@}}---,--- (ii)

-¿Harvey?- dije llamándolo. -¿Dil?- dijo incorporándose y girando hacia la puerta –Hola, ¿ya estabas dormido?

Previamente en @}}---,---...

~ (...)Las veo en cinco días, o tal vez trece(...) ~ (...)El dinero para el tiquete(...) ~ (...)Hay un muchacho que también viaja con frecuencia, tiene tú edad más o menos... Precisamente hace un momento me compró un tiquete, serán compañeritos de viaje(...) ~ (...)¿Te molesta si…?(...) ~ (...)no me molestaría algo de compañía(...) ~ (...)¿Y si yo te sostengo mientras te pasas?(...) ~ (...)¡No puede ser!... Un bus… lleno de gente corre junto a nosotros(...) ~ (...)Eso es… ¿saliva?(...) ~ (...)¿No tienes algún número de teléfono al que pueda contactarte?(...) ~ le gusté, le gusté, ¡LE GUSTÉ! ~

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II

Harvey

Cuando el auto se detuvo en la dirección que le había dado, le entregué el dinero y bajé de él, me aproximé hacia una casa amplia por fuera, de color azul celeste, toqué el timbre y me abrió una mujer que podía estar en los 40, cabello rubio, baja estatura, ojos café oscuro y de aire afable y maternal.

-¿Tú eres Harry?

-¿Sra. Elaine?

-Sí, soy yo, pasa hijo, pasa- dijo abriendo la puerta completamente con una sonrisa enorme, casi aterradora.

-Permiso- le dije mientras pasaba junto a ella.

-Deja la maleta en el piso, ¿Qué tal el viaje?

-Buenísimo- dije ocultando una sonrisa tras recordar a Dil. Hablamos un rato de mí y de ella cuando empezó a darme las reglas del lugar:

-Bueno Henry- entendí ahí que no importara lo que hiciese no recordaría mi nombre –es simple; bajas la ropa sucia los viernes y la tendrás en tu cama el sábado; almuerzas donde quieras; tu cuarto, la terraza, el techo, el patio, el baño, donde se te ocurra, pero la cena es en la mesa para mantener el contacto entre todos, puedes volver de fiestear a la hora que te plazca, luego te daré las llaves, ¡Ah! Antes de que se me olvide- dijo con tono muy serio- no quiero sexo en las habitaciones, de ningún tipo, es por eso que las mujeres duermen en el piso de abajo y los hombres en el de arriba, si tienes muchas ganas y ella está muy caliente, págale una habitación o tíratela en su casa, aquí no, el caldo que bota el macho cuando termina huele muy mal y a ustedes les gusta ponerle tranca a las habitaciones cuando salen y no dejan que el cuarto se oxigene y el olor se concentra- quise reír, ya que no esperaba que una mujer de su edad fuese a decir cosas como “tíratela” o “el caldo que bota el macho” pero su expresión me sugería que me evitara cualquier clase de comentario simpático acerca de eso, por lo que solo asentí; empezó a hacerme preguntas sobre mi tía, la que me había llevado a ese lugar y mientras las respondía se escuchó un grito:

-¡Sra. Elaine!

-¡¿Dime hija?!- gritó la señora desde la mesa en la que nos encontrábamos.

-Cuando lavó el baño donde guardó… ¡Que ojos, que cabello y que nariz ¿es real?!- dijo mientras entraba a la sala una joven de mi edad quizás, de cabello corto, rubio aunque tenía porciones negras, de piel clara pero no blanca, ojos negros, delineador, nariz recta, algo delgada, muy atractiva. Voltee a ver a la Sra. Elaine y ella se había cubierto medio rostro con su mano, estaba avergonzada, me miraba con una sonrisa, no se veía sorprendida, lo que me dijo que ese comportamiento en ella era muy normal:

-Sí es… real- dije nervioso, me sentía cohibido.

