Ibiza

Las vacaciones de un par de amigos, en la isla del vicio. Sexo, celos, orgias. Unas vacaciones perfectas?

Durante varios meses estuvimos planeando irnos los seis amigos de toda la vida a Ibiza. Por fin estaba todo cerrado. La casa era de un familiar de una de ellas, una casa pequeña, cerca de la zona de marcha, pequeña, pero para lo que íbamos a dormir… suficiente, dos habitaciones, cocina y baño… no necesitábamos nada más.

Pero surgió lo inesperado: A Juan se le murió un tío en su pueblo, Ana suspendió demasiadas asignaturas de su último año de carrera, a Rakel le salió un trabajo bastante bien pagado y a Pedro…. A Pedro simplemente no le apeteció ir (lo que ocurría es que quería tirarse a Rakel y sin ella el viaje no le llamaba la atención).

Así que aprovechando que la casa era de la Tía de María y que yo quería comprobar esa fama que tiene la isla, solamente sirvió un para decidir irnos los dos solos.

No penséis que éramos novios, ni que nos habíamos acostado o enrollado o nada por el estilo. Claro que alguna vez nos sobamos bailando, o dado cachetes, o algún piquito que otro y no niego que si surgía me la follaría sin dudarlo, pero me creáis o no, no había un sentimiento sensual, sexual o emocional, al menos por mi parte.

María era una chica simpática, algo loca, le gustaba beber, divertirse, le gustaban los chicos y sabía como conseguirlos. Era bajita (1.63) regordeta pero con las cosas en su sitio, grandes tetas y un bien colocado y gordete culo. Su cara era muy hermosa, ojos achinados y sonrisa pícara.

Me ahorraré la odisea del viaje con una oferta que al final no fue tan oferta y el clavazo que nos metió el taxista del aeropuerto hasta la casa, que por cierto era peor de lo que esperábamos, dos habitaciones, con la cocina en una de ellas y un baño. María se cagó en su tía alguna que otra vez.

Deshicimos las maletas, descubrimos que solo había una cama y tras decirle que yo podría dormir en el (pequeñísimo) sofá e insistirme ella que no le importaba que compartiéramos cama, al final decidimos entre risas, que compartiríamos cama siempre que uno de los dos no trajera compañía. En ese caso el otro dormiría en el (pequeñísimo) sofá… solo/a.

Llegamos bastante tarde y muy cansados, así que bajamos a cenar a una pizzería que había cerca y nos quedamos dormidos los dos viendo la TV en el ya famoso sofá. A las 3 de la madrugada me desperté con la "tele-tienda" en la pantalla y traté de despertar a María, pero era más difícil que hacerlo con Tutmosis. Le di unas palmaditas en la cara y logré que entreabriera los ojos. Con una sonrisa desganada me acompañó al baño, nos lavamos los dientes, cada uno hizo sus necesidades en solitario y nos fuimos a acostar. Entre la confianza de los años juntos y el sueño, María se cambió sin pudor alguno dejándome ver sus braguitas, se puso su pantalón (muy corto) del pijama y dándome la espalda se desabrochó el sujetador (permitiéndome ver esas curvas de los pechos que sobresalen debajo de los brazos de las chicas con tetas grandes) y poniéndose un pijama ajustado y de tirantes, a juego con el pantalón.

No os negaré que mi respiración y mi corazón sufrieron una aceleración considerable… y que tardé más de lo esperado en dormirme.

Descubrí que el sueño de María era pesado por las noches y pesado por el día. Me levanté a las once de la mañana y preparé café en la cafetera del apartamento (cafetera por llamarla de alguna manera). Bajé a la panadería a comprar algo para absorber el café, puesto que beberlo directamente creo que nos mataría y cuando subí allí estaba María. Con su mini pijama y con los ojos entreabiertos y bostezando.

Abusaste de mi esta noche? – Me preguntó

No notaste que toda la noche estuve "mete saca"? – Le respondí haciendo el gesto típico del esquiador.

Joder tío, muy mal lo debes hacer, porque no noté nada de nada – Dijo ella abriéndose el mini pantalón del pijama y mirándose su sexo desde arriba.

Los dos rompimos a reír, mientras nos sentábamos a desayunar.

Los tres primeros días pasaron como supongo que suelen pasar los días en Ibiza. Mañanas en la playa, sobremesas comiendo y durmiendo la siesta, si te despiertas temprano te vas a la playa otra vez y por la noche cenas y te vas a las zonas de movida.

