Idas y vueltas. 12

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Vaya encantadora suerte que tenía. La miré entonces, por primera vez desde que me había enterado la nueva noticia. Ella me estaba observando y pude leer en sus labios la palabra “LO SIENTO” cuando por fin sostuve su mirada, con una expresión en su cara que me había arrancado los últimos indicios de vida dentro de mí.

El corazón me pedía a gritos ir por ella. La razón, por supuesto, me tenía sentada aún en la silla.

29

Al final de las clases me marché rápidamente, sin siquiera esperar a los chicos. No entendía cómo era posible que me pasara eso a mí.

¿La suerte existía si quiera? Y si era así, ¿sería buena o mala para mí?

Antes de poder irme lo suficientemente lejos oí una voz que gritaba mi nombre. Me di vuelta temiendo que fuera quien yo creía que era.

La muchacha corrió hasta a mi cuando se dio cuenta de que había captado mi atención y yo estaba a cinco segundos de decidir salir corriendo en sentido contrario.

-Hola –saludó Antonia muy agitada debido a la carrera que tuvo que hacer.

-Hola –regresé el saludo con nerviosismo. ¿Qué tenía que hacer? ¿Disculparme o actuar como si nada hubiese pasado?

-Quería disculparme –dijo ella algo tímida –yo no debí haber sido tan grosera, lo siento-

¿Ella se estaba disculpando? Me había quitado la palabra, disculpándose por algo que se había escapado de mis manos, no de las suyas. Me sentía culpable.

-No tienes que disculparte –le expliqué –fue mi culpa

-Tú sólo querías ser educada y yo me puse como loca –siguió ella –no fue…

-…un buen momento –me apresuré a decir –yo entiendo

Me miró con compresión en el acto. Presentía que quería decir algo más.

-No es fácil empezar sola en este lugar –resolvió por fin. ¿Ella estaba sola? No entendía el porqué. Se suponía que tenía a su lado todos los días a su hombre, con el cual se veía muy feliz ¿Y entonces?

Yo sabía bien que las relaciones, en general cualquier tipo de relación, no eran tan sencillas como a veces podrían verse. Que ella estuviera con él no significaba nada. Que alguien se hubiese materializado a nuestro lado no significaba que nos hacía estar menos solos. Que alguien se quede contigo presencialmente no significa nada si no lo hace emocionalmente.

A veces, hay gente con la que lo único que compartimos es el aire que se respira.

-Yo entiendo –asentí sin embargo.

No tenía derecho a comenzar a juzgar algo a lo cual, no tenía idea si era cierto. Que Simona haya tenido malas experiencias al lado de Camilo, y yo a lado de ella, tampoco significaba que con todo el mundo era igual.

-Entonces… creo que sería prudente ponernos de acuerdo con esto –dijo ella cambiando el tema.

Yo la miré frunciendo el ceño olvidando a lo que se refería ella

-Lo del informe –me dijo, notando que no lo recordaba.

-Oh, claro –confirmé –¿Cómo lo hacemos? –pregunté tontamente. No era absolutamente la mejor conversación en medio de una calle y yo no estaba pensando demasiado atenta.

Había olvidado lo del trabajo por un segundo. Tenía tendencia a analizar todo y matarme dándole vueltas a asuntos que no me correspondían.

Ella se reía. Y yo justifiqué completamente esa risa. Apuesto que parecía una tonta articulando la frase “¿cómo lo hacemos?”. Y también justificaba lo atractiva que se veía sonriendo.

-Bueno, dame tu número y confirmamos ¿ok? –decidió ella. Yo accedí a su petición rápidamente porque estaba cansada de actuar con tanta incompetencia en lo que las relaciones personales se refería.

Yo solía ser bastante despabilada y también ocurrente, extrañaba eso.

-Entonces, te llamo –anunció ella alistándose para marcharse al parecer

-Esperaré –respondí yo. Ya estaba imaginándome esa situación. Yo esperando ese llamado con mucha impaciencia o temiendo dejar el teléfono tirado por ahí por si a ella se le ocurría hacer el famoso llamado.

Paranoica, paranoica. Me había convertido en una loca.

-Bien, nos vemos mmm Paula –dijo ella alegremente. No podía creer que me había fijado en el detalle que hacía su boca cuando dijo mi nombre. Estaba siendo totalmente poco racional.

-Nos vemos –sonreí yo. Y ella se adelantó para despedirse de mí con el olvidado pero tradicional beso en la mejilla. Respondí con educación a ese gesto, luego se marchó diciendo adiós.

Me impresionaba su gran “no-timidez”. Y admitía, le admitía al corazón y a mis cinco sentidos que me había puesto nerviosa cuando se vino tan cerca de mí.

