Idas y vueltas 18

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Llegué a casa apaleando todo lo que se encontraba en mi camino o lo que se atreviera a desafiarme. Me iba a acriminar. El rechazo continuo era sin duda el peor de todos los males comparable únicamente con el intenso dolor de una ruptura inesperada.

Así me sentía. Sentía que Paula había terminado conmigo incluso antes de que empezáramos algo y sentía que el corazón se quebraba cada vez que oía sus destructivas palabras. No entendía porque tenía que ser tan obstinada y porque jugaba usualmente conmigo.

Me pasé la tarde entera dándole vueltas y vueltas en la cabeza a su fría decisión. Con el control de la televisión en la mano era muy poco lo que me quedaba por hacer así que me entregué a la desocupación y con ello a la desolada estadía sobre mi cama para seguir amontonando los recuerdos.

No fue muy difícil fingir enfermedad frente a la familia como incluso lo había hecho anteriormente en el instituto por lo que tampoco tuve la necesidad de mostrar mi lamentable situación frente a ellos a la espera de innecesarias muestras de preocupación o curiosidad sobre mi estado.

Sin embargo, dado un momento cuando ya casi comenzaban a asomarse los rayos del sol por la ventana bajo el color que indicaba que encontraban escondiéndose parcialmente de la vida hallando su sitio en el mar, mi madre llamó a la puerta:

-Hay un joven que está buscándote Anto –murmuró tan apaciblemente como pudo.

-¿Un joven? ¿Claudio? –pregunté sorprendida y temerosa de que se tratara de él. Lo menos que podía y quería esperar en ese momento era una absurda charla con Claudio.

-No es Claudio, lo habría dicho… -dijo entonando la “obviedad” –A propósito ¿qué hay de él? Hace mucho que no viene por acá… -discutió brevemente

-Nada pasa con Claudio –anuncié rápidamente levantándome para resolver la otra situación.

Mi madre se vio disconforme pero traté de huirle.

Cuando llegué a la salita que seguía la entrada de la casa encontré a Camilo esperándome algo inquieto.

-Hola –saludé dándole fuerzas a mi voz que hace mucho no decía palabra alguna.

-Hola Anto –saludó él con más energía.

-¿Qué se te ofrece? –pregunté intentando no sonar grosera.

-Bueno yo tengo algo que darte –dijo algo cohibido –es de parte de Paula –mencionó con especial cuidado. Era instintivo e instantáneo, algo en mí quería salir corriendo cuando oía su nombre. Observé entonces una hoja doblada que él traía en la mano.

Me acerqué a Camilo, no estaba muy segura de querer ponerme en evidencia en mi propia casa. -¿De parte de Paula? ¿Por qué no es ella misma entonces la que viene hasta acá? –interrogué con impulsividad.

-Anto… sabrás que Paula es un poco... cómo te lo explico –argumentó pensativo –un poco cerrada y ella está lo suficientemente cobarde para acercarse por sí sola a entregarte esto –terminó procediendo a entregarme el papel. Lo recibí respectivamente sin desdoblar nada –ella está esperándote en algún lugar pero me imagino que ahí debe decirlo-

-¿Por qué me está haciendo esto? –exigí respuesta. Me sentía confundida en efecto de aquel misterioso comportamiento.

-No lo sé–respondió –culpa a la confusión y todo ese enredo en su cabeza-

Bajé la cabeza mirando la hoja no estando muy segura si quería saber –qué le hace pensar que quiero esto –indiqué el papel una vez más

-Anto entiendo que no comprendas ni una mierda de esto, es totalmente razonable –aclaró con espontaneidad –es más, creo que si Paula no fuera mi amiga te habría hecho mandar al demonio todo esto invitándote a salir –explicó con sinceridad y picardía –pero ella te quiere y debe tener algunas razones para actuar como actuó y sólo te queda a ti pensar si quieres perdonarlo y seguir adelante –concluyó con calma.

Entendía bien a lo que se refería y en más de una ocasión admitía que no había ningún motivo por el cual no quisiera entender a Paula.

