HxH (Habitación x Horas)

Los amantes descubren un nuevo sitio donde tener sus encuentros

Pues aquí estoy, relatando otra vivencia con el mismo hombre.

Después de nuestro último encuentro y hablando por mensaje, decidimos que nos gustaría poder estar en una cama, para poder estar más cómodos.

Primera experiencia en el coche, segunda en un bosque y la tercera en un almacén que ya pudisteis leer como fue en cada una de ellas. La cuarta sería en una habitación alquilada por horas, que acordamos pagar a medias.

No sé sí él estuvo con alguna otra allí o quizá era la primera vez que iba también él.

Siempre quedamos en el mismo punto de encuentro, para que fuera a recogerme, esperando ansiosa que llegara.

El aparca justo al lado de mi coche y yo no tardo en bajar del mío para entrar en el suyo. Los besos preliminares que no falten...

Esta vez, le pedí que tuviera las manos quietas mientras llegábamos a la habitación por horas.

Molesto me dijo: quieres castigarme? Mi respuesta: Si, nada de tocar. Cuando lleguemos ya podrás hacer todo lo que quieras. Refunfuñando aceptó.

Llegamos al lugar, pagamos y nos dieron una habitación. La cama eran unos palets en el suelo y un colchón de matrimonio. Encima de una silla un pequeño ventilador. Lavamanos y por último una camilla

Luz de ambiente y música de fondo. Podéis imaginar, entrar en la habitación y no parar quieto

Me fue quitando la ropa y cuando quise quitarle la suya me dijo:

  • no, castigada, ahora soy yo quién mando, tienes que obedecer

Cada vez estaba  más excitada, de su mochila sacó un pañuelo y me lo puso en los ojos. Preguntó:

  • ves algo,

Y mi respuesta fue

  • no

Muy bien dijo el, ahora estás a mi merced.  Me acercó a la camilla y me dijo:

  • quédate sentada

y así lo hice.

No sabía que pasaría, si sacaría algo más de su mochila. Le dije:

  • ¿que estás haciendo corazón?

Y él me dijo:

  • espera lunita ya lo percibirás

Más cachonda me puse. Se acercó a mí, me separó las piernas, se puso enfrente y empezó a morderme los pezones, hasta que se pusieron tiesos y noté que colocaba algo en ellos. Unas pinzas o algo así. No sabía que era, los ojos vendados ufff ya me notaba muy húmeda. Fue besando mi cuerpo llegando al ombligo y bajando hacia las piernas, lamiendo  finalmente llegando a mi luna como él la llama.

Fue tocar mi clítoris y estremecerme entera, que ganas ponía el puñetero, mis manos intentaban acariciarle pero no me dejaba. Me sujetaba mientras él seguía comiéndome todita....

Yo diciendo corazón déjame tocarte y él se paró. Fue subiendo lentamente, unos besitos lentos llegando a mis labios y después de un beso prolongado, susurró:

  • te gustan tus jugos?

Me quitó el pañuelo y me dijo:

  • túmbate en la cama

Obedecí.. Él se puso a mi lado y empecé a quitarle la ropa.....

Desde aquí empieza la visión y los recuerdos de el:

Cuando me hubo desnudado, bajó a comerme la polla, esas comidas que tanto disfruto.

Cada uno acariciaba lo que podía, cambiando la posición de los cuerpos. Ella ya no aguantaba más sin tenerme dentro y  me insistió que la penetrara.

No haciéndome más de rogar, la penetré como pedía ella y su prolongado gemido, me demostró que no mentía al respecto de sus ganas contenidas durante varios días, desde la última vez que nos vimos.

Cambiamos varias veces de posición. Empezamos con la tradicional, seguimos los dos de lado, frente a frente, para después girarla que me diera la espalda y poder acariciar todo su cuerpo y que notara diferente la penetración en esa postura. Mientras la penetraba de esa forma, le iba pellizcando los pezones, se ponen más duros y algún gemido se le escapa. Señal de que le gusta la situación en si y los pellizcos en particular. No será la última vez que usaré mis manos para jugar con sus pezones, a ella le gusta y a mi también, pues adelante…mmmm.

