Idas y vueltas. 6
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“Mi cuerpo se detuvo limitando la pared con mi espalda. Unos pocos centímetros que me hacían más alta nos separaban a penas. Ella se inclinó para hacer lo que yo jamás me hubiese atrevido hacer.
Cuando Simona me besó, el tiempo se detuvo para hacerme saber que no podría seguir si no probaba un poco más de eso”
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Escondía mi rostro bajo las sábanas al recordar los eventos de la noche anterior. Luego de que nos besáramos por primera vez, luego de que Simona despegara sus labios de los míos, de que me mirara a los ojos y me sonriera yo estaba temiendo que haya sido sólo un hermoso sueño.
Simona había bebido y temía que ella haya jugado ese juego conmigo por esa razón o que se haya desquitado por lo de Camilo. Temía que a la mañana siguiente no recordara los besos que sucedieron al primero, temía que no recordara cuando la dejé fuera de su casa y ella se aferró a mí con tanta ternura.
Yo llegué a mi casa completamente extasiada. Habían sido demasiadas emociones juntas. Sabía que después de todo lo que había pasado no podría volver a mirarla como una amiga, era imposible que no deseara besarla, abrazarla. A pesar de todos los temores, llegué, me quité la ropa, puse mi disco favorito y me recosté feliz. Le di dos vueltas al disco, repasando con mucho detalle y precisión cada escena marcada por esa noche.
Bajo pictures of you recordé sus sonrisas en medio de nuestros besos. La suavidad de su piel se había convertido en mi textura favorita. Recordé cuando me pedía acurrucarse en mi hombro en donde con el pasar del tiempo comenzó a dormirse. Si era un sueño, entonces realmente no me importaría despertar más.
Durante la mañana comenzó a sonar mi celular. Lo tomé y la entrada provenía de Camilo. No sabía si contestar, la verdad es que no le debía ninguna explicación, la cual lo más seguro me pediría.
-Aló –saludé finalmente en el objeto
-¿Que hacías con Simona ayer? –preguntó Camilo sin más.
-¡Hey! ¿Quieres calmarte? –le exigí
-¿A qué estás jugando Paula? –insistió. ¿Camilo estaba teniendo un ataque de celos? Tenía que estar bromeando. Quizás es esa cosa que tienen los hombres por demostrar que son ellos los amos y señores de todo. Qué más da, ¿se supone que yo no era una amenaza? Se suponía que no…
-No estoy jugando a nada Camilo, sólo me pidió que la acompañara… hemos hablado mucho últimamente –le respondí porque no quería crear ningún tipo de tensión aún. Se moriría si le dijera la noche que tuve.
-No te metas con ella –me reprochó Camilo
Cómo podía pedirme eso, estaba loco. Él la había engañado, empezaba a salir con otras personas y nadie le había dicho absolutamente nada.
-No lo haré –respondí obviando lo que ya había pasado.
-Cuídate, adiós –finalizó Camilo y luego cortó. ¿Cuándo la relación se había puesto tan seca?
Camilo y yo solíamos ser como hermanos. Él me cuidaba y me aconsejaba, y yo era testigo de sus andanzas intentando ser su conciencia cuando no actuaba bien. Digamos que yo no había sido la mejor amiga al desear desde el primer momento a su, en ese tiempo, novia. Pero el flechazo es así, te persigue y entonces no tienes oportunidad de rechazarlo.
Mi celular comenzó a danzar nuevamente por la vibración de la llamada entrante acompañada de su respectivo tono. Miré la pantalla y mi piel se erizaba. Era Simona, haciéndome una llamada a las ocho de la mañana. Crucé el río y decidí contestar.
-Hola –dije amistosa. Mis sentimientos encontrados comenzaban a aflorar. Estaba impaciente porque dijera algo y por otro lado, tenía tanto miedo a no escuchar lo que yo quería escuchar.
-Hola Pau –me saludó de vuelta. Su voz estaba ronca aún.
-¿Estás despertando? –le pregunté con una sonrisa puesta en el teléfono. Cada vez que ella aparecía era una inyección para volver a adorarla.
-Sí, yo desperté y estaba preguntándome si tú… habías soñado lo mismo que yo –dijo con un poco de dificultad. Comencé a sentirme nerviosa de nuevo al cabo que no sabía que contestar y bueno, ¿a qué se refería ella?
Escuché una risa al otro lado del teléfono –Fue de verdad ¿cierto? Lo nuestro, los besos, por favor di que sí –insistió ella.
No entendía como ella podía ser tan valiente para simplemente decir y hacer las cosas. A mí me habría tomado unos días preguntar eso. Y entonces, por fin comenzaba a sentirme aliviada. Ella si lo recordaba y si le había gustado.