-¿La puedo tocar?- dijo escéptica. Me encogí de hombros y ladee mi cabeza, mueca que ella tomó como un sí, se aproximó hacia mí y presionó mi nariz contra mi rostro, la apretó y movió en todas las direcciones, miraba a la Sra. Elaine, quien reía divertida y luego miraba a la joven:

-Es suavecita, Sra. Elaine ¿es su sobrino?

-No, es el nuevo inquilino.

-¡Mierda!- dijo retirando su mano de mi nariz y tapando su boca -no sabía que iba a volver a verte la cara por acá, ¡que pena!- de inmediato se puso roja y la Sra. Elaine rompió a reír diciendo:

-Ella es Wanda, Wanda, él es Harvey- dijo poniéndose de pie y dejándome sólo en la sala con ella, “dijo mi nombre” pensé y entendí que sería una ruleta: cada día y en cada momento diría nombres diferentes. Me quedé con Wanda en la sala hablando de cosas sin sentido, ni siquiera ahondamos en nuestra vida, pero me agradó mucho, era efusiva y lo que pensaba lo decía de inmediato, sin cavilarlo ni guardárselo, pasó más o menos una hora cuando apareció un sujeto:

-Wanda, ¿Qué dijo Elaine del tú sabes que con tú sabes quienes en tú sabes donde?- giré hacia él y encontré a un joven que también podía tener mi edad, cabello rubio casi blanco, con flequillo, tez blanca, ojos cafés y redondos, delgado, un poco más bajo que yo, nariz pequeña, con rasgos aniñados, era llamativo.

-¿Qué te pasa Camilo, no me respetas?- se levantó fingiendo ofensa y dando una palmada en la mesa.

-Yo te respeto, ¿Tú te respetas?- dijo conteniendo la risa.

-Para tú información, imbécil- dijo haciendo zig-zags con su cabeza- Harvey y yo no somos nada, además si él va para un cuarto… es para el tuyo- dicho esto Camilo me miró por primera vez, al menos de frente, y nos miramos por un rato, estudiándonos, hasta que yo alcé mi mano en señal de saludo que él respondió:

-Henry, aquí están tus llaves- dijo la Sra. Elaine irrumpiendo en la habitación nuevamente –Ah, Camilo ¿Por qué no le muestras a Henry su habitación? por cierto ya Mónica arregló tus cosas y el closet, hijo- Mónica resulta ser la tía con quien solía quedarme, “súper amiga” de la Sra. Elaine.

-Seguro, acompáñame- dijo saliendo de la casa, tomé la maleta y le seguí hasta una escalera fuera de la primera planta en la terraza como si fuesen dos apartamentos independientes, subimos y llegamos a un piso con tres habitaciones y un baño, el hecho de que antes la escalera se encontraba dentro de la planta de abajo era evidente, en el recorrido se escuchaba música  saliendo de la primera habitación que tenía la puerta cerrada –No te preocupes, no es ahí- dijo con una sonrisa, me guió hasta la habitación de fondo y encontré un lugar amplio, con dos camas separadas por un buró, un closet doble que estaba unido a la pared de la habitación justo al lado de la puerta, no se veía mal, a mi parecer, además tenía un espejo alto y ancho:

-¿Te gusta?- dijo Camilo detrás de mí.

-Sí- dije girando hacia él. Se acercó con rapidez hacia mí y extendió su mano:

-Presentación oficial: me llamo Camilo, mucho gusto.

-Harvey, un placer- dije sujetando su mano. Al acercarse pude ver que tenía unas cuantas pecas, y además se había ruborizado.

-Debes estar agotado por el viaje, te dejaré solo, para que descanses.

-Gracias- respondí nos hicimos un ademán con la mano y él cerró la puerta. Me dejé caer sobre la cama y automáticamente Dil vino a mi mente, el suceso del cambio de puestos, pedirme mi teléfono, vivir tan cerca de mí eran situaciones que me emocionaban mucho, quería que algo sucediera entre nosotros, quería estar con él, y pensando en ello me quedé dormido.