-Gracias Camilo –agradecí con simpatía –ya veré que hago con esto

-Ok, recuerda que si esto no sale bien siempre puedes ir a verme por tu propia cuenta –enfatizó con coquetería.

Reí

-Claro, lo tendré en cuenta –agregué a su propuesta.

Despedí educadamente a Camilo quien se apresuró a retirarse y dejarme con la tarea de debatirme ante aquella carta. Si bien es cierto que había intentado ser dura y mostrar algo de desinterés la verdad es que no podía engañarme a mí misma. Moría por saber que tenía que decirme, a pesar de todo.

Quise retirarme a mi habitación pero mi madre me detuvo con clara disposición a interrogarme.

-No puedo ahora mamá –aclaré de inmediato sin esperar que dijera algo

-¿Qué sucede Anto? –preguntó intentando baja toda circunstancia sacar algo -¿Quién era aquel chico?

-Un amigo mamá –dije rápidamente

-¿Y Claudio? –mencionó ella de pronto. La miré un poco aturdida preguntándome si había entendido mal o si ella realmente había pensado que yo tenía algo con Camilo

-Déjame decirte algo –quise ilustrar de una vez por todas –Claudio y yo terminamos

-Lo siento... -

-No te preocupes mamá –interrumpí –no quiero lamentos, no quiero lamentarme y una cosa más –pausé para calmarme un poco –el joven que vino no era absolutamente nada más que un amigo –indiqué severamente para dejar en seco aquella conversación.

Me aparté a la brevedad de su lado, quería privacidad. Volví a mi cuarto y específicamente a mi cama nuevamente con la esperanza de que nadie interviniera esta vez.

Desdoblé la hoja que junto a todas las emociones de aquel día me mantenía con una rígida tensión en la mandíbula y una fiereza en el humor

“Anto

Imagino que antes de leer esto (si es que llegaras a hacerlo) debiste haber arrugado y arrojado la hoja por ahí, sobre todo sabiendo que fue Camilo quién la entregó (ruego haber hecho lo correcto al mandarlo a él)”

Detuve mi lectura por dos cosas. Me pregunté qué era lo que realmente me había impedido hacer lo que ella explicaba en ese inicio porque efectivamente en un momento creí que no sería capaz de sostener y soportar semejante cambio de parecer y lo segundo que me obligó a detener mi comprensión sobre aquella carta era la necesidad de respirar, mi aflicción era sobrehumana.

Volví a las palabras escritas con azul

“(…) También imagino que no debes entender mucho sobre esto pero si de algún modo logré llamar tu atención hasta el momento te pido que comprendas. Hay mucho que me hubiese gustado evitar para no dañarte y  traerte hasta estas circunstancias.

Probablemente si te hubiese encontrado en otra época de mi vida habría caída loca y rendida a tus pies sin pensarlo demasiado y no digo que ahora no lo haga (realmente lo hago) es sólo que lo pensé inhumanamente doscientas veces antes de convencerme de que así era y es cierto, probablemente ya lo hayas escuchado y probablemente medio mundo muera por ti pero créeme, yo muero el doble de tan sólo saber que tenía que alejarte por indefinidas razones la cuales hoy podría definir de la siguiente manera:

1)Tengo miedo.

2)Mi corazón está herido aún.

Me detuve nuevamente porque había lamentado leer aquel último punto. Una parte de mi lo sabía y ahora que estaba oficializado por ella misma no me gustaba que esa fuera la realidad.

“(..) Y no debí hablarte, no debí dejar que nada de esto pasara. Pero lo hice.

Y me volviste aún más loca.

Hoy lamento no haber separado las cosas, no haberme atrevido a enfrentar esa estúpida desconfianza que me mantenía ‘no desconfiando de ti’ exactamente, si no de mi por estar con alguien más y necesito remediarlo porque sé que de otra forma sólo encontraría a alguien como tú en un millón de años más.

