Huyendo en familia (6)

Esto es algo que nunca le escucharán decir a un hombre: “Deja de chupar mi pene o llamaré a la policía”, George Carlin. Relato en 11 trozos.

HUYENDO EN FAMILIA

(6-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Una vez la cosa sexual materializada y en vista de su invalidez temporal, cogí la almohada y llevándola hacia donde antes tenía los pies, me di la vuelta, consiguiendo con ello que Joseba y yo mismo, apoyemos la cabeza en dicha almohada.

Lo miré y me miró. Ambos sonreíamos, él más azorado que yo por su no costumbre de comer pollas como yo que estaba más que acostumbrado. Acerqué mi boca a la suya y el chico no me rehuyó pues fue de lo más receptivo. Ambos nos comíamos la boca del otro, así hasta disfrutar cada rincón de la boca de cada amante.

. - creí que estabas casado, Salvador.

. - y lo estoy. Además, tengo familia numerosa, seis chavales, ni más ni menos.

. - ¿seis?, entonces…

. - entonces nada. Me gusta aprovechar lo mejor de los dos mundos, el heterosexual y el homosexual, como es éste el caso.

. - tengo que decirte una cosa.

. - dime –le dije besándole la boca un segundo-.

. - un día me casé y al poco, se me fugó con un compañero de la infancia.

. - una pena, pero así son las cosas.

. - no es eso lo que quiero decirte. También tengo hijos, bueno, una hija. ha cumplido recientemente, 18 añitos.

. - me alegro por ti. ¿Y dónde está esa hija tuya?

. - está en un colegio todo el año. Es un colegio de monjas aquí, en el pueblo.

. - ¿y puedes estar tan lejos de tu niña?, yo no podría.

. - ¿crees que debería recogerla y llevarla conmigo donde vivo ahora, cerca del trabajo?

. - no soy quien, para decírtelo, pero si fuera yo, no la separaría de mí, ahora que aún es joven. Me gusta verlos crecer, que después ya no lo puedes recuperar, aunque uno quiera.

. - el problema es cómo cuidarla, si estamos tanto tiempo fuera de casa.

. - sí, es un problema. En mi caso tengo una esposa que me sustituye perfectamente, aunque podría prestártela.

. - ¿prestármela?

. - si. Mi esposa Miranda es alguien que se desdobla si se lo pido. Incluso podría hacerte de esposa si lo deseas.

. - no acabo de entenderte, Salvador.

. - te lo diré para que lo entiendas. Al igual que Miranda me permite tener amantes fuera de casa, yo se lo permito a ella. Podrías acostarte con ella, previo hablado con ella, claro.

. - ¿y aceptaría?

. - ya te digo. Solo una condición pondría o varias en una, según se mire.

. - ¿qué condiciones?

. - esa hija tuya, me gustaría disfrutarla y hacerla una mujer.

. - ¿acostarte con mi niña?

. - la cosa seria recíproca. No solo podrías acostarte con mi esposa, sino con cualquiera de mis chicos, yo ya lo hago siempre que estoy en casa.

. - Dios, no creía que se pudiera hacer eso así, como beber un vaso de agua.

. - cómo beber agua, no. Yo deseo y amo a mis chicos y ellos me desean y me aman a mí. Esto, si no llegamos a un acuerdo, como comprenderás, ha de quedar en secreto, la sociedad aún no está preparada, ni siquiera para que Miranda pueda darte placer y tú a ella.

. - sí, claro, entiendo.  Pero mi niña es tan niña aún…

. - con 18 años, ya debe aprender cosas de la vida, si no las sabe ya. Además, esa es la mejor edad para comenzar a disfrutar. Se podrían emparejar con mis chicos si ella quisiera. Seríamos unos amigos-amantes las dos familias. Así, cuando estés fuera, tu niña podría estar con los míos y si se gustan, disfrutar como Dios manda entre ellos.

. - esto último me gusta, pero lo de que tenga sexo…

. - ¿no te gustaría acostarte con tu hija?, no creo que haya algo mejor que eso. Eso sí, con su consentimiento siempre, si no, es otra cosa.

. - ¿no obligas a ninguno de tus hijos a tener relaciones?

