Ilegalmente tuya 10

Hola a todas, mil disculpas por la tardanza, pero aquí está la continuación... espero sea de su agrado.

ILEGALMENTE TUYA 10

Los labios de Patricia acariciaban ligeramente los de Carolina, quién solo atinó a recibir la inesperada caricia. Sin apenas darse cuenta, la intensidad del beso subía a cada segundo; inició como un simple roce para después convertirse en un delicioso frotar entre los labios de ambas, hasta volverse una invitación absoluta a abandonarse al deseo contenido. Patricia pasó la punta de su lengua en la unión de los labios de la joven, quién no pudo evitar entreabrir la boca, en una clara invitación a su atrevida visitante; segundos mas tarde, el aliento húmedo y tibio de las dos mujeres, se mezclaba sin pudor alguno; un estremecimiento recorrió a Carolina de pies a cabeza, haciendo que su piel se erizara y su corazón latiera un poco mas aprisa, mientras sentía las manos tibias de la rubia recorrer sus hombros y su espalda por encima de la delgada bata que la cubría; pasó sus manos por el cuello de su impredecible jefa, acariciando el delgado y suave cabello; al hacerlo, una dulce fragancia femenina, desconocida hasta ahora, llenó sus fosas nasales, haciendo que su excitación creciera aún mas.

Patricia abandonó la boca que devoraba con avidez, para recorrer la blanca columna que formaba el cuello de la joven; su aliento cálido y húmedo inició un torturante descenso, depositando pequeños besos hasta alcanzar el nacimiento de sus senos; éstos, ya anhelantes, deseaban desesperadamente la atención de su asaltante. Carolina sentía sus pezones completamente erguidos, mientras el hormigueo que recorría su cuerpo, se incrementaba a cada segundo. Inesperadamente, Patricia empujó suavemente a su hermosa pupila, cayendo ésta sobre las almohadas que como mudos cómplices, recibieron el suave cuerpo, quedando indefensa ante los avances cada vez mas atrevidos de la rubia, quién sin poder contener su deseo, posó su mano en el escote, apartando con premura la molesta barrera que significaba la delicada bata; al abrirla, pudo contemplar por primera vez, la plenitud de los turgentes senos: dos hermosos globos desafiantes de la gravedad, cubiertos por una suave piel blanca y coronados por un par de sonrosados pezones, que en ese momento, se exhibían en toda su plenitud descaradamente, provocativos y palpitantes que la retaban a sustraerse a su encanto. Dueños de su propia voluntad, los labios de Patricia corrieron al encuentro de las bellas tetas, mientras sus manos acariciaban sus laterales; lentamente, como si se tratara de una tortura de refinada crueldad; Carolina echó la cabeza hacía atrás, disfrutando la suave caricia; cuando finalmente, la boca húmeda y caliente de su bandolera jefa rodeo sus pezones, un fogonazo recorrió todo su ser, haciendo que un indiscreto gemido brotara de entre sus labios. Este fungió como una abierta invitación a tomar del todo los senos que alegremente se rendían a sus caricias, por lo que la lengua de Patricia los rodeó lentamente, primero uno, luego otro, alternadamente, una y otra vez, hasta dejarlos mojados y brillantes; la humedad de los pequeños y sonrosados botones, fue la ocasión idónea para que los pulgares de la rubia entraran en acción, acariciándolos en un movimiento circular que la excitaba cada vez mas.

-       Hummmm….!

-       Te gusta nena?

-       Siiii….. es…. Delicioso lo que me haces… -respondió Carolina sintiendo la oleada de calor que la invadía

-       Eres… hermosa Caro –dijo Patricia mientras continuaba con la enloquecedora caricia

-       Te gusto?

-       Mucho, me fascinas… -respondió Patricia lamiendo el cuello de la joven mientras sus dedos continuaban con su agradable tarea.