Dilan

Desde el momento en el que me bajé del taxi y él me hizo entrega de mi equipaje, empecé a extrañarlo, me odiaba al no intentar nada con él, ni siquiera tuve el valor de pedirle que saliéramos, no como una cita, sólo caminar alrededor del barrio, en vista de que él no lo conoce; me planteaba miles de finales del momento en el que cambiamos asientos, en los que el se sentaba sobre mi e iniciábamos un frenesí de besos y caricias, en los que el recorría mi boca y mi cuello con su lengua, en los que yo hacía su humanidad enteramente mía con mis labios, nos quitábamos las prendas mutuamente, y nos desplazábamos desnudos hasta los asientos traseros del vehículo, en los que nos desinhibíamos haciéndonos mamadas y besos negros, que terminaban en lujuriosas penetraciones, sonoros gemidos, chupetones y arañazos y un explosivo orgasmo, a medida que la historia se construía en mi mente, no podía evitar pajearme, gemir y retorcerme de placer en mi cama, “¿Qué hubiese pasado si el segundo bus junto a nosotros nunca hubiese aparecido?”.

-¡Dilan!- la imagen de Harvey y mía en misionero en la parte trasera del bus se evaporó con la voz de mi tía del otro lado del muro y unos pasos acercándose a mi habitación, rápidamente me cubrí con las sábanas y me puse boca abajo, para que ella no viera mi erección y fingí voz de levantado y malhumorado:

-¿Qué?- Dije cubriendo mi cabeza con la almohada.

-Se me había olvidado decírtelo, te llamó Sofía, varias veces en vacaciones, ¿y tu teléfono dónde está?

-Es Sonia- la corregí mientras mi erección menguaba paulatinamente.

-Eso dije- exclamó- vino una vez y como le dije que te habías ido, llamaba una vez por semana haber si estabas, te pregunto de nuevo ¿y tú teléfono?

-Lo perdí- dije girando hacia ella ya que la imagen de Sonia, había disipado todo rastro de posible deseo. Había perdido mi teléfono incluso mucho antes de viajar, cuando adquirí uno nuevo, recolecté los teléfonos de mis amigos en la otra ciudad, los de mis padres y mi última adquisición, el número telefónico de Harvey.

-¿Puedo preguntar quién es ella?

-Mi novia- dije pronunciándolo como si fuese algo obvio, Sonia es lo que se conoce como una “barba”, una pareja hetero para maquillar tus verdaderas inclinaciones, con ella nunca tuve problemas, éramos una pareja como cualquiera, sólo que en nuestra intimidad no llegamos más allá de besos y caricias, ya que ella tenía la firme decisión de casarse virgen, y eso era algo que me facilitaba las cosas en gran manera, ella iría a segundo semestre de enfermería y estábamos juntos desde el semestre anterior, cuando empezó a estudiar en La Regional.

-¿Y no la llamaste en todas la vacaciones?

-Sí, pero no desde mi teléfono, seguro era por eso que llamaba aquí, estaba sujeta a que yo la llamara a ella.

-Y tú rabioso- dijo sarcástica.

-Iracundo- dije entre risas.

-Hombres…- decía ella mientras cerraba la puerta de la habitación y se alejaba. Me dejé caer sobre mi almohada dejándome llevar por el agotamiento, me dolía la espalda y el trasero por todo el tiempo que estuve sentado, me volví boca abajo nuevamente y cerré mis ojos, abrazando el cojín:

-¡Dilan!- escuché una voz detrás de la puerta seguida de golpes a esta. Me levanté como ido y me di cuenta que el cuarto estaba oscuro, ¿Cuánto dormí?

-¿Qué pasa?- grité tratando de volver en mí.

-Alguien te busca.

