Hyde Sex (1)

Esto es tan sólo un relato, a quien se le ocurriese hacer algo semejante a lo descrito simplemente le llamaría mala bestia. Sólo una mente adulta comprende este tipo de fantasías y el porqué han de ser inocuas.

Tenía miedo la mañana de la boda; la policía podía llegar en cualquier momento y detenerme para interrogarme sobre una posible violación.

Todos los preparativos de la boda me tenían en un estado de ansiedad terrible, los nervios me atenazaban. Sara, mi novia, lo llevaba algo mejor, era más fresca y liberal. Lo que me pasaba a mí es que tanta educación de procedencia eclesiástica había creado en mí una serie de prejuicios y sentimientos reprimidos que creía insalvables. Lo sorprendente es que mi novia no me hubiese abandonado por manso y timorato en una cuestión básica como el sexo, el cual ella prácticamente me exigió durante la época del noviazgo y no supe corresponder. Seguro que alguna vez echó una canita al aire con sus compañeros de trabajos: médicos o personal sanitario del hospital donde ella trabaja de enfermera, ¿por qué si no se cogería siempre los turnos de noche, más tranquilos, sosegados y "candentes"? Puede ser que fuera porque suponían mayor sueldo, porque a Sara siempre le ha gustado el dinero; quizá por eso me aguante y quiso casarse conmigo, por mi dinero.

Dos días antes de la boda llegué a su casa en su busca y me recibió su madre, Rita, mi futura suegra. Me dijo que Sara había salido con su padre, mi futuro suegro, hacia la iglesia para dar unos últimos retoques a la decoración floral y demás. La telefoneé al móvil y me dijo que tardaría un rato en volver, que esperase en compañía de su madre. Rita me preguntó como lo llevaba y le confesé que estaba nervioso. Ella quiso saber el porqué y titubeé al explicarlo, por ser una cuestión relacionada con el sexo, ¿cómo iba a hablarle a mi futura suegra de esos temas? Insistió. Entonces empecé por lo de la despedida de soltero para darle una idea de lo que eran mis miedos: Le mencioné a la puta que mis amigos contrataron para que yo me despidiese de la soltería con ella. Rita se indignó al oír eso, pero me justifiqué diciendo que aunque quise, el miedo, el ser un reprimido, me impidió tener relaciones con aquella chica. Mi suegra entonces soltó una carcajada burlándose de mí y yo enrojecí. Lo que siguió fueron más risas de ella, palabras insultantes que me humillaban, que ponían mi hombría en duda… Entonces, algo que no me había pasado en mi vida, apareció un Hyde que no sabía que llevaba dentro. Encolericé, sentí deseos de estrangularla, menos mal que la parte más racional de mí intercedió y me dijo: no es necesario tampoco llegar al extremo de acabar con su vida.

Estábamos en el salón comedor y yo sabía muy bien el camino hasta el dormitorio de Sara. Así a Rita del cabello, cosa que le cogió de sorpresa y le hizo proferir un grito, mezcla de dolor y protesta. La abofeteé y calló unos segundos, pero cuando la arrastraba a lo largo del pasillo comenzó a gritar de nuevo, por lo que le tapé la boca

Continuará