Idus de marzo del odio al amor. capitulo 11

(Una plegaria como regalo)

CAPITULO 11

(Una plegaria como regalo)

Helena se curvaba de placer sobre el cuerpo de Alex, completamente desnudas. A diferencia de las veces anteriores el sexo con ella estaba siendo extremadamente dulce. Alex la estaba tomando de forma delicada. Iniciando un recorría con sus labios por todo su cuerpo hasta llegar a su boca e introducir su lengua con ansias. Helena solo sintió como la presión sobre su boca cambiaba y la llenaba de una completa satisfacción.

-          Dios – Gimió cuando Alex abrió sus piernas para escabullirse entre ellas, presionando su vagina contra la suya, mientras con una de sus manos estimula su clítoris. Movió su centro a su muslo para poder tener un mejor alcance sobre su vagina e iniciar una tortuosa penetración. Alex se movía sobre ella, al mismo ritmo en que la embestía lentamente con tres de sus dedos, aunque la impaciencia inapta de Helena hizo que acelera la penetración moviendo sus caderas contra las falanges con más rapidez cuando de repente Alex de detuvo

-          ¡¿Qué carajos haces?! – Grito consternada por haberla dejado así, pero esta vez la intención de Alex no era jugar con ella, más bien, quería ofrecerle una sensación diferente

-          ¿Alguna vez usaste juguetes con Val?

-          Si

-          ¿Y te gustaría? – Helena no estaba muy segura de eso. Usar ese tipo de juguetes le parecía bastante intimo, pero había vivido tantas cosas en tampoco tiempo con Alex, que una más, le sonaba más bien placentero

-          Está bien, pero se delicada

Alex saco de su cajón un strapless doble color negro, de un razonable tamaño. Tomo un poco de lubricante y se introdujo uno de los extremos en su abertura, lo que a Helena le parecido extrañamente excitante ver esa imagen de la castaña portando ese falso miembro masculino. La detective introdujo muy despacio el juguete en la teniente haciéndola estremecer un poco, ya había pasado un tiempo desde la última vez que utilizo uno

-          ¿Te duele? Si quieres me detengo – Dijo viendo el rostro de Helena al empezar el vaivén de sus caderas lentamente, queriendo que Helena se adaptara al falso pene, sin ningún tipo de molestia

-          Ni se te ocurra – Se envolvió en su pelvis con las piernas, entonces Alex empezó a aumentar la intensidad mientras la besaba introduciendo su lengua. La sensación era increíble. Alex tenía un completo control de ese instrumento, sabía perfectamente con qué rapidez y profundidad debía entrar en ella, casi como si el juguete en verdad fuera una extensión de su cuerpo

-          Por Dios, mujer… No pares – Dijo aferrándose a las sabanas – Si, así…  Más fuerte… Más hondo – Alex se arrodillo sobre la cama, abriendo completamente las piernas de Helena, para poder llegar más profundo. Sus caderas se agitaron con furia hasta que ambas gritaron al sentir un poderoso orgasmo

Les tomo unos minutos reponerse. Helena retiro los mechones húmedos de la frente de Alex, al tiempo que pensaba que era muy posible que estuviera enamorándose de ella y esa idea ya no le aterraba tanto. Alex era muy diferente a lo que creía y estar cerca de ella, la empezaba a llenar de felicidad. Podría decir que fue lo mismo que le paso con Valentina, aunque al revés. Con su esposa fue primero amistad, después amor y al final sexo

-          Gracias – Pronuncio Alex, dándole un suave beso en sus labios

-          ¿Por qué?

-          Por este día. De verdad que fue fantástico – Helena le devolvió el beso con la misma ternura

-          No tienes por qué agradecer, también lo fue para mí. Nunca imaginé que viviría un día así contigo, cuando la mayor parte del tiempo solo pensaba en golpearte – Rio, al tiempo que Alex empezaba a besar su cuello de nuevo – Alex te juro que me encantaría seguir haciéndolo toda la noche, pero este ha sido un día agotador y ahora solo quiero dormir ¿No te importa cierto?

-          Cierto, yo también estoy muy cansada

Helena por fin pareció liberarse de sus ataduras y se abrazo a la castaña con uno de sus brazos, al tiempo que descansaba su cabeza sobre su pecho, por supuesto Alex se quedó admirada con ese gesto, pero prefirió no decir nada romántico que a la teniente le sonara ridículo y terminara arruinando el momento

-          Duerme. Prometo que te despertare temprano

……………………..