30

-Debemos hacer el test “¿te gusta la chica nueva?” –Anunció Ámbar a través del intercomunicador –estadísticamente comprobado

-Ámbar no diré nada sobre lo que acabas de decir –intervine –ella no me gusta

-Oh, vamos, ¿te llama la atención? –preguntó

-Tampoco –respondí yo

-¿Ni un poquito? –insistía

Ella esperaba que yo le confesara apenas algo sobre Antonia para empezar a instruirme sobre lo que no tenía que hacer ¿Y qué era? Ah, sí, no cometer los mismos estúpidos errores del pasado. ¿Cuáles eran? Yo sabía perfectamente que no debía entrometerme en la vida de nadie. Cuando dejas de ser profesional e involucras los sentimientos, entonces la misión debe ser abortada.

-Ámbar sólo debo hacer un rápido trabajo con ella –manifesté –ya sabes… pensar un poco y entonces escribir. Sonreír educadamente de vez en cuando y nada más ¿Qué tan difícil puede ser eso? –pregunté

-No sé, convéncete tú –respondió ella

Comencé a sentir unos pitidos en el teléfono que me anunciaban que había otra llamada en espera

-Hey, espera un segundo –le avisé

Contesté la llamada y saludé respectivamente

-Hola, mm ¿Paula? –dijo una voz a través del aparato, que reconocí en seguida, atendiendo también que su número no estaba en mi agenda telefónica

-Hola Antonia –respondí –había olvidado esto –le anuncié.  Realmente había olvidado que ella llamaría, cuando decidí frustradamente llamar a Ámbar. Me había pasado la tarde esperando como ya lo había acontecido.

-Sí creo que es un poco tarde –dijo al tiempo que yo veía el reloj. Eran las once de la noche, quizás sólo un poco tarde…   -pero entonces de pronto recordé que debía a hacer esta llamada y sólo lo hice sin siquiera ver la hora –seguía cuando ya estaba impresionándome de lo rápido que hacía esa aclaración –lo siento –terminó ella luego de una pausa de descanso.

-Oye, está bien –dije realmente divertida, anunciando una inminente risa –no es que yo haya estado durmiendo ni nada–confesé

-¿De veras? –preguntó

-Sí, tranquila –anuncié –y entonces, ¿en qué quedamos? –pregunté

-Bueno mi casa está siempre disponible, si te acomoda… -comenzó a decirme.

Me sorprendió sin embargo no entendía por qué seguía haciendo eso, el tener un estereotipo con relación a las personas. No entendía por qué debía suponer que porque no había hablado nunca con ella, Antonía tenía que ser una persona tímida incapaz de planificar algo conmigo.

El efecto Simona me había dejado un poco traumada, definitivamente. Y no estaba disfrutando este nuevo fenómeno, el cual me sorprendía cada segundo.

Estaba pensando tan vagamente, que me avergonzaba seguir hablando

-No me incomoda –respondí –espero que el que no sepa dónde vives no sea un problema –agregué en falsa preocupación.

-Podemos solucionar eso –dijo ella alegre. Comenzó a darme su dirección sintiéndome aliviada que no me costaría mucho llegar hasta ella.

-mm ¿Qué te parece mañana? –Preguntó –sé que suena apresurado pero tengo este fanatismo por ser responsable –dijo

Me gustaba cuando entraba a darme explicaciones, era realmente dulce.

-Mañana está bien –le aseguré –me gusta eso… de la responsabilidad –dije rápidamente, porque estaba sonando un poco melosa.

-Nos vemos entonces –anunció ella –buenas noches, vuelve a la cama

Al parecer no me había creído lo suficiente.

-Descansa –le dije de todos modos –nos vemos- Entonces finalicé la llamada y me fijé que Ámbar aún seguía en la línea

-¿Estabas hablando con Dios? –preguntó ella increpándome

-Algo parecido –le respondí –era Antonia

-Oh, ya veo la semejanza… -manifestó

-Enserio tú y Camilo deben de dejar de martirizarme con todo esto –le comenté –yo no estoy buscando nada con nadie –

-Paula, esas cosas llegan solas, no es como que puedas hacer demasiado –respondió

-Me mantendré al margen –agregué.

No sólo las relaciones eran difíciles. Antes de comenzar una relación con alguien, existe todo ese proceso de conquista, de incertidumbres de no saber qué hacer, de dudar cada paso. De perder la seguridad y recuperarla y todo eso era agotador. Pero era aún más agotador poner la mirada en alguien que no te pertenece ni te corresponde y yo ya había pasado por esa escena.

Con Simona ya había dado todo y los resultados no habían sido increíbles y aunque no quisiera admitirlo, me sentía decepcionada. Era decepcionante todo el gasto mental y emocional que le había dejado casi un hueco, difícil de reparar incluso con meses de terapia intensiva.

Aunque digan que no hay mal que dure cien años.