-¿Quién?

-Un compañero de universidad, supongo yo.

-¿Y qué hora es?

-Las 21:00- cuando me tía dijo eso vi rojo, comería de muerto por la indeseable visita a esa hora y un domingo seguido de clases, tenía una lista de los posibles culpables, ya que algunos compañeros de clase vivían relativamente cerca, me incorporé y me dispuse a abrir, pase junto a mi tía que me lanzó un -no demores, me iré a la cama ya, cierras todo- al que yo respondí con –tranquila, no tardará, planeo echarlo- pero cuando llegué a la entrada me congelé, vi una figura sentada en los escalones que daban a la terraza, de espalda a la entrada, llevaba una camiseta roja muy intensa y unos shorts, divisé como escondía sus manos entre sus muslos, reconocí su brillante cabello y su perfil perfecto, era Harvey, en mi casa, bueno, de mi tía:

-¿Harvey?- dije llamándolo.

-¿Dil?- dijo incorporándose y girando hacia la puerta –Hola, ¿ya estabas dormido?

-No, sólo estaba en mi habitación- mentí -¿Quieres pasar?- dije abriendo la reja de la entrada.

-Sí, claro- dijo subiendo los escalones, lentamente, traía puesto unos shorts caqui que llegaban hasta sus rodillas y chanclas -permiso- dijo algo tímido al pasar junto a mí -propio- respondí algo emocionado:

-Siéntate, ¿necesitas agua?

-No, gracias.

-Y, ¿Cómo me encontraste?

-Caminé hasta aquí y pregunté por ti- dijo tímido.

-¿A esta hora?- pregunté buscando su mirada mientras me sentaba frente a él.

-No es tan tarde.

-Me refiero a que es algo arriesgado ¿no crees?

-Sí, supongo.

-¿Y en qué te puedo ayudar?

-Vine a traerte algo- dijo metiendo la mano en su short y sacando algo de mi posesión que no sabía que tenía.

-¿Mi billetera?

-Se salió de tu bolsillo en el cambio de asiento y la tomé, pero puedes contar el dinero, no tomé nada- se adelantó.

-No, Harvey, no planeaba contar el dinero confío en ti pero…- me sonrió- ¿Por qué no me la entregaste antes? Aquí tengo mi identificación como estudiante de La Regional, y sin el no iban a dejarme entrar mañana.

-Lo sé es que…- bajó la mirada y tomó aire –quería una excusa para verte- sentí una corriente desde la punta de mi nariz hasta los dedos de mis pies que terminó con un latido en mi verga. Quería decir algo, pero no sabía qué, pensaba “Bueno que esperas Dilan, ponte de pie y bésalo” pero no reaccionaba, no me movía y Harvey seguía con la cabeza gacha frente a mí, tal vez estaba rojo y tembloroso, pero su cabello no me dejaba verle.

-Aún no dices nada, Dil- decía con la voz quebrada.

-Es que no sé que decir- balbuceé.

