Huyendo en familia (7)

Esto es algo que nunca le escucharán decir a un hombre: “Deja de chupar mi pene o llamaré a la policía”, George Carlin. Relato en 11 trozos.

HUYENDO EN FAMILIA

(7-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Era un mago haciendo malabarismos. Estaba desnudo también. La gente le aplaudía, lo mismo que yo cuando sacó de la vagina de una asistente un huevo.

. - este tío es un cachondo.

. - que tenga cuidado, no vaya a recibir un guantazo de algún marido celoso.

. - esa es otra –reí-.

Pasamos un rato allí, para luego seguir paseando.

. - cuando quiera volver, me lo dice.

. - la noche esta bonita. No tengo sueño. ¿No fue eso lo que dijo antes?

. - perfecto. ¿Ya no se avergüenza de estar desnuda por la calle?

. - por esta calle, no. Pues todo el mundo está igual. Otra cosa seria por la ciudad ir en bolas, ni loca –dijo riendo. Yo la coreé-

. - sí, la hubieran encerrado por escándalo público-.

. - por suerte tengo un hijo juez que me sacaría enseguida.

. - pero el bochorno no se lo quita nadie.

. - es verdad. Espero que no me hagan fotos a escondidas. No me gustaría salir en una revista del corazón.

. - están prohibidas, aunque cosas peores se han visto. Además, al estar prohibidas, no las podrían publicar sin ser multados. Otra cosa sería fuera de las instalaciones, ahí si las podrían imprimir.

. - Empieza a correr una pequeña brisa, ¿nos vamos, por favor?

. - por supuesto.

A paso normal regresamos a la habitación del hotel. Una vez dentro, ella se puso un pareado que hacía de lo más turgentes y provocativos sus sabrosos pechos que se movían que era un gusto mirárselos, aún más que si estuviera desnuda como antes y es que la mente se inventa unas cosas…, luego se sentó a ver la televisión. Yo me fui a dormir un par de horas antes de salir de nuevo para cumplir con la familia liberal.

Una hora después de estar viendo la tele y de haber estado jugando con su clítoris para darse placer por tantas pollas que había visto, la dama se fue a acostar. Me vio tendido cuan largo era. Seguía desnudo en posición fetal. Se me quedó mirando los huevos, pues por la posición, era lo que más se veía por entre las piernas. Inspiró, para luego acostarse en la parte más alejada de la cama.

Mi reloj interno me despertó sobre las 11.30. La vi en la cama y sonreí. Tenía uno de sus muslos fuera de la manta y daban ganas de comérmelo todo, pero no, tenía tarea.

Salí de la habitación y me di una ducha de huevos, polla y sobacos, sobre todo. Después una buena lavada de dientes y listo. Hasta estaba empalmado y todo. Me pasé la mano por la polla pajeándomela un segundo, mientras sonreía de lo bien que me lo iba a pasar.

La Bermúdez, no estaba dormida, ni mucho menos. Respiró hondo cuando salí del baño “no picó al enseñarle el muslo. Tendría que ofrecer algo más” , se dijo. Aunque lidiar contra toda una familia, iba a ser tarea difícil, se dijo.

Cuando me oyó salir de la habitación, fue como si le dieran una patada en el bajo vientre.

Nada más salir de la habitación, vi que había follón un poco más allá. Solo esperaba que no fuera en la habitación donde me iba a dirigir.

Cuando me detuvo un agente de uniforme, metralleta en ristre, ya la cosa me olía a quemado.

. - no puede pasar, caballero –dijo mirando que tenía la polla mirando al techo-.

. - ¿qué ocurre, agente?

. - asuntos policiales, señor. Despeje el pasillo, por favor.

. - voy a la habitación 56… -antes de decir el último número, el 6, vi que salían de dicha habitación varios agentes más con la familia esposada a la espalda. Unos iban vestidos, otros a medio vestir. Al pasar delante de mí solo nos miramos. El padre se alzó de brazos, mientras las mujeres estaban llorosas-.

Los vi ir hacia el ascensor y meterse dentro. Luego me fui hacia la habitación en cuestión y le pregunté a un agente de blanco, un forense, que estaba tomando muestras de la manilla de la puerta.

. - ¿qué ha pasado, señor?

. - asuntos policiales, señor. No puede estar aquí.