Ninguno de los dos durmió solo en el sofá esas tres noches, ella se enrolló con tres chicos esas tres noches e incluso con uno desapareció de mi lado durante un par de horas. Yo hice lo mismo con dos chicas las tres noches, con una de ellas me la encontré la siguiente noche y reanudamos donde lo dejamos. La otra en cuestión era muy guapa, la llevé a la playa y allí nos masturbamos mutuamente. Los chicos de María fueron dos españoles y un italiano, muy normalitos, pero eran su elección.

El cuarto día bajamos a la playa y por primera vez ella se quitó el sujetador del bikini, dejando al aire sus dos grandes tetas. Pezón pequeño y bastantes firmes para el tamaño que tenían.

Te molesta? – Me preguntó al ver que la miraba.

No mujer, encantado – Respondí como pude.

La verdad que si hiciera un análisis de la playa el 60 % eran mujeres de las cuales el 75% eran menores de treinta años y de las cuales el 60% estaban con las tetas al aire. Pero ninguna de ellas era amiga mía y María sí. Y la verdad que su cuerpo empezaba a ponerme bastante nervioso.

Me tumbé boca abajo, no para disimular ninguna erección, puesto que me sumergí rápidamente en el periódico que estaba leyendo, si no para huir del sol castigador. A los pocos minutos noté como unas manos frías por la crema, me daban un buen masaje en mi ya quemada espalda. Giré mi cabeza de tal manera que casi acabo con contractura de cervicales, y vi como María me miraba y me decía

Anda que vaya como estás quemando, campeón –

Que susto me diste, tía – Le respondí.

Me relajé, dejé el periódico y me dediqué a disfrutar de sus manos en mi espalda.

Cuando desperté ni María ni sus manos estaban cerca de mi. Me di la vuelta y la vi en la orilla, con sus tetas al aire y con dos chicos a cada lado. Parecían hablar animadamente.

¿Qué hacer? Ir, no ir, dejarla…. ¿Estaba celoso? No, no podía ser, nunca la había visto así, solo como una amiga y ahora tenía celos de dos capullos que seguro no despegaban sus miradas de esas tetas que yo había visto por primera vez hoy. Más de diez años de amistad para verlas y estos dos con solo un "hola" ya las tenían ahí.

Se despidieron con dos besos cada uno y ella vino a paso rápido hacia mi. Cuando se dio cuenta de que sus tetas botaban de una manera bastante escandalosa, bajó su velocidad de zancadas… Una pena.

No vas a creértelo. Esos dos tíos nos han invitado esta noche a una fiesta – Me dijo muy contenta

¿Una fiesta? – Le respondí

Si, esas reuniones lúdicas en la que la gente bebe, baila y con un poco de suerte folla – Me dijo

¿Dónde? –

Al final de la calle de nuestro cuchitril, hay una casa de dos plantas, en esa –

¿Y confías en una fiesta a la que te invitan dos desconocidos? – Le espeté

Pues sí, vas a venir conmigo, vas a cuidarme y si ves que me van a violar o a hacer algo depravado… pues te relajas y si tardan mucho te vas a casa –

Traté de acompañarle en su carcajada, pero no me debió de salir muy creíble.

Yo fui con mis pantalones "piratas" con mis chanclas y mi camiseta blanca. Ella se puso una camisa con la espalda al aire y con un escote que le llegaba al ombligo (literalmente), una minifalda y un tanga rosa (lo del tanga lo sé ya que me preguntó cual me gustaba más).

Fuimos andando y por supuesto en los cinco minutos que duró la caminata, todos los chicos se quedaban mirándola, incluso algunos silbaban o soltaban algún piropo poco trabajado, eso sí.

La casa en cuestión era un apartamento duplex, el "chumba-chumba" se escuchaba ya unos cuantos metros antes de llegar. En la puerta había un grupo de chicos y chicas, fumando y bebiendo, en animada conversación, la cual se apagó justo en el momento en el que María y yo atravesábamos la puerta.

La música sonaba atronadora, había gente, pero no era imposible caminar. Todo el mundo tenía su cerveza, su cigarro, su porro, incluso algunos grupos esnifaban en las mesas del fondo. María reconoció a uno de los chicos que nos había invitado. Me cogió de la mano y me llevó hasta ese grupo. Me presentó y el chico después de darme la mano, la tomó por la cintura y le plantó dos besos bien dados en la cara.