. - ahora mismo son ellos quienes me la piden según llego a casa. Además, tengo un par de amigos homosexuales que conviven con nosotros. Tiene una cacho polla y unas tetas la madre, que da gusto tenerla dentro de mi culo. Sí, somos una familia atípica y muy bien avenida y no sé si estaré hablando demasiado, no quisiera…

. - no te preocupes por mí. Nada diré, de hecho, me estoy pensando tu ofrecimiento.

. - pues piénsatelo, no es obligatorio. Lo de mi esposa sí te la ofrezco sin contrapartidas, pues creo que te lo mereces. Cuidará de ti y de tu hija si la llevas contigo.

Al día siguiente y sin aun decidirse, fuimos a recoger a la chica. Era un convento de las Carmelitas, no sé si descalzas o no. La chica era una muchacha rechoncha de la que se reían sus compañeros. Al ver a su padre, salió corriendo a abrazarlo.

Joseba se dolió y la niña se preocupó.

. - hija, solo es una costilla que me rompí al caerme. He venido a llevarte conmigo, viviremos juntos de hoy en adelante.

. - ¿de verdad, papá?, aquí no me gusta estar. Se ríen de lo gorda que estoy.

. - no te preocupes ya, recoge tus cosas, cariño -dijo besándole los labios, mientras me miraba a los ojos-.

La chica corrió hacia su habitación para hacer su maleta, mientras Joseba hablaba con la encargada del lugar, la madre superiora. Abonó lo atrasado y le entregaron los papeles de sus estudios. Con todo ello bajo mi brazo, pues yo iba en todo momento a su lado cuidando de que no se diera un tortazo, salimos en taxi hacia el tren que nos llevaría a casa.

. - aún no te he presentado a mi hija, Salvador.

La chica estaba pegada a su padre en todo momento.

. - cariño, este señor tan amable es mi compañero y amigo Salvador. Dale un beso, mi amor.

La chica se pegó aún más a sus piernas, todo ello en el compartimento del tren, donde viajaríamos los tres solos.

. - dejala, Joseba, tu hija está incómoda aun en mi presencia. ¿Cómo se llama? –dije mirándola-.

. - Magdalena.

. - precioso nombre. Bueno, es hora de que te acuestes, Joseba, aún quedan varias horas hasta casa y aún no estás lo fuerte que deberías estar.

. - sí, tienes razón –le ayudé a tenderse, después de quitarle los zapatos-.

. - papá, ¿dónde duermo yo?

. - hija, has de hacerlo con Salvador. Conmigo no puedes, estoy muy dolorido aún y si te apoyas en mi pecho, daré gritos de dolor.

. - pero papá…

. - hija, ten confianza. Salvador no te hará nada que tú no quieras, ¿verdad, Salvador?

. - así es –dije desnudándome del todo. Sin ocultar nada, me tendí y me tapé con la manta. La chica estaba que no salía de su asombro-.

. - papá, tu amigo duerme desnudo.

. - así es hija, tú también debes hacerlo. Yo también lo hago –dijo desnudándose y sacando la ropa fuera-.

. - no quiero que me vea desnuda, papá.

. - apaga la luz, así podrás desnudarte sin que te vea, hija.

. - vale, papa.

La chica apagó la luz, que por otro lado no servía de gran cosa, pues era de día en el exterior. Aun así, se desnudó rápidamente, viéndosele su cuerpo rechoncho. Tenía unos pechos gruesos como su trasero. Corriendo, se metió bajo la manta.

Aunque no quisiera, nuestros cuerpos se pegaban, pues la litera era de una sola persona.

Me incliné hacia donde estaba la chica, clavándose sus pechos en los míos. Mi polla empalmada rosaba su vagina toda ella, y más, cuando le empujé su nalgar hacia mi cuerpo. Era como si me estuviera pajeando con su vagina, pero sin penetración.

En un momento dado, le cogí una mano y se la llevé a mi polla y allí se la dejé. La chica no sabía qué hacer, así que le volví a coger la mano y comencé a hacerme una paja con ella.

. - papa, tengo su pene en mi mano. ¿Está bien lo que hago?

. - hija, ¿no aprendiste nada en el colegio de monjas?

. - de las monjas nada de estas cosas, pero había un chico que le gustaba que le chupara su pene.

