Ilegalmente tuya 4

Patricia sentía como la recorría una especie de choque eléctrico, cerraba los ojos y no pudo evitar ver la figura de Carolina, sus senos, su hermosa boca tan cerca de la suya...

Patricia fue vencida por el cansancio, por lo que sin apenas darse cuenta, se quedó profundamente dormida; su sueño se vio invadido por la imagen de una bella mujer de hermosos ojos, era tan real la imagen de su hermoso rostro casi pegado al suyo, que no pudo evitar pensar qué sentiría al besar esos carnosos y húmedos labios; podía sentir su aliento tibio y perfumado bañando su rostro, mientras un estremecimiento la recorría, excitándola y haciéndola desear comerse esa boca; anheló sentir esa suavidad viajando por sus labios; abrió los ojos deseando llenarlos con esa visión que la prendía tanto, y fue hasta ese momento que un destello de lucidez la golpeó con fuerza: no estaba soñando!

  • Que demonios crees que estás haciendo, carajo!
  • Ahh… Patricia…. Yo…. –dijo una tartamudeante y sorprendida Carolina- yo… lo siento, de verdad no fue mi intención incomodarla!
  • Que te pasa?.. estás loca??? –dijo Patricia poniéndose de pie violentamente

Carolina sintió que las piernas se le doblaban; los 1.70 metros de altura de Patricia se cernían sobre ella amenazadoramente, pensó que la golpearía, pero en un destello de inspiración atinó a responderle:

  • Perdón licenciada, pensé que estaba desmayada pues le hablé y no reaccionaba, solo quería ver si estaba respirando –Ay dios me va a matar esta loca! es la excusa mas estúpida que has podido inventarte!
  • Desmayada??, como se te ocurre semejante estupidez eh! –dijo Patricia no muy convencida;
  • Pues es que toqué varias veces, como Blanca dijo que estaba aquí dentro me asomé y la vi ahí, y pensé que dormía, me acerqué, le hablé y nada, y luego parecía que no respiraba, así que me asusté
  • Aja! Y luego? –cuestionó Patricia cruzando los brazos al sentir sus pezones duros; no quería que éstos estuvieran expuestos a la nerviosa mirada de su pupila;
  • Ahh.. pues…. Me incliné a ver si respiraba y en eso abrió los ojos y empezó a gritarme! – Dios… que me crea!
  • Sabes que Carolina, lárgate!, no te creo nada, así que desaparece de aquí inmediatamente!– indicó Patricia
  • Licenciada, de verdad, eso fue lo que pasó –respondió Carolina recuperando un poco el aplomo- o que cree Usted que sucedió entonces? Creyó que tenía otras intenciones?
  • No se!, tu dime, que pretendías… acaso… ufff! Que te pasa ah??? – insistió Patricia sintiéndose cada vez mas enojada
  • Yo???... por supuesto que nada! Como se le ocurre!!!! No me pasa nada Patricia! –dijo Carolina- que creyó? Que la besaría??? Por favor!!! Jamás haría semejante cosa! –remató;
  • Mira, sabes que.. basta!, ya…. Vete, vete, vete!!!! Luego hablamos, déjame sola, anda, fuera! –concluyó Patricia alzando la voz
  • Ok, ok, no se sulfure, ya me voy, pero insisto, JAMAS LE DARIA UN BESO, así que por ese lado puede sentirse tranquila, así fuera mi salvación! eso me gano por preocuparme por Usted, que se la ha pasado gritándome desde que llegué, así que ya me voy!- dijo Carolina con tono indignado mientras se retiraba;
  • Largo!!!!! –gritó Patricia

Una vez a solas, Patricia ocupó su lugar detrás del amplio escritorio; cubrió su rostro con las manos intentando recuperar la calma; se sentía en medio de un torbellino de emociones; por un lado, estaba furiosa con Carolina, que rayos había intentado esa… niña??? y por otro, se sentía absolutamente confundida por la humedad que sentía en su palpitante vagina, los pezones duros, y sus senos llenos, la desconcertaban; porque se había excitado así??; aterrada se dio cuenta que había deseado que su pupila la besara y se aterró aun mas, cuando se percató que el que le dijera que jamás le daría un beso, recalcándolo, había hecho que se sintiera mas indignada aún.