Madre mía, chica, vienes espectacular! – Le dijo mientras la miraba de arriba a bajo.

Gracias – Dijo ella dando una vuelta en plan modelo.

Ven que te voy a presentar a unos amigos –

Y tomándola de la mano la llevó hacia otros puntos geográficos de la casa.

Y allí me quedé yo, más solo que la una.

Mi siguiente paso fue ir a la barra y pedirme una cerveza, la gente me miraba, como si fuera un bicho raro y lo cierto es que lo parecía: era la única persona que estaba solo en toda la casa. A mi lado tenia a dos chicas que no paraban de mirarme y reírse. Por supuesto me dije que era mi oportunidad, además no estaban nada mal.

Hola. ¿Os reís de mi soledad? – Pregunté acercándome y sonriendo.

No – Dijo una de ellas un poco avergonzada

Nos reímos de que tu novia te va a poner los cuernos en breve – dijo la otra mientras me señalaba con la cabeza como María subía por las escaleras con un chico, que no era el anfitrión.

No es mi novia, es solo una amiga. En ese aspecto he venido solo – Respondí haciéndome el duro.

Las dos chicas se rieron y, ya más relajadas, se acercaron un poco.

Hablamos de que ellas eran de Madrid, que era la primera vez que estaban en Ibiza y que les habían invitado a la fiesta cuando estaban en la playa. Les comenté que probablemente los chicos que la organizaban fueron "reclutando" a chicas durante todo el día y que a la vista estaba que habían elegido lo mejor. Las dos chicas se miraron y rompieron a reírse.

Al cabo de algunos minutos y muchas copas, estábamos los tres hablando sentados en un rincón semi oscuro. Las chicas eran bastante jovencitas (18 y 19 años), y a estas alturas las dos estaban bastante perjudicadas por el alcohol. No me gusta aprovecharme de las chicas cuando están ebrias. Pero tanto una como la otra habían descuidado sus posturas, sus faldas dejaban ver más de lo normal y sus caricias con el típico "¡que majo!". Cuando me quise dar cuenta, estaba comiéndole la boca a una de ellas, mientras la otra nos miraba y me acariciaba el brazo y el muslo. A los pocos minutos, la que me acariciaba me robó de la boca de su amiga y comenzó a besarme con mucha (demasiada) pasión.

Al cabo de comer dos bocas mientras cuatro manos me sobaban, decidí separarme un poco ya que si seguía con este festín, probablemente acabara metiendo más mano de la que se podía meter en público.

Chicas, vais a hacer que me ponga demasiado caliente – Les dije, como pude.

No te preocupes, vamos arriba a buscar algún lugar más íntimo – Me dijo una de ellas.

Nos levantamos los tres y sin quererlo busque en el salón a Maria, pero no la vi. Subimos las escaleras, esquivando pies y cuerpos ya dormidos y borrachos. Algunos besándose y otros en las esquinas más oscuras, metiéndose mano. Íbamos mirando algunas habitaciones, cuando la chica que iba primera se paró delante de una y llamándonos con la mano se quedó mirando lo que ocurría dentro, que no era otra cosa que María.

Mi amiga estaba encima de un chico, este estaba sentado en una silla, con los pantalones en los tobillos y María sentada sobre el, los dos mirando hacia delante. Su falda seguía en su sitio, pero su camiseta no había podido sujetar sus tetas que ya flotaban libres. Por sus movimientos supuse que se lo estaba follando. Mi suposición se aclaró cuando el chico nos vio en la puerta y le levantó ligeramente su falda. Allí estaba ella balanceándose lentamente, con la polla del chaval metida hasta las entrañas. El chico volvió a dejarle la falda en su sitio y comenzó a amasar sus grandes tetas. Ella estaba bastante borracha, o colocada, puesto que apenas abría los ojos, debido al alcohol o al placer. Lo que me sobrecogió fue ver que a su derecha había un par de chicos más sentados en un sofá esperando. Y sé que estaban esperando porque cuando el chico que la estaba follando grito de placer y se la quitó de encima de bastante mala manera, uno de ellos se le acercó y María sin mediar palabra y sentada en la silla, comenzó a chuparle su ya dura y gran polla.

