Huyendo (final)

...

Se rió y se fue a la habitación a ponerse algo, vino con una camiseta que se transparentaba, dejando ver sus duros pezones, y con unas braguitas, la verdad es que allí hacía calor, y no era el ti pico calor del verano, teniendo en cuenta que había llovido:

mira Sam, me muero por preguntarte algo

¿el qué?

¿tu… alguna vez… has besado a una chica?- que pregunta

La verdad es que si

Oye, jugar a la botella no vale.

¡Ah! Bueno- nada, de nuevo no podía dejar la verdad clara.

Jejeje, me lo imaginaba, pareces muy inocente como para ir besando chicas.

Esa conversación acabó ahí, después me estuvo contando con cuantas chicas había estado, con cuales acabó bien, con cuales les fue peor, me describió su tipo de chica, por lo visto yo encajaba muy bien en el perfil, pero no le dije nada, quizá si empezábamos algo, y si acababa mal la perdería, y no se merecía nada malo.

La relación se estaba mezclando entre algo pasional y amoroso, ella me tenía totalmente embobada, con todo, su cuerpo, su cara, su pelo, su olor femenino, era totalmente perfecta, y yo sin embargo no sabía como decirle todo lo que sentía por dentro.

Esa noche me presentó a todos sus amigos y amigas, eran muy simpáticos, ellos al igual que Dana, tenían el radar activado y se dieron cuenta al instante de que al menos era bi, al igual que se dieron cuenta de que no me atrevía a salir del armario

Me lo pasé muy bien esa noche, cuando encontramos oportunidad de escaparnos nos fuimos a casa, estábamos en nuestro puntillo de alcohol, no dejábamos de reír, de tontear, incluso llegamos a meternos mano, yo me fui del local con un calentón encima que casi no me podía ni mover y lo peor es que había estallado una tormenta, con lo cual ambas estábamos empapadas.

Entramos al portal, subimos las escaleras, y no pude aguantar más, no tuve otra elección, la apoyé en su puerta, cogí sus manos, en ese instante se nos fue la borrachera a ambas, ella se separó de mí y sonriendo me dijo:

yo sabia que tú eras como yo. - acto seguido me cogió de la nuca y me besó, me quemaba por dentro, yo estaba que no podía aguantar mas, su lengua se enredaba con la mía.

Por un instante recordé lo que me había dicho a mí antes de esa noche, primero la debía conocer bien:

no, espera, antes de que pase nada quiero conocerte mejor, por favor, dame tiempo, quiero estar muy segura de todo…- agaché la mirada, ella levantó mi cara, me miró, sus ojos brillaban.

Mira, te voy a dar todo el tiempo que necesites, pero mañana nos vamos a ir de compras y después a tomar algo.- su sonrisa me devolvió la confianza.

Nos separamos y me dio un beso en la mejilla, entré en mi apartamento con una sonrisa muy estúpida en mi cara, me tenía completamente a sus pies, si todas las mujeres que vivan en el norte eran así, me volvería loca seguro.

Me quité la ropa, el rimel de los ojos, me lavé los dientes, me puse un pijama y me acosté, no podía dejar de pensar en que estaría haciendo ella, se sentían los truenos muy cerca cuando de repente oí llamar a la puerta.

Me asomé por la mirilla y allí estaba aquel ángel:

¿qué pasa Dana?

Pues verás… no puedo dormir con la tormenta que hay…- me parecía imposible, porque aquí normalmente hacía este temporal- no son igual las tormentas, que la lluvia habitual. - la verdad es que llevaba razón.

Te entiendo, si quieres puedes quedarte aquí conmigo, no me importa dormir en el sillón.

Vale, pero no me parece justo que duermas en el sillón- sabía perfectamente por donde iba, pero la verdad es que parecía asustada.

Bueno podemos compartir la cama.

Me parece buena idea.

Pues pasa, que tengo muchas ganas de dormir jeje- más bien tenía ganas de otra cosa.

Nos fuimos directamente al dormitorio, a cada trueno que se escuchaba apretaba mi mano. Una vez dentro de la cama se abrazó a mí, yo me quedé totalmente congelada.

La quise tranquilizar, por lo que estando ella abrazada a mí comencé a acariciar su pelo, estábamos tan a gusto que no tardamos nada en dormirnos.

A la mañana siguiente despertamos totalmente revueltas, nuestras piernas cruzadas, mis manos en su espalda, las suyas en mi trasero, o ella se movía mucho, o las dos tuvimos sueños húmedos.

