Ilegalmente tuya 6

Ambos cuerpos cayeron en un estrecho abrazo; piernas enredándose, gemidos, piel contra piel, sudor mezclándose, bocas devorándose y la respiración agitada de ambas, era lo único que se podía percibir en esa habitación....

Los labios de Carolina, mudos cómplices del inesperado asalto, abrieron paso a la ávida lengua de Patricia, que sin control alguno, invadió la húmeda y tibia cavidad encontrándose a una indefensa ocupante, que al igual que sus compañeros, se volvió partícipe del dulce abordaje, enredándose ambas en una deliciosa danza; los cuerpos de ambas mujeres, como atraídos por un imán se buscaron uno al otro, frotándose suavemente; los brazos de Carolina, actuando por cuenta propia, decidieron rodear el cuello de su invasora, sellando así el apretado abrazo que compartían; mientras sentía que su cuerpo flotaba, una sensación de calidez la embargaba, cerró los ojos dejándose llevar por el momento, gozando las suaves caricias que esa boca sensual regalaba a la suya, dejó sus dedos enredarse en la castaña cabellera, disfrutando de su suavidad hasta que un destello de lucidez llegó tan repentinamente como el beso –Dios chica! Que demonios haces! – pensó alarmada, separándose de inmediato de su sexi jefa; sintió entonces que la ira la dominaba y sin poderse contener, abofeteó a Patricia; el ruido de la palma de su mano chocando contra la mejilla de la abogada, retumbó con fuerza en medio del silencio que imperaba en el lugar; el golpe fue tan inesperado que ésta no alcanzó a reaccionar; estaba en shock –Dios mío! Que hice??? – pensó mientras llevaba su mano al lado izquierdo de su cara, que empezaba a arder, mientras Carolina, sorprendida por su propia reacción, la miraba con expresión asustada.

  • Que te pasa? Estas loca chica! –reclamó Carolina elevando el tono de voz, tuteándola por primera vez
  • Yo…. Perdón!, no se que me pasó –respondió una contrita Patricia
  • Que te pasó?? Que estás loca, totalmente deschavetada, quien coños te crees que eres para besarme ah???
  • Yo… lo lamento, lamento mucho esto.. – replicó una descolocada Patricia
  • Yo más… me largo… estás para el manicomio chica! –dijo Carolina dirigiéndose decididamente hacía la puerta;
  • No! –
  • No???. … como de que no?? Por supuesto que SI me largo de aquí ahora mismo!!
  • Dije que no! –respondió Patricia tomándola por el brazo de nueva cuenta
  • Quita tus manos de encima o no respondo –replicó Carolina intentando zafarse
  • No, no te vayas! – la voz de su jefa tomaba de nuevo su habitual tono autoritario
  • Claro que me voy! –dijo con decisión la joven mientras intentaba sin mucho éxito rescatar su brazo;
  • Ok –dijo Patricia soltándola súbitamente

Carolina no esperaba ser liberada con tanta facilidad, por lo que al ser soltada por su jefa, perdió el equilibrio; Patricia intentó sostenerla y lo único que consiguió fue abrazarla con fuerza contra la puerta del privado; la respiración agitada de ambas era el único sonido perceptible en la pequeña oficina; sus miradas chocaron y en una muda guerra, intentaban dominarse la una a la otra; los labios entreabiertos de Patricia, su cabello ligeramente revuelto, el pecho agitado, las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes, hicieron que Carolina perdiera un poco la razón y sin poderse contener, se lanzó sobre esa boca carnosa que le excitaba y le había demostrado ya su sabor; ambas mujeres se enredaron entonces en un furioso y apasionado beso, mientras sus cuerpos fuera ya de control se frotaban lujuriosamente; las atrevidas manos de Carolina volaron al encuentro de los senos que se aplastaban contra los suyos; el gemido que salió de labios de Patricia las volvió a la realidad, haciendo que se separaran de inmediato.

