Ilegalmente tuya 8

...los senos de Carolina se encontraban completamente desnudos y atrapados contra los de Patricia....

ILEGALMENTE TUYA 8

El inesperado sonido del teléfono tomó por sorpresa a Patricia; tenía un buen rato intentando dormir, y cuando por fin estaba a punto de lograrlo, el inoportuno timbrazo de su celular la sacó del sopor en el que estaba; decidida a ignorarlo, se puso una almohada en la cabeza, con la esperanza de dejar de oírlo.

  • Al diablo contigo Sebastián –pensó mientras el molesto sonido le taladraba los oídos.

Después de varios timbrazos, por fin llegó el silencio, para ser interrumpido en pocos segundos por una nueva sucesión de llamadas que resultaba imposible ignorar, así que sumamente irritada, Patricia abandonó su confortable cama, su reloj marcaba casi la medianoche:

  • Quien habla? –preguntó después de ver el número desconocido en la pantalla
  • Hola? –dijo una voz femenina
  • Si? – respondió a su vez un tanto desconcertada
  • Perdón por llamar tan tarde, pero… es una emergencia, le estoy hablando del hospital universitario..
  • Como? Que pasó?? –interrumpió Patricia sintiendo como un nudo se empezaba a formar en su garganta
  • Mire, soy trabajadora social, le pido que mantenga la calma y….
  • Calma??? Como quiere que mantenga la calma, vaya al grano caramba! –volvió a interrumpir Patricia
  • Si deja de interrumpirme sería mejor… conoce a Carolina Ríos Moreno? –dijo la voz desconocida
  • Carolina? Que le pasó? –cuestionó Patricia sintiendo un vuelco en el estómago
  • La conoce? Podría por favor venir al hospital, ella está… un poco lastimada y es necesario que venga –replicó de nueva cuenta la mujer
  • Si claro, dígame que le paso? Es grave?
  • No puedo darle mucha información por este medio, la señorita sufrió un accidente y está aquí, así que es necesario que venga por favor
  • Si, voy para allá de inmediato! –dijo Patricia colgando sin mayor preámbulo.

Patricia se sentía pasmada; mientras se dirigía a toda velocidad rumbo al hospital, mil cosas pasaron por su cabeza; la posibilidad de que Carolina estuviera muerta o malherida le dolía de una manera que no podía explicarse; sentía que se ahogaba y que un nudo le atenazaba el corazón; ante un semáforo en rojo, se percató que gruesas lágrimas corrían imparables por sus mejillas, sentía una desesperación desconocida, quería volar y ver a su joven pupila; el trayecto se le hizo eterno aún cuando estaba relativamente cerca del hospital.

Una vez que logró estacionarse, llegó al área de urgencias, donde se encontró con una gran cantidad de heridos; algunos en camillas, mientras otros mas se quejaban sin que nadie les prestara atención; la vista de gente sangrando y quejándose la dejó atónita; aterrada, pensó que tal vez Carolina se encontraba igual que todos ellos, por lo que buscó con desesperación entre los rostros sangrantes con sentimientos encontrados; por un lado, tenía pánico de lo que podía encontrar y por otro, deseaba fervientemente ver a Carolina.

Después de cruzar entre algunos heridos, personal médico, familiares y demás, llegó por fin al mostrador, donde angustiada buscó quien le diera informes, encontrándose con una atareada mujer que por un lado atendía el teléfono y por otro hacía anotaciones en una lista; con un seña le pidió a Patricia que esperara; unos interminables minutos después, la mujer por fin colgó y dijo:

  • A quién busca?
  • Vengo por Carolina Ríos Moreno –respondió Patricia
  • Veamos…. Ríos Moreno… hummm…! –dijo la mujer mientras checaba la pantalla de su pc
  • Que pasó señorita? –preguntó Patricia mientras la angustia crecía en su pecho;
  • Pasó que hubo una carambola en la recta a Cholula y hay muchos heridos, así que permítame y no me distraiga –dijo la mujer lanzándole una gélida mirada
  • Ok, ok, solo dígame como está, está… viva?
  • Si claro, si no lo estuviera no la traen aquí! –dijo la mujer con franca impaciencia
  • Ah!
  • Ya! Está en traumatología, vaya por el pasillo y pregunté ahí por favor;
  • Como? Por donde?? –dijo Patricia sintiéndose a punto de explotar;
  • T R A U M A T O L O G I A señorita, que no entendió??
  • Si carajo! Pero por donde me voy o que??;
  • Uff! Veamos… -dijo la mujer dándole una serie de explicaciones que Patricia anotó mentalmente, saliendo de inmediato del lugar.

