Idus de marzo del odio al amor
No es un relato porno, si es lo que buscas evita leerlo
IDUS DE MARZO
DEL ODIO AL AMOR
CAPITULO 1
Era quince de Marzo, uno de esos días que supuestamente están llenos de buenos augurios por eso la novias lo habian escogido para celebrar su boda. El cuerpo de inteligencia criminal se encontraba reunido para celebrar la boda de la Teniente Helena Martí y la forense Valentina Zanetti. Dos profesionales que se habian conocido realizando su labor de vigilar y proteger el orden. Se enamoraron durante una guardia nocturna, mientras Valentina inspeccionaba el cadáver de una mujer joven extranjera que estaba involucrada en un caso de narcotráfico en el que las habian puesto a trabajar juntas.
A Helena por lo general le gustaba trabajar sola, sentía que sus otros compañeros no podían seguirle el ritmo. Como teniente de primera línea buscaba siempre la perfección y eso significa no entablar nunca relaciones personales con sus compañeros de trabajo. Creía que podía enturbiar sus investigaciones, si se permitía llevarse por sus emociones, aunque la realidad era que en cierta forma no soportaba la cercanía, apreciaba demasiado su soledad. Pero con Valentina todo cambio, era tan perfeccionista en su trabajo como ella, pero era mucho más amable y empática con los demás. Le gustaba la gente y a la gente le gustaba estar cerca de ella sobre todo a Alexis Santana otra oficial del cuerpo de inteligencia
- Hoy es un hermoso día como para esto ¿no te parece Val? – Decía Alexis viendo a su amiga envuelta en ese hermoso traje de novia. Esa imagen le gustaba tanto como le dolía
- ¿Te refieres a mi matrimonio con Helena? – Valentina estaba dando los últimos retoques a su maquillaje. Ese iba hacer el mejor día de su vida, al unirse para siempre con la persona que más ama, aunque en el fondo de su alma reconocía que Helena no era la persona que más había amado en su vida, porque esa persona estaba sentada justo detrás de ella.
- Si preciosa ¿Porque te torturas yéndote al altar con esa idiota cuando te podrías fugar conmigo? Te prometo una vida llena de pasión y desafíos
- Alex tú ya tuviste tu oportunidad y sí que fuiste un desafío, pero… en fin. No la llames idiota, sabes cuánto la amo y lo mucho que me molesta verlas pelear todo el tiempo
- Pero si es que, es lo que es, esa prepotente, cínica, perfeccionista “idiota” aunque bueno supongo que no tanto como yo, por haberte perdido de una forma tan estúpida
- Ella no es como dices. Lo que sucede es que no la conoces porque ninguna de las dos se da el tiempo para hacerlo. Helena es inteligente, tierna, divertida, amorosa…
- Arrogante, engreída, egoísta, malgeniada, impaciente – Alex sabía muy bien que Helena tenía muchas cualidades, pero ella no estaba dispuesta a verlas cuando esa horrible mujer le había quitado lo más preciado en su vida
- Ya basta – Dijo amablemente mientras se levantaba de su asiento – Ven aquí – Alex se levantó de muy mala gana creyendo que Valentina le iba a regañar por el tratado que le daba a su futura esposa, pero en vez de eso la tomo de las manos y la miro profundamente a los ojos – Quiero que me hagas un regalo de bodas.
- ¿Pero qué me dices de la olla arrocera tan espectacular que les obsequie? – Solo bromeaba, no les había regalado una olla como decía, sino un hermoso televisor de 45 pulgadas de última tecnología, que iba a durar mucho tiempo en pagar, pero su castaña lo merecía
- ¿Tú no puedes ser seria verdad? – Negó con la cabeza - Por favor Alex trata de llevarte mejor con Helena. Trata de conocerla porque si me haces escoger entre ambas sabes quién va a perder
- Lo sé y lo siento. No va hacer fácil, pero te prometo intentarlo. Es mas solo ve esto como mi último berrinche de desahogo - Val la abrazo, mostrándole todo el amor que aun sentía por ella, aunque era un amor diferente casi como de hermanas.
Alex siempre tuvo una habilidad innata para meterse en problemas todo el tiempo, sino era por su bocotá era por sus acciones porque casi nunca pensaba antes de actuar, sin embargo, también tenía la valentía suficiente para admitir sus errores y tratar de corregirlos y eso era lo que más amaba Valentina de ella, aunque su ultimo error no tuvo vuelta atrás.
