Idas y vueltas. 8
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17
Los rayos del sol comenzaban a asomarse por la ventana y sin embargo yo aún no me permitía abrazar el sueño. Era más tentador observar dormir a Simona. Se encontraba refugiada entre las sábanas aún desnuda.
La noche anterior y durante la madrugada habíamos hecho el amor y yo no lo concedía todavía. Era tan hermoso todo, yo simplemente había memorizado cada parte de su cuerpo. Sabía perfectamente donde podría hacerla delirar.
Ella era hermosa acurrucada en su cama. Si pudiera cuidar su sueño cada noche lo haría encantada. De vez en cuando su rostro hacía gestos y su pelo caía por el costado de su cara. Yo ni siquiera me había movido para no molestarla ni para perderme ningún detalle.
-Si me pagaran cada vez que me observaras… creo sería millonaria –comentó Simona con sus ojos cerrados aún. Me había descubierto.
-Créeme que pagaría lo que fuese por verte las veinticuatro horas del día –le respondí a su comentario
- No tienes que hacerlo… yo estoy aquí para ti –dijo acurrucándose en mis brazos.
Era cierto, ella era toda para mí ahora y no necesitaba soñar ni desear más. No necesitaba pasar noches en vela preocupándome si ella me quería o no.
Me dormí por fin muy a su lado.
Me desperté unas horas más tarde con el acogedor aroma de café y tostadas cerca de mí. Abrí los ojos y ahí estaba una hermosa mujer mirándome tal como si fuera un extraterrestre anunciándome que el desayuno estaba listo. Si pudiera despertar todos los días así entonces las mañanas no serían tan difíciles me dije a mi misma. Ella solo vestía una larga polera que tapaba hasta el comienzo de sus muslos.
Mi vista se fue entonces hasta la bandeja que albergaba el desayuno. Adoraba todo el amor que ponía en las cosas y la ternura con la que se anunciaba.
-Aliméntate campeona –me dijo con humor –hoy tenemos un gran día
La miré confusa – ¿por qué? –pregunté pensando si habíamos planeado algo antes.
-¿Qué te parece tarde de videojuegos, películas y comida basura? –me sugirió. Ella sabía que amaba esos planes –estaré sola todo el día así que no te dejaré ir tan fácilmente-
-Me encanta como suena eso –le dije segura.
-ahora toma tu desayuno ¿sí? Mira que tuve que dejar de verte babear adorablemente para prepararlo –dijo Simona. Le encantaba avergonzarme al parecer. Puse una expresión de tristeza en mi cara y ella se acercó a mí y besó mi mejilla.
-¡Hey, puedes hacerlo mejor que eso! –le reclamé y entonces volvió a mi boca haciéndome muy difícil la idea de pensar en comer.
Al menos el desayuno.
…
En el transcurso del día hicimos todo lo que tenía planeado. Su padre iba a menudo de viajes y compromisos laborales. Según él. Yo no lo conocía y tampoco tenía la intención de hacerlo aún, por otro lado ni siquiera le pediría a Simona algo como eso.
Al finalizar la tarde me despedí de ella para volver a casa. Estaba segura que mi madre me exigiría explicaciones porque yo lo único que había hecho era una llamada cortísima anunciando que no volvería a casa la noche anterior. Al menos valdría la pena cada una de las cosas. Había valido la pena quedarse al lado de Simona, había valido la pena enfrentarse a Camilo y cualquier otra cosa que viniera valdría la pena por ella.
-Por fin en casa señorita –esperaba mi madre
-Hola mamá –dije temerosa –antes de que digas cualquier cosa, yo sólo quiero que sepas que estoy demasiado feliz para arruinarlo
Tuve que decirle todo nuevamente. Todo lo que había pasado el día anterior incluyendo esto nuevo que tenía con Simona. Otra vez se me dificultaba el hecho de que no sabía lo que éramos ella y yo, pero le confesé que estaba feliz y tranquila a pesar de eso y mi madre comprendió a pesar también de que en un pasado me había dicho que Simona no era para mí.
-Y entonces ¿todo bien? –preguntó ella
-Muy bien –le contesté yo. La verdad es que aún me dolía lo de Camilo y era algo que no podría sanar fácilmente pero tenía la esperanza al menos.
Él algún día tendría que perdonarme.
18
-¿Cuál fue la primera mujer que besaste? –preguntó Simona con curiosidad. A ella no se le había ocurrido nada mejor que comenzar con esta suerte de interrogatorio que ella lo había llamado un “juego de preguntas”. Era su turno y me sorprendía con su interrogante.
-¿Por qué quieres saber eso? –le pregunté
-No se vale si respondes con una pregunta –dijo suspicaz
-No, no –dije negándome –no te lo diré
-¿Por qué no? –me reprochó -¿la conozco? –preguntó inquisitiva. Me había pillado como siempre lo hacía. No dije nada.
