Ilegalmente tuya 11

Espero disculpen mi tardanza para publicar la continuación de esta historia, pero la inspiraciòn me habìa abandonado... ojalà disfruten esta penùltima (?) entrega. Besos a todas mis lectoras

ILEGALMENTE TUYA 11

TRES SEMANAS DESPUES:

-       Buenas tardes, que tal pasaste el día? –saludó Patricia;

-       Hola, bastante tranquila, cuando menos ya me puedo mover mas –respondió Carolina mientras giraba con las muletas;

-       Vaya! Eres toda una experta eh?

-       Mala! No te burles de mi

-       Jajaja! Para nada pequeña… vamos a comer, traje comida china, te gusta?

-       Mmmm…. No mucho, pero tengo un hambre feroz

-       Ok, prometo no volver a traerla va? –dijo Patricia con seriedad

Mientas comían, Carolina observaba a su adorada jefa; en esas semanas que había pasado a su lado, aprendió a conocerla y supo que no era tan difícil como aparentaba; si bien tenía un carácter fuerte, en términos generales le parecía una mujer encantadora, aunque un tanto reservada; le causaba mucha curiosidad que a pesar de que habían tocado mil temas tanto personales como profesionales, Patricia siempre mantuvo un total silencio acerca de su vida amorosa; Sebastián no había hecho su aparición en esos último días y Carolina sentía que tal vez ella era la causa de su ausencia, solo que no se había atrevido a preguntar directamente por él, aunque quizá ya era hora de hacerlo:

-       Te puedo preguntar algo?

-       Si claro, dime

-       Y Sebastián? Has terminado con él? Hace mucho que no lo veo por aquí

-       Y esa pregunta? A qué viene?

-       Que no te han enseñado que es de mala educación responder una pregunta con otra? –respondió Carolina

-       Si, si me enseñaron, pero contéstame –dijo Patricia de mala gana

-       Uyyyy! Ya salió la ogra mala ah!

-       Deja tus sarcasmos pequeña y responde, porque el interés?

-       Uff! Olvídalo, solo quise hacer plática pero veo que estas como mapanare a punto de picarme!

-       Mapanare? Que rayos es eso???

-       Una víbora muy venenosa de mi país

-       Me estás diciendo víbora –reclamó Patricia sintiéndose irritada

-       Nooo! Ohhh Dios! Porque eres tan susceptible??? Solo hice una preguntita inocente!

-       Si pero porqué preguntas por Sebastián, cual es tu interés?

-       Ninguno, sabes que chica??... déjalo, por lo visto hoy no estás de humor –replicó Carolina mientras intentaba incorporarse rápidamente.

El brusco movimiento de la joven, hizo que perdiera el equilibrio, solo que Patricia reaccionó con rapidez, sosteniéndola por la cintura, lo que provocó que se fundieran en un accidental y apretado abrazo; la espalda de Carolina quedó completamente pegada a los pechos de Patricia, mientras uno de los brazos de ésta rodeaba su fina cintura; la joven intentó separarse, pero la rubia fue más rápida, ya que apretó el cinturón que representaba su brazo:

-       A donde vas pequeña? –dijo Patricia pegando sus labios al oído de Carolina;

-       Que te importa!!! –respondió Carolina intentando zafarse sin éxito;

-       Upa!! Quieta! Te vas a lastimar;

-       Lastimada te vas a quedar tu si no me sueltas ya! –contestó la joven blandiendo su pequeño puño de forma amenazadora

-       Ah si??? Vamos… con que esas tenemos –dijo divertida mientras su nariz olfateaba el dulce aroma del cuello de su prisionera;

-       Ouch!!!! No hagas eso!!!!

-       Esto? –preguntó Patricia mientras sus labios recorrían el lóbulo de la oreja de Carolina.

Un estremecimiento la recorrió por toda la espalda mientras sentía las manos de su jefa sujetándola con firmeza por la cintura; el tibio aliento en sus oídos y cuello la estaba excitando mas de lo que ella misma hubiera esperado; intentó de nuevo escapar y giró esperando poder empujar a la rubia, solo que le falló el cálculo y en lugar de quedar libre, solo logró que sus senos quedaran aplastados contra los de Patricia, ligeramente por debajo de éstos:

-       Mmmm… mira que bien que te has girado –dijo Patricia mirándola maliciosamente;

-       Suéltame!!!! Abusadora!!!!  -atacó Carolina intentando golpearla;

-       Abusadora??? Para nada, tu solita te pusiste así –respondió Patricia mientras sus manos bajaban peligrosamente hasta el trasero de la joven, inmovilizando sus brazos en los costados;

-       Ayyy!!! Que me dejes te digo!!! Ya me estoy enojando… si no me sueltas te daré un coñazo!!

-       Jajaja! Ah si? Y como lo harás eh?

