Ilegalmente tuya 5

Hola a todos mil disculpas por la tardanza

Mil disculpas a todos mis lectores por la tardanza; como es de todos sabido, mi amada ciudad (el puerto de Veracruz) fue golpeado por un huracán hace unos días, así que aunado a la carga de trabajo previa a las fiestas del bicentenario mas los últimos acontecimientos, el tiempo no ha sido un aliado, además de que el huracán aparte de generar muchos daños y miles de damnificados, también se llevó un poco de mi inspiración y ese es el motivo de la tardanza; gracias a todos por su espera; besitos desde el maltrecho (pero en pie de lucha) puerto de Veracruz!.

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ILEGALMENTE TUYA 5

Carolina durmió poco y mal, por lo que cuando el estruendoso timbre del despertador sonó a las seis de la mañana, lo botó de un manotazo, acomodándose entre sus tibias cobijas, con ganas de quedarse debajo de ellas toda la mañana; ese día amaneció especialmente frio, por lo que haciendo un gran esfuerzo decidió levantarse; después de un baño con agua tibia que la medio despabiló, pensó que era una lástima que el café no le gustara, seguramente con uno bien caliente y cargado, se le quitaría la modorra que sentía; mientras se dirigía hacía su trabajo, iba pensando algo preocupada en como la trataría su histérica jefa, y rogándole a Dios que no la corriera o peor aún, que la acusara con el titular porque entonces si, podía ir despidiéndose de su recién estrenado trabajo. No pudo evitar una sonrisa a pesar de su preocupación, cuando recordó lo descompuesta que se había puesto Patricia; no cabía duda que la que es linda, es linda, pensó un tanto divertida, al recordar lo hermosa que se veía toda sonrojada y furiosa. Como para pegarle tremendo beso y bajarle la arrechera –pensó mientras buscaba donde dejar su vehículo, justo en el momento en que un taxi se detuvo en donde pensaba estacionar –Mierda con este tipo! –pensó Carolina algo molesta, pues ahora tendría que dar algunas vueltas, pero al ver quién ocupaba el vehículo, su molestia desapareció como por arte de magia.

El taxi se detuvo frente a la entrada de la antigua casa, descendiendo de él Patricia, quién enfundada en un elegante abrigo color arena, se dirigió con paso firme hacía sus oficinas; lo ocurrido el día anterior la había sacudido un poco, pero ella no era de las que se amilanaban por cualquier cosa. No permitiría que una locura la inquietara, pues definitivamente era una locura esa extraña… atracción?... No… eso no definía esa sensación que la invadía cuando tenía cerca a Carolina. Después de mucho pensarlo llegó a la conclusión de que quizá lo único que sentía era un poco de curiosidad por la hermosa pupila, así que si la conocía más, esa curiosidad se le quitaría y asunto solucionado; además, debía reconocer que también se encontraba un poco inquieta por el rumbo que había tomado su relación con Sebastián; últimamente discutían a cada rato y tenía serias dudas sobre sus sentimientos hacía él; la realidad la estaba golpeando: su relación tenía graves problemas y ni ella ni él se habían dado cuenta o bien, no habían querido aceptar lo que estaba pasando.

Una vez instalada en sus oficinas, preguntó por Carolina y algunos de los otros pasantes, pidiéndole a Blanca que los reuniera de inmediato en la sala de juntas pues necesitaba dar instrucciones; Carolina mientras tanto, por fin había logrado acomodar su auto y se dirigía hacía su cubículo cuando prácticamente tropezó con Blanca:

  • Chica! Porque tan apurada? –preguntó Blanca
  • Ya vi a la ogra mala, y no sea que me regañe por llegar tarde, por eso el apuro
  • Pues ni corras tanto a tu lugar, vete a la sala de juntas, quiere hablar con todos;
  • Si? De que? –preguntó Carolina
  • No lo se, solo dijo que los reuniera ahí de inmediato, para darles instrucciones –dijo Blanca apresurando el paso
  • Ok, gracias, voy para allá.