La excitación iba en aumento, con los roces, los besos, las caricias y el deseo acumulado de esos días sin vernos. Aceleramos el ritmo, tanto ella como yo, ya era más frenético, más salvaje, cuando ya no había vuelta atrás y mi orgasmo era irreversible, noté como se corría, muy poco tiempo después la seguí y me corrí también. Como siempre nos gusta hacer, quedé dentro de ella, hasta que se bajó la erección y salió la polla de su húmeda cueva. No imagináis lo húmeda que estaba…bufffff.

Cuando se escurrió mi polla, nos quedamos de lado los dos, cara a cara, hablando de temas diversos, del día a día y por supuesto de sexo, de las sensaciones, de cómo había ido ese día, que le había parecido el juego de vendarle los ojos y las pinzas en los pezones.

Mientras hablábamos, no dejábamos de acariciarnos y besarnos. Solemos hacerlo siempre así. En pocas palabras, no estamos quietos ninguno de los dos. Cambiando de postura, llegamos a quedar yo tumbado de espalda y ella sobre mí, rozando nuestros genitales entre sí.

Yo le iba acariciando los pechos, rozaba suavemente sus nalgas, algunas veces le daba algún azote y otras se las estrujaba directamente, eso le gusta y la pone bien cachonda dentro del juego que llevamos a cabo. Algunas veces ella, acercaba su boca a la mía, nos besábamos y después llevaba mis labios a sus pezones para besarlos, morderlos a ratos. Repetimos este juego varias veces.

Noté que volvía a estar excitada, con sus movimientos sobre mí, aunque mi polla no terminaba de activarse. A pesar de ello, seguimos jugando para ver si había alguna reacción positiva por mi parte. En un momento dado, ella empezó un movimiento de vaivén, desde adelanta hasta atrás y viceversa. Mientras tanto, no paraba de tocarla suave o más duro, al notar que el ritmo de su movimiento aumentaba, imaginé que se iba excitando por momentos a pesar de no estar yo en condiciones de ayudarle.

Le pregunté si creía que se podía correr de esta manera, con mi polla flácida pero incrustada entre sus labios, rozando su clítoris. Me contestó:

  • Si

Entonces si dejar de acariciarla, besarla cuando podía, comerle los pechos, apretujarle las nalgas, le dije:

  • Sigue así hasta que te corras

Y bien que me hizo caso, aumentó, aumentó, aumentó el ritmo, hasta que la vi relajarse y apoyarse en mi pecho, cansada pero satisfecha. Me gustó ver las expresiones de su cara, cuando le iba llegando el orgasmo, cuando le llegó y cuando se relajó posteriormente.

Seguimos con los besos y las caricias. Habíamos contratado 2 horas y no quedaba mucho para tener que irnos.

De forma totalmente sorprendente, de repente, se animó mi polla. Ya dicen:

“Mas vale tarde que nunca”

Ella agradeció el cambio, bastaba ver su cara de deseo.  Terminó de endurecerla con una de esas maravillosas chupadas que me prodiga. Cuando ya estuvo en su punto le dije:

  • Ponte en cuatro patas, te daré bien duro hasta que me corra

Nos colocamos en esa postura, humedecí un poco la punta de mi polla con sus jugos que eran muy abundantes y entré en ella.

Despacio al principio, pero aumentando la intensidad a medida que iba pasando el tiempo. Era un sexo desesperado, salvaje, duro, penetraciones secas, volverla a casi sacar y otra vez hasta el fondo.  Alternativamente le iba apretujando los pechos, pellizcando los pezones, los hombros, las nalgas, la cogía de las caderas, para acercarla más a mí y que las penetraciones fueran más profundas. Cuando vi que me quedaba poco tiempo para correrme, aceleré las embestidas hasta que no aguanté más y varias descargas de leche acumulada, la llenaron por completo.

Para los dos fue un magnífico final, ya que no contábamos ya con esa reacción tardía y la premura de tiempo que teníamos para dejar la habitación provocó ese tipo de sexo rudo y salvaje que tanto le gusta a ella. Otras veces aunque tengamos tiempo, también lo haremos así.

La cosa se podría complicar, estar tan a gusto implicaba que nos gustaría vernos más , plantearse estar juntos y con lo que conllevaría eso , la separación de nuestras parejas ...

Pero mientras, estábamos disfrutando el momento  y del placer que en casa no nos daban ...