31

La casa de Antonia no quedaba demasiado lejos de la mía porque lo que decidí que caminar y ocupar ese tiempo en algo estaría bien.

Estaba intentando ser indiferente a todos los comentarios de Ámbar y Camilo y los comentarios de mi propio corazón o cabeza. Quería sentirme inmune, porque me lo debía.

Si en algo tenía razón Ámbar es que hay cosas que llegan solas, y bueno yo lo había notado, pero eso no significaba que le haría caso a todo lo que mis intuiciones y deseos querían que hiciera.

Toqué el timbre que anticipaba a la casa. Sólo sentí el sonido de la reja abrirse, sin necesidad de anunciarme. Al parecer me esperaba.

-Hola –salió a recibirme –llegas temprano

-Hola, ¿en serio? –pregunté algo nerviosa. No había visto la hora al salir de casa, y eso explicaba todo.

-Si pero arg, está bien –dijo ella alegre –no sabes lo agradable que es por estos días no tener que esperar demasiado –agregó y entró a la casa haciéndome pasar también. Me preguntaba a qué se refería con ese comentario.

-¿Quieres beber algo? –preguntó ella haciendo gestos oscilantes con sus manos. Antonia era bastante inquieta, podía notarlo. Y también extrovertida. Me gustaba esa personalidad y intentaba llevarle el ritmo.

-No, yo paso –respondí amable

-Ok, entonces ¿empecemos con esto? –invitó

-Claro –accedí.

Me llevó a dar un pequeño tour por su casa, encontrándonos de camino con uno de sus hermanos el cual me saludó gentilmente disculpándose por el desorden, que yo prácticamente ni siquiera había notado.

Nos adentramos a lo que parecía ser un escritorio, muy amplio.

La idea de hacer un ensayo sobre la ciudad contemporánea no era demasiado atractiva por supuesto, pero Antonia lo hacía agradable. Era una persona de muy buen humor, se le daba la broma fácilmente y tenía el atrevimiento de hacer comentarios sin demasiado tapujo. Me había hecho entrar en confianza rápidamente, cuando era yo la que tenía que hacer eso.

No nos costó demasiado encontrar información y ponernos de acuerdo en redactar bien las ideas. No nos habíamos dado cuenta y al cabo de unas dos horas ya estábamos terminando el trabajo.

-Ves, mañana será Domingo y ni tendrás que preocuparte de algo –dijo ella

-Lo sé, es genial –respondí  yo –con Camilo siempre tengo que esperar a que lleguen los últimos días para empezar algo-

-Algo que tiene en común con Claudio –mencionó ella riendo

-Oh, ¿puedes imaginar cómo irá el trabajo de esos dos? –le comenté también riendo. Nos divertíamos sin el cuidado de seguir trabajando. A penas faltaban unos detalles.

-Debo decirte algo –dijo ella de pronto lo que me asustó un poco

-¿Qué cosa? –pregunté

-Claudio me advirtió que tuviera cuidado contigo ¿puedes creer esa mierda? –me confesó

-¿Él dijo eso? –pregunté nuevamente divertida. ¿Qué más seguía? Prohibirle hablar conmigo desde luego.

-Lo hizo, y creo que es estúpido en serio –respondió ella –no tiene derecho a meterse contigo y creo que hasta ahora has sido bastante genial como para hacerle caso.

Me había gustado eso.

-Uh, no le hagas caso, él sólo está un poco resentido –dije entre risas. Comencé  a recordar algo sobre Claudio hace un tiempo atrás.

-¿Por qué? –preguntó

-Porque le rechacé –dije

-¿Y eso? –miró extrañada

-¿Supongo que no te pondrás celosa si te cuento?

-Claro que no –dijo dándome la seguridad.

Lo recordaba muy bien, hace unos tres años atrás, en una fiesta-evento de colegio Claudio había intentado algo conmigo. En ese tiempo yo ya sabía que no me gustaban los hombres y entonces simplemente le rechacé, impresionándole porque ninguna otra chica lo rechazaba nunca.

Antonia había estado muy expectante escuchándome mientras le contaba la historia.

-¿Y entonces…? –preguntó ella

-Ah sí, terminé besando a la chica con la que él había intentado meterse antes –confesé divertida –así que creo que por eso me odia, en algún lugar de su corazón rompí su orgullo –mencioné. Recién me había dado cuenta de que le confesé haber besado a una chica y ella no se inmutó al respecto. Me sentí segura, incluso, al igual que yo, estaba muerta de la risa, creo que habría olvidado que de quien hablábamos era su novio.

-Bueno sólo tú puedes permitirte humillarlo –dijo

-¿Por qué? –pregunté

-Eres guapa e inteligente –confesó –y créeme, habría hecho lo mismo-

Me quedó dando vueltas lo de guapa e inteligente sin lugar a dudas.

