Huyendo en familia (8)

Esto es algo que nunca le escucharán decir a un hombre: “Deja de chupar mi pene o llamaré a la policía”, George Carlin. Relato en 11 trozos.

HUYENDO EN FAMILIA

(8-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Decir que estaba afrentada de tener una hija con aquellos colgajos por todas partes, era mentir, pues quería a su hija tal como era.

Como siempre que se duchaban juntas, la madre ayudaba a su hija en aquellos sitios que difícilmente podía llegar, como era su nalgar, donde abriéndolos al máximo, profundizaba con sus manos para enjabonarla bien y no dejar malos olores que luego detestaran. Así y todo, ellas tenían un secreto que no dirían a nadie, pues desde hacía tiempo las dos se consolaban como podían cada noche, sorbiendo cada una los jugos de la otra de sus siempre lubricadas vaginas.

En el mismo baño, madre e hija al ver que Marcia y yo nos dimos gusto, ellas no iban a ser diferentes y levantando las piernas hasta donde podían ambas, la otra le comía el chumino hasta hacerlas correr de puro placer libidinoso. Una comida de boca y respirando hondo, se secaron y salieron del baño más fresas que unas rosas.

También habían salido con una toalla alrededor de sus cuerpos. El de Sonia, hija de hija, casi no la cubre toda y tenía que mantenérsela bien sujeta con las manos. Sería digno de ver aquel cuerpo rollizo y follármelo a toda mecha.

Ya en la mesa y con todo el mundo con un albornoz cubriéndonos, nos tomábamos una sopa de pollo con fideos de sobre, rápida de hacer y muy nutritiva, pero que te dejaba la barriga como si no hubieras comido nada. Curioso sin duda.

Una vez comido todo el mundo, mientras ellas limpiaban la cocina, yo revisé todas las puertas y ventanas de la casa.

. - es concienzudo Salvador, mamá -dijo Sonia-hija a Marcia-.

. - sí, hija. Muy concienzudo. Por eso sigo con vida todavía. Vamos a descansar, que mañana es otro día.

. - ¿y Salvador?

. - dormirá a mi lado, claro.

. - ¿no intentará nada conmigo o con tu nieta…?

. - si así fuera, ¿os quejaríais? –dijo sonriendo-.

. - bueno, madre. Me estoy divorciando y…

. - y nada. No seas tonta. No soy celosa. Esto se acaba cuando la amenaza contra nuestras vidas se acabe. Así que, ¿por qué no disfrutarlo ahora que podemos? -la vieja sabía que después de recuperar sus vidas, no iba a estar todo el día tras su culo, pues me debía a mi trabajo, a mi familia y después si había un hueco, a mis amantes externos, que iban aumentando exponencialmente-.

. - yo quiero disfrutarlo y que él disfrute de mí –dijo la nieta ante la perplejidad de su madre-.

. - hija –casi gritó-.

. - ¿qué, madre?, ¿que, por ser gorda, no puede disfrutar un tío hecho y derecho como Salvador con mi cuerpo?, le puedo dar un plus si le gustan las rellenitas como yo –dijo ella abriéndose el albornoz y enseñando su masa cárnica que era más que abundante, abundantísima-.

. - coge nota, hija y no seas tonta. Vamos a la cama pues y rezad para que os elija a una de vosotras. Yo ya estoy servida por esta noche –dijo sonriendo la muy jodida-.

Después de hacer mis necesidades, me fui a la cama. La luz estaba apagada y así la dejé. Me acerqué a la cama y me tendí por donde había un espacio. Luego me di la vuelta y me abracé a la que estaba más cerca. Viendo que era gorda de cojones, supuse que era la nieta.

. - disculpa, creí que era…

. - no importa –dijo la chica, apretándose aún más contra mí pecho los suyos. Sonreí. Las otras dos mujeres no resollaron. Eso me dio pie a mantenerme en aquella posición-.

Cara con cara, nuestras respiraciones se mezclaban. Noté que estaba nerviosa, algo lógico.

Comencé besándole la frente y bajé hasta su boca. Nerviosa al principio, fue de lo más receptiva después, comiéndose mi boca y yo la de ella, mientras le metía mano por entre el albornoz. No podía abarcar todo su pechaje, pues era enorme. Aun así, usé ambas manos para adueñarme de uno solo de ellos mientras seguimos besándonos.

Lo siguiente fue bajar lo justo para comerme cada uno de aquellos melones maduros, los cuales estaban reinados por unos duros pezones que disfruté e hice disfrutar, haciéndola gemir como lo hacía su abuela. Nadie dijo esta boca es mía y proseguí.

