Ilegalmente tuya 3

sin poderlo evitar dejó que su mirada recorriera el espigado cuerpo de Patricia; ésta había desabrochado los botones superiores de su blusa y se había quitado el elegante saco, por lo que Carolina pudo admirar el nacimiento de los hermosos senos y apreciar su tamaño en todo su esplendor....

Carolina buscaba desesperadamente donde estacionar su pequeño y llamativo auto; le había costado mucho trabajo llegar a Ciudad Judicial, el lugar donde se concentraban oficinas, juzgados y demás dependencias relacionadas; esos nombres tan raros que hay en México –pensó mientas por fin lograba acomodar su auto- vaya vaina que me costó! ... San Bernardino Tlaxcalancingo.???... Vía Atlixcáyotl?.... ufff! Primero aprenderse los benditos nombrecitos estos!, luego dar con el lugar y para colmo, tanta vuelta buscando lugar para estacionar, la habían dejado un tanto malhumorada. Vio su reloj y con satisfacción comprobó que aún faltaban 10 minutos para las nueve, así que había llegado justo a tiempo a la cita.

Antes de bajar, checó su imagen en el espejo retrovisor y le agradó lo que vio: su lozano cutis lucía radiante y el labial rosa le daba a sus labios un toque sexi, haciéndolos ver llenos y apetitosos; acomodó un rebelde mechón que caía sobre su frente, tomó su portafolios y bajó del auto; el aire helado que golpeó su rostro, la vista del imponente edificio blanco con rojo que orgulloso lucía sus mas de 10 pisos y el volcán Popocatépetl con su infaltable fumarola, con un cielo azul de fondo en esa fría pero espléndida mañana, lograron diluir su mal humor, así que acomodando la elegante blusa blanca de lino, la chaqueta negra de lana a juego con sus pantalones del mismo color, se colocó su abrigo y avanzó hacía donde suponía se encontraban los juzgados civiles donde la había citado su neurótica jefa el día anterior. Río divertida al recordar que le dijo que no le llamara jefa porque no eran pandilla; por un momento, se imaginó a la estirada abogada comandando a una parvada de malandros y haciendo fechorías peor que la Lina Ron y no pudo evitar soltar una alegre carcajada ante la jocosa imagen que se formó en su mente.

  • Veo que vienes de muy buen humor abogada –le sorprendió la voz de su jefa a sus espaldas;
  • Ay!!! Me asustó! –dijo Carolina -esta mujer parece Druppy!!! Casi me mata del susto!
  • Si? Así tendrás la conciencia… apúrate, vamos con el tiempo justo –respondió Patricia apurando el paso;
  • Más pícara que la tuya, seguramente si, jejeje!- pensó Carolina para sus adentros

Carolina casi corría detrás de ella –vaya con la tipa!, me pega un susto de infarto y ahora voy detrás suyo como su mascota! - si quieres me pones el collar antipulgas y la correa y me paseas! Aughhh!!! –pensó un poco irritada mientras maldecía haberse puesto esos tacones altísimos que no la dejaban emparejar el paso con su superior, quién al ser mas alta daba larguísimas zancadas.

Una vez en los tribunales, dedicaron toda la mañana a sus labores; Carolina no pudo evitar sentirse maravillada ante la eficiencia de su jefa, aunque sus modales para con ella dejaban mucho que desear, se dio cuenta que con el resto de las personas era amable y a todos saludaba con cordialidad, recibiendo el mismo trato por parte del personal; la presentó con todos como su nueva pupila, y en general, fue bien recibida; alrededor de las dos de la tarde, Patricia le indicó que se retiraba y que la esperaba en el despacho a las cinco. Carolina no pudo evitar preguntarse porque su jefa era así con ella, acaso le caía mal?, así que sin poder contenerse soltó la pregunta:

  • Patricia
  • Si?
  • Le caigo mal? – preguntó Carolina con cautela
  • Mal? No, ni bien ni mal, no tienes que caerme de ningún modo –respondió Patricia un tanto cortante.
  • Ah, menos mal… nos vemos entonces en la tarde
  • Si… y por cierto, ya conseguiste tu guía Rojí? –preguntó repentinamente Patricia cambiando de tema
  • Guía?... ahhh! No… aún no, pero.., ehh… podría decirme que es eso? Y donde puedo conseguir una? –dijo Carolina un tanto titubeante –vaya! No me pudiste preguntar la hora?
  • Cómo? Aun no lo averiguas????... estás lenta chica! A ese paso no vas a durar mucho conmigo…-respondió Patricia con cierta ironía- veamos: te explicaré con manzanitas: la Guía Roji es un librito, con muchas hojitas, en cada una viene un mapa, ese mapa es de una colonia o zona de la ciudad, y la que tu ocupas es una que sea de Puebla; ese librito, normalmente está en unas cosas que se llaman estantes en unas tiendas grandes, grandes que se llaman Samborns o Vips, o también en unos edificios donde hay muchos libros y que se llaman librerías, entiendes? –remató con sarcasmo.
  • Ah es que la mato!!!! - Si, si entiendo, no soy tarada licenciada –dijo Carolina sin ocultar su molestia por el tono sarcástico
  • Bravooo! Que bueno linda, me alegra mucho enterarme ehh! –dijo Patricia mientras se encaminaba hacía su auto.
  • Púdrete! que le caiga un rayo, que se le pinche un caucho y de paso que la orine un perro!! –pensó Carolina mientras la veía alejarse –que rayos le pasa a esta idiota? Quién se cree?... por supuesto que no voy a durar con ella, la voy a ahorcar un día de estos, bah!

Carolina arrancó su auto con cierta ira, se sentía muy enojada y ofendida por el trato de su jefa; la tipa era una amargosa, neurótica pero que culpa tengo yo de que a esta loca se le vayan los tornillos!… vamos Caro respira… vamos respira corazón.. – decía mientras se miraba por el espejo de su retrovisor. Era increíble que tuviera menos de 24 horas trabajando con esa histérica y estuviera con ganas de montarse al primer avión y regresar a su país; pero no… por supuesto que no se dejaría intimidar por una… histérica que seguramente estaba así porque no tenía novio y si lo tenía, apostaba su cabeza que le daba mal sexo, por eso estaba neurasténica. Tratando de controlar su enojo, Carolina salió del estacionamiento y se dirigió a buscar la famosa guía, pensando que de paso aprovecharía para comer algo, pues ya su estómago empezaba a protestar; hacía poco tiempo que había llegado a Puebla y apenas estaba habituándose a la comida un tanto condimentada y picante, aunque debía reconocer que le gustaba mucho, pero últimamente había abusado un poco, se malpasaba y eso a largo plazo seguro le cobraría una buena factura a su estómago.

Preguntó a alguien que pasaba, donde podía encontrar un Samborns o Vips y éste le informó que en el centro comercial Angelópolis, era el lugar mas cercano donde podía encontrar uno, así que hacía allá dirigió sus pasos, aprovecharía para comprar la famosa guía y comer algo; aún se perdía un poco en la ciudad, por lo que le pareció una excelente opción. Una vez que llegó al enorme centro comercial, compró su guía, y decidió buscar que comer; checó el mapa de la planta alta y vio que frente a los cines, había varios restaurantes, encontrándose una de las franquicias de hamburguesas mas conocidas; éstas no eran muy sanas para la dieta, pero sus finanzas no eran muy boyantes, así que tenía que ser cuidadosa con su dinero, hasta en tanto no empezara a generar ingresos en su nuevo trabajo, por lo que decidió dirigirse hacía el lugar.