Carolina abandonó rápidamente las oficinas, mientras Patricia se quedaba de pie con la mirada perdida; no atinaba a reaccionar y tenía una confusión tremenda; porque había hecho eso? –se preguntó asombrada- acaso había enloquecido?. Se llevó la mano a la mejilla, sentía que le ardía y pensó que tal vez tendría marcado el golpe, por lo que buscó mirarse al espejo, así que se dirigió al pequeño sanitario que tenía a su disposición; cuando se vio al espejo, quedó sorprendida ante su expresión: sus ojos brillaban de una manera especial, tenía la cara sonrojada y una ligera marca de los dedos de Carolina sobre su mejilla, los labios algo hinchados y húmedos, su respiración agitada y el cabello revuelto; humedeció su cara con un poco de agua fría, buscando con ello recuperar la compostura; retocó su maquillaje y cepilló su cabello, mientras su mente no dejaba de pensar en lo que había sucedido. Se había dejado llevar por un impulso, y desgraciadamente para su tranquilidad mental, ese impulso había abierto la puerta para que algo que según ella estaba enterrado y muerto.

Se desplomó sobre su sillón sin poder contener la angustia que le atenazaba el pecho; los recuerdos que tanto se había esforzado por dejar atrás, la golpeaban hoy con fuerza; cerró los ojos e inclinó hacía atrás la cabeza, intentando ahuyentar, sin éxito, el cúmulo de recuerdos que la invadían; sin darse cuenta, viajó en el tiempo hasta esa noche lluviosa de un viernes cualquiera de hacía casi cuatro años, en que estaba en su departamento, disfrutando una de las viejas películas que tanto le gustaban; los fuertes golpes en la entrada, la tomaron por sorpresa pues ya pasaba de la media noche; acudió a abrir la puerta del cálido nido y se encontró con su amiga, Laura, empapada, llorosa y totalmente fuera de si; el ligero aroma de su perfume afrutado y un toque de alcohol llenaron el olfato de Patricia, quién solo atinó a dejar pasar a la descompuesta mujer que lloraba desconsoladamente:

  • Laura, que rayos….
  • Pato! Esa desgraciada! La acabo de encontrar en la casa con una tipa –interrumpió Laura arrojándose a sus brazos
  • Pero como, de quien me hablas???? –preguntó sorprendida
  • De esa… golfa!, es una golfa!, me ha estado viendo la cara quien sabe desde cuando con su secretaria… la muy perra! –respondió su amiga golpeando con el puño cerrado la pared
  • A ver Laura, tranquilízate y pasa, vienes empapada y estás helada, te vas a enfermar!
  • Ayy me quiero morir!!! –gimoteó Laura sin control mientras se balanceaba hacía adelante
  • Estás ebria acaso??? –preguntó Patricia
  • Yes!!! Pedísimaaaa! Pero esaa maldecida!!!! La voy a matar!!! Y a su golfa también!!! –respondió Laura
  • Ya, ya, vamos –dijo Patricia sin poder evitar sonreír ante el florido vocabulario de su amiga

Recordó como con gran esfuerzo logró meter a su amiga a la sala, donde se desplomó sobre un sillón al perder el equilibrio; Patricia decidió que lo mejor era darle un buen baño con agua caliente, así que le quitó las botas de piel, las calcetas y los jeans; continuó con el grueso suéter de lana y no pudo evitar sentirse un poco nerviosa ante la vista de las rotundas curvas de Laura: ésta era una morena cobriza que no rebasaba el 1.60 de estatura, su rizado cabello negro llegaba un poco mas debajo de sus hombros; sus expresivos ojos oscuros resultaban muy atractivos bajo el marco de las cejas rectas; una boca amplia de labios ligeramente gruesos, le daban un toque muy sexi a la hermosa cara; los altos pómulos la hacían parecer una modelo y lograban que muchos (y muchas) girarán la cara al verla pasar; sus hermosos senos estaban coronados por un par de pezones oscuros que en ese momento se encontraban completamente duros por el frio y que amenazaban con romper la delgada tela del bra que a duras penas podía contenerlos; su hermoso y redondo trasero apenas se encontraba cubierto por un pequeño bikini color negro a juego; sobreponiéndose al extraño calor que la invadía, Patricia logró llevarla hasta el baño, poniéndola debajo de la ducha, mientras Laura apenas atinaba a reaccionar; le costaba trabajo mantenerla de pie, por lo que inevitablemente, acabó debajo del chorro de agua caliente, abrazándola contra su cuerpo que reaccionaba de manera inesperada ante el contacto con la piel suave y fría de su amiga, separada de la suya por la delgada tela de su pijama de franela:

  • Qué cabrona eres! Porque me encuerashh??? –preguntó Laura mientras una sonrisilla se dibujaba en su cara;
  • Porque estás toda mojada y fría, te dará una pulmonía, termina de bañarte mientras te preparo algo caliente –dijo Patricia soltándola súbitamente
  • Ouch! Jajajaj! –rió Laura mientras caía sentada en la ducha
  • Por Dios Laura! Si no te mueres de pulmonía te morirás de un golpe, trata de controlarte caramba! –dijo Patricia mientras intentaba ponerla de pie;
  • Yaaa!! Acá me quedo! En el suelo! Todo por culpa de esa maldecida, hija e’puta! –lloriqueó Laura.

Ante la reticencia de su amiga para ponerse de pie, Patricia decidió salir de la regadera; rápidamente se quitó su pijama mojada y se puso una gruesa bata; acudió a la cocina y preparó un café –espero que con esto entre en calor y se le baje la borrachera a esta loca- pensó mientras la oía canturrear. Una vez preparada la bebida, la dejó en la sala y acudió al baño a rescatar a su ebria amiga; tomó una de las gruesas toallas del armario y una bata de baño y con ellas en mano, trató de cubrir el semidesnudo cuerpo; Laura se limitó a pasar los brazos por su cuello, colgándose de ella, mientras continuaba su canturreo desafinado:

* Vende caro tu amor aventurera desgraciadaaa!!! * Laura por favor, compórtate, a ver, deja te quito esto que está empapado –dijo Patricia mientras intentaba quitarle la ropa interior * Epa! Quieta vieja! Que me quieres hacer eh?? Sushiaaaaa! Jijij! –manoteó Laura * Basta Laura! Te estás en paz o te pongo en paz –gritó Patricia mientras la tomaba por los hombros y la sacudía con fuerza * Ayy! Me lastimas, salvaje! –dijo Laura dejándose hacer mientras sonreía tontamente.

La vista del cuerpo completamente desnudo de Laura, dejó a Patricia sin aliento; sus hermosos senos se sostenían desafiando a la gravedad, mientras los oscuros pezones no habían perdido su dureza; la delgada línea de rizado y negro vello que adornaba el pubis de Laura, la hizo tragar en seco, pero sobreponiéndose a las extrañas sensaciones que semejante vista le provocaba, logró ponerle la bata y secarle el largo y rizado cabello; después, la llevó de nuevo hacía la sala; ahí la acomodó en uno de los cómodos sillones, le cubrió los pies con una ligera frazada y le dio el café:

  • Ahh no! Quiero tequila, mushoo tequila! –protestó Laura rechazando la bebida;
  • No, olvídalo, nada de tequila, estás borrachísima; te tomas el café y punto –dijo Patricia casi obligando a Laura a beber de la humeante taza;
  • Nooo, no quiero! –mientras volteaba la cara con asco
  • Caramba contigo! Estás insoportable!, te tomas el café o te las ves conmigo! –amenazó Patricia acercando de nuevo la taza
  • Ta gueno! Ya me la tomo, ya no te enojes! –dijo Laura dando pequeños sorbos mientras trataba de enfocar la vista.

Una media hora después, Laura había recuperado un poco de cordura, y en medio de hipidos, intentaba hilar sus ideas:

  • Veamos Laura, ya estás mas tranquila?
  • Si amiwis, perdón por el show… -respondió Laura un tanto avergonzada
  • No te preocupes, ahora dime que te pasó y porque venías en ese estado?, porque se te ocurrió venir aquí? –preguntó con curiosidad Patricia
  • Pato, se que hace mas de un año que no nos vemos, pero no se me ocurrió a donde mas ir, y pues… pasó que me han roto el corazón… bueno… no es para tanto… pero si me han lastimado el orgullo y feo! –replicó Laura intentando contener las lágrimas
  • Ah! Quién hizo tal cosa, me quieres contar? –cuestionó Patricia mientras retiraba algunos cabellos del bello rostro de su amiga
  • Pues no hay mucho que contar, solo que conocí a una fulanita, desde hace tres meses empecé a vivir con ella; hoy llegué de improviso porque andaba por mi tierra, y simplemente me la encontré revolcándose con su secretaria en MI cama, en MI casa –soltó Laura a rajatabla
  • Ouch! Y que hiciste??
  • Le pegué un par de cachetadas y luego me fui a un pequeño bar a tomar un trago para tranquilizarme, pero creo que se me pasaron las cucharadas, jijiji! –dijo Laura divertida
  • Crees?? Uff! Venías hasta atrás Laura, y luego?
  • Ah! Ps…. Mmmm… ah si! Cerraron el bar a las 12 y como no me daba la gana regresar a casa y me sentía muy jarra, no quise manejar, así que según yo caminé esperando un taxi, pero cuando vi ya estaba aquí y pensé en pasar a saludarte –respondió Laura mirándola fijamente;
  • Ok, bueno, pues ya estas seca, sobria y a salvo, así que te sugiero que descanses, te acomodaré el sofá-cama del estudio si? –respondió Patricia incorporándose buscando evitar esa mirada que tan nerviosa la ponía
  • Pato –dijo Laura jalándola de una mano
  • Dime
  • Gracias
  • Gracias? Porque? –respondió Patricia intentando zafarse de esa mano que le provocaba un inesperado calorcillo;
  • Por cuidarme y por escucharme –contestó Laura mientras se ponía de pie y se acercaba peligrosamente
  • Ahh! No es nada! Vamos, ya es tarde –respondió Patricia dirigiéndose rápidamente hacía el estudio, alejándose de Laura como si fuera el mismo diablo.

Una vez que Laura quedó instalada, Patricia regresó a su habitación; dio muchas vueltas antes de poder conciliar el sueño, pues no pudo evitar recordar cuando recién la conoció y el click que había surgido entre ambas; les había tocado el mismo grupo en la facultad de leyes; recordó las interminables tardes haciendo tareas en la biblioteca o los ratos de ocio sentadas en cualquier lugar de Ciudad Universitaria, dejando pasar el tiempo entre clase y clase; lo mucho que su amiga la hacía reír con sus picardías y su manera tan abierta y campechana de tratar a todo y a todos; las divertidas noches bailando en cualquiera de los antros de la Recta a Cholula y de cómo la atractiva morena siempre se las ingeniaba para que algún incauto pagara la cuenta y luego emprendieran ambas la graciosa huída, carcajeándose en el camino de su travesura; los fines de semana en que ella iba a visitar a su familia a la pequeña ciudad cercana a Puebla de donde era oriunda y como Laura fue acogida con cariño en el seno familiar, pues invariablemente la llevaba cuando iba a su terruño; una sonrisa se dibujó en su rostro cuando las imágenes del imponente Cañón del Sumidero en Chiapas llegaron a su mente, recordó como fue el recorrido a lo largo de éste en esas vacaciones del año anterior, cuando Laura la invitó a conocer su tierra; no pudo evitar sentir cierta nostalgia al recordar que todo eso se había terminado precisamente en medio de la exuberante selva chiapaneca; Laura y ella habían decidido quedarse en unas pequeñas cabañas y esa noche, después del largo recorrido se encontraban agotadas, por lo que decidieron darse un duchazo y quedarse a descansar; ahí, en medio de la oscuridad, recostadas en una estrecha cama y apenas iluminadas por la luz de las velas, la morena le habló abiertamente sobre sus preferencias, que Patricia de algún modo intuía; lo que nunca imaginó fue escuchar lo que tenía que decir acerca de sus sentimientos hacía ella:

  • Pato… hay algo mas que quiero decirte –dijo Laura acercándose;
  • Si? Que? –preguntó Patricia sintiendo una extraña agitación mientras sentía los oscuros ojos de su amiga clavados en los suyos;
  • Me gustas y siento algo por ti… – respondió Laura pasando sus dedos por la sonrojada mejilla de Patricia
  • Cómo? Acaso enloqueciste??? Yo no soy lesbiana! – contestó Patricia sintiéndose indignada
  • No digo que lo seas, solo te digo lo que siento –fue la respuesta de Laura mientras jugueteaba con su cabello
  • Ah! Pues creo que estás loca de remate! - intentó responder Patricia antes de sentir su boca asaltada por los ansiosos labios de su amiga.