Todo esto no solo me estaba poniendo muy cachondo, si no que a mis dos amigas las estaba volviendo locas. Una de ellas comenzó a sobarme el paquete por encima de mi pantalón y la otra se mordía el labio mientras juntaba sus piernas de una manera muy sospechosa.

El que acababa de follarse a María atravesó la puerta abrochándose el pantalón y diciéndonos:

Está borracha como una perra y ahora os puede follar hasta a vosotras dos. Aprovechad que es gratis –

Las ganas de arrancarle la cabeza de una ostia se pasaron cuando la que me estaba sobando la entrepierna apretó con más violencia que pasión.

Lo último que vi fue como el chico levantaba a María de su silla, la ponía de cara a la pared y le subía la minifalda.

Las dos chicas me llevaron a la siguiente habitación, milagrosamente vacía, y allí si dimos rienda suelta a nuestros más bajos instintos. Yo nunca había estado con dos chicas al mismo tiempo. No follamos, "simplemente" nos masturbamos, cerramos la puerta como pudimos y semi desnudos, y tumbados en la cama, me la chuparon, les comí el coño, me masturbaron, las masturbé como pude y al final nos corrimos los tres. Mi corrida acabó en la boca de la más guapa de ellas, que resultó ser la más voraz sexualmente.

Increíble noche.

Intenté buscar a María en la habitación donde la había dejado. Pero allí solo había un tío durmiendo la borrachera.

Bajé las escaleras, la fiesta ya estaba más que acabada. Reconocí a un chico que había estado follando con María y le pregunté si sabía donde estaba.

Esa putita, que va. La deje ahí con los otros dos y no la vi más… menuda noche se ha pasado la muy zorra – Me dijo vacilando delante de dos chicas.

No suelo ser una persona violenta y menos después de haber estado con dos mujeres a la vez, pero ya venía yo con ganas y con la mano abierta (siempre me dijeron que humillaba más) le solmené una ostia que el chuleta se quedó de rodillas.

Las dos chicas que estaban con el, se quedaron con los ojos tan abiertos como si hubieran visto al mismísimo Dios en la fiesta.

Llegué a casa y para mi sorpresa, me encontré con la puerta abierta. Supuse que María había llegado y no tuvo ni tiempo ni ganas de cerrar la puerta. No me preocupé demasiado hasta que no escuché unos gemidos masculinos.

"Vaya, tendré que dormir en el sofá esta noche" Pensé.

Por si acaso, me asomé a la puerta de la habitación y lo que vi me puso los pelos de punta: Allí estaba María tumbada boca abajo en la cama y un hombre de unos sesenta años, mal vestido, maloliente, y con una borrachera enorme, trataba de follarse a mi amiga. Encima de ella, trataba de abrirle el coño… o el culo para meter su sucia polla.

María, curiosamente, bastante despierta, intentaba levantar el culo para ponérselo más fácil. Yo no daba crédito. Así que en caliente, pensé que borracha o no, no podía dejar que una de mis mejores amigas fuera follada por un sucio vagabundo y borracho.

Entré en la habitación y levantándolo por su chaqueta, lo eché de la casa y cerré la puerta.

Cuando volví a la habitación me encontré a María sentada al borde de la cama, con ojos idos y mirada vacía. Pensé que estaba absolutamente borracha, por que aunque yo sabía que era muy caliente, nunca pensé que podría acostarse con varios tíos y un vagabundo en la misma noche.

Joder tío, me has jodido el final de una noche perfecta – Me dijo mirándome y con una voz más que clara.

No, decididamente no estaba tan borracha o colocada como yo pensaba.

María, ostia, que te has zumbado a tres tíos mínimo y este último era un borracho de mierda – Respondí tratando de hacerla ver que estaba un poco perdida.

Y a ti que coño te importa, estamos de vacaciones y no eres mi novio. Con mi coño hago lo que quiero – Me dijo hecha una furia

La miré y no supe si darle una bofetada en la cara o hacer lo que al final hice. Me senté a su lado, la cogí por los hombros y le susurré al oído:

Vale… perdona, es que pensé que estabas muy borracha y no sabías lo que hacías. –

Me miró y sonriendo me dio un beso en los labios.

Los dos caímos como troncos. Al final dormimos en la misma cama y por supuesto soñé con las dos chicas y con una imagen que nunca se me olvidaría: El segundo tío poniendo a María contra la pared y levantándole la falda

Esa mañana fue ella la que preparó los cafés.