Minutos antes, Patricia abordaba su auto justo en el momento en que su celular sonaba; por supuesto, era Sebastián:

  • Hola, que pasó? –respondió Patricia
  • Hola muñeca, como amaneció la abogada mas buenota de Puebla? –dijo Sebastián con tono jocoso
  • Mmmm… tienes siempre que ser tan… soez? –preguntó Patricia cortante;
  • O sea que decirle a mi mujer que está buenota es ser soez?
  • No soy tu mujer Sebastián, así que no empieces va?
  • No?? Ah chingaos! Entonces que eres??
  • Tu novia, que es otra cosa y bueno… ya, no quiero discutir, donde andas?
  • Saliendo del banco, comemos? tu donde estas?
  • Voy saliendo del estacionamiento de Ciudad Judicial
  • Te late si nos vemos en la Angelópolis?
  • Ok, donde comemos?
  • Mmm… tu escoge nena –dijo Sebastián
  • Te veo en la Fonda, sale?
  • Sale, voy para allá preciosa.

Una vez que Patricia se instaló en el lugar acordado, pidió un agua mineral y se dedicó a checar el menú; sin saber porque, recordó a Carolina y se sintió un poco avergonzada con su comportamiento hacía la chica; porque la irritaba tanto? En realidad debía reconocer que su nueva pupila era bastante amable y tenía toda la disposición del mundo para hacer su trabajo, además… era muy bonita; recordó sus expresivos ojos y su atlética figura; el atuendo que llevaba hoy le había resultado por demás atractivo, sorprendiéndola gratamente, pues lo llevaba con garbo haciéndola lucir espectacular; además, los altos tacones le daban una cadencia muy… sensual a su caminar.

  • Que te pasa Patricia!!! –pensó sobresaltada al darse cuenta el giro que tomaban sus pensamientos- de cuando acá ves si una mujer es sensual o no al caminar?

No tuvo tiempo de dar respuesta a su pregunta, pues justo en ese momento apareció Sebastián, quién dándole un ligero beso en los labios, tomó asiento frente a ella.

  • Hola de nuevo- dijo alegremente
  • Hola, no tardaste nada
  • Nop, vine volado, tenía muchas ganas de verte preciosa
  • Si? Porque? –dijo Patricia con cierta suspicacia
  • Mmmm… será porque me encanta verte?
  • No se, tu dime
  • Ahh… ps creo que es eso, me fascinas Patricia, me tienes loco y lo sabes verdad? –dijo Sebastián tomando una de sus manos
  • Si? Pues no se nota eh! Donde te vas con tus cuates a ver mujeres….
  • Uff! Vas a seguir con lo mismo?? Hasta cuando? –dijo Sebastián un tanto irritado
  • Pues seguiré mientras tu sigas haciendo de las tuyas
  • Ok, ok, ya! Vamos a ordenar, quisiera comer en paz, te parece –respondió su novio muy serio
  • Si, me parece mejor, ordenemos –concluyó Patricia.

Una vez que les llevaron su comida, iniciaron una charla intrascendente, tratando ambos de pasarla lo mejor posible; Sebastián a veces no entendía a su novia; podía ser una mujer encantadora en un momento y al siguiente, ser una verdadera bruja; la amaba, eso lo tenía muy claro, la visualizaba como su esposa y futura madre de sus hijos; lo enloquecía su cuerpo, aún cuando sexualmente podía definir a Patricia como un tanto… convencional, le gustaba esa parte de su relación; recordó lo delicioso que era tenerla desnuda debajo de él, mientras la penetraba con fuerza, sus gemidos al llevarla al orgasmo y la mirada brillante que tenía después de hacer el amor; si bien no era tan ardiente como él hubiera querido y por lo tanto, sus relaciones sexuales no eran tan frecuentes, se mostraba receptiva a sus gustos y accedía de buena gana a ciertas cositas que a él lo ponían a mil; recordó la primera vez que fue con ella a la cama, las muchas noches a su lado y como lo calentaba con esa carita angelical y su cuerpo incitante; eso era algo que lo arrebataba de Patricia; viéndola tan seria y tan estirada, con ese estilo tan clásico, pocos podían imaginar que debajo de toda esa ropa tan conservadora, se escondiera un cuerpo tan exquisito; no pudo evitar sonreír y sentir su pene un tanto morcillón al recordar los ricos senos de su novia; unos hermosos globos firmes y duros, coronados por un par de pezones rosas que al contacto con su lengua y sus labios, crecían y se volvían como un par de cerezas anhelantes de ser devoradas; en ese momento le dieron ganas de despojarla de su ropa, tirarla sobre la mesa, separar sus bellas piernas y penetrarla con fuerza; le embriagaba esa sensación de su sexo atrapado por el de ella, como lo apretaba mientras gemía y sobre todo, como parecía exprimirlo hasta dejarlo seco cuando en medio de deliciosos jadeos, derramaba sus jugos a la par que él la llenaba de semen caliente y abundante.

