Ilegalmente tuya 7

Lo prometido es deuda mis estimados lectores... espero les guste este capítulo

El espejo devolvió a Carolina una imagen nada atractiva; se encontraba ojerosa y demacrada como resultado de la mala noche que había pasado. Se sentía exactamente como se veía: fatal. Mientras cepillaba vigorosamente su oscura cabellera continuaba dándole vueltas a lo que le había impedido dormir: el par de besos robados entre Patricia y ella; pasó los dedos por sus labios, recordando la suavidad de la boca de su jefa y no pudo contener un indiscreto suspiro; el espejo le devolvía la imagen de un rostro inquieto, el desasosiego se había apoderado de ella y no pudo evitar cuestionarse: qué sentía por Patricia?, acaso era curiosidad?, deseo?, se estaba enamorando? Diablos!!! Chica te has vuelto loca? –pensó para si- claro que no estás enamorándote de nadie, déjate de tonteras y pon atención a tu trabajo.

Una hora después, Carolina entraba a las elegantes oficinas donde trabajaba; pasó a toda prisa por el área de recepción; de lo último que tenía ganas era de toparse con su impredecible jefa, así que medio saludó a algunos compañeros y se refugió en su cubículo; el trabajo la absorbió y solo el inesperado sonido de su estómago protestando por la falta de alimento, la sacó de su concentración; vio su reloj y con sorpresa se dio cuenta que pasaban de las 4 de la tarde.

  • Vaya chica! Llevas horas trabajando sin parar –pensó.
  • Hola Caro, saldrás a comer –preguntó Martha, sobresaltándola
  • Eh??... ah! Si, claro
  • Gustas ir conmigo? Iré a comer algo cerca pero no quiero hacerlo sola, te animas?
  • Si, muero de hambre, vamos –dijo Caro recogiendo su bolso.

Ambas salieron charlando animadamente sobre algunos asuntos laborales; Martha era otra de las pasantes de Derecho que trabajaba a las órdenes de Patricia y aunque físicamente no era muy agraciada, eso no impedía que fuera una chica muy simpática; justo al atravesar la puerta principal, Carolina le cedió el paso, solo que la inesperada aparición de su jefa la tomó por sorpresa:

  • Buenas tardes licenciada –saludó Martha cordialmente
  • Buenas tardes –contestó Patricia fijando la mirada en Carolina
  • Hola –dijo ésta algo cortada
  • Carolina, necesito hablar contigo, vamos! –dijo Patricia sin detenerse
  • Pero…. –intentó replicar la sorprendida joven
  • Sin peros! –remató Patricia alejándose rápidamente

Vaya con la loca! Pensó Carolina mientras se despedía de su compañera e intentaba alcanzar a su impredecible superior; una vez en el privado de ésta, con un gesto le indicó que tomara asiento

  • Necesitamos dejar en claro algunas cosas Carolina –empezó Patricia
  • Si? Cuales? –preguntó con cierta ironía la aludida
  • Cuales!!!... primero, que te quede claro que NO soy lesbiana y segundo, que JAMAS! Se te ocurra volver a besarme y por último, no quiero que lo sucedido al rato sea el chisme del día, estamos? –concluyó Patricia en su habitual tono cortante
  • Uff! Ok, ok, ya que estamos aclarando cosas, dejemos establecido que yo SI soy lesbiana, que a mi no se me ocurrió besarte, la que me besó primero fuiste tu y por último que no soy una chismosa bocafloja, vale? –respondió Carolina poniéndose de pie intentando controlar la ira que la invadía.
  • Yo… ehh… no me tutees –replicó una desconcertada Patricia
  • Ok, es todo entonces licenciada? O quiere algo mas? –cuestionó con cierto fastidio Carolina
  • No… puedes retirarte
  • Gracias, buenas tardes, me voy a comer, hasta mañana –dijo Carolina mientras cerraba con suavidad la puerta tras de si.

Patricia escondió el rostro entre sus manos; que le estaba pasando?, esa mañana había salido de su departamento con la firme intención de llegar a las oficinas y pedirle su renuncia a Carolina, pero al verla tan alegre en compañía de Martha, simplemente no pudo pensar en mas nada y como si su boca tuviera voluntad propia se sorprendió a sí misma ordenándole a su pupila ir con ella. Lo peor había venido después cuando soltó su incoherente discurso; se justificó pensando que tal vez había reaccionado de esa manera por la falta de sueño, ya que había pasado una noche de perros y el amanecer la había sorprendido removiéndose inquieta en su cama; odiaba sentirse así, tan confundida y peor aún, luchaba contra ella misma repitiéndose una y otra vez que no era lesbiana, como si a fuerza de repetirlo, su afirmación se volviera una realidad.