-Bueno, será mejor que me vaya ahora- dijo poniéndose de pie. Me incorporé con él, estaba muy asustado, no lo podía creer, un chico que me había impactado tanto se me había lanzado, era algo que no pensé que pasaría, me imaginé solo hasta el fin de los días, perdiendo mi virginidad con algún prostituto o algo así y evitando reuniones familiares por causa de mi soltería, pero ahí estaba él, rasgando todos esos pensamientos frente a mí ofreciéndose en lugar de tantos tétricos paisajes y deprimentes premoniciones, el hombre a quien yo más deseaba. Emprendió su marcha hacia la puerta, “No lo dejes ir Dilan, ¡haz algo!”, recobré el control sobre mí, mi cuerpo empezó a responder a voluntad, me giré, sujeté su antebrazo y lo halé hacia mí, lo sujeté del cuello y lo besé, al tocar sus labios mi erección creció con avidez, sus labios eran suaves, su lengua era deliciosa, y su olor era embriagante, él metía una mano en mi cabello mientras la otra descansaba en mi cintura, lentamente, puse mis manos en la base de su camiseta y la levanté por encima de él, tenía un torso algo ejercitado, pero no de la forma que yo había previsto, Harvey se encargó de la mía y nuestros labios volvieron a encontrarse, masajeaba mi pecho con su mano y me apretaba una  nalga con la otra, yo apretaba su culo contra mí, frotando nuestras pelvis en una especie de baile erótico, subía una pierna a la altura de su cintura para pegar más nuestras vergas, me lanzó contra la pared y me levantó con ayuda de la fricción contra esta –vamos a mi habitación- dije empujándolo suavemente y guiándolo de la mano hasta el último cuarto; tiré de él hacia adentro y cerré la puerta detrás de mí, nos lanzamos el uno sobre el otro, Harvey empezó a recorrer mi cuerpo con sus labios, y en el descenso se deshizo de mis shorts y mis bóxers, subió nuevamente hasta mi rostro y cuando nuestras miradas se encontraron, me dio un beso lento y con sus ojos ámbar dispuestos hacia mí, sujetó mi herramienta y comenzó a masturbarme, yo gemía en su boca, era algo liberador, la temperatura notablemente aumentaba –fóllame Harvey, fóllame duro- supliqué ido por el deseo, él me guió de la mano hasta mi cama, nos lanzamos a ella y de inmediato asumimos una posición de cuchara; sin dejar de besarme, apuntó su mástil hacia la entrada de mi culo y empezó a penetrarme lento, sentía que volaba, levanté una de mis piernas para darle más espacio y movilidad, el metió su mano por debajo de ella y pasaba su palma abierta desde la punta de mi glande hasta mis huevos, acariciándome y presionando con fuerza, la posición se prolongó hasta un rato, luego él bajó mi pierna y nos rotamos sobre el colchón, yo quedé boca abajo y el sobre mí y continuó con sus estocadas, su pelvis encajaba perfecta en mi culo, puso sus manos sobre las mías que descansaban a lado y lado de mi cabeza sobre las almohadas, yo hundía mi cabeza en ella para gemir su nombre y pedirle más sin que mi tía despertara, pero al parecer la almohada no había sido suficiente para ahogar mis manifestaciones de placer:

-¡Dilan!- se escuchó detrás de la puerta, con un golpe con la palma abierta. Levanté mi cara de la almohada aterrado y Harvey ya no estaba; había sido un sueño, un poco de luz se asomaba por la ventana y me di cuenta que no era tan tarde, giré mi cabeza hacia el buró y divisé mi billetera, sentía como el semen aún emanaba de mi verga erecta; había tenido un sueño húmedo.

-¿Dilan estás vivo?- se escuchó del otro lado.

-¿Qué pasó?

-Sal a comer algo.

-¿Qué hora es?

-Las 18:30

-Ya salgo- expresé con fastidio, estaba enojado y avergonzado, había manchado mis bóxers, mis shorts y mis sábanas con mi leche, lo que implicaría un cambio de todo aquello, me había puesto mal, Harvey me había desequilibrado de sobremanera, “tengo que verlo, antes de que termine el día tengo que verlo”.

Harvey

-¿Harvey?- sentí como alguien pasaba la yema de sus dedos sobre mi frente, abrí mis ojos con lentitud y encontré a Camilo parado frente a mí.

-Baja, ya vamos a cenar.

-Vale, gracias, dame un momento.

