estás divina! Estoy muy ansiosa, quiero empezar ya con la sesión de fotos, pero… todavía no estás maquillada.
―Te estaba esperando a vos para eso. Tenés más talento para el maquillaje que yo.
―Perfecto, ya nos ponemos con eso.
Juntas entraron al dormitorio de Arizu, la rubia se sentó frente al espejo y Melisa abrió la caja de los cosméticos, como si fuera de ella. Había suficiente confianza entre las dos como para que no tuviera la necesidad de pedir permiso. Arizu apartó el cabello de su cara y dejó que Melisa hiciera su magia. Lo primero fue poner base en las mejillas y donde hiciera falta.
A Arizu le dio la impresión de que su amiga le miraba mucho el escote, pero esto, en lugar de molestarle, la hizo sentir bien. Le agradaba poder mostrarle parte de su cuerpo a alguien, aunque esa persona fuera una mujer.
―Antes de que llegaras ―dijo Arizu―, estuve mirando un video en TuVip… de Kamila Funes. ―No hubo necesidad de que explicara quién era, la profesora de fitness era conocida en todo el país, especialmente entre los más moralistas.
―Uy, sí… em… yo… yo también vi ese video ―lo dijo llena de vergüenza, Melisa no estaba acostumbrada a confesarle a otra persona que estuvo mirando contenido pornográfico. Pero creía que podía ser sincera con Arizu―. ¿Vos qué pensás?
―Y, no sé… a mí me hicieron un montón de videos falsos, en tiempo récord. No puedo estar juzgando a Kamila. Ella dice que es falso…
―¿Y qué va a decir? Si fuera real, lo más fácil es decir que es una falsificación creada con Image Taboo.
―Sí, claro. Pero yo creo que el video es real.
―¿De verdad? ―Melisa la miró atónita.
―Me dio esa impresión. A ver, Kamila Funes es una mujer muy hermosa y es super conocida. Seguramente habrá un montón de gente fantaseando con ella, y solo basta que haya uno que sepa usar Image Taboo. Gracias a Aglaya, varias personas están aprendiendo a usar ese maldito programa. Pero, de todas maneras… lo que ocurre en el video, la forma en la que está filmado… la cámara se mueve mucho, la iluminación es rara, pero parece real. Está grabado en un patio, y en el fondo se ven plantas que se mueven con el viento. No creo que una persona que recién esté aprendiendo a usar Image Taboo se tome el trabajo de agregar esos detalles. No debe ser nada fácil.
―Tenés razón, no me había puesto a pensar en eso. En las primeras falsificaciones que hizo Aglaya, la gente se dio cuenta que usó como base videos reales. Pero nadie mostró ningún video real que haya sido usado para el video de Kamila.
―Y en los otros videos que subió Aglaya usó como base videos que yo misma grabé, pero lo hizo en el mismo ángulo de cámara. Lo que más me llamó la atención es que el video de Kamila la cámara gira alrededor de ella, y eso nunca se vio en uno de sus videos. Ella siempre se filma de perfil. Si el video porno hubiera estado grabado desde ese ángulo, sí que hubiera sospechado que es falso. Porque sería lo más fácil de hacer… hay cientos de videos de Kamila en cuatro patas, delante de una cámara. Pero no… el video porno está grabado desde atrás. Ella nunca se muestra desde ese ángulo.
―Sí, porque sino se le verían todo el culo… o las tetas, si la filman desde adelante. Tendrías que ser detective, Arizu. Yo ni siquiera me había puesto a pensar en esas cosas.
Melisa miró la cara de su amiga, estaba muy bonita, la base era sutil, ni siquiera se notaba. Dio lugar al siguiente paso: comenzó a aplicar gloss en los párpados de Arizu, para que brillaran, pero sin aportar ningún color.
―Por eso te digo: el video de Kamila Funes es real… no la quiero juzgar, pero estoy casi segura de eso. Ella le puso los cuernos a su marido, y según lo que dijo en el video, lo hizo varias veces.
―Es cierto, en el video ella dijo que esa semana le metieron tres pijas… ¡uy, perdón! ¡Se me escapó!
Arizu soltó una risita, le produjo un poquito de morbo escuchar a su amiga decir ese término.