-       Ya verás!!! Suelta!!! Malaaaa!!

Mientras Carolina se retorcía, solo lograba frotar su cuerpo contra el de Patricia, haciendo que la excitación de ambas creciera; al ser mas alta y de complexión mas grande, a ésta se le facilitaba inmovilizar a su furiosa pupila; sentía los pezones completamente duros, mientras su sexo se humedecía sin control; deseaba a Carolina como nunca, todos esos días de largas charlas, conviviendo con ella día y noche, habían hecho estragos en sus hormonas y lo único en lo que podía pensar en ese momento, era en tomar a la hermosa chica que cada vez mas furiosa se retorcía entre sus brazos; sin previo aviso, inclinó la cara hacía el incitante cuello, lamiéndolo en toda su extensión; su olor la embriagaba, deseaba ir mas allá, por lo que sin pensarlo, una de sus manos voló al encuentro del hermoso rostro, inmovilizándolo por unos segundos, para después, atacar los húmedos labios que entreabiertos, parecían invitarla a invadirlos sin piedad.

Al sentir que Patricia aflojaba el nudo de sus brazos, el primer impulso de Carolina fue golpearla, pero la inesperada invasión de su boca por los labios ansiosos de la rubia, la disuadieron y sin poderlo evitar, respondió al beso robado; su lengua, totalmente sorda a su voluntad, voló al encuentro de los labios de Patricia, enredándose en una deliciosa danza con sus atacantes, sintiendo como su cuerpo se estremecía ante el contacto. Una vez liberados sus brazos, estos se enredaron formando un delicioso lazo alrededor del cuello de su adorable jefa; los senos de ambas se frotaban descaradamente unos contra otros, haciendo que un agradable calor se esparciera por sus cuerpos. Patricia fue quien rompió el contacto después de uno o dos minutos; tomó el rostro de Carolina entre sus manos, admirando el tono sonrojado que éste tenía:

-       Te deseo Caro

Como un cerillo arrojado a la pólvora, la declaración de Patricia no hizo sino avivar aún más la llama de esa pasión contenida entre ambas; Carolina retomó el beso interrumpido con mayor intensidad, comiendo los labios de su jefa con avidez; su textura la hacía perder la razón; enroscó sus brazos alrededor del cuello de su atacante, en una muda rendición y sin apenas darse cuenta, ambas mujeres quedaron recostadas sobre la desordenada mesa del comedor; Patricia no podía parar, a pesar de que por unos segundos un ligero destello de lucidez iluminó su acalenturada mente diciéndole que no era buena idea continuar con ese peligroso juego; mientras se deshacía del nudo que formaban los brazos de Carolina alrededor de su nuca, besaba todo el hermoso rostro, disfrutando de su tersura; el recorrido continúo hasta la mandíbula y el cuello de la joven mujer que sin poderlo evitar, dejaba escapar pequeños gemidos de placer ante el goloso abordaje.

Las manos de Patricia recorrían con avaricia los costados del delicado cuerpo, besando la blanca columna del cuello que se le ofrecía sin freno alguno; poco a poco, la hambrienta boca buscó el nacimiento de los turgentes senos, cuya dueña nada pudo o quiso hacer para evitar que fueran invadidos por los voraces labios que sin piedad, chuparon, besaron y gozaron de su plenitud; Carolina sentía como un delicioso hormigueo recorría todo su cuerpo, concentrándose en sus pezones y en su húmeda vagina; había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado con alguna chica, y por mas que había intentado resistirse a las sensaciones que le provocaban las deliciosas caricias de su jefa, se dio cuenta que era imposible, y sin pensarlo mas, se entregó al mar de placer que le estaba siendo proporcionado.

Los duros pezones de la joven, fueron intempestivamente descubiertos por las ávidas manos de Patricia, quien sin pensarlo, se deshizo de golpe de las inoportunas prendas que los cubrían; ante la vista de los delicados botones, la rubia no pudo sustraerse a su encanto, y su traviesa boca se lanzó al ataque sin freno, regocijándose ante la suavidad de la piel que los cubría; beso uno y otro, recorrió con la lengua sus contornos y se deleitó con su sabor; después, el resto de los turgentes senos recibieron el mismo tratamiento, arrancando pequeños gemidos de placer a su dueña. Carolina trataba sin mucho éxito, de no perder la cordura, pero ante el delicioso estímulo, la claridad de su pensamiento se difuminaba, totalmente avasallado por la pasión que la invadía. Sus manos recorrían golosamente el cuerpo de Patricia, deleitándose también con los sugerentes contornos de la rubia; sus uñas arañaban con suavidad la piel que se erizaba ante el contacto, haciendo que incitantes gemidos llenaran el silencio de la habitación.