A diferencia de Helena. Valentina y Alex se habian conocido en una estación del metro. Habian coincido en el mismo vagón y desde que Alex vio hace hermosa castaña de ojos almendrados color ámbar se enamoró. Val no era muy alta, media tan solo un metro sesenta y cinco, pero lo que no tenía en altura lo tenía de corazón, era amable con todas las personas que se le acercaban incluso fue amable cuando Alex rego su bebida en su cazadora al tropezar accidentalmente con ella, claro que Valentina estaba tan borracha que fue lo que menos le importo, estaba más concentrada en no caerse sobre los rieles y así fue el principio de su relación.
Ambas se enamoraron locamente, y toda su vida empezó a girar alrededor de la otra, tanto que a pesar de que Alex no tenía pensando nada en concreto para estudiar y hacer en la vida más que seguir trabajando en la tienda de tattoo de su primo Dante, mismo que le enseño el oficio. Decidió entrar al cuerpo federal de policía porque quería coincidir algún día en el mismo lugar de trabajo de su hermosa novia médica, quien se iba a especializar en criminalística y así sucedió casi cinco años después.
Valentina siempre estuvo muy orgullosa de Alex, porque a pesar de creer al principio que esta había entrado a la academia solo por capricho y pronto lo iba dejar, fue todo lo contrario. Alex no solo disfrutaba hacer parte del cuerpo, sino además sentía una verdadera pasión por aprender y mejorar, por eso tomaba todas las clases y cursos que fueran necesarios para ascender. Le encantaba la pasión con la que le hablaba de cada caso y sobre todo cuando le pedía ayuda y ambas se ponían a trabajar como si trataran de resolver un rompecabezas, mientras que con Helena era al revés, ella casi nunca le habla de los casos en los que trabajaba porque prefería resolverlos prácticamente sola. Eran dos personas completamente distintas que amaba con la misma fuerza, pero de modo diferente.
- Pues bien creo que todo está listo ¿Cómo me veo? – Dio una vuelta para que Alex la pudiera apreciar
- Como un ángel. La ton… Tu prometida se quedará muda al verte. Yo francamente espero que sea durante mucho tiempo para que no pueda decir “Acepto”
- Graciosa. Vamos que la boda empieza en diez minutos y mi papá debe estar esperándome para llevarme al altar - “Altar” odio cuando Valentina dijo esa palabra por lo que significaba para su vida. La había perdido y esta vez para siempre.
Val era su ángel, su otra mitad. Se fue muy lejos creyendo que eso serviría para sanar las heridas que juntas compartían y cuando volvió creyó que todo sería como antes. Con una Valentina adorable y noble que estaría esperándola con los brazos abiertos, pero se equivocó, su chica no solo no estaba esperándola, sino que además no estaba sola, la acompaña una hermosa morena de ojos azulados y mirada metalizada. Helena Martí, la teniente de su sección, jefe y rival.
Desde que la conoció nunca le cayó en gracia. Siempre tan arrogante, nunca pedía el favor siempre daba órdenes, como si todos fueran sus lacayos rendidos ante su belleza, porque había que admitir que era espectacular, alta, de cabello negro y un cuerpo hermosamente definido por las horas entrenamiento. A la única persona dentro de la unidad que trataba con gentileza era a Valentina. Debió sospechar antes que era porque estaba enamorada de ella, tal vez así el golpe no hubiese sido tan duro, pero ni modos ya no había nada que hacer diferente a enfrentar la triste realidad, su gran amor se iba a casar una hermosa bruja. Y ella se había hecho la promesa que la iba acompañar porque sin importar los caminos que escogiera Valentina en su vida, ella siempre iba a estar hasta el final, sin sospechar su promesa se volvería un mal presagio que se haría realidad ese mismo día
- Hija estas preciosa. Te ves igual a tu madre cuando tuvo la suerte de casarse Conmigo – El señor Samuel dio un tierno beso a su hija en la frente como solía hacer desde que su pequeña era apenas una beba – Como esta Santana – Saludo de muy mala gana a la mujer, obviamente no la apreciaba por lo mucho que había hecho sufrir a su hija
- Bien señor Zanetti gracias por preguntar ¿y usted como se encuentra? – Lo dijo sin una pizca de ironía. Por más que el padre de Valentina la odiara con justa razón ella siempre lo había admirado porque al igual que ambas, él era un oficial de la policía, aunque retirado, con un currículo impresionante y una conducta intachable
- Bien Santana… bien. Con algunos achaques producto de la vejez. Es que los años no pasan en vano
- Papá tú no eres viejo apenas tienes cincuenta años – Valentina sonrió, acunando tiernamente el rostro de su padre quien siempre fue su amigo y protector
- Hija, me siento viejo. Hoy voy a entregar a mi princesa y tal vez no la vuelva a ver nunca más – Dijo el señor Zanneti en un tono bastante manipulador