Patricia se encontraba ya sentada en la cabecera de la enorme mesa de juntas revisando unos documentos cuando Carolina hizo su aparición:

  • Buenos días licenciada–saludó Carolina con cautela
  • Buenos días Carolina –respondió cordialmente Patricia
  • Mmm… ahora ésta que se trae?? –pensó Carolina un tanto sorprendida ante la amable sonrisa de su jefa.
  • Ya te acomodaste con tus compañeros?, como te recibieron? –preguntó Patricia mirando fijamente a Carolina;
  • Ah.. pues… chévere, no me puedo quejar, aunque aún no conozco a todos, pero ahí voy –respondió con seriedad
  • Muy bien, espero que tengas una buena relación con todos –dijo Patricia regresando a la lectura de sus documentos.

Vaya! –pensó Carolina- ahora si estoy lucida con ésta, que se traerá?; mientras la observaba fueron llegando el resto de sus compañeros, y se dio cuenta que con todos era bastante cordial en su trato y si bien con ella no se portó grosera, si se portó un tanto indiferente y fría; después de una hora, todos salieron con instrucciones y se dirigieron a sus actividades.

  • Carolina, espera, necesito hablar contigo –dijo Patricia repentinamente cuando ésta abandonaba ya la sala;
  • Si Lic., dígame –respondió Carolina un tanto nerviosa
  • Respecto a lo de ayer
  • Perdón, de verdad que no tenía ninguna mala intención, verá… -respondió atropelladamente Carolina;
  • No me interrumpas si?, siéntate de nuevo y escúchame –dijo Patricia en tono imperativo
  • Ah! Si claro!
  • Ok, veamos: creo que hemos empezado muy mal nuestra…. Relación laboral… y no es posible trabajar en esas condiciones… así que… empezamos de cero si?... solo trata de no ser tan… no se… atolondrada, te parece?, yo tengo un carácter difícil y últimamente he estado presionada… ayer quizá exageré un poco mi reacción pero… pensé que me besarías –dijo Patricia sonrojándose –Dios! Que acabo de decir? - Se preguntó.
  • Uh… no Lic., yo jamás haría algo semejante… -respondió Carolina sorprendida ante el rubor que cubrió el hermoso rostro de su jefa;
  • Ok, entonces olvidemos el asunto y tratemos de llevar la fiesta en paz, vale? –dijo Patricia sintiéndose un tanto irritada sin saber porque
  • Si claro! –dijo Carolina con su mejor sonrisa
  • Respecto a tu horario, a qué hora vas a clases?
  • Ahh… que bueno que toca el tema, entro a las cuatro de la tarde
  • Perfecto, entonces cuento contigo en las mañanas?
  • Si lic. Soy toda suya por la mañana –dijo Carolina
  • Ah!, está bien – dijo Patricia sonrojándose de nuevo- Que te pasa? Porque te pones así mujer!?
  • Mmm… bien, si no hay mas que tratar, me puedo ir? –preguntó Carolina sintiendo un súbito calor recorrerla
  • Si –respondió Patricia recorriendo con la mirada a su hermosa auxiliar;
  • Pasa algo Lic.? –preguntó Carolina al sentirse observada
  • Eh?... no, no, perdón, me llamó la atención tu… blusa –uff! Patricia pareces tonta se dijo a sí misma;
  • Si? Le gusta?
  • Mucho –respondió con cierta malicia sin pensarlo;
  • Ah, bueno me voy! –dijo Carolina súbitamente sonrojada, saliendo rápidamente del lugar.

Patricia la observó salir y lo último que vio fue la esbelta espalda de Carolina y el lugar donde ésta perdía su nombre mientras abandonaba la sala; uff! Que horror conmigo!! -pensó un tanto confundida; mientras tanto, Carolina se desplomaba en su cubículo, pensando que la mirada que su jefa le había lanzado, mas que denotar curiosidad por su blusa había sido una caricia sobre su cuerpo, pues casi pudo sentir como si la tocara; esto es una locura chica! –se dijo- déjate de tonteras y ponte a trabajar que buena falta te hace la plata que te pagaran y si sigues soñando con tu jefa, te pondrán de patitas en la calle.

Toda esa semana transcurrió sin incidentes entre ambas, aunque Patricia no podía evitar cierto nerviosismo cuando tenía enfrente a su pupila; se había propuesto no irritarse ni gritarle, pero era innegable que ésta le provocaba ciertas reacciones que no le gustaban; sentía su piel erizarse cuando Carolina se le acercaba; el olor de su perfume la excitaba, sus indiscretos ojos recorrían sus curvas cuando pensaba que no se daba cuenta y lo peor de todo era que por mas que lo intentaba, no podía evitar sentirse inquieta; sus demonios interiores se despertaban, a pesar de que luchaba por mantenerlos así, dormidos y lejos de su vida, éstos insistían en surgir con mayor fuerza cada vez.

