Idas y vueltas. 4

Sería prudente empezar de nuevo.

7

-No debes decírselo- ordenó mamá antes de que pudiera reclamar cualquier cosa.

No podía ir donde Ámbar y contárselo, ella pensaría que yo sólo abriría la boca por puro interés mío. Llegué a mi casa acarreando el mismo estado de agonía que cargaba desde la estación, lo cual fue notado por todos. El hermano mayor burlándose de mi cara, la hermana mayor preocupada haciéndome preguntas. Yo sólo me dirigí a mi habitación pero hasta allá llegó mi madre quien más que hacerme un interrogatorio me habló para ver si necesitaba algo. En cosas de segundo empecé a llorar nuevamente, no quería seguir guardándome nada por lo cual, decidí contarle toda la historia a ella desde el comienzo.

-Tú no eres la que debe decirle la verdad- continuó ella

-Él no lo hará- respondí enojada

-Las mentiras tarde o temprano se saben, además si es como tú dices, ellos no durarán mucho juntos- agregó – Si le consideras amiga también, tú preocúpate de acompañarla cuando lo necesite –

-yo no puedo… - dije absolutamente triste

-Por qué Paula?- me preguntó serenamente

-Porque cuando ella ya no esté con él sólo pensaré en una cosa – le admití muy honestamente.

-Entiendo hija… - dijo regalándome la sonrisa más comprensiva – pero debes saber que ella no es para ti, cabezita dura- me confesó dándome un suave golpe en la mano mientras la sujetaba.

-Lo sé- dije sin más nada. Sólo la abracé, agradecía tenerla conmigo.

Mi madre sabía todo sobre mí. A los dieciséis tuve que decirle que me gustaban las mujeres, luego de un breve incidente en el que tenía que convencerla que no me había acostado con un tipo que ella creía mí novio. Había sido un poco impactante al principio, pero más que comprender la situación y darle un sentido en su cabeza supo apoyarme al igual que como lo había hecho con todos sus hijos. Mis padres se habían separado mucho antes de que yo naciera y mi madre había tenido que cumplir todos los roles y desde luego, todos los hizo bien.

Si habría un tesoro en mi vida, siempre sería ella.

A la mañana siguiente, acurrucada aún en cama determiné que no le diría nada a Simona. Mamá tenía razón, no me correspondía esa responsabilidad. También decidí que me alejaría de ella por un tiempo, parecía cobarde, pero era lo mejor.

Volví a pasar los días con Ámbar pues no me permitía verle la cara a Camilo y la verdad es que cualquier pretexto servía para evitarlos.

-¿Por qué no contestas?- me preguntó Ámbar notando que mi celular insistía hace un par de minutos. La llamada entrante provenía de Simona  y era evidente mi rechazo.

-Sólo sigo tu consejo… - le dije. Aún no le había dicho sobre Camilo y su engaño.

-¿Cuál consejo?- preguntó extrañada-

-¿no lo recuerdas? El de alejarme, ya sabes… - repliqué.

-Pero ella te busca…- insistió Ámbar

-¡Y qué quieres que haga!!!- le grité - ¿Correr a ella?, no lo haré, estoy cansada de todo.

-¿Pasa algo más cierto?- intuyó ella

Dudé un segundo decirle todo, temía su reacción aunque tampoco valía mucho la pena seguir ocultándolo. Ella era nuestra amiga y solíamos, en tiempos buenos, contarnos todo.

-Camilo la engaña y yo… no puedo ir con ella, hablarle y dejar de sentirme culpable- le confesé

-pero no puedes evitarle por siempre- me dijo, ignorando mi declaración. Para Ámbar no era nada extraño saber que Camilo andaba con otras.

-la evitaré lo más que pueda- le afirmé

Quería terminar con el tema pronto. Cada vez que me hablaban de Simona sentía que la cabeza me dolía. Quería tanto correr a su lado y decirle la verdad y ofrecerle mis brazos como consuelo. Le abriría mi mundo, mi corazón en una milésima de segundos.

De pronto sentí una almohada caer sobre mi cabeza –Deja de soñar ¿quieres?- dijo Ámbar, con una sonrisa traviesa. Tenía razón, había que volver a la realidad

Así pasaron los días. Yo volviendo a hacer todo lo que hacía antes de Simona.

8

-¡Ya voy!- grité a unos pasos de la puerta. Me encontraba sola en casa y alguien insistía hace diez minutos en la puerta.

-Hola Paula-  me saludó Simona al abrir la puerta - ¿Puedo pasar?-

-Hola, yo… claro, pasa- le contesté algo desanimada.

Se veía extraña, al cabo que tampoco notaba ninguna emoción en ella.

-¿Te desperté? Lo siento…- dijo mirándome de pies a cabeza. Yo aún seguía en pijama. Comencé a sentirme avergonzada.

-Está bien- le afirmé de buen humor

Ella sonrió, aunque fue una sonrisa seca, la sentía sin mucha energía en su expresión. Repasé visualmente su figura mientras estaba en silencio, su rostro, sus ojos se veían cansados.

-Te extrañaba- pronunció interrumpiendo mis pensamientos –me sentía terrible preguntándome que había hecho para espantarte y estaba ahí… simplemente extrañándote, sólo me armé de valentía y vine hasta acá para decirte eso.

Comenzó a llorar y yo estaba estática, no sabía qué hacer. Me sentía bloqueada.¿Ella me extrañaba? ¿por qué? Yo había sido tan egoísta al dejarla pero lo necesitaba. Al principio al verla tan mal pensé que ella se había enterado de todo, el cual era un buen motivo para estar así, pero…

-Yo sé que estuvo mal haberte ahogado con mi problemas- me interrumpió de nuevo –pero realmente te necesito, sin tan solo lo supieras…

-¿Saber qué?- le pregunté, había comenzado a asustarme

-Terminé con él-  dijo muy despacio.

Había pasado. Ella pronunció esas palabras y fue como una suerte de alivio para mí y aunque sabía que estaba mal sentirme así, era lo mejor para todo el mundo.

-¿Cómo, cuándo pasó?- le pregunté, haciéndome la desentendida.

-Hace dos semanas- me respondió. Hace dos semanas había descubierto a Camilo, hace dos semanas había dejado de hablar con Simona. Empezaba a sentirme horrible con esta situación. ¿Dónde había estado yo?

-Yo quería hablar con él –continuó ella –después de la última vez que tú y yo hablamos quise ir a verlo e intentar arreglar las cosas. Fui hasta su casa y entonces…

Yo sólo asentí y ella comprendió. Yo me sabía esa historia, yo había ido hasta su casa horas, quizás minutos antes, y lo descubrí.

La abracé. Yo con mi torpe decisión me había alejado cuando ella me necesitaba. Recordé las palabras de mi madre quien me había dicho que yo debía procurar estar al lado de Simona cuando ella realmente me necesitara y eso haría. Remediaría el tiempo perdido como fuera.

-Yo no sabía dónde buscarte y eso me estaba matando –dijo a penas –por favor perdóname, tan sólo empecemos de nuevo, sin Camilo, sin más problemas.

La miré con toda la ternura que ella merecía. –Amigas de nuevo-

¿Sin Camilo? Mi corazón saltaba cuando oía esas palabras y aunque no sabía exactamente lo que significaba "empecemos de nuevo", yo accedí.

Mi corazón no quería dejarla tan fácilmente. Yo tampoco.

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Lamento mucho la tardanza, pero he más que todo he disfrutado el tiempo con mi novia :( ajaj