Idus de marzo del odio al amor. capitulo 6
Me confundes
CAPITULO 6
“Me confundes”
Alex llego muy temprano esa mañana a la comisaria. La noche anterior había intentado hablar de su pseudo relación con Carolina. Quería hacerle entender que su romance sexual debía terminar, antes de que se terminaran haciendo un daño irreparable, o mejor, antes que Alex terminara lastimándola, pero Carolina parecía estar en negación. No solo no la escucho sino además le propuso pasar la noche, sin embargo, a la detective no lo pareció bien estar con ella cuando horas antes había estado con otra. Por supuesto no le debía fidelidad a Helena se trataba más del respeto que sentía por Carolina y por sus sentimientos
- Ahora si nos vas a contar que fue lo que paso con Martí – Menciono Edrian mientras se sentaba junto a Laura, en la misma mesa en la que Alex disfrutaba de su segundo café de la mañana
- ¿Qué es lo que quiere saber? Esta loca y eso es todo
- Bueno, entonces dinos que te hizo esa loca en el baño. Porque tu saliste con moretones en la cara y ella también – Alex aun no definía, si era fascinante o preocupante ver a un hombre con un porte tan masculino como Edrian, Averiguar chismes como en un salón de belleza
- Está bien – Suspiro pesadamente - Mientras estuvimos sentadas en la mesa del club tuvimos una discusión, la trasladamos al baño donde nos golpeamos, ella me siguió hasta mi apartamento y allí tuvimos sexo salvaje – Dijo sin más, sabiendo que no le iban a creer, pero a Laura quien era siquiatra criminal, no le pareció que fuera del todo mentira lo del sexo
- JA… JA… JA – Expreso con sorna Edrian - Qué sentido del humor tan grotesco tienes esta mañana. Si no me quieres contar no lo hagas, pero dime al menos que pensaste sobre lo de tu consumo de drogas
Tanto Alex como Laura se quedaron viéndolo con cara de pocos amigos. En particular Laura, porque si bien amaba la forma directa en la que su esposo hacia ciertas cosas, también odiaba lo bruto que podía ser para resolver otras, como esta, en la que no tuvo delicadeza para hablar con la Alex de su problema. Y conociendo el explosivo carácter de ambos, lo mejor era actuar como mediadora
- No mal interpretes a este tonto Alex – Tercio Laura - Sabemos que has tenido un año horrendo y que la presión a la que has sido sometida puede destrozar los nervios de cualquiera, pero en verdad nos preocupa que termines dañándote irremediablemente
- No lo hare
- ¿Y tenemos que creerte? ¿Cómo esa vez que entraste sola a ese banco que estaban robando cuando habías prometido esperar refuerzos? ¿Cuantas balas recibiste?
- Tres, pero ninguna dio en un órgano o arteria principal – Respondió con sorna a su amigo
- Ves mi amor. Es que no se puede con esta mensa – Dijo el hombre ya enervado con tanta insolencia
- ¿A quién le dices mensa? – Alex Se puso de pie para desafiar a su amigo
- A ti ¿o es que ves otra? – Él también se puso de pie intentando intimidarla con su imponente altura, Aunque alguna vez la vio romperle el tobillo a un tipo más alto que él
- Ya basta los dos – Volvió a terciar Laura poniendo una mano en el hombro de cada uno y empujándolos para que se sentaran a hablar como personas civilizadas – Mira Alex. Nosotros no queremos imponerte nada. Solo queremos que entiendas que nos importas y solo buscamos que estés bien, y sea lo que sea que escojas para tu vida, ten la seguridad que estaremos contigo
Como no rendirse a esas palabras tan bonitas, de dos buenas personas que solo le habian traído alegría y la acompañaban en las buenas y en las malas. Lo que Edrian y Laura le pedían no era difícil, aunque Alex como todos los adictos creía que podía controlar su consumo, considero que esta vez no estaba de más hablar con algún profesional sobre ello, aunque fuera solo para tranquilizar a sus amigos
- Está bien. Me comprometo contigo Laura y con este “MENSO” en buscar ayuda
Edrian se volvió a levantar firmemente, pero esta vez para abrazarla. Estaba muy preocupado por aquella chica que más que su amiga consideraba su hermana. Después de la muerte de Valentina tuvo que verla transitar por el infierno y muchas noches paso sin dormir pensando que Alex podía hacer alguna estupidez que le hicieran seguir el camino de su amor
- Pequeña. Te prometo que nunca te vamos a dejar
- Edrian no llores que me vas hacer llorar a mi
- Déjalo Alex. Tu sabes que mi esposito llora despidiendo una mudanza, así que no reprimamos sus emociones. Además, eso lo que más amo de él – Laura se abrazó a ambos afianzando a un más su lazo de amor y amistad que existía entre ellos
Ya llegada la tarde, la mitad de la comisaria se encontraba reunida en el aula múltiple. Helena los había citado porque tenían que ponerse a trabajar en un caso que involucraba a una de las organizaciones delincuenciales más peligrosas del mundo, la Camorra Italiana que estaba incursionando fuertemente en el país con el tráfico de drogas y de armas.