―No pasa nada, no creo que esté mal usar ese tipo de palabras. Son sinónimos para el pene.
―Sí, claro… y es la palabra que usó ella. ―Meliza dejó el gloss y comenzó a aplicar el rimmel, no necesitaría usar delineador―. Qué fuerte… me imapctó un montón ver tus videos, sabiendo que eran falsos… y ahora estoy anonadada. No me puedo quitar de la cabeza todo lo que le hicieron a Kamila en ese video… y todo lo que dijo… si es real, ella es…
―Tremenda puta.
Melisa Nevares se sorprendió mucho al escuchar a Arizu decir semejante cosa. Nunca imaginó que una de las mayores representantes del Movimiento Moralista pudiera expresarse en esos términos; pero no había otra forma de definir mejor la clase de mujer que era Kamila… si es que el video es real.
―Siempre hubo rumores sobre Kamila ―dijo Melisa―. Nadie se creyó la historia de que ella ama a Eulogio Méndez, y que nunca le fue infiel. Es una mujer demasiado voluptuosa, y joven… ninguna mujer sacrificaría su vida sexual para tener tanto dinero, o para que su CdM subiera.
―Yo también lo pienso así. Ella debe tener varios amantes, tipos del mundo del fitness. Gente con la que seguramente ella comparte más intimidad que con el propio Eulogio. ¿Pensás que él sabrá algo de este asunto?
―No creo. Es un tipo muy correcto. Si supiera algo, él mismo la habría denunciado. No te olvides que una vez Eulogio criticó un mensaje que dejó su propia hija, la sexóloga. ¿Cómo se llamaba?
―Fátima Méndez.
―Esa. No me acuerdo muy bien cuál fue el mensaje, fue hace mucho. Pero sí recuerdo que él la criticó por querer enseñarle a la gente cómo practicar sexo oral. Eulogio le saltó al cuello, la pobre Fátima tuvo que salir a pedir disculpas públicamente. La habrá pasado muy mal.
―Sí, me acuerdo de todo ese escándalo. Yo estuve a punto de hacer un video al respecto, diciendo que no considero que el sexo oral sea algo malo.
Melisa se quedó petrificada. Miró a Arizu con los ojos muy abiertos, como si estuviera ante un monstruo intergaláctico.
―¿De verdad pensás eso?
―Sí, de verdad. Pero no me animé a decirlo en aquel momento… y no sé si me animaría a decirlo ahora. La gran mayoría de los Moralistas me saltarían a la yugular si llego a decir algo así, pero… ¿qué puede tener de malo chuparle el pito al hombre que amás? O bien, que ese hombre quiera agasajar a su mujer, practicándole sexo oral. Es decir, en un contexto en el que ambas personas se amen mucho…
―Ya veo… sí… puede ser. Es decir, si hay amor de por medio…. pero…
―Pero tipos como Eulogio Méndez dicen que una mujer es una puta si se mete el pene de un hombre en la boca. El solo acto de hacerlo, ya es suficiente para tachar de puta a una chica. Y eso me da mucha bronca ¿qué pasa si la chica siente un poquito de… curiosidad? ¿Tan malo sería que pruebe un par de veces?
―Si de verdad opinás de esa manera, deberías decirlo. Yo también pienso que a veces el Movimiento Moralista es demasiado estricto. Hay muchas cosas que me encantan y que las comparto, obvio. Pero hay otras, como ésta, que tal vez no deberían ser un tema tan tabú.
―Si llego a decir estas cosas frente a una cámara, Eulogio Méndez saltaría como un león, a destrozarme mediáticamente.
―Puede ser, pero Eulogio Méndez es un dinosaurio al que ya nadie quiere escuchar. Todos esos son los “Viejos Moralistas”. Vos sos la que representa a esta nueva ola de moralistas, la que representa a la juventud. Vos tenés mucha más influencia que ellos. Si salieras a decir esto en uno de tus videos, estoy segura de que habría más gente apoyándote a vos, que al viejo arrugado de Eulogio… que además es tremendo cornudo.
Arizu y Melisa se rieron.
―Gracias, amiga. Me hace sentir muy bien contar con tu apoyo.
―Siempre ―dijo, con una amplia sonrisa―.
―Pensé que te ibas a escandalizar si yo te contaba esto.