Una de tantas noches, al llegar a su departamento, Patricia se sentía inquieta, no podía dormir; hacía ya una semana que había discutido con Sebastián y éste ni por error le había marcado o enviado un mensaje; después de desmaquillar su rostro, sus inquietos ojos le devolvieron la mirada a través del indiscreto espejo de su vestidor; se veía un tanto demacrada y pensó que tal vez debía dormir mas horas y dejar de pensar tanto; una vez que se acomodó en su cama, se dio cuenta que era mas fácil tener la intención que hacerlo; acostada de lado, cómodamente acurrucada debajo de sus cobijas, abrazó su cojín predilecto, pensó un tanto divertida en qué diría su elegante y estirado jefe o su séquito de colaboradores o peor aun, sus colegas, si la vieran abrazando un cojín amarillo chillón con la figura de Bob Esponja… bueno… dicen que todos llevamos un niño dentro –se dijo a modo de justificación- sin poderlo evitar, su indisciplinada mente empezó a divagar.

Recordó cuando conoció a Sebastián hacía casi siete años; ella aún era una joven estudiante de la carrera de derecho, con 21 años y él un recién egresado de la carrera de ingeniería que llegó a vivir en el pequeño edifico de departamentos ubicado en San Manuel, cerca de Ciudad Universitaria; no pudo evitar sonreír cuando recordó la forma tan accidentada como se conocieron: un domingo cualquiera ella sacaba la basura en una pequeña bolsa y él hacía lo propio, solo que su indiscreta bolsa tuvo el mal tino de desfondarse y dejar desparramado su contenido, exhibiendo ante los divertidos ojos de su actual novio, la intimidad de su basura: algunos empaques de comida, servilletas, pañuelos faciales, y lo peor: un empaque de condones que quedó despaturrado descaradamente encima del resto de la basura:

  • Vaya! Usamos la misma marca –dijo Sebastián recogiendo la caja vacía –salen buenos eh?
  • Ahhh! Psss… yo…. –medio atinó a responder Patricia sonrojándose
  • Jajajaj! Vaya hombre!, digo… mujer!, no hay problema… me llamo Sebastián y tu? –dijo el guapo vecino mientras extendía cordialmente la mano;
  • Ah! Mucho gusto, este… me llamo Patricia –respondió ésta sintiendo el firme pero amable apretón en su mano derecha;
  • Te ayudo –dijo Sebastián inclinándose a recoger los restos cuando vio que ella lo hacía
  • No, no… como crees! Deja eso! –dijo Patricia sintiéndose cada vez mas apenada al ver al vecino levantando su basura;
  • No te preocupes, ya casi termino –mientras metía todo a su propia bolsa de basura
  • Ay que pena!
  • No hay problema, ya te dije –dijo Sebastián sonriéndole

Una vez que ambos terminaron de poner un poco de orden, Patricia se despidió rápidamente de Sebastián, se sentía aún muy apenada por el incidente; en los días subsecuentes se saludaban al encontrarse en la entrada del edificio; con el tiempo, llegaron a coincidir en la azotea a la hora de lavar su ropa y así, sin apenas darse cuenta empezaron a ser amigos. A Sebastián le encantaba su muy seria y recatada vecinita, pero no podía olvidar el empaque de condones que de algún modo le decían que la chica quizá no fuera tan pura y casta como se veía, así que empezó a intentar llevársela a la cama; insistió una y otra vez durante meses, hasta que finalmente ésta le puso un ultimátum: o dejaba de fastidiarla con llevarla a la cama o terminaban la creciente amistad que había surgido entre ambos, por lo que desistió de sus intentos y se conformó con ser su amigo durante casi cuatro años hasta que un día, después de… Patricia ahuyentó de inmediato los demonios que amenazaban su tranquilidad; decidió que lo mejor era dejar de pensar tonterías y revivir cosas que no le ayudaban en nada para mejor intentar dormir que buena falta le hacia.

Sebastián mientras tanto, había decidido darle a Patricia el "espacio" que le había pedido; definitivamente las mujeres son tan raras –pensaba- hoy quieren una cosa y mañana otra, y al final, nunca que les das gusto; sentía que en las últimas semanas algo estaba sucediendo con su relación, aunque no sabía bien a bien que era, si se daba cuenta que Patricia se encontraba fría y distante con él; aunado a su comportamiento de días anteriores donde prácticamente le saltó encima, no sabía ni que pensar; acaso había otro hombre en su vida? Por eso su novia estaba así? Estaba viviendo una aventura?. Sebastián se sentía muy inquieto pero a pesar de eso, decidió que esa semana, dejaría sola a Patricia, quizá después de ese tiempo sin verse, se daría cuenta que lo amaba y se compondrían las cosas entre ellos. Reflexionó que quizá a sus 33 años ya era el momento de sentar cabeza, casarse y formar un hogar, y definitivamente, Patricia era la mujer con la que él quería lanzarse a esa aventura.

Pasados casi diez días desde el pleito y ante el hecho de que por lo visto Patricia no tenía la menor intención de llamarlo, a Sebastián no le quedó más remedio que hacer su aparición en las oficinas de ésta; decidió que ya era hora de ponerle remedio a esa situación que se estaba prolongado demasiado por una tontería; extrañaba a su gruñona novia pues a pesar de todo, la amaba.

  • Hola Blanca, Usted tan guapa como siempre, eh!! –saludó con su habitual encanto
  • Hola ingeniero, que cosas dice! –respondió Blanca sonrojándose
  • Se encuentra Patricia?
  • Si, ahora le aviso que Usted está aquí; está con un cliente, tome asiento por favor –dijo invitándolo a ocupar uno de los cómodos sillones de la sala de espera.

Sebastián tomó una de las tantas revistas que había sobre la mesa de centro de la sala, dispuesto a armarse de paciencia y esperar; hojeaba algo aburrido las páginas cuando el ruido de un taconeo lo hizo alzar la vista –wow! Que mango!- pensó cuando la espigada figura de Carolina apareció ante su vista.

  • Hola pana! –saludó alegremente
  • Ahh!... hola! –respondió Sebastián poniéndose de pie
  • No sabes quien soy eh? – preguntó la hermosa chica
  • Si claro que si!... eres… humm… jjejeje! –dijo Sebastián tratando de recordar su nombre;
  • Eres un mentiroso chamo! No tienes idea de quien soy! – dijo Carolina soltando una alegre carcajada
  • Ok, ok, me rindo! Me has caído en la maroma, no recuerdo tu nombre –respondió Sebastián dándose por vencido
  • Carolina!
  • Anda! Ya! Nos presentó Patricia en Angelópolis cierto?
  • Si, así fue… como te va? Ya te atendieron? –preguntó Carolina amablemente
  • Si, gracias, ya Blanca me atendió, vine por Patricia pero me dice que está atendiendo a un cliente, así que voy a esperar un rato.
  • Perdón por la pregunta pero… eres su novio? – preguntó sin poder contener su curiosidad;
  • Pues se supone, jejeje! –respondió Sebastián
  • Se supone? Ohh! Ok, te dejo entonces, me dio gusto saludarte, tengo algo de trabajo
  • Si, nos vemos, me dio gusto verte de nuevo –se despidió Sebastián dándole un beso en la mejilla a la sorprendida Carolina.

Justo en ese momento salió Patricia, sorprendiéndose ante la escena que tenía frente a ella: que hace Sebastián besando a Carolina? –pensó un tanto desconcertada; una vez que se despidió de su cliente se acercó a ambos:

  • Sebastián, que haces aquí? – cuestionó sin poder evitar la irritación en su tono de voz;
  • Vine a buscarte preciosa, pensé que sería buena idea si te invito a comer, te late? –dijo Sebastián acercándose a besarla;
  • Mmm… ok… dame un minuto en lo que voy por mi bolsa…. Carolina, terminaste lo que te encargue? –dijo dirigiéndole una mirada fulminante a su pupila
  • Eh?? Si claro! De hecho iba a verla
  • Ibas o vas??
  • Voy, solo que me entretuve
  • Si, ya vi que estás muuy "entretenida", vamos, no tengo tu tiempo –dijo Patricia girado en redondo y dirigiéndose hacía su privado- Sebastián, termino de revisarle sus documentos a esta… señorita y nos vamos, espérame si?
  • Vaya con la deschavetada esta! –pensó Carolina mientras la seguía- seguro se puso celosa porque me vio charlando con el noviecillo, si supiera que los chamos no me van, jejeje!

Patricia no sabía ni porque se sentía tan irritada, le había caído en la punta del hígado ver a Carolina y Sebastián en tan amena charla; según ella no era celosa, pero ese malestar que sentía en el estómago y que apareció en el momento justo en que los vio, la tenía bastante desconcertada; conocía a su novio, sabía que éste corría tras las primeras faldas que se encontrara y el solo pensar que seguramente había coqueteado con Carolina, le molestaba mas de lo debido, sobre todo porque aparentemente a su colaboradora le había gustado Sebastián, después de todo, era un hombre muy atractivo –Para!!!- pensó sobresaltada –en que rayos piensas? Qué te importa quien le gusta o deja de gustarle a Carolina?

Una vez en el privado, Patricia ocupó su lugar detrás del escritorio, en tanto Carolina ocupaba una de las sillas frente a él:

  • Lic., aquí está mi reporte del trabajo de esta semana, tal y como me indicó que lo hiciera –dijo Carolina fijando su mirada en la cara sonrojada de Patricia mientras le entregaba un expediente
  • Ok, vamos a revisarlo… creo que te dije que no te quería ver chacoteando por el despacho, cierto? –respondió Patricia sin levantar la mirada de los documentos;
  • Ahh… pues… no estaba… mmm… chacoteando como Usted dice… solo saludé a Sebastián
  • Órale! Ya son íntimos? –preguntó sin poder evitar sentirse cada vez mas irritada
  • Íntimos? Noo… de donde saca eso? –preguntó Carolina un poco desconcertada;
  • Pues como ya tan confianzudamente le llamas por su nombre es porque seguro son grandes cuates no?
  • Cuates? Como? –
  • Amigos pues!... mira… olvídalo mejor si? Vamos a revisar esto –dijo Patricia dando por terminada la charla y dedicándose a checar los papeles que Carolina le había entregado.

En lo que Patricia revisaba los documentos, Carolina se acomodó en la silla, cruzando las piernas, dejando vagar su mirada por todo el lugar, ese día, llevaba una falda a la rodilla, medias obscuras, un ajustado suéter que marcaba perfectamente su figura y altas zapatillas que estilizaban aún mas sus piernas; Patricia la veía de reojo

  • Por Dios! Que piernas tan hermosas tiene –pensó Patricia
  • Mmm… después de todo esta lunática tiene buen gusto, está acogedor el lugarcito –pensó Carolina mientras veía el imponente búho resaltado en bronce;
  • Se ve que hace ejercicio, tiene plano el abdomen –continúo Patricia mientras recorría con la mirada el torso de la joven;
  • Vaya que ha estudiado!, quizá por estar con la nariz en los libros es que se puso amarga la mujercita –reflexionó Carolina mientras su vista recorría los muchos diplomas que se encontraban sobre la pared;
  • Ufff! Que senos! se ven firmes y duros, mmm… que se sentirá tocarlos? –pensó su jefa mientras sentía un extraño cosquilleo recorrer su vientre;

Justo en ese momento, Carolina volteó a ver a su jefa, sorprendiéndose al darse cuenta que tenía la mirada perdida en sus senos; sintió una especie de chispazo que hizo que sus pezones se endurecieran; Patricia se dio cuenta del súbito cambio y hasta ese momento reaccionó, levantando la vista y encontrándose con los oscuros ojos de Carolina fijos en los suyos.

  • Le gusta lo que ve licenciada? –preguntó Carolina con un toque de malicia en la voz;
  • Que??, Cómo?? –respondió Patricia totalmente descolocada y sintiéndose enrojecer hasta la raíz del cabello;
  • Me refiero a que si está bien mi informe –recalcó Carolina mientras una sonrisa pícara asomaba a su rostro;
  • Err…humm… mira… lo veo mas tarde, me retiro a comer –dijo Patricia levantándose abruptamente –nos vemos mañana- concluyó abandonando rápidamente el lugar.

Patricia salió a toda prisa, ante el desconcierto de Sebastián que se limitó a seguirla:

  • Ey!! Es carrera o que pasa?
  • Cómo? –preguntó Patricia deteniéndose
  • Vas como alma que lleva el diablo, que te pasa?
  • Nada, solo tengo hambre, vamos!
  • Ok, ok, tu auto o el mío?
  • El tuyo.

Vaya con la desquiciada! Al parecer si que le gustan las niñas o será que le gusto yo? –penso Carolina sumamente divertida- apuesto mi cabeza que se estaba dando vida viéndome las tetas y todo lo demás! Jajaja! Pareciera que el diablo la va correteando –sonrió divertida- que cosas eh! Jajaja! Quizá si tenga una oportunidad con ella, está muy buena y yo tengo mucho tiempo sola… tal vez… solo necesite un pequeño empujón –pensó cada vez mas divertida- quién quita y con un poco de suerte, tenga yo el privilegio de probar a mi jefa en la cama… humm… que delicia!.

Patricia se encontraba demasiado nerviosa y un tanto desconcertada por su reacción ante Carolina; Sebastián no sabía ni que pensar, su novia actuaba de un modo tan raro que no atinaba a comprender que pasaba; después de un corto trayecto y una tensa comida, decidió que ya era hora de que Patricia hablara y le dijera que estaba pasando por su loca cabecita, pues él no tenía ni las ganas ni la paciencia para estar adivinando lo que su impredecible novia sentía o quería; tal vez le diría algo que no quería oír, pero era preferible eso a la incertidumbre en la que estaba desde hacía algunos días.

  • Patricia, necesitamos hablar
  • Si?, de que?
  • Cómo que de que?
  • Pues si, no entiendo de que necesitamos hablar
  • Si sabes, creo que para que sigas enojada porque me fui de farra con mis amigotes ya estuvo bueno no?
  • No estoy enojada por eso
  • Entonces porque?
  • Por nada, simplemente no estoy enojada –dijo Patricia con cierta impaciencia
  • Ok, explícame tu actitud de estos últimos días porque ya no se que pensar ni que sentir, te parece?
  • Qué actitud?
  • Ufff! Por lo visto estás en un plan en el que no se puede, me refiero a tu actitud distante, a tus reacciones ilógicas, a tu irritabilidad, a tu falta de interés en nosotros y un largo etcétera
  • No tengo nada Sebastián, simplemente he estado algo presionada con el trabajo, no te hagas ideas raras por favor.
  • Segura? Porque de verdad que estás rarísima, hace unos días ya ves lo que pasó, y hoy primero como que te molestó que estuviera con tu abogada, luego sales corriendo y casi me dejas ahí parado, no te entiendo eh!
  • Sabes qué?, no me entiendas, solo quiéreme si? –dijo Patricia refugiándose en su pecho;
  • Sabes que te amo, pero no se que te está pasando –respondió Sebastián abrazándola con fuerza;
  • Ni yo, tengo miedo… no se que me pasa –confesó Patricia con un hilo de voz;
  • Mmm… dime algo: me amas? –preguntó Sebastián mirándola a los ojos;
  • Eh?... si… claro! –dijo Patricia no muy segura
  • Ya ves nena… a esto me refiero, creo que no sabes que sientes; existe alguien mas? –volvió a cuestionarla
  • Alguien? –la imagen de Carolina apareció como un destello en la mente de Patricia- claro que no! –respondió rápidamente desechando la idea que se formaba con rapidez en su cabeza
  • Segura?
  • Si claro, creo que son etapas nada mas; en unos días verás que no nos acordaremos de esta mala racha por la que estoy pasando, no me hagas caso si?, solo te pido un poquito de paciencia –dijo Patricia mientras pegaba su cuerpo al de Sebastián
  • Ok nena, lo haremos así y veremos que pasa vale?

Después de esta charla, las cosas entre Sebastián y Patricia retomaron su rutina habitual; él acudía una o dos veces por semana a alcanzarla a sus oficinas, iban al departamento de ella, en ocasiones hacían el amor y en otras más, simplemente compartían su tiempo; Carolina mientras tanto continuaba con sus estudios y acudiendo a su trabajo, conforme pasaban los días y sentía fría y distante a su jefa, más curiosidad le daba su actitud, pues a veces la sorprendía observándola; esa mirada era mas que inquietante, sentía que la acariciaba, que la devoraba y lo peor del asunto era que esas miradas no hacían mas que disparar su libido y aumentar su inquietud y sin apenas darse cuenta, se encontraba al pendiente de cualquier movimiento que hiciera su jefa, por las mañanas cuando llegaba, buscaba el menor pretexto para estar cerca de la recepción para poder verla. Le gustaba ese aspecto fresco que Patricia tenía, sentir el olor de su perfume invadiendo la recepción mientras cortésmente saludaba; sabía que estaba pisando un terreno peligroso, enredarse en una relación fuera de la laboral con su jefa, era algo que por supuesto no se encontraba entre sus planes, pero conforme pasaban los días y convivía con ella, la encontraba mas fascinante; le gustaba todo de Patricia, inclusive, empezaba a encontrar divertido su mal humor y sus malos modos para con ella; y en ocasiones, con cierta vena maliciosa, a propósito la hacía rabiar pues le encantaba ver los destellos de esos ojos que la desnudaban una y otra vez y que la hacían sentir un mariposeo en el estómago y como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo.