Me alejé y regresé hacia el ascensor. Allí había clientes cuchicheando. Así supe que la policía los había detenido por ser una banda de ladrones, nada de familia, solo unos ladrones con ansias de pasarlo bien conmigo. Puta leche, ya podían haber esperado a mañana para intervenir…

Sin embargo, pensándolo bien, como dice el dicho, no hay mal que por bien no venga . Estaba trabajando con la madre del juez y no debía olvidarme de ello. ¿Qué hubiera pasado si entran y hacen daño a la mujer mientras yo me estaba follando a aquella banda de ladrones?, como para enmarcarlo en la oficina central. El hijo de la dama me corta los cojones.

. - buenos días –dije a una somnolienta Bermúdez-.

. - buenos días.

. - dese una ducha rápida, vamos a desayunar y nos vamos de pesca.

. - desnuda, claro.

. - por supuesto –dije señalándome-.

. - ¿no está cansado de la fiesta de anoche?

. - para nada.

Se duchó y salió desnuda del baño, para variar. Luego se echó polvos en la cara y usó el pintalabios. Se colocó las tetas y salió de la habitación.

. - cuando quieras.

. - perfecto.

Cogimos el ascensor y pasamos al restaurante. Aún no había mucha gente. Desayunamos, yo café y donuts y ella, un vaso de leche con galletas.

. - hágame el favor de hacerme un par de bocadillos para llevar. ¿De qué lo quiere, Sra. Bermúdez?

. - de mortadela, mucha mortadela.

. - yo de atún blanco bonito del norte. Más un par de colas. ¿Le va bien, señora?

. - más bien quisiera un zumo de piña.

. - pues eso, una cola y un zumo de piña.

. - Enseguida, señor.

Salimos de allí con una bolsa con los bocatas y las bebidas. Luego marchamos hacia el lago, donde había juncos aquí y allá, haciendo placentero el ir en barca, ya fuera para pescar o simplemente, disfrutar del paisaje.

Llegamos a la tienda y pregunté si quería una caña ella también. Me dijo que no. Alquilé solo una con sus accesorios, cebos incluidos. También me ofrecieron y alquilé una especie de parrilla para peces a gas. Luego me indicaron el número de la barca, algo pequeña, pero para dos personas, era suficiente.

De paso hacia la barca, entramos en una tienda donde adquirí un bronceador y un par de sombreros para el sol.

Con todo ello, localizamos la barca y la ayudé a subir. Luego se sentó en una de las esquinas, a un metro escaso de la otra esquina, donde yo me instalé cogiendo los remos.

Lo primero que me enseñó, aparte de su desnudo cuerpo, fue su pezuña de camello preciosa. Me cogió mirándole la entrepierna y se ruborizo grandemente.

. - no me mires ahí, coño.

. - lo siento, pero no suelo ver una pezuña de camello en una dama de su edad.

. - en una vieja, querrás decir.

. - en una dama de su edad. Es una vagina preciosa.

Ella tragó saliva y no dejó que siguiera viéndole la vagina. Una pena.

Nos llegamos hacia una zona tranquila de juncos alrededor. El agua estaba traslúcida y los peces se veían a ojos vista.

Até la barca a un junco grueso. Luego metí en una bolsa el refresco y el zumo y la sumergí en el agua, así estarían más fríos que si estuviera a la luz del sol que empezaba a calentar.

Saqué el tubo de protección solar y me di por todo el cuerpo, luego se lo di a ella, que la cogió.

. - póngase más cantidad si cabe en los pechos y la zona inferior que tiene tan blanca.

. - ya lo sé, no soy tonta.

. - disculpe.

. - no, perdona tú. A veces soy una deslenguada. Sé que todo lo hace por mi bien, pero no acabo de acostumbrarme a ir desnuda y enseñándolo todo.

. - no pasa nada. No se lo tengo en cuenta. No todos los días se da un cambio tan drástico de un día ser una persona que duda de que le vean el sostén a estar desnuda del todo ante personas desconocidas.

. - Aun no las tengo todas conmigo –dijo mirándose la entrepierna. Tragó saliva y separo las piernas-.

. - ¿ha cambiado de idea? –dije sonriendo mientras miraba descaradamente su vulva tan sabrosa-.

. - ¿de qué me vale ocultársela?, ya la ha visto bien, que la disfrute –dijo sonriendo, mientras cogía un poco de crema y empezaba por su vagina, sobándose bien, hasta el punto que cerro por un momento los ojos para disfrutar de ese instante tan placentero, para luego proseguir al resto del cuerpo, instalándose sobre todo en los pechos, que masajeó bien.

Mi polla se puso por las nubes.

. - ¿eso es por mí?, no puedo competir con la familia de anoche.

. - no está compitiendo, porque no estuve con ellos.

