II. La cuadratura del círculo.

Se quitó los tacones y a sus pies les dio igual el frío de Noviembre...

Me acerqué despacio a ella, y comencé a reírme.

  • ¡Mierda!, con tus tacones no llego bien y no me podrá salir"- mentí.

Mecánicamente ella se quitó los tacones, a sus pies les dio igual el frío de Noviembre...


El aire que exhalábamos poco a poco chocaron mutuamente, mis labios rozaron delicadamente para acabar en un suave beso, me alejé unos centímetros para comprobar si ella se apartaba o no… no lo hizo y murmuré:

-      Vaya, me equivoqué, es imposible…-.

Me aproximé de nuevo, nuestras boca se fundieron en un segundo beso, esta vez más cálido, delicado y un tanto belicoso.

De repente oímos jaleo, nuestras amigas se aproximaban, nos apartamos y fingimos que nada había sucedido.

Nos sugirieron irnos a un bar, Jandra comentó que ya era tarde y prefería irse a su casa, me ofrecí a acompañarla, acepto.

Caminamos entre risas y bobadas por las calles solitarias de aquella noche de invierno; en la esquina de su casa pude ver en su mirada miedo pero a la vez muchas ganas de quemar ese miedo, al verla así, la abracé y fue cosa de dos, nuestras bocas se buscaron para instantes después estallar en mordiscos ahogados.

Parábamos y me soltaba que se tenía que marchar, daba tres pasos hacia su portal yo no solté palabra alguna, mi mirada por sí sola gritaba “ven de nuevo”, ella me sonreía y volvía con otro beso; pudimos estar horas y horas así, hasta que un coche con gente conocida decidió interrumpir tal magia. Me fui, ni ella ni yo queríamos que nadie especulara nada hacia nosotras.

Al día siguiente, me desperté con la imagen del primer leve beso. Me atacó la duda de si estaría bien, tranquila o extrañada por haberse besado con una persona de su mismo sexo o por si las personas del coche vieron algo.

Decidí mandarle un mensaje, esperé su respuesta en todo ese día, no lo hizo. Hice la maleta, al día siguiente tenía clase.

Semana infernal en Granada, sin noticia alguna de ella, me volví loca.

Ese jueves me llegó la invitación a un cumpleaños de un amigo, el mejor amigo de Jandra, sin pensármelo dos veces hice la maleta y regresé a mi pueblo, sin avisar a nadie, ni siquiera a mis padres.

Me arreglé para la fiesta, quedé con una amiga mía y fuimos juntas, al llegar eché un vistazo por encima para localizar a Jandra, no la encontré por lo que decidí tranquilizarme y desconectar un poco. Es imposible que no se presente, es el cumpleaños de su mejor amigo, seguro que viene, o está en un rincón desde el cual no alcanza mi vista.

Bebimos bastante, era lo único que apagaba las miles de preguntas e incertidumbre que maquinaba mi cerebro, me distraía a cada trago.

-       Ese chico no para de mirarte- tarareó mi amiga en plan burla.

Me giré, era David, solo sabía su nombre, aunque lo conocía de toda la vida, como mucho siempre habíamos cruzado cuatro palabras.

-       No diga tonterías, está borracho y punto, me mirará como a cualquier otra-.

Nos reímos y en ese momento, tocan mi espalda, me giro, era ella, con un vestido beige el cual le quedaba como a nadie, ajustado, dejando poca imaginación a sus curvas . Me sonrió, dio dos besos y me habló como si nada hubiera pasado, yo también me mostré como si nada, quizás el alcohol ayudó bastante, de nuevo comenzamos a hablar y el mundo entero desapareció, nos trasladamos al nuestro propio, lleno de cientos de libros interesantes leídos y por leer, de viajes a tantos lugares… Siguió rodando el alcohol por nuestras venas.

Tengo varias lagunas pero no sé cómo, pero acabamos las dos a oscuras en el baño, besándonos como si fuera la última noche. La verdad, la besaba por si volvía a suceder lo mismo, volver a Granada y no saber de ella, la besé como si sintiera que no lo iba a volver a hacer más.