  • De que te ríes condenado? –dijo Patricia mirándolo fijamente
  • Yo? De nada –respondió Sebastián con una pícara sonrisa;
  • Ah si? Pues no parece, tienes la misma cara que debió tener el lobo feroz cuando se comió a la Caperucita –respondió Patricia con suspicacia
  • Jajajaja! Y que cara es esa ah? –preguntó Sebastián divertido;
  • De lujurioso!, esa es la cara que tienes ahora
  • Ah jijos! Tengo cara de lujurioso???
  • Si, quien sabe que estás pensando o de que te estarás acordando
  • Te digo de que me acordé? Jejeje! –respondió éste levantando y bajando las cejas mientras la recorría con la mirada;
  • Nooo!!! estamos comiendo Sebastián, no empieces por favor –cortó en seco Patricia
  • Ufff! Porque eres así ehhh??
  • Así como?
  • No se, muy… seria… todo lo tomas tan a pecho, deberías… no se… soltarte un poco el pelo no? –dijo Sebastián tratando de no herirla;
  • Soltarme el pelo?... a que te refieres –preguntó Patricia
  • Ps… a eso… que no seas tan… estirada! –soltó Sebastián
  • Estirada? O sea que así me ves? Como una estirada??? –dijo Patricia con enojo
  • Ups! No… solo… no se… mejor sigamos comiendo –dijo Sebastián mostrándose mas interesado en el contenido de su plato que en la charla

Una vez que concluyeron la comida, Sebastián pidió la cuenta, pagó y en lo que le llevaban su cambio, Patricia le comentaba algunas cosas de su trabajo, su mirada empezó a vagar por el lugar, clavándose en una espigada figura; una chica de unos veintitantos años, cabello castaño al hombro, con unos ojazos y un cuerpo riquísimo pasaba por el lugar; como buen hombre, no pudo evitar clavar su mirada en el delicioso trasero que se adivinaba debajo de los ajustados pantalones de lana que lo cubrían. Patricia sintió a su novio un tanto distraído, por lo que siguió la mirada de éste y descubrió el motivo de su distracción: el trasero de una mujer…. Una mujer?? Vaya! Que no era esa Carolina, su nueva pupila?... sin poderlo evitar sintió como la invadía el enojo:

  • Sebastian! –llamó Patricia alzando la voz
  • Eh? Que?? –dijo éste sorprendido
  • Podrías ponerme atención y dejar de verle el trasero a las… mujeres????
  • Yo? Cual? –respondió éste
  • No te hagas! Te estoy viendo! –dijo Patricia poniéndose de pie
  • Uhhhh… ps… si ni estoy haciendo nada –dijo Sebastián tomando su cambio y siguiendo a su enojada novia;
  • Sabes que? Me estás cansando… siempre es lo mismo contigo… no puedes ver carne porque te quedas con la boca abierta y te importa un pito si estoy yo presente –dijo Patricia belicosa;
  • Ay amor! A ver, ya… tranquila!
  • Tranquilos los locos!!! Me pudre que me digas así –dijo Patricia cada vez mas enojada
  • Bueno, ya, discúlpame, solo me distraje, perdóname si nena? –dijo Sebastián conciliador mientras intentaba abrazarla
  • No me toques, ni se te ocurra eh! –respondió Patricia alejándose mientras Sebastián la seguía, ya resignado.