-Te espero afuera- dijo orientándose hacia la puerta. Me senté en el borde de la cama a desperezarme, me vestí de shorts y una camiseta roja y caminé hacia la puerta tras él; cuando abrí la puerta encontré a Camilo hablando con un hombre en la entrada de la puerta de la que antes salía música, era alto o más bien grande, parecía un refrigerador, blanco, podría tener entre 24 o 26 años de edad, barba de hacía unos días, cabello negro corto, rasgos extranjeros, ¿israelíes tal vez? Cuando me vieron Camilo sonrío y dio la vuelta siguiendo el camino hacia las escaleras, caminé hasta el fondo del pasillo que se estrellaba en la habitación del hombre, me dirigió un saludo asintiendo y con una sonrisa, yo le respondí el saludo de la misma forma, bajamos las escaleras, y nos encontramos con las mujeres, entre las que divisé a una nueva aparte de la Sra. Elaine y Wanda, una chica mayor de 22 o 23 años, cabello negro largo y ondulado, tez clara y ojos negros, estaban sentadas esperándonos:

-Harry, nosotros no cenamos los domingos, pero como tú no almorzaste hoy, fue la excepción- dijo la Sra. Elaine, pasé a la mesa, me presentaron a Sandro y a Alicia y procedimos a comer, el tema de conversación de la noche: Harvey; respondí todas las preguntas que me hacían, sobre qué estudiaba, en donde, en que semestre iba y cosas de esa índole, me dí cuenta de que Wanda iba a la misma universidad y a la misma sede, ella estaba en el programa de nutrición & dietética, nuestros edificios están muy lejos el uno del otro en el campus, deduje que ese era el motivo por la cual nunca la había visto, ya que en la sede hay dos salidas; una en medicina y otra en psicología que queda junto a la facultad de dietética, sin mencionar que la biblioteca de la sede quedaba frente a nuestro edificio, por lo que muy raras veces cruzaba más allá de nuestro tercio del patio, ella iba en cuarto semestre de su carrera; y Camilo tomaba un curso a distancia de salud ocupacional en la universidad, tenía que ir dos veces por semana para realización de seminarios o entrega y recibimiento de actividades manuales que no podían ser enviadas por correo, las carreras a distancia correspondían al cuarto piso de nuestro edificio y ahí solo iban… los de las carreras a distancia, por tiempos de ¿sesenta minutos? Quizá menos, esos y algunos otros aspectos fueron tocados en la conversación, de repente sonó el timbre de la entrada, la Sra. Elaine se puso de pie y se dispuso a atender, en ese lapso no hubo conversación ya que era ella quien mantenía el flujo de esta:

-Harry.

-¿Señora?- pregunté girando mi cabeza hacia la puerta.

-Te buscan- dijo apartándose y mostrando la imagen de Dilan, mi interior se estremeció, se veía limpio y resplandeciente, su cabello estaba húmedo y llevaba puesta una camisilla tipo esqueleto y unos jeans, se veía muy provocativo, como si te incitara a devorarlo, me miraba con una sonrisa a la que no pude dejar de responder, todo mi sistema nervioso se había activado al verlo, me levanté, tomé el plato –permiso- alcancé a decir antes de llevarlo a la cocina y acercarme a Dil, a cada paso me ponía más nervioso, ya que Dilan era una obra de arte que podía contemplarse tanto de lejos como de cerca, no tenía el “zoom dañado” como decían mis compañeros de la universidad:

-Si te vas muy lejos no olvides llevar llaves, hijo.

-No se preocupe Sra. Elaine- salí a la terraza a encontrarme con Dil, al acercarme noté que despedía un olor dulce, a champú:

-¿Harry?- preguntó confundido.

-A veces soy también Henry- dijo volviéndome al la puerta y mirando hacia la sala.

-¿Está enferma?- dijo algo preocupado.

-No como crees- dije riendo -solo es… mayor.

-Y tú, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿Cómo están en tu casa?

-Todo en orden.

-Me alegra oír eso, ¿Y bien…?

-Harvey, quería preguntarte si sabes ¿Qué transporte usar para llegar a la universidad?

-Sí claro, me dieron una cantidad de instrucciones y me mencionaron un amplio abanico de ventajas sobre el lugar que mi tía usó como excusas para echarme.

