Iba por Ella
Lo hacía para dar la talla por Marta pero acabe enamorandome de damián...
Iba a por ella
Teníamos 18 años recién cumplidos, Marta iba conmigo a clase desde que éramos pequeños. Pasamos por temporadas de ser muy amigos y temporadas de ni siquiera saludarnos. Actualmente la relación era bastante fría, pero no nos negábamos un hola o adiós al cruzarnos.
Marta vivía en la urbanización de al lado. Era morena con el pelo largo, habitualmente recogido con una coleta. Era guapísima, tenía unos ojazos negros impresionantes, grandes, y por la contra una boquita pequeña. Destacaban dos grandes pechos, cómo me gustaban...sobretodo porque siempre iba con escotes y la parte superior de cada teta se veía perfectamente. Todos los chicos nos fijábamos en ella, incluso a más de uno de nuestros profesores se le iban los ojos siguiendo su canalillo. Pero y ¿el culito?...pufff, de infarto, pequeño, respingón bien apretado por los ajustados pantalones vaqueros que solía llevar. Siempre le asomaba el tanga por encima de los pantalones y eso nos ponía a todos enfermos.
Pues bien, como comprenderéis, todos estábamos colgados de Marta. Y ella no nos hacía ni caso. Solía ir con chicos mayores de 20 años y tenía la fama de haberse acostado con decenas de chicos y de ser toda una experta en asuntos de cama...Mi grupo de amigos y yo éramos todavía vírgenes y como comprenderéis, hacerlo la primera vez con una chica como Marta, por mucho que nos excitara, podría resultar ridículo ya que ella sabría mucho más que nosotros.
De mi se decía ( y no pretendo auto-alagarme) que era el chico más atractivo del instituto. Hacía mucho deporte (fútbol y gimnasio) lo que me proporcionó un buen cuerpo, que unido a ser el único chico de clase con el pelo largo, me dio esa fama de rompedor. Pero lo cierto es que no me comía ni una rosca, solo sabía que una persona estaba enamorada de mí, Damián, uno de mis compañeros. Pero a mi no me interesaban los hombres de momento
En uno de los viajes que hicimos con la clase y conociendo lo facilona que era Marta nos reunimos todos los chicos (unos 15) en una de las habitaciones del hotel en el que nos hospedábamos. Todos hablábamos de follar, por fin, en ese viaje. En un arrebato aseguré que yo iba a hacerlo con Marta. Conseguirlo iba a ser fácil, ahora , estar al nivel de ella...complicado. Confiaba en que estaba, estoy, bien dotado y que con mis 18 cm iba a bastar para satisfacerla al máximo.
Así que por la noche, después de cenar, mi compañero me dio un par de condones y fui a la habitación de Marta. Toque a la puerta y me abrió su compañera de habitación, la cogí de la mano y la saque fuera. En la cama estaba Marta, solo con un tanga rosa puesto y una camiseta de tirantes muy corta de color negro. Me bastó simplemente decirle " Marta, me molas mucho" "eres la mejor tía que he conocido nunca" para que me sonriera y con un solo gesto me hiciera aproximarme a la cama. Realmente si que era una chica fácil, para mi suerte.
Nos besamos, mucho, muchísimo, besaba de miedo y yo no me creía que estuviera allí con ella, le abrazaba torpemente y ella me rectificaba. Mientras nos comíamos la boca me iba desnudando, la camiseta, los pantalones, los slips...y finalmente me quedé desnudo con una erección tremenda y sudando. La cara de viciosa y sorpresa de Marta fue total cuando vio los 18 cm de mi verga apuntando hacia el techo. Además me había depilado entero para la ocasión.
Se puso a cuatro patas en la cama, sujetándose en el cabezal y con la mano derecha aparto el fino hilo del tanga que estaba desaparecido entre su culo. Me puse el condón y entonces pasó lo peor que me podía pasar, me corrí solamente con la imagen que estaba viendo, su culo abierto para mi, un agujerito rosa en el centro esperando mi polla, la chica que tanto deseaba...todo a la mierda...Intenté disimular y como aun duraba la erección se la metí. Su agujero no puso ninguna resistencia, no le dolió, solo gimió de placer...pero yo ya me había corrido y no podía seguir...