Ante la desigualdad de las condiciones, dado que Patricia aún se encontraba cubierta, las manos de la bella joven decidieron por cuenta propia darle solución al asunto: apartó con cierta violencia la delicada fina tela que escondía el tesoro cuya aparición hizo que el aliento de Carolina se detuviera: dos hermosos pezones ligeramente rojizos y obscuros completamente duros y desafiantes, se presentaron ante ella coronando el par de tetas mas grandes de lo que los sobrios atuendos de Patricia dejaban ver; su tamaño y suavidad la invitaron a acariciarlos, primero con delicadeza, lentamente, y después, con mayor vigor, logrando arrancar un gemido de su dueña:

-       Ahhhh… siiii…. –gimoteo Patricia mientras a su vez continuaba acariciando los pechos de su pupila.

En perfecta sincronización, buscaron unir sus labios en un nuevo y apasionado beso, mientras sus senos se frotaban lujuriosamente; los duros botones, por su propia cuenta iniciaron una danza frenética unos contra otros, logrando que el sexo de ambas mujeres palpitara sin control, humedeciéndose y haciéndolas estremecer. El peso de Patricia sobre el lastimado cuerpo de Carolina fue lo que hizo que ésta gimiera con dolor, rompiendo el mágico momento entre las dos; Patricia solo atinó a clavar su mirada en el rostro de la hermosa joven:

-       Perdón!, te lastimé?

-       Hummm… un poco… me aplastas –dijo Carolina intentando recuperar el aliento

-       Creo que… mejor me retiro y te dejo descansar si? –respondió Patricia mientras apartaba un mechón de cabello de la frente de la joven;

-       Si… creo que mejor descanso –replicó Carolina cubriendo su desnudez sintiéndose un tanto avergonzada

-       Bien… hasta mañana entonces, que descanses –se despidió Patricia depositando un suave beso en los labios de la desconcertada Carolina.

Patricia abandonó la habitación, dejándola a solas con su confusión: que le pasó a mi querida jefa? Acaso ya está mas que lista para el manicomio?, porque le permití llegar tan lejos? O que la loca soy yo? –se cuestionaba Carolina- será que el choque me dejó las neuronas flameadas???. La joven se sentí totalmente confundida, aunque era innegable que había disfrutado las caricias que de manera inesperada habían llegado. Acomodó su adolorido cuerpo mientras trataba, sin éxito, de entender el porque de ese cúmulo de sentimientos que la embargaban: su corazón latía alocado, y un inexplicable nudo atenazaba su estómago y su garganta. La actitud un tanto distante de Patricia al abandonar la habitación, la hacían pensar que tenía razón en lo que ya sospechaba: que solo era la curiosidad de saber que se sentía estar en la intimidad con una mujer lo que impulsaba a la rubia a besarla y acariciarla. Sumida en sus reflexiones, poco a poco, el sueño la invadió.

En la habitación de junto, Patricia daba vueltas de un lado a otro; se sentía absolutamente fuera de si: que había hecho? Porque se había dejado llevar de esa forma tan irresponsable y había besado y acariciado de esa manera a Carolina; tenía muy claro que la atracción que ésta ejercía sobre ella era muy fuerte, tanto que iba más allá de lo que podía resistir. Sentía aún en sus labios el sabor dulce de la joven, y en sus pezones, aún palpitaban las caricias robadas; el deseo que sentía por ese hermoso cuerpo la había llevado a perder el control de sus acciones, pero por otro lado, le había servido para confirmar algo: necesitaba tenerla, poseer ese cuerpo que la enloquecía y la inquietaba, pues ese sería el único remedio a su malestar; tenía la certeza de que una vez que se sacara ese deseo de encima, podría continuar con su vida al lado de Sebastián.

A la mañana siguiente, Patricia se estiró perezosa y sin pensarlo dos veces, saltó de su cama y se dirigió hacía la ducha; algunos minutos después, mientras rondaba por la cocina preparando un ligero desayuno, canturreaba alegremente; el nuevo día había traído consigo una decisión: haría lo posible y hasta lo imposible si era necesario, para tener a Carolina en su cama, y una vez que lo lograra, estaría curada de esa imposible atracción; contenta por tener ya un plan claro y simple, se dirigió hacía la habitación de la joven, dispuesta a atenderla y consentirla, a fin de llevarla poco a poco al sitio donde quería tenerla.