. - pues a Salvador le gustaría que le hicieras lo mismo.

. - ¿puedo entonces, papá?, ¿no te molestarás si lo hago?

. - adelante, hija. Tienes mi permiso.

La chica se fue hacia abajo y comenzó a mamarme la polla como lo había hecho tantas veces en el colegio de monjas. Me estaba poniendo a cien. Al rato, hice que dejara de comerme el rabo, para ser yo quien comenzara a comerle su vagina juvenil. Sus gemidos los oía su padre, que no abrió la boca.

Los pechos de la chica fue un deleite disfrutarlos, así hasta que mi pene buscó su vagina y principió su penetración. Solo llegué a meterle un par de centímetros, pues se dolió cantidad y no proseguí.

Volví a comerme su vagina durante otro largo rato, que la puse a vibrar hasta que, de agotamiento, cerró los ojos. Entonces la dejé dormir.

Me salí de la litera con cuidado de no despertarla y me fui hacia la de su padre.

. - tu hija duerme, -dije apartando la manta y apropiándome de su pene, el cual comencé a mamar. No la iba a poner más dura, porque ello era imposible, así que me subí sobre su litera con cuidado de no dañarlo y coloqué encima de su tranca mi culo y me la enterré hasta sus huevos, haciendo el vaivén follador para que disfrutara con mi culo-.

. - ¿la has penetrado? –preguntó-.

. - solo un par de centímetros. Viendo que se dolía demasiado, la dejé. La próxima vez será en una cama y con vaselina. Mañana haremos que te la mame, así se irá acostumbrando a comernos las pollas, y así, poco a poco, disfrutará con nuestros cuerpos.

. - ¿y de qué edad has dicho que son tus hijos?

. - no lo dije, pero todos ellos son mayores de edad, como tu hija. Todos ellos ya están acostumbrados a dar y recibir. Te pondrás las pilas si ellos así lo desean. Ahora quisiera follarte el culo, así que ponte de lado.

Tragando saliva, y una vez me salí de su polla, se puso de lado. Yo, detrás de él, para de inmediato abrirle las piernas y penetrarlo hasta el fondo.

. - aaaahhhh, como duele, aaaaahhhhh.

. - lo sé, aguanta, aguanta.

Me lo follé con delicadeza, pero siempre hasta el fondo. Al rato me salí y lo puse a comerme el rabo hasta que exploté en su boca, para después ponerme entre sus piernas y tragarme su picha hasta que dejó su corrida dentro de mí.

Una comida general de sus partes pudientes y me llegué a su boca, donde disfrutamos hasta que lo dejamos por cansancio. Luego lo arropé y volví a mi cama, donde antes de cerrar los ojos, volví a comerme todo el cuerpo de Magdalena, sin que ella despertara.

Eran las cinco de la tarde, hora de despertar para comer algo.

. - hola magdalena –le dije-.

. - hola.

Aparté la manta de encima de nosotros y disfruté de la visión de su cuerpo rechoncho. Acerqué mi boca a sus pechos y los mamé, haciendo que cerrara un segundo los ojos para disfrutar. Luego me salí de la litera y le cogí de la mano, ayudándola a bajarse de ella.

. - ven, acerquémonos a tu padre.

Con la luz encendida, aparté despacio la manta de Joseba, su desnudo cuerpo salió a la luz. En eso acerqué mi boca a su polla y se la mamé unos segundos, tiempo en que despertó el dueño de la polla, con una sonrisa en su cara.

. - vamos, a tu padre le gustaré que también se la mames un poco.

La chica miró a su padre, el cual asintió. Entonces la puse junto a su progenitor y cogiéndole la polla a Joseba, se la entregué en mano a su hija, la cual la cogió. Con un gesto, acercó su boca y comenzó a mamársela.

El padre disfrutaba de la mamada. Al rato y con indicaciones a la chica, hice que le pusiera el pubis cerca de la boca de Joseba, el cual comenzó a comerle el coño, que hizo que Magdalena se retorciera de placer y se corriera de gusto.

. - hija, intenta sentarte sobre mi pene. Solo trágate lo que puedas, cuando el dolor sea demasiado grande, no sigas y salte. ¿Harás eso por mí?