-Entonces debo interpretar tu silencio como un sí –supuso. Seguí sin decir nada. Estaba haciendo esas expresiones que adoraba, intentando adivinar.
-¿Ámbar? –preguntó confundida
-Sí –confirmé yo.
Había besado a Ámbar cuando teníamos quince años. Había sido todo un fracaso. Cuando le conté que me gustaba las mujeres ella me dijo que teníamos que hacer la prueba y como no había nadie más me dijo que la besara para ver si funcionaba. Éramos demasiado ingenuas y al final, terminamos riendo como locas. Comencé a reír –fue algo tonto –le comenté.
-¿Qué tan tonto? –me discutió
-Lo suficiente para saber que Ámbar es sólo una buena amiga –le admití
-¿segura? –me preguntó
-Simona, estoy loca por ti. Eso es seguro –le sonreí
Mi celular comenzó a sonar y ella lo tomó. –Miren, hablando del rey de roma –dijo molesta. Me hacía gracia que se comportara así.
La llamada venía de Ámbar. Ella llamaba para saber si aún iría a su casa y yo le confirmé que sí. Al cortar Simona me miraba expectante.
-¿y bien? ¿Sucede algo? –le pregunté
-Así que vas a dejarme por ir a verla –fingió celosa
-Tengo una última pregunta para ti –le respondí en cambio
-¿Cuál? –dijo indiferente
-¿Por qué me tienes derritiéndome por ti? –dije encantada.
-No lo sé, todos me preguntan lo mismo –dijo pretenciosa. Me acerqué hasta su lado y la besé con plena seguridad prometiéndole que volvería a su lado. Ella sabía que había quedado con Ámbar y le encantaba jugar ese juego de chica celosa.
-Te amo. Hazme saber de ti por favor –dijo con preocupación
-lo prometo –dije yo –te amo, nos vemos vida.
Me despedí y me puse en marcha.
…
-¿Cómo estás tortolita? –preguntó Ámbar. Había tenido que posponer muchas reuniones con ella porque el tiempo con Simona era sagrado y era cierto, estaba muy enamorada.
-Muy chistosa –contesté –bien, feliz de verte idiota –le confesé emocionada. Extrañaba a Ámbar y también las juntas con Camilo. En pocos días todo lo que habíamos vivido había quedado atrás
-Yo también Pau, que suerte tuve de robarte un momento –comentaba
-Exageras –le molesté
-Ojalá fuera cierto –reía ella.
Estuve todo el tiempo intentando preguntarle algo que me tenía inquieta y sobre todo preocupada. Yo no sabía de Camilo hace días.
-¿Has hablado con él? –decidí finalmente preguntar.
-Sí, ya lo conoces… está por ahí, de fiesta tratando de olvidar todo –dijo ella
-¿Crees que algún día me perdone? –pregunté con nostalgia
-Él lo hará –dijo Ámbar con toda seguridad –es un hombre, como tal, olvida pronto –bromeó.
-Eso espero –confesé
-Es cosa de tiempo ¿sí?, hay que esperar que las cosas se calmen -asentí. Sabía que era así y por eso tampoco entraría a buscarlo por un tiempo ni intentar arreglar las cosas. Él necesitaba tiempo para pensar, darse cuenta de sus equivocaciones también y perdonarme. Éramos amigos.
-¿Y cómo van las cosas entre tú y Simona? –me preguntó
-Genial –me animé –ella me hace feliz
-Eso es bueno –afirmó Ámbar
-Así que no te molestes en pedir una hora conmigo –le bromeé –tengo la agenda ocupadísima con ella.
-No te olvides que existo ¿eh? O tendré que buscarme uno de esos novios también –dijo siguiendo el juego.
-Creo que sería lo más prudente –afirmé.
...
Luego de pasar unas horas más con Ámbar regresé a mi casa. Recordé haberle prometido a Simona hablarle. La llamé
-Hola preciosa –saludé cuando escuché su voz contestando la llamada. Me reconfortaba oírla de nuevo
-Te extrañaba –dijo dulcemente
-Yo también mi vida –le respondí. Comenzaba a hacer ese tipo de confesiones porque lo sentía, sentía la necesidad de decirle y demostrarle todo el cariño.
Era oficial, estaba loca por ella y esa era la locura más hermosa.
20
Todo había sido hermoso durante los últimos días de diciembre y las semanas que pasaban en Enero. Ella era la razón de mantener la sonrisa y el corazón elevado. Sus sonrisas, sus juegos y sus falsos enojos eran mi programación favorita. Simona se había convertido en todo.
Sin embargo, con el pasar de los días su mano ya no se sentía tan fuerte al presionar la mía. Su mirada parecía más bien perdida. Sus besos eran fríos y poco continuos. Algo le sucedía y yo estaba temiendo.
El cuerpo entero me repetía a diario que algo no estaba bien…
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Decidí hacerlo más corto porque quiero terminar con esta parte de la historia en el próximo capítulo jajajaaj abrochen los cinturones, la historia será muy larga, si me lo permiten claro.