―Nena, a mí me llena de orgullo que te animes a compartir tus dudas conmigo. Yo te aprecio un montón. Sos mi… mi mejor amiga. Prácticamente mi única amiga. Gracias a vos pude hacer una buena carrera como fotógrafa. Quiero que sepas que yo te voy a apoyar en todo. No estoy acá para juzgarte.
―Es bueno saberlo, necesito una persona de confianza con la que poder debatir sobre estos temas. Especialmente ahora.
―Entonces contá conmigo. Ni lo dudes. Si llegás a empezar una guerra mediática contra Eulogio Méndez y todos los “Viejos Moralistas”, yo voy a estar de tu parte, siempre. ―Melisa se puso un poquito sentimental, no quería llorar frente a Arizu, por eso cambió de tema―. Bueno, ahora vamos a pintar esos labios tan hermosos que tenés.
―Quiero un color rojo intenso.
―¿Qué? ¿Estás loca? Estás vestida como un angelito, si te pintás la boca roja sería como si dijeras: “Estoy disponible, vengan a…”, bueno, ya sabés.
―¿A cogerme?
―Eso ―Melisa se ruborizó―. Necesitás un color más sutil. Un rosa pastel te quedaría mucho mejor.
―Me gusta más el rojo intenso, pero la maquilladora sos vos. Usá el color que consideres más apropiado.
―Rosa pastel. No se discute.
Melisa Nevares le pintó los labios a su amiga y con eso dio por concluida la etapa del maquillaje. Ya estaban listas para las fotos.
Arizu propuso que las sacaran en la biblioteca, ya que ésta tenía una pared completamente de vidrio, que daba al patio de la casa, y a esa hora del día estaría muy bien iluminada. Además había sofás y sillones, en donde ella podía posar.
A Melisa le fascinaba la biblioteca de Arizu, se quedaba maravillada cada vez que entraba. Las estanterías habían sido diseñadas para encajar perfectamente con cada rincón y moldura del cuarto. Incluso había escaleras que llevaban a una sección elevada, donde había más estanterías. Sabía que Arizu no había leído todos esos libros, pero sí la mayoría. Una de las ventajas de vivir sola y tener pocos amigos era que podía dedicar mucho tiempo a la lectura. Le gustaba hacerlo con los medios convencionales: libros de papel. No le agradaba para nada el formato digital; aunque hoy en día fuera, con diferencia, el más usado.
Las primeras fotos le recordaron a Melisa algunas de las sesiones anteriores en las que Arizu lució ropa interior, sin embargo en esta ocasión el conjunto era mucho más revelador. Cuando la joven influencer se puso de rodillas sobre el sofá, dándole la espalda a la cámara, Melisa se quedó estupefacta al ver cómo esa pequeña tangana se ceñía a la vulva de su amiga, como si estuviera pintada.
―Estás muy hermosa ―dijo la fotógrafa―. Vos ponete como quieras, siempre tuviste talento para posar. Yo voy a intentar encontrar el mejor ángulo para cada foto.
Arizu fue adoptando distintas posiciones, algunas eran sensuales y artísticas, otras rayaban lo obsceno. Como cuando se puso en cuclillas, con los pies sobre el sofá, y separó las piernas. La tanga le marcó la concha y se incrustó entre sus labios. Melisa, con el corazón latiendo a toda velocidad, capturó el momento y además se acercó a Arizu lo suficiente como para fotografiar esa vagina en primer plano. Estaba encantada, cumpliendo uno de sus más grandes sueños: poder fotografiar a Arizu desnuda… bueno casi. Pero sabía que la poca ropa que tenía puesta no duraría mucho. Habían acordado que sería una sesión de desnudos, y sabía que su amiga cumpliría con esa parte del trato.
Luego de varias fotos Arizu se animó a desprender su corpiño, sus grandes tetas quedaron en libertad y ella se ruborizó. Desde su último novio, nadie más le había visto las tetas; pero la sonrisa de Melisa la reconfortó. Arizu volvió a recuperar la confianza y caminó, como si estuviera cruzando una pasarela, con la frente en alto, mientras la cámara la seguía.
―Tenés las tetas más hermosas que vi en mi vida ―dijo Melisa.
―Gracias ―respondió Arizu, llena de orgullo.