Pasó sus dedos por su boca evocando la sensación de los suaves y tibios labios de Laura recorriéndolos; recordó como en un principio se había resistido a ese beso que la había sacudido hasta la raíz del cabello y como sin apenas darse cuenta, acabó rendida ante esa boca que la seducía y la hacía olvidarse de todo; cerro los ojos recordando las sensaciones que le había despertado el sentir su boca devorada por una boca femenina y como había deseado dejarse ir en esa espiral de deseo que le despertaba su amiga; el peso del cuerpo de Laura sobre el suyo, las tímidas caricias que inicialmente ésta depositó en sus senos y sus labios recorriendo su garganta habían despertado su lujuria mas allá de lo que jamás había experimentado; se removió inquieta en su cama al recordar como su piel se erizó cuando sintió los dedos de Laura recorriendo su sexo por encima de la delgada tela de su panty y no pudo evitar estremecerse ante lo vívido del recuerdo de esa sensación, que como latigazo recorrió su cuerpo al sentir el encuentro entre esos dedos curiosos que sin pudor apartaron la inoportuna barrera y volaron en búsqueda de su pequeño botón palpitante y duro, quién recibió gustoso la suave caricia. La humedad y el calor en medio de sus piernas la hicieron gemir y ese gemido, rompiendo el silencio de la noche, fue lo que la hizo reaccionar.

La tristeza la invadió al recordar como ese momento mágico se interrumpió de manera abrupta al llegar ese destello de lucidez a ella; como empujó a Laura y le gritó que la dejara en paz; la salida de su amiga de la pequeña cabaña y el viaje interminable al día siguiente hasta Puebla, en medio de un pesado silencio entre ambas; después de eso, en un mudo acuerdo, se alejaron la una de la otra; no mas llamadas, no mas sonrisas cómplices y por supuesto, no mas besos ni caricias; esporádicamente veía a Laura por los juzgados, pero ambas se evitaban, ni siquiera cruzaban una mirada o un simple saludo; hasta esa noche, no había vuelto a saber de ella y tenerla en su departamento, durmiendo en la habitación contigua, la inquietaba y no sabía no porque; se dio cuenta que durante ese año la había extrañado, y con sorpresa, descubrió que después del desconcierto inicial al tenerla frente a su puerta, se había sentido contenta de verla de nuevo, de charlar con ella aunque solo hubieran sido unos minutos; sentía su corazón latir acelerado, aunque lo atribuyó al nerviosismo que le había provocado tener frente a sí a Laura.

A la mañana siguiente, mientras se duchaba pensó que quizá Laura aún sufría los estragos de la borrachera del día anterior, por lo que decidió prepararle algo picoso para que desayunara; con solo una ligera bata, se dirigió hacía la cocina y estaba tan distraída en sus labores, que no la sintió llegar, por lo que se sobresaltó cuando Laura estampó un sonoro beso en su mejilla:

  • Hola hola! Buen día! –dijo alegremente mientras se acomodaba ante la pequeña barra del desayunador;
  • Ohhh… ahh! Hola, no te oí –respondió Patricia
  • Ay Pato! Si siempre has estado media sorda, jajaja! –dijo Laura
  • Hummm! Tienes hambre?
  • Siii y por cierto, gracias por la bata aunque creo que me queda un poco chica ves? –respondió mientras intentaba infructuosamente cerrarla por el frente;
  • Ahh! No te apures, metí tu ropa a la secadora así que en un rato mas podrás vestirte e irte – contestó Patricia cortante, tratando de disimular el desasosiego que le causaba la vista del profundo escote que revelaba los senos de Laura
  • Ya chica! Relájate, no te saltaré encima va? –dijo ésta divertida –quita esa cara de susto!
  • Laura! Porque siempre eres así, no te tomas nada en serio y todo es broma! –replicó Patricia impaciente
  • Te molesta mucho mi presencia aquí? –preguntó Laura muy seria
  • No, porque lo dices? –respondió apenada
  • No se, me da esa impresión, pero no te apures, como dijo uno por ahí, desayuno y me voy
  • No es necesario que corras, de verdad no me molesta que estés aquí –dijo Patricia en tono conciliador
  • Está bien, entonces a comer se ha dicho!

Una vez mas relajadas después de la errática charla, ambas mujeres disfrutaron su desayuno, rieron de las ocurrencias de Laura y lo que pensaba hacerle a la infiel novia; acabó confesando que en realidad tenía mas dolido el ego que el corazón pues la chica en cuestión no era significativa en su vida y si habían decidido vivir juntas era mas por una cuestión sexual que por la existencia de un sentimiento mas allá de la química en la cama. Se actualizaron en lo que habían hecho ese último año de distanciamiento y alrededor del medio día, Laura decidió marcharse:

  • Pato, creo que ya te di mucha lata, gracias por todo
  • No te preocupes, sabes que puedes contar conmigo
  • Si? –preguntó Laura mirándola fijamente
  • Si –respondió Patricia algo nerviosa
  • Pato…. –dijo Laura acercándose
  • No! No! Laura, por favor! – dijo Patricia algo sofocada, intentando alejarse;
  • No que Pato? –preguntó la morena mientras se acercaba a ella
  • Vete ya!, creo que fui muy clara contigo la última vez… y deja de decirme Pato!
  • Si?, solo que no puedo olvidar como reaccionaste –replicó Laura mientras tomaba a Patricia por la cintura;
  • Yo… no sabía lo que hacía, suéltame por favor – dijo Patricia con un hilo de voz;
  • Quieres que te suelte realmente? –preguntó Laura mientras pegaba su cuerpo al suyo;
  • Siii –respondió la temblorosa Patricia;
  • Porque? Me tienes miedo? – cuestionó la morena mientras sus labios apenas rozaban los de Patricia y sus brazos rodeaban su cintura;
  • No… eh…. Yo… -balbuceaba Patricia
  • Tu que preciosa? – dijo Laura mientras sus labios ansiosos recorrían la boca de Patricia, que no atinaba a reaccionar.

Ese inesperado contacto detonó los sentidos de Patricia, quién sin saber ni como ni porque, simplemente se dejó besar, correspondiendo con desesperación a la ansiada caricia; entreabrió los labios y saboreó a su vez los carnosos bordes de la boca de Laura, sabía deliciosa y se sentía embriagada con ese sabor dulzón y con un ligero sabor a jugo de naranja; las manos de ésta recorrían una y otra vez la espigada espalda, en tanto la ajustada bata se abría por completo, dando paso a los lujuriosos senos que pugnaban por salir de su apretado encierro; la ligera bata de Patricia no resistió el asalto de las manos ansiosas que intentaban explorar su interior, por lo que al abrirse, dejó expuesto el semidesnudo cuerpo de ésta, apenas cubierto por un ligero bikini; los senos de ambas mujeres, como si fueran dueños de su propia voluntad, se frotaron golosamente el uno contra el otro, en una lujuriosa lucha donde solo importaba el roce de cada pezón, la suavidad del contacto de uno contra otro; sus lenguas se enredaron en un cadencioso ritmo, mezclando saliva y alientos, ansia y deseo; Laura tomó entre sus manos la cara de Patricia mientras continuaba devorando su boca, los traidores brazos de ésta apretaron aun mas el abrazo que compartían y sus manos se enredaron en la oscura cabellera; el muslo de Laura, furtivamente se coló entre sus piernas, logrando un delicioso roce con su sexo, lo que hizo que Patricia sintiera como una corriente eléctrica viajaba por todo su cuerpo; poco a poco, sin saber como, llegaron a la habitación de Patricia; las compuertas de su deseo se habían abierto y éste corría salvaje y sin control por las venas de ambas.

Ambos cuerpos cayeron en un estrecho abrazo; piernas enredándose, gemidos, piel contra piel, sudor mezclándose, bocas devorándose y la respiración agitada de ambas, era lo único que se podía percibir en esa habitación; Laura, mas experta que Patricia, la sedujo de esa forma que solo una mujer sabe seducir a otra; toco, acarició, lamió, beso, chupo, saboreó cada rincón del cuerpo de ésta, quién totalmente entregada, solo se dejaba llevar por la vorágine de sensaciones que la ahogaban; cuando sintió la boca de Laura entre sus piernas, fue como si éstas por su propia voluntad actuaran, posicionándose en los hombros de su amante, ofreciéndole el tesoro caliente y húmedo que aguardaba ansioso ser poseído; sentir como Laura comía con avidez sus jugos, detonó una corriente de placer en Patricia, quién gimiendo sin control solo atinaba a empujar con frenesí las caderas, ofreciéndose a su invasora sin pudor, quién triunfante y golosa, disfrutaba del apetitoso banquete; experta como lo era, cuando sintió la inminencia del orgasmo de Patricia, introdujo uno de sus dedos en la apretada cavidad, mientras sus labios continuaban torturando la perla sonrosada que formaba el ansioso clítoris, que totalmente entregado, se rendía a la traviesa lengua que lo torturaba.

