Idas y vueltas. 3

Lento pero seguro.

5

Yo no me había figurado esta situación. No pretendía ser la amiga ni mucho menos el pañuelo de lágrimas, es más, había planeado mantenerme muy lejos. Sin embargo con el pasar de los días, Simona había puesto aún más confianza en mí desde el incidente en el bar. Había encontrado cierto consuelo que la llevaba a buscarme cada vez que ellos tenían una discusión.

Por mi parte sentía una necesidad de reconocer que Simona empezaba a gustarme más de lo que podía permitirme, aunque después de todo ¿Qué era lo que podía permitirme? Podría soñar despierta con tener a una persona como ella a mi lado tal vez. Normalmente habría esperado ansiosa el momento de tocar casualmente su mano o desear atrapar su mirada con motivo de su consuelo cada vez que sus ojos derramaran algunas lágrimas.

En lugar de eso, yo comenzaba a traspasar el límite de mis limitaciones. En lugar de soñar, yo estaba ahí, sosteniendo su mano. Me había tomado el atrevimiento de ser yo y no Camilo quien procurara recordarle lo especial que era.

Aun así, me dolía la situación porque la única en esa historia que sobraba era yo. Por un lado me dolía mentirle, diciendo que todo iría bien, que las cosas con mi amigo mejorarían. Yo sabía que no mejorarían. Cuando Camilo se aburre de una chica simplemente es eso y luego de eso, todo se acaba. Por otro lado me hacía sentir estúpida aconsejarla sobre lo que podía hacer. Era yo la que quería estar a su lado, era yo la que habría dado lo que fuese para sacarle todas las sonrisas. Cada vez me convencía más que la vida era una completa paradoja.

-¿Cómo es posible que no estés con alguien?- preguntó Simona con curiosidad, mientras observábamos los patos que se pavoneaban en el estanque del parque. Le tranquilizaba más que todo ir a ese lugar.

-Por qué lo preguntas como si fuera un crimen? – respondí sorprendida, más que todo porque nunca hablábamos de mí.

-¡Porque lo es!- dijo divertida.

-No entiendo cuál es el chiste-  le admití, temiendo al segundo haber parecido enojada.

– Sólo lo digo porque bueno, eres una gran persona, eres dulce y creo que…-- hizo una pausa, pensando lo que diría – creo que cualquier chica que hubieses querido habría sido afortunada de tenerte – terminó esa frase con una sonrisa, queriendo darle seguridad a sus palabras.

No me dio tiempo de enfadarme ni de pensar absolutamente nada. No sabía si era real lo que había escuchado o mi imaginación nuevamente me  jugaba una mala pasada

-¿una chica?- pregunté completamente ida

-Si bueno… Camilo me contó que tú… ya sabes- contestó insegura.

-Entiendo- acerté. No sabía que Camilo le había contado que era lesbiana. Nuevamente me sentía golpeada por la puerta de la evidencia. Estaba incómoda, temía que Simona se hiciera una idea de lo que sentía por ella. Yo no era muy buena ocultando mis sentimientos que digamos.

-Lo siento, yo no debí decir nada- dijo con tristeza.

La miré sorprendida. No podía creer que había permitido que se sintiese culpable

-No, no te lamentes por favor, está bien- insistí rápidamente

-Yo no quería ser imprudente- dijo

-No lo fuiste- quería remediar la situación – Si quieres saber… yo simplemente no soy mucho de salir con personas. Quizás soy demasiado exigente, quizás la mujer perfecta para mí no existe- le bromeé, sabiendo bien que la mujer perfecta estaba frente a mis ojos.

-Quizás sólo no has mirado bien a tu alrededor- dijo ella, esta vez mirando sólo al horizonte.

Pude haber desfallecido en ese mismo momento.

6

-¿¿Qué haces aquí?- dijo sorprendido Camilo al verme.

Después de dejar a Simona a pasos de su casa y de haber recuperado la calma luego de tantas emociones, me dirigí a casa de Camilo. Aún me preguntaba porque él había sido tan directo en cortarle sobre mí a su novia.

-Hola amigo, yo también estoy contenta de verte- respondí irónica. Él no solía recibirme así.

-Podrías avisarme que venías no?- se excusó

-Para qué? Jamás te anuncio mis visitas- le exclamé extrañada –Sólo vine porque necesito conversar contigo.

-Este no es un buen momento- dijo en seco.

-¿Estás ocupado?- pregunté tontamente

-Si Paula, estoy con los chicos de fútbol- dijo muy sobresaltado.

Arqueé una ceja. No entendía por qué estaba tan nervioso, yo conocía a los chicos de fútbol, sin embargo… oí unas risas que no provenían exactamente de un hombre y entendí la situación. Camilo me miró expectante.

-Supongo que esas son las novias de los chicos de fútbol, ¿no? – interrogando lo que era absolutamente obvio.

Decidí irme. Me sentía enferma con la situación, era como un golpe en el estómago.

-Estoy compartiendo con ellas y Eric – dijo tratando de explicar.

-¿Simona sabe que estás con tus “amiguitas”?- le insinué su existencia por primera vez.

-No y no se lo digas por favor- me rogó.

-descuida Camilito, yo no he escuchado nada- le dije y me fui.

No podía seguir viéndole, es decir, yo sabía que él era un mujeriego pero quise creer que la experiencia de estar en una relación al menos le haría cambiar. Me equivoqué.

No tenía idea cómo iba a mirar a Simona nuevamente. A mí jamás se me había ocurrido traicionar a Camilo ni a Ámbar por muchos errores que cometieran, eran mis amigos después de todo. Por otra parte, Simona me consideraba su amiga.

Me detuve cerca de la estación de tren. Comencé a llorar. La carga que significaba mantener el secreto que podría destrozarle el corazón a la única mujer por la cual me había sentido débil, era muy fuerte.

Tenía que tomar una decisión.

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Agradezco todos los comentarios que por sobre todo, animan a seguir escribiendo. Es mi primera historia y bueno me gustaría seguir siendo continua, aunque mi novia que vive a 343274394 kilómetros de mí, viene a visitarme por San Valentín y nuestro "cumple mes" ajajaj y creo que estaré algo ausente. Espero que la historia no se torne tan predecible, aún falta mucho. Cariños !! /Gracias por un consejillo por ahí... <3