. - ah, ¿no?, pero yo creí que…

. - fui, efectivamente, pero no llegué a tocarlos. En esos momentos se los llevaba la policía detenidos. Eran una banda de atracadores, nada menos. Al final, me alegro.

. - ¿se alegra?, ¿por qué?, se le estropeó el plan.

. - no debí caer en la tentación. Estoy aquí por usted y no debí ni pensar en disfrutar y dejarla sola. Así que le pido perdón por mi falta de profesionalidad.

. - estás perdonado. No todos los días tres beldades se le ofrecen a uno –en ese momento se abrió mucho más de piernas, ofreciéndome todo…, todo…, todo…- así me bronceo mejor mis partes ocultas –añadió-.

. - sin duda. Veamos si pescamos algo para comer, si no, están los bocatas.

Armé la caña con el cebo, lancé a varios metros y esperé.

. - quiero que me folles –oí que dijo la dama-.

Me hice el loco y continué mirando si caía algún pez.

. - ¿me has oído?, quiero que me folles.

. - la oí la primera vez.

. - ¿y entonces?, ¿por qué no me follas?

. - tengo un dicho. Donde tengas la olla, no metas la polla .

. - ¿no me vas a follar entonces?

. - no. Pero tienes mi permiso para hacerte una paja aquí mismo si estas tan caliente.

. - no te entiendo. Me estoy ofreciendo y nada. ¿No dijiste que tenía un coño que te gustaba?

. - y me reafirmo. Si no fuera un cliente, me la follaba aquí mismo. Está usted muy buena y es muy follable, créame, pero no puede ser y lo que no puede ser, no puede ser, valga la redundancia -dije para joder más que nada, pues las normas me las suelo pasar yo por el forro de los cojones. Claro que me la iba a follar, pero cuando yo quisiera-.

. - vaya, pues tú te lo pierdes –dijo metiéndose mano a su pájaro y pajeándose allí mismo sin ocultarse- aaaahhhh aaaaahhhhh, aaaaahhhhh…

Viéndola hacerse la paja, mi polla me pidió guerra y me puse yo también a pajearme, también delante de ella.

. - la madre que te parió –dijo cuando abrió los ojos y me vio con la mano en la masa- a la mierda –dijo y se fue a por mí polla. Apartó mi mano y cogiéndola con una suya, se la metió en la boca para mamármela-.

. - que nos la pegamos, señora.

. - me da lo mismo, sé nadar.

. - será jodida la tía –dije sonriendo, mientras la dejaba que siguiera mamando-.

. - que sabrosa la tienes, cabronazo.

. - vale, déjela ya, coño. O me voy a enfadar.

Ella, ni puto caso, así que tuve que sacármela de encima. Como iba a volver a mamármela, le di un bofetón. Se dio cuenta que se estaba propasando y se frenó, echándose a llorar.

. - lo siento, lo siento. Yo no soy así. Me has dado de lado y me he vuelto loca. Lo siento, no volverá a pasar más.

. - querida, perdona el bofetón, pero compórtate como una dama que eres. Y no hay nada que perdonar. Todos tenemos unos prontos de vez en cuando.

En eso el carrete empezó a girar y cogiendo la caña, empecé a recoger hilo. Al poco salió del agua una carpa de un par de cuartas al menos, la cual metí dentro de la barca en cuanto pude. Se puso a dar saltos, llegando hasta la mujer, que se puso histérica pues creía que la iba a morder.

. - tranquila, tranquila. Pronto dejará de moverse –dije cogiendo el pescado por la cola y levantándolo en vilo, así lo dejé hasta que dejó de moverse- lo ve, ya está listo. Con otro que pesquemos, tenemos el almuerzo-.

Lancé de nuevo el hilo con su anzuelo y el cebo y a esperar de nuevo. El segundo no se hizo esperar mucho, lo más, cinco minutos. Con dos peces, dejé la pesca de lado. Limpié de escamas y tripas los peces y los dejé a la sombra.

. - vayamos a la orilla. Vale ya de pescar.

Remé hasta la orilla más cercana entre los juncos. Una vez allí, la até de nuevo. Ayudé a saltar a la dama y saqué los peces, la parrilla portátil también. Los peces los puse en un charco cercano para que no se estropearan. Luego me tendí cuan largo era a tomar un poco el sol, que no picaba mucho, pero algo es algo, dijo un calvo.

Ella también se tendió a mi lado. No había arena, pero servía la fina tierra que estaba seca y sin piedras.

Así tendido, mi polla, que no había disminuido gran cosa, miraba al cielo. En eso, le cogí la mano más cercana y se la puse sobre mi polla y allí la dejé. Siempre con los ojos cerrados.

. - pero no habías dicho…

. - era para joder un poco. Me trataste como si fuera una mierda esta mañana y quería hacértelo pagar, pero no vale la pena, la perdono.

. - entonces…

. - entonces quiero que te hagas dueña de mi polla. Quiero follarte por delante y por detrás. Y aquí mismo –dije girándome y mirándola a los ojos-.

. - cabrón de mierda –dijo y se colocó entre mis piernas, que abrí para ella. Se tragó mi polla de un golpe, para mamármela sin compasión-.

. - restriega tu coño en una de mis piernas –le dije-.

Sonrió y así lo hizo. Era como un perrillo que se follaba el pie del primer incauto que encontraba.

. - ahora déjame a mi disfrutarte. Tiéndete como yo ahora.

Daba gusto como la mujer obedecía a la primera. Me metí entre sus piernas, y empecé a sorber su coño, tomándome sus jugos. Aquella pezuña de camello me la ponía súper dura y claro, se la clavé de una tacada y no con suavidad, precisamente.

Le di polla y ambos jadeábamos cuando le daba las embestidas. Así hasta que la hice dar la vuelta. Su nalgar blanco, como la leche, con el ojete en medio, era como una diana para mi polla y allí volví a metérsela hasta el tronco.

. - aaaaahhhhh… -gritaba la sesentañera mujer.

Ni puto caso, pues era lo que quería oír. Dolor y más dolor por su parte, para mayor disfrute para un servidor. Es que me iba el morbo.

Me la estuve enculando como si me debiera algo, hasta que decidí hacerme una cubana con sus tetorras. Así que se la saqué del culo y dándole la vuelta de nuevo, le cogí ambos pechazos que mamé primero pegando ambos pezones, para después hacerme una paja con ellos. Así hasta que exploté en su cara, donde sus labios y nariz fueron los agraciados de mi lechada.

Ella sacó su lengua y se tragó lo que pudo, yo saqué también la mía y me tomé el resto que encontré. Así hasta dejarla sin gota. No contento con ello, le puse la polla en su boca y tragándosela, se tomó los goterones finales, para no dejarme más que una piltrafilla de polla.

Lo siguiente fue comerme sus pezones de nuevo y llegándome a su boca, comérmela sin descanso. Acabamos sudorosos a más no poder.

Una última comida de coño y sus jugos pasaron a mi garganta, para después cogerla de la mano y llevándola al agua, darnos un chapuzón limpiador.

Allí, en el agua, nos dimos una comida de boca de las que hacen época. Cuando salimos, estábamos más que servidos, así que nos sentamos en la orilla a coger resuello.

. - Dios, Salvador, no sabía que se pudiera disfrutar tanto como hoy contigo. Me has dejado hecha unos zorros. Mi culo no va a poder cagar en días.

. - me alegro, pues hasta que nos vayamos de este complejo, ese culo tuyo va a ser mío, solo mío.

. - y yo te lo entregaré con gusto. ¿No se notará que lo tengo abierto y la gente que lo vea no pensará que lo has usado con tu polla?

. - que piensen lo que quieran, aunque no lo creo. Son muy flexibles y enseguida se cierran, pero me daría lo mismo, así presumiría de hembra a mi lado.

. - ¿vas a contarle algo a mi hijo?

. - lo que no sepa, no le perjudicará. Esto es entre tú y yo y nadie más.

Puse a asarse las dos carpas, una después de la otra. Ella degustó el pescado. Nos faltaron los condimentos, pero estaba de puta madre así.

. - voy a orinar un momento –dijo levantándose-.

. - detente. Quiero que orines encima de mí.

. - ¿quieres que te mee?

. - nunca he probado los orines de una hembra, sí los míos. Échame el chorro en la boca.

. - ay, Salvador. Eso es una guarrada.

. - eso es sexo también. Otra manera de tener sexo. Luego yo te orinaré en tu boca.

. - ay, Dios mío. No sé si podré hacerlo.

. - empieza meando en la mía.

Meneó la cabeza poniendo su coño encima de mi cara. Cerró los ojos y comenzó a mear. Abrí la boca y me la llenó de su caliente pipí. Estaba salada como la mía la última vez que me la tomé. Luego lancé mi lengua para comerle todo el coño mientras ella seguía meando.

Tragué un poco y dejé que el resto resbalara fuera de la boca. Cuando dejó de miccionar, qué bonita palabra, apartó su coño de encima de mí.