. - sí, papá. Ya Salvador me metió la puntita anoche.

. - muy bien. Ten cuidado no te caigas y te resbales. Y no presiones mucho sobre mi pecho, pues me dolerá la costilla rota.

La puso sobre su rabo. Mientras la chica se agachaba y se metía parte de la polla de su padre en su vagina, yo, con mi lengua, disfrutaba de los jugos que allí se producían, mientras su padre jugaba con sus pechos gorditos.

. - papá, solo puedo meterme un poco más que lo que me metió anoche Salvador.

. - así está bien, hija. Lo estás haciendo muy bien. Ya en casa seguiremos practicando. Recuerda que no debes contar a nadie lo que hacemos Salvador y yo contigo y lo que tú nos haces a nosotros. ¿Me lo prometes?

. - sí, papá. No soy tonta, ya soy mayorcita. Esto es solo entre nosotros.

. - muy bien. Ahora chúpale a papá el pene hasta que me hagas explotar en tu boquita.

La chica se puso al tajo y consiguió hacerlo correrse. Luego, mi polla fue mamada por Joseba hasta que se tragó mi corrida, la cual se terminó de chupar magdalena los últimos goterones.

Me vestí y pedí que se vistieran Joseba y Magdalena. Luego salí a la zona de cocinas y adquirí unos bocatas según el gusto de cada uno. Regresé con ellos y unos refrescos. Nos los comimos entre chistes que contaba Joseba, algo picarones, pero bueno…

Le contamos a la chica que cuando su padre estuviera bien y tuviera que estar varios días de servicio fuera de casa, estaría con mi familia.

. - ¿cómo son?

. - lo pasarás en grande, Magdalena. Podrás disfrutar con ellos también. Mi esposa o mis hijos te acompañarán al cole donde te inscribamos. No cuentes a nadie nada de lo que hacemos.

. - sí, ya lo sé. Ya me lo dijiste papá, no soy tonta.

. - lo sé, pero es muy importante que nadie sepa nada o dejaríamos de disfrutar los unos de los otros. Tampoco tu padre podría disfrutar de mis hijos y de mi esposa si esto se sabe.

. - ¿qué somos, papá?, ¿una comuna de hippies?, he leído que se acuestan todos con todos.

. - más o menos, eso es lo que somos, pero hay gente a la que no les gusta esto y pueden estropearlo todo, por eso no debes hablar con nadie de ello. Si te preguntan cómo somos, diles que como todo el mundo.

Llegamos a la casa de Joseba y lo instalamos en su habitación. Luego llamé a mi esposa para que se viniera con algunos de nuestros hijos, que les iba a presentar a un amigo de lo más íntimo. Ellos entendieron perfectamente de qué hablaba y se vinieron todos ellos, incluso Clara y su hijo Honorio.

Al llegar toda aquella troupe a la casa, se llenó la misma.

. - queridos y queridas, os presento a Joseba y a su hija Magdalena. De momento, Miranda, vamos a cuidar de Joseba hasta que se recupere de una costilla rota. Luego cuando vuelva al trabajo, a su hija se la cuidaremos cuando esté, como yo algunas veces, trabajando fuera de casa. En cuanto al resto de lo que hacemos en casa, lo podemos hacer también con ellos dos. De momento la chica no ha sido desvirgada oficialmente aún. Así que, vosotros, los chicos machos, os encargaréis de hacerlo. Y ojo con preñar a ninguna de las chicas, ya sea Magdalena o al resto de hembras.

. - Salvador… -me cuchicheó Joseba que le gustaría que mi mujer se la mamara. Sonreí-.

. - querida, ¿puedes hacerle los honores a la herramienta de nuestro amigo Joseba?

Sonriendo, se vino hacia donde estábamos y antes de llegar, se sacó por encima la parte superior, para de inmediato, sacarse el sostén y las bragas. Una vez allí, besó la boca del sonriente Joseba, para de inmediato, apartar la manta y desnudándolo, comenzar a comerle la polla. El resto fue una bacanal, donde Jorge se llevó a una más que nerviosa Magdalena a uno de los sillones y allí, desnudándose y desnudándola, la puso a comerle su polla. La chica, viendo que allí se iba a follar sin parar, se puso a ello con buen provecho.