  • Basta Patricia!, Basta!!!!!.. que te está pasando, tu no eres lesbiana, ni bisexual!... o si?... me gusta Carolina!!!!.... Nooo! Claro que no… ya se! Me hace falta sexo, si…. Eso es….por eso me pongo así….

Sin pensarlo dos veces, levantó el auricular del teléfono y le marcó a Sebastián:

  • Que pasó nena, aun sigues enojada?
  • No, Sebastián, podrías venir por mí?
  • Si claro, que pasó?
  • Nada, solo quiero… mmm… ya sabes –dijo intentando sonar coqueta
  • Que quieres bella?
  • TE NECESITO, puedes venir por favor?
  • Si, ahora voy llego en unos veinte minutos vale? –respondió Sebastián alegremente
  • Si, gracias amor.

Mientras tanto, Carolina había llegado a su cubículo; se sentía terriblemente nerviosa y algo irritada con ella misma; en que diablos estaba pensando cuando se acercó tanto a su jefa??, que coño es lo que te pasa no llevas ni tres días aquí y ya estas cometiendo errores!!! podía ponerla de patitas en la calle si eso quería y la única perjudicada sería ella; carajo Carolina! Estás con las hormonas desatadas! Y justo se te ocurre…. Con esa histérica!... aunque… es una mujer muy hermosa… NO Carolina! No puedes arriesgarte de esa forma!... mmm…- La verdad no entiendo su reacción, si solo no hubiera despertado.. mmm) – pensó maliciosamente- ufff! Por un pelo Caro, que bruta eres!!!! No pudo evitar sentirse un poco temerosa ante las consecuencias de sus actos; intentando distraerse un poco, decidió ponerse a trabajar; quizá no pasaría a mayores lo sucedido, pero… y si Patricia la acusaba con su muy estirado jefe? Que haría ella entonces?. Unas horas después, vio que ya eran casi las ocho, por lo que decidió retirarse, no sin antes pasar a ver a su jefa:

  • Blanca, hola, está la lic?
  • No… tiene rato que se fue… necesitas algo –preguntó cordialmente la aludida que se encontraba ya recogiendo sus cosas;
  • Ahh! Pues… no… solo preguntarle mañana a que hora quiere que esté aquí la verdad es que no se me ocurrió preguntarle y a eso regresé
  • Si gustas te doy su número de celular, llama y pregúntale directamente.
  • Mmm… no, mejor vengo temprano
  • Si?
  • Si…. Blanca, una pregunta –dijo dudosa Carolina
  • Dime
  • La lic siempre tiene ese genio tan… particular?
  • Tan particular?
  • Aja, como si siempre estuviera de muy mal humor
  • De malas? Para nada… tiene un carácter muy agradable, suele ser un poco explosiva, pero en general, es muy agradable en su trato;
  • Si??... hummm… pues yo no conozco esa faceta de ella… creo que no le caigo muy bien, claro no me considero monedita de oro para caerle bien a las personas pero tampoco soy tan pedante.. como para que mi presencia la disguste tanto
  • Jajaja! No, para nada, creo que ha estado algo presionada, tiene mucho trabajo y como le turnaron un asunto muy fuerte, quizá por eso está así, pero sinceramente, la Lic Patricia es muy agradable, a mi me gusta trabajar para ella
  • Ahhh! Pues… espero poder opinar pronto lo mismo… a mi me trae a raya
  • Bueno, es normal, con casi todos los pasantes, los primeros días los trae como soldados, pero ya luego se relaja, así que no te dejes asustar… por cierto… hace rato la oí que gritaba y te vi salir casi corriendo… que pasó si se puede saber? –preguntó Blanca con curiosidad
  • Eh??... hummm…. Este… nada… solo no me tiene paciencia –dijo Carolina enrojeciendo;
  • Jajaja! Está bien, te dejo ya chica porque me espera mi marido, nos vemos mañana sale? –dijo Blanca despidiéndose de ella;
  • Si, hasta mañana, que descanses.