- Esta banda está muy bien organizada. Su estructura es una jerarquía en racimos. El líder es Santino Rizzo, aunque sigue siendo un simple subordinado a los líderes de la Camorra está expandiendo sus tentáculos muy rápidamente y ya se hizo de grandes enemigos. Así que nos infiltraremos en ambos lados tanto en el grupo de Rizzo como en el de quien lo quiere muerto, los divinos – Helena tomo dos carpetas perfectamente organizadas y se los entregó a cada uno de sus jefes de equipo – Ávila y su grupo se infiltraran en la Camorra Y Santana y sus hombres se infiltraran en los divinos. Esperemos que por una vez lo puedas hacer bien – Dijo mirando a Alex directamente a los ojos
Ese día parecía que a Helena se le había acabado la fascinación por Alex, porque en toda la reunión no había hecho otra cosa que lanzarle indirectas como esa, y la detective ya estaba harta. Helena se las iba a pagar, aun no sabía cómo, pero su venganza iba hacer dulce
- Nos vemos mañana a las 10 meridiano, con su plan de acción listo y estudiado. Eso es todo pueden irse – Concluyo Helena con cara de pocos amigos encaminándose hacia la puerta
- ¿Qué le pasa a esa? Esta insoportable - Recalco Edrian a Alex
- No sé. La habrá llegado la menopausia – dijo mientras tomaba sus cosas - Te espero en media hora en el salón del segundo piso, para que planeemos las estrategias, avísale a todo tu equipo, yo le avisare al mío.
- Si querida “Amita”
Toda la tarde Helena había trabajado junto a Cristian y a el agente de interpol Marin Velázquez, un español de mediana edad y rasgos fuertes. A diferencia de lo que la teniente pensaba el agente Velázquez había resultado ser de mucha ayuda. Debido a sus ilimitados recursos dentro de la interpol el hombre ya tenía una línea de investigación bastante adelantada acerca del posible grupo que había perpetrado el atentado en contra de la comisaria. Y efectivamente parecía que la camorra italiana estaba implicada en el asunto por eso había puesto a todos sus subalternos a trabajar en el caso
- Y esto es todo lo que les puedo detallar hasta ahora. Por jurisdicción no pudimos seguir adelante en la investigación, pero será un placer para interpol guiarlos y respaldarlos en todo lo que necesiten – Finalizo Velázquez cerrado lo que parecía ser su cuaderno de apuntes
- Muy bien señor. Agradezco muchísimo su disposición a ayudarnos. Y como acordamos, prometo mantenerlo al tanto – Dijo Helena mientras estrechaba su mano con el hombre
- Perfecto. A sido un placer me retiro
Tanto Helena como Cristian vieron al hombre salir de la oficina mientras se hacía un incómodo silencio entre ambos. Había algo de Cristian que a ella no le terminaba de agradar y no podría definirlo bien, pero sus ademanes sofisticados y pretenciosos siempre le habian parecido muy falsos hasta el punto de incomodarla. Sin embargo, podía ser, que solo estuviera a la defensiva porque en una ocasión el sujeto tuvo un fuerte altercado con Valentina, por una evidencia que su mujer aseguro él había manipulado, aunque nunca se pudo demostrar
- Todo resulto mejor de lo que esperamos – Dijo Cristian intentando terminar con el silencio
- Si – Respondió Tajante Helena
- ¿Te pasa algo? No me quiero meter en tus cosas, pero parece que estas más abstraída de lo normal
Helena no podía responder sinceramente que le pasaba, porque ella tampoco lo entendía. Pero desde hacía varias noches su mente se encontraba en caos, en parte producido por Alex. Estaba enojada porque aquella idiota se hubiese ido con otra sin más, después de haber estado con ella. Como si lo que estaba pasando entre ellas nos significara nada y no tenía por qué significarlo, sin embargo, sentía que la habian herido en lo más profundo de su orgullo
- No es nada… o tal vez sí. Es solo que todo esto me está superando Cristian. Tener a unos mafiosos detrás de nuestras vidas es grave y ni siquiera se lo puedo advertir a la comisaria sin poner en riesgo la investigación. Me preocupa mucho que nos vuelvan a atacar – Era verdad. Está muy preocupada por la integridad de cada uno de sus agentes y esa era la otra gran parte de su estrés
- Helena no es tu deber protegernos a todos. Yo creo que vamos por buen camino para encontrar y hacer pagar a los malditos que no hicieron esto. Es solo cuestión de tiempo para ponerlos tras las rejas, pero si no cuidas de ti misma, las cosas se pueden complicar mucho.