- Jajaja… Papá deja de ser tan exagerado, yo voy hacer muy feliz y siempre voy a estar cerca de ti. Sabes perfectamente que Helena y yo viviremos solo a unas pocas calles de tu casa, pero mejor vamos a nuestros lugares que no quiero que Helena piense que en verdad me fugue – Dijo observando a Alex con una mirada de complicidad
El escenario para la boda era perfecto. Era una boda al aire libre en un hermoso jardín adornado con todo lo indispensable para la ocasión. Los arboles estaban decorados con telas de colores violetas y blancos seguramente escogidas por Valentina ya que eran sus colores preferidos, las sillas de jardín portaban a sus lados un cartucho, la flor preferida de Helena. Las sillas estaban perfectamente distribuidas a ambos lados, dejando un camino decorado por un tapete también violeta, con pétalos de rosa blancas perfectamente esparcidos sobre él y al final del camino un sencillo altar formado por unos troncos de madera cubiertos por pequeñas flores blancas, moradas y violetas. Se notaba que ambas habian puesto todo su compromiso y amor por esa boda
Alex se sorprendió al ver a Helena. Estaba hermosa esperando a su futura esposa frente al altar, con su cabello trenzando, un perfecto maquillaje que resaltaba el penetrante color azul de sus ojos y un fastuoso vestido de novia, un poco más ceñido a su cuerpo que el de Valentina lo que la hacía ver más alta de lo que por si era con su metro ochenta de altura. Debía admitir que su gran amor se iba a enlazar con una Diosa y esperaba que ella le diera toda la comprensión, la entrega y el respeto que Val merecía y ella no fue capaz de ofrecer
La ceremonia comenzó con la tradicional melodía de boda que anunciaba la llegada de la novia en este caso de Valentina junto a su padre. Se situó al lado de su pareja, tomándola de la mano
- Te ves como un ángel, mi amor – Dijo Valentina a su oído
- Y tu… Dios, pareces una muñeca. Eres tan hermosa mi vida – Dijo robándole un pequeño beso a su chica
- Disculpen damas, pero aún no hemos llegado a esa parte, ni siquiera hemos comenzado
Ambas sonrieron al juez que las iba a casar. No podían culparlas por no querer quitarse las manos de encima, ni siquiera en esa solemne ocasión. Se amaban, y nunca era mal momento para demostrarlo.
- Y por lo poderes a mi conferidos por el estado yo las declaro unidas en matrimonio legalmente ahora si pueden besarse
- Vaya ya era hora - Dijo Helena mientras besaba a su ahora esposa
- ¿Porque eres tan impaciente mi amor si sabes que vamos a tener de estos toda la vida?
- Porque tú eres mi vida y quiero disfrutar cada segundo de ella
Después del matrimonio los invitados habian pasado a la recepción junto a la feliz pareja. Alex se encontraba sentada sola en la mesa que le habian asignado junto a sus otros colegas y amigos. Había decidido que ese día se iba a comportar y por más que Carolina, una sub oficial de su misma área se le insinuara hasta por debajo de la mesa ella no iba a caer en la tentación de arrinconarla en algún baño como alguna vez lo hizo en los de la comisaria. Era la boda de Valentina y le debía todo su respeto
- ¿Te estas divirtiendo Santana? – Alex no esperaba hablar con Helena durante la fiesta. Si la Teniente se había acercado a ella seguramente no tenía buenas intenciones
- Más de lo que crees – Tomo de su copa de champañe tratando de mostrarse indiferente. Aunque odiara admitirlo esa mujer la intimidaba
- Santana, ya que estamos en esta elegante ocasión yo quería decirte o más bien advertirte algo – Helena se sentó a su lado con toda la prepotencia que la distinguía
- Te escucho – Dijo viéndola fríamente de medio lado, sabiendo de antemano que más que una advertencia era una amenaza lo que le iba a decir, sin embargo, no sería la primera vez que intentaría amedrentarla para que se alejara de Valentina
- Ahora que Val oficialmente es mi mujer, creo que sería muy gentil de tu parte si te alejaras un poco a más bien muchísimo de nuestras vidas. Para que lo entiendas mejor. NO te quiero volver a ver acostada en mi sofá cuando llegue de mis guardias nocturnas ¿Te enteras? – Alex sonrió cínicamente mientras la observaba
- ¿Me estás diciendo que no confías en la mujer con la que te acabas de casar?
- No confió en ti Santana.
- Pues lamento decirte que no voy a poder hacer lo que tan “tiernamente me sugieres” Porque por muy esposa tuya que sea, ante todo es mi amiga y ni tu ni nadie me va a separar de ella
Valentina dio un golpe seco sobre la mesa en señal de frustración. Alexis Santana no era más que una patada en el culo para ella. No entendía lo que veía su ahora esposa en aquella mujer, además de una belleza física que innegablemente poseía, por lo demás era completamente prescindible. Nunca tenía un orden, se le pasaba emborrachándose todos los fines de semana o encamándose con una mujer diferente. Y ni hablar del trabajo, su falta de disciplina le había provocado bastantes llamados de atención porque le daba igual pasarse las reglas por el forro y agarrarse a golpes con un pedófilo o cualquier matón
- ¿Está todo bien entre ustedes dos?
