Idas y vueltas. 7

.

14

-“Camilo debo decirte algo… o Camilo estoy enamorada de Simona” –no sabía cuál era la mejor forma de decirlo. –“Camilo, Simona y yo somos…”. Ni siquiera yo sabía que éramos.

Hemos salido juntas una semana. Mucho amor desparramado por todos los rincones de la ciudad. Nos queríamos, no había duda, pero aún no éramos algo. Era bastante apresurado pensar así pero me hacía las cosas más difíciles al momento de contarle a Camilo.  Y ese era otro tema que no me dejaba dormir.

¿Qué era lo peor que podía pasar? Que no me hablara nunca más probablemente o quizás intentaría hacer algo para robarse a Simona de nuevo.  Eso sí era peor.

Ámbar me había llamado esa mañana para preguntarme si quería ir con ella y Camilo a ver a unos chicos que tocaban jazz en nuestro bar de siempre. Intuí que era el mejor momento y que no habría otro, aunque ella fue muy explícita en decirme que no llevara a Simona. Entendía el porqué y a pesar de que le había prometido que le diríamos juntas, era mejor que yo me encargara de eso.

-¿Estarás ocupada esta noche? –preguntaba Simona.

-Para tu tristeza, sí ¿por qué? –le respondí riendo. Estar con ella era mi pasatiempo favorito pero lo primero era lo primero; tenía que resolver los conflictos que me seguían.

-Nada –dijo fingiendo tristeza

La atraje hacia mí y se rehusó. Semejante capricho le costó un inesperado ataque de cosquillas que terminó por hacerla reír de todos modos

-ok, me rindo si –dijo agotada –pero… ¿a dónde irás? –preguntó recuperando la calma.

-Quedé en juntarme con Ámbar en el bar –le respondí sin mencionar que iría Camilo. No me agradaba ocultarle las cosas pero era mejor así.

-¿Con Ámbar? Mmm –dijo fingiendo ahora estar celosa. Era hermosa cuando hacía todas esas caras y gestos. Terminaban por matarme de amor.

-Sí ¿por qué? ¿La princesa está celosa? –pregunté siguiendo el juego

-¿celosa yo? No tengo por qué estarlo, tú te lo pierdes –dijo orgullosa.

En cosa de segundos aterricé en su boca para demostrarle que no había de qué ponerse celosa, aunque fuera un juego. No habría nadie más que ella. No tenía ojos para nadie más.

-me gusta cuando me compensas así –dijo entusiasmada

¿Y cómo no hacerlo? Era inevitable caer arrastrada. Era ella la que me recompensaba a mí con su presencia, con su cariño.

-Tú te mereces absolutamente todo –respondí convencida

-Eso me gusta, aunque si llego a saber que estuviste mirando a otra chica por ahí yo… voy a castigarte –me advirtió Simona.

-Como usted ordene –le anuncié.

Después de todo como dicen, donde manda capitán, no manda marinero.

15

-Mamá ¿cómo le dices a alguien una verdad que podría destruir casi diez años de amistad? –le pregunté mientras ella fijaba la pantalla en su monitor. Era una mujer ocupada, el trabajo la mantenía siempre así pero si de mí o de mis hermanos se trataba para aconsejarnos ella posponía todo lo demás.

-Espera… ¿esto tiene que ver contigo Paulita? –preguntó mirando por encima de sus lentes.

-No… -mentí –se trata de otra persona –era una perdedora mintiendo pero me sentía mejor si lo dejábamos así. Sabía que al final, ella me seguiría la corriente.

-Bueno supongo que esta persona… no puede esperar un buen final sobre eso –contestó ella a mi pregunta, sabiendo muy  bien que se trataba de mí.

-Si lo sé, lo mismo le dije –mentía de nuevo

-Debe procurar ser lo más honesta posible. Si son buenos amigos, quizás con el tiempo esa herida sanará –ella me aseguró calmándome con su sonrisa

¿Qué tan honesta podía ser? Debía decirle que estaba enamorada de su novia desde antes que me la presentara o que apenas supe su nombre una corriente me recorrió sintiéndome completamente atraída.

-gracias mamá –le dije

Cuando quieras –me respondió amablemente. Me abrí paso a retirarme de su oficina pero antes ella me habló un última cosa –Pau… todo estará bien ¿ok? –dijo ella maternalmente. Yo asentí y me retiré. La hora de juntarme con los chicos que estaba por llegar y debía apurarme para hacer ese ensayo mental.

Era la hora de enfrentarse al lobo.

Llamé a Ámbar y quedamos en juntarnos unas esquinas antes del bar. Cuando llegué hasta allí sólo estaba ella.

-Hola ¿y Camilo? –pregunté preocupada

-llamó y dijo que vendría luego ¿nos vamos?

-Si claro –respondí un poco decepcionada. Si Camilo no venía entonces no sabía cuál sería el otro momento de decírselo.

-¿Pasa algo? –preguntó por mi inquietud

-Nada, sólo estaba pensando –le convencí

-Ya… ok, y que pasa contigo y Simona ¿aún siguen viéndose? –preguntó con intriga. No sabía si era lo mejor hablar de Simona en ese momento.

-Sí, todo bien –dije cortante

Ámbar intuía que sucedía algo y yo no quería que me detuviera a hacer nada. La animé a que fuésemos pronto hasta el bar.

Una vez allí dentro decidimos tomar los asientos de siempre. Ella pidió una cerveza, para no enfriar las ganas como dice, y yo me pedí una bebida. Sin alcohol por supuesto.

-¿por qué te ves tan ansiosa Paula? –me interrogaba Ámbar

-No estoy ansiosa –le aseguré. Tenía este problema de ser tan transparente.

-Allí viene –dijo de pronto en voz alta –y viene con… ¿Simona? –dijo más desanimada.

Miré rápidamente para ver eso. ¿Qué hacía Simona acá? ¿Qué hacía ella con él? Esperé impaciente hasta que se acercarán a nosotros. Ahora ya no me sentía nerviosa, sólo quería que estuviese lo suficientemente cerca para encararlo.

-Camilo –saludó Ámbar -¿por qué tanto retraso?

-Nada, sólo invité a nuestra amiguita –dijo refiriéndose a Simona.

-¿Qué haces acá con ella? –pregunté rápidamente. La miré de reojo, también parecía un poco confusa y asustada.

-Cálmate Paulita –dijo riendo. Era una risa completamente cínica y al parecer, había bebido un poco –sólo la traje y aprovechando que estamos todos acá… deberían explicarnos que se traen ustedes dos ¿no?-

Mierda, mierda. Yo no contaba con eso. Se supone que no tendría que pasar así y ahora estábamos aquí. Camilo me encaraba y me sentía completamente débil.

-¿creíste que no me daría cuenta de nada? –preguntó Camilo.

-Camilo cálmate –dijo Ámbar que fue inmediatamente interrumpida por un gesto que significaba que tenía que guardar silencio.

-¿Así que esta mujercita de bonita cara te engatusó, no?  -continuó Camilo

-No es así –comentó Simona por primera vez

-Tú cállate ¿Sí? –le dijo rápidamente a Simona –Nos hiciste creer a todo el mundo que eras una víctima mientras no perdías el tiempo con Paula ¿verdad?

Él se estaba figurando las cosas mal y yo no podía permitirlo. La cosa no era con Simona ahora. Era conmigo y esto tenía que terminar de una vez por todas.

-Camilo déjala –le hablé. Él me miró –Yo… yo soy la que se enamoró de ella. Yo amo a Simona  desde…- no sabía cómo continuar.

-¿Desde cuándo? –preguntó impaciente.

-Desde que la vi por primera vez, incluso antes de que tú nos la presentaras –terminé por decir.

Hubo un silencio de unos cuantos segundos. Había salido toda la verdad. Procuré ser lo más honesta posible.

