Identidad virtual
Relato sin sexo
Un sábado cualquiera.
Se mira al espejo y este le recuerda que las raíces de sus cabellos muestran ya dos dedos de canas. Si no fuera porque no le es agradable escuchar, y durante más de dos horas, lo bien que le va y lo felices que son todas las allí presente, ya habría ido a la peluquería. Además rara es la vez que una desconocida no le pregunta que cuantos niños tiene y al responderle que no está casada, le es muy difícil soportar la cara de pena con la que la mira a partir de ahí. Así que o esperará una semana más o, a las malas, se echará el tinte en casa.
Ducharse se ha convertido en un absoluto suplicio, tocarse sus pechos caídos, sus muslos flácidos… Le recuerda su dura realidad, una realidad que no es capaz de asumir. No es que en otro momento fuera una mujer hermosa, pero ahora, con los años haciendo estragos en su cuerpo, lo es cada vez menos.
En su vida solitaria, solo tres gatos le hacen compañía. Una compañía que escucha todo pero que no responde nada. Un consolador tamaño XL dentro de su coño es lo más parecido a hacer el amor que ha conocido en mucho tiempo. Un coño seco de tanto masturbarse y que pide a gritos que un hombre la acaricie para volver a mojarse. Sin embargo, ya no recuerda la última vez que los ojos de uno la miraron con deseo. Tanto que se le ha olvidado.
De un tiempo a esta parte, se ha hecho asidua del chat de una página de contactos, en la cual se ha creado una nueva identidad. Unas cuantas fotos falsas sacadas de Internet la ha transformado en alguien más joven, más guapa, más culta…Allí puede ser alguien muy diferente, alguien que presume de una tórrida y falsa vida sexual, de ser la mujer liberal que no es y conseguir algo que hace años que le es imposible hacer en su vida normal: gustar al sexo opuesto.
Pero las mentiras tienen las patas muy cortas y siempre, más temprano que tarde, alguien le pide verla por “Skype”. Sus escusas suenan vanas y todo el interés que muestran por ella al principio se desvanece de un plumazo. Con lo que su perfil, deja de ser interesante y todos terminan ignorándola del mismo modo que en su día a día.
No obstante, para resurgir de sus cenizas como el ave fénix, solo precisa buscar de nuevas fotos y darse de alta con un nuevo Nick, con una nueva personalidad. Hasta que alguien descubra que se trata de un plagio, con lo que otra vez, vuelta a empezar.
¿Cuántas veces se ha hundido en el placer onanista por algo que alguno de los miembros del chat le ha dicho que le gustaría hacer con ella? Muchas más de las que ella hubiera deseado. Pues cada vez que alcanza el paroxismo, la realidad regresa para abofetearla. Recordándole que ni es tan joven, ni tan guapa como la mujer que finge ser y que nunca nadie la querrá, porque la primera que se odia es ella.
FIN
La semana que viene publicaré la primera parte de dos de “Encuentros furtivos en el internado” será en mi categoría habitual, la gay. ¡No me falten!
Estimado lector, si te gustó esta historia, puedes pinchar en mi perfil donde encontrarás algunas más que te pueden gustar, la gran mayoría de temática gay. Sirvan mis relatos para apaciguar el aburrimiento en estos días que no podemos hacer todo lo que queremos.
Un abrazo a todos los que me seguís.