. - joder, Salvador.

Me puse sentado y los orines que tenía en la boca, me los eché encima de mi polla. Luego me levanté.

. - anda, ahora tú.

. - Salvador, por favor…

. - vamos, mujer. Es una experiencia que podrás contar a tus nietos.

. - sí, como para contar algo así. ¿De verdad tengo que hacerlo, Salvador?

. - tu abre la boca y haz como yo. Solo traga una pequeña parte. El resto déjala en la boca abierta para que salga fuera cuando se llene.

. - estás loco, Salvador –dijo, pero se tendió y poniéndome en posición, dirigí el chorro de mi meada hacia su boca abierta y sus ojos cerrados-.

Enseguida se la llené y rebosando, le caía cuello abajo. Al final, le terminé de echar la meada por todo el resto del cuerpo, tetas y coño incluido.

Ella tosió y se tragó más de la cuenta. Siguió tosiendo, hasta que le tuve que hacer la famosa presión desde atrás en el estómago para expulsar algo, como en aquel momento eran mis orines.

Se arrodilló tosiendo, hasta que dejó de hacerlo.

. - pero mujer, solo tenías que tragarse una pequeña parte.

. - se me fue por otro lado y casi me asfixio.

Sentada como estaba, le pasé la lengua por todo su cuerpo, disfrutando de mis orines. Luego la levanté y me la llevé al agua, allí nos quitamos el olor de las meadas.

. - ¿qué tal si nos vamos al hotel?

. - sí, es lo mejor. Me daré una ducha larga, larga.

. - y yo contigo –dije y la besé largamente, mientras le estrujaba las tetas-.

Esta vez nos metimos juntos en el jacuzzi, pues también lo había además de la ducha tradicional. Allí la enjaboné bien, mientras ella hacía lo propio conmigo. Estuvimos allí durante casi hora y media, entre limpiándonos, follando y descansando y volviendo a follar. Así hasta que el cuerpo nos pidió viandas frescas y calentitas.

En el restaurante, su semblante había cambiado con respecto de la última vez que estuvimos allí.

. - soy una mujer feliz, Salvador. ¿Puedo gritarlo a los cuatro vientos?

. - mejor no. Sé más discreta, por favor. Cualquiera diría que nos acostamos juntos.

. - ¿no querías disfrutar de una hembra a tu lado?, pues yo quiero disfrutar de un tío bueno como tú a mi lado también.

. - lo decía en sentido figurado. Debemos pasar inadvertidos, recuérdalo.

. - lo recuerdo, pero soy tan feliz mi amor…

. - recuerda que solo es sexo, no vayas buscando algo más, querida. Tengo esposa e hijos.

. - pero me visitarás de vez en cuando, ¿no? -dijo ella cambiando su cara-.

. - eso sí, pero sin que tu hijo lo sepa o me liquida si se entera que me acuesto con su madre.

. - que se vaya a la mierda. Él se acuesta con quien quiere y yo hago lo mismo.

En eso, uno de los comenzales que estaba solo en una mesa cercana, se acercó con un cuchillo en la mano presta para clavárselo en la espalda a mi amada amante. Me levanté y retiré la silla y corriendo, rodeé la mesa, llegando justo cuando el criminal bajaba el cuchillo para asestar la brutal agresión. Caímos al suelo, mientras intentaba arrebatarle el cuchillo.

Le di golpes repetidos con su mano sobre el suelo para que soltara el cuchillo, pero en vista de que no lo hacía, con la otra mano, le di en el plexo solar un par de veces, quedándose sin aire. De esa manera conseguí que aflojara la presión sobre el cuchillo, quitándoselo de encima.

Me despiste un segundo, y me dio una ostia en los cojones, que me hizo ver las estrellas. Momento que empleó para darse a la fuga por entre las mesas medio tambaleante. Yo me recuperé unos segundos después y cuando me levanté, había desaparecido.

La protegida me ayudó a levantarme.

. - ¿estás bien, cariño? -le dije-.

. - sí, estoy bien. ¿Y tú?

. - solo ha sido un golpe en los huevos y ya sabes lo que nos duele si nos dan ahí. Parece que ha escapado.

Al poco apareció la seguridad del complejo para informarse. Salieron a localizar al criminal, pero no dieron con el tío, pues se había perdido entre el maremágnum de clientes que pululaban por todas partes, pues era temporada alta.

Una vez en la habitación, decidí largarnos de allí.

. - ¿tú crees que eran los que mi hijo…?