Por su lado, Patricia intentaba mantener su relación con Carolina dentro de un plano estrictamente laboral, pero una cosa era lo que su mente decidiera y otra muy diferente lo que sus deseos hacían; cada día le resultaba mas difícil controlar sus indiscretas miradas; cuando su pupila se acercaba no podía evitar devorarla con los ojos, disfrutaba recorriendo la figura espigada y joven que parecía invitarla a pecar; muchas veces se sorprendió a sí misma divagando cuando la tenía frente a ella, preguntándose que sentiría al besarla, como sería la textura de su piel, como sabrían sus labios, su aliento; quería tocarla, perderse en ese cuerpo que la hacía arder; su alegre sonrisa llegaba a sus oídos cuando ésta compartía con sus compañeros o cuando saludaba a Blanca y sentía unos extraños celos por no ser ella la destinataria de esa risa fresca y jovial. A veces perdía los estribos y le gritaba o era dura sin ninguna justificación con la joven, pero ésta no solo no protestaba, sino que en ocasiones esbozaba cierta sonrisilla maliciosa que la irritaba aún más y la hacía desear besarla; llegó a pensar que Carolina a propósito hacía cosas que la alteraban, por el solo gusto de hacerla rabiar. Por más que se resistía, terminó rindiéndose ante lo evidete: deseaba a Carolina como a nadie, era algo más fuerte que ella, un deseo que la avasallaba y la hacía vibrar, como no le había sucedido desde… hacía muchos años atrás.

Una mañana cualquiera, Patricia pidió a Carolina que le llevara a su privado la información actualizada de todos sus asuntos; cuando la joven llegó, no pudo menos que admirar su hermosa figura; quizá porque ya estaban en plena primavera, llevaba un vestido con escote halter, en un tono naranja que resaltaba su piel blanca, no muy ceñido al cuerpo pero si lo suficiente para revelar las apetitosas curvas; sus senos resaltaban de una manera escandalosa, mostrándose veladamente como un par de deliciosas redondeces, firmes y desafiantes que hicieron que momentáneamente Patricia perdiera el hilo de sus pensamientos, las sandalias descubiertas de tacón no muy alto, mostraban un par de bellos y cuidados pies como perfecto remate de unas blancas y bien formadas pantorrillas; el discreto maquillaje resultaba perfecto para enmarcar la hermosa cara de Carolina, sus labios llenos se encontraban ligeramente húmedos haciendo un juego perfecto con su cabellera que libre y coqueta, caía con gracia sobre sus desnudos hombros.

Carolina sintió como la acariciante mirada de Patricia la recorría de arriba abajo, provocándole un estremecimiento que hizo que su piel se erizara; esa mañana la Lic. Corral estaba especialmente bella, llevaba el cabello suelto y eso la hacía verse mas joven aunado al atuendo en rosa que le sentaba a las mil maravillas; se sintió impactada ante la avidez con que su mirada recorrió su cuerpo de arriba abajo y no pudo evitar sonreírle con coquetería al saludarla:

  • Hola Lic. Buen día, como amaneció?
  • Bien, gracias –respondió Patricia cortante
  • Uh que la! Ya se le volvió a botar algo a esta loca de manicomio –pensó Carolina- le traje lo que pidió –dijo entregándole los expedientes que llevaba en las manos
  • Toma asiento

Mientras Patricia leía la información, Carolina se dejó dominar por su lado travieso –veremos si a esta deschavetada se le quita el mal humor- pensó divertida mientras cruzaba las piernas e inclinaba el cuerpo sobre el escritorio, viendo fijamente hacía el escote de Patricia; después de uno o dos minutos, echó el cuerpo hacía atrás, exponiendo una vista mas que tentadora de sus senos que se marcaban perfectamente a través de la tela de lino de su vestido, cruzando y descruzando alternadamente las piernas, sin quitar la vista de encima de su jefa; ésta no se dio por aludida y solo de reojo alcanzaba a ver esos muslos perfectos que se mostraban descaradamente frente a ella; sentía la mirada de su pupila recorriéndola, pero continúo con su tarea, tratando de concentrarse en lo que leía, sin mucho éxito ante la vista del panty de su pupila, que en uno de tantos movimientos que ésta hacía con las piernas, indiscretamente se asomó entre ellas.