Por primera vez en su vida, se cuestionó sin rehuir el tema si realmente era tan heterosexual como pretendía; en su caso, compartir la cama con una mujer era solo una fantasía sexual? O era un anhelo firmemente reprimido durante todos esos años a fuerza de repetir la letanía de "no soy lesbiana"?. Se recostó sobre su sillón y recordó ese lejano fin de semana al lado de Laura, los sentimientos que le había provocado y como había terminado todo. No pudo evitar que un par de lágrimas asomaran a sus ojos y también por primera vez se cuestionó que habría pasado si hubiera continuado explorando esa nueva relación con Laura y lo que la hacía sentir; suspirando con tristeza, limpió su rostro húmedo y pensó que no tenía caso continuar con lo mismo, el hubiera no existe Patricia- se dijo a sí misma- mejor ponte a trabajar y deja de quemar pólvora en infiernitos.

El resto de la semana y las subsecuentes se desarrollo con la constante tensión entre ambas mujeres; las dos se evitaban en la medida que sus respectivas actividades se los permitían; sin embargo, Patricia no podía evitar la creciente irritación que surgía en ella cada vez que se encontraba cerca de su pupila; su perfume la enervaba y oírla sonreír y bromear con el resto de sus compañeros, la sacaba de sus casillas; de una manera que no alcanzaba a comprender, se encontraba demasiado sensible al contacto de Carolina y sin poderlo evitar, su humor empeoraba día a día.

Sebastián, sin saber la causa del terrible carácter de su novia, cada vez se encontraba mas desconcertado; Patricia nunca había demostrado demasiado entusiasmo por la parte sexual de su relación, pero últimamente, no solo se negaba a intimar con él, sino que inclusive había llegado al punto donde explotaba ante el menor acercamiento físico que intentara. Después de algunas semanas, decidió que ya era hora de hablar con ella, pues la situación se estaba volviendo francamente desagradable. Era un hombre joven, sano, con deseos normales y el que su novia sistemáticamente se negara a ir a la cama con él, ya había sobrepasado los límites de su tolerancia y comprensión, así que una noche de viernes cualquiera, al ir por ella a sus oficinas decidió abordar el tema:

  • Hola amor, como te trató el día? –preguntó cordialmente mientras abría la puerta de su auto para darle paso a una enfurruñada Patricia
  • Fatal!, todo mundo flojea, no entregan a tiempo lo que se les pide y hacen lo que les da la gana –respondió esta francamente molesta
  • Ah si?, y porque no hablas con el equipo de trabajo? Tal vez haya algo que los esté molestando a todos –dijo Sebastián mientras encendía el auto
  • Molestando? Insinúas que yo los molesto??? –preguntó Patricia alzando el tono de voz
  • Claro que no amor! Jamás insinúe algo así!, simplemente puede ser que haya algo que esté empañando el ambiente laboral no? –respondió Sebastián en tono conciliador.
  • Algo como que? –Cuestionó Patricia pensativa
  • Mmmm…. Pues que se yo!... quizá algún pleito entre los miembros del equipo, algún conflicto no resuelto entre ellos o tal vez…. Se me ocurre… algún truene?
  • Truene?
  • Aja, me refiero a que tal vez entre algunos de tus colaboradores hubo una relación amorosa y el truene estuvo feo
  • Como crees! –interrumpió Patricia
  • Oh bueno, pues es que pueden ser muchas cosas, y… espero no te enojes eh! Pero últimamente estás de un humor que uff! –dijo Sebastián con cautela
  • Humor? Que humor? Explícate –demandó Patricia impaciente
  • Pues… mira corazón… te enojas por todo, no te puedo dar ni un beso sin que me veas como si fuera un violador y pues… ni hablar de intimidad –respondió Sebastián mientras se detenía ante un semáforo en rojo
  • Es lógico, estoy agotada, tengo demasiado trabajo, muchas presiones y la gente que no hace lo que se supone que debe hacer – farfulló Patricia
  • Segura que es eso?... francamente he llegado a pensar que tal vez… existe alguien mas –dijo Sebastián con cautela
  • Como??? Alguien más? A quién te refieres? –cuestionó alarmada
  • Pues… a alguien en especial no… de hecho de la pasas metida en el trabajo y fuera de tu jefe o alguno de tus achichincles solo queda alguno de tus compañeros… es así? Estás teniendo una aventura? – preguntó Sebastián endureciendo la voz;
  • Eso piensas de mi?
  • A ver… no me voltees la tortilla Patricia… yo no pienso nada… solo estoy haciendo una pregunta directa
  • Si?... pues tu "pregunta directa" salió de algún lado, o fue una simple ocurrencia tuya hacer esa "pregunta directa" en este momento –replicó Patricia sin poder contener el sarcasmo;
  • No seas sarcástica! –
  • Pues no hagas preguntas incoherentes –respondió Patricia de mala gana- esta charla ya la hemos tenido antes, por Dios!