No me quise levantar, me quedé mirando como dormía, tan tranquila, su piel tan suave que no pude evitar acariciarla, su expresión de paz, noté que se iba a despertar, por lo que me hice la dormida.

Hizo exactamente lo mismo que yo, me estuvo observando un rato, acarició mi cara, contempló la expresión de felicidad y tranquilidad que tenía, me dio un suave beso, y yo solo pensaba en cuantos de esos besos podría haber recibido ya mi boca, se levantó y se marchó.

Yo me quedé un rato más en la cama, pensando en ella, pero al instante recordé que habíamos quedado para ir de compras y para tomar algo, todavía era domingo, solo podía esperar a ver como se desarrollaba la tarde.

Eran las 1:30, comí algo y me duché tranquilamente, relajando cada músculo de mi cuerpo, recibiendo las caricias que me proporcionaba el agua, en cuanto terminé me sequé y me fui al sillón a ver la tele un rato.

Era domingo por lo que aun no tenía trabajo, debía matar el tiempo de cualquier forma, todo menos llamas a su casa, en algún momento vendría ella.

La tarde pasaba, mataba el tiempo escribiendo algo, viendo la tele, como fuera menos con ella, y creo que en cierto modo ella también lo estaba haciendo, hasta que recibí una llamada telefónica. Era Carla, una amiga que me tuve que dejar atrás:

¡ey Sam! ¿qué tal estás?- dijo gritando.

Pues un poco aburrida sin vosotras, la verdad, aunque estoy empezando a conocer gente.

Bueno, espero que tengas sitio para otra persona, quiero irme contigo un finde para que me lo enseñes todo, pero cuando lleves más tiempo ahí, así me extrañas más seguro jajaja.

Jajaja extrañarte a ti y a todas.

Oye, ¿no te habrás ido por lo sucedido?

Parte si, parte no.

Pero es que no es justo para los demás… bueno te tengo que dejar, a ver si me llamas tu también ¿eh? Jajaja un beso guapa, te quiero mucho- su voz se entristeció, éramos amigas desde pequeñas, nunca nos habíamos separado, y era una de las personas de las que más extrañaría.

Venga un beso y recuerdos para todas jejeje te quiero.

Colgó y de nuevo me quedé con mi soledad, estaba desesperada, agobiada, era un caos tener a semejante mujer al lado y por cabezonería no querer disfrutar de su compañía. Decidí asomarme un rato al balcón.

La gente pasaba, se reía, parejas en silencio, el viento calido después de la tormenta de la noche anterior rozaba mis mejillas, comencé a tararear una canción de la que no recordaba la letra, me estaba tranquilizando hasta que escuché una voz cantando la letra de esa canción.

Me di un susto enorme, miré y allí estaba, ella y su frescura:

vaya, parece que ninguna va a ceder ¿no? Se ve que somos igual de cabezonas.

Tienes razón, esto puede ser eterno jajaja pero a ver que hacemos.

A este paso esta tarde no vamos a ningún lado, ¿lo dejamos?

¿por qué? ¿no te parece divertido?.- le dije esperando la contestación.

Yo no se tu, te conozco de hace un día, pero el tiempo sin ti es muy largo, así que prefiero vivir rápido y en buena compañía.- me quedé totalmente pillada.

Parece que te has currado la respuesta, bueno pues ven a casa y tomamos algo.- ¿así quería ver cuanto aguantaba? Solo estaba metiendo la tentación en casa.

Contagious.

¿qué?

La canción, es de los isley brothers ¿no?

Es verdad, gracias.- cada vez me impresionaba más.

Entré dentro, esperando a que viniera, tardó 5 minutos, llamó y yo le abrí con un cosquilleo en mi vientre. De nuevo solas, de nuevo nosotras en una habitación, me asustaba esa situación.

Tenía algo escondido en su mirada, una idea que me asustaba más aun, ya estaba dudando de los pilares de mi confianza, sentía que iba a ser una inquisición:

*vamos al sillón, ¿quieres algo?

Una shandy ¿tienes?

Claro mujer.*

Regresé con la shandy al poco rato, y allí estaba esperando, el apartamento se impregnó de su aroma, los cosquilleos se convirtieron en punzázos en el centro de mí ser, la deseaba con locura, y esto me hacía tener menos valor aun:

vamos a hablar de algo…- estaba muy asustada, quería salir corriendo, aunque tenía un deseo irrefrenable por besarla.

