II. Mi tito

Por fin pude comprobar lo que es un buen macho

Tras mi primer relato, I. Mi tito, me dispongo a narrar la segunda parte. Muchas gracias por los comentarios y mensajes recibidos, espero corregir mis errores y seguir progresando.

*    *    *

Mi tío se quedó algo desconcertado ante ese beso. Mis mejillas no tardaron en ruborizarse, y un breve silencio que me pareció eterno invadió la habitación. Supongo que la calentura del momento y la normalidad con la que mi tío afrontaba la situación de enseñarme a ponerme un preservativo me confundió. Solo atiné a decir:

  • Lo siento mucho, yo, yo...

Y mi tío me agarró del cuello y me acercó a su boca para besarme. Fue un beso tierno y a la vez pasional. Tanto que tuvimos que parar para coger aire. Su boca quedó a centímetros de la mía, podía sentir su respiración y eso hacía que la mía se agitara cada vez más. Puse mi mano en su pecho, ese pecho duro y terso que tanto me ponía, mientras mi tío seguía con su mano en mi cuello. Hice un segundo intento de hablar pero fue inútil, puso un dedo en mis labios para indicarme silencio y yo, preso de la excitación comencé a lamerlo. Recorría ese dedo con mi lengua suavemente con los ojos cerrados, saboreándolo como si estuviera sediento de carne.

Mi tío me abrazó y tiró de mí hasta que quedamos tumbados, él debajo y yo encima de él. Nos besamos entonces de nuevo, esta vez sin control, entrelazando nuestras lenguas, mordiéndonos los labios. Mi tío entrelaza a sus dedos en mi pelo y yo agarraba su cuello para tenerlo tan cerca como fuera posible. Empezó a besar mi cuello y a dar pequeños mordiscos mientras bajaba sus manos por mi espalda. Yo me retorcía de placer. Su barba de varios días hacía que mi piel se erizase cada vez que me rozaba. No dejaba de tocar mi cuerpo y yo el suyo. Los besos del cuello subieron hasta mi oído, y entre susurros me dijo:

  • ¿estás seguro de esto sobrino?

Acto seguido y sin pensarlo dos veces cogí su cara con mis dos manos, la coloqué frente a la mía y mirándolo fijamente a los ojos le dije:

  • Siempre he querido esto tito.

Volvimos a fundirnos en un beso salvaje. A estas alturas podía sentir como el bulto de mi tío chocaba contra mí, rígido, caliente, húmedo. Entonces comencé a bajar poco a poco por su cuello, besando cada centímetro de su piel. Tras eso sus pectorales y sus peones. Jugaba con ellos, los enredaba con mi lengua, los mordisqueaba, y los pellizcaba levemente para luego besarlos. Primero uno y después otro. El sudor comenzaba a aparecer en su cuerpo y esto me volvió completamente loco. Subí sus brazos y tras recorrer con mi lengua todo su bícep, enteré mi nariz y boca en su axila. Ese olor a hombre era de otro mundo. Mi tío olía a macho y lo tenía entero para mí, a mi disposición. Tras revolverme una y otra vez en su sudor cogió mi cabeza me guió hasta su boca y tras morderme los labios me confesó:

  • No puedo más. Me tienes loco. Cómemela ya.

Y guió mi cabeza hasta su entrepierna. Yo frene en su ombligo. Y de ahí fue bajando poco a poco rozando con mis labios y lengua el caminito de vello que llevaba al premio que tanto ansiaba. Separé mi cabeza para observarla, lo miré fijamente a los ojos y con mi lengua fuera recorrí todo su rabo desde los huevazos hasta el capullo, lentamente, siguiendo la línea recta que marcaba por donde ir hasta llegar a la punta. Una vez ahí, la cogí por la base e introduje el capullo dentro de mi boca. Estaba caliente y o pude resistirme a hacer pequeños círculos con mi lengua alrededor de él. Aún no sabía como iba a poder meterme esa escultural polla entera en la boca, y mucho menos en el culo. Pero la saqué y me dispuse a lamer la como un helado. La recorría de arriba abajo con la lengua, ensalivándola por completo y subiendo y bajando su piel con mi mano. Una vez humeda hice un primer intento de metérmela entera en la boca, pero el ansia hizo que acabara tosiendo.