Minutos después, por fin dio con el sitio donde tenían a Carolina; le informaron que estaban suturándole algunas lesiones en la cabeza y que ya le habían hecho algunas placas; aparentemente no había sufrido ninguna fractura y solo tenía golpes y algunas cortaduras, pero que aún tenían que esperar los resultados de los exámenes que le habían realizado para poder saber con precisión que tan graves resultaban sus lesiones.

Patricia no pudo evitar preguntar como era que habían dado con ella y la respuesta fue simple: en el pequeño auto encontraron la agenda de Carolina y en ella, ésta había anotado como números de emergencia el suyo y el del despacho, y esa era la razón por la que la habían llamado. Solicitó verla, y después de casi 20 minutos de interminable espera, por fin la dejaron pasar al pequeño cubículo donde se encontraba Carolina.

El médico le advirtió que no sería agradable, por lo que se preparó para lo peor; cuando por fin la vio, sintió que el corazón se le encogía: Carolina se encontraba con un vendaje en la cabeza, algunos pequeños cortes distribuidos por su rostro mortalmente pálido, cubierto por una mascarilla de oxígeno y en un brazo, un tubo le suministraba suero, mientras en el otro tenía conectado el equipo que detectaba sus signos vitales; el bip bip del aparto era lo único que se escuchaba en la habitación. Los hermosos ojos de su pupila se encontraban cerrados y Patricia no pudo menos que sentir que su estómago daba un vuelco, mientras un profundo dolor le atenazaba la garganta; al verla así, tan indefensa, no pudo contenerse y se acercó lentamente a ella, depositando un suave beso en la fría mejilla de Carolina.

Preguntó si podía quedarse y la enfermera solo se encogió de hombros, diciéndole que no había sitio, y que si quería quedarse, tendría que estar de pie junto a la paciente, retirándose y dejándola a solas con Carolina; decidió que no la dejaría sola ni un minuto, así que optó por poner una de sus manos en la de su pupila y esperar. Dos horas después, un médico se acercó a revisar a Carolina:

  • Ya checamos todas las placas, y aparentemente no existen fracturas
  • Aparentemente? Eso que quiere decir? Que es probable que si exista alguna o que? –preguntó Patricia
  • Así es, puede haber algo mas, pero eso solo con una tomografía lo sabremos
  • Y cuando harán ese estudio? Porque está inconsciente? Porque tiene la cabeza vendada? –cuestionó de nuevo Patricia
  • Pues en cuanto haya un tomógrafo disponible, la señorita está sedada y los vendajes los tiene porque fue necesario suturarle algunos cortes que traía en el cuero cabelludo –explicó pacientemente el médico
  • A ver, doctor, me está diciendo que no tienen el aparato ese??? –
  • Así es señorita, no hay, al menos no aquí, el único que existe está descompuesto y….
  • Descompuesto??? Que les pasa??? Como es eso posible??? –interrumpió Patricia sintiéndose cada vez mas alarmada
  • Señorita, le recuerdo que esto no es un hospital privado..
  • Ok, ok, donde hay un tomógrafo?
  • Pues solo en algún hospital privado, pero habría que trasladar a la señorita y….
  • Ok, prepárela, me la llevo a donde sea necesario, puede moverse verdad?
  • Pues… si… no veo mayor inconveniente, veré que se hagan los trámites pertinentes

Mientras le hacían diferentes estudios a Carolina, Patricia daba vueltas impaciente en la sala de espera del moderno hospital donde había sido trasladada; ignoraba si su auxiliar contaba o no con seguro de gastos médicos, pero eso era lo de menos; cada minuto que pasaba crecía su nerviosismo pues no sabía que tan grave estaba Carolina; un par de lágrimas rodaron por sus mejillas cuando pensó en que tal vez no despertaría mas.

Cuando por fin un amable médico se acercó y le indicó que Carolina solo tenía algunas contusiones en el cuerpo, mas los cortes en la cabeza que no resultaban graves, así como un esguince en el tobillo izquierdo, por lo que al día siguiente sin mayor problema podría ser dada de alta, Patricia sintió que el alma le volvía al cuerpo, por lo que decidió quedarse a cuidarla; entró a la habitación donde ésta aún dormía; no pudo evitar sentir una infinita ternura cuando la vio tan vulnerable, su rostro aún pálido le parecía tan hermoso a pesar de los pequeños cortes que lo surcaban, y sin poder evitarlo, acarició las mejillas de la joven sintiendo su cuerpo estremecerse ante el contacto. Tomó una silla y se sentó junto a la cama de su pupila, y sin apenas darse cuenta, el sueño la venció mientras una de sus manos tomaba la helada mano de Carolina, buscando transmitirle su calor.

