Iglesia

Mis días eran una gran orgia, pasaba de mis estudios al departamento y de este a la casa donde no dudaba en contarle a mi pareja de las atenciones efectuadas en el día y casi siempre terminábamos teniendo sexo, lo cual inevitablemente te lleva a la rutina, no puedo negar que me gustaba el tener que ser usada todos los días, y digo tener porque el departamento se convirtió en un trabajo

Mis días eran una gran orgia, pasaba de mis estudios al departamento y de este a la casa donde no dudaba en contarle a mi pareja de las atenciones efectuadas en el día y casi siempre terminábamos teniendo sexo, lo cual inevitablemente te lleva a la rutina, no puedo negar que me gustaba el tener que ser usada todos los días, y digo tener porque el departamento se convirtió en un trabajo, trabajo que sostenía a Angélica pues a mí el dinero no me interesaba ni me faltaba por estar con mi pareja, sin embargo luego de un tiempo echaba de menos nuevamente el vértigo de sentirme usada sin derecho alguno, pues dentro de todo quienes concurrían al departamento, tenían el derecho de usar mi cuerpo, era de ellos por el tiempo acordado.

Terminamos ese día y al ir a casa Angélica me pidió manejar hacia otro sector, era tarde cuando llegamos a la plaza de Armas de la ciudad, se estacionó, tomo mi blusa y la cortó apenas bajo mis tetas, de hecho el sostén podía verse, mis leggins vieron perder una de sus piernas cortándola sobre una de mis nalgas dejando descubierta la mitad de esta, la otra le hizo diversos cortes delante, me pidió mi dinero y me ordenó bajar del auto diciéndome que vendría por mí en unas horas. Sabía lo que me estaba diciendo.

Camine por la ciudad, sin ninguna dirección, era observada por los pocos peatones que había en el lugar pero ninguno se animaba a hacer algo, mi mente divagaba y mi conchita se humedecía cada vez más, tocaba mi pierna para asegurarme que mis jugos no resbalaban por ella, sin querer llegue a la calle de la catedral, esta es particularmente oscura por sus construcciones, de pronto sentí una mano en mi culo, me di vuelta y no dije nada, sólo bese a quien esperaba otra reacción, sorprendido al principio no respondió a mi beso, pero pronto sus manos recorrían mi cuerpo en tanto parecía querer comerme con su boca, en un momento de respiro, le dije que no en este lugar, no decía nada, tomo mi mano y entramos a la Catedral por una puerta lateral, logré ver a otros que intentaban acomodarse para pasar la noche, caminamos hacia uno de los confesionarios, me senté en él, se arrodillo y bajó mis pantalones introduciendo su cabeza entre mis piernas, me lamía la conchita de arriba abajo, succionaba mi clítoris, lo apretaba con los dientes suavemente, mis gemidos se podían oír claramente en la iglesia, desabroche mi blusa o lo que quedaba de ella, y liberé mis tetas del sostén llevando sus manos hacia ellas, inmediatamente las apretó jugueteando con mis pezones, y arrancándome un orgasmo callado pero intenso que me impidió seguir recibiendo las caricias de su lengua.

Salí del confesionario y le pedí que se sentase él, desabroche su pantalón y saque su verga que ya se encontraba a punto de explotar y la lleve inmediatamente a mi boca, la metí entera en mi boca, retirando mi boca suavemente de tal modo de poder chuparla entera y nuevamente bajaba mi cabeza hasta tenerla entera adentro, lo hacía suavemente chupando toda la extensión de aquella verga que me hacía humedecerme completamente, la tomaba con mis manos y golpeaba suavemente su cabeza en mi lengua mientras lo masturbaba.

El trataba de tomar mi cabeza para marcar el ritmo, pero no lo dejaba, pasé mis manos por debajo de sus nalgas y lo traje hacia mi sin soltar su verga, por la posición se vio obligado a levantar sus piernas a fin de no caer del estrecho asiento del confesionario, su verga ya no quedaba al alcance de mi boca por lo que con una de mis manos lo masturbaba frenéticamente, mientras mi lengua comenzó a juguetear suavemente en su ano, pude sentir su sorpresa, pero le pedí que me dejase continuar, mi legua daba pequeños golpes en su ano como tratando de penetrarlo, lo lamía y llevaba mi boca a él, ahora si tomó mi cabeza y la apretaba en contra de su culo mientras no dejaba de masturbarlo y levantarme de vez en cuando para mamar aquella deliciosa verga, sus gemidos me excitaban aún más, sabía que estaba gozando, mi lengua recorría desde su glande hasta su ano una y otra vez.

Los gemidos de mi amante y mis palabras pidiéndole que me llenara de su leche, naturalmente llamaron la atención de otros en el lugar, mientras no dejaba de lamer esa verga exquisita y ese culo de arriba abajo, sentí unas manos en mi caderas y otra verga que frotaba mi conchita en su totalidad y que de repente de un solo golpe se clavó hasta mi útero, pese a mi humedad sentí el dolor, dejé de lamer el culo de mi amante y este tomó mi cabeza y enterró mi cara en su culo por lo que seguí lamiendo mientras sentía esa otra verga entrar y salir de mi concha frenéticamente provocándome un placer que hace mucho no sentía. De pronto me tomó del pelo y alejó mi cara de su verga para explotar sobre mí cara,  dejando la misma y mi pelo empapada de su semen, traté de moverme pero quien me penetraba lo impidió apoyándose en mis caderas hasta llenar de semen mi concha.

Me levanté y busque mi ropa para marcharme pero sólo entonces pude darme cuenta que había otros muchos esperando también su oportunidad, deje caer nuevamente la ropa de mis manos y comencé a tomar una a una las manos de quienes se encontraban y a apoyarlas en mi cuerpo, las cuales no paraban de recorrerme, se introducían en mi concha, en mi culito, sobaban y tiraban de mis pezones, me sentía disputada por ese grupo indeterminado de personas gozando mi cuerpo y haciéndome explotar de placer, como pude tenía desconocidas vergas en mis manos mientras otras trataban de penetrarme, aquellas acabaron escupiendo sobre mis piernas su exquisito elixir.

Un grito escapó de mi garganta cuando uno logró introducirse en mi culo tomado de mis caderas en tanto otros dos se divertían con cada una de mis tetas, les pedí zafarse que me dejasen un momento, me recosté en una mesita existente en el lugar y así de espaldas fueron turnándose para penetrar mi concha, mis piernas se encontraban abiertas y estiradas a cada lado de la mesita, cuando uno me penetraba frenéticamente para salir y acabar en mi cara, mientras yo trataba de alcanzar la mayor cantidad de semen posible con mi boca, no terminaba aquel de eyacular cuando otro levantaba mis piernas y apoyándolas sobre sus hombros me penetraba por mi culito para luego de penetrarme retirarse e ir a mi cara, así perdí la cuenta de todos los que me penetraron, hasta que me encontré dejada a mi suerte en aquel lugar.

Caminé desnuda por la iglesia, en el trayecto más de alguno me tomó para satisfacerse, pero logré llegar a donde se encontraba mi ropa, me vestí y con la misma pinta de putita que había entrado salí de la iglesia y llamé a Angélica, la cual me recogió, me pasó un pañuelo para limpiar mi cara y partimos a casa.

Nuevamente un cambio había operado en mí, seguí con mi departamento atendiendo a quienes ya eran mis clientes, pero en realidad sabía que eso no era lo que me satisfacía, sólo me satisfacía ser una puta para ser usada y abusada.