¿de qué?

Pues de ti, creo que viniste huyendo por el mismo motivo que yo.- soltó el botellín en la mesa y clavó su mirada en mi.

vale, es verdad, pero peor aun, era mi prima

No te preocupes, ahora ya entiendo por qué necesitas tiempo, pero debo decirte algo…- cada vez me sentía más caliente, pero era algo extraño, a la vez me sentía más enamorada aun, pero debía aguantar .- yo no puedo aguantar más, necesito tenerte, por favor vamos a probar, si sale mal no importa, yo soy una persona que se lleva bien con todas las parejas que tuvo.

Escúchame, no es tan fácil

¿todavía la amas? Me parece imposible, pero yo solo quiero estar contigo

No me presiones, me gustas muchísimo, pero no aguanto las presiones

Tienes que olvidarla, el pasado es el pasado, y yo quiero un futuro contigo, quiero ayudarte a olvidar ese recuerdo

No se que le pasó a mi cuerpo, esos nervios me la jugaron, me levanté, cogí las llaves y me fui, sin más, no se por qué, quizá me dio mucha rabia que me presionara, quizá fue rabia porque tenía razón, estaba loca por esa mujer y sin embargo me comportaba como una niña.

No miré atrás, me fui a un parque, me metí en los arreates, con un paquete de tabaco y los recuerdos. Pasé horas y horas pensando, llorando, acordándome de todo lo que hice con ella, recordando lo buena que fue Dana conmigo sin conocerme, el dolor del final de la relación con mi prima.

Cada cigarro se consumía, el sol se ponía, el parque se comenzaba a llenarse de jóvenes, miré la hora en mi móvil, estaba en silencio pero aun así no tenía ninguna llamada de Dana, eran las 9:30 de la noche, los arreates se llenaban de chavales que comenzaban a fumar porros.

Me fui, despacio, marcando cada paso, alejándome de mis recuerdos, me sentía culpable de lo que le había hecho a Dana solo porque tenía razón, quería disculparme pero yo no me merecía sus palabras.

Llegué al apartamento, subí y por la hora que era pensé que no estaría en casa, entré y me apoyé en la puerta, estaba destrozada, hasta que sentí un ruido en su apartamento, me levanté en un acto reflejo y llamé al timbre.

Ella abrió, estaba triste, seria, fría, agaché mi mirada, aun tenía los ojos enrojecidos, saqué fuerzas:

Dana… lo siento… sé que tienes razón, y…- me cortó rápidamente con un abrazo, yo me derrumbé en ella, lloraba como una niña.

Entiendo que lo has pasado muy mal y que aun lo pasas, pero mira, has tenido valor para hacer borrón y cuenta nueva, y sino quieres estar conmigo lo entiendo, pero estoy aquí para ayudarte y lo sabes…- levantó mi barbilla y me sonrió.- vamos, entra y hablamos tranquilamente.

Nos sentamos en el sillón, secó mis lágrimas suavemente:

¿por qué eres así conmigo? No sabes bien quien soy, no sabes si siento algo por ti, ni yo se quien soy.

Mira, Sam, yo no se nada, solo sé que desde que te vi me di cuenta de que merecía la pena conocerte, y no me equivocaba, he pasado el mejor tiempo que jamás pasé con nadie, no quiero presionarte de verdad, pero entiende que me es difícil dudar si quieres o no estar conmigo, pero entiendo que no quieras, es normal, has tenido una mala experiencia con las mujeres y…- no la dejé acabar, tuve que besarla, un beso suave, lleno de amor, un beso en el que ambas nos unimos, cuando nos separamos añadió- te dije que por ti esperaría

No quiero perder tiempo, quiero estar contigo ahora, el tiempo dirá si lo nuestro durará… además… te… quiero.- me puse roja, mi timidez aumentaba estando con ella, ella sin embargo acarició mi mejilla.

Pensaba que nunca lo dirías, yo te quiero desde que te vi, quería que fueras mía.

Después de sonreírnos, de mirarnos, volvimos a besarnos, sus manos navegaban por mi piel, mi espalda semidesnuda se erizaba al mínimo contacto de su mano, yo la cogía del cuello, acariciando su nuca, dándole una profundidad a ese perfecto beso.

Su boca me tenía una delicadeza especial, sus besos aumentaban las mariposas de mi vientre, sus manos me acercaban a ella, su lengua estaba totalmente desinhibida, luchaba sin vergüenza contra la mía, sin duda era una gran besadora.