-¿Él se comporta bien contigo? –pregunté atrevidamente dejando atrás lo otro

Ella pensó un poco en contestar o no esa pregunta.

-Si… sólo que creo que no es lo mismo verlo todos los días a verlo una vez al mes –respondió

-¿Cómo es eso? –dije confundida

-Antes de llegar aquí yo sólo podía verlo muy pocas veces y claro, él era todo un amor –expresó.

Antonia no era de la ciudad y había empezado a integrarse una vez comenzadas las clases. Me preguntaba ¿Qué tan difícil sería llevar una relación a distancia? Simona jamás me habría dado la oportunidad de saberlo, y de cierto modo me alegraba.

-Lo quiero y supongo que esa es la razón por la que le estoy dando una oportunidad –dijo emitiendo una pequeña sonrisa. Sonaba sólo conforme, pero no satisfecha con ello.

Seguimos conversando cosas triviales, un poco de su vida, bromeamos y terminamos por fin el trabajo.

Era difícil no tener una buena relación con ella, llevaba su alegría y buena disposición a todos los temas y por ende, se me hacía difícil no confundirme cuando desde el primer momento me había atraído un poco.

Me fui a casa agotada mentalmente de nuevo.

Me sentía constantemente en una montaña rusa de emociones. Quizás era parte de la edad también. A veces me sentía muy segura de poder controlarme y procurar no emocionarme demasiado con nada que tuviera que ver con Antonia o quien fuera, sin embargo otra veces estaba ella ahí diciéndome que era “guapa e inteligente” y me ponía automáticamente en jaque.

Era difícil dejar el corazón fuera de cada una de las cosas, cuando éramos humanos, y poníamos en juego todos los órganos, sentidos, nervios  del cuerpo cada vez que se nos presentaba la oportunidad.

Era sábado por la noche y como era época de clases no había demasiada disponibilidad para preocuparse de divertirse.

Mis pensamientos se iban recorriendo el día otra vez y así se exponían a luz de la luna. También se iban más atrás con el tiempo pero había una razón muy importante.

Ese día había conocido un poco más a Antonia y me di cuenta que no había nada que comparar. No me había remontado a Simona en ningún momento, porque Simona era excepcional sin duda, Antonia también lo era de una manera diferente. He ahí lo de excepcional… pensé divertida. Esa palabra me recorría la cabeza.

La canción que comenzaba a sonar en el reproductor no lo hacía nada mal en recordármela.

“Dududuuu… ¿Did I tell you how much I miss your sweet kiss?...” empecé con la trasmisión mental de la confesión de Adam Ant.

Odiaba extrañar y que las cosas simples y casuales a mí alrededor me trajeran recuerdos. Odiaba lo melancólica que me ponía una simple canción. Apagué el reproductor complemente mosqueada.

Sentí una vibración proveniente de mi celular sin embargo no lo encontraba. Me arrodillé y busqué bajo la cama y alcancé a ver la luz que emitía antes que se volviera a apagar. Cuando vi la pantalla para ver de qué se trataba me cosquilleó la mano y no era precisamente por una nueva vibración. Era un nuevo mensaje proveniente de un número desconocido, el cuál comenzaba a recordar.

“Gracias por el día de hoy. Gracias por consentir el capricho de ser toda una nerd (ajajaja). Eres genial!!! Duerme temprano… Anto”

Ella tenía mi número y yo lo había olvidado y de una u otra forma sentí pánico. Si ella tenía mi número podía llamarme cuando quisiera, podía mandar esos mensajes cuando quisiera. Si ella comenzaba a hacer eso entonces no habría vuelta atrás.

El corazón me sobresaltó cuando llegó otro mensaje.

“Pd: recuerda registrar mi número, no quiero asustarte de nuevo…” era demasiado tarde. Ella había hecho algo más que asustarme definitivamente.

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hoy me prolongué un poquito. Hey, en cuanto a los retos puesto en el campo de batalla por las lectoras, (la lectora, sabrá a quien me refiero) estoy dispuesta a seguir escribiendo y veremos que pasa. ¿Quién sabe? quizás me gano sus corazones. Sólo les digo que bueno, yo escribo para mis personajes, espero que ellos sepan desenvolverse bien... (si no les gusta demasiado el rumbo, culpenlos a ellos ajajajja)

Me demoré y es que ha sido un poco complicado combinar las clases con tiempos libres, deberes, matemáticas-historia-letras-filosofía, novia, familia y todo. Y aún así mantenerme viva y comer (eso es algo muy importante para mí).

Espero que les haya gustado este, al parecer mi personaje está bantante reflexivo y analista (se complementa a las necesidades de la autora últimamente). Quizás en el próximo habrá más acción !!!! Por si les interesa la canción se llama Wonderful, el autor sale al interior del relato.

Gracias por sus puntuaciones claro, y comentarios