Bajé y bajé besando cada pliegue de aquel grasiento cuerpo, hasta llegar a su entrepierna. Ella casi gritó de pasión. Y más gritó cuando le enterré mi lengua en su vagina, en busca de su clítoris que me costó localizar entre aquella masa de grasa.

Gemía como si la estuviera matando y así era, matándola de puro placer bucal.

Tenía sueño y también tenía ganas de clavársela a la gorda nieta, así que me fui a por ello. Agarrándome de sus tetas, avancé hacia arriba y se la enterré de un solo tajo. Gritos de dolor-placer se sucedieron mientras la empalaba con mi polla. No cejé hasta que la corrida no estaba en camino. Aun así, continué, a pique de preñarla en un 99% de las posibilidades. Así soy yo de macho.

Cuando la razón volvió a mis neuronas, me salí y llevándole mi polla a sus labios, la hice tragarse mi suculenta herramienta del placer. Mamaba como si fuera la última polla que se tragaría en este puto mundo y claro, llegó un momento en que no pude frenarme más y exploté, vaciándome cual cántaro en su grandiosa boca de hija de puta o, mejor dicho, nieta hija de puta.

No dejé que se la sacara hasta que no había nada que mamar, solo entonces me desinflé encima de ella y allí me quedé, entre sus portentosas tetas.

Cuando no pude dejar los ojos abiertos por el cansancio supino, simplemente me dormí allí mismo, oliendo a carne quemada que era su grasiento cuerpo después de haberla follado y dado placer hasta reventarla.

En resto de hembras, la follada incluida, fueron también cerrando los ojos hasta que allí nadie quedó en vela, todas soñaban con una polla que unas ya habían probado y otra esperaba probarla más pronto que tarde, pues era algo que toda mujer desea tener dentro de sí y no en la vagina o culo de otra que no fuera ella, así de avariciosas son las mujeres calienta-pollas de este perro mundo.

Me levanté como un autómata y me dirigí al baño. Allí me eché la meada de rigor. Una vez seca mi polla, le pasé el dedo por la punta de mi polla y me lo llevé a la boca, fantástico. Estaba orgulloso del trabajo que me hacía mi polla, siempre a piñón fijo, como empezaba a estar ya, pues el empalme se notaba a ojos vista.

Aun medio adormilado, salí del baño y oyendo bajito la televisión, hacia allí me dirigí. Era la hija de Marcia y madre de la nieta gorda y follada la noche anterior.

. - buenos días –le dije-.

. - hola, buenos días –respondió-.

Me senté frente a ella, con el televisor a un lado de ambos.

. - ¿Algo nuevo en la tele?

. - no, lo de todos los días.

. - siento haberte dado el espectáculo anoche. Primero con tu madre y luego con tu hija.

. - bueno, una se hace a todo –dijo ella removiéndose en el asiento, estaba en bata-.

. - perdona que sea algo crudo, pero entre que tu madre que tiene una almeja pezuña de camello que es una delicia comerme y de que tu hija la heredó y también me gustó disfrutarla, se me fue el santo al cielo.

. - sí, eso de las pezuñas de camello son una herencia de todas las mujeres de mi familia.

. - ¿también la tienes tú?, no puedo creerlo.

. - miralo tú mismo si no me crees –dijo apartándose el albornoz y abriéndose de piernas. Sí, era una copia de sus congéneres familiares-.

. - la ostia puta, lo que habréis disfrutado tú y tu marido metido todo el día entre tus piernas-.

. - para nada, no era de comer almejas, al menos la mía, pero si posiblemente la de otras pelanduscas.

. - ¿entonces no te la estrenó?

. - para nada.

. - vaya estúpido el tío, sería un afortunado si me invitaras a comértela aquí y ahora.

. - ¿y a qué esperas, joder?, estoy que no paro de correrme desde que llegué a esta casa -dijo sacándose la ropa de encima, quedando en pelotas. Sonreí como un cabronazo que era-.

Ya antes de llegar ante ella, me había sacado mi albornoz de encima y despelotado como ella, me metí entre sus piernas para comerme tan suculenta ambrosía del placer.

Efectivamente, estaba más que corrida y su zumo fue un deleite tomármelo bien calentito.

. - mira abuela, mamá también cayó en las redes de Salvador.

. - ya lo veo, este Salvador no deja un coño con vida.

. - no molestéis chicas, que estoy ocupado –dije casi sin girarme-.

. - toda para ti solito, mi semental. Nosotras solo somos unas mironas de cuidado –dijo la abuela y se sentó a la derecha, su nieta lo hizo a la izquierda de su madre.

Los gemidos de Sonia madre llegaban a la Cochinchina. Aquello de los gritos del placer era también cosa de familia.

Una vez saciado de su coño, avancé con mi lengua hacia arriba y disfruté cada recoveco de su espléndido cuerpo, donde sus pechos fueron un plus que devoré con ansia.

Caliente como me tenía, la cogí y levantándola a pulso, me senté donde ella y la encajé encima de mi polla mientras disfrutábamos de la boca el uno del otro.

Las levantadas y bajadas hacia mi polla eran apoteósicas y los gritos también.

Como la hembra ya era toda mía y podía dar un paso más, me la saqué de encima y poniéndola apoyada en el sofá, le abrí bien de piernas y se la encajé de un solo golpe. Fue tremendo el alarido que di la tía, aun así, no hice ni puto caso, pues proseguí dándole leña de la buena.

Sus jadeos y ruegos insonoros salían por su boca y como no oía los ruegos para que no siguiera rompiéndole el ojete, pues no paré hasta que me corrí en su puto culo, vaciándome allí mismo.

Resoplamos los dos, para ponerme después a tomarme mi leche directamente de su culo con mi lengua profundizando en todo su ojete.

Cuando terminé, me la llevé de la mano al baño y allí después de darle una nueva comida de coño corrido al máximo, la puse a mamarme la goteante polla. Luego nos dimos una ducha que no acabó hasta que me la mamó de nuevo, hasta dejármela hecha unos zorros. Así de caliente me ponía aquella perra en celo.

Con el brazo encima de los hombros de la gordita Sonia, recorrimos el supermercado, mientras su madre y su abuela iban delante con el carro cargando la mercancía.

De vez en cuando le acercaba su boca a la mía, sin importarme tener o no otros clientes delante o a su propia madre o abuela. Sonia no se quedaba atrás. Cuando encontrábamos un lugar solitario, le metía mano a su ojete bajo la falda mientras me la comía a besos.

Al oído, le susurraba frases calientes.

. - me gustaría romperte el culo aquí mismo, cariño –le dije guiñándole un ojo-.

. - nunca lo he usado, ¿podrás no follarme como lo hiciste con mamá?

. - en tu honor usaré vaselina, pero no me pidas que no disfrute cuando rompo un culo, sabes lo que me gustan y el tuyo me pone a cien, si no, mira cómo me tienes –le dije cogiéndole la mano y poniéndosela en mi paquete en un momento donde no había nadie cerca-.

. - mira que estás caliente, Salvador. Vale, lo haré por ti, no quiero ser la única con la que no disfrutes follándote su culo.

. - así se habla, cariño –besé largamente sus labios, hasta hacerle daño-.

Me separé de ella y me acerqué al carro que ya estaba casi lleno.

. - dejadme que lo empuje yo ahora. Estará pesado para vosotras.

. - gracias, cariño –dijo besándome los labios Sonia-madre-.

Acabamos de comprar el material y pasamos por caja. Luego nos fuimos a un chiringuito donde pedimos el almuerzo. Joder, como tragaba mi gordita, así tenía aquel cuerpazo tan grasiento que me la ponía dura de solo pensar en sus enormes y flácidas nalgas y, sobre todo, de lo que tenía entre ellas, su enorme ojete que pronto rompería a tutiplén.

Mientras tanto, a varios kilómetros de allí, dos tíos discutían a tortazo limpio. Bueno, uno más que otro.

. - gilipollas de los cojones, ¿qué tengo que hacer para que termines el puto trabajo? –le dijo el que zurraba la badana al otro-.

. - mi amor, estaba con un tío que me lo impidió interponiéndose entre la vieja y yo.

. - ponte a cuatro patas, cabrón de mierda –más que decirlo, lo puso él mismo-.

Bajándole los pantalones violentamente, se sacó la minga endurecida por el deseo y se la clavó hasta los huevos, rompiéndole una y otra vez el culo a su socio y amante.

. - sí, sí, dame fuerte, mi amor. Fóllate a este puto maricón. Aaaahhhh, aaaahhhh, sí, me gusta, me gusta que me rompas el culo, amor mío.

. - debería meterte un palo por el ojete y que veas las estrellas, pero entonces no podría seguir disfrutando de tu puto culo, mamón. La próxima vez sí fallas, te lo meto, te lo juro cabronazo.

. - no fallaré, no fallaré, pero no dejes de romperme el culo mi amor. Oooohhhh, qué bueno, qué bueno, sigue, sigue, oooooooooohhhhhhhhhh –se corrió el follador, vaciándose y cayendo encima del follado-.

Con la misma, le hizo dar la vuelta y lo puso a mamarle la polla corrida. Sin duda tenía un buen perro faldero que se corría de gusto solo con obedecer a su amado follador.