No creo que pueda esperar tanto y dado todo lo que hemos pasado tampoco quiero hacerte esperar más, tienes razón, es hora de que me ponga los pantalones (…)”

Sonreí

Al pie de página noté lo último “ me tomé la molestia de escaparme un instante a la plaza cercana al instituto y bueno… sé que quizás creas que es ridículo pedirte que me busques siendo que yo debería hacer eso pero entenderé que es tu respuestaa este desesperado llamado”

Quedé un poco helada. Miré por mi ventana para ver el cielo de un tono azul oscuro señalándome que el sol se había escondido en su totalidad. Me pregunté si Paula aún seguía allí donde había mencionado y entonces supuse que podía seguir pensando camino al lugar pues tenía que moverme rápido si quería averiguar todo.

Busqué algo para abrigarme y salí sin avisar cuidando no ser vista. Agradecía que mis padres hubiesen escogido vivir en un lugar cercano al instituto donde estudiaba en su afán de querer tenerme segura cuanto pudieran pues aquel día significaba que no tardaría mucho en llegar donde estaba Paula.

Pensé todo el camino en lo que diría, en lo que haría. Ciertamente sabía que Paula no se merecía que yo me emocionara de esa manera y olvidara todo lo ocurrido pero no podía engañarme a mí misma tanto tiempo. Me preguntaba si Paula estaba decidida a algo o sólo estaba disculpándose de ese modo. Tenía tantas dudas que deseaba resolver con prisa. Terminé por atraer todos los nervios que representaban ese prometido encuentro en la medida que me acercaba al punto elegido para despejar todas mis interrogantes.

Volví mentalmente a la carta cuyas palabras comenzaban a cobrar algún sentido para mi cabeza. “ Probablemente medio mundo muera por ti pero créeme, yo muero el doble” era demasiado para mi emotividad en ese momento. Una parte de mí que pensaba más bien con la cabeza consideraba realmente injusto que yo no sintiera más que deseos de estar a su lado y mi corazón por su parte destellaba tantas otras señales que me confirmaban que hacía lo correcto, que yo tenía que intentar estar a su lado en definitiva.

Llegué a una esquina del lugar y desaceleré un poco el ritmo para buscar con la mirada a Paula. La vi sentada en una banca solitaria y concentrada mirando su celular. Supuse que miraba la hora o algo parecido o sólo quería agregarle importancia al hecho de que ella me esperaba ahí. Pensé que estaría congelada, el frío iba aumentando gradualmente y no estaba demasiado abrigada lo que me entró de inmediato una preocupación y volví a acelerar por última vez el paso.

Me presenté frente a ella y esperé

-Yo pensé en un momento que ya no vendrías –me anunció expresándome infinita fragilidad con sus palabras y también con aquella mirada en la me sentía completamente perdida.

Retomé la compostura

-No creas que vine aquí sólo para correr a tus brazos –fingí severa dureza aun sabiendo que por dentro el noventa y nueve por ciento de mis intenciones de acercarme a ella se debían a mi necesidad de correr a sus brazos. “Menuda coherencia” pensé.

-No creí eso Anto –dijo ella en cambio armonizando un poco mi inquieta y rígida actitud –pero sea cuales sean las razones por las que viniste yo… lo agradezco, es genial verte de nuevo –argumentó tranquila y estable. La dulzura en sus palabras me doblegaba fácilmente sin darme la oportunidad de batallar demasiado y realmente no quería más guerra. Era difícil ser dura cuando en el fondo la quería, la quería junto a mí queriendo con todas mis fuerzas que esas dulces palabras fueran para mimarme.

-¿Dime que hago aquí Pau? –pregunté con el propósito de que siguiera, de que supiera que estaba esperando lo que fuera pero lo estaba esperando.

Ella se puso de pie y sus ojos profundizaron con intensidad en los míos lo que posteriormente incitó a que las mariposas dentro de mi estómago comenzaran a correr en círculos o más bien, volar con la misma dirección

–He estado intentando encontrar las palabras adecuadas para resumir de algún modo lo que quería decirte y la verdad es que… -pausó –la verdad es que no creo que existan esas palabras adecuadas porque entonces estás acá, te veo y creo que olvidé todo y pienso que… -titubeó nuevamente. Para ese entonces estaba a punto de zamarrearla para que hablara de una vez

-¿qué cosa? –indiqué

-Pienso que lo único realmente lógico es que te quiero y que me gustas como no te imaginas –admitió rápidamente.