Mi tío, con una sonrisa pícara, me miró y agarró de nuevo mi cabeza, diciéndome que fuera poco a poco, que él me guiaba. Cada vez entraba un poco más. Yo abría mi boca tanto como podía e intentaba respirar para no ahogarme. Sentía mi boca llena, completa, y de repente pude ver mi nariz hundida en su pubis, mi barbilla rozando sus huevos y su capullo al fondo de mi garganta. Mi tío oprimió mi cabeza contra su rabo y me la clavó varias veces. Las arcadas no supusieron nada ya que para mí era un placer enorme sentir ese pedazo de carne en mi boca y ver su cara de placer al follarme la boca. Su precio empezó a mezclarse con mi saliva y yo no hacía otra cosa que relamerme y mamar ese adelanto de su néctar.

Con la respiración agitada se incorporó levantandome a la vez de los hombros y quedando él sentado y yo de rodillas entre sus piernas. Agarré su cabeza buscando sus labios, qué bien sabían mezclados con el sabor a su polla. Puse mis codos en sus hombros y me senté sobre él, arqueando mis piernas por encima de las suyas entrelazándolas en su espalda. Las manos de mi tío se clavaron en mi espalda y comenzó a besarme apasionadamente mientras hacía leves movimientos de pelvis. Yo podía notar como su rabo rozaba mi culito, como su capullo húmedo y palpitante buscaba la entrada de mi ano. Instintivamente yo hacía círculos con mis caderas mientras mi tito me devoraba la boca y recorría con su lengua mi pecho, clavícula y cuello. Entrelazaba mis dedos en su pelo y lo agarraba fuerte. Esta vez fui yo el que no podía más y mirando de nuevo fijamente a mi tío a los ojos le imploré:

  • Tito, hazme tuyo de una vez. Enséñame como hace el amor un buen macho como tú. Te quiero dentro.

A mi tito se le iluminaron los ojos. Dejó su peso caer sobre mí y quedó completamente encima. Sentir todo su peso, todo un macho encima de mí me puso cachondísimo. Lo abracé recorriendo con mis manos toda su fuerte espalda y su cintura con mis piernas. Él me abrazó con tanta fuerza que nuestros cuerpos parecían fundirse. Me besó y fue bajando poco a poco hasta mi rabo. Sin rodeo alguno se aferró a él y comenzó una manada frenética. Podía sentir como su saliva lubrica a mi polla y hacía que la piel subiera y bajase al mismo ritmo que su boca lo hacía. Metía la lengua entre mi pellejo y el capullo y luego me descapullaba para hacer brillar mi capullo y todo el tronco de mi polla. A la vez agarraba y masajeaba mis huevos. Mientras él solo follaba su boca con mi polla subió sus dedos a mi boca y yo los mamé al mismo ritmo. Cogí su mano para que no la sacará y él hundió por primera vez su cara en mi rabo. Llevé mis manos a su cabeza, quería atravesar esa garganta. Él llevó sus manos a mi agujero y empezó a masajearlo con sus dedos cubiertos por completo de mi saliva. Tras hundir varias veces su nariz en mi polla no aguanté más y solté 6 disparos de lefa potentes en el fondo de su garganta, de los cuales mi tío absorbió los primeros y los demás llenaron su boca incluso saliendo por sus comisuras.

Subió a besarme para darme a probar mi propio semen de sus labios y boca directo y con un hábil y fuerte movimiento me giró dejándome a cuatro patas. Me abrazó pegando su pecho a mi espalda y bajó lamiendola hasta llegar a mi culo. Lo abrió de par en par y yo caí sobre mis brazos echandoo mi trasero hacia atrás y intentando abrirlo al máximo. Tras eso mi tío metió su boca entre mis cachetes y comenzó a lamer mi entrada. Esa sensación me hizo extremecer. Su lengua hacía círculos, entraba, salía, no sé qué diablos hacía pero mi año palpitaba sin control. Tras eso un dedo comenzó a atravesar mi barrera. Mi tío me acariciaba y me tranquilizaba y para incentivar a su presa nos colocamos en posición sesenta y nueve.