- Todo es más difícil ahora que no está Valentina. En ella me podía apoyar y siempre encontraba la forma de animarme
- Val y yo tuvimos muchos roces, pero siempre admire su dedicación. Era una excelente profesional y no merecía morir de esa forma y mucho menos en ese día – Hizo una pausa y tomo su mano – Solo espero que recuerdes que no estás sola en esto, me tienes a mí a tu lado ahora
Alex se encontraba en una de las regaderas del gimnasio de la comisaria. Después de trabajar sobre las estrategias de infiltración, sintió que el estrés se le estaba acumulando en los hombros y solo había dos formas para quitárselo, sexo o ejercicio. Así que se decidió por el ultimo ya que el sexo que había tenido en los últimos días le estaba trayendo más problemas que soluciones
- Por fin te encuentro – A Alex casi le da un paro cardiaco cuando sintió una legua recorriendo su columna vertebral
- ¿Helena qué diablos haces aquí? Lo tuyo en verdad ya raya en el acoso ¿perseguirme hasta la ducha? es el colmo
- Te juro que yo solo venía a darte una información y ya me iba
- Claro, y para darme esa información te tenías que desnudar y entrar a la ducha junto a mi
- Bueno, Ya entrado en gastos porque no aprovechar y… – la beso en el cuello – No desperdiciar el agua – Le beso el mentón – Y bañarnos juntas – la beso apasionadamente en la boca
Alex estaba impresionada por la actitud de Helena. Nunca la creyó una mujer fogosa, aunque Valentina le había dado muchas pistas de que si lo era, pero ella había preferido obviar esa clase de información. Ya era muy difícil para ella que el amor de su vida estuviera comprometido con alguien más y aparte saber que ese alguien era excelente en la cama, sin embargo, Helena siempre se veía tan discreta y puesta en su sitio que era inimaginable verla alguna vez buscando sexo dentro de la comisaria y mucho menos dentro del baño
Helena metió su mano entre los muslos de Alex quien intento mantenerlo juntos. Ella había tomado la determinación de no ser de nuevo su juguete sexual, pero como siempre su voluntad fallo cuando la teniente exploro con insistencia y acabo rindiéndose a sus caricias. Helena acaricio sus pliegues para finalmente clavar sus dedos en ella, arqueándolos y empezando a penetrarla con movimientos rítmicos y precisos y a pesar de que le sacaba unos deliciosos jadeos, no lograba que Alex se viniera
- ¿Porque demoras tanto en correrte? Vamos grita para mi
- No eres tan buena Martí como para correrme instantáneamente – Dijo mientras intentaba con todas sus fuerzas no venirse
- ¿A no? Ya verás – Helena inicio una serie de movimientos mucho más rápidos y profundos hasta sentir como las paredes de su víctima se contraían aprisionando sus dedos – Estas empapada – dijo al tiempo que buscabas sus labios proporcionándole un beso arrebatador – Además estas muy cerca lo puedo sentir – Empezó a penetrarla a toda velocidad, hasta que la castaña no pudo resistir más y ahogo un sonoro gemido contra la piel de su cuello - Ves fácil
- Eso no es nada. Solo fíjate como se hace
Alex cayo de rodillas frente al abdomen de la teniente, puso una de las piernas de la hermosa mujer sobre su hombro y hundió sus labios en ese sexo mojado. Saco su lengua para buscar aquel resplandeciente clítoris, el cual chupo y succiono de la forma más rápida que pudo mientras con sus dedos penetraba ese majestuoso sexo moviéndolos de adentro hacia afuera. Inicio otra serie de lamidas acompasadas sobre toda su vulva. Una dos, tres, cuatro, cinco y seis, logrando finalmente que se corriera en tan solo cinco minutos
- Ves… Tú también eres fácil – Dijo Alex muy cerca de sus labios arrinconándola con su cuerpo contra la fría pared para besarla apasionadamente. Estaba en esas cuando recordó lo mal que Helena la había tratado en la tarde y su promesa de venganza, así que su maquiavélico cerebro le sugirió un plan – Tengo algo en el casillero que te va enloquecer ¿quieres intentarlo?