Carolina abrió los ojos un tanto desconcertada, donde se encontraba? El sitio le resultaba absolutamente desconocido; sentía como si tuviera una plancha encima de ella y un agudo dolor en su pierna izquierda; se encontraba totalmente desorientada, y peor aún, cuando al girar el rostro, vio la rubia cabellera de su insoportable jefa cubriendo su antebrazo derecho, mientras ésta dormía apoyada en la cama.

  • Vale chica, que me pasó? Dios mío que me paso? mi carro? –se cuestionó para si Carolina- donde estoy y que hace esta loca aquí?? porque me toma de la mano? Ayy! no entiendo nada!!!

Trató de incorporarse, pero el fuerte dolor en la cabeza y un súbito mareo se lo impidieron; sus movimientos despertaron a Patricia, quien de inmediato preguntó:

  • Necesitas algo?
  • Ouch! –respondió Carolina intentando tocar su cabeza sin éxito, pues el suero se lo impidió –que si necesito algo??, no se donde estoy, que pasó con mi auto y porque me siento como si una maldita góndola me hubiera atropellado, por Dios!….
  • No te muevas, tienes algunos golpecillos –dijo Patricia en un tono hasta entonces desconocido para Carolina
  • Que paso? - dijo ella intentando calmarse un poco, pues cada vez se sentía más alterada
  • Pasó que quedaste en medio de una carambola, y saliste con algunos golpes
  • Ahh! Y…. ouch! Mi pierna! Que le paso? Porque no me puedo mover y me duele? –preguntó Carolina al borde del llanto
  • A ver pequeña, tranquilízate si? –dijo Patricia ayudándola a incorporarse – tienes un esguince y algunos golpes como ya te dije, nada grave, te darán de alta mas tarde
  • Si? Segura? – preguntó Carolina haciendo pucheros mientras a duras penas contenía el llanto
  • Segura, no te asustes si?, aquí estoy contigo –dijo Patricia estrechándola contra su pecho

Carolina ya no pudo contenerse y empezó a llorar desconsoladamente, se encontraba adolorida, asustada, desconcertada y se sentía terriblemente sola; que pasaría ahora con ella? –se preguntó- estaba lejos de su país, de su familia, no conocía a nadie mas que a la ogra mala de su jefa y no tenía ni idea de que era lo que en realidad tenía; Patricia mientras tanto no sabía que decir, se limitaba a abrazar a la hermosa joven, sentía como se estremecía por el llanto y sin poderse contener, depositó un tierno beso en la cabeza de Carolina, mientras tomaba su cara por la barbilla

  • Pequeña, no llores si?, todo estará bien, no tienes nada grave, en unos días podrás caminar normal
  • No lloro por eso, coño! –dijo Carolina intentando controlar el llanto
  • Entonces?
  • Que voy a hacer para pagar esto, no tengo seguro médico, estoy lejos de mi país, no conozco a nadie, estoy sola como un dedo! Completamente sola!
  • Ah! Ok, ok, no te apures por la cuenta, eso lo vemos luego y pues me tienes a mi, o no? –dijo Patricia intentando calmarla
  • A Usted?? Ufff! – replicó Carolina mientras cerraba los ojos y lloraba desconsoladamente.

Antes de que Patricia pudiera responder, fueron interrumpidas por el médico que había atendido antes a Carolina:

  • Buenos días! Que dice mi paciente?
  • Hola? –dijo Carolina sintiéndose cada vez mas desconcertada
  • Veamos señorita –dijo el médico revisando las pupilas de Carolina – Humm!... yo creo que en la tarde se va a su casa señorita, solo tendrá que guardar absoluto reposo unos cuatro o cinco días y bueno, lo del esguince llevará mas tiempo, así que con que no forcé la pierna y evite caminar, será suficiente hasta que venga a que le retiren la férula
  • Que?? Como que reposo absoluto, tengo que trabajar doctor –protestó Carolina –y mi escuela?, doctor no estoy en momento de darme de vaga!
  • Pues… dudo que pueda hacerlo en sus actuales condiciones y bueno, si no quiere agravar la situación más vale que me haga caso, sus lesiones no son de cuidado pero si no guarda reposo, puede caer y lastimarse peor, así que no discuta y a su casa a descansar –concluyó el médico saliendo del lugar.

