Igualito a Mi

Historia de como nos conocimos y nuestra primera noche de muchas como amantes

Nos conocimos hace un par de años, en un curso de masajes. Cuando te vi, lo primero en que reparé fue en tus bellísimos ojos azules y luego en tu magnética sonrisa, vos también me notaste ya que estaba con una bikini color turquesa que remarcaba todas mis curvas. Ese día charlamos sólo unos minutos, pero me bastaron para querer conocerte más. No sabía tu nombre, ni cómo encontrarte así que deje que el destino decidiera si volveríamos a vernos o no. Al mes siguiente empecé un curso de ayurveda en el mismo instituto y nuevamente te vi, tan sonriente como siempre. Como era un curso de un año tuvimos la oportunidad de conocernos mucho más, hablar de todo y vernos más seguido. Tu nombre era Ariel, tenías novia hacia varios años, hacías yoga y entrenabas en el gym, trabajabas en sistemas como yo y eras vegetariano. En esa época también estudiabas varias cosas paralelas a ayurveda, éramos tan parecidos...

Cada vez que nos veíamos nos reíamos todo el tiempo, y hablábamos de sexo, de parejas, de viajes, de todo un poco, sentía que podía confiarte cualquier cosa. Y la atracción física era innegable, yo me arreglaba especialmente para vos, y vos me parecías tan atractivo que no podía evitar pensar como se sentiría estar entre tus fuertes brazos. Cuando nos pidieron armar un grupo para hacer un trabajo práctico fui directo a buscarte, tres chicas más se nos unieron y armamos el equipo. Para el primer trabajo práctico de investigación nos juntamos en tu casa con otras dos de las chicas, me vesti con una pollera corta y una remera un poco escotada, lo suficiente para remarcar mis atributos sin parecer vulgar. Cuando en el recorrido por tu casa me mostraste tu habitación, tuve que tragar saliva para contenerme al ver esa cama baja enorme, con pinturas y detalles hindúes por todo el cuarto, con iluminación cálida y colores pasteles. Realmente era una invitacion a la pasión y la lujuria, me imaginaba gimiendo con desesperación mientras me cogías sin descanso en esa cama gigantesca. Finalmente llegaron las otras chicas, cenamos, buscamos información para el informe y todo marchó normal hasta la medianoche, cuando las chicas se tuvieron que ir y nosotros nos quedamos solos a terminar la investigación. Avisé a mi marido que iba a llegar tarde porque no habíamos terminado aún, me contaste que estabas peleado con tu novia y salimos un rato a descansar y tomar aire al balcón. Miramos la luna, me mostraste tus plantas y una en especial que cuidabas mucho, la hamaca paraguaya y me contaste que tus vecinos ya estaban acostumbrados a que andes siempre desnudo por la casa y el balcón...no es necesario agregar que mientras me decías eso me imaginaba que los dos estábamos desnudos teniendo sexo salvaje en el balcón, siendo exhibicionista como soy la idea me pareció terriblemente excitante.