Alex estaba en la cafetería de comisaria tomando su café matutino y pensando en lindo que se veía el mundo esa mañana. Para su infortunio, era de esas personas que el amor la volvía una tonta sentimental y Helena no parecía ser de esa tendencia hippie chic, así que lo mejor era disimular muy bien frente a ella para no espantarla

-          Oye Alex – Laura chasqueo los dedos frente a su rostro, al verla ensimismada mientras agitaba su café con una cucharita   – Despierta de una vez

-          Ah… Lauris ¿Qué tal? ¿pasa algo?

-          Nada nuevo para mí ¿Y para ti? – Dijo mientras acariciaba su abulta barriga

-          Igual

-          Si, como no. Esa cara de loca distraída dice muchas cosas, pero después hablamos sobre ello, por ahora tienes que ir a donde la Teniente. Te está buscando – Laura se sentó en la silla frente a Alex. La barriga cada día le pesaba más y contaba las horas para que el huésped saliera disparado

-          ¿La viste enojada?

-          ¿Y desde cuando te importa si está enojada Helena Martí?

Por la mirada inquisidora que le dio Laura, se dio cuenta que no estaba disimulando nada bien los sentimientos que estaban naciendo en ella por su jefa

-          No es que me importe, es solo que ayer fue mi cumpleaños y por dentro sigo de celebración, así que, la mala cara de Martí me arruinaría el día – Alex se levantó para servirle a su amiga su propia taza de café, con crema y cuatro cubos de azúcar, la receta perfecta para la diabetes prematura - Apropósito, gracia por el pijama rosa que sabes bien que no uso

-          Por nada. Estaban de promoción dos por uno y yo si lo necesitaba. Con esto del embarazo – Puso una cara dramática

-           ¿Y cómo va Alexandro? ¿Te ha pateado mucho?

-          Primero, su nombre va a ser Luis Miguel y es un angelito como su padre

-          ¿Cómo el papá? ¿Y Edrian lo sabe? ¿Sabe que no es suyo? – Alex rio con sorna al ver la expresión de susto en su amiga

-          Ni se te ocurra por ningún motivo hacerle ese chiste a Edrian. El pobre está más sensible que yo con esto del embarazo ¿Imagínate si lo pones a dudar de su paternidad?

-           Te prometo por mi alma que no molestare a Edrian con su “presunta” paternidad –– Dijo levantado la mano izquierda y poniendo la derecha sobre su pecho -  Mentira hermosa, deja esa cara de preocupación, en verdad te prometo que no lo voy a molestar con eso solo por ti – Le dio un sonoro beso sobre su frente -  pero bueno me tengo que ir. Después discutimos lo de ese horrible nombre que le piensas poner a mi sobrino

-          ¡Es mejor que Alexandro! ¡Y no olvides llevar el postre nuevamente el domingo! – Grito divertida, viéndola partir

Alex fue hacia la oficina de la teniente muy nerviosa por la actitud en la que podía encontrarla. Rezaba porque ese día no fuera nuevamente víctima de su intempestivo cambio de humor, ya que seguía muy feliz por la noche anterior que se había extendido hasta la madrugada y deseaba con el alma quedarse con esa sanción por un largo tiempo

-          Hola… Helena… Mírame. Estoy aquí

-          ¿Qué?

-          Te juro por Dios que toqué la puerta, pero como no respondiste me atreví a entrar porque creí que te pasaba algo – Trato de aclarar nerviosamente, antes de que la insultaran por no saber tocar

-          Está bien, pero tranquilízate que te va a dar un ataque ¿Necesitas algo?

-          ¿Pensé que me habías mandado a llamar? – Se sentó en el asiento frente al escritorio de su jefa

-          Si… sí. Lo olvide

Helena se encontraba muy distraída. Las cosas con Alex estaban sucediendo muy rápido, y el miedo que parecía haber sepultado la noche anterior volvió con más fuerza, sin embargo, esta vez estaba dispuesta a enfrentarlo pasara lo que pasara. Y para iniciar, iba a darle algo a la detective que le diera una idea de todo lo que estaba empezando a sentir por ella

-          Toma. No te di un regalo por tu cumpleaños – La teniente le extendió una simple caja blanca

-          Me diste un día entero y eso fue grandioso

-          Alex… Por primera vez… ¿Podrías hacer algo sin rechistarme? Toma la bendita caja – La detective tomo la caja con cara de preocupación

-          ¿No me vas a dar un ratón muerto o algo así? – Helena rio

-          Solo ábrelo

No podía creer lo que Helena le obsequiaba. Era la joya favorita de Valentina. Un hermoso rosario de oro con incrustaciones de diamante, que su abuela le había regalado por su grado como forense y que ella usaba únicamente en ocasiones especiales, no solo por su alto valor económico, principalmente por su valor sentimental. La abuela de Valentina fue una exitosa neuróloga, quien la motivo a volverse médica.