Breve silencio

–Yo no creí que volviera a suceder nunca más –dijo con más resguardo y calma.

Podía notar como las palabras sonaban una y otra vez en mi cabeza y quería esconderme porque no sabía cuál era precisamente la reacción que estaba teniendo mi rostro ante tal revelación.

-Creo que sé que me merezco que me golpees y te des media vuelta y me dejes aquí y sé que debes pensar “¡Dios ¿qué mierda le pasa?!” yo lo entiendo, lo merezco y –

-Cállate ¡por Dios! –suspendí y me aproximé a la banca para sentarme. Comenzaba a darle vida a las emociones, podía sentirlo.

-¿Estás bien? –se arrodillo cerca de mí para encontrar mi mirada desde más abajo. La miré con tranquilidad, la observé con absoluta alegría. Comencé a reír mientras podía ver la interrogante que se formaba en sus ojos con motivo de mi actitud –ok, yo esperaba todo menos esto –dijo con una sonrisa

-Esa fue la peor declaración de amor que me han hecho –comenté divertida

-Oh… –exclamó dolida

-Lo que la hace la más especial e inolvidable –afirmé con más seriedad mientras tomaba su cara con delicadeza –Mierda, estoy loca por ti –ratifiqué con fuerza y claridad para que lo supiera todo el mundo si era posible.

La miré eternamente. Me miró con infinita paciencia. Nos miramos esperando que aquel aspecto cambiara mágicamente de alguna forma y aunque sabía que podría haberme quedado siglos viéndola de esa manera la sensación que me ocasionaba su sutil aproximación era el motivo más poderoso para sellar ese momento con el beso que esperaba desde el momento que comencé a acariciar el contorno de su cara para terminar con mis manos en su cuello y acercarla a mi finalmente.

La besé.

Sus labios de alguna manera se posaron en los míos con tal encaje como si hubiesen estado hechos para para unirse. Fue el beso más tierno que había recibido en mi vida sabiendo perfectamente que el mundo se me venía encima cuando ella tomaba mis manos en el acto.

No había prisa. No existía nada fuera del universo más que ella

-Te quiero –comentó alejando su boca apenas unos centímetros de la mía. Sentía la sinceridad de sus palabras en todo el cuerpo y no podía evitar la inmediata aceptación de ellas. Eran sus ojos lo que ponían fe de que así era.

Decidíretomar el contacto con su boca porque con plena confianza presentía que habría tiempo de sobra para responder a esa dulce manifestación y que muy a pesar de lo mucho que deseaba explicar todo lo que sentía, momentos como aquellos no debían esperar.

Seguí besándola como si fuera el primero.

46

Mis ojos estaban puestos en el cubo de diversos colores que mis manos sostenían con tanta aprensión ajustando de tal manera que cada cubo más pequeño quedara vecino a su respectivo color, sin embargo, mis oídos y también mi mente yacían en la puertaatentos a que ella entrara al lugar en algún momento.

-Se ve tan ñoña –escuchó de pronto acompañada de la voz de Camilo. Lo miré para repelerlo con una aguda mirada –Que amistosa estás hoy –dijo irónicamente al entender la señal.

-Ni te imaginas –dicté

-Estás poniéndome nervioso con  eso que haces ¿quieres dejarlo ya? –Preguntó -¿Por qué mejor no me cuentas cómo te fue ayer?

-¿Sobre qué? –Preguntó Ámbar mientras aun no despegaba su mirada de una revista que tenía entre manos. Al no recibir respuesta de nadie se alejó del objeto para transmitir con un gesto la necesidad de aquella explicación.

-No pasa algo –respondí con poca seguridad.

-Ok, si quieren tener secretitos entre ustedes dos está bien pero al menos procuren no comentarse cosas de las que no tengo la menor idea –aclaró con evidente molestia.