Horas antes, Patricia había salido apresuradamente de la oficina, alcanzando a Sebastián, quién la esperaba a la entrada de éstas a bordo de su enorme camioneta.

  • Hola preciosa, que traes? Te veo alterada
  • No tengo nada, vámonos si?
  • Y tu auto?
  • Ahí que se quede, mañana me vengo en taxi
  • Ok, a donde quieres ir?
  • Podríamos ir a mi departamento? Tengo ganas de… estar contigo –dijo Patricia mientras besaba el cuello de Sebastián
  • Wow! Vamos entonces! –dijo éste algo sorprendido de la reacción de Patricia

Una vez en el departamento, Patricia abrazó con fuerza a Sebastián, buscando su boca; éste se sentía un poco desconcertado ante el comportamiento poco usual de su novia, sería acaso que se sentía culpable por haber peleado en la tarde por una tontería?, bueno… si así era, que rico! Patricia rara vez tomaba la iniciativa, por lo que cuando sintió que le abría los botones de la camisa con desesperación, arañando su pecho y pegando su cuerpo al suyo, mientras devoraba su boca, se sintió mas que satisfecho, respondiéndole de igual forma; la despojó de su ropa con rapidez, besándola y mordisqueando sus labios, su cuello y sus orejas; sabía que eso le gustaba, y mientras lo hacía, apretaba su trasero contra él, frotando su masculinidad contra el vientre de su novia.

  • Cógeme Sebastian, cógeme ya por favor, estoy muy caliente! –dijo Patricia mientras desabrochaba los jeans de Sebastián buscando su sexo ya duro por la excitación
  • Si nena? Que rica! Te voy a comer primero mamacita –respondió despojándose del resto de su ropa
  • Siii, hazlo, necesito sentir a mi macho cogiéndome, por favor!

La tomó por el trasero y la cargó, enredando Patricia sus piernas contra él, frotándose impúdicamente y gimiendo, ambos completamente desnudos; Sebastián se dirigió hacia la habitación y una vez ahí, devoró el cuerpo húmedo y caliente de su novia, quién gemía excitada al contacto de su lengua en los pezones duros e hinchados; continúo su viaje hacía el sur, chupando, lamiendo, mordisqueando el vientre y el pubis de la hermosa hembra que ya sin control retorcía su cuerpo bajo el suyo; cuando su boca golosa alcanzó el palpitante botón de Patricia, detonó un estremecimiento que la recorrió toda, haciendo que Sebastián se sintiera cada vez mas excitado; lamio, chupó y gozó del olor a hembra que exudaba el sexo caliente de su novia, bebió los ricos y dulzones jugos que imparables manaban a cada estímulo de su lengua; metió sus dedos en la rica y apretada cueva, mientras continuaba chupándola con fuerza; Patricia mientras tanto, sentía como la recorría una especie de choque eléctrico, cerraba los ojos y no pudo evitar ver la figura de Carolina, sus senos, su hermosa boca tan cerca de la suya; le calentó mucho su olor y sobre todo, el haber sentido su aliento mezclándose con el suyo; se imaginó que la boca que la devoraba era la de ella; esos labios carnosos comiéndose su vagina eran una visión demasiado excitante, que la calentaba de una forma desconocida; movía furiosamente su cadera, frotándose con salvajismo contra la boca de Sebastián, mientras jalaba sus pezones, intentando alejar a Carolina de su mente, pero cuando recordó la manera en que movía sus caderas al caminar y su rico trasero, se excitó aún mas, sintiendo en su vientre una oleada caliente que la arrastraba, y sin poderse contener, explotó en un escandaloso orgasmo en la boca de su novio, gritando sin poder controlar esa lujuria que la invadía.