Finalmente se dio cuenta. Se volvió a colocar el tanga y se sentó en la cama. Me senté a su lado intentando justificar lo injustificable. Viendo que aquello se había acabado y que con el ridículo que acababa de hace, no volvería a estar más con Marta, aproveche mientras me acompañaba o me echaba, de su habitación, para tocarle ansiosamente las tetas, golpear suavemente su culo, incluso acariciar por dentro del tanga su coñito rasurado y húmedo. Me echó de la habitación pero con una frase esperanzadora: "practica, y cuando lo sepas hacer, te estaré esperando".
Como es lógico mentí a todos mis compañeros contándoles que todo había ido muy bien. Los días pasaban. Yo practiqué como me dijo Marta, me pajeaba 3 o 4 veces al día y controlaba perfectamente mis corridas, pero sabía que de nada me iba a valer, necesitaba practicar con otra tía y no tenía dinero para prostitutas.
Una tarde iba a entrenar al fútbol. Al salir de casa vi a Marta paseando a su perro. Nos dijimos hola nada más, pero me empalmé exageradamente. Tuve que andar todo el camino, hasta el campo de fútbol, con la mochila delante de mi verga. Cuando llegué al vestuario esperé a que todos mis compañeros salieran fuera y me senté en una esquina del vestuario para pajearme a la salud de Marta. Estaba en el suelo, apoyado sobre la fía pared, con los pantalones de deporte por la rodilla y pajeándome rapidísimo.
La cuestión es que no estaba solo. Allí estaba Damián. Era el compañero que estaba enamorado de mi y así me lo había confesado hacía unos meses en una cena de clase. 18 años, Rubio, con la piel blanca, ojos azules, pelo corto de punta y un cuerpazo bien musculado. Siempre nos reíamos de él porque era el único que iba totalmente depilado. Yo no le había visto, debería estar en el baño cuando salieron todos y yo creí que no había nadie.
Lo vi sin camiseta y no se porque pero me excité tanto al verlo que se me olvidó parar de pajearme. EL ridículo fue espantoso. Más ridículo que el que había hecho con Marta. Pero Damián era un tipo muy comprensivo y empezamos a charlar (ya completamente vestido). Intenté excusarme contándole lo que me pasó con Marta y él se ofreció a ayudarme.
Si se ofreció fue porque le conté que necesitaba follar para coger experiencia antes de volver a intentarlo con Marta. Su ayuda consistía en dejarme su culo para practicar todo lo que quisiera. Por un lado no me sorprendió porque sabía que era gay y que deseaba estar conmigo, pero por otro nunca pensé que fuera a ser tan lanzado. La cuestión es que viendo que no conseguía a ninguna otra chica para practicar y que sorprendentemente para mí, me estaba excitando mucho Damián esa tarde, acepté.
Digamos que se convirtió en mi maestro-amante. El primero de nuestros contactos sexuales ocurrió aquella misma tarde al acabar el entrenamiento. Tardamos más en ducharnos para que nuestros compañeros se fueran y nos pudiéramos quedar solos. Estuve toda la ducha empalmado, intentando disimular cuando mis compañeros pasaban por delante. Yo estaba muy nervioso, no sabía si me arrepentiría toda la vida de lo que iba a hacer, pero estaba excitadísimo.
Cuando se fueron mis compañeros del vestuario nos quedamos Damián y yo desnudos. Uno enfrente del otro. Se lanzó a besarme, pero le frené. Le dije que solo necesitaba práctica en el manejo de la polla. Así que sin más se dio la vuelta y se apoyó contra la pared. Su culo quedó entero para mí. Vaya culo tenía Damián , pensé, mejor que el de Marta. Todo tan depilado, tan redondo, tan blanquito.