-Entiendo- dijo con una risa.

-¿Por qué? ¿Ibas a pedirme que nos fuéramos juntos? ¿O tienes un auto y querías venir a buscarme?

-No… Yo…- se había ruborizado.

-Era chiste, Dil.

-Sí bueno, la cosa es que, si tú quieres, podría acompañarte la primera vez, me sentiría algo culpable si llegas tarde tú primer día en tercer semestre-  dijo algo tímido; “¿Qué si quiero? ¡¿QUE SI QUIERO?! ¡Claro que quiero! Y no solo que me acompañes la primera vez, también la segunda y la tercera y todas las veces ¡y todavía hay más! También me gustaría que subiéramos a mi habitación ahora mismo, porque… ¡QUIERO TENER SEXO CONTIGO, DILAN! ¡TE DESEO!” mi interior gritaba enloquecido.

-¿En serio?

-Sólo si tú quieres claro- dijo encogiéndose de hombros.

-Sí me gustaría- reconocí cerrando un ojo y sonriendo levemente –pero, yo iré a buscarte, en pago por ayudarme.

-Hecho- lentamente empezó a rotar sobre su eje dando pasos en reversa, alejándose de mí.

-¿Dil?

-¿Sí?- dijo girando hacía mí.

-No me digas que viniste de tu casa, para esto- ladee mi cabeza confundido, su semblante cambio a algo de tristeza y desilusión en un instante, al ver su cambio me puse frío del susto “Arréglalo Harvey, ¡Arréglalo Ahora!” –Lo siento, eso so oyó mal, la verdad es que pensé que te quedarías por más tiempo, me vendría bien algo de compañía, no estoy solo, sí, pero la conversación está algo forzada, además creo que podrías mostrarme el lugar, en vista de que soy nuevo aquí- su semblante se volvió a iluminar, me volvió el alma al cuerpo, creí que lo había perdido; levantó su codo derecho en dirección hacia mí para que yo lo sujetara como una pareja, pero corrí hasta su lado izquierdo en lugar de eso, no me obviaría… más aún, aunque fuese en chiste. Caminamos por largo rato, hablamos de la universidad, del futuro, del pasado, y un poco de nuestro presente, de nuestros campus, nuestro círculo de amistades del semestre y algunas otras cosas, perdí la noción de todo como era habitual junto a él, no podría hacer el mismo recorrido nuevamente aunque quisiera, y el barrio siguió siendo tan desconocido como cuando llegué.

-¿Planeas seguir caminando?- dijo quedándose parado en la mitad de la calle.

-¿A qué te refieres?- dije dándome la vuelta. El apuntó hacia su derecha con su mano y cuando giré me encontré de frente con la casa de la Sra. Elaine, estábamos de regreso, pero en esa ocasión habíamos llegado desde una calle perpendicular a la calle de la casa.

-¿Qué hora es?

-Deben ser las 22:00- dijo mirando al cielo.

-En ese caso tal vez sí debería ir a dormir ya.

-Vale, ¿te veo mañana entonces?

-Seguro.

-Temprano, Harvey, no olvides.

-No lo haré… y Dil… gracias de nuevo.

-Seguro- nos despedimos el uno del otro, y me quedé mirándole por detrás hasta que él dobló la calle, como me atraía, como si se tratara de alguna clase de brujería; abrí la reja que da las escaleras, abrí la puerta de la habitación y pude divisar una silueta en la cama del fondo, Camilo, yacía boca arriba,  con las manos detrás de su cabeza, estaba despierto ya que cuando abrí la puerta se giró hacia mí y me ofreció una sonrisa.

-Hola.

-Hola, lo siento, no quise despertarte.

-Estaba despierto.

-¿En la oscuridad?

-Sí, bueno… suena raro cuando lo dices así.