  • Carolina! –dijo con un volumen mas alto de lo habitual, sobresaltando a la aludida
  • Ahora que hice?? –preguntó algo desconcertada, enderezándose de inmediato, terminando el juego de movimientos que tenía tan nerviosa a Patricia
  • Eh!.... no… esto… esto está fatal! Que te pasa ah? Ya llevas varios meses aquí y aun no has aprendido nada por lo visto
  • Pero que es lo que está mal?
  • Todo! Absolutamente todo! No anexas pagos realizados, compromisos hechos, ni menos aún los convenios, como rayos crees que voy a saber que estás haciendo así?
  • Pues no los anexe porque eso es solo el concentrado y el mes pasado que los presenté junto a las bitácoras me puso pinta y parada, Usted misma me dijo que no la llenara de papeles –replicó Carolina sintiéndose cada vez mas irritada.
  • Si pero cuando menos agrega una columna a esto para que tenga una referencia de lo que haces
  • Y como si ocupo los formatos que ocupan todos y ahí no hay ninguna columnita para poner lo que pide ah?
  • Y que no te da el cerebro para modificarlo?
  • De que me da, claro que me da pero con eso de que aquí todos son cuadraditos y si cambio un solo punto o coma de sus dichosos formatitos uhhh! La que se arma!
  • Cuadraditos?? Me estás diciendo cuadrada??? –preguntó Patricia
  • Noo como cree? –dijo Carolina sin poder ocultar el sarcasmo
  • Deja tus sarcasmos para otra ocasión –
  • Bueno, perdón! Mejor dígame que quiere que haga? Yo de plano no veo como complacerla, nunca le atino, todo lo hago mal y por lo visto me odia! –dijo Carolina un tanto compungida.

Patricia se sintió miserable ante la expresión tristona de su pupila; después de todo, en realidad no podía quejarse de su trabajo; lo que la irritaba en si, era lo que la hacía sentir; pensó que se había excedido, así que se levantó de su lugar y se acercó a Carolina:

  • Veamos chica, no te pongas así
  • Y como quiere que me ponga si se la pasa gritoneándome y echándome bronca por todo, solo falta que me plante un coñazo o me saque a patadas de aquí
  • Calma, calma – intentó conciliar Patricia
  • Aparte, ya vi que haga lo que haga no es suficiente, y sabe que? No se vale, no se porque me odia o porque le caigo tan mal, que rayos le hice? –dijo Carolina ya totalmente fastidiada mientras se ponía de pie
  • Vamos Carolina, tomemos esto con calma –
  • Calma? Que calma? Mejor hablaré con el Dr. Montes para que me asigne con alguien mas porque de plano no hay como complacerla y ya me fastidié de intentarlo una y otra vez –dijo Carolina- me puedo retirar Licenciada?

Carolina se encaminó hacía la puerta del privado; Patricia se sintió sumamente incómoda, por lo que sin pensarlo tomó a la joven por el brazo:

  • Epa! a donde vas?
  • A mi cubículo –respondió un tanto sorprendida ante el contacto con su jefa
  • No te vayas – dijo Patricia
  • Y para que me quiere aquí? Para seguirme fastidiando –respondió Carolina mientras la ira hacía destellar sus hermosos ojos.;
  • Crees que disfruto fastidiándote –preguntó Patricia acercándose peligrosamente
  • No se, dígame Usted "jefa" –dijo Carolina remarcando la última palabra;
  • Te pedí que no me dijeras jefa –replicó Patricia irritada;
  • Lo siento… se me salió –fue la respuesta irónica de Carolina
  • Pues que no se te salga –dijo Patricia amenazante
  • O que? –respondió Carolina retadora
  • O esto! –fue la respuesta de Patricia mientras jalaba con fuerza a Carolina hacía ella, estampando sus labios contra los de su sorprendida pupila.