Me ordenó que le metiera un dedo. Y lo hice. Entró fácil, facilísimo diría yo...lanzó un gemido que me puso la piel de gallina. Metí y saqué el dedo varias veces. Me puse el condón y se la metí. Poco a poco. Le cogí de la cintura y fui haciendo presión con mi cadera sobre su culo. Era tremenda la presión que su ano hacía sobre mi verga, era una sensación muy placentera, sobretodo cuando mis huevos golpeaban, al final del recorrido, con su culito. Le cabía mi polla entera. Damián no para de gemir y mi respiración era entrecortada.
Aguanté mucho tiempo follándole, sin correrme aunque excitadísimo. Tan excitado que inconscientemente empecé a besarle el cuello mientras le penetraba, cuando me di cuenta que estaba haciéndolo quise parar pero no pude, me gustaba. Le besaba y le mordía la oreja mientras que con las manos recorría su fuerte pecho y sus marcadas abdominales. Él se masturbaba y estampo su corrida contra la pared. Yo me corrí dentro de su culo.
Había superado la prueba. Cuando me corrí me vino un sentimiento de culpabilidad tremendo pero estaba tan excitado. Aunque al principio intenté pensar todo el rato en Marta, acabé pensando en Damián. Otra vez inconscientemente le di las gracias a Damián mirándole con deseo, y nos besamos ansiosamente. Así acabó aquel primer encuentro sexual.
Desde aquel momento aprovechamos cualquier momento para tener sexo. Yo siempre me ponía a mi mismo la excusa de que lo hacía por Marta, pero no era así. Me gustaba Damián.
Un día en clase llegue tarde y solo quedaba libre el ultimo asiento al lado de Damián. Nada más sentarme a su lado, llevó una mano a mis vaqueros y empezó a masajearme el paquete, cada vez más rápido, cada vez con más presión de su mano sobre mi bulto. La respiración se me volvió entrecortada y me corrí dentro de los slips y los vaqueros. Noté como mi leche caliente resbalaba por los muslos. Entonces Damián metió la mano en los vaqueros, recogió un poco de mi corrida y disimuladamente se la llevó a la boca. Aquello me excitó muchísimo.
Tanto que en el recreo fuimos a un aseo, donde solo iban algunos profesores, y volvimos a hacerlo. Me senté en el vater, me baje los vaqueros y los slips llenos de semen de mi anterior corrida, y Damián se sentó encima mía clavándose mi verga. Saltaba sobre mi polla y hacía movimientos circulares. Se masturbó y toda su leche cayó sobre mi pecho desnudo, resbalaba caliente sobre mi abdomen. Nos volvimos a besar y le hice una proposición entre jadeos. Quería acabar corriéndome en su boca. A él le pareció una idea estupenda. Se levantó de mi polla y se arrodilló enfrente mía. La verdad es que con un par de mamadas inundé su boca con mi corrida. Su saliva refrescó mi caliente verga.
El resto de días de curso siguieron igual, follando siempre que podíamos, en las duchas del campo de fútbol, en los aseos de clase, en el coche de su padre, en los vestuarios de los centros comerciales y besándonos como dos enamorados a escondidas por las esquinas. Pajeándonos por webcam. Era tan guapo, tan atractivo, tan romántico y tan atrevido para el sexo que me volvía loco. Soñaba con él, me masturbaba pensando en él, deseaba pasar cada minuto pegado a su cuerpo, saboreando con mi lengua cada músculo de su cuerpo.
Un día decidimos alquilar una habitación de un motel y pasar la noche juntos. Estuve todo el día previo muy nervioso, con el estomago encogido y temblando. Fue una noche maravillosa y fue la primera vez que tuve sexo anal. Deseaba que Damián me penetrara. Así que en la cutre habitación del motel lo hicimos.