Pregunto Valentina seriamente. Por unos minutos había dejado a Helena, mientras se había ido a retocar al baño de damas. Sin embargo, no le sorprendió verla sentada al lado de Alex. Val estaba completamente segura que su esposa sentía alguna clase de placer cuando intentaba intimidar a su ex, pero no sabía si era por el hecho de sentir que la estaba dominando o por el hecho de que sin importar lo que hiciera nunca lo conseguía. Mientras tanto Alex solo sonreía socarronamente viendo la expresión de susto de Helena. Ella podía intimidar mucho con su sola presencia, pero frente a Valentina se veía como un ratoncito
- Esta todo bien princesa, tu esposa solo se estaba cerciorando de que estuviera a gusto en la fiesta
- ¿Y lo estás?
- Por supuesto que si… – Enmudeció al escuchar los primeros acordes de una de sus canciones preferidas, ¡Where Is My Mind? En la versión de Yoav & Emily Browning – Helena ¿Te importa si bailo esta canción con tu esposa?
Pues claro que le importaba, pero no podía negarse sin verse como una completa posesiva, insegura. Deseaba con todas sus fuerzas sacar a Alexis Santana de sus vidas. Pero mientras tanto solo podía acceder con un gesto de sus manos ¿Que más podía hacer, cuando se lo había pedido cortes mente?
- ¿Estas loca? ¿Porque hiciste que pusieran justo esta canción en tu boda, si sabes lo que significa para mí?
- ¿Y cómo sabes que fui yo? – Dijo sonriendo pícaramente, acompasándose sus pasos a los de Alex.
- Yo sé perfectamente que tu mujer prefiere la salsa clásica o bomba estéreo lo que es raro para la personalidad de vinagre que posee – Val no pudo evitar reír -Y por la música que ha puesto “DJ Tieso” es obvio que ama el trap o como se llame.
Por supuesto que Valentina había pedido esa canción porque la primera vez que la escucho acababa de conocer a Alex y en la segunda ocasión hicieron por primera vez el amor. Ese era el himno por así decirlo de su relación, que, aunque ya no era sexual si seguía siendo amorosa y es que sin importar el esfuerzo que hiciera por alejar de su vida a Alex, Valentina era la que terminaba pegándose a ella como un imán. Incluso Helena de una u otra forma terminaba sacándola siempre a colación, sin ninguna razón lógica. Como si de alguna forma fuera una piedra angular en sus vidas
- Si fui yo, pero es que a mí también me trae buenos recuerdos esta canción
- No te entiendo. No dejas que me quede, pero tampoco quieres que me vaya. Creo que tu esposa tiene razón y llego el momento de separarnos definitivamente
- Así que eso fue lo que te dijo ¿Y por eso te has enojada conmigo? Siempre te dice lo mismo, incluso te programa más guardias nocturnas y a ti te resbala. Entonces ¿Porque te importa ahora?
- Porque ahora estas casada y no hay nada más que yo pueda hacer por ti. Tú lo dijiste, ya escogiste al decir acepto
Alexandra había intentando con todas sus fuerzas reprimir la sensación de pérdida y enojo que sentía desde que supo por los demás en vez de Valentina que se había comprometido en matrimonio. Ni siquiera tuvo las agallas de decírselo ella misma y para colmo, fue la idiota de Helena la que con una sonrisa ganadora le entrego la invitación a su boda. Se sintió tan humillada en esos días y sin embargo no dijo nada, manteniéndose a su lado, como un perro fiel al que golpean y sigue quedándose junto a su amo.
- Yo no quiero que te vayas, pero tampoco puedo obligarte a quedarte – Valentina puso su rostro sobre el hombro de Alex sin importarle si Helena la veía. Tenía que confiar porque si no la amara con toda su alma nunca se habría casado con ella – Solo espero que no me olvides. Hace mucho tiempo deje de intentar definir qué era lo que sentía por ti, cuando siempre ha sido amor, aunque no sea del tipo que tu esperas, yo siempre voy a estar contigo pase lo que pase
- Yo también, pero siento que nunca va dejar de dolerme – Dejo que sus lágrimas fluyeran libremente – Te amo y te juro que también voy a estar hasta la muerte a tu lado, aunque tenga que encadenar a mi corazón
Esta historia está inspirada en las Pepsi de los hombres de paco y en particular en el horrible final que tuvo su relación
Gracias por leer y feliz año.