A Carolina, también el nuevo día la había despertado con una conclusión: después de mucho pensarlo la noche anterior, tenía muy claro algo: ella no tenía las ganas ni la disposición de ser un experimento ni mucho menos, el capricho de una loca que no sabía ni que quería; era mas que obvio que Patricia solo tenía curiosidad, tal vez por saber que se sentía tener una relación lésbica o tal vez era una fantasía sexual el irse a la cama con una mujer. Pues bien chica, búscate otra para hacer tus experimentos! –penso Carolina- porque conmigo, nada de nada, lo de anoche fue solo una tontera de mi parte que por supuesto no se volverá a repetir!!.

Satisfechas de sus planes, ambas mujeres se saludaron alegremente al entrar Patricia a la habitación:

-       Buenos Días! Como amanecimos? –dijo Patricia mientras acomodaba la charola con el desayuno

-       Muy bien, gracias! Algo adolorida aún –respondió alegremente Carolina

-       Esa voz me agrada, te traje algo, espero tengas hambre y te guste

-       Sii, ya lo creo que tengo hambre –dijo la joven mientras inspeccionaba la charola con atención

Carolina mordisqueaba con satisfacción una tostada con mermelada, mientras Patricia no le quitaba la vista de encima:

-       Vaya que es hermosa esta mujer! –pensó Patricia

-       Esta me ve como el gato que está a punto de devorar al ratón –pensó Carolina

-       Que delicia será hacerle el amor…

-       Hummm…. Quién sabe que se imagina que se sonríe así –reflexionó la joven

-       Te gusta? –preguntó súbitamente Patricia

-       Si claro!, están muy ricas

-       No tanto como tu –pensó para si la rubia- ah que bien que te gustaron, quieres mas? –preguntó

-       No gracias, con esto es suficiente –dijo la joven- vaya que me ve con ganas esta loca! –pensó para sus adentros- pero menuda sorpresa se va a llevar porque este cuerpecito, nada que lo tendrá!!

-       Quieres darte un baño?

-       Si, me siento un poco incómoda

-       Ok, te preparo la ducha si?

-       Si, solo por favor consígueme una silla porque no creo poderme tener en pie mucho tiempo.

Minutos después, Patricia ayudaba a Carolina a trasladarse al baño; ésta se desvistió lentamente, pues el dolor en sus costillas le estaba molestando seriamente, y trataba de moverse lo menos posible; fue hasta que pudo colocarse en el pequeño banco, que se percató que Patricia continuaba de pie a un lado de la ducha; su mirada devoraba el hermoso cuerpo desnudo y la joven no pudo evitar sonrojarse:

-       Mirona! Fuera de aquí!!! –dijo un tanto divertida

-       Ups! Perdón! –respondió Patricia mientras abandonaba rápidamente la habitación.

Mientras se bañaba, Carolina cayó en cuenta que ya era lunes y que no tenía ni idea de que haría con la escuela, el trabajo y su departamento

-       Rayos! Es lunes!, tengo que avisar a la universidad y ver que pasará con el despacho –pensó mientras se ponía la pijama que Patricia había dejado en la cama

-       Ya estás lista? Puedo pasar? –interrumpió Patricia

-       Si, pasa

-       Ok, como te sientes?

-       Pues… aún me duele todo y la pierna me está fastidiando un buen… aparte me preocupa la escuela, el trabajo y necesito ir a mi casita por ropa o ver que haré, no me puedo quedar aquí todo el tiempo –soltó Carolina de corrido

-       Jajaja! Tranquila… vamos por partes, ok?

-       Ohhh! Perdón, lo que sucede es que no se por donde empezar, vale?