Honorio no perdió el tiempo y también se desnudó, como el resto de los presentes, para llegarse hasta Magdalena y comerle los pechos y bajando, hacer lo propio con su chumino con pelillos para nada, recortados.

Felipe también quería parte del pastel y sentándose con su polla en la mano, se echó un poco de vaselina e invitó a la gordita Magdalena a sentarse en el trono. Fue su desvirgamiento vaginal oficial. Por el ano no permití penetrarla hasta que no se acostumbrara a follar con su vagina.

Clara ofreció su polla a un Joseba más que contento de haberse conocido, llegando a tragar su polla, mientras Miranda se tragaba la suya.

La gordita Felicia le colocó sus tetorras encima de sus narices, haciendo que, después de hacer correr a Clara y tragarse su zumo lácteo, dedicarse a comerle aquellas tetas tan sabrosas.

Pepe tuvo el honor de encularse a un Joseba de lo más receptivo, mientras yo no dejaba de usar cada agujero libre que encontraba a mi alcance, como los de Ana Felicia y de la misma Clara.

A mi mujer me la follé culeramente mientras tenía la polla de Joseba en su vagina. Una vez mi compañero avisó de que le venía la corrida, Miranda se salió y se dedicó a mamársela hasta conseguir el tan preciado regalo de los dioses del olimpo.

Ni que decir tiene que Joseba se curó muy rápidamente, pues ello le sirvió para actuar con más prosopopeya con los cuerpos y cuerpazos del resto de la comuna sexual en que se había convertido mi familia putativa.

Magdalena también se hizo al paño. A los pocos días, ya podía tragarse mi polla en su vagina en su totalidad y su culo fue mío un mes después, una semana después de que Pepe la desvirgara analmente.

. - confió en ti para que protejas a mi anciana madre –me dijo el juez y superior mío, Enrique Diosdado-.

. - sr. Juez, no estoy habilitado como guardaespaldas.

. - lo estás y puedo dar fe de ello. He recibido amenazas de muerte contra mí y contra mi madre ex profesamente. Llévatela de casa y custódiala hasta que den con el malnacido de las amenazas. Desde Interior me informan que darán con él en una o dos semanas como máximo. Y no me digas donde, ya sabes qué esto está lleno de chivatos por todas partes.

. - necesitaré una compañera hembra para cuando su señora madre vaya a…

. - déjate de monsergas. Si va al baño, la acompañas y listo. Entre menos gente conozca de vuestro paradero, más seguros estaréis. No me fío ni de Dios en Cristo cuando se trata de mi madre. Cuídamela y te deberé una muy grande.

No había más que hablar. Solo hice tres cosas, me avituallé de material, séase auto, armas y dinero. Lo segundo fue llamar a casa e informar que estaría en torno a dos semanas máximo y que, si estaba un poco más, que no se preocuparan, pues tenía que salir de España. Así estarían tranquilos y no se preocuparían sino de follar y follar hasta hartarse. Y tercero, me acerqué a un comercio de ropa y compré material adecuado para un par de semanas, además del maletín que siempre tengo preparado para los casos de varios días, donde tenía material de higiene personal.

. - ¿Tu eres quien ha mandado mi hijo para cuidarme? –dijo la mujer en la salita de la casa donde vivía. Fuera de la casa había dos coches patrullas vigilando-.

Era una señora mayor, de unos 60 a 65 años, de grandes mamas y mejor culo. Por su tono, presupuse que tenía muy malas pulgas y gustaba de mandar, sobre todo a su hijo, pero no a mí.

. - así es, señora Bermúdez -se llamaba Marcia, de marcial, por cómo hablaba-.

. - pues sepa que hará lo que yo le diga y cuando yo lo diga. Si digo salte, pregunte a donde, nada más.

. - me parece que esto no va así. Yo soy su guardaespaldas, no un pelele a quien pueda manejar a su antojo y si digo salte, preguntará a donde y nada más.

. - habrase visto. ¿Sabe quién es mi hijo?

. - ¿y usted sabe quién soy yo?, si tiene alguna queja, hágala ahora, pues le confiscaré el teléfono. No habrá llamadas a nadie que yo no haya supervisado antes. Se trata de su seguridad y de la mía también, así que no me lo ponga difícil o se busca a otro que cuide de usted, por muy madre de juez que sea.