Cuando dejó su polla echa un acordeón, se tendió en el suelo y el follado le puso el culo encima. Casi solo con la fuerza de la gravedad se tomó buena parte de su leche, pero añadió su lengua y un par dedos y lo dejó sin corrida en aquel culo que lo ponía como loco cuando lo tenía delante. Luego y sin cambiar de posición, el de arriba le entregó su polla para que se la mamara y pudiera descargarle la tranca, cosa que hizo rápidamente pues ya se estaba corriendo hacía un buen rato.

Más tarde, cuando ambos se habían dado una ducha previa a una mamada general y estaban de nuevo abrazados junto a un televisor apagado, perfilaban la siguiente jugada.

. - sabemos que mi puta mujer y la gorda de su puta hija están con la hija de puta de la vieja cabrona. En vista de que ya no están en el apartamento donde se metieron la vieja y el escolta y de que iba a reunirse mi ex con ellos, hemos de suponer que seguirán juntos en otro lugar. Mandaré un correo a la zorra de Sonia y le diré que quiero hacer las paces. Quedamos en algún lugar, no asistiré y cuando regrese con los demás, les caemos encima y nos cargamos a todos como si fuera un crimen contra el juez y su familia por las amenazas que previamente hemos mandado al maricón de mi cuñado. Quiero toda la pasta de la vieja, pues después nos encargaremos del mismo juez. Todo se lo achacarán a alguien que se la tenía jurada al juez y yo saldré de rositas, pero con millones en mi bolsillo. Luego nos damos la vida padre en Cancún follando como locos tú y yo.

. - eres un artista maquinando cosas, polla mía. Me alegro de ser tu juguete preferido. Solo echo una cosa en falta.

. - ¿qué mi amor?, ¿no te lo he dado todo?

. - no, todo no. Aún no he podido probar tu culo, cariño y lo necesito para realizarme personalmente. Siempre eres tú el que me jode y yo no puedo hacer lo mismo y disfrutarlo como es de ley.

. - ya te he dicho un millón de veces que me operé de almorranas y desde ese día lo tengo muy delicado. Una vez intenté que me follara un chapero de 14 años y vi las estrellas, así que no puede ser. Mi culo es tabú. Si hasta cuando cago me duele. Lo siento, amor mío, pero no puede ser. Cuando tengamos el dinero, te buscaré un buen culo donde la puedas meter, es más, la meteremos los dos al mismo tiempo, siempre hay maricas a los que les gustan no una sino dos y hasta tres pollas en sus putos culos. Lo vamos a pasar de puta madre, cariño mío. Ahora déjate de coñas y ponte a cuatro patas que de nuevo estoy que reviento.

No tuvo que repetirlo, pues su perro faldero ya estaba en pelotas con el culo en alto y a cuatro patas. El susodicho follador se la encajó a lo bestia, como le gustaba y sabía que le gustaba a su amante maricón de los cojones.

. - ¿dónde, amor mío? –dijo Sonia la gorda, cuando estaba con un pezón de su abuela en mi mano y al mismo tiempo viendo la televisión. Venía desnuda y con un tubo de vaselina en una mano-.

. - abuela, ¿ha visto algo más bonito que tu nieta?

. - sin duda está cañón mi niña.

. - acércate, cariño –le dije-.

Ella, sonriendo se llegó ante nosotros. Sin levantarme le puse mis dos manos rodeándole uno de sus tobillos y fui subiendo mientras besaba cada centímetro de su piel. Luego la entrepierna, sin tocar su vulva, para luego darle la vuelta y ponerle las manos en cada nalga fofa, que me la ponía dura.

Le apreté la grasa de ambas nalgas y separándolas a ambos lados, metí mi lengua en su oscuro y profundo culo.

. - este culito va a ser para mí, ¿verdad cariño?

. - sí, mi amor. Todo tuyo.

. - veo que vienes preparada con la vaselina, hija.

. - sí, abuela. No quiero que me duela tanto como a mamá.

. - pero hija, ¿vas a privar a Salvador de disfrutar de tu dolor culero?, no le hagas eso a nuestro Salvador, cariño.

. - pero abuela, me dolerá.

. - es lo que más les gusta a los hombres, cariño, nuestro dolor. Solo serán las próximas veces, luego todo es disfrute sublime cada vez que nuestro Salvador nos encule –dijo metiéndome mano y adueñándose de mi polla que ya estaba que reventaba-.

. - ¿es verdad, Salvador?, ¿es verdad que os gusta que nos duela?

. - cariño, tampoco es eso. No nos pongas como unos insensibles, pero algo de verdad hay en ello. Los hombres somos muy cabrones, esa es la verdad.

. - bueno, si tanto os gusta, no usaré la vaselina.

. - gracias, cariño.

. - hija, muerde un paño o algo parecido, así no harás que vengan los vecinos.

. - abuela, mira que me echo atrás.

. - tranquila, mujer. No es para tanto.

. - bueno. ¿Dónde, mi amor?

. - mira, aquí mismo. La cama la usaremos esta noche.

En el dormitorio, Sonia-madre, rebuscaba en mi bolsa de viaje y encontró la batería y el chip de su teléfono. Los conectó y vio que tenía un mensaje de su próximo ex marido. Después de memorizarlo, volvió a sacar la batería y el chip y dejarlo todo como estaba.

Yo ya tenía el coño de Sonia-hija en mi boca, haciéndola retorcerse. En eso llegó Sonia-madre vestida de calle.

. - salgo un momento.

. - hija, ¿no vas a presenciar el desvirgamiento anal de tu hija?

. - vengo enseguida, me he quedado sin compresas.

. - que una madre se pierda algo tan importante para una hija, no lo entenderé nunca –dijo la abuela-.

Sonia continuó hasta la puerta y desapareció.

Estuve dándole placer bucal y vaginal con mi polla a la gorda Sonia hasta derretirla de tantos orgasmos que le hacía fabricar.

Su gordo culo pronto lo puse en alto, mientras su abuela le cogía de ambos brazos y ella mordía un paño anudado con la cabeza metida entre las piernas de su abuela.

Cuando el momento llegó, como era de esperar, no la avisé y entré en su culo como un elefante en una cacharrería, derribándolo todo.

Entraba y salía de su culo que era un gusto para mi ego sin fin. Ella, roja como un tomate, aguantaba los embates de su enculador, no pudiendo ni respirar del dolor que le estaba produciendo en su agujero cagón. Fue una follada sin fin, tanto que las gotas de sudor me caían cual catarata de la frente y pasaban a las anchas espaldas de mi gorda favorita, al menos en esta putañera casa, que en la mía propia había otras dos gorditas que me daba gusto follármelas, lo mismo que ésta que tenía entre mis piernas y es que las gordas no sé qué me dan, que disfruto un poco más que con el resto de las mortales, sobre todo cuando me las follo a cuatro patas.

Cada vez tenía menos fuerza, hasta que el cansancio me venció y la corrida salió sin casi avisar, inundando su orondo culo con mis vitaminas lácteas fabrica-bebés.

Me quedé extenuado encima de su espalda. Cuando cogí resuello, le quité el trapo de la boca y esperé, pues ella misma estaba que se asfixiaba al no poder respirar correctamente al sentir tanto dolor que se lo impedía.

Una vez me recompuse mínimamente, le separé el nalgar y enterré allí mi boca buscadora de espermatozoides. Les dije que el culo no era el sito para fabricar bebés, así que los devolví a mi garganta para que ellos mismos se fueran a los huevos otra vez. Lo malo era que se perdieron por el camino y no volví a oír de ellos.

Una vez acabada la follada, dejé que la abuela se tomara los goterones de mi polla, para después llevarme a la nieta al baño y allí darle un masaje anal con mi lengua para repararla un poco. Luego la llevé a la cama y allí nos tendimos hasta que los dos nos quedamos dormidos, yo antes que ella, claro.

Varias horas después, venía de camino al edificio, Sonia-madre, maldiciendo a su puto ex que la había dejado plantada.

Desperté molido por la follada que le hice a la gordita Sonia. Aun así, aún tenía para dar y tomar, pues mi polla era la campeona en ponerse en forma. No quise ni rosar a la chica, no fuera que se despertara y no era plan que lo hiciera y así sentir el dolor que aún debía tener acumulado en su culo, pues supuse que era como una quemadura que seguía doliendo horas después de producirse.

Salí de la habitación desnudo como estaba y me fui a echar una carta certificada. Cuando estaba cagando, llegó la abuela.

. - hola mi amor. ¿Quieres que te riegue con mi lluvia dorada?

. - ¿y por qué no? –dije cuando solté la cagada. Sonreí y esperé. Ella se sacó la ropa por encima y desnuda, levantó una pierna y se la sostuve a la altura justa. Luego comenzó a llover maravillas en mi cara.

Abrí la boca y disfruté del momento. La que salía de mi boca llegaba a la vasija pasando por todo mi cuerpo, mojando mi polla y mis huevos.

Solo tragué una mínima parte, el resto salió hacia abajo. Una vez dejó de llover, le acerqué el coño y con mi lengua le hice una paja de cojones a la abuela.

Terminado de comer coño y acabé de cagar, me limpié el trasero, para luego ella sentarse y esperar. Sonreí, pues quería mi lluvia dorada, cosa que le entregué de inmediato, regándole la boca.

Esta vez sí tragó con mesura y el resto se fue a la vasija, pasando por su coño. Un morreo final y pasamos a la ducha.

Nos revolcamos allí, comiéndomela viva, para luego darnos una ducha merecida el uno al otro, y es que sobar aquellas tetas suyas me ponía a cien y no quería acabar nunca, sobre todo cuando le metía varios dedos en la vagina hasta ponerla a gritar de placer.

Mientras, Sonia-madre entraba en casa después de su periplo en busca de su ex marido.

Antes de que cerrara la puerta, dos personas la empujaron y se metieron sin avisar. A una la conocía muy bien.

. - hola cariño –dijo y le dio una ostia en toda la boca que la tiró al suelo. Aun sin recuperarse y con sangre en los labios, la levantó cogiéndola por los pelos- ahora vas a estarte calladita, amorcito y harás todo lo que yo te diga -le dijo al oído-.

Tubo que amenazarla con un cuchillo para que caminara. Estaba aterrada y, sobre todo, dolorida, pues la boca la tenía echa un poema.

Con ella cogida por un brazo y el cuchillo cerca de la yugular, recorrieron las habitaciones, hasta llegar al baño y vernos a la abuela y a mi disfrutando como Dios manda. En aquel momento la abuela estaba de rodillas con mi polla en su boca dándome un placer indescriptible e intentando revivir mi polla y a fe mía, que lo estaba consiguiendo.

Cuando alguien soltó un taco, supe que no estábamos solos. Miré y allí estaba Sonia-madre con un cuchillo en el cuello y otro tío que conocía muy bien, con una pistola de pequeño calibre tras el tío del cuchillo.

. - salid de ahí, amantes de pacotilla o rajo a esta puta aquí mismo.

. - tranquilo, ya salimos –dije mientras la abuela sacaba lentamente mi polla de su boca. Una pena, pues me había dejado a medias. Luego, cogí dos toallas, le di una a mi amante y otra para mí, nos secamos, para luego ponérnoslas alrededor de la cintura. Ella, tapándose los pechos también-.

De esta guisa llegamos todos al dormitorio y sacaron a rastras a Sonia-hija que aún dormía. La pobre no sabía dónde coño estaba, si era en un sueño o en el mismo infierno.

Nos llevaron a todos al salón y nos tiraron como perros, al suelo.

. - Vaya putiferio que tenemos aquí, el tío se folla a la vieja, también a la gorda y claro, a mi mujer también, seguro.

. - pronto seré tu ex mujer, capullo –le dije Sonia-madre-.

Un nuevo guantazo, esta vez con la mano abierta y salió despedida de nuevo. Me revolví para darle su merecido, pero un rápido movimiento del que tenía la pistola y me frené en seco.

. - la otra vez tuviste suerte en el restaurante, pero se te ha acabado. Muévete y te dejo seco de un tiro, cabronazo –dijo el del cuchillo de la otra vez-.

. - sois unos cerdos, no respetáis nada –le dije-.

El del cuchillo me dio una patada en todo el pecho, lanzándome hacia atrás. Joder, como tenga una oportunidad, verá lo que es bueno…

. - tú a callar. Aquí los que hablan y mandan, somos nosotros. Despelotaros todos, venga coño -dijo el ex-.

Nos arrancó las toallas a la abuela y a mí. A Sonia-hija no hacía falta, dormía desnuda y así estaba.

. - ¿a qué esperas, zorra? –le dijo a la dolorida que estaba toda vestida y en el suelo-.

Ante una señal a su pupilo, el de la pistola comenzó a arrancarle la ropa a zarpazos, mientras ella se resistía. Al rato, Sonia-hija parecía que era Robinson Crusoe, en hembra, llevando años perdido en aquella isla. Aun así, siguió tirando de telas aquí y allá hasta dejarla en bolas, siendo lo último que le quitó las bragas, que ya no servían ni para limpiar los cristales de un catalejo.

. - así me gusta, amor mío –dijo dándole un beso de tornillo mientras no nos perdía de vista, sobre todo a mí. Luego ellos también se desnudaron, quedando allí todo el mundo con las pelotas o chumino al aire-.

No sé de dónde las sacó, pero aparecieron en sus manos un atado de bridas policiales. Uno a uno nos fue atando las manos a la espalda con ellas, mientras estábamos de rodillas.

. - ¿por qué nos estás haciendo esto, degenerado? –dijo la abuela furiosa-.

El tío no tenía compasión con nadie. Le soltó un guantazo que cayó de lado con la nariz sangrando.

. - degenerado hijo de puta –reafirmé yo- deja en paz a las mujeres. Métete conmigo, mamón-.

Como si diera el pistoletazo, a una, los dos tíos comenzaron a darme patadas a diestro y siniestro hasta dejarme las costillas hechas puré, los hematomas aparecieron enseguida y el dolor era mayúsculo. Aun así, aguanté el embate de patadas.

. - dejarlo, que lo matáis –gritó llorando Sonia-hija-.

Dejaron de darme leña, pues estaban sudorosos, gracias a Dios o me quedo en el chasis.

Con la misma nos pusieron a todos de espaldas a ellos y de rodillas. Uno a uno, nos hicieron hacia adelante y nos quedamos a cuatro patas, luego se echaron a reír como dos locos que eran.

. - ¿has visto qué panorama?, ¿por cuál empezamos primero?

. - la gordita, me gustaría joder a la gordita.

. - pues vamos a ello y no tengas prisa, que tenemos faena para un buen rato.

El socio se subió encima de la chica y cogiéndole las tetas, se las apretó de tal manera que gritos de dolor salieron de su boca, para luego y sin previo aviso, meterle la polla por el culo. Sus gritos aumentaron exponencialmente. Cuando uno u otro intentábamos decir o girarnos, el otro mamón, nos daba una patada en las costillas, así que la chica fue follada sin compasión. Sin duda lo estaba pasando de pena después del enculado que le había hecho horas antes.

Cuando se cansó, se la sacó riendo como un poseso.

. - pero que culo más sabroso tiene la tía. ¿Ahora donde la meto, mi amor?

. - ¿no querías meterla en el culo de un tío?, pues aquí tienes uno. Además, ¿No le tenías ganas?, pues aprovecha cariño.

. - sí, a este hijo de puta me lo voy a encular también.

Fue ponérseme detrás y clavarme su tranca hasta los huevos. Aguanté la follada, una más de las que me he tragado.

. - este cabrón no se inmuta, mi amor. ¿Será maricón también?

. - ahora veremos si se inmuta o no. Déjame sitio, se la voy a meter con la tuya dentro.

. - Dios, no hagáis eso que lo matáis -dijo la abuela-.

. - calla, bruja, que enseguida te tocará tu turno –dijo el jefe y comenzó a penetrarme sin vaselina ni nada-.

La ostia puta, me gustaban las pollas, pero de una en una, joder. Apreté los dientes y aguanté, pero, aun así, el dolor era enorme. Con lágrimas en mis ojos me follaron y follaron hasta que el primero que me la metió, se corrió, aflojando un poco la presión anal. El otro, como si nada, seguía dándome polla culera a destajo hasta que vi una oportunidad de revancha.

Como tenía las manos atadas a la espalda, las pollas estaban bien cerca de ellas. Entonces me alcé lo justo para llegar con ellas hasta mi ano y allí atrapar, como si fueran garras de halcón, ambas pollas con mis manos con tanta fuerza que los tíos gritaron hasta ponerse rojos cerúleos. Al mismo tiempo yo mismo me saqué ambas pollas de mi culo y sin soltarlas, me impulsé hacia arriba con las piernas de golpe. Los gritos aumentaron que no veas, pues casi tenía en el aire a aquellos dos malnacidos cogidos por sus pollas.

De inmediato las solté y dándome la vuelta, comencé a patearlos hasta que ninguno quedó con su arma. Estaban medio grogui, aun así, intentaron ir a por las armas y allí fue donde me di gusto a reventarles los cataplines a patadas. Se olvidaron de las armas para cogérselos, pero ni por esas, pues le solté a cada uno una patada en la quijada, que los mandé a sobar la mona.

Rápidamente y antes de que se despertaran, recogí del suelo el cuchillo y corté la brida a Sonia madre que era la más cercana. Luego ella me la cortó a mí y mientras recogía la pistola, liberaba a su hija y a su madre.

Con las armas en mi poder, busqué un par de bridas y los até de piernas y manos, pero por delante. Luego fui a interesarme por Sonia-nieta.

. - ¿cómo estás, cariño? –le pregunté ayudándola a tenderse de lado en el sofá grande-.

. - me duele, me duele mucho.

. - te llevaremos a un médico enseguida, cariño.

. - no, no quiero médicos, lo que quiero es matar a ese malnacido –dijo entre dolores-.

. - no lo hagas querida, no podrás vivir con ello. Yo estoy acostumbrado, pero tú no.

. - quiero que sufran antes de entregárselos a la policía.

. - eso sí lo puedo hacer.

. - mi amor –dijo Sonia-madre- tengo un secreto que te puede ayudar con mi ex-.

Acercó su boca a mi oído y me dijo el secreto del mamón aquel.

. - ¿te atreves?

. - ¿que si me atrevo?, vaya si me atrevo y con los dos.

Dejé a la chica gordita al cuidado de las dos mujeres mayores y me fui hacia los aun dormidos criminales. Les di sendas patadas y se despertaron entre dolores.

. - parece que las tornas se viraron en contra vuestra, mamones.

Cogí un par de bridas y me acerqué al primero, que era el pelota y amante de su socio de fechorías. Le enganché la brida de sus manos, con otra, que enganché también a las de las piernas y cerrándola, quedó el tipo encogido. Se quejó, claro, pero me importó una mierda. Luego hice lo mismo con el jefe.

. - ¿qué haces, tío? –dijo el ex-.

. - ¿tú qué crees, macarra? –le dije pasándole la mano por detrás hasta los huevos, dejándola allí mientras se los sobaba-.

Cuando se los apreté y gritó, las chicas se alegraron.

. - dinos por qué de todo esto. ¿Por qué has intentado matar a la abuela y ahora estas aquí?, habla o me hago una tortilla con tus huevos –dije apretándoselos más aún y más gritos dio el tío-.

. - hablaré, hablaré, pero deja mis huevos, aaaahhhh.

. - habla, si hablas aflojo y si dejas de soltar por esa boca, vuelvo a apretártelos, así que empieza –y volví a apretar-.

. - vale, vale. Todo es por la herencia de la vieja –el tío paró y apreté- sigo, sigo. Mandé los mensajes de amenaza a su hijo para despistar y que creyeran que era alguien que se la tenía jurada al juez.

. - Para cobrar la herencia tendrías que matar a toda la familia, ¿me equivoco? –dio la callada por respuesta, así que le apreté fuertemente los huevos al tío-.

. - sí, sí, siiiiiiiiii, joder sí, iba a matarlos a todos antes de que me divorciara de Sonia.

El silencio se instaló en el salón. El temblor también se instaló en las mujeres, hasta que Sonia-madre corrió a la cocina y regresó con el cepillo y dándole la vuelta, le enterró el palo en el culo al perrito faldero de su marido.

Los gritos del desgraciado fueron espeluznantes, pero aun [U1] así, siguió apretando, hasta que tuve que detenerla o se lo iba a cargar.

. - vale ya, cariño, lo vas a matar.

. - que se muera por lo que le hizo a mi niña y por querer matarnos a todas. Ahora cumple tú tu parte –me dijo mirándome a los ojos-.

Comprendí que debía cumplir. No tenía muchas ganas de hacerlo, pero se lo merecía por criminal, pues una vez preso, si no se lo follaban los demás presos, se iba a escapar de rositas.

. - ¿qué vas a hacer, malnacido? –presintió algo el marido aún, pues estaban en trámites de separarse-.

No le respondí, lo que sí hice fue meterle un cacho de mantel que encontré en toda la boca. Con él en silencio, le di la vuelta y cuando tenía su ojete bien a la vista, se la enterré hasta el fondo. La cara y los ojos del tío me decían a las claras que le estaba haciendo daño de verdad. Aun así, fui un hijo de puta y no dejé de follármelo hasta que se desmayó, sacándosela de inmediato, no fuera a apresarme la polla con su ano. Luego le saqué el trapo para que pudiera respirar y no se nos muriera allí mismo el desgraciado.

. - ¿esto es lo que querías, Sonia?

. - sí, ni más ni menos. Que se joda por cabrón. Una pena que solo se haya desmayado y no se haya muerto.

. - espero que no, nunca se me ha muerto ningún tío cuando me lo follaba. Será mejor llamar al juez y que ponga en marcha la maquinaria de la ley.

La llamada al juez la hice en caliente, ahora que lo tenía todo fresco, pues además de que quería que se llevaran preso a aquellos dos, también quería que atendieran a Sonia-nieta y de paso exponerle los hechos acaecidos desde la llegada de los dos delincuentes a aquella casa, desde las violaciones por parte de ellos, hasta las nuestras.

El juez me dijo que lo arreglaría todo y así fue, como no podía ser de otra manera, siendo tapado todo entre jueces y amigos de jueces.

La cosa fue rápida, se omitió lo más escabroso y se fue por la vía rápida, detención y entrega a los médicos de los criminales y revisión profunda de Sonia-nieta. Una vez fuera del hospital, unos fueron a prisión y ella, a casa de su abuela.

Yo pasé un día extra cuidando de ellas por si las moscas, tiempo que pasé en los brazos de las tres. Sí, de las tres, pues hasta en los de Sonia-nieta me pasé el día, hembra, que, aunque no pude enculármela por lo obvio, su vagina estaba en perfectas condiciones de ser follada, y más si era ella la peticionaria de tales afectos carnales.

Sabedoras de que la jodienda a todas horas se acababa, pues tenía una familia a la que satisfacer también, me dejaron seco de leche, de saliva y de energías.

(Parte 8 de 11)

FIN

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