-Sí creo que… hemos soñado lo mismo –le aseguré contenta.
-¿Crees que podamos vernos más tarde? – preguntó
-Si pero no más tequila –le bromeé
-Lo que quieras –respondió serena. Me gustaba esa respuesta, me gustaba su tono, me gustaba toda ella.
-Cuídate Simona, nos vemos pronto –dije un poco cortante por el sólo hecho que no quería caer en baboserías y no poder cortar nunca más la llamada.
-¡hey! –reclamó ella
-¿qué sucede? –pregunté rápidamente con un poco de risa.
-Me comiste la boca y ahora simplemente es un “nos vemos pronto” –me reprochaba y yo al tiempo moría de la risa. Amaba cuando reclamaba esas cosas y yo, simplemente amaba que hubiese dicho “me comiste la boca”.
¿Qué podría haber dicho? Podrían haber sido muchas cosas, podría haberle dicho que me gusta desde la primera vez que la vi, cuando se encontraba peleando con otra persona. Podría haberle detalladamente exactamente cómo iba vestida, los gestos que hacía. Podría decirle que la quería hace demasiado, que la comenzaba a amar y que era imposible alejarme cuando el corazón me pedía a gritos estar a su lado.
-Simona, me encantas –comencé –quiero verte de nuevo, todos los días no estaría mal
-Sí ahora está mucho mejor –contestó ella en cambio.
-¿Pasé la prueba? –pregunté seria
-Con honores –me respondió.
-¿nos vemos entonces? –sugerí
-Te espero esta tarde en mi casa –me anunció.
-Ahí estaré –contesté animada. Me encantaba la idea de volver a verla –nos vemos entonces, besos-
-bye –contestó y cortó. Parece que alguien estaba muriendo por volver a la almohada pensé divertida mirando el celular.
Caí en cuenta que nunca había ido a casa de Simona y ahora era como una doble de tensión. No todo era besos y caricias y no quería ser una aguafiestas tampoco pero teníamos que hablar sobre qué haríamos. No quería decirle sobre Camilo porque quizás a ella si le importaría que él se hubiese puesto celoso. No quería perderla ahora cuando había obtenido más que nunca y aunque me doliera, aún no podía confiar totalmente en ella.
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-¿¿Te metiste con Simona?? –gritó una histérica Ámbar.
-O vamos, dilo más fuerte, publícalo en el diario –dije molesta. No había aguantado y fui hasta Ámbar y simplemente lo solté.
-¿y qué se supone que hagas ahora? –dijo aún en shock.
-¡No lo sé!!! Yo vine hasta acá para que me dijeras que hacer –le dije triste. Quizás no había sido buena idea contárselo.
-Paula ¿estás enamorada? Porque eso sería realmente jodido –me afirmó.
-Lo sé, no me lo recuerdes –me lamenté
-Debes decírselo a Camilo y entonces empezarás a sentirte aliviada –me aconsejó
-Pero es que no es sólo eso –le respondí
-¿Y entonces, no estás segura de que sientes o qué?-
-Yo si estoy segura de lo que siento. De lo que no estoy segura es lo que ella quiere y eso me tiene entre la espada y la pared –
-Ve y pregúntaselo. Haz las cosas bien Pau –dijo. Ámbar tenía razón. No podía permitirme ese estado de clandestinidad, no era justo.
Pero era tan difícil ser valiente. Era mi constante problema. Después de todo yo había sido la que había aconsejado a Simona que no debía a casarse ni comprometerse con la primera persona. No podía obligarla a tener algo conmigo, quizás sólo debería concederme disfrutar de lo que estaba pasando con ella.
Me dirigí hasta la casa de Simona.
En el camino pensaba en lo rápido que estaba pasando todo. Un día la conozco, al otro somos amigas, al otro nos besamos. ¿Qué pasaría mañana? ¿Pelearemos y no nos volveremos a hablar? Cada día estaba siendo una sorpresa por eso era mejor tomárselo con calma y atesorar cada momento.
Hace unos meses ni me había imaginado estar así. Yo tenía planeado estar sumergida en mis libros, películas, en los paseos con los amigos. Nunca me había figurado que llegaría esta chica a darle todo un vuelco a mi vida. Saliendo sana y salva o no, jamás podría olvidar nada con ella.
Faltaba poco para llegar pero de pronto lo que comenzó con unas pequeñas gotas que caían del cielo terminó en una abundante lluvia que me mojó hasta el orgullo. Corrí las últimas dos cuadras que me faltaban para llegar y me anuncié en su casa con desesperación.