-Es aún más raro cuando lo ves, créeme- reí y rió, me senté en el borde de mi cama y tuvimos una conversación no muy prolongada, ya que el ambiente era algo raro para tener conversación:

-Mañana tengo que levantarme temprano, Camilo.

-Bueno, hasta mañana entonces, descansa- dijo algo rezagado. Me acosté, pero no me dormí, el sueño tardaba en llegar, me moví por toda la cama, asumí todas las posiciones para hacerlo y no funcionaba, y en eso la imagen de Dil llegó a mi mente, lo recordaba con esa camisilla, ese olor, su sonrisa, su pecho, sus brazos, todo su torso y no pude evitar excitarme con la imagen, se  me estaba parando la herramienta, y sabía que con la falta de sueño, tardaría en menguar, así que decidí tomar medidas al respecto, me puse de pie, abandoné la habitación dirigiéndome al baño, me desnudé, y me senté en el inodoro, el baño de nuestra planta era algo apretado la pared frente al inodoro apenas tenía espacio para las piernas, tomé mi verga entre mis dedos y empecé a masajearla lentamente de arriba abajo, pensando en Dil y en mí dando vueltas en la cama desnudos, envueltos en las sábanas, besándonos, deseándonos el uno al otro, apretaba mis huevos y en momentos recorría mi cuerpo con mi mano, respiraba hondo y con lentitud, de un momento a otro la imagen cambió, las sábanas habían desaparecido y yo me encontraba entre las piernas de Dil, follándolo con ahínco, sujetando su cintura y su cuello, el gemía, cosa que me motivaba a hundirme en él con más entusiasmo, me sujetaba del cuello y me acercaba a su rostro para que nuestras lenguas se encontraran; había aumentado el ritmo y la fuerza de la paja, me temblaban las piernas, frotaba mi propio muslo con la mano que me quedaba libre, extendí mis piernas hacia los lados en el baño, descargué mi espalda en el inodoro; en mi mente girábamos en la cama y él comenzaba a cabalgar mi verga, moviéndose de adelante hacia atrás cada vez con más fuerza, había empezado a jadear yo solo ahí sentado y con esa imagen, lancé mis primeros disparos de leche, que fueron a dar contra la pared de en frente, mi cuerpo se dejaba hacer sobre el mueble de porcelana, respiraba hondo y complacido, tomé algo de papel de baño, limpié mi verga, mi mano y la pared del baño que había manchado, lavé mis manos con jabón y llené la escena del crimen con agua de este, para que el olor se dispersara, dejé la puerta abierta, y me encaminé de regreso a la habitación, en cuanto mi espalda tocó el colchón, caí dormido, tras esa agitada sesión con Dil.

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La próxima semana...

~ (...)no iré solo, alguien irá con nosotros, ¿Te molesta?(...) ~ (...)Hola, te estaba esperando(...) ~ (...)Estás más bueno de lo que recordaba(...) ~ (...)Deberíamos esperar otros dos meses más para la siguiente vez entonces(...) ~ (...)¿Qué tiene de malo las cosas como están ahora?(...) ~ (...)amor viniste... me hiciste falta(...) ~ (...)¿Se conocen?(...) ~ (...)me voy a robar a Harvey un momento, ¿no te molesta verdad?(...) ~

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Quisiera sacar un momento para agradecer sus comentarios respecto a la historia, es cierto lo que dicen otros autores, los comentarios positivos verdaderamente motivan a que el autor siga escribiendo, en realidad me emocionó mucho ver que el relato haya atraído la atención de tantos lectores, y quiero animarlos a que comenten, sus críticas y opiniones son de mucha importancia para mí, además, quisiera pedirles un favor muy particular... en vista de que no tengo mucha experiencia sobre la elaboración de relatos, me gustaría que me hicieran saber si las secciones "Previamente" y "La próxima semana" deberían seguir siendo lanzadas con cada relato, de nuevo les agradezco y espero no decepcionarlos.