-          Pensé que te gustaría tenerlo

A Alex se le llenaron los ojos de lágrimas porque sabía lo mucho que había significado para su ex, ese rosario. Valentina Amaba a su abuela y fue el último obsequio que le dio antes de morir

-          No te lo puedo aceptar. Esto es como si me entregaras una parte importante de su vida y no creo merecerlo

-          Tu estuviste apoyándola en esa parte de su vida, además, no fue mi idea. Le pregunte a Samuel cual sería el mejor regalo para ti y me dijo que este – Sonrió al ver el rostro de sorpresa que puso Alex – Se muy bien que has estado visitándolo y me alegra que ahora sean buenos amigos

Helena también había estado en constante comunicación con su suegro, de hecho, él era el único que sabía lo que estaba pasando entre ellas. Solo le basto cuatro tragos de Whisky y unas cuantas preguntas para sacarle toda la verdad y cuando creyó que la iba a echar de su casa a patadas por semejante “abominación” Samuel la sorprendió comportándose como el padre comprensivo que nunca tuvo, e incluso le insinuó que se arriesgará con Alex, porque él también se había dado cuenta tarde, que la chica era una persona como pocas en el mundo

-          Yo… No… Sé que decir

Helena se acercó a ella conmovida por verla llorar. Ni siquiera durante el entierro de su esposa la vio hacerlo y esa imagen le toco el alma

-          No es necesario que digas nada – La abrazo fuertemente - Solo no se te ocurra venderlo porque te mato – Bromeo para darse un respiro y no terminar llorando junto a ella, aunque se le alcanzaron a escapar un par de lagrimas

-          Te prometo que no lo voy hacer, aunque me despidas y tenga que irme a vivir debajo de un puente – Rio, al tiempo que absorbía por su nariz y secaba sus lágrimas con el dorso de su mano – Helena, este es el obsequio más hermoso que alguien me haya dado. Cada vez que Valentina oraba en las noches lo ponía en sus manos y lo apretaba con fuerza. Para mí es como si todos sus pensamientos y buenos deseos estuvieran dentro de él, de verdad gracias

-          Si, Val era muy devota a la virgen, por mi parte; Nunca compartí esas creencias, por eso creo que es mejor que tú lo tengas, yo no sabría qué hacer con el

-          Supongo que siendo atea no tiene sentido para ti. Aunque, como es una joya Bvlgari traída directamente de Italia puede ser que lo reconsideres

-          No Alex, yo no sería capaz de vender un objeto tan preciado – Helena se levantó para archivar unos documentos – Aun si necesitara el dinero desesperadamente. Me pondría a vender empanadas en la calle o hacer cualquier otro trabajo antes de venderlo, pero tampoco considero que sea justo guardarlo en un cajón, estoy segura que tú le vas a dar un mejor uso

-          Ten por seguro que lo hare. Y hablando de trabajo, me tengo que ir – Se levantó del asiento dispuesta a marcharse

-          ¿A dónde?

-           A buscar al tal Miguel ¿Recuerdas? me lo “ordenaste” ayer

-          Ahhh… Si. Vamos. Te acompaño

-          ¿Tú me vas a acompañar a una vigilancia? ¿Y qué paso con lo que tenías que hacer con Duval?

Mientras desayunaban en la mañana, Helena le había avisado a Alex que ese día no estaría en la oficina, porque iban a realizar el peritaje a uno de los vehículos que había estado en el tiroteo el día de su boda y que se había encontrado hace tan solo una semana en un centro de chatarrización. Helena había dado la orden de que el vehículo solo se manipulara en su presencia ya que, dentro de él, también se había encontrado un cuerpo en descomposición y una memoria extraíble escondida dentro la carrocería, que su hermano ya estaba analizando

-          Me pidió el día de hoy libre. Al parecer su padre se enfermó de gravedad – Helena no había creído mucho lo del padre de Cristian, pero tampoco tenía razones para no hacerlo – Y envista que tu investigación tiene todo que ver con el caso de la camorra, pues iré contigo – Se puso su blazer de gamuza, azul oscuro y tomo su bolso para salir

-          Esto va a ser interesante. Primero las damas – Alex Abrió la puerta como todo un caballero, pero se adelantó a Helena y paso primero -  Gracias que detalle – Se burló de la teniente

Se encontraban en el auto, en una esquina cercana al restaurante donde Miguel Franco hacia sus transacciones. Llevaban casi tres horas esperando la llegada del sujeto, pero no había ningún rastro de él y Helena ya se estaba impacientando, mientras Alex parecía muy a gusto disfrutando de su segunda dona

-          ¿Qué? – Pregunto Alex con su manjar a mitad del camino a su boca, cuando se percató que Helena la miraba fijamente

-          ¿Cómo puedes comer así todos los días sin estar como un tonel?

-          Hago dos horas de ejercicio, cinco veces a la semana, lo que se traduce en un cuerpo ardiente. Mira mis abdominales – Alex se levantó la camisa, pero Helena la bajo rápidamente

-          Yo sé perfectamente como es tu cuerpo. No es necesario que lo exhibas, aunque nunca me hubiera imaginado que tenías tantos tatuajes

-          ¿Te molestan?

-          No… Más bien – Se sonrojo un poco – Me excitan

-          Jajajaja… No puedo creer que me digas eso. A Valentina no le gustaban tanto. Constantemente me decía que parecía una pandillera y hasta me amenazaba con dejarme, si llegaba hacerme alguno en los antebrazos o el cuello

-          Claro y como tú me ves cómo la persona más psicorigida del mundo, te sorprende que me gusten

-          Así es

Helena solo pudo sonreír con la sinceridad de la detective. Ella era muy diferente a la mayoría de personas que la rodeaban en su vida. Siempre pretendían ser políticamente correctas, lo que se traducía en hipócritas, incluso su familia. Su padre fue un abogado de prestigio, que manipula al sistema convenciendo a la justicia que su cliente era inocente, aunque hubiera cometido crímenes atroces y su madre fue una ama de casa demasiado sumisa como para defenderse del maltrato de aquel tirado, aun así, debía reconocer que gracias a la mujer y a su bondad su hermano y ella, se habian criado como personas completamente opuestas a su miserable padre

-          ¿Y cómo se conocieron?

-          ¿Quiénes?

-          Pues tú y Valentina

-          ¿Me estas preguntando como conocí a tu esposa? No puedo creer que no lo sepas – La miro fijamente buscando un signo de falsedad en su rostro, pero no la encontró – ¿Enserio no lo sabes?

-          Pues no, no lo sé, porque nunca se lo pregunte. Yo siempre trate de no traerte a colación. Porque… Bueno… No parecía que fuera importante – Mintió. Sí que la mencionaba cada vez que podía, pero más que todo, para dejarle claro a Valentina lo mal que le caía – Además, seguro es una ridícula, sentimental y aburrida historia de amor – Ahí hablaron sus celos

-          Que ruda. Pues para que lo sepas es más bien una historia cómica muy divertida

Alex se quedó en silencio, mirando al frente al tiempo que movía rítmicamente sus dedos sobre el volante. Tratando de adivinar en cuanto tiempo Helena iba a perder la paciencia y su curiosidad le iba a ganar

-          Ya. Dime de una vez – Solo resistió un minuto

-          Está bien – sonrió -  Nos conocimos en el metro, específicamente en la estación fundación. Yo trabajaba en un bar en el centro de la ciudad y por lo general salía a las cuatro de la mañana, pero ese día, mi jefe me había mandado a mi casa más temprano. Recuerdo que hubo una pelea entre dos gorilas, que terminaron agarrados a botellazo limpio y un compañero y yo nos  cortamos en la cara con los fragmentos de una esas botellas que se estrelló contra la vitrina más grande del local, así que por esa razón alcance a tomar el último tren del metro – Alex tomo un poco de aire antes de continuar -  Yo Estaba esperando que llegara muy pacientemente, cuando esta hermosa mujer rubia se puso a mi lado, totalmente ebria - Sonrió al Recordar como Valentina se tambaleaba de un lado al otro tratando de demostrar sobriedad sin éxito - No le puse atención y seguí esperando el transporte con mis audífonos puestos hasta que este llego. Yo entre y la joven también, y a pesar de que el vagón estaba vacío esta mujer se sentó a mi lado. Yo me sentía un poco incomoda, así que intente pararme e irme a otra silla, pero justo en ese momento ella quito los audífonos de mis oídos para ponerlos en los suyos