-Muy bonito… -empezó él – ¿Así que tú simplemente tiras a la mierda toda nuestra amistad por una mujer?

-Ella ya no es tu novia –intenté yo

-¿Y qué? –Gritó –tú eras como mi hermana y estás haciéndome esto. Debiste guardarte tus ganas y encerrarlas en un cajón con llave.

Él estaba siendo egoísta. Estaba intentando destruirme psicológicamente cuando ni siquiera le había importado Simona. ¿Por qué no podía ser más fácil, por qué simplemente no lo aceptaba?

Camilo bebió un poco más.

-Eres un idiota Camilo –insultó Simona.

-Simona déjalo –interferí

-No déjala, veamos que tiene que decir la señorita –decía irónico.

-¿Por qué haces esto? –empezó ella – ¿o qué? Crees que recuperarás o perderás tu orgullo por aceptarlo. Tú me desechaste, ahora vete a la mierda

Yo y Ámbar éramos espectadoras de esto. Estaba empezando a sentirme horrible, yo sólo quería tomar a Simona e irme de ahí.

-Y menos mal que te dejé –dijo él –no quiero estar con una cualquiera que se mete con cualquiera –Ella simplemente se marchó al segundo.

Al escuchar eso sentí como una inyección de odio en todo el cuerpo. Entendía su decepción pero no tenía derecho a tratarla así. Al tiempo que Simona se iba, no sé de dónde saqué el valor y empujé a Camilo bruscamente. El cayó al suelo, el alcohol si había servido un poco para eso.

-No lo hagas ¿ok? –Dije entre lágrimas –muy amigo mío serás pero no te voy a permitir eso

-Tú ya no eres mi amiga –dijo quejándose.

Lo dejé ahí y me fui. No tenía sentido seguir remando contra la corriente. Fui en busca de Simona.

Cuando la vi corrí hasta su sitio. Tal como la primera vez que la había visto llorar, en el mismo lugar. Me sentía estúpida por haber permitido que Camilo la tratara así. La abracé inmediatamente.

-todo estará bien ahora –le aseguré

-yo no merecía eso –dijo entre sollozos.

-lo sé, yo lo sé mejor que nadie –respondí tratando de consolarla.

-Llévame a casa –me pidió.

Me levanté y tome su mano. Ahora jamás volvería a soltarla.

16

-¿Te quedas conmigo esta noche? –dijo Simona.

La había llevado hasta casa intentando olvidar el mal rato que habíamos pasado. Ahora estaríamos bien.

-¿Estás segura? –pregunté yo a su sugerencia.

-Sí, por favor no me dejes hoy –dijo un poco triste

Yo accedí y se sintió más tranquila.

Cenamos esa noche y veíamos una película recostadas en su cama. Cada vez que Simona estaba tan cerca de mí me ponía absolutamente nerviosa. Apenas había tomado atención a la película pero de pronto la pantalla simplemente se puso en negro.

-¿Por qué la apagaste? –pregunté curiosa.

-Estabas durmiéndote  –dijo ella riendo

-No yo sólo estaba pensando –le confesé.

-¿En qué pensabas? –me sorprendió su pregunta. Yo por supuesto, no podía contestarle que su cuerpo tan cerca del mío estaba provocándome un infarto.

-Pensaba en ti –respondí. No estaba mal si le ocultaba eso.

-También yo –dijo ella. Espero que no haya estado pensando lo mismo que yo.

Simona levantó un poco su torso de la cama y luego me miró para decirme algo.

-¿Fue cierto lo de hoy? –preguntaba. Cuando hacía ese tipo de preguntas de la nada nunca sabía a qué se estaba refiriendo.

-¿Qué cosa? –pregunté

-Que… estabas enamorada de mí, ¿tú realmente me amas? –decía con inseguridad –o sólo lo dijiste porqu..

-Simona, te amo –la interrumpí. No había nada más que decir con respecto a eso. La amaba demasiado.