-Estás empapada –decía entre carcajadas Simona
-¿Te parece? Sólo fueron unas gotitas –le dije despreocupada
Se acercó a mí en plena lluvia y me besó, devolviéndome el aliento que había perdido en la carrera que hice para no llegar nadando.
-Sí, creo que son apenas unas gotitas –me dijo sonriente. Miró al cielo, y sonreía como una niña.
Si tan sólo ella supiera lo que me provocaba tenerla entre mis brazos bajo la lluvia. Su cuello, pálido quedaba al descubierto. Me tentaba besarla infinitamente.
-Entremos, pescaremos un resfriado aquí afuera –dijo preocupada.
Me tomó la mano y me llevó hasta dentro. La casa era grande, más que suficiente para dos personas, pero bueno, su padre era un empresario y era evidente tanto derroche.
-Debes cambiarte eso –me insistió, acercándose para quitarme la polera
-Hey no! ¿Qué me pondré? –pregunté sintiendo de repente pánico. El contacto de las manos de Simona sobre mí me ponía tonta sin mencionar el escalofrío que me recorría la espalda que me impedía pensar bien
-Yo te presto ropa, tranquila, pero quítate esto o vas a enfermar –me decía. Accedí e intenté relajarme aunque era imposible, estaba demasiado tensa.
-Está bien, vamos a mi habitación y te dejo toallas y ropa seca. Puedes bajar una vez que estés lista –dijo para calmarme. Yo asentí.
Pero antes de que subiera las escaleras tomé de su mano y la miré un momento
-Lo siento –dije lamentada
-Oye no importa –me aseguró
-Es sólo que tú… me pones terriblemente nerviosa –le confesé.
-¿Tan intimidante soy? –me sonrió y volví a asentir. Llegó hasta mi para besar mi frente –todo está bien –dijo tranquilizándome. Me volvía la calma al cuerpo.
Amaba a esa mujer, más que todo.
13
Ya con ropa seca en el cuerpo, comimos, veíamos la televisión, reímos y disfrutamos esa tarde mientras la lluvia seguía corriendo por la ventana.
Simona estaba acurrucada sobre mí dibujando con sus manos en mi abdomen.
-debemos hablar con él –dijo ella de pronto.
-¿Con quién? –pregunté despistada.
-Camilo –respondió.
Ahí estaba, el tema. Yo lo había olvidado porque me había enfocado en disfrutar de Simona
-¿Tú quieres hablar con él? –pregunté, porque de esa manera también podría descifrar lo que ella quería.
-Sí, es decir, quiero que estés bien, que no te sientas culpable por nada –dijo ella –quiero intentar bien las cosas contigo Paula.
¿Ella quería estar conmigo? No lo podía creer. ¿En qué momento pasó que ella atrajo su mirada a mí? Porque todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos y jamás me di cuenta de algo. Puede que haya estado tan ocupada viviendo por ella que ni siquiera alcancé a ver más allá de mí.
¿Estás segura? –pregunté aún con miedo
¿Segura de qué? –contestó
-De esto, de que esté pasando esto entre tú y yo… –intenté explicar
-Estoy segura de que contigo soy feliz. Me arrepentiría de no haberte besado jamás y convencerme de que mi estómago se siente menos contraído cuando me encuentro entre tus brazos.
-Créeme que mi estómago se siente igual –confesé aliviada.
-¿Sabes? Sé que para ti es extraño que yo esté aquí, deseando que estés conmigo pero pasó. Tú has estado siempre y no lo vi y yo ahora simplemente te necesito en mi vida –dijo Simona. Yo le creía, sus ojos no me mentían.
-Entonces hablemos con él –terminé por decir
-¿Tú si quieres estar conmigo? –me preguntó.
-Simona… quiero estar contigo desde el primer momento que te vi en ese bar –le admití. Me miró con ternura.
-Te quiero –pronunció ella y luego se fue a mis brazos. Yo estaba realmente emocionada, yo la quería, la amaba y amarla parecía ser poco.
Era como un sueño, no de esos que surgen mientas duermes y se vuelven nostalgia al despertar. Era como un sueño que añoras toda tu vida. Son de esos que te figuras conquistar pero que al final del camino llegan solos a ti.
Debía encontrar la manera de decírselo a Camilo, algo que pareciera bien. Yo sabía que perdería algo pero por ella valía la pena hacerlo.
-Te quiero –le susurré.
Ella respondió con un tierno beso que selló todas mis inseguridades
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JAJAJA espero que no deseen matarme esta vez. Vamos poco a poco aunque en los siguientes capítulos intentaré escribir más y avanzar rápido esta parte de la historia. Gracias por los comentarios de apoyo y sugerencias, realmente es de mucha ayuda.