Esa mañana nos íbamos a una pequeña cala, en el autobús fue donde nos atrevimos a hablarnos.

Vaya nochecita ayer, ¿eh? – Me atreví a preguntar

Calla, calla, que me duele todo – Se atrevió a responder

Te acuerdas de todo? – Le pregunté

Sí, había bebido algo más de lo normal, pero recuerdo que lo hice con tres tíos casi a la vez y que de camino a casa me encontré a un señor que comenzó a lanzarme piropos y no me pude resistir, eso sí que fue por el alcohol, ni me di cuenta de cómo era él.

Señor que podría ser tu padre y que tenía toda la pinta de vagabundo. Pero bueno.

María me miró y me dio un beso en la mejilla con un suave "gracias" en mi oído.

Llegamos a la playa y vimos que gran parte de las escasas personas que había estaban desnudas. Nos miramos y nos reímos. María se quitó la parte de arriba de nuevo y sus ya morenas tetas volvieron a ocupar toda mi mente. Ninguno de los dos se atrevió a quitarse la parte de abajo, pero ella se metió su braguita por el culo dejándola casi en un tanga.

¿No te atreves a quitarte el bañador? – Me dijo mirándome

Pues no. Quizás más tarde, pero ahora no me apetece… o no me atrevo… vamos, que no – Le respondí nervioso.

Con un rápido movimiento, se abalanzó sobre mi y trato de quitarme el bañador, no bromeaba, puesto que tiraba con fuerza mientras las risas de los dos llamaban la atención de algunos bañistas que estaban cerca de nosotros.

Al final no logró lo que quería, pero acabe boca abajo y ella encima mía, con sus tetas en mi espalda y ya suavemente, tratando de bajarme el bañador.

Cobardita – Me dijo

Me estas ahogando con ese par de tetas que te gastas – Le dije

Dirás que no te gustan –

Yo no he dicho eso, he dicho que son enormes y que me están ahogando

Girándose tiró sobre su toalla nuevamente.

¿Te pongo crema? – Le pregunto

Sí – me responde poniéndose boca arriba

¿Por delante? – Le pregunto cómicamente, para que se dé la vuelta

¿Problemas? – Me pregunta ella con su preciosa sonrisa

Ninguno –

Me puse la crema en las manos y comencé acariciándole la barriga y seguí subiendo, hasta llegar a las tetas. El no haberla deseado en estos años, no significa que no hubiera matado a quien fuera por sobar esas tetas. Cala Rossa me estaba dando esa oportunidad.

La boca entreabierta de María me dice que tengo que seguir, y no solo eso, la respiración en aumento de mi amiga hace que me recree en sus pechos, los cuales estrujo con pasión y cuidado, paso sus pezones entre mis dedos y junto las dos tetas. Intento llegar a sus hombros, pero esos pechos son demasiado bonitos.

¿Vas a devolvérmelos o te los llevas? – Me pregunto mirándome

Joder, María, perdona, es que son el sueño de cualquier tío – Le digo siendo lo más sincero que puede ser un hombre

Ya me parecía a mi que ayer los tres primeros tíos me las sobaban demasiado –

Los dos nos reímos.

Vale, ahora me toca a mi darte crema – Me dice

Me tumbo boca arriba y comienza por mi pecho, me da un buen masaje, mientras entreabro los ojos y veo sus dos conocidas tetas colgar y moverse al ritmo de sus embestidas.

Sigue por mi barriga y baja hasta mis piernas. Me encanta.

Como en un sueño, despierto sobresaltado y con mi bañador en los tobillos. Mientras María se ríe.

Mi polla está más que tiesa. María la mira y sonríe. Debido a la sorpresa mi cuerpo está rígido y mi cara roja.

María en un movimiento entre cariñoso y nervioso, me toma la polla con una mano y me la aprieta con un: "Mala chica"

Me río y hecho la cabeza hacía atrás con las manos en la cara. Ella mientras mira alrededor y sin soltar la ya muy erecta polla, comienza a subir y bajar. Con un leve "buuuuffff" me relajo y comienzo a disfrutar de una buena paja. No tardo en correrme, puesto que los movimientos de María se aceleran debido al miedo a que alguien nos pille. Me corro en su mano. María se levanta, me da otro beso en los labios y se va a bañar.