Llegué yo primero. Me puse a cuatro patas y unté uno de los dedos con vaselina. Lo introduje poco a poco y entró entero, apenas sin dolor. Luego metí otro dedo. De mi polla empezó a salir liquido preseminal que caía sobre la almohada. Me llevé una zanahoria de un buen tamaño. La unté también con vaselina y la introduje poco a poco, me dolió bastante pero conseguí meterla casi entera. En la habitación del motel solo se oía el ruidito que hacía la zanahoria al resbalar por mi ano.
Damián me pilló con las manos en la masa. Se fue desnudando desde la puerta hasta la cama, cogió el la zanahoria y me la sacó del culo. Lo abrió con sus manos y acerco mi cara al ano. Lo lamió y lo humedeció bastante. El placer era extremo. Yo cerré los ojos y me dejé llevar.
Me pilló por sorpresa cuando me agarró de la cintura y me la clavó. Me follaba muy duro para ser la primera vez que mi culo recibía una polla, me dolía pero no quería que parara. Me moría del gusto, me corrí casi sin tocarme. Damián me seguía follando duro y me cogía del pelo dándome pequeños tirones. Yo le pedía que no parara y el no paraba de repetirme que me iba a destrozar. Fue también la primera vez que nos dijimos un "te quiero mucho". Fue la mejor noche de mi vida aunque terminé destrozado tal y como Damián me prometió. Dormimos toda la noche desnudos y abrazados, sintiendo nuestra respiración frente a frente
Pero además de todo esto, pasaba otra cosa. Cada vez que veía a Marta se me secaba la boca y me empalmaba salvajemente. Pasadas unas semanas ella me envió un sms citándome en su casa esa misma tarde. Sabía que había llegado el momento. Trate de controlar los nervios y acudí a la cita. Cuando abrió la puerta pasó lo de siempre. Estaba guapísima y más simpática de lo normal. Me llevó directamente a su cuarto. Fui todo el pasillo con las manos apoyadas en su culo, pellizcándolo. Me pidió que la desnudara y así lo hice. Le quité la blusa y quedaron sus pechos al aire sin sujetador. Me abalancé sobre ellos, los chupe hasta gastarlos, los besé, mordí sus pezones, los apreté con mis manos.
Le senté en la cama y le quite los pantalones. Quedó ante mi cara su minúsculo tanga amarillo. Acerque mi cara a él y respire fuerte, me encantó el olor de su chochito. Ella no tardó en mojar el tanga. Lo aparte como pude y llevé la boca a su coño, lo lamí todo lo que pude y me bebí todos los jugos que de él emanaban. Marta se retorcía de placer y apretaba bien fuerte mi cabeza entre sus muslos como queriendo que me quedará allí toda la vida.
Me tumbé en la cama y me desnudé. Me quedé solo con el boxer. Ella se tiró encima mía. Recorrió todo mi cuerpo con su lengua. Se detuvo en mi paquete, lo sobó, lo beso y me mordió la verga por encima de los calzoncillos, unos calzoncillos apunto de reventar.
Me bajó los boxer y se llevó la polla a la boca mientras me sujetaba bien fuerte los huevos. Me hizo una mamada deliciosa, de las que quitan el sentido. Le hice un gesto para que parara porque me iba a correr. Entonces se tumbó sobre mí y fue cuando por fin pude penetrar su húmedo coño. Cabalgó encima mía durante unos minutos, dejándome ver botar sus tetas en cada embestida.
Me corrí como un bestia dentro de ella. Ella también se corrió y me regalo un largo beso. Todo se lo debía a Damián que me enseño a follar como nadie.
Al día siguiente cuando entre en clase me recibieron con un aplauso. Marta lo había contado todo. No me podía creer que fuera tan mañaca para haber contado lo que hicimos. Al principio me enfade pero luego resultó que recibí muchas proposiciones del resto de chicas de clase.
Yo seguí manteniendo sexo con Damián y con Marta, hasta que llegamos a la universidad y nos distanciamos los 3 bueno, solo el primer año porque casualmente un día me encontré con Damián en la biblioteca de la universidad, teníamos ya 21 años
Espero vuestros comentarios y sugerencias tanto en todorelatos.com como en mi mail: tonirivas20@yahoo.es