Le aguanté la mirada. En eso, cogió el teléfono de la mesilla y marcó un número.

Cuando habló con su hijo quejándose de mi desfachatez, quiso que me cambiara por otro agente custodio. Al otro lado su hijo no debió de hacerle caso, pues cortó la llamada con un golpe de teléfono que casi lo parte en dos.

. - ahí están mis maletas –dijo señalándolas y saliendo con pasos largos-.

. - deténgase usted –ordené-.

Se paró en seco.

. - espere hasta que le avise que puede salir, no antes. Recuerde, aquí mando yo. Cuando esté de vuelta en su casa, seguirá mandando, pero ahora me toca a mí dar las órdenes. Es por su bien, no crea que me gusta contrariar a una dama de su edad. Si su hijo cree que corre peligro, hemos de creerle, pues seguro que la quiere muchísimo.

No dijo nada, se volvió a sentar con las piernas muy juntas.

Cogí las dos maletas que estaban preparadas y las metí en el maletero, un moderno 4x4 cerrado.

Acerqué el auto lo máximo posible a la puerta y salí de nuevo. Una vez ante ella, le avisé.

. - nos podemos ir, señora.

Pegado a ella la introduje en el auto rápidamente y rápidamente, arranqué y desaparecí de allí, dando varias vueltas para perder a quien estuviera siguiéndome.

. - ¿a dónde me lleva?, ¿Saint Moritz?, ¿los Alpes?, ¿Venecia…?

. - nada de eso. No salimos de España.

. - ah, ¿no?

. - no estamos de turismo. Deje esos lugares para cuando su hijo la lleve. Ahora se trata de pasar lo más discretos posibles.

. - ¿entonces a dónde vamos?

. - a un hotel de la costa española.

. - ¿y voy a estar todo el día, durante semanas en una habitación de hotel?, ah, no. Eso sí que no –cogió el móvil y empezó a marcar de nuevo el número de su hijo. Se lo arrebaté al mismo tiempo que conducía. Le saqué la batería y la tarjeta y lo tiré atrás-.

. - pero oiga ¿qué hace?

. - le dije nada de llamadas. A lo mejor no me expliqué bien.

. - ¿sabe mi hijo donde me va a meter?

. - no, y no debe saberlo. Su despacho es un colador de filtraciones y si lo sabe quién los busca para atentar contra usted, pues eso, lo tenemos crudo. Así que colabore y no me dé más problemas de los que ya tengo.

. - al menos habrá elegido un hotel de lujo, soy la madre de un juez.

. - señora, por favor. No joda.

. - ese lenguaje, joven.

. - señora, siga incordiándome y la tiro por un barranco.

. - no se atrevería a hacer tal cosa, soy…

. - sí, la madre de un juez. Ni que fuera la reina de Saba, joder. Para su información, la llevaré a una ciudad-comuna.

. - ¿y eso que es?

. - las mismas palabras lo dicen. Es una ciudad comunal. Donde hay apartamentos, hoteles y búngalows. Todo protegido por seguridad privada. No podrá salir de la ciudad sin mi o sin un permiso mío.

. - no conozco ese tipo de alojamiento turístico.

. - posiblemente no. Es una comuna nudista. Allí todo el mundo va a todos los sitios desnudos.

. - ah, no. Eso sí que no. ¿Desnuda yo?, ni loca.

. - pues ahí vamos a ir. Así al menos no podrán esconder armas y estaremos un poco más seguros que si fueran con ropa y se me acercaran para agredirnos.

. - qué no, coño. Que yo no voy desnuda por ningún sitio que no sea dentro de mi cuarto de baño.

. - lo más que podrá llevar será una cartera con sus potingues. Yo llevaré una riñonera con dinero y un arma pequeña, por si acaso, solo eso –dije sin hacerle ni puto caso-.

. - pues está listo si piensa que me voy a desnudar. A mis años…

Llegué ante la barrera de seguridad. Me identifiqué y dije lo que deseaba. Me dejaron pasar y me indicaron la recepción principal, desde donde se accedía al resto de edificaