Ilegalmente tuya 9

Que pasará entre Patricia y Sebastián?

ILEGALMENTE TUYA 9

Patricia fue quien reaccionó primero; a pesar de que sus emociones la estaban dominando, un destello de lucidez la hizo separarse apresuradamente de Carolina; ésta, al sentir sus labios abandonados, abrió los ojos, reflejándose en ellos la gran confusión que sentía; esperó con resignación el habitual estallido de Patricia, quedándose sorprendida cuando la rubia acomodó un mechón de su cabello.

  • Creo que alguien necesita dormir –dijo Patricia mirándola con ternura
  • Si, yo también eso creo
  • Ok, nos vemos mañana entonces, si necesitas algo avísame por favor –respondió Patricia mientras se retiraba de la habitación.

Una vez a solas, la desconcertada Carolina pasó sus dedos por sus labios; aún sentía palpitar en ellos la presencia de la húmeda y tibia boca de Patricia –que le pasa a esta loca? – se preguntó- no chica! Que te pasa a ti??? Acaso el golpe te ha dejado tocada o que?. Estaba un poco mareada, entre lo de su accidente y la extraña reacción de su jefa, sumado a lo que había sentido cuando la beso, no sabía ni que pensar ni que hacer; poco a poco, el sueño fue venciéndola y en unos minutos, dormía profundamente.

Una ligera sonrisa bailaba por el rostro de Patricia; no pudo evitar suspirar y recargar su espalda contra la puerta de su habitación; cerró los ojos y recordó las sensaciones que la embargaron cuando besó a Carolina; sentía su corazón latir desbocado y un súbito calor recorrió su cuerpo; pasó sus dedos por los labios y al igual que Carolina, sintió en ellos la suavidad de la joven pero no inexperta boca que hacía tan solo unos segundos, había danzado sobre ellos. Se había dejado llevar sin pensar, tal como ya lo había hecho años atrás con Laura, e inexplicablemente, en esta ocasión no se sentía confundida; tenía claro algo: Carolina le atraía como la miel a la mosca, y estaba segura que todo era producto de alguna rara fantasía sexual; claro! –pensó- no soy lesbiana, solo he caído en la rutina con Sebastián y esta chica me atrae, pero solo es una fantasía, así que si me relajo y simplemente disfruto lo que está sucediendo, se me pasará –concluyó mas tranquila; unos minutos mas tarde, también se entregaba a un sueño reparador.

El punzante dolor de su pierna izquierda despertó a Carolina a la mañana siguiente; se sentía fatal, le dolía todo el cuerpo y lo peor de todo era el martilleo de su cabeza, pues parecía que alguien taladraba sus sienes; trató de enderezarse pero estaba mareada y exhausta, así que optó por apoyar la cabeza en la almohada; quizá si intentaba relajarse se sentiría menos mal –acaso será eso posible- pensó desanimada- quería ir a casa, pues no estaba nada cómoda con su abominable e impredecible jefa; como un flechazo vino a su mente el recuerdo de los besos robados unos días atrás y el inesperado contacto de la noche anterior; no pudo evitar sonreír, pues debía reconocer que Patricia besaba riquísimo y que su boca era una delicia. Definitivamente su jefa le encantaba, pero estaba muy consciente de que sería una locura intentar cualquier cosa con ella, pues era claro que la mujercita chiflada ni siquiera sabia que quería, y Carolina no estaba dispuesta a ser un experimento ni mucho menos, la satisfacción de una buga aburrida de su relación con el novio. En esas estaba, cuando la súbita aparición de Patricia la sacó de sus reflexiones:

  • Buen día, como amanecimos?
  • Eh??... hummm… la verdad es que…. Me siento fatal –respondió Carolina;
  • Si? Que te duele?
  • Uff! Mejor sería preguntar que NO me duele –dijo Carolina con sarcasmo
  • Uyyy! Alguien pasó mala noche eh!, no te preocupes, el médico te envió unas pastillas para el dolor, están ahí, junto al buró, ya las tomaste?
  • No, me siento demasiado débil y francamente no tengo cabeza para nada;
  • Ok, ok, veamos, toma, con dos de estas te sentirás como nueva –dijo Patricia alargándole el vaso y el medicamento.

Mientras Carolina las tomaba, Patricia no pudo evitar observarla con atención: pese a la palidez del joven rostro y a las ligeras cortaduras, su belleza era innegable; los carnosos labios le daban un toque sexi y las largas pestañas hacían que la mirada de Carolina fuera mas profunda; las manos, con uñas no muy largas, eran delicadas y pequeñas; recorrió con la mirada la columna del cuello de la joven y no pudo menos que preguntarse que se sentiría posar sus labios en la suave piel de éste y mas abajo aún, en el sitio donde empezaba el escote. No pudo evitar enrojecer cuando se vio sorprendida en su exploración por su pupila, quién no pudo evitar el sarcasmo al preguntarle:

  • Lic. Ya terminó de examinarme?? –preguntó Carolina con sarcasmo
  • Ups!... ehh!.... yo… no estaba examinándote;
  • Ah! Pues como me ve como insecto bajo el microscopio, por eso pregunté;
  • Jajaja! Noo, para nada –respondió Patricia divertida- mejor me voy, haré el desayuno, te parece bien un poco de fruta y cereal o prefieres algo mas fuerte?
  • Eso está perfecto, gracias –dijo Carolina sintiéndose un poco avergonzada del tono que usó.

Patricia se dirigió a la cocina sonriendo; realmente Carolina le alegraba el momento, aunque reconoció que los días pasados se había portado insoportable y que merecido se tenía que la joven estuviera a la defensiva y le contestara como lo hizo; mientras picaba un poco de fruta y ponía la cafetera, decidió que ya era hora de que modificara su actitud, tal vez si le mostraba su lado amable, ésta dejaría de estar a la defensiva y contestando con el sarcasmo con el que lo hacía. Preparó una pequeña charola en la que colocó la fruta, un poco de yogourth, jugo, cereal, unas crujientes tostadas con mantequilla, café y leche; Carolina no pudo contener su asombro cuando su jefa puso frente a ella su desayuno:

  • Wow! Esto se ve muy bien y con el hambre que tengo –dijo mientras picaba un trozo de melón;
  • Espero te guste la fruta –dijo Patricia observándola
  • Si claro, me encanta, de esto que has traído lo único que no me gusta es el café –dijo Carolina mientras mordisqueaba una tostada
  • Ah!, bueno, en ese caso, me lo cedes?
  • Si

Patricia tomó la taza y mientras tomaba algunos sorbos del humeante líquido, sintió la penetrante mirada de Carolina sobre ella:

  • Que pasa?
  • Hummm… siempre me he preguntado… porque a las personas les gusta tanto el café?, es horriblemente amargo –preguntó Carolina
  • Vaya!... pues… no se… buena pregunta… aunque tienes razón en decir que es amargo, me agrada el saborcito –respondió Patricia pasando sus lengua por sus labios;
  • Eso veo, te relames los bigotes como aquel gato que se ha comido el ratón, jejeje! –dijo Carolina divertida
  • Uhhh! Ya me dijiste bigotona!!! –respondió Patricia muy seria
  • Ohh!, no, no, yo… quise decir –balbuceó la joven también muy seria
  • Jajajaj! Caíste!

Carolina quedó totalmente desconcertada al oír la franca carcajada de su cada vez mas impredecible jefa; así que la mujercita sabía bromear y carcajearse? Vaya que era como una caja de Pandora; aparte, debía reconocer que de algún modo inexplicable se veía mejor como estaba ahora, en pijama, sin maquillaje y con el rubio cabello cayendo suelto y libre sobre sus hombros; inclusive se veía mas joven y definitivamente, le sentaba excelente la sonrisa en la cara y no el habitual gesto adusto que casi siempre la acompañaba. Después de la sonora carcajada de Patricia, se hizo un silencio un tanto incómodo entre ambas, mismo que fue roto por el timbre de la puerta

  • Quien será? –preguntó Carolina
  • Uff! Creo que ya se quien es, permíteme voy a abrir –dijo Patricia sin ocultar su molestia, mientras se dirigía a atender el llamado.

Al abrir la puerta, se encontró de frente con un enorme ramo de rosas, detrás del cual se encontraba Sebastián

  • Hola preciosa, como amaneció mi güera consentida? –saludó alegremente
  • Güera consentida? Pues cuantas tienes? –dijo Patricia sin poder evitar un dejo de molestia en su tono
  • Uuuuuhhh! Estás de mal humor? Que raro ehh! –respondió Sebastián- huele a café? –preguntó mientras olfateaba
  • Si, acabo de hacerlo, quieres una taza?
  • Yep!
  • Toma, ya desayunaste? –dijo Patricia entregándole la bebida
  • Nop, por eso vine, a robarte para irnos a desayunar por ahí y ver que hacemos el fin de semana, creo que sería bueno para que platiquemos bien y ….
  • Espera, no puedo ir a ningún lado –interrumpió Patricia
  • Porque no?, no me salgas con que tienes un término o un asunto o que se yo! –dijo Sebastián empezando a sentirse molesto
  • Nooo, lo que pasa es que estoy cuidando a… a una de mis pasantes –dijo Patricia titubeando
  • Como?? Ahora eres nana o que???
  • No soy nana de nadie, sucede que la chica tuvo un accidente y no hay quien la cuide, así que me tocó hacerlo
  • Ok, ok, vamos a verla entonces, le conseguimos una enfermera y tu yo nos perdemos por ahí si, -dijo Sebastián mientras intentaba abrazarla
  • Eh??... pues.. verás… el punto es que la chica está aquí –respondió Patricia mientras se escabullía de los brazos de su novio
  • Ah si?? Orale! Y eso porque?? Que tampoco tiene casa o que pex??
  • Si tiene, solo que no puede moverse, y la traje aquí porque lo consideré mas cómodo
  • Ahh! Y de cuando acá tu eres taaan amable con tu gente eh?, no será que tu pasante es él y no ella? –preguntó Sebastián con suspicacia
  • Él?, estás loco Sebastián, no me hagas reír!
  • Mmmm…. Segura? Donde está, quiero verla;
  • Ay por favor!, no seas impertinente, la chica está toda golpeada y creo que lo último que quiere es que alguien la vea en ese estado
  • Si? Pues que raro que no quieras que la vea, algo te traes, te veo nerviosa –dijo Sebastián
  • Estás celoso o que te pasa?
  • Celoso? Claro que no! Solo que últimamente estás muy rarita, y hace rato como que titubeaste cuando dijiste que estas cuidando a sabe quien; donde tienes a tu "enferma", en tu habitación? –dijo Sebastián mientras se dirigía al cuarto de Patricia
  • Estás loco o que?? –dijo Patricia mientras prácticamente corría detrás de él
  • Vaya! Aquí no hay nadie, así que… veamos que encontramos en el otro cuarto.