. - sean o no, es de idiotas quedarse aquí esperando otro intento, que se puede producir o no.

Llamé al juez y le informé de lo acaecido y de que iba a cambiar de lugar por seguridad. Una vez corté, el juez se preguntó cómo diablos se me había ocurrido ocultar a su madre en una villa nudistas si su madre no cogía el sol ni en la playa en bikini. De momento envió a expertos a buscar pistas para intentar dar con el atacante, pero no tuvo suerte, pues las huellas no servían, pues el tío se había puesto cinta adhesiva en cada yema. Un truco sencillo e inteligente donde los haya.

La pregunta que me rondaba en la cabeza era ¿quién había informado al atacante donde estaríamos mi amante y protegida y yo?, ¿quién y cuándo fue informado?, aún no tenía respuestas para estas preguntas. Sin embargo, la cara del agresor se me había quedado grabada. Así que me conecté a la central por medio de un cibercafé y repasé delincuentes conocidos, pero fue una pérdida de tiempo, así que les hice un dibujo de cómo era el tío para que lo buscaran los compañeros y otras fuerzas de seguridad del estado. Luego abandoné la zona en busca de mejores pastos.

Esta vez usé una casa segura de las que la central tenía diseminadas por el país. Antes de llegar, nos aprovisionamos para un par de semanas en unos grandes almacenes, para así pasar desapercibidos.

El apartamento no era un palacio precisamente, pero valía para lo que quería. No necesitábamos mucho más. Estaba dentro de un edificio de cuatro plantas y estábamos en el Tercero A.

. - no es muy lujosa que digamos –dijo ella algo decepcionada-.

. - es para pasar unos días desapercibidos, nada más. Tiene de todo lo que podamos necesitar.

. - bueno, al menos tiene algo bueno.

. - ¿sí?, ¿el qué?

. - tú –dijo y se me echó encima. Me besó toda la cara. Al poco ya la tenía mirando a la pared mientras le dada polla por el culo. Tuve que taparle la boca, pues aquellas paredes no eran las adecuadas para expresarse tan sexualmente.

Aun así, lo pasamos francamente bien. Su culo ya se lo tenía amoldado a mi polla, que no dejaba que se cerrara, pues tan pronto como empezaba a hacerlo, ya la estaba enculando de nuevo.

. - cómo me gusta tu culo, querida.

Ella jadeaba con cada embestida, pero no se quejaba pues sabía lo que me gusta darle polla culera. Así hasta que me corrí en sus nalgas, para de inmediato tomarme mi lechita calentita y darle a comer polla hasta dejármela sin goterones dignos de mención.

Al día siguiente estábamos frente a la televisión, yo al menos, ella me había abierto la bata y estaba comiéndose mi polla, yo le acariciaba la cabeza. Su desnudez era algo digno de ver, todo eran curvas. El tiempo la había cuidado y si añadíamos los potingues, pues estaba para mojar con pan.

Mi mano se fue a su trasero, bajando y sobándole la vulva desde atrás, pajeándole el clítoris. Todo ello mientras oía las noticias por si había algo digno de mención. Nada, todo era política y accidentes por doquier.

En eso tocaron a la puerta. Ello me hizo tensarme los músculos y me levanté como un resorte. Casi me quedo sin polla, pues no había caído que la tenía ella en su boca. Cuando nos dimos cuenta, ella corrió hacia su habitación a ocultarse y ponerse algo por encima.

Me cerré la bata y fui hacia la puerta. Miré por la mirilla y vi que eran dos mujeres. Extrañado, abrí.

. - hola, ¿qué se les ofrece? -les dije mientras miraba las maletas que tenían a su lado-.

. - venimos a visitar a mamá yo y ella a su abuela.

. - ¿perdón?

. - ¿vive aquí Marcia Bermúdez?

. - sí, pero… -no sabía que decir. ¿Qué significaba aquello?

. - ¿podemos pasar? –dijo ella impacientándose-.

. - adelante –dije mirándolas y mirando a ambos lados por si había alguien más que quería entrar. Allí todo el mundo debía estar invitado, joder-.

Cogieron sus maletas y haciéndome a un lado, entraron. Luego cerré la puerta.

Se situaron en medio del salón y dejaron las maletas en el suelo.

. - un segundo, por favor –las dejé y busqué a Marcia Bermúdez-.

Estaba saliendo del dormitorio con la bata puesta.

. - tenemos visita.

. - mi hija, ¿verdad?

. - ¿lo sabias?

