Idus de marzo del odio al amor. capitulo 10

(Una ocasión especial)

Capítulo 10

Era un día soleado como hace tiempo no había, y Alex tenía unas ganas locas de salir a tomar un helado, pero no podía, nuevamente la personalidad de Helena había cambiado a una hostil y fría al menos con ella, así que tenía una gran cantidad de informes que entregar sobre el caso de la camorra quienes según las últimas revelaciones de Edrian planeaban un golpe maestro.

Al parecer las cabezas de la camorra pensaban recibir personalmente un cargamento de armar y explosivos enviados por barco a el puerto más importante del país y era la oportunidad perfecta para apresarlos. Toda la comisaria estaba trabajando en el operativo que iba hacer en cuatro días y Alex suponía que el estrés que ese evento le producía a Helena era la razón por la que había vuelto a su viejo hábito de fastidiarla por todo, pero para Alex era mejor así, entre más lejos la mantuviera de sus emociones, sería más fácil para ella seguir con su vida como se lo había advertido Carolina

-          Oye Alex – Daniela llamo a su atención – ¿Qué opinas de esta camiseta?

La detective desvió su mirada hacia la prenda de vestir que Daniela le mostraba. Era una hermosa camiseta negra sin magas con la característica lengua de los Rolling Stone en colores dorados y azules

-          No sé. Tal vez no es el estilo de una distinguida dama de sociedad como tú. Los tuyos te pueden confundir con una revolucionaria, anarquista – Sonrió guasonamente

-          Que graciosa, pero fíjate que no es para mí, más bien es para ti. No se me ha olvidado que día es hoy. Así que ¡feliz cumpleaños ¡– Daniela se acercó a darle un emotivo beso y abrazo de celebración

-          Gracias, pero no tenías que darme un regalo

-          Ahhh… Que mal. Entonces me voy a guardar esta cajita, puedes quedarte con la camiseta – Daniela hizo el ademan de esconder la pequeña caja que tenía en su mano

-          Bueno… Dani, amiga. Ya que te tomaste la molestia de buscar un obsequio, pues sería una mala agradecida sino lo aceptara, y yo no soy así. Entonces humildemente te pido que me des mi regalo – Solicito medio en broma, medio enserio, la verdad es que tenía mucha curiosidad por saber que era

-          Está bien, toma

Alex básicamente le rapo la caja de las manos y con la misma indelicadeza rompió el papel que la envolvía, descubriendo dentro de ella unos audífonos inalámbricos más conocidos como Airpods

-          ¿Cómo sabias que esto era lo que quería?  - Pregunto emocionada

-          Porque lo gritaste varias veces siempre que peleabas con el cable de tus audífonos viejos

-          Gracias, gracias, gracias… – Alex le dio un abrazo tan fuerte que la levanto del suelo y lo combino con varios besos en su rostro

Helena no la estaba pasando nada bien, se sentía vacía y enojada y aunque su cabeza no quería admitirlo, su corazón se lo gritaba. Alex era la razón de ese estado de ánimo tan sombrío. La teniente había decidido ponerle punto final a lo que tenían volviendo a ser la misma con ella; prepotente, altanera e incluso abusiva, pero a la detective parecía no importarle, ni siquiera intentaba replicarle como si solo estuviera frente a una pared y esa actitud indiferente la estaba enloqueciendo y más cuando la veía abrazando mujeres que creí odiaba

-          ¡SANTANA¡  - Le grito como siempre – Ven a mi oficina ahora

Alex se demoró más de lo usual, seguramente con la única intención de sacarla de quicio pensaba Helena. Estaba extremadamente sensible, estresada y ansiosa y a la detective le daba por jugar a la difícil

-          Acá esta todo lo que pediste: Informes, análisis, escenarios y mi plan   estratégico para la operación – Fue lo primero que pronuncio Alex apenas entro a la oficina en tono metódico y frio – Aquí están los informes en físico y respaldos en USB –  Puso un montón de carpetas y la memoria sobre su escritorio

-          Me sorprende que tengas tiempo para trabajar mientras manoseas a tus compañeras

Alex no se molestó en responder. Había aprendido que ese era un juego que Helena siempre iba a ganar porque obviamente ella tenía menos autocontrol. Seguirle el juego era volver a lo mismo; gritos, golpes y sexo, para que después la teniente terminara haciéndola a un lado como si fuera tan solo mierda en su zapato

-          ¿Ya terminaste? ¿Me puedo ir? – Dijo secamente

-          ¿Porque te quieres ir tan pronto? Ya sé. Como siempre estás cachonda y necesitas bajar tu calentura con tu nueva noviecita

¿Qué era eso? ¿Una especie de reclamo? Sea lo que fuera, ella no iba a caer de nuevo en la tentación de estamparle su puño en la cara, sabiendo cómo iba a terminar.