Yo encima le ofrecía todo mi año y podía volver a mamar ese pedazo de rabo que iba a acabar con mi virginidad en cuestión de segundos. Aferrado a ese rabo un segundo dedo traspasó mi entrada y el ritmo de mi mamada aceleraba en cuestión de segundos. Mi tío masajeaba y preparaba mi ano y yo sin poder aguantar grité:

  • Métemela ya tito. Soy todo tuyo.

Me coloqué tumbado boca arriba con las piernas sobre los hombros de mi tío y él entre mis piernas. Amaba esta posición ya que podía ver el cuerpazo de macho de mi tío a la perfección, sus brazos en tensión, su cara de lujuria y de deseo. Mi tío agarro fuerte mis caderas y colocó su capullo en mi entrada. Presionó y comenzó a entrar en mí, lentamente, poco a poco. Se inclinó y agarrando mi cuello me dijo con una voz grave:

  • Tranquilo que ahora mismo puede que duela un poco sobrino. Respira hondo y relájate.

El dolor era innegable pero el pensar que era la polla de mi tío la que lo causaba y que me estaba desvirgando un macho como él hacía que ansiara tenerla dentro a pesar del dolor. Ya estaba más de media dentro. Él hacía pausas para que mi agujero se adaptará a su miembro y pudiera sentir como cada centímetro de él entraba en mí. Volvió a inclinarse para susurrarme:

  • Ya eres mío sobrino.

Y de un empujón terminó de introducir su rabo. Ahogó mi gemido con un salvaje beso y yo cada vez que me llamaba sobrino me derretía. Mi polla volvía a estar empalmadísima. Entonces mi tío comenzó a meter y sacar su polla. Yo mantenía su cabeza cerca de la mía con mis manos para sentir su respiración cerca. El tópico pasó a ser realidad ya que el dolor pasó a un segundo plano dando vía libre al placer. Me entregué a mi tío. Nuestra respiración comenzó a estar acompasada, mi cuerpo acompañaba sus embestidas cada vez más profundas y pasamos a ser uno. Su polla entraba y salía casi completa. Yo pasaba mi mano por sus pectorales y abdomen y lo hacía apoyarse en mi pecho para agarrar bien sus brazos. Nuestras miradas sobrepasaban nuestros ojos y nuestros cuerpos parecían un engranaje que una vez en marcha no se separaban ni dejaban de funcionar. Mi estrecho agujero apretaba su polla y podía sentir su palpitar y como cada vez estaba más dura e hinchada. El ritmo pasó a ser frenético y mi cuerpo daba espasmos, estaba en el clímax y sin tocarme comencé a derramar leche encima de mí con tanta potencia que los chorros llegaron hasta mi boca. En este momento los músculos de mi año se contrajeron de tal forma que apretaron la polla de mi tío que no dejaba de crecer hasta que este dió tres últimos golpes en los que pensaba que me iba a partir o a atravesar con su polla. Disparó 4 trayazos de leche ardiente en mi interior y fue entonces cuando supe lo que era sentirse lleno y pleno a la vez. Agarré con ansia su cuello y le comí la boca como un animal. Él se dejó caer encima de mí correspondiendo mi beso. Nos separamos unos centímetros, nos miramos a los ojos y tras un breve silencio en el que nuestras agitadas respiraciones hablaban solas le dije:

  • Gracias tito. Ha sido increíble sentirte dentro y ser tuyo. Siempre lo seré.

Mi tío contestó:

  • Ha sido un placer sobrino - recogió con su dedo todo mi semen que estaba sobre mi abdomen y se lo llevó a la boca lamiendo su dedo- Eres mío.

Y nos fundimos en un eterno beso mientras recuperábamos las fuerzas y la respiración.

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Muchas gracias a todos por leerme. Espero haber mejorado y que os haya gustado. Como dije, cualquier comentario o correo es totalmente bienvenido, siempre dispuesto a mejorar y a aprender.

Un abrazo fuerte a todos.