Me sentí mal ante ese comentario decidiendo esta vez con seguridad que lo correcto sería contarle a ella –La cosa es que han pasado cosas –dije ligeramente.

-Así veo –respondió mirándonos a ambos –creo que me he perdido un capítulo de tu vida ¿quisieras detallarme qué es? –

-Bueno, decidí que tenía que hacer algo con Antonia –expliqué muy pausadamente.

Me miró como si necesitara más para comprender la noticia completa.

-Espera ¿ella fue a verte ayer o no? –preguntó Camilo.

-Claro que sí, ella es muy educada sabes –dije descolocada por la interrupción de Camilo ya que no sabía cómo retomar nuevamente el punto.

-Educada… ok –insinuó –¿Seguro no tiene nada que ver con que ella estuviera colgada por ti cierto?

Tenía un profundo colapso que manifesté hundiendo mi cabeza en mis brazos tapando mi cara –la besé –comenté ahogando mi voz esperando que no hubiesen escuchado eso.

-¡No puede ser! –exclamó ella

-Oh cuéntame eso –exigió él.

Y yo estaba ahí, intentando creer y tragar lo que aún no había logrado creer ni tragar. Lo recordaba tan bien que me hacía dudar sobre si había sido el mejor sueño de mi vida porque en algún momento de mi inquietante noche anterior había creído que si era eso, sólo un sueño.

Levanté la cabeza para ver los curiosos e impactados rostros de mis mejores amigos. –Debe haber sido una de las mejores cosas que me ha pasado en mucho tiempo –quise reanimar la conversación de aquel modo.

Ámbar tomó el cubo que yo tenía hace un momento y lo observó para intentar distraerse mientras intentaba pronunciar algo –Yo creo que esto debió pasar hace mucho –

-Las cosas buenas a veces tardan –parafraseó sabiamente Camilo

-¿Crees eso? –Pregunté ingenua –no sobre esperar, si no que ella realmente es la respuesta que yo necesitaba–

-Tú deberías saberlo –respondió Ámbar por Camilo –supongo de que alguna manera está haciéndote feliz ¿no?-

Lo pensé y era cierto.Antonia me hacía feliz, a su modo o mejor dicho yo era feliz con ella a mi modo, es decir, cargada de obstáculos para finalmente darme por vencida y entregarle la victoria a ella. Su victoria me hacía feliz.

-Y hablando del rey de roma –susurró Camilo apuntando con su mirada a la entrada de la puerta.

Me desvié inmediatamente para verla tan radiante como era posible ver a alguien por quien sentimos  incondicional cariño. Me disculpé con Ámbar y Camilo para poder retirarme un segundo y no tardé demasiado para llegar a la mesa de al lado que rodeaba el terreno de Antonia. Al parecer, su compañero no daba ni señas de querer aparecerse por ahí aún y me entusiasmé que así fuera porque apostaba que en ese momento yo habría hecho lo que fuera para ser mejor compañía que nadie.

La miré sin saludar en seguida pero aun así sonriéndole como si fuera lo más divertido del mundo.

Si fijó en mí –Hola tontita –tomó la palabra

-¿Tontita? –pregunté

-Si tontita, olvidaste llamarme ayer cuando supuestamente llegaste a casa –respondió. Ella tenía razón, recordé que me había pedido que la llamara asegurándose que estaba bien una vez que llegara a casa y había olvidado hacerlo.

-Lo siento –cambié instantáneamente la expresión de mi rostro. Me sentí decepcionada de mí.

-Da igual, supongo que es una táctica tuya para mantenerme pensando en ti toda la noche –dijo sonriendo

-Mm si algo así pero creo que no funcionó, es decir, ¿realmente te dormiste tan tranquila sabiendo que yo aún no llamaba y podría haber estado ahí quién sabe dónde? –pregunté evidentemente dolida lo que era también evidentemente una broma.