Sonrió a la cámara, amasó sus tetas y pellizcó sus pezones. Melisa Nevares estaba sorprendida por la actitud tan erótica de la modelo; pero le encantaba. Este era el tipo de sesión fotográfica que ella quería hacer. Algo que hubiera molestado a miles de Moralistas, pero que ella encontraba fascinante. Además se trataba de Arizu… ¿cuántas personas fantasearían con verle las tetas? Y ella no sólo podía verlas, sino también capturarlas en imágenes. Y las tetas no serían lo único… no, aún faltaba lo mejor.
Arizu le dio la espalda a la fotógrafa, juntó las piernas y lentamente comenzó a desprender el portaligas, para luego comenzar a bajarse la tanga, con movimientos sensuales.
Melisa hincó una rodilla en el piso, para poder captar el mejor ángulo de esas grandes y torneadas nalgas. Se le cortó la respiración cuando Arizu estuvo lo suficientemente inclinada como para que los gajos de su concha fueran visibles, apretados entre sus piernas.
“Madre mía ―pensó Melisa―. Tiene un cuerpo impresionante”.
Arizu dejó la tanga en el piso, giró, para mirar la cámara, y separó ligeramente las piernas. Su concha estaba coronada por una pequeño y prolijo triangulito de pelos rubios. Con la boca seca y las pulsaciones al límite, Melisa se acercó a ella, para capturar cada rincón de ese monumento a la anatomía femenina.
―¿Podemos suspender un momento la sesión? ―Preguntó Arizu.
―Sí… sí… claro ―dijo Melisa, volviendo a la realidad―. Seguramente querés taparte un rato y pensar mejor si vas a seguir con estas fotos.
―No, para nada ―Arizu soltó una risita burlona―. Vamos a seguir con las fotos, de eso no tengo dudas. Lo que pasa es que me quedé pensando en el video de Kamila Funes. Necesito ver algo.
―¿Ahora?
―Sí, es que se me metió en la cabeza y necesito quitarme la duda.
―Bueno… em…. ¿querés que me quede en tu pieza mientras revisás el video?
―¿Te molesta verlo?
―No… pero quizás a vos te molesta que yo esté presente mientras mirás… esas cosas.
―Para nada. Confío en vos, Meli ―esto hizo sonreír a la fotógrafa―. Además me vendría bien una segunda opinión.
Juntas caminaron hacia la computadora, Arizu lideró la marcha y Melisa se quedó fascinada con el contoneo de esas caderas. Las nalgas lucían absolutamente espectaculares gracias a las rutinas de ejercicio de la rubia, y a los tacos aguja. Además aún podía ver esos gajos vaginales, apareciendo y desapareciendo con cada paso.
Melisa intentó mantener la mirada al frente, no quería que Arizu la sorprendiera mirándola de esa manera, aunque no hubiera mala intenciones.
Arizu prendió la pantalla y sin preámbulos volvió a abrir el video de Kamila Funes, justo desde donde lo dejó. La habitación se llenó con los gemidos de la profesora de fitness, y esa enorme pija comenzó el vaivén, entrando y saliendo. Todos los músculos de Melisa se tensaron, jamás imaginó que pudiera ver un video porno junto a Arizu. La situación era de lo más extraña. Pero tal vez la influencer estuviera poniéndola a prueba, para ver si podía confiar en ella. Sí, seguramente de eso se trataba.
Melisa, en un intento por seguir ganándose la confianza de Arizu, dijo:
―No tenés nada que envidiarle a Kamila Funes. Tu culo es igual al de ella, incluso tal vez hasta un poco más grande.
―¿Te parece? ―Arizu sonrió―. Estoy muy orgullosa de mi culo… y de mis tetas. Te juro que si pudiera lo diría en mis videos… pero, lo de siempre. Me saltarían al cuello, me tratarían de puta.
―Puede ser; pero también ayudarías a muchas mujeres a sentirse orgullosas de sus cuerpos. Ya te lo dije, Arizu, si vos te lo proponés, podés reescribir las normas moralistas. No sería un trabajo fácil; pero la única que puede hacerlo sos vos.
―Tal vez algún día lo intente… tal vez.