Carolina mientras tanto, se había detenido buscando algo en su bolso; cuando alzó la vista lo primero que vio fue a su "querida" jefa enfrascada en tremenda discusión con un tipo alto, bastante atractivo que intentaba, sin mucho éxito, acercarse; vaya con la araña patona! –pensó Carolina- ya está atacando de nuevo! No pudo evitar sentirse malvada, así que apresuró el paso para alcanzarlos, cosa que logró al quedarse la pareja discutiendo a medio pasillo.

  • Hola jefa, buenas tardes –dijo Carolina alegremente;
  • Tu que haces aquí? –respondió Patricia fulminándola con la mirada;
  • Hola –dijo Sebastián viendo con curiosidad a Carolina;
  • Ahh! Pues vine por la Guía Rojí, ya la conseguí –agregó con una inocente mirada y mostrándole el famoso librito;
  • Ok, desaparece entonces, estoy ocupada y ya te dije que no me digas jefa! –contestó Patricia sin poder ocultar su enojo
  • Mucho gusto, me llamo Sebastián –dijo éste, extendiendo la mano hacía la joven;
  • Mucho gusto, Carolina –respondió con una alegre sonrisa;
  • Bueno, los dejo platicando –dijo Patricia dando la media vuelta y retirándose rápidamente del lugar.

Sebastián y Carolina se quedaron parados viendo la espalda de Patricia mientras se alejaba a gran velocidad; era obvio que estaba furiosa, así que Sebastián reaccionó primero:

  • Mucho gusto Carolina, te dejo porque mi novia ahora si que se ha enojado, nos vemos ah? Espero verte pronto, trabajas con ella verdad? –dijo mientras se despedía con un ademán
  • Si, igualmente, y si, trabajo con ella –respondió Carolina- nos vemos!

Mientras Carolina veía a Sebastián prácticamente correr detrás de Patricia, no pudo evitar pensar con cierta malicia, que definitivamente su jefa era una histérica, que al pobre hombre le toco la reina de las cuaimas!!; y lástima que fuera hetero, si no, ella se encargaba de quitarle el mal humor; ufff! 24 horas al día los siete días de la semana y la haría la mujer mas feliz del mundo, ella no sería la primera en caer bajo mis encantos -pensó Caro con cierta malicia… porque realmente era muy guapa, sexi sobre todo; le gustó mucho como brillaban sus ojos por la ira y el balanceo de su rico trasero mientras caminaba aprisa alejándose de ahí. Pensó con cierta nostalgia que hacía casi un año que no estaba con alguien; había llegado a Puebla ocho meses atrás a estudiar el último año de la licenciatura en derecho, becada por una prestigiosa universidad, vivía sola en un pequeño departamento en la zona cercana a su centro de estudios; la gran ventaja de su horario era que solamente acudía a clases por las tardes, por lo que contaba con las mañanas para trabajar.

Carolina se consideraba una chica un tanto reservada, no era muy dada a hacer amigos, pasaba mucho tiempo leyendo o estudiando; si bien no era un ratón de biblioteca, y disfrutaba tanto como cualquier mujer de su edad ir a bailar, salía poco con sus compañeros; la mayoría eran muy dados a beber cerveza en exceso, y a ella le decían que era medio snob ya que prefería tomar vino tinto o blanco; además, debía reconocer que prefería una buena charla en algún lugar tranquilo degustando una rica tabla de quesos acompañada por su adorado vino, que acudir a los estruendosos lugares donde acostumbraban reunirse sus condiscípulos. En ocasiones no podía evitar sentir nostalgia por su país, pues si bien no podía quejarse del trato que los mexicanos en general le daban, definitivamente extrañaba la comida, anhelaba comer unas deliciosas arepas y por supuesto, añoraba a su familia, especialmente a su madre, con quien tenía una excelente relación. Se sentía muy afortunada por la gran oportunidad que se le había presentado, primero al obtener su beca completa y luego por haber conseguido trabajo en el despacho del Dr. Montes de la Yglesia; uno de sus maestros la había recomendado con éste, aún no podía creer que la hubiera aceptado, pues sabía que ese era uno de los despachos con mas prestigio en la ciudad, y le daba mucho gusto formar parte del equipo de trabajo de ese lugar.