Antes de que Patricia pudiera hacer algo, Sebastián entró como bólido a la habitación donde se encontraba Carolina

  • Epa!, mira a quien tenemos aquí!
  • Hum? Que pasa? –respondió la somnolienta joven
  • Nada Caro, sigue descansando, perdona por la intromisión –respondió el sorprendido Sebastián mientras salía con rapidez, seguido por la cada vez mas enojada Patricia.

Una vez en la sala, la rubia no pudo ocultar su enojo:

  • Ya estarás contento no?, quien diablos te crees que eres para andar revisando mi casa eh??? –dijo Patricia alzando la voz
  • Ohh bueno… pues es que pensé que me ocultabas algo –respondió Sebastián
  • Pues ya viste que no oculto nada, así que hazme el favor de irte ahora mismo
  • Pero no te enojes, mira nena
  • Largo! Ya te dije que te vayas..
  • Oye! Tampoco es para que te pongas en ese plan!
  • Me pongo como quiero…. Sabes? Me tienes harta! –dijo Patricia dirigiéndose a abrir la puerta
  • Me carga la madre! Por lo visto contigo no se puede, ya me largo y sabes? Tu también me tienes harto! –respondió Sebastián mientras daba un portazo.

Patricia suspiró con fastidio; se dio cuenta que ya su situación con Sebastián se estaba volviendo insostenible, las últimas veces que habían estado en el mismo sitio, acababan discutiendo y ya no encontraba la forma de tratarlo sin llegar al punto donde perdía la paciencia; en eso estaba cuando un ruido apagado la hizo reaccionar; éste provenía del cuarto donde se encontraba Carolina, así que rápidamente se dirigió hacía allá, encontrándose con la joven intentando ponerse de pie, sin mucho éxito por lo visto

  • Vamos niña! Que haces??? –preguntó mientras sostenía por un brazo a la joven
  • Intento ir al baño –dijo la avergonzada Carolina intentando mantener el equilibrio con un solo pie
  • Bien, yo te ayudo, vamos –respondió Patricia mientras pasaba un brazo por su espalda y cuidadosamente la llevaba hacía el sanitario
  • Gracias, yo puedo entrar sola, no es necesario que me sientes en la taza
  • Eh?, ahh! Perdón, no pretendía semejante cosa señorita, pasa y te espero aquí afuera si?
  • Ok, vale

Algunos minutos después, Carolina había vuelto a su cama y Patricia se había retirado; la joven se quedó pensando que su jefa le hacía sentir cosas muy extrañas; se sentía protegida a su lado, aunque tal vez eso se debiera al estado de vulnerabilidad en el que se encontraba; no pudo evitar entristecerse al darse cuenta que en realidad, fuera de Patricia, no había alguien mas en México que se preocupara por ella, pensó en su madre a miles de kilómetros, quizá pudo haber muerto y ella ni por enterada; sin apenas darse cuenta un par de lágrimas rodaron por sus mejillas; justo en ese momento entró Patricia, quién al verla llorar, colocó a un lado la charola que llevaba y se sentó a su lado, abrazándola tiernamente.

  • Que pasa pequeña?, te duele algo –dijo mientras acariciaba el cabello de la joven
  • Si! Me duele todo, y además… mi mamá –respondió entre hipidos la chica
  • Tu mamá! Cierto, hay que avisarle
  • Nooo… si le aviso se asustará y querrá venir
  • Y luego? Que hay de malo?
  • No es buena idea, es mucha la plata que hay que ocupar para el viaje y en realidad no tengo nada grave –respondió Carolina mientras pegaba su cara al pecho de su jefa y lloraba desconsoladamente.

A la joven le agradó el aroma fresco de su jefa, en la posición en la que estaba podía sentir claramente los senos de ésta en sus mejillas, escuchaba los acelerados latidos de su corazón y sentir su mano acariciando sus cabellos, hizo que un estremecimiento la recorriera; Patricia mientras tanto, sentía el cálido aliento de Carolina en su pecho y no pudo evitar que su piel se erizara mientras pasaba su mano lentamente acariciando su cabello; cuando Carolina alzó la vista y Patricia vio esos ojos anegados en lágrimas, así como el puchero que se formaba en su boca, no pudo evitar que sus labios corrieran al encuentro de los de la joven.

El beso llegó sin previo aviso para ninguna de las dos, que sin fuerza, se entregaron a él.