Ninguna supo en que momento sus cuerpos quedaron totalmente desnudos, solo eran capaces de sentir el roce de piel contra piel, mientras piernas y brazos se enredaban unos con otros; sin apenas darse cuenta, habían llegado hasta la habitación de Patricia, y la amplia cama servía como escenario de la erótica danza iniciada en el comedor; los besos se sucedían imparables, cada una recorrió la piel de la otra sin dejar un tramo inexplorado; la rubia inició un enloquecedor recorrido por el cuello y hombros de la joven, regó besos a todo lo largo y ancho de la línea del escote de Carolina, y continúo su viaje hacía el sur, jugando durante algunos minutos en el vientre y cintura de la hermosa mujer que solo atinaba a enredar la rubia cabellera entre sus dedos, guiándola así hacía su mayor centro de placer, que goloso, recibió la cálida humedad de la lengua de Patricia; ésta se regocijó lamiendo los costados de la hermosa y palpitante vagina, que como flor en primavera, se abría gustosa entregándose sin reservas; invitando a su nueva dueña a recorrerla, invitación que fue aceptada de inmediato.

Cuando los labios de Patricia envolvieron el palpitante botón, Carolina sintió como un fogonazo recorría todo su cuerpo, lanzándola en una ola de placer como hacía mucho no sentía; acariciaba sus pezones en un vano intento de calmar esa fiebre que la llenaba, mientras su invasora lamía, chupaba, besaba y recorría con lengua y labios la joven y húmeda flor, que abierta y anhelante, recibía cada caricia, cada beso, regalando a su vez abundantes jugos que Patricia paladeaba con avidez, mientras seguía el compás de las caderas que en un movimiento circular, se agitaban inquietas. En el momento en que la rubia introdujo la punta de la lengua en la obscura y caliente cueva, Carolina sintió como un potente orgasmo se formaba en su vientre, explotando imparable ante los deliciosos embates que la llenaban, vaciándose en la sedienta boca que bebió sin parar el delicioso elíxir que brotaba abundante y caliente.

Patricia se sentía a punto de explotar; el olor y la textura de los jugos de Carolina, la habían hecho perder la cordura; sentía su sexo arder y clamaba alivio, por lo que se acomodó encima de la joven, formando una deliciosa tijera: sexo contra sexo, iniciando un frenético movimiento de caderas, sintiendo como sus húmedos e hinchados labios se frotaban contra los de la joven, mientras su palpitante clítoris era atormentado por el duro y caliente botón de Carolina; acariciaba y apretaba sus pechos, dándole a la joven una panorámica espectacular: una hermosa rubia montándola cual salvaje amazona, con su lengua recorriendo los turgentes labios, acariciándose ella misma los deliciosos pezones duros y sonrosados que coronaban los dos hermosos globos que saltaban gustosos al ritmo de las caderas de ambas mujeres, mientras sus sexos se frotaban salvajes, ávidos, calientes y mojados, hasta que ambas, sin poderse contener, explotaron en un ruidoso orgasmo que las lanzó en una vorágine de placer, una y otra vez hasta dejarlas exhaustas y vacías.

Minutos después, Carolina se removía inquieta ante el peso de la rubia, que intentaba recuperar el ritmo de su respiración:

-       Ouch!!!

-       Te lastimo pequeña?, creo que te estoy aplastando eh?

-       Sip, creo que si –respondió tímidamente la joven

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Patricia se giró hacía un costado, dejando su brazo sobre los pechos de la chica que en ese momento no atinaba a decir nada; recorrió con sus dedos el hermoso rostro y sin poderse contener, depositó algunos pequeños besos en la comisura de sus labios:

-       Te arrepientes de lo que pasó Caro?

-       Eh?.... mmmm…. Ps…. No…. Creo que no –respondió la joven un tanto insegura

-       Crees?... como es eso? –cuestionó Patricia

-       Ah! Ps… no me preguntes nada ahora chica, no puedo pensar vale? –dijo Carolina mientras tomaba entre sus manos el serio rostro y depositaba un tierno beso en sus labios.

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El tierno beso, solo marcó la pauta para que la pasión brotara de nuevo entre ambas; pasaron el resto de la tarde amándose, descubriéndose mutuamente, dándose placer una a la otra hasta que el cansancio las venció; la noche, como muda cómplice envolvió sus cuerpos desnudos, que entrelazados, se entregaron a un profundo sueño que se vio interrumpido a la mañana siguiente ante el ruido de un fuerte portazo; la primera en despertar fue Carolina, quién sobresaltada intentó incorporarse sin éxito, pues una pierna y un brazo de la rubia descansaban sobre ella; cuando Patricia alcanzó a abrir los ojos y girarse, descubrió a un horrorizado Sebastián parado en la puerta de la habitación, contemplando los dos cuerpos desnudos, que como delincuentes descubiertos infraganti, eran los protagonistas de una escena que no necesitaba explicaciones.

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