  • Ahhhh! Siiii…. Que ricoooooo… ahhhhhhhhh!!

Sebastián se vio súbitamente bañado por un torrente de jugos tibios y abundantes; oír a Patricia gritar mientras su orgasmo la dominaba, lo puso aún mas caliente, por lo que en un rápido movimiento, tomó los tobillos de su novia, separando sus piernas y la visión de esa vagina roja y mojada, lo llevó a clavar de un solo golpe su hombría en ella, sintió su verga dura y caliente abrazada por completo por esa rica cavidad que parecía quererlo exprimir; las uñas de Patricia clavándose en su espalda y sus nalgas, no hicieron sino calentarlo mas, por lo que penetrándola una y otra vez con fuerza, mordisqueaba su garganta, arrancándole nuevos gemidos que lo llevaron a explotar, con poderosos chorros de leche caliente y espesa que bañaron la vagina palpitante, mezclándose con los jugos tibios que brotaban imparables ante un nuevo orgasmo..

Sudorosos, ambos se quedaron inmóviles, Patricia intentaba recuperar la respiración después de la intensidad de lo vivido; estaba en completo shock, le costaba mucho entender porque Carolina había aparecido en sus pensamientos en los momentos previos a su orgasmo y más aún, darse cuenta que se había excitado de una manera que nunca había sentido; se acurrucó junto a Sebastián, buscando con ello ahuyentar sus dudas y sobre todo, buscando una paz que últimamente se negaba a llegar.

Sebastián mientras tanto, no salía de su asombro ante el comportamiento poco usual de su novia, prácticamente le había saltado encima y aunque eso halagaba su ego masculino, había sentido que…. Bueno, era una locura, pero había sentido que Patricia lo utilizó; no sabía bien a bien que era, pero en un momento dado, la sintió físicamente con él, pero emocionalmente totalmente lejana; volteó hacía ella y vio su expresión, sorprendiéndose ante la confusión que reflejaban sus bellos ojos aceitunados; tenía las mejillas sonrojadas y los labios se veían turgentes y apetitosos después de tanto beso; una ligera capa de sudor cubría el hermoso rostro y el cabello revuelto, caía al descuido sobre sus mejillas; retirando un mecho castaño, fijó su mirada en esos ojos que lo embrujaban y preguntó:

  • Que tienes preciosa?
  • Eh? –respondió Patricia distraída
  • Te siento… no se… rara
  • Rara? Por qué? –dijo poniéndose a la defensiva;
  • Ps… no se… ahora que te pasó?
  • Que me pasó de que?
  • Casi me violas!
  • Mmm… quién te entiende Sebastián, siempre te quejas de que soy fría, bla bla y hoy me dices que te quiero violar!
  • Me encantó que lo hicieras, pero la neta se me hizo raro
  • La neta? Uy contigo y tu lenguaje de camionero
  • Uff! Ya vas a empezar???, mejor dame un besito anda –dijo Sebastián intentando besarla
  • Dame un minuto, voy al baño –dijo Patricia zafándose de los fuertes brazos de su novio y casi corriendo, buscó refugio en el baño.