―¿Y qué querías ver en el video de Kamila? Me parece bastante repetitivo… de acá hasta el final es siempre lo mismo… el tipo se la mete y se la saca, y ella se la pasa gimiendo todo el tiempo ―a Melisa se le mojó la concha al ver la secuencia de penetración en una pantalla tan grande.
Arizu se sentó en su silla y adelantó un poco el video. Las imágenes seguían pareciendo más o menos iguales; pero ella le estaba prestando atención a otra cosa.
―Mirá bien la concha de Kamila.
―Em… ¿qué tengo que mirar? ―preguntó Melisa, ruborizada. Sí, estaba mirando fijamente la concha, y la verga que entraba en ella, incluso antes de que Arizu se lo pidiera.
―Tiene un pequeño lunar ―Arizu agrandó la imagen. En uno de los gajos vaginales de Kamila se veía un pequeño punto marrón―. Es un detalle muy sutil, como para que alguien que está falsificando el video se ponga a agregarlo. ¿No te parece?
―Puede ser… pero tal vez la persona que hizo el video es muy detallista, y agregó eso.
―Si alguien hizo este video con Image Taboo, es sumamente detallista. Fijate las plantas del fondo, no hay dos iguales, y todas se mueven con el viento. Esto debió costar un montón.
―Es cierto… ¿pero y si hicieron todo con un video real, y luego agregaron la cara de Kamila? Como hicieron con tu video…
―Sí, es posible; pero esa idea no me cuadra mucho. A mí siempre me hicieron aparecer desnuda, pero mirá… en el video Kamila tiene puesta la ropa de gimnasia… y sé que la vi usar un pantalón idéntico en más de un video. Hay demasiadas cosas raras, Meli… estoy prácticamente segura de que es real, esa es Kamila Funes cogiendo con un tipo… y tremenda cogida le están dando. Ninguna boluda, le mete los cuernos al marido con un tipo bien pijudo, que seguramente tiene mucho aguante.
Melisa se sorprendió por la forma en la que hablaba Arizu, nunca la había escuchado usar términos tan sexuales. Pero si todo era una prueba, para demostrarse confianza mutua, entonces Meli debía seguirle la corriente.
―Tenés mucha razón, desde el principio a mí me quedó la duda de que esa realmente es Kamila Funes. Además, ¿que querés que te diga? Tiene una cara de puta tremenda… si alguien va a aprovechar esto de Image Taboo para estar publicando videos sexuales reales, esa es Kamila. Ella es muy vanidosa, nunca me creí ese cuento de que está enamorada de Eulogio Méndez. Me la re imagino cogiendo con tipos así de pijudos. Seguramente con este video va a ganar mucha publicidad para su canal.
―Así es ―Arizu apagó la pantalla―. Bueno, solo eso quería ver… ese detalle del lunar me quedó en el inconsciente; quería verificar si era real. Si algún día aparecen nuevas imágenes o videos de Kamila Funes, voy a estar atenta a ese detalle. Porque si ella busca publicidad, va a subir más videos como éste.
―Sí, es lo más probable.
Arizu giró la silla hacia Melisa y levantó las piernas, hasta dejarlas por encima de los apoyabrazos, quedando completamente abierta, con la concha expuesta.
―Arrodillate ―dijo la rubia.
Melisa miró esa concha sonrosada, de húmedos labios. Tenía los ojos desencajados, como si en cualquier momento fueran a salir de sus cuencas; el corazón le dio un vuelco y la atacó una repentina sensación de vacío en la boca del estómago.
―¿Qué…? ―fue lo único que salió de su boca.
―Sí, que te arrodilles, así me sacás una foto desde ahí… ¿o pensás que sería demasiado porno?
―¿Una foto? ―Melisa volvió a respirar. Era solamente eso. Una foto. Solo eso―. Claro, sí… es decir, ya mismo la saco. No me parece que sea algo muy porno, son fotos para vos… y para la persona que llegue a ser tu pareja. Para mí esto tiene un inmenso valor artístico.
Melisa se arrodilló en el piso y fotografió a Arizu, de cuerpo completo, y luego tomó varias fotos en primer plano de esa concha.
―¿Sería muy zarpado si la abro con los dedos?
―Justo te quería sugerir eso ―dijo Melisa, intentando mantener la compostura profesional―. Pero no me animé, creí que te ofenderias.
―No, para nada. La fotógrafa sos vos. Si se te ocurre algo, decime. No tengo drama en hacerlo… quiero que estas fotos queden muy bien. Em… me estoy sintiendo muy cómoda haciendo esta sesión con vos. Creí que me moriría de vergüenza al estar desnuda frente a otra persona, pero… lo estoy disfrutando mucho.
―Yo también lo estoy disfrutando un montón. Y no tengas miedo, abrí la concha, que la tenés preciosa. No tenés por qué ocultar nada.
Arizu sonrió con sensualidad y usó dos dedos para separar los labios de su vagina. Melisa tragó saliva y comenzó a sacar fotos, la mayoría en primer plano.
―¿Te animás a ponerte en cuatro patas en el suelo? ―Preguntó la fotógrafa.
―¿Como Kamila en el video?
―Em… más o menos, pero… si te parece demasiado…
―Está bien, lo hago.
Arizu abandonó la silla y se puso en cuatro patas, como si fuera una gata en celo. Melisa se apresuró a fotografiarla desde todos los ángulos posibles. Cuando se colocó detrás y fotografió ese magnífico culo, a Arizu se le ocurrió la idea de abrir sus nalgas. Melisa quedó maravillada con esa imagen… podía ver el agujero del culo de Arizu, y toda su concha. Había gente que pagaría una fortuna por ver fotos como ésta de Arizu. ¿Sospecharía alguno de los seguidores de la influencer que ella había hecho una sesión de fotos como ésta?
La rubia pasó un brazo por debajo de su cuerpo y con los dedos se abrió la concha. Melisa notó que había flujo vaginal chorreando de ella. No culpaba a su amiga por estar excitada, para dos moralistas que no estaban acostumbrada a este tipo de situaciones, todo era muy morboso. Ella misma estaba sintiendo acalorada su concha, de solo tener que sacar las fotos. Hasta la asaltó una imperiosa necesidad de masturbarse; pero no podía hacer eso frente a su amiga.
Arizu giró, quedando boca arriba, se apoyó en sus tacos y en uno de sus codos, elevó todo su cuerpo, manteniendo las piernas bien abiertas, como si se estuviera ofreciendo a un amante. Melisa se preguntó si alguno de los seguidores masculinos de Arizu, al ver semejante imagen, aguantaría las ganas de clavarle la pija hasta el fondo. Porque si ella fuera hombre, tal vez lo hubiera hecho. Arizu estaba asociada a una buena imagen, de mujer fuerte e independiente, que luchaba por los valores moralistas… pero ahora mismo Melisa estaba viendo una bomba sexual, con un cuerpo maravilloso, irradiando morbo de cada uno de sus poros.
“Esta es la Arizu que solamente yo conozco ―pensó―. La que sus seguidores no conocen… la que fantasean ver”.
Acá no había Image Taboo de por medio, cada imagen que ella estaba capturando era totalmente real.
Arizu, sin abandonar esa incómoda posición, acarició su concha con la mano que tenía libre. Sabía que estaba haciendo eso frente a Melisa, y que cada uno de sus gestos quedaría inmortalizado en imágenes. Sabía que ella no debía hacerse ese tipo de fotos… ni debía tocarse de esa manera. Pero no podía detenerse.
Abrió una vez más la concha, y en esta ocasión fue más lejos. Se penetró con dos dedos. Miró de reojo a Melisa, esperando encontrarse con alguna señal de desaprobación; pero la fotógrafa estaba inmersa en su trabajo. Se limitó a buscar la mejor posición para capturar el momento.
Arizu pensó en qué pensarían sus millones de seguidores si supieran que ella, en ese preciso momento, estaba desnuda frente a una cámara, metiéndose los dedos en la concha. La idea, en lugar de generarle rechazo, le causó incontrolable morbo. Un morbo que debía apartar de su mente; pero no pudo hacerlo. En lugar de eso, lo abrazó.
Sacó los dedos de su concha, ya estaban húmedos. Acarició su clítoris, y los volvió a meter. Todo esto le produjo un delicioso cosquilleo en toda la zona íntima. Metió y sacó los dedos varias veces. Su mirada se encontró momentáneamente con la de Melisa, y Arizu le dijo, sin palabras: “Sí, ya sé… me estoy pajeando; pero no me molesta que vos mires”.