El resto del camino lo hicieron en medio de un incómodo silencio; Patricia intentaba contener su irritación, se sentía presionada y lo peor es que ni siquiera sabía porque; no pudo evitar pensar en Carolina; ya no podía seguirse negando a sí misma lo evidente: sentía una atracción irremediable por la joven estudiante; moría de deseo por ella, habían pasado ya mas de tres meses desde aquél desafortunado beso robado y aún cuando ambas mantenían su distancia, era inevitable que sus miradas chocaran y cuando eso sucedía, Patricia podía sentir claramente como un chispazo la recorría de pies a cabeza; sabía que Sebastián tenía razón, pero le resultaba imposible y hasta cierto punto odiaba la sola idea de ir a la cama con él; con tristeza, se dio cuenta que su situación se había vuelto insostenible, pero no podía evitar sentirse culpable; sabía también que su novio la amaba y no era justo lo que le estaba haciendo, pero no se sentía con el valor de decírselo, al menos, no en este momento. La súbita sacudida provocada por Sebastián al detenerse frente al elegante edificio donde vivía, la sacó de sus cavilaciones y algo desconcertada, volteo a ver a su novio, encontrándose con la mirada ceñuda de éste:

  • Ok, ok, empecemos de nuevo, te parece? –dijo Sebastián
  • No tengo ganas de discutir… estoy cansada… nos vemos mañana si? –respondió Patricia mientras bajaba apresuradamente del auto;
  • Patricia por favor!, necesitamos hablar, no podemos seguir así
  • Sebastián, para! De verdad… dame tiempo, te prometo que en unos días mas charlamos de esto si?, me siento… confundida –dijo Patricia con cansancio en la voz
  • Confundida?, sigues con eso???
  • Si… confundida, sigo con eso, no se que me pasa, no se que siento, no se que tengo carajo! –dijo Patricia echándose a llorar intempestivamente.

El llanto de Patricia tomó completamente desprevenido a Sebastián; ella no era una mujer que con facilidad derramara una lágrima, al menos no delante de él; no supo que hacer ni que decir, así que intentó abrazarla, pero ésta lo rechazó, bajó del auto y corrió hacía la entrada del edificio, sin que Sebastián atinara a reaccionar; una vez a solas, éste quedó mirando al vacío, preguntándose que le estaba pasando a su novia; sería que tenía una relación con alguien mas? Estaba enferma? O simplemente se había dado cuenta que no lo amaba? Una amarga sonrisa se dibujó en su rostro mientras arrancaba el auto y partía rumbo a su casa.

Durante el trayecto, no pudo evitar que su mente retrocediera unos años atrás, cuando recién conoció a Patricia; como si hubiera sido ayer, recordó el día que la vio por primera vez y como se había sentido impactado por el hermoso cuerpo de su vecina, los muchos y vanos intentos que hizo por llevarla a la cama, como coqueteaba con ella una y otra vez cuando coincidían en la azotea; no pudo evitar sonreír al recordar cuando le puso un ultimátum: o la dejaba en paz o dejarían de ser amigos, así que se conformó con cultivar una creciente amistad con su adorable vecina.