Pienso que esto pinta bien, que puedo pasar los 5 días que nos quedan muy a gusto y que si no hay pescado que pescar, siempre me quedará la fantástica María. Creo que empieza a gustarme.

Llegamos a casa tarde y cansados, hablamos de muchas cosas, pero no de la paja que me ha hecho esta tarde. Cenamos y decidimos no salir, vemos el único canal de la Tv que se pilla bien y nos quedamos de nuevo dormidos en el sofá. Como la primera noche, despierto a María y nos vamos a la cama. Su sueño puede con ella y no cierra la puerta del baño mientras hace pis. Esa noche no pego ojo, todas las imágenes y sensaciones se acumulan en mi cabeza: cuando estaba follándose al primer tío con la faldita puesta y meciéndose suavemente; cuando el segundo le mete la polla en la boca o la pone cara a la pared y comienza a meter con brusquedad su polla. Me pregunto como se la ha follado el tercer. Imagino, que le habría dicho el vagabundo y como ella levantaba el culo para que el metiera su (sucia?) polla. La paja que me hizo en la playa.

Son las 12.00 del mediodía y me despierto. Me levanto y voy al baño. Abro la puerta y veo a María sentada en la taza, abierta de piernas y masturbándose frenéticamente con su mano derecha, frotándose el clítorix a toda velocidad. Mi presencia la sobresalta y es la primera vez que la veo avergonzada, nerviosa en algo relacionado con el sexo.

Joder…. Cierra la puerta!! – Me grita

Lo siento – Le digo mientras la cierro.

A la media hora sale recién duchada. No nos atrevemos a mirarnos, ni a hablar.

Intento romper el silencio:

Que tienes pensado hacer hoy? –

No lo se, estoy hasta las narices de playa – Me responde sin levantar la vista

Al final me dice que se va a dar una vuelta por el puerto, y que va a ir sola.

Como solo.

A las siete aparece por la puerta sonriendo, como si no hubiera pasado nada por la mañana.

Tenemos que hablar – Me dice

Tu dirás – Le respondo

Esto se nos está escapando de las manos, nos hemos visto desnudos más veces estos seis días que en toda nuestra vida, te he masturbado, me has visto follar. No se, creo que algo va mal. – Me dice muy seria

Yo también he pensado en lo mismo – Y créeme que me he sentido extraño, excitado, incomodo, celoso

¿Celoso? – Me pregunta extrañada

Sí, celoso – Le digo arrepentido

Interesante –

Cenamos y decidimos salir por primera vez a las discotecas más famosas. Allí los gogos, la gente, todo es casi perfecto, tetas de escándalo, inglesas con faldas vertiginosas, italianos morenos, francesas de escándalo, españoles y españolas barnizados por el sol, todos en la noche parecen modelos.

Pagamos la barbaridad suficiente para entrar en la discoteca más famosa de la isla, espuma, música, chicas semidesnudas en las plataformas bailando como locas, chicos mirando como coyotes, chicas moviéndose descontroladamente en la pista.

María y yo estamos en estado de shock Hasta que ella se anima a pedir en la barra. Esta noche lleva unos mini pantalones, unos zapatos de tacón bastante alto y una camiseta sin escote, pero muy apretada.

Comenzamos a beber, no es barato, pero María dice que hay que hacerlo. Más tarde comienzo a ver en sus ojos ese brillo que había visto en la casa, en la fiesta. Los coyotes comienzan a acercarse a ella, a ella no le asustan. Al cabo de unos minutos la pierdo de vista. Me escondo en una esquina, al lado de un gran bafle que escupe música como el diablo. Veo una cabellera morena y larga que me es familiar, pasa a mi lado y la agarro del brazo. Se asusta, es una de las chicas de la fiesta del otro día. Está espectacular, ojos pintados de negro, tacones altos, minifalda apretada y una de esas camisetas con solo dos tirantes holgados en los pechos, con la espalda al aire. Me reconoce y me da un abrazo seguido de un buen morreo. Por fin algo sale bien esa noche.

Me lleva a una zona más oscura y con bancos donde sentarse. Hay parejas y un trío que se soban, acaricia, besan. Me sienta ahí y se sienta a mi lado. Comenzamos a besarnos, me atrevo y le comienzo a sobar las tetas. Se atreve y se hecha para un lado la camiseta para dejar al aire sus pechos. La chica empieza a jadear y me abre el pantalón. Abandona mi boca y baja rápidamente a mi polla ya muy tiesa y dura. Le tomo la cabeza y le marco el ritmo.