Mientras caminaba hacía donde había dejado estacionado su pequeño auto, pensó que mas afortunada sería si la bruja de Patricia la tratara de otra forma; hoy por la tarde, aprovecharía para preguntarle al resto de sus compañeros pasantes si con ellos también se portaba igual de grosera y prepotente; con cierta preocupación recordó que no le había dicho aún a su horrible jefa que solo podía acudir al despacho por las mañanas, pues tenía clases a partir de las 4 de la tarde; pensó que debió decirle cuando la citó a las cinco pero así como se puso de pesada por la famosa guía, no quiso ni imaginarse que le hubiera dicho; la bruja era muy capaz de gritonearle a medio estacionamiento, tal como lo hizo con el tipo con el que discutía… vaya con el tipito, está bueno –pensó algo divertida- pero lástima porque se ve que no le quita el mal humor a esa frígida, jijiji! –yo si se lo trato de quitar yo con una buena cogida? –jajaja- que cosas se te ocurren Carolina, esa mujer es seguro que te da un coñazo al primer intento que hagas de besarla.

Patricia ya había llegado al despacho; se encerró en su privado y se recostó en el cómodo sillón; pensó que algo le estaba pasando; Por qué estaba tan irritable? Por qué Sebastián la sacaba de quicio por cualquier cosa? Sería que se le había acabado el amor por él? Acabado?, Alguna vez lo sintió?... y Carolina… mmm… realmente se veía muy linda hoy… no pudo evitar molestarse cuando se percató de la mirada lasciva de Sebastián sobre ella… hombre tenía que ser!, Cómo???? Patricia!! Que te está pasando??? –pensó asustada por el rumbo inesperado que tomaron sus pensamientos- a ti que diablos te importa quien ve o quien no ve a Carolina???... mmm…. En realidad si me importa, pero por Sebastián claro!, si… eso es! –reflexionó intentando convencerse que por esa razón se había sentido tan enojada. Más tranquila por haber llegado a esa conclusión vio su reloj y se dio cuenta que apenas eran las cuatro y media de la tarde; se sentía un tanto somnolienta, así que pensó que quizá era buena idea tomarse una pequeña siesta… minutos después., se encontraba profundamente dormida.

Carolina llegó diez minutos antes de la hora esperada, así que acudió a su cubículo a dejar su bolsa, se retocó el maquillaje, se puso un poco de perfume, cepilló su cabello y después de quedar satisfecha con su imagen, salió rumbo al privado de su superior; saludó a Blanca, quién le dijo que Patricia estaba dentro, así que tocó, recordando la última vez que entró y terminó regañada; al no recibir respuesta, decidió abrir la puerta y asomarse; le sorprendió verla apaciblemente dormida, en lugar de retirarse y regresar mas tarde, pasó a la oficina; sin poderlo evitar dejó que su mirada recorriera el espigado cuerpo de Patricia; ésta había desabrochado los botones superiores de su blusa y se había quitado el elegante saco, por lo que Carolina pudo admirar el nacimiento de los hermosos senos y apreciar su tamaño en todo su esplendor, era increíble lo bella que se veía dormida, tenía los labios entreabiertos y una expresión tan sexi que sin poderse contener, se acercó al sofá donde plácidamente descansaba su jefa, observándola con atención; le gustaba su cabello, las delgadas y bien delineadas cejas, sus pómulos parecían de modelo y tenía una piel que se antojaba acariciar; la boca carnosa la invitaba a besarla así que en un acto irreflexivo, se inclinó sobre la hermosa mujer, pensando en lo rico que debían saber esos labios; justo antes de que éstos entraran en contacto, Patricia abrió los ojos.