Ella se balanceó sobre mí, tocó mi rostro con absoluta ternura y me besó. Fue un beso corto e inseguro al principio pero devolvió su boca a la mía para decirme sin palabras su respuesta. Nunca me había entregado tanta pasión en ese gesto y mi cuerpo comenzó a disgustar nuevas sensaciones a causa de ello.

Se acomodó sobre mí y mis manos no se movían ni medio centímetro de donde se encontraban, justo en el hueco que se hacía en su espalda. Estaba asustada sobre todo por ser impulsiva.

Simona se detuvo. Me miró con una expresión temerosa en su cara.

-Yo… nunca he estado con alguien…así –articuló ella. Le daba sentido a lo que decía cayendo en cuenta que yo jamás había estado tampoco con alguien.

-Yo tampoco Simona –le sonreí. Quería que al menos se sintiese segura a mi lado. ¡Jesús! Éramos don inexpertas tiradas en una cama, con la casa absolutamente sola.

-¿Y entonces? –preguntó

-Y entonces… siempre hay una primera vez para todo –sugerí, recordándole el incidente con el tequila. Ella se reía y se aferró a mí de nuevo.

Supongo que le haya dicho que yo tampoco había estado con alguien le dio la seguridad para besarme como lo haría toda una profesional en la materia. Me tentaba tocar más y entonces, sólo entonces decidí deslizar mis manos un poco más arriba notando como Simona reaccionaba al contacto frío de ellas.

Quería saber qué hacer y no quedarme bloqueada en el intento sin embargo ella tomó las riendas del asunto y se apoderó de mi cuello haciendo que me temblara el cuerpo entero.

Desplegué su polera un poco más arriba la que terminó finalmente fuera de su anatomía. Ella se separó un momento de mí para mirarme y hacer lo mismo, haciendo caso de que la ropa en nuestros cuerpos ya era todo un estorbo. Desabrochaba la camisa que llevaba puesta esa noche.

Noté que ya no estaba nerviosa sino convencida de lo que hacía y me relajé. Acaricié sus hombros que se escaparon con las tiras del sujetador.

Reía ligeramente.

-Eres muy muy atrevida –me susurró.

Me apresuré a levantarme y acorralé su cuello. No aguataba más. La trasladé con delicadeza hasta el que en ese momento, era mi lugar.

Desde donde me encontraba ahora la vista era hermosa. Terminé de quitar de su sitió el sostén para dejarla al descubierto. Me acerqué hasta ella, la besé nuevamente, le devolvería absolutamente todos los besos.

Me escabullía por su boca, su cuello, sus pechos, su abdomen dándole tanta dedicación a cada lugar. Quería que supiera que yo estaba ahí y no me movería de su lado, que era mía. Sus cortos suspiros comenzaron a volverme loca y yo sólo me guie bajo la necesidad de tenerla. Seguí explorándola porque si me detenía ahí no podría seguir.

Desabroché el pantalón y lo quité y esta vez comencé mi recorrido de abajo hacia arriba, dándole tiempo antes de llegar donde ella quería que llegara.

-Estás torturándome Paula, en serio… -comentó ella delirando.

-Tenemos tiempo –le bromeé.

-yo no  –insistió e intentó guiar mi cabeza. No la hice esperar más y me acerqué hasta ahí. Mi boca se acomodó con toda mesura entre sus piernas y entonces ella suspiro, seguido de un gemido sostenido por el silencio de la habitación.

La amaba, la amaba de pies a cabeza. Amaba el ritmo que imponía su cadera, su espalda arqueándose. Ciertamente me encanta la firmeza con la que me tomaba señalándome que iba bien y sus jadeos terminaron por enloquecerme.

Finalmente había acabado. La fuerza con la que apretó sus piernas y el grito arrojado a merced de las cuatro paredes me lo indicaba.

-Te amo –dijo, regalándome el último suspiro de esa noche.

_______________________________

Artwork , efectivamente era the cure. ajajaaj