-          Mi vida personal no es algo que deba preocuparle teniente, pero si tanto le importa Daniela y yo no tenemos nada diferente a una amistad, aunque ese concepto sea difícil de entender para usted

-          Lo que me es difícil de entender es porque alguien buscaría amistad es una persona tan poco confiable como tú, ya ves todo lo que hiciste sufrir a Valentina

Alex no entendía porque de nuevo Helena buscaba lastimarla, cuando ella no le había hecho nada. Era casi una tortura tener que tratar con alguien tan cruel, que solo buscaba lastimarla para desquitarse, de quien sabe qué. Definitivamente Valentina tuvo que amarla mucho como para aguantarlo

-          Teniente, o me da una nueva orden o me voy de aquí

-          Quieres una orden, bien – Saco un folder de uno de los cajones de su escritorio y se lo entrego - Ve al centro de negocios de la avenida San Juan, busca ese restaurante y te quedas allí haciendo guardia hasta que aparezca ese sujeto – Lo primero que vio Alex al abrir el folder fue una foto de un hombre joven, de unos veintiséis años, bajo y poco atractivo – Es Miguel Franco, aparentemente es el jefe de finanzas de la Camorra y ese es su lugar de operaciones – Hazle seguimiento como siempre, pero para variar hazlo bien

Alex esta vez estuvo a punto de responderle con unas cuantas groserías, pero para suerte de la teniente la puerta se abrió en ese instante

-          Ohh… Lo siento, no sabía que estabas ocupada

-          Sigue Nicolás. Realmente no estoy haciendo nada importante. Ya te puedes ir Santana – Dijo despectivamente mientras escribía una nota en su agenda

-          Oye Alex - La detective estaba a punto de salir de la oficina cuando Nicolás llamo su atención - Te deseo un feliz cumpleaños

-          Gracias Nicolás, yo también te deseo un buen día

Helena quedo petrificada en su asiento al escuchar la felicitación de su hermano. Si quería demostrarle a Alex que era una completa imbécil se había lucido sin duda. Justo el día de su cumpleaños, había decidido sacar a la idiota prepotente que tenía dentro para lastimarla, sin que le hubiera dado siquiera pie para ello. Incluso la mujer que consideraba la peor enemiga de Alex como lo era Daniela le había dado un abrazo por su día.

-          ¿Puedes creerlo? Sabe mi nombre – Expreso Nicolás con algo de emoción

-          ¿Cómo sabes que es su cumpleaños?

-          Primero porque es veintiséis de noviembre y segundo porque su escritorio está lleno de regalos y mensajes de felicitación

Claro, noviembre veintiséis. Siempre fue un día poco agradable para ella, porque dentro de las excentricidades de Val, en ese día no tenía derecho a molestarla, ya que, desde el inicio de su relación le dejo claro a quien le pertenecía cada minuto. Prácticamente no le dio opción o la dejaba pasar el día con Alex o su relación iba a empezar a tambalear, así que tenía que confiar.

-          ¿A dónde vas? – Pregunto Nicolás a su hermana mientras la veía salir como un rayo de la oficina

-          Tengo algo que arreglar

Alex cruzo a tropezones toda la comisaria hasta llegar a su locker que se encontraba en el pasillo. Estaba tan enojada y distraída que ni siquiera noto la linda forma en que sus compañeros habian ordenado su escritorio y los obsequios que sus amigos dejaron sobre él. Solo tomo su cazadora, su mochila y las llaves de su auto y se dirigió a los estacionamientos de la comisaria sin mirar a nadie, igualmente nadie se atrevió a decirle una sola palabra al verla tan furiosa, pero todos se imaginaban quien era la culpable porque iba justo detrás de ella, así que era mejor no entrometerse

Tenía muchísimas ganas de gritar. Estaba harta de Helena y su actitud revanchista. Valentina estaba muerta y creía que habian dejado claro que ninguna de las dos tenía la culpa de lo que sucedió, entonces no entendía porque la odiaba tanto ¿Que mierda le había hecho para que la utilizara así? la acercaba y a la alejaba como se le daba la gana, pero era su culpa por seguir cayendo como una completa tarada

-          ¿Puedes dejarme un puto día en paz? por lo menos este sino es mucho pedir. Sal del auto – Pidió lo más calmadamente que pudo a Helena cuando la vio sentarse en el asiento del copiloto y ponerse el cinturón de seguridad como si nada pasara

-          Diablos es muy difícil… No sé cómo decir esto

-          No digas nada ¡solo sal del maldito auto!

Okey. Alex estaba histérica y con toda la razón y para colmo de malas ella no estaba segura de como pedirle perdón. No estaba acostumbrada a ello, por lo general Helena nunca se equivocaba o al menos era lo que su arrogante modo de ver las cosas quería hacerle creer

-          ¿Recuerdas esa vez que mi madre se enfermó y yo no estaba en la ciudad? – Expreso en tono conciliador - Mamá llamo a Valentina para que fuera auxiliarla y justo ese día estaba contigo. Tu tuviste la buena de idea de ir en mi moto y así llegar más rápido para poder ayudarla

Alex nuevamente no entendía que era lo que Helena trataba de hacer, pero sí que recordaba ese día. La madre de la teniente había tenido un infarto al miocardio, su empleada de servicio muy diligentemente llamo a una ambulancia y luego a Valentina, a la forense le asusto que la ambulancia no llegara a tiempo y estando tan cerca de la casa de la señora, decidió ir a auxiliarla en la querida e intocable moto de su novia que por cierto no sabía conducir, así que le toco a ella.

-          Si. si me acuerdo

-          ¿Me imagino que también recuerdas como actué contigo a mi regreso cuando estábamos en el hospital y me enteré de que habías usado mi moto?

-          ¿Quieres decir, cuando me pediste las llaves y me las arrebataste sin decir “gracias” si quiera?

-          Si – respondido con un gesto de culpa - Pues cuando te fuiste Val y yo tuvimos una pelea en plena sala. Yo le reclame por haberte permitido usarla en vez de agradecerle a ella y a ti por salvar la vida de mi madre. Fue tan fuerte la discusión que Val me dio una cachetada por ser tan ridículamente intransigente y pelear por algo que no tenía importancia cuando la vida de mi madre había estado en riesgo

-          ¿A dónde quieres llegar? – Pregunto Alex impaciente

-          Quiero pedirte perdón, como debí pedírtelo ese día y todos los demás en que me he comportado como una verdadera basura contigo, incluyendo hoy. Porque no existe una justificación razonable para que actué así, a aparte de una increíble inseguridad

-          ¿Inseguridad?

-          Si. Yo no pelee con Valentina ese día por la maldita moto sino porque me di cuenta que tu podías remplazarme fácilmente y lo mismo me paso hoy, cuando te vi abrazando a Dosantos me di cuenta que podías olvidarme con la misma facilidad

Alex ya no sabía si creerle o no. No sabía si en realidad estaba siendo honesta o solo era muy hábil con las palabras y todo lo que le decía era para manipularla y como siempre obtener lo que quería. Era irracional lo que le pasaba con Helena y al igual como le paso con Daniela e incluso con Valentina, ella simplemente le creía todo

-          Está bien – Cedió con algo de vacilación - Acepto tus disculpas, pero ahora sal del auto que tengo una misión que cumplir

-          No. Eso puede esperar. Es tu cumpleaños así que tienes la tarde libre ¿A dónde quieres que vayamos?

-          ¿Enserio quieres desperdiciar una tarde conmigo? – Levanto una de sus cejas suspicazmente

-          Hoy quiero estar tranquila. Quiero hacer de cuenta que es una cita y que no existe un pasado entre nosotras ¿Qué opinas? ¿Quieres pasar tu cumpleaños conmigo como lo hacías con Val?  Te prometo que voy a tratar de no hacerte enfurecer

-          Eso suena a un buen trato. Vamos al parque de diversiones entonces

Helena debía admitir que esa escapada al parque de diversiones fue una gran idea. La había pasado de maravilla con Alex en el parque, sobre todo porque la había visto divertirse como una niña, solo disfrutando de la vida como si no existiera un mundo allí afuera. Ahora empezaba a entender lo que vio su esposa en ella, era un ser casi angelical que solo buscaba ser feliz y que la gente a su alrededor también lo fuera, pero Helena era tan psicorigida que solo pudo ver desorden en esa actitud

-          ¿Te divertiste? – Pregunto Alex conduciendo sin rumbo fijo

-          Pero por supuesto – Dijo irónica la teniente – Veamos qué fue lo que más me divirtió. Tal vez que me hicieras lanzarme por el bungee dos veces o las tres subidas en las montañas rusas que casi me hacen vomitar

-          Ahh… Que va… Te divertiste. No mientas, se te notaba en la cara

-          Está bien, me divertí mucho – Le sonrió con genuina honestidad - Si quieres que sea aún más sincera este ha sido una de las mejores tardes de mi vida. Te lo agradezco

-          Pero el día aún no se acaba. Ya hicimos lo que yo quería ¿Hay algo que quieras hacer tu?

-          Sigue siendo tu día – Helena estaba jugando con el estéreo de Alex buscando alguna buena estación de música

-          Vamos, debe haber algo que quieras hacer

-          Hay algo – La vio a los ojos y pareció desistir de la idea – Pero no creo que sea de tu agrado así que olvídalo

-          ¿Y que puede ser tan malo? No me digas que te gustan las fiestas sadomasoquistas porque… Bueno, yo soy de mente abierta – Levanto varias veces sus cejas de forma ridícula

-          Deja de ser tan tonta – Sonrió -  A mí lo que me gusta es bailar salsa y tú no pareces de ese tipo

-          No me digas. ¿Y de qué tipo de parezco?

-          Pareces más del estilo pogo profesional. Tu sabes, de Punk, empujones, golpes y amenazas – Esta vez Helena fue la que levanto sus cejas varias veces, mientras sonreía

-          Tú no sabes con quien hablas. Vamos a azotar baldosas y después me cuentas de que tipo soy

Fue increíble la noche que Alex le había regalado. No le quedo una sola duda de que sabía bailar salsa y de qué forma. Su manera de bailar le recordaba mucho a Valentina. Ella siempre era la que la llevaba sobre la pista, dándole vueltas como una loca, combinando los giros con pasos rápidos pero coordinados y ya que la familia de su esposa no era de fiesta y baile supuso acertadamente que Alexis fue la que le enseño a bailar así.

-          Ahora si dime ¿Soy del tipo de bailar salsa? – Helena le había pedido buscar una mesa donde sentarse. Llevaban casi dos horas bailando y ella estaba exhausta pero feliz.

-          Digamos que no lo haces mal, aunque me tuviste mareada todo el tiempo con tantas vueltas

-          ¿Porque te es tan difícil admitir que soy buena en lo que hago? Para que lo sepas yo le enseñe a bailar a Val, así que agradéceme

-          Sí, me lo imagine. Ella también me daba vueltas como una licuadora sin control – sonrió mientras recordaba lo mucho que se divertía con Valentina cada vez que salían a bailar - ¿Cómo aprendiste a bailar así?

-          Mis tíos tienen una academia de baile, muy exitosa por cierto

-          Ahora me vas a decir que es “Ritmo en el alma”

-          Así es

-          Ohh… Dios. Tu tía es Rita Santana - No pudo ocultar su sorpresa – Su grupo de baile ha ganado varios mundiales de salsa

-          Acertaste. Yo iba hacer la capitana de su equipo, pero bueno, al final decidí servir a la sociedad. Muy loable de mi parte ¿No te parece?

-          Si muy loable – Le obsequio un beso sensual y muy profundo, intentando transmitirle toda la felicidad que sentía por estar con ella

Helena se preguntaba por nunca se dio cuenta de la persona tan encantadora que era Alex. Era un ser lleno de sorpresas, cuya energía parecía que nunca acababa y ella sentía que era contagioso como en una reacción en cadena. Aparte era como un imán, por muchos intentos que hizo por alejarse, ella simplemente la volvía a atraer de una forma irracional

-          También me parece que ya es muy tarde y deberíamos irnos – Se separó de sus labios al tiempo que recogía sus cosas para irse, pero Alex la detuvo tomando delicadamente su mano

-          Espera un momento. Ya que el día aún no se acaba ¿Puedo pedirte algo más?

-          Lo que quieras

-          ¿Te quedas conmigo esta noche?


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