Miro a la gente, miro la plataforma "para la prole" y veo a María, rodeada de tíos, uno de ellos delante, otro detrás. El de detrás le soba las tetas por encima de la camiseta, el de adelante le mete mano en su culo. Un tercero está a su derecha y le planta un morreo. Ella le toma de la cabeza y le sigue el juego.

Estoy a punto de correrme.

Le tomo la cabeza a la morena y me corro, entre espasmos. Viendo como mi amiga va pasando de lengua en lengua con los tres tíos. Mientras un grupo desde abajo, anima y vitorea la escena. La morena hace ademán de levantarse, pero me pilla tan caliente como un volcán, y la lava está saliendo a borbotones.

Cuando acabo de correrme, la morena se levanta y con cara de enfado y limpiándose la comisura de los labios, me da una bofetada que me da la sensación de que suena más fuerte que la música de la discoteca.

Me abrocho el pantalón pensando que he perdido alguna que otra oportunidad en lo que me quedaba de vacaciones. Espero que su amiga sea más comprensible si se lo cuenta.

Vuelvo a mirar arriba y no está ni María ni su harén de coyotes.

Me levanto y antes de empezar a buscarla, la veo, viene hacia mi, a paso ligero, con los ojos clavados en mis ojos.

Ven – Me coge por el brazo y me lleva a los baños

Cada puerta tiene su distintivo de chicos/chicas, pero eso da igual, en el baño de chicos hay chicas y viceversa.

Fóllame, fóllame joder – Me suplica mientras me sienta en un retrete del baño masculino (siempre menos concurrido)

Me abre el pantalón, me lo baja, se pone de rodillas y comienza a chuparme la polla, como nunca, con una violencia que casi me la arranca.

En menos de dos minutos vuelve a estar como una roca. Ella lo nota y me empuja para que me siente en la cerrada taza del water. Se baja los pantalones y el tanga, se los quita como puede y le quedan colgando de uno de sus tobillos.

Se vuelve y queda mirando hacia adelante, como yo, dándome la espalda. Se sienta abierta de piernas y ella misma dirige la pilla hacia sus entrañas.

La imagen me recuerda a la noche de la fiesta.

Los cuatro tíos que abren la puerta del baño no.

Ella gime, los mira, no le veo la cara, pero no importa, los cuatro muchachos se acercan. La luz del baño demuestra que la noche es confusa. No son modelos, hay dos bastante gordos, otro tiene una cara de crío que no puede con ella y el cuarto es el único que parece un adulto.

Mira la puta, que nos ha dejado con el calentón – Dice el más gordo de todos.

Y el otro suertudo beneficiándosela aprovechando el calentón que le hemos dado. – dice otro

"Suertudo" Pienso yo… criado de mierda.

María no para de moverse despacio sobre mi polla. Los dos gordos se acercan y se sacan las pollas, pequeñas pero morcillotas. María las agarra con ambas manos y comienza pajearlos. Un tercero se le acerca con una polla de tamaño considerable hacia su cara. María abre la boca y se la traga.

No sé por qué no reacciono, no sé por qué no me levanto y les parto la cara a todos y me acabo de follar a mi amiga. Sí, no seas falso, sí lo sabes; no te levantas porque María está encima tuya follándote como un ángel, mientras ella chupa y pajea tres pollas de tres críos.

El de su boca se corre, los gritos y bufidos lo delatan. Cuando se retira uno de los gorditos se pone en su lugar. Tiene la polla pequeña y Mará tiene que hacer milagros para chupársela en todo su esplendor. Lo consigue. La imagen es grotesca, pero demasiado excitante y morbosa. María deja de cabalgarme, pero eso no significa que mi polla reduzca su tamaño. El gordito número 1 se corre de nuevo en su boca. Cuando acaba se aleja dejando a María con un "Aaaahhhmmm" en los labios. Le toca al gordito número 2. Es un "deja vú" de su amigo, polla pequeña, gorda, María se la chupa rápido y el chico se corre en su boca.

A los pocos segundos los cuatro chicos se van (uno de ellos no se ha atrevido a hacer nada) y María comienza a cabalgarme de nuevo otra vez, despacio, me estoy volviendo loco de placer. No quiero correrme aún. La levanta con fuerza. La tomo de los brazos y la empujo contra la pared del baño, le abro las piernas y comienzo a buscar su coño. Ella misma se lo abre con sus manos en las nalgas. Mi polla entra de nuevo y comienzo a empujar duro, seco. Ella grita, mucho.

Me corro, sus gemidos se parecen más a un llanto, a una rabieta que a algo placentero.

Nos quedamos allí apoyados contra la pared, sudando, respirando, le lamo el cuello.

Me separo y me apoyo en mis rodillas, veo como ella se limpia la entrepierna con papel higiénico. Nos vamos de allí.

De camino a casa, la llevo de la cintura, está mareada, no borracha, se ha comidos tres pollas y le he follado salvajemente.

En la cuesta de nuestra calle oigo:

Míralo que suerte, tu sí y yo no –

Es el viejo borracho.

Dejo a María en el portal y me acerco al viejo

Solo tendrás una oportunidad. – Le susurro intentando no respirar su olor

Subimos los dos. María está en el sofá, tumbada con los ojos abiertos. No parece borracha, solo cansada, excitada, ida.

Nos ve atravesar la puerta y nos mira. Se levanta del sofá y de pie comienza a desnudarse. No le lleva mucho tiempo: zapatos fuera, camiseta fuera, sujetador fuera, mini pantalón y tanga fuera.

Toma de la mano al vagabundo y se lo lleva a la habitación. Les sigo.

Me siento en la única silla que hay y observo como el señor se desviste, parece más limpio sin ropa. María lo espera con cara de deseo en la cama, abierta de piernas. El señor la tumba hacía atrás y lamiendo sus piernas comienza a bajar hacia su depilado coño.

No se el hambre o la sed que tiene el abuelote, pero comienza a comerle el coño sin parar, sin miramientos, mete su lengua hasta el fondo, María se abre los labios del coño con sus manos. El abuelo sigue, le come el coño durante casi veinte minutos. María está loca de placer, le cuento tres orgasmos. El abuelo le chupa los labios, se bebe sus jugos, le lame el clítorix. Durante esos minutos mi polla se vuelve dura de nuevo. El señor se incorpora y María se lanza a por su tiesa y fina polla. Comienza a chuparla, sin parar hace que el abuelo se tambalee.

Después de unos cuantos minutos de mamada, María se pone a cuatro patas dándole el culo al señor. Este no se lo piensa y comienza a meter su brillante miembro. Le toma de los hombros aprovechando su corta estatura y la folla duro, muy duro. Mi polla está a punto de reventar. El abuelo comienza a bufar, a respirar rápido. Es un regalo divino y no va a tardar en correrse. Me pregunto cuanto haría que no follaba con alguien… y menos con alguien como María. Cuando está a punto de correrse, mi amiga se separa de el y con un movimiento rápido, se coloca de nuevo con la polla delante de su boca y se la chupa hasta que el vagabundo se corre.

Cuarta corrida que se bebe esta noche.

El señor se viste y como vino se va, rápido y silencioso.

Me acerco a María su cuerpo huele a vagabundo. Me sonríe, relajada y sinceramente.

Me gusta mucho follar – Me susurra

Ya lo veo, preciosa – Le digo mientras le acaricio el pelo

¿Cuántos días nos quedan de vacaciones? –

Otros 5 días – Le respondo

¿Vas a ponerte celoso más veces? – Me pregunta ruborizada

Mientras me des algo a mi, no. No te preocupes – Le digo tranquilizador

El resumen de los siguientes cinco días podría ser este:

María probó el trío con dos chicos a la vez.

Yo recuperé a mi amiga la morena, gracias a su amiga la rubia.

María y yo follamos casi todas las cinco mañanas siguientes.

El vagabundo se folló a María una noche más.

María se masturbó mientras me vio follar con mi amiga rubia.

Maria y la morena se enrollaron esa misma noche. A la mañana siguiente me dijo que no le había gustado mucho.

María fue sola una noche a la casa de la fiesta, volvió a la mañana siguiente y durmió todo el día

Esa noche le dije que había tenido celos y me estuvo haciendo mamadas hasta que apenas pude moverme. No la pude follar porque me decía que le dolía toda la entrepierna.

Cuando acabamos las vacaciones, nuestra amistad fue más fuerte y mejor que nunca, aunque nunca más follamos… al menos en nuestra ciudad.