- Depende de que es
- Es una sorpresa. Te juro que te va a encantar
- Está bien, pero ve rápido que no tengo todo el día
Por supuesto que Alex se apresuró, pero en vez de ir a buscar “la sorpresa prometida” prefirió cambiarse tan rápido como pudo, tomar toda la ropa de Helena y salir de allí por patas, dejando a su odiosa jefa desnuda dentro de la ducha eso sí, tuvo la consideración de al menos dejarle una toalla
- ¿Que se hizo esta idiota?
Helena llevaba al menos diez minutos esperando a Alex cuando decidió salir de la ducha. Sintió una rabia infinita, cuando vio que esta no solo había desaparecido, sino que además se había llevado sus cosas con excepción de su móvil, así que no tuvo más opción que llamar a su hermano
- Nico necesito que vengas al baño de mujeres del gimnasio con algo de ropa para mí – Escucho los cuestionamientos de su hermano, por su particular petición - No preguntes solo ven y tráeme pantalones camisa y si puede un saco
A Nicolás le tomo al menos otros diez minutos en cumplir la orden de su hermana y no se sorprendió demasiado cuando la encontró envuelta en una toalla sentada sobre uno de los taburetes largos del baño. Helena llevaba bastantes días actuado de forma extraña, incluso algunas veces la había pillado con una sonrisa tonta en sus labios mientras trabajaba
- ¿Qué te paso?
- Nada, algún chistosito le dio por esconderme la ropa mientras me bañaba
A Nicolás le parecía que más bien era una chistosita la de la Azaña, pero prefirió no indagar más, ya que veía que su hermana estaba que a punto de echar fuego por la boca
- Lo siento Helena, pero solo encontré uniformes de hombres en la bodega y este es el más pequeño que había
- No importa trae acá
El uniforme que se había puesto Helena era por lo menos tres veces más su talla, parecía un gancho de ropa ridículo, tanto que Nicolás estaba a punto de reírse a carcajadas de su querida hermana, pero no se atrevió hacerlo luego de que esta le lanzara una mirada fulminante de advertencia.
- ¿Y los zapatos?
- Tu no me advertiste que necesitabas un par y… - Tuvo que hacer una pausa para aguantar la risa – Ya te vez suficientemente ridícula, como para complementar el disfraz con un calzado de tres tallas más que tu pie
- No importa, saldré así
Helena ajusto bien el cinturón a los anchos pantalones y salió del baño con la frente en alto, atravesando la comisaria con un uniforme que prácticamente se le caía. Por supuesto todos los allí presentes se quedaron viéndola con una cara entre el asombro y la risa, lo que solo incremento a un más su rabia. Sin embargo, Alex quien se encontraba sentada en su escritorio, se le veía más bien asustada. Pensaba que se había pasado con la broma y que el desquite de la teniente iba hacer monumental, así que prefirió agarrar sus cosas e irse lo más pronto posible de la comisaria antes de que Helena le tendiera una emboscada
Cuando finalmente Helena logro entrar a su oficina la cerro con llave, por si algún imprudente tenia los huevos de acercarse a preguntar “el porqué de su atuendo”. Ella estaba demasiado furiosa como para ponerse a pensar en una mentira en ese momento. Se recostó en el mullido sillón que Valentina le había regalado la navidad pasada y para su sorpresa vio su ropa colgada sobre el perchero. Ese maldito engendro había tenido las agallas de dejar sus cosas en la oficina, todas menos sus bragas, así que lo primero que haría sería cambiarse y lo segundo ir a buscarla para volver a romperle la cara y recuperar su prenda interior favorita
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