Por más que intentó, no pudo recordar en que momento el simple deseo por poseer ese escultural cuerpo, se volvió amistad y luego, un amor que fue creciendo poco a poco, conforme iba conociendo mas a fondo a Patricia; recordó cuando ésta, sin decirle agua va, de manera inesperada había accedido a ser su novia, y lo feliz que se sintió cuando lo aceptó; le encantaba su sentido del humor, mismo que hacía mucho había desaparecido –reflexionó- y con ella se sentía cómodo, podía hacer y decir lo que fuera, lo escuchaba con atención y muchas veces, lo alentó a hacer muchas cosas que lo hicieron crecer profesionalmente; golpeó el volante un tanto frustrado al darse cuenta que siempre supo algo: Patricia no lo amaba; ella reservaba algo de si para ella misma, había una parte de su novia que invariablemente era territorio prohibido para él; hasta ese momento se dio cuenta que ese "misterio" por llamarlo de algún modo, siempre había estado ahí; no podía determinar con precisión que era, pero definitivamente, durante todo el tiempo que llevaban juntos, "eso" había estado presente entre ambos, manteniendo una barrera infranqueable para él.

Recordó como años atrás, durante un largo viaje que habían realizado por carretera, ella le preguntó cuantas veces se había enamorado, y cuando él hizo la misma pregunta, Patricia había titubeado al decir que solo un vez, y después se encerró en un mutismo del que solo salió cuando se detuvieron a comer; quién sería el hombre que la había lastimado tanto? Porque era obvio que esa relación había sido un episodio doloroso en la vida de su novia, ya que hasta ese momento, haciendo un recuento de las veces que toco el tema y la reacción negativa de Patricia en todos los casos, le quedaba claro que había sido algo que ella prefería dejar en el pasado.

Pensó que ya era hora de tomar decisiones, por dolorosas que éstas fueran; no podía continuar con esa incertidumbre y él no era hombre que acostumbrara rogar ni menos aún, estar en un segundo plano; tal y como ya lo había analizado en otras muchas ocasiones, se encontraba en el momento idóneo para sentar cabeza y formar una familia, para lo que Patricia era la mujer con la que él deseaba emprender ese nuevo proyecto, pero definitivamente, no en las actuales condiciones, donde el impredecible comportamiento de su novia, lo hacía cuestionarse seriamente si tenía algún sentido continuar su proyecto de vida a su lado o si lo mejor era terminar la relación y buscar otras opciones, finalmente, era un hombre joven, estable económicamente y que gozaba de cierto atractivo entre el sexo femenino, así que seguramente no sería tan complicado encontrar a una mujer que realmente lo amara.

Mientras guardaba su vehículo en el interior del garaje de su casa, decidió que lo más pronto posible, pondría todo en claro con Patricia, así ésta llorara y pataleara, ya había sido demasiado paciente y consecuente con ella, ya iba siendo hora de fajarse los pantalones, si señor! –pensó satisfecho.

Horas mas tarde, y a unos kilómetros de ahí, Carolina esperaba con impaciencia que la larga fila de autos avanzara; estaba harta de las eternas composturas de la recta a Cholula, todo el tiempo había grava, trabajadores y vehículos obstruyendo el paso, lo que hacía que el trayecto a su casa, que en circunstancias normales no le llevaba arriba de 25 minutos, se prolongara hasta 40 o mas minutos.

  • Vaya! La cereza del pastel –pensó con fastidio mientras avanzaba a paso de tortuga.

Ese día podía haberlo calificarlo como pesadísimo; inició totalmente desvelada por haber pasado la noche terminando un ensayo que representaba una calificación final, los juzgados eran una locura pues hubo una manifestación de sabe que asociación de deudores de la banca, y para colmo, su adorada jefa había estado especialmente insoportable y exigente. Vio la hora, pasaban de las 9 pm y en ese momento, lo que mas deseaba era estar en su cama, durmiendo y reposando, pues ya le dolía la cabeza, le ardían los ojos y se sentía demasiado cansada; pensó con alegría que cuando menos, dentro de todo lo malo, al día siguiente era sábado y dormiría hasta hartarse; pensó que dentro de todo, valía la pena su esfuerzo, pues estaba ganando lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas y darse uno que otro gusto, como el moderno equipo de sonido para su pequeño auto, que en ese momento se encontraba apagado, así que se inclinó para colocar su memoria usb y alegrarse un poco el trayecto.

En eso estaba cuando el súbito reflejo de unas luces que la deslumbraron, el rechinido de un vehículo frenando y el ensordecedor estruendo de vidrios rompiéndose, la desconcertaron y mas aún, cuando sintió un fuerte golpe en el torso, seguido de un agudo dolor en su pierna izquierda, después…. El silencio, eterno compañero de la inconsciencia, arropó entre sus brazos a Carolina, quién perdió noción de todo, mientras su cuerpo bañado en sangre yacía desmadejado en el interior del pequeño auto, totalmente destrozado.