-       Por lo primero; respecto al trabajo, ya avisé lo que te pasó; yo iré por la tarde a la oficina y tu te quedarás en cama

-       Ah!! Moriré de tedio seguramente –respondió Carolina con resignación

-       Con la universidad, igual ya hablé a control escolar, me piden únicamente la constancia de que estás incapacitada, así que iré en un rato al hospital a solicitarla

-       Mmmm…. Que eficiente! –dijo la joven con sarcasmo cruzando los brazos

-       Gracias por el tono, pero ni modo pequeña, no te queda de otra; o que pretendes? Ir a la universidad y al despacho saltando?

-       No, claro que no, pero que haré? Cuanto tiempo estaré así?

-       Vete resignando, estarás algunas semanas incapacitada

-       Semanas?????????

-       Así es, así que resígnate y trata de pasarla lo mejor posible; te podrás mover con muletas, pero el médico dijo que no era conveniente que las usaras por el problema de las costillas, así que…

-       Ufff! Y todo este tiempo estaré aquí??, pretendes que me quede en tu casa??

-       Si tienes una mejor opción, adelante! –respondió Patricia sin poder evitar esbozar una sonrisa

-       Bah! Yo no se de que te ríes!!! No me haces gracia!

-       No se trata de que te haga gracia; en lugar de estar renegando, mejor dime que necesitas, iré a tu departamento a traer ropa y lo que ocupes, sale?

-       Ya que me queda!!! –respondió una no muy convencida Carolina

-       No mucho, así que vamos, ponte cómoda, regresaré en un rato –dijo Patricia mientras salía de la habitación contoneándose;

-       Vaya que se deschavetó esta mujer! –pensó Carolina.

Horas después, Carolina sentía que explotaba de desesperación; tenía horas sola, ya la televisión le había hartado, tenía hambre y para colmo, el persistente dolor de sus costillas le había estado molestando; con cierta ironía pensó que era el colmo que anhelara la llegada de Patricia, y ésta, como invocada por su pensamiento apareció repentinamente en la puerta de la habitación

-       Hola!

-       Ay! Me espantas! –dijo Carolina sobresaltándose

-       Tan fea estoy? –cuestionó Patricia con coquetería

-       No es eso… porque no hiciste ruido, me asustaste!

-       No hice ruido? Creo que el golpe te dejó media sorda, pues abrí la puerta del departamento, puse unas cosas en la cocina y luego vine hacía acá, de verdad no me oíste llegar?

-       No, para nada, pero en fin, ya era hora de que llegaras, tengo hambre, me duele todo y estoy harta! –respondió Carolina

-       Mmmm…. Siempre tienes ese carácter? –preguntó Patricia un tanto divertida

-       No, solo cuando tengo las costillas fracturadas y estoy en una casa ajena abandonada a mi suerte!

-       Jajaja! Ahora si me has hecho reír….

-       Bah! No le veo lo gracioso chica!

-       Ok, ok, ya, deja de renegar, iré por la comida, ojalá que con eso mejore tu humor pequeña –dijo Patricia mientras se retiraba

Mientras comían, ambas mujeres empezaron a charlar, en un inicio, solo tocaron temas muy generales, pero después, surgieron temas más personales y cada una de ellas supo un poco mas de la otra; conforme fueron pasando los días, se volvió un hábito para ambas platicar mientras comían, y sin darse apenas cuenta, empezaron a caer en una agradable rutina: Patricia salía a trabajar por la mañana, regresaba con la comida alrededor de las tres de la tarde, comían, charlaban y luego cada una se enfrascaba en sus labores en el pequeño y acogedor estudio de la anfitriona; mientras Carolina estudiaba o avanzaba con alguna tarea de la universidad, Patricia checaba alguno de sus expedientes, ya sea leyendo o escribiendo algo; esos momentos, les permitían observarse mutuamente, mientras un tercer visitante, inesperado y silencioso, lentamente se colaba entre esas paredes, quienes como mudos testigos, guardaban el secreto de ese sentimiento que poco a poco se empezaba a fraguar: el amor surgía en los corazones de ambas, un tanto ahogado por la idea de una de tomar a la otra y de aquella de resistirse a ceder; que voluntad sería mas fuerte?, la de Patricia con sus años y su experiencia? O la de Carolina con el ímpetu que su juventud le daba?