Me tenías casi acorralada contra las barandas del balcón, de a poco te ibas acercando cada vez más e invadiendo mi espacio personal, hasta que finalmente nos miramos a los ojos y ya sabiendo lo que iba a pasar nos besamos. Tantas ganas tenía de sentirte que ese beso me pareció perfecto, primero nos besamos despacio, disfrutando nuestros labios y de a poco fuimos subiendo la intensidad a medida que nuestros cuerpos se acercaban más y más. Empecé a acariciarte por debajo de la remera y te ayude a sacartela para poder descubrir tu hermoso torso iluminado sólo por la luna, hiciste lo propio con mi remera y me quedé sólo con la pollera y el corpiño. Tus manos se colaron bajo mi falda para acariciar mis nalgas y mi depilada conchita por sobre la tanga. Mientras seguías besándome cada vez con más pasión pude sentir a través de tu pantalón lo dura y caliente que ya estaba tu pija y me mojé toda. Nos quitamos el resto de la ropa hasta quedar vos con un boxer negro y yo en bombachita. Bese y lami tu cuello, detrás de tus orejas, tu pecho, tu vientre, tus muslos...cuando llegue a tu sexo me arrodillé para quitarte el boxer y admirar tu verga que estaba hinchada y dura como un mástil. Chupe golosamente tus huevos, lami todo el tronco de tu pene como si fuera un helado, le di pequeñas chupadas por toda su extensión y al llegar al extremo jugué con mi lengua en el glande y frenillo. Quería comerme toda esa pija, así que empecé a meterla en mi boca cada vez más profundo y succionar con todas mi ganas, gimiendo despacito mientras chupaba. Entre suspiros ahogados me pediste que parara ya que no querías acabar todavía. Subí a tu altura, besé tus labios, me quitaste la tanguita y al sentir que estaba toda empapada me penetraste con uno de tus dedos. Que placer....empezaste a moverlo cada vez más fuerte y más rápido dentro de mi, yo movía mis caderas para sentir aún más cuando me introdujiste otro dedo. Yo gemia despacito y me aferraba a tu espalda del placer que me dabas, no podía más, necesitaba sentir tu pija adentro mío y te pedí que me la metas entera. Suspiraste, me apoyaste sobre una de las barandas del balcón y me penetraste de una sola embestida. Mi conchita estaba tan empapada que entró sin problemas, me sentía en la gloria con tu verga llenándome entera. Empezaste a embestirme con fuerza, me cogias bien duro mientras me decías como te gustaba mi conchita y las ganas que tenías de metermela. Me aferré con fuerza a tus nalgas para poder sentir más el roce tu verga en mi clitoris, que bien que me cogias! Yo clavaba mis uñas en tu culito, gemia y te pedía más y mas pija. Cuando ya estaba a punto de acabar me pareció ver a unos vecinos espiando por la ventana del edificio de enfrente, lo cual me dio más morbo todavía y acabé con unos gemidos que deben haber despertado a todo el vecindario. Me dijiste que no dabas más y querías darme tu leche en la boca, así que me arrodille y abrí bien la boquita para recibir todo tu semen, un poquito me chorreo por los labios y el resto me lo tragué. Tu leche estaba riquísima, cuando terminaste de descargarte en mi boca espere unos momentos y empecé a limpiarte la pija con la lengua y chuparte despacito el glande que estaba muy sensible por el reciente orgasmo...

Cuando nos recompusimos juntamos la ropa que había quedado tirada por todo el balcón y para decepción de tus vecinos entramos al departamento y cerramos las cortinas, con rumbo a tu habitación. Una vez allí me tumbaste en la cama, abriste mis piernas y empezaste despacito a chupar mis gemelos, mis muslos, mi ingle...haciéndome esperar y desear cada vez más...finalmente tu lengua llegó a mis labios mayores y menores, besandolos muy despacio y haciéndome retorcer de placer. Jugaste con tu lengua en mi clítoris a tu antojo, me estabas volviendo loca, después me penetraste con esa lengua húmeda y me arrancaste un sinnúmero de gemidos de puro placer. Quería volver a tenerte adentro mío, necesitaba sentir ese pedazo de pija de nuevo así que me acomode a cuatro patas en la cama para que me cogieras en esa postura. No tardaste nada en entender el mensaje y me penetraste despacio hasta que la tuve toda adentro. Te pedi que me cojas bien duro y empezaste a embestirme con furia, sentía tus huevos rebotar contra mis nalgas. Después de un rato así me acostaste sobre mi espalda, subiste mis piernas a tus hombros y me la metiste entera en esa posición. Me aferré a tus nalgas nuevamente para sentir más tus embestidas, no quería que me la sacaras nunca más así que empecé a apretar los músculos de mi conchita acompañando tus movimientos. Uffffff que placer comencé a levantar y mover mis caderas para sentirla más y mas adentro, cuando empecé a sentir el hormigueo del inminente orgasmo me aferre aún más a tu cuerpo y acabe gritando tu nombre mientras las oleadas de placer me recorrían. Cuando me recuperé me di cuenta que habías acabado también y tenía toda la conchita llena de tu leche de macho. Que bien la habíamos pasado! Fui al baño a lavarme un poco, me vestí, me volví a peinar y maquillar porque estaba hecha un desastre y pedimos un remis para que me lleve a casa. Mientras lo esperábamos seguimos besándonos y prometimos encontrarnos nuevamente, nos habíamos entendido tan bien en la cama y habíamos disfrutado tanto...por más que recién habíamos terminado de tener sexo ya tenía ganas de volver a sentirte, me era imposible saciarme de vos. Cuando llegué a casa mi marido dormía, así que me duché y aproveché para tocarme recordando lo que habíamos hecho, hasta me dolía la conchita de lo fuerte que habíamos cogido hacia un rato pero la verdad me encantaba...