-Buen punto –comentó pensativa –En ese caso deberías revisar tu celular de vez en cuando y fijarte si tienes alguna llamada o algunas cincuenta llamadas mías –comentó

-Oh creo que estaba apagado –respondí nuevamente lamentada.

-Me di cuenta, bueno quiero decir que tu mensaje de voz en el contestador me lo hizo saber –mencionó sin perder el entusiasmo –Al cabo de unos minutos me di cuenta que ya no te llamaba por preocupación, sólo estaba absolutamente baboseando por tu sexy voz –continuó guiñándome el ojo.

Me ponía tan loca – ¿Debo creerte? –pregunté ignorándola un poco

-Oh claro, incluso dejé un bonito mensaje en tu buzón de voz por si querías saber –confesó sin mirarme pero observé con detalle el movimiento de su boca, de sus dientes jugando con su labios.  Supuse que aquel mensaje era totalmente confiable de leer en la comodidad de mi hogar por alguna extraña razón.

Sonreí y estaba teniendo la tendencia de hacerlo cada vez que la veía.

-Que estemos teniendo toda esta loca plática significa de alguna manera que lo de ayer fue cierto –dijo de pronto

Tardé un poco en entenderlo pero luego asimilé y comprendí que ella había tenido los mismos miedos que yo asegurándose que todo era tan real como lo recordábamos.

Tomé su hombro –todo está bien, todo es real –animé. Me miró con alivio y se acercó para descansar su cabeza en mi hombro. Besé la parte superior de su cabeza con el propósito de que supiera que ese día al menos seguía siendo real.

Cuando Antonia estaba cerca sentía que todo estaba bien. Sentía por fin que me había dado el alta de aquella larga y exhausta rehabilitación en la que me había encerrado para sanar o  sobrevivir de las viejas heridas que no tenían intención de  cerrar.

Sabía, aunque no tenía idea cómo, que el futuro iría mejor y para ello sólo tenía que mantener algunos detalles y hechos a cámara lenta.  No tenía prisa con Antonia y sabía que ella tampoco la tenía conmigo y de ahí en adelante lo único que importaba es que nos queríamos y procuraría mantener ese cariño tan sano como pudiera.

-Anto, no te duermas –susurré cayendo en la cuenta que no estábamos en el lugar indicado

-Tú estás teniendo la culpa –regañó ella. Volví a besar su cabeza y abrazarla fuertemente.

-Llevamos algo así como un mes y medio juntas ¿crees que sea propiamente “apropiado” –la observé articular las comillas –…que estés teniendo un escenita de celos? –preguntó enojada.

Me había encontrado regañando toda la mañana y entonces enfrentado sutilmente a Antonia por puro capricho de alguna inseguridad mía que encontró su renacimiento de la mano de ella y nuestras andanzas.

-Creo que es infantil –opinó ella mientras yo la escuchaba sin decir nada porque suponía que cualquier cosa que dijera sería una estupidez –y estás siendo muy injusta.

Llevábamos un mes y medio juntas y todo parecía ser increíble y ciertamente lo era. Yo sabía perfectamente que ella se había robado mi corazón y con ello no podía hacer nada y tampoco me molestaba demasiado en hacer algo. Me entregué por completo a quién en ese momento parecía ser la mujer de mi vida, quién con  reñido pero ingenioso carácter manejaba de una manera singular mis actitudes y acciones y me hacía morir por ella finalmente.

¿Qué había sucedido entonces? Antonia seguía siendo la hermosa y atractiva mujer que llamó mi atención, mis miradas, mi contenida disciplina emocional y también parecía serlo para el resto de los mortales, es más, ni siquiera Camilo podía disimularlo a veces y comenzaba a crearme un pleito mental que había terminado por hacerme explotar frente a ella.

-¿No vas a decir nada, tontita? –se burló de mí en mi cara.

-Deja de decirme tontita –reclamé

-Es que realmente lo eres –respondió sin dejar pasar un segundo –estoy contigo ¿lo entiendes? No deberías preocuparte –

-Lo sé –aseguré torpemente. Sólo quería esconderme muy lejos para que ella dejara de mirarme con tanto enojo.