Empezaron todos a cantar al unísono la canción de cumpleaños, bajamos a la Tierra, no era normal el tiempo que llevábamos ahí metidas, así que paramos, salió ella primero y minutos después salí yo, para no levantar sospechas. Era la ocasión perfecta, todos estarían atentos al cumpleañero.

Cada una se fue por su lado, dedicando tiempo y risas a nuestros amigos, de nuevo, acabamos en el baño, ésta vez le regalé una guitarra pequeña, con una frase al dorso, sabía de sobra que le encantaban las guitarras de rock, pero cómo una mocosa como yo sin dinero no podría comprarle una verdadera, le hice una con mis manos, como detalle.

Besándonos en secreto mientras que todo el mundo se divertía a nuestro alrededor, sin saber qué ocurría en esas cuatro paredes, de pronto, aporrearon la puerta con impaciencia, alguien quería entrar, nos asustamos, me asomé, era mi hermana, así que nos tranquilizamos, le dije que enseguida salíamos, que esperase un poco.

Jandra se sentó en la taza y comenzó a llorar, de la nada se me clavaron miles de cuchillos por todo el cuerpo y mi corazón comenzó a latir a una velocidad de vértigo. Tragué saliva, me puse en cuclillas, a su altura, aparté un mechón que tapaba aquella mirada esmeralda en la que ahora reinaban las lágrimas. Respiré hondo.

-       ¿Qué te sucede?- me atreví a decir-.

-       Nada, no lo sé, esto no está bien, no lo termino de asimilar ni encasillar… -. La rocé y me contagió sus temblores.

-       Perdóname- es lo que sentía, sentía que le había descolocado su vida de Norte a Sur.

No supe qué más decirle, o más bien sí, la quería tranquilizar, que no pasaría nada, que no le iba a hacer daño, haría lo que ella me pidiese, incluso si me lo pidiera, desaparecería de su vida, en cambio, simplemente la abracé fuerte, y sin más, nos besamos de nuevo.

Otros golpes más en la puerta nos hicieron volver a la realidad.

Al salir, mi hermana me miró extrañada, y dedujo por mi mirada que algo había pasado, ¿cómo iba a engañar a mi propia hermana?, por Jandra, por cuidarla y no le acribillaran a burlas y comentarios o rumores horrorosos habría mentido, pero mi hermana me conocía bastante bien. Aún así, con un gesto le pedí que no dijera nada, me entendió y eso me tranquilizó.

Continuó la fiesta y me distraje con mis amigas, pero ya era tarde y lo único que sabía de Jandra es que había llorado, por lo que impulsivamente me puse a buscarla disimuladamente, y tras varios minutos, entré a una habitación y allí la vi, en una esquina, llorando desconsoladamente mientras un amigo suyo intentaba calmarla.

Me quedé petrificada en la puerta, sin mover ni un solo músculo, describiría mi cara pero me es imposible, me sentí fatal, intenté acercarme pero en su mirada leí que no quería que estuviera a más de 10 metros de distancia. Opté por sentarme y esperar a ver si su amigo se levantaba y nos dejaba solas o… no sé, me quedé en blanco, entonces llegó David, se sentó a mi lado y comenzó a conversar conmigo, intenté actuar como si nada sucediera, incluso me preguntó qué le sucedía a Jandra, respondí que no tenía la menor idea, que apenas la conocía. Tras un rato conversando sobre temas superficiales, se me lanzó y automáticamente Jandra se levantó de su rincón y con sus lágrimas se esfumó de la habitación.


Espero que les esté gustando y si ven que hay algún error o me quieren dar algún consejo, siempre es MUY bien recibido ^^

Y por favor, atreveos a dejar más comentarios, tanto a mí como a cualquiera, animan bastante y te aporta mucha motivación tanto como para escribir como para continuar con ésta o cualquier historia más.

Muchas Gracias =)

Á.