Patricia lo siguió y minutos después, regresó a la habitación; ya había recuperado su habitual expresión y pregunto sin mayor preámbulo:

  • Hay alguien que pueda cuidarte en tu casa?
  • Mmmm- dijo Carolina pensativa – la verdad es que no, vivo sola desde que llegue y no tengo a alguien como para pedirle que me cuide;
  • Bueno, no se hable mas entonces, te vas conmigo, me haré cargo de cuidarte estos días –respondió Patricia
  • Que???? Por supuesto que no! Yo me voy a mi casa chica! Ya hizo suficiente con venir hasta aca–dijo Carolina intentando incorporarse, pero un súbito mareo se lo impidió;
  • Ah si? Irás a tu casa y que más? –dijo Patricia sonriendo irónicamente ante la palidez de Carolina

Por la tarde, una vez que Carolina fue dada de alta, Patricia acudió por ella y sin darle la menor oportunidad de que protestara, la llevó a su confortable departamento; sin mayores miramientos la instaló en la habitación de visitas y luego de cerciorarse que estuviera cómoda, se sentó a su lado y preguntó:

  • Tienes hambre?, dijo el médico que podías comer algo ligero
  • No, me duele mucho la cabeza y me siento… sucia –dijo Carolina
  • Sucia?
  • Si, quisiera… pues… darme un baño, me pica el cuerpo
  • Ahh!, ok, hay agua caliente, creo que es buena idea que te metas un rato al jacuzzi, te ayudará a relajarte –dijo Patricia
  • Creo que si… me duele todo –respondió Carolina esbozando una tibia sonrisa

Minutos después, ayudada por Patricia, Carolina se dirigió hacía la habitación de su jefa; le sorprendió la calidez que ésta reflejaba: la cama con algunos cojines, la cabecera de madera que resaltaba sobre la pared de tabique pulido, las lámparas que daban una tenue luz indirecta, los espejos que le daban un toque de amplitud al lugar, el armario antiguo al fondo, una pequeña chimenea simulada y el tapete de lana de coloridos tonos que daba un toque alegre a la sobria habitación, hacían un conjunto interesante y muy acogedor.

El baño, a juego con la habitación, repentinamente le pareció a Carolina demasiado pequeño para que ambas estuvieran en él, por lo que un poco nerviosa le pidió a Patricia que la dejara a solas; ésta solo se limitó a darle una bata de baño, algunas toallas y después de preguntarle si no necesitaba algo mas, salió dejándola sentada en la orilla del jacuzzi que invitaba a sumergirse en él. La joven no pudo evitar suspirar cuando por fin logró sentarse; se sentía fatal, le dolía todo, sentía que la cabeza le punzaba al igual que la pierna; dejó que el agua caliente la cubriera hasta el cuello y se acomodó para disfrutar del lugar; sin apenas darse cuenta empezó a sentirse adormilada y en unos minutos, se entregó a los brazos de Morfeo sin mayor preámbulo

Patricia checó su reloj hacía poco mas de 20 minutos que había dejado sola a Carolina y no había escuchado un solo ruido, por lo que preocupada, se dirigió al baño y tocó la puerta:

  • Estás bien Carolina? –preguntó

Volvió a tocar la puerta y al no obtener respuesta, decidió entrar, pensando que tal vez Carolina se había desmayado; no estaba preparada para lo que encontró: la bella joven yacía semisentada, con la cabeza echada hacía atrás y apoyada en el borde el jacuzzi, mientras sus hermosos senos sobresalían por encima del agua; quizá el frio los había endurecido un poco y los sonrojados pezones asomaban indiscretos e indiferentes al sueño profundo en que su dueña se encontraba sumergida; los sonrosados labios perfectamente depilados de su sexo alcanzaban a vislumbrarse a través de la semitransparente superficie, haciendo que a Patricia se le secara la garganta; no pudo evitar quedarse de pie observando el tentador cuerpo de rotundas caderas y hermosas piernas, la breve cintura y el plano abdomen adornado por una pequeña joya, hacían que todo el conjunto fuera delicioso, y a pesar de su palidez, en el relajado rostro de Carolina, sobresalían sus turgentes labios, que en ese momento, deseo besar como nunca. Patricia decidió salir de allí inmediatamente, girando en redondo para salir, pero recordó las condiciones en que se encontraba la joven y consideró que no era buena idea dejarla sola en esas circunstancias.