Melisa tenía la concha totalmente húmeda y el pulso acelerado. Respiró hondo y siguió sacando fotos de esa espectacular escena. Su mente estaba saturada por una certeza: Arizu se masturba. Se hace la paja. No podía saber con qué frecuencia lo hacía… pero estaba segura de que lo hacía. “Sí, señores y señoras que siguen a Arizu desde hace años ―pensó Melisa―. Esta gran moralista es una pajera. Le encanta meterse los dedos en la concha… y a mí también, carajo. A mí también”.
Ya no estaba tomando fotos, había puesto la cámara a grabar. Siguió moviendo los dedos, como si estuviera fotografiando, pero en realidad quería generar un video de Arizu haciéndose una paja… porque la rubia no se detuvo. Separó más las piernas y el ritmo de sus dedos entrando y saliendo, se aceleró. Ella cerró los ojos, como si estuviera sola, y se dedicó a hacerse una paja. “Es una paja en toda regla”, pensó Melisa. Y lo era, porque Arizu no se limitaba a meter y sacar los dedos, sino que también se frotaba el clítoris con fuerza, para después volver a hundir los dedos en lo profundo de su concha. Todo su sexo estaba cubierto de jugos vaginales.
“Que agradezca que soy mujer ―pensó Melisa―. Si fuera hombre, ya le hubiera clavado la pija hasta la garganta”.
Arizu se reprochó mentalmente su grotesco comportamiento; pero como Melisa no emitió ni una sola queja, no pudo juntar el coraje extra para luchar contra sus impulsos. El piso de esa habitación estaba completamente cubierto por una alfombra blanca, que hacía parecer que la sala estaba cubierta de nieve. A veces Arizu se acostaba en la cálida alfombra, totalmente desnuda, y se hacía una buena paja… pero ésta era la primera vez que lo hacía frente a otra persona… y esa persona tenía una cámara.
Se acostó, con las piernas bien abiertas. Amasó sus tetas con una mano y con la otra siguió estimulándose la concha. No pudo contener los gemidos que luchaban por salir de su garganta. Cuando Melisa los escuchó, fue como recibir una descarga eléctrica en el clítoris.
La escena continuó hasta que Arizu tuvo un orgasmo, y lo expresó con gemidos aún más potentes, y espasmos involuntarios de su cuerpo. Por unos segundos se olvidó de Melisa, de la cámara, de sus seguidores… todo su mundo se volvió placer, y sus dedos ya se movían solos, intentando extender el clímax lo más posible.
Cuando se calmó miró a Melisa a los ojos, se avergonzó e inmediatamente se puso de pie. Sacudió de su cuerpo imaginarias motas de pelo, como si eso limpiaría su imagen.
―Perdón, no sé qué me pasó ―dijo Arizu―. Em… no pienses mal, yo nunca hago ese tipo de cosas… es que…
―Está bien, está bien. No tenés que avergonzarte de nada. Saqué unas fotos espectaculares, sos la mejor modelo que tuve en mi vida. No sabés cuánto agradezco que me hayas tenido la confianza suficiente como para permitirme hacer esta sesión de fotos.
―Bueno, gracias ―Arizu sonrió mientras intentaba recuperar el ritmo de normal de su respiración.
―Dame unos días para editar las fotos, y te paso todo.
―Está bien, pero… no se las muestres a nadie, por favor.
―¿Qué, estás loca? Jamás le mostraría estas fotos a nadie. Sos mi amiga, y mi mejor cliente. Sería muy estúpido de mi parte traicionar esa confianza.
―Me tranquiliza mucho saberlo. Se me fue un poquito la mano con las poses, no tenía intenciones de que esto se pusiera tan… pornográfico.
―Arte erótico. No es lo mismo. Esto no es pornografía, es arte erótico. Y no tiene nada de obsceno.
―Sí, eso es muy cierto. Gracias por todo.
Melisa se apresuró a poner excusas para marcharse. Quería estar en su casa lo antes posible. Arizu imaginó que se debía a la incomodidad que le había causado toda la situación. Pero en realidad Melisa quería estar sola, en su cuarto, para hacerse una buena paja.