Una vez en el sanitario, Patricia vio su rostro sonrojado y sus ojos brillantes; se sentía fatal; se sentía culpable, pues debía reconocer que había utilizado a Sebastián en un desesperado intento de sacudirse ese demonio que la perseguía; un demonio que hacía muchos años había aparecido en su vida y que a base de negar su existencia, había logrado enterrar en lo mas profundo de su mente, pero que hoy surgía con mas fuerza que nunca; Carolina había detonado su reaparición; porque rayos tenía que haber aparecido esa jovencita en su vida?, maldita la hora que su jefe se la había asignado; pensó que era increíble que unos días antes ni siquiera sabía de su existencia y ahora, la había lanzado a una vorágine de sentimientos encontrados que no sabía como manejar; era impresionante la química que sentía hacía Carolina; reconoció que eso era lo que hacía que fuera grosera con ella; estaba aterrada ante lo que sentía con su simple cercanía; recordó la impresión que se llevó en la tarde cuando abrió los ojos y vio la carnosa boca casi tocando la suya, como sintió el aliento tibio de la hermosa venezolana acariciando sus labios… cerró los ojos y pasó sus dedos apenas rozando su boca, sintiendo un delicioso cosquilleo ante la sola idea de recibir un beso de ella… los toquidos de Sebastián la sacaron de sus reflexiones, sobresaltándola, por lo que terminó de lavarse las manos y salió a la habitación.

  • Estás bien nena?
  • Si, gracias, vas a entrar al baño?
  • No, solo vi que tardabas mucho y pensé que tal ves necesitabas ayuda
  • Ayuda? No, para nada –respondió Patricia acomodándose en su tibia pijama, sentía el cuerpo helado;
  • Seguimos jugando preciosa? Tengo ganas de ti –dijo Sebastián abrazándola
  • No… perdón… me empezó a doler la cabeza…Sebastián
  • Dime
  • Podrías… dejarme sola… no me siento bien –dijo Patricia
  • Por qué chiquita?... a ver… veamos… somos amigos recuerdas?, que te está pasando nena? –respondió Sebastián mientras la atraía hacía su cuerpo;
  • No se… sabes? Me siento… confundida… -dijo Patricia con cautela
  • Confundida? Cómo está eso?... es conmigo? Ya no te sientes bien conmigo –preguntó Sebastián un tanto alarmado;
  • No, no, no eres tu… es solo que… me he estado replanteando algunas cosas desde hace un tiempo y
  • Quieres terminar conmigo? –dijo Sebastián interrumpiéndola abruptamente
  • Noo… yo… solo… dame espacio si? Por favor… solo eso –respondió Patricia intentando sonar conciliadora;
  • Sabes que? No te entiendo! Quien entiende a las mujeres chingaos! –dijo Sebastián alterándose
  • Sebastián, por favor.. no te pongas asi… son cosas… de mujeres… no se… tal vez mis hormonas o que se yo… no te enojes! –respondió Patricia alzando un poco el tono;
  • Mira, sabes que?... en lo que decides que hacen tus hormonas y piensas que quieres, mejor me voy, no te voy a rogar, me encabrona, óyelo bien: ME ENCABRONA tu actitud! –respondió Sebastián vistiéndose apresuradamente- así que me largó va?
  • Ok, has lo que gustes, no tengo ganas de discutir contigo –concluyó Patricia yéndose a encerrar al baño;
  • Si, al diablo contigo carajo! Cuando se te pasen las confusiones, me hablas a ver si tengo ganas y tiempo ah! –remató Sebastián abandonando la habitación

El fuerte portazo que dio su novio al salir del departamento, le indicó a Patricia que se encontraba sola, por lo que abandonó el helado sanitario y se acurrucó bajo sus sábanas y la tibia cobija de lana que cubría su cuerpo y su cama como un amante protector; por mas que intentaba alejar a Carolina de su mente, ésta irremediablemente regresaba, atormentándola; realmente se sentía tan confundida, no sabía porque sentía esa… inquietud, ese desasosiego; lentamente, el sueño la fue venciendo.

Carolina mientras tanto, había llegado ya a su pequeño departamento; se sentía terriblemente inquieta y preocupada; todo el camino a casa había ido pensando en las consecuencias que tendría su acción; había sido una locura acercarse tanto a Patricia; siempre que se dejaba llevar por sus impulsos, se metía en líos.

  • Carajo Carolina, estas zafada o que?, como se te ocurrió pegártele al ogro malo que tienes por jefa? a esa bruja sin escoba casi la besas! -Pensó preocupada- Que horror cuando abrió los ojos!!! Sentí que el estómago se me pegaba a la cabeza!!!, y ese pretexto!! Ufff! Dudo que me haya creído nada… aunque… pensándolo bien, porque se indignó tanto si ni le hice nada?