Sintiéndose un poco culpable por sus pensamientos, Patricia tomó una de las gruesas toallas que había dejado y se acercó lentamente a Carolina, quién despertó sobresaltada al sentir una mano tibia sobre su hombro; momentáneamente se sintió descontrolada, y al reparar en donde y en que condiciones se encontraba, trató de incorporarse mientras sus manos cubrían sus desnudos senos

  • Ooopsss! Creo que me dormí, perdón!; llevas mucho tiempo allí parada? -pregunto Carolina mirándola de reojo….
  • Este…. Ehh!... no, apenas entré… no te apures, vamos toma la toalla –respondió nerviosamente Patricia
  • Si, gracias –respondió Carolina cogiendo la toalla que Patricia le tendía.

Al hacerlo, inevitablemente sus manos se rozaron, provocando que ambas se estremecieran; Patricia intentó ayudarla a incorporarse, en tanto Carolina se tambaleaba, provocando que su cuerpo quedara pegado al de su jefa; por interminables segundos, ambas se quedaron petrificadas; los senos de Carolina se encontraban completamente desnudos y atrapados contra los de Patricia, quién sentía el enloquecedor latir de su corazón retumbar en sus oídos, mientras los obscuros ojos de Carolina se clavaban en los suyos, haciendo que una muda corriente las recorriera, erizándoles la piel. Por breves instantes, sus labios se fueron acercando, buscándose anhelantes… solo que Carolina paró en seco:

  • Estee! Ehh!... mejor me llevas a la cama la verdad no me siento bien - dijo en un tono algo cortante;
  • Ok vamos, es necesario que descanses… lo necesitas - respondió una desconcertada Patricia.

Una vez que instaló a Carolina en su habitación, Patricia decidió tomar algo caliente, y mientras lo hacía, dejó que su mirada vagara a través de los ventanales de su departamento; estaba anocheciendo y algunas sombras se dibujaban en el horizonte; suspiró cuando recordó a su inesperada huésped y no pudo evitar saborear sus labios al venir a su mente la imagen de Carolina y ella a punto de besarse en el baño, el cuerpo desnudo de la joven y sobre todo, lo que había sentido; la piel se le erizo de nuevo y con determinación movió la cabeza de un lado a otro, intentando sacudirse esa sensación.

  • No, no, no, solo vas a cuidarla unos días Patricia, así que ni te emociones, ni estés pensando tonterías –se dijo para si misma.

Satisfecha por haber sacudido las inquietantes ideas que la rondaban, decidió trabajar un rato, pues aún era temprano; se sumergió en algunos expedientes que había llegado cuando un tenue quejido llegó a ella, por lo que de inmediato se dirigió a la habitación de Carolina. Esta se encontraba dormida, pero por lo visto sufría de alguna pesadilla porque gruesas lágrimas se filtraban a través de sus ojos cerrados, mientras gemía; Patricia se acercó a despertarla y después de dos o tres intentos, por fin lo logró; cuando Carolina abrió completamente los ojos, continuaba llorando desconsoladamente y se refugió en los cálidos brazos de su jefa, quien no pudo evitar abrazarla con ternura

  • Ya pequeña, tranquila –dijo intentando calmarla, pasando una de sus manos en la cabeza de Carolina
  • Como quieres que me calme… me siento mal… -respondió entre hipidos la joven
  • Si, lo supongo, pero mira, en unos días vas a estar bien si?, ya no llores pequeña –respondió Patricia mientras levantaba el suave mentón y limpiaba las lágrimas de sus mejillas.

La vulnerabilidad de Carolina y la inesperada ternura de Patricia, fueron el detonante para que sus labios, sin poderlo evitar, volaran al encuentro el uno del otro; primero con timidez las bocas de ambas se frotaron con suavidad; una buscando consuelo, la otra otorgándolo; el reducido espacio que existía entre sus cuerpos fue desapareciendo, hasta quedar fundidas en un apretado abrazo, mientras el tímido roce fue subiendo de intensidad, hasta convertirse en un franco y apasionado beso.

Carolina entreabrió los labios y con ello, dio paso a la ansiosa lengua de Patricia, que tal y como si hubiera sido la dueña y señora de la majestuosa hacienda que representaba la tibia boca de la joven, se apoderó de ella, mientras su indefensa inquilina intentaba combatirla sin éxito, enredándose la lengua de una con la otra, iniciando una lenta danza que hizo a sus dueñas olvidarse del tiempo, del lugar y de quienes eran.