Nuestras caricias se fueron intensificando, mi vagina estaba ardiendo, su cuerpo se movía con un ritmo que me indicaba que ese ángel rubio estaba como yo, se separó sin decir nada, me cogió de la mano y me condujo hasta su habitación.

Cerró la puerta, yo aun tímida observaba como se acercaba a mi sutilmente, el contoneo de su cuerpo que deseaba juntarse con el mío, no me besó, fue directamente a mi cuello, se apoderaba de el mientas iba quitando mi camiseta.

Yo estaba muy excitada, sus manos se escurrían por mi espalda, acariciaban mi cintura, mientras su boca alteraba besos y mordiscos en el lóbulo de mi oreja, mientras lamía cada centímetro de la parte baja de mi mandíbula.

Mi respiración estaba totalmente agitada, los suspiros empezaban a ser gemidos, quitó mi sujetador, miró mis pechos con pasión, me miró a los ojos y me dijo:

antes de que pase nada, quiero que me digas si quieres o no

si, quiero ser totalmente tuya, quiero hacerte mía, te deseo.

No terminé la frase cuando comenzó a dar un perfecto masaje en mis pechos, me besaba, poco a poco nos íbamos yendo hacia atrás, me tumbó en la cama y bajó besando mi cuello hasta mis pechos, los acarició y comenzó a besarlos.

Me sentía mejor que nunca, tenía tanto placer dentro que un leve roce suyo era el clímax para mi, yo gemía y suspiraba mientras su boca chupaba mis pezones, mientras los mordía, estaban totalmente erectos.

Fue alternando de un pecho a otro, disfrutando de ambos, me encantaba que estuviéramos en esa situación, saber que habían sido infinidad de veces las que podría haber pasado por esa misma situación y haber llegado hacía que el deseo aumentara.

Iba bajando por mi barriga, yo me tensaba, sus manos acariciaban el centro ardiente de mi cuerpo por encima del pantalón, yo estaba casi corriéndome, ella lo notó y siguió picándome.

Me estaba volviendo loca, nadie me hizo sentirme así, sin darme cuenta por la excitación y el placer me encontré que ya no tenía pantalones, subió a mi boca y nos volvimos a besar, ahora es cuando tenía miedo de verdad, íbamos a llegar hasta el final, lo estaba deseando, pero me acordaba mucho de las relaciones con aquella otra mujer.

Se separó, sonriendo me miró con ternura, acarició mi mejilla y me tranquilizó, nos volvimos a besar y bajó de nuevo recorriendo cada zona de mi piel, ahora estaba mucho más tranquila, detrás del fuego y de la pasión que nos quemaba había mucho amor.

Comenzó a frotar su mano contra mi vagina, mi caderas comenzaron a coger su ritmo, el placer era inmenso, mientras seguía apoderándose de mi cuello, lo besaba, lo mordía, y yo solo podía gemir, mi cuerpo se movía solo, estaba apunto de correrme ya.

No podía ser mejor, pero sin detenerse bajó a comenzó a lamer suavemente mi vagina, esto me hizo estremecer, no podía aguantar más pero tenía que intentarlo, quería seguir disfrutando, entonces fue cuando ella metió dos dedos y comenzó con el vaivén, chupaba mi clítoris.

Estaba flotando, pero ya no pude contenerme más y me corrí entre unas salvajes contracciones, ella dejó sus dedos dentro y no dejó de lamerme lo que intensificó más el orgasmo, yo gemía, mi espalda tensa, mi cuerpo sudando, me quedé extasiada, había sido el mejor sexo que había tenido nunca.

Ella vino hacia mi nos besamos, intenté tumbarla, pero por mi cansancio la poca resistencia que hiciera, para mi era demasiada, así que me miro con amor y me dijo:

tranquila, descansa Sam, tenemos toda una noche y mucho tiempo para que me pagues jajaja.- su sonrisa me trajo una brisa fresca y la volví a besar, estaba en el cielo, esa rubia era mi ángel.

Bueno, pues entonces deja que descanse, que te espera una noche movidita jajaja.- me acarició y me besó la mejilla, antes de dormir tenía que preguntarle algo.- oye, ¿por qué no me llamaste cuando me fui?- intentaba picarla un poco.

Porque yo sabía que necesitabas pensar sola, reflexionar acerca de todo.- me besó de nuevo, esta vez en la boca, al cabo de un rato acariciándonos nos dormimos, mañana sería otro día y yo le debía algo