Mientras daba vueltas en la cama intentando conciliar el sueño, Carolina no pudo menos que recordar un poco de su vida en su tierra natal; recordó con un poco de tristeza a Romina, su última novia, la había conocido al ingresar a la universidad y se había enamorado hasta las orejas de ella; sintió su piel erizarse al recordar los apasionados fines de semana que pasaban juntas, amándose sin tregua, apenas dándose un poco de tiempo para medio comer algo; su corazón se encogió un poco al recordar el momento en que supo que tendría que transportarse a Puebla y la pésima reacción de Romina; fue clarísima al decirle que ella no estaba para esperar a nadie y dio por terminada su relación, sin darle la menor oportunidad de nada. Era obvio que Romina no esperaría, pero Carolina había tenido la esperanza de que al no verla, después de algunas semanas se pondría en contacto con ella, pero se equivocó, ya que a ocho meses de su salida de Venezuela, era hora que no tenía noticias de Romina y descubrió con cierta sorpresa, que ya no le dolía tanto como al principio recordarla.

Inesperadamente, Patricia volvió a su mente; era increíble que unos días antes ni siquiera sabía de su existencia y hoy, no se podía sacudir su presencia; en un principio le había caído fatal por grosera y prepotente, pero… no podía negar que había cierta química; le gustaba mucho físicamente y aún cuando solo la había tratado un día algo tenía que la atraía como la araña a la mosca. Ella jamás había creído en esa vaina del amor a primera vista, pero si creyera, casi podía apostar que eso le había sucedido con Patricia; inexplicablemente, cuando estaba en su presencia, simple y llanamente era incapaz de pensar con claridad, sentía que el corazón le palpitaba a mil por hora y que se perdía observándola; le fascinaba físicamente, pero a pesar de todo eso, concluyó que lo mejor que podía hacer, era olvidarse del asunto, concentrarse en sus labores como pasante en el despacho y sobre todo, evitar por completo cualquier contacto físico con su jefa, pues sabía que estaba pisando un hilo muy delgado que en cualquier momento podía romperse y que definitivamente, la mas afectada sería ella.

Hacía mucho tiempo que había pasado por la etapa de la auto aceptación; sabía perfecto que aceptar que te gustan las chicas cuando tu misma eres una, no era un proceso fácil; recordó con cierto dejo divertido, el momento aquel, cuando apenas era una cría de 12 años, y que por primera vez sus labios habían tocado una boca femenina, propiedad de una de sus vecinitas; la nostalgia la invadió cuando evocó a su primera novia a los 15 años y no pudo evitar sentirse un tanto pícara cuando vino a su memoria esa primera vez en la cama con una chica a los 18 años; su familia aún no sabía nada sobre sus preferencias, y así era mejor pues consideraba que no tenía sentido inquietar a su madre sobre todo; sabía muy bien que no era algo que se aceptara muy fácilmente y si bien ya había pasado por esa primera fase de reconocimiento pleno y aceptación hacía sus preferencias, aún veía lejano el día de llegar a la etapa de salir del clóset ante su familia; ni hablar de salir ante el resto de la gente, pero aún era joven y ya habría tiempo para todo eso; lo único que si tenía claro era que el día que se enamorara y fuera correspondida al cien, no le importaría gritarlo a los cuatro vientos y que el mundo rodara si quería. Pensó que todo lo que estaba pasándole se debía a que se sentía un poco sola; después de todo, estaba en un país extraño, lejos de sus amigos y su familia, y de pilón, le había tocado por jefa, una completa chiflada que si bien estaba buenísima, igual era voluble, pedante e insoportable.

  • El Apocalípsis se te adelantó Caro, ahora que vas a hacer? –pensó con cierta tristeza mientras era vencida por el sueño.