-          Increíble las torpezas que se cometen cuando uno está borracho. Hasta el buen gusto se pierde – Interrumpió sardónicamente Helena, con una media sonrisa

-          ¿Me vas a dejar continuar? – Helena asintió riendo – Gracias. Después sencillamente puso su cabeza sobre mis piernas abrazándolas con sus manos y se quedó dormida

-          Entonces aprovechaste para manosearla

-          Claro que no – Expreso indignada – Por el contrario. Hice de todo para despertarla, pero ella seguía sobre mis piernas con una tonta sonrisa, entonces como último recurso, tome su móvil para tratar llamar a algún familiar que me dijera donde dejarla, pero como estaba bloqueado solo me quedo esperar a mi parada y bajarme con ella, porque no podía dejarla tirada en ese estado

-          ¿Y Cómo hiciste para bajarla?

-          Tuve que arrastrarla por el suelo. Ya en la estación le pedí el favor a un vigilante que me ayudara a ponerla sobre mi espalda y terminé cargándola hasta mi apartamento

-          No puedo creerlo ¿Y en ningún momento se despertó? – Pregunto Helena con una sonrisa. En verdad que la historia parecía una mala comedia

-          Que va. Si tuve que cederle mi cama acostándola ahí y para colmo tuve la tonta idea de desvestirla dejándola en ropa interior, pensando que así dormiría más cómoda, mientras que yo me fui a dormir a la sala, pero a eso de las cuatro de la mañana, Valentina despertó gritando y llorando que la habian violado, hasta que llegue a su lado, la tranquilice y le explique todo lo que había ocurrido – Helena volvió a reír

-          Ósea que esa costumbre de quitarle la ropa a las mujeres cuando están borrachas o dormidas como en mi caso, te viene de años atrás – Alex rio, no se había dado cuenta de que, de hecho, si hizo lo mismo cuando Helena se quedó dormida en su sofá

-          Te juro que no es intencional. Supongo que como a mí me gusta dormir desnuda, asumo que a los demás también

-          Si claro… Pero sigamos con la charla sobre Val. Me imagino lo tonta que se debió haber sentido cuando supo lo que paso

-          Pues ni tanto. Val termino pidiéndome que me quedara con ella a dormir porque aun tenia sueño y no quería estar sola. Creo que en ese momento fue que me enamore, por su libertad para hacer las cosas. Estaba en la cama de una completa extraña y no le importo porque solo quería dormir

Alex se quedó meditando sobre ese día y lo que siguió después. Con Valentina buscándola solo como amigas, porque ella no estaba preparada para admitir que le gustaban las mujeres. Su educación y los prejuicios sociales le impedían hacerlo, hasta que Val supo por los labios de la propia Luisa Sainz, una de sus mejores amigas, lo interesada que estaba en Alex y las grandes probabilidades que existían de terminar en la cama con la castaña. En ese momento su cerebro hizo catarsis, dejándole claro a Luisa a quien le pertenecía Alex y lo que podía hacer con sus ganas. Ese mismo día le confeso lo enamora que estaba de ella y para su dicha la detective sentía exactamente lo mismo

-          Alex… Mira… Creo que es él – Helena la saco violentamente de sus cavilaciones

-          Sí, es él

-          Vamos

-          Ni lo pienses compañera, voy yo sola. Esto es muy peligroso para una novata – Helena se quedó viéndola fijamente unos segundos en plan “me estas jodiendo” hasta que se decidió por darle un golpe en la nuca

-          En primer lugar, soy tu superior, no una de esas noviecitas tuyas a las que quieres impresionar y en segundo lugar no estas ni tibia si crees que me voy a quedar aquí planta otras dos horas. Yo voy contigo, es una orden punto final

Alex no tuvo opción. Realmente si creía que era peligroso que Helena la acompañara porque parecía que estaba bastante oxidada con respecto a vigilar sospechosos, aparte, para esa clase de misiones se necesitaba de mucha paciencia de la que la teniente carecía, pero cuando la tomó de la mano para que se hicieran pasar por una pareja de novias que simplemente querían almorzar, su preocupación se desborono


Mil Gracias por leer y valorar y en particular a Sasia; Tus comentarios me motivan a escribir un poco más rápido, aunque en verdad se me estaba dificultando mucho hilar la historia, pero bueno, seguiré haciéndolo lo mejor que pueda  :)