-¿Entonces por qué me estás reprochando? –gritó

-Anto lo siento –me disculpé tristemente –es mi culpa, yo lo sé.

Me miró esperando que dijera algo más –Es sólo que tú eres la hermosa Barbie versión castaña con brillantes ojos y estoy sintiéndome idiota cada vez que los demás te miran como si tuviera el derecho y yo no puedo hacer nada frente a eso –comenté como si no hubiera mañana.

El acto voluntario de pensar se fue directamente a lo que había comentado. Ella no sólo era la hermosa Barbie versión castaña con brillantes ojos, sino que también era la Barbie castaña hetero-flexible que se había fijado en mí por alguna extraña razón. Me generaba tortuosas dudas.

Me sentía fastidiada pero no podía ser dura.

Ella reía –si realmente comenzara a preocuparme por todas las personas que te miran a ti entonces tendría que llevar una escopeta bajo el hombro o algo así –dijo muy entretenida.

-Es diferente Anto –

-Por qué –

-Conservo el perfil bajo –dije con la vista abajo

-¿Qué estás insinuando? ¿Soy qué? –preguntó horrorizada y yo entendía en efecto lo que ella se había imaginado. Entré de inmediato en pánico y corrí hasta donde estaba para abrazarla

-No dije nada, lo juro, soy una estúpida –confirmé mientras me arrojaba a sus brazos –estoy pensando con los ojos o con un pulmón, creo que cualquier cosa menos la cabeza –me excusé con sólo una adolescente podría hacerlo y mientras pensaba que Antonia haría todo lo posible para alejarme ella en realidad hizo lo contrario y me aferró a ella con fuerza.

-Estoy contigo porque no creo que haya nadie más increíble que tú en este pequeño mundo de personas iguales –rumoreó cerca de mi oído –Eres diferente al resto de idiotas. No me hagas pensar diferente –rogó con paciencia.

Sentí que mi corazón latía como si hubiese empleado una larga carrera.

-Quererte a ti es una extensa aventura –musité ahogándome en su cuello por última vez.

47

Dejé a Paula en su casa intentando devolverle la seguridad que se había atrevido a dejar ir en algún minuto.

Recordé el episodio anterior mientras iba por la calle. Acaricié por la espalda a Paula por un largo momento dedicándole todo mi tiempo y estrechamente quiso escaparse de mi boca un “te amo” siendo reemplazado de inmediato por un suave “te quiero”.  Discutía internamente la diferencia que pudiese existir entre esas dos palabras pero creía tímidamente que para Paula significaban más que sólo dos frases y sabía que ella no estaba preparada aún para eso.

Me sentí abrumada de pronto. La amaba y lo había descubierto como un hermoso hallazgo interno que se alimentaba de sus diarias muestras de cariño pero temía asustar a Paula siendo irrespetuosa con su decisión de ir despacio teniendo en cuenta que después de un mes y medio sólo seguían siendo dos personas que se dedicaban lindas palabras y gestos y compartían maravillosos momentos pero nada más que eso.

Entré a mi casa y una terrible sensación de apoderó de mi cabeza cuando vi sentado en mi sala de estar a Claudio.

-¿Qué haces aquí? –pregunté aterrada

-Tu mamá me dejó pasar con mucha amabilidad –dijo él pareciendo calmado. Me irritaba no estar igual.

-Me imagino –respondí sabiendo que mi madre lo adoraba -¿Pero para qué viniste?

-Sólo quiero conversar Anto –dijo bebiendo jugo de un vaso

-No tenemos nada que hablar –grité disimuladamente

-Estoy seguro que va a interesarteAnto–comunicó serio –Es sobre este inesperado desliz que estás teniendo-

-¿Qué cosa? –pregunté con histeria

-Paula –mencionó -¿Se te ocurre ahora qué podría ser?

Me sentí completamente enferma de pronto y tomé asiento para escuchar lo que tenía que decir. Temí de un segundo a otro.

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Sin internet, sin estar en la ciudad = terrible situación

Kiss me - sixpence none the ritcher para el beso