. - claro, yo la llamé –dijo y me dejó con una cara de gilipollas que no veas. Cuando me rehíce, la seguí hasta el salón-.

Estaban abrazándose madre e hija y luego la abuela con la nieta. Ambas, nieta e hija, eran como dos gotas de agua con la abuela, al menos en las caras. La nieta solo eso, pues era gorda y de exuberantes mamas, no así la madre que se parecía en todo a su propia madre y estaba buenísima.

. - ¿no me presentas? –dije esperando-.

. - sí, perdona Salvador. Estas son mi hija y mi nieta Sonia, ambas se llaman igual.

. - vaya, Sonia y Sonia. ¿Qué hacéis por aquí?

. - venimos a quedarnos con mamá –dijo la hija-.

. - eso no puede ser. Marcia, ¿qué significa esto?

. - hace un par de días hablé con ella. Está en trámites de divorciarse del cafre de su marido y están solas, su marido no piensa pasarle ninguna pensión. Le dije que se viniera a vivir con su madre. Como salimos tan precipitadamente de aquel complejo, ayer la volví a llamar para darle la nueva dirección.

. - pero Marcia, ¿en qué estabas pensando? Que estamos intentando ocultarnos, leñe. ¿Crees que esto es un juego lo que hacemos?

. - mamá, ¿qué pasa aquí?, ¿porque estás con este señor tan joven y en bata los dos?

. - somos amantes, hija. No veas lo que he disfrutado estos últimos días -dijo metiendo su mano dentro del albornoz y cogiéndome la polla, sin sacarla a la luz-

. - pero mamá…

. - señora Sonia, usted y su hija deben marcharse. Sí, su madre y yo somos amantes, pero también es mi protegida. Su hermano, el juez, me pidió que la protegiera de unas amenazas que ha recibido.

. - mamá, ¿es verdad eso?

. - sí, hija. Estábamos en un complejo hotelero ocultándonos, donde todo el mundo iba desnudo, yo también, claro.

. - cuéntale lo del ataque con el cuchillo –le dije-.

. - bueno, sí. Un bandido intentó clavarme un cuchillo.

. - Dios, mamá.

. - tranquila, Salvador le dio una buena paliza y salió huyendo -dijo mientras soltaba mi polla y me metía mano por detrás y bajo la tela, metiéndome varios dedos en el culo, la hija y la nieta no salían de su asombro-.

. - Marcia, ¿no le había quitado el teléfono móvil?

. - sí, pero tengo otro más.

. - tráemelo, por favor.

. - vale, no os mováis de aquí –dijo y salió corriendo. Sin duda el sexo le había dado agilidad mental y física. De ello se dio cuenta su hija, maravillada, pues su madre era de hacer las cosas a su aire, sin prisas-.

. - ¿sabe mi hermano lo suyo y mamá?

. - no y por favor, si no le dijera nada, nos haría un favor a los dos, a su madre y a mí.

. - no sé si podré o deberé ocultárselo. Es una señora ya mayor.

. - pues en la cama no lo es para nada. Tiene unas energías, que no vea –dije señalándome el pito que hacía una curva debajo del albornoz. Ella tragó saliva. Su hija gordita sonrió y se relamía de pensar lo que haría ella con aquella cosa tan sabrosa. De hecho, se estaba corriendo patas abajo-.

. - aquí está, querido –dijo entregándomelo-.

Se lo cogí y le quité la batería y la tarjeta. Se lo devolví de nuevo.

. - ¿no tienes más ocultos?

. - no. Si no, fíjate –dijo abriéndose el albornoz y enseñándome aquel cuerpo suyo tan sabroso. Su hija y nieta se pusieron rojas-.

. - pero mamá, no hagas eso.

. - estamos en familia. Vosotras ya me habéis visto desnuda y Salvador además de verme desnuda, me ha amado. A la mierda todo –dijo sacándose el albornoz de encima y tirándolo sobre un sofá- estoy de un caliente que voy a explotar ahora mismo-.

. - Marcia, ¿no crees que te estás pasando, mujer?, por cierto, tu hija y tu nieta deben marcharse, no están seguras aquí.

. - ¿no decías que era un lugar seguro?

. - lo era antes de que llamaras y le dijeras a tu hija su ubicación. Ahora ya no. Debemos marcharnos de aquí. Nunca debiste llamar a tu hija. Ahora sé cómo dieron con nosotros en el otro complejo. Seguramente le han clonado el teléfono a tu hija.

. - ¿clonado mi teléfono?, ¿qué es eso? –dijo la aludida-.

. - todo aquel que la llame o envié algo, como un correo electrónico, le sale al delincuente que le ha clonado el teléfono. Así se enteró de donde estamos, por eso debemos marcharnos de aquí, ya. Vístete Marcia, por favor. Vosotras regresad a vuestra casa.

. - no podemos –dijo la gordita. Abriendo la boca por primera vez- si la abuela está en peligro por esas amenazas, nosotras que somos de la familia, también lo estamos. No nos separamos de ti, ¿verdad mamá?, nosotras también necesitamos que nos protejas.

. - leñe, ¿no hay más familia de la que cuidar?

. - no, somos nosotras solas.

. - pues menos mal. Vale, nos vestimos y nos largamos de aquí, todos.

El taxi nos dejó en una parada de taxis. Allí pasamos a otro y luego a otro hasta llegar a un nuevo piso franco. Esta vez era terrera la casa, con gruesas paredes entre vivienda y vivienda. Tenía una azotea medio techada para coger el sol o protegernos de él. No tenía piscina, eso ya sería demasiado.

. - ¿por qué tantos taxis, Salvador? –dijo Sonia-nieta-.

. - para despistar, guapa. Mientras nadie use el móvil para llamar a los amigos, no nos encontrarán, así que ya me estáis dando vuestros aparatos –dije-.

Según me los entregaron, se los devolví desactivados.

. - cariño, solo hay una cama en toda la casa –dijo Marcia-.

. - ¿segura?

. - compruébalo tú mismo. Es grande, pero solo hay una.

Todas vinieron detrás de mí para comprobarlo. Era verdad. Era grande de cojones, pero nada más que había una cama.

. - bueno, pues todo el mundo dormirá en esta cama, no hay más remedio. Voy a darme una ducha, las demás que se duchen después, por favor.

. - te acompaño cariño –dijo Marcia-.

Una vez en el baño, confirmé que el calentador no estaba encendido. Pulsé el botón, pero habría que esperar un rato.

. - no importa, de lo caliente que me tienes, seguro que no me importará que esté un poco fría.

. - lo mismo digo –dije besando aquellos labios y sobando aquellas tetas. Luego nos desnudamos y metimos dentro de la mampara, donde proseguimos.

. - ¿los oyes, mamá?, están follando.

. - no seas bestia, hija. Están haciendo el amor.

. - sí, eso, follando –dijo ella colorada. Su madre también y se echaron a reír. Era esa risa tonta ante un caso como éste-.

. - los cuatro vamos a estar un poco apretados en la cama.

. - mejor –dijo la hija de Marcia sin añadir nada, solo una tenue sonrisa se dibujó en su cara. A su hija no le pasó desapercibida-.

Los gemidos de placer culero de Marcia les llegaron perfectamente. No hice nada porque dejara de emitirlos, al contrario, muy al contrario…

Regresamos al dormitorio con una toalla tapando nuestras vergüenzas, para luego y de espaldas a ellas, abrí las maletas y sacar sendos albornoces. Entregué el suyo a Marcia y me puse el otro. Nos miraron los traseros, para luego salir de la habitación un momento, para luego entrar ellas a por ropa limpia e ir después al baño.

La cara de Marcia era todo un poema pornográfico. Una vez solos, le abrí el albornoz y disfruté de nuevo de sus pezones inhiestos, mientras Marcia se dejaba mamar y disfrutaba con ello.

. - tengo hambre además de ti, querida.

. - podemos hacer algo rápido para los cuatro.

. - confío en ti. Mañana saldremos a comprar algo.

. - ¿no decías que debíamos estar siempre encerrados?

. - así era, pero con el cambio de morada y los cambios de taxi, es improbable que den con nosotros por la calle. No puedo dejaros solas, así que os venís conmigo a comprar algo.

. - muy bien, mientras sea a tu lado… -dijo besándome y agachándose para comerse mi alicaída polla, que disfrutó pero que no hizo renacer. Luego la tiré sobre la cama y le di una comida de coño que la dejé baldada. Así nos encontraron hija y nieta-.

. - perdón, volvemos luego –dijo la hija colorada como un tomate-.

. - no, entrad, ya hemos acabado.

Le cerré el albornoz, al igual que cerré el mío.

. - Tu madre nos hará algo de comer, mañana saldremos a comprar provisiones para los cuatro y algo de higiene personal también.

Salimos y las dejamos allí. Segundos después marcharon ambas al baño. Se desnudaron y se metieron en la ducha. La grasa consistente de la hija hacía palidecer el cuerpo buenorro de la madre.

(Parte 7 de 11)

FIN