Los espasmos en su vientre fueron un aviso previo para Patricia, quién violentamente se sintió invadida por el fuerte orgasmo que la hizo gemir y apretar la cabeza de Laura contra ella, mientras sus caderas, en una cadencia tan vieja como el tiempo, se dejaban guiar por la sabiduría de esa lengua y esos dedos que la llevaban a un viaje de placer nunca antes experimentado; Laura mientras tanto, gozaba el efluvio de néctares que manaban imparables de esa fuente de placer; cuando no hubo una gota mas que beber, reanudó su recorrido hacía el norte de ese cuerpo que aún temblaba entre sus brazos, compartiendo la sensual mezcla de sabores con la boca de Patricia, quién no hacía mas que gemir y aferrarse a ella; la excitación invadía a la morena, quien buscaba un alivio que no llegaba a pesar de los candentes besos y lametones que se depositaban en sus pezones, rodeándolos, adorándolos; sintió la curiosa mano de Patricia recorrer su mojada raja y un profundo gemido salió de su garganta, haciendo que ésta redoblara sus caricias; su clítoris, inflamado y caliente, respondía alegremente a las tímidas caricias que le eran dadas con cierta torpeza pero que no por ello resultaban menos placenteras; Laura comía con avidez la boca, las mejillas, la mandíbula, el cuello y las orejas de Patricia, suspirando cada vez mas alto, hasta llegar al clímax tan esperado, lanzando un largo gemido que sonó como lo que era: el canto de una hembra en celo llamando a su compañera. Una vez saciados sus sentidos, Laura abrazó contra su pecho a Patricia; realmente amaba a esa bella mujer, solo que había tenido que alejarse de ella, para no causarle daño y durante todo ese largo año, había intentado infructuosamente sacarla de su corazón; creyó que en los brazos de otras la olvidaría, pero en ese momento, tenía muy claro que no era así y que seguía tan enamorada como desde el primer día que la vio entrar al salón de clases en la facultad de derecho:

  • Laura –dijo Patricia incorporándose
  • Que pasa bella? –preguntó mientras sentía perderse en los hermosos ojos castaños que la miraban con cierta confusión
  • Yo… me siento… no se
  • Mal? Te sientes mal? –cuestionó con cautela
  • No lo se, simplemente me siento confundida, somos dos mujeres carajo! –respondió Patricia algo descompuesta
  • Si, somos dos mujeres y? –replicó Laura
  • Esto no está bien! Date cuenta! Yo no soy lesbiana! Porque me haces esto? –preguntó Patricia mientras gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas;
  • Espera bella, no te sientas mal, igual no eres lesbiana pero pues que se yo… lo has disfrutado no? –dijo Laura acariciándole el cabello;
  • Yo… si! Eso es lo que me tiene así, lo he gozado, lo he disfrutado como una loca y no está bien Laura, no está nada bien –respondió Patricia escondiendo en rostro entre esos brazos que amorosamente la recibieron
  • Shhh! Entonces no pienses, no digas nada bella, ven conmigo, te amo nena – fue la respuesta de Laura mientras acariciaba su espalda.

Los cuerpos desnudos, húmedos y tibios pasaron el resto de la noche y el fin de semana amándose, reconociéndose, entregándose el uno al otro sin medida; Patricia decidió dejar de pensar, dejar de analizar lo que estaba sucediéndole y simplemente, se entrego a esa pasión desmedida que jamás había experimentado. La mañana del lunes, trajo consigo la lucidez a su confundido cerebro; al despertar y ver el rosto apacible de Laura, no pudo sino sentir un profundo dolor en el pecho; esto es una locura –pensó- y tengo que acabar con esto ya!. Se incorporó rápidamente, dirigiéndose a la ducha, y una vez que salió, vio el hermoso cuerpo desnudo de Laura, su expresión somnolienta mientras se estiraba y le regalaba una alegre sonrisa:

  • Hola bella, vienes o vas? –preguntó Laura
  • Voy! Y tu también Laura –respondió con dureza
  • Que pasa? –cuestionó la sorprendida morena
  • Pasa que esto es una locura, una pesadilla y da la casualidad que ya me desperté, Laura, por favor, te quiero fuera de mi casa y de mi vida – dijo Patricia señalando la puerta;
  • Que??? Oye! Espera… eso que significa? –dijo Laura ya completamente despierta mientras se incorporaba;
  • Significa exactamente lo que escuchaste Laura; entiéndeme caramba! No puedo, ni debo… es mas NO QUIERO! Tener una relación contigo ni con ninguna otra mujer, eso es una locura! –replicó Patricia lanzándole la ropa encima;
  • Pato… por favor! Yo te amo, no es suficiente para ti? Ambas disfrutamos lo que ha pasado aquí, que te pasa? –replicó Laura sin poder dar crédito a lo que oía;
  • No, no es suficiente, ya te dije, no quiero, no me da la gana, estar con una mujer y ser tachada de… lesbiana! –respondió con desprecio
  • Estás segura Patricia? – preguntó Laura endureciendo su expresión, profundamente herida;
  • Si
  • Ok, no te voy a rogar, jamás le he rogado a nadie y no voy a empezar hoy!, al demonio contigo entonces! –gritó Laura mientras recogía su ropa y se vestía apresuradamente
  • Vete, vete ya! –replicó Patricia saliendo de la recámara.

Unos minutos después, mientras Patricia bebía su café mirando al vacío por la ventana, Laura se dirigió a ella:

  • Nena, por favor, dame la oportunidad… -suplicó
  • No Laura, entiende, vete por favor, no quiero volverte a ver jamás en mi vida, olvídate de esto que pasó porque yo haré lo mismo –respondió sin verla
  • Está bien Pato, me voy y te dejo en paz; ojalá nunca te arrepientas y algún día encuentres a alguien que te pueda amar tanto como te he amado yo durante todo este tiempo –dijo Laura mientras las lágrimas corrían por sus mejillas;
  • Si, eso quiero, vete ya! – dijo Patricia apoyando la frente en el frío cristal de la ventana.
  • Hasta nunca entonces –respondió Laura abandonando el departamento.

Ver salir a Laura por esa puerta, fue mas de lo que Patricia podía soportar; cuando reaccionó, estaba sentada en el piso, llorando amargamente, sentía que se ahogaba y un profundo dolor en el pecho; que era eso? Amor? Porque se sentía tan mal?... ella no podía, no debía amar a una mujer; la habían educado de una manera tradicional y no podía permitirse semejante aberración; como iría con su familia a decirles que amaba a una mujer? Que era lesbiana? Cómo enfrentaría el escarnio público al que se vería sometida si alguien sabía de esa pasión que la consumía?. Ese y muchos días más, los pasó como en trance, se sentía profundamente deprimida, lloraba constantemente y sentía un dolor en el estómago que la ahogaba. Fue hasta ese momento que comprendió que esos momentos que tanto disfrutaba con Laura, las charlas, las alegres caminatas, las sonrisas por cualquier tontería que le dijera, el verla, sentirla junto a ella, no era por amistad como tanto se había empeñado en creer; se sentía libre para ser ella misma, protegida, y sobre todo, amada. Justo entonces, Sebastián volvió a insistir en que fueran novios, y sin pensarlo dos veces, se aferró a él, aceptó iniciar una relación a pesar de tener muy claro algo: amaba a Laura, pero también tenía claro que era un amor prohibido, imposible.

Con el paso de los años, puso todo su esfuerzo para matar ese amor, lo había enterrado en lo mas profundo de su corazón y de sus recuerdos; recordó cuando un año antes, uno de sus antiguos compañeros le comentó que Laura había entrado al servicio diplomático y que había sido trasladada a Japón; recordó el dolor que sintió al saberla tan lejos, aunque también la invadió la tranquilidad por saber que no se la encontraría en cualquier lugar de manera inesperada.

Patricia volvió a la realidad en ese momento, dándose cuenta que ahora, en su presente, había aparecido Carolina, quién simplemente sacudía su mundo y a ella misma, incitándola, llevándola a sentir deseos que pensó que estaban enterrados y muertos; y lo peor, había despertado a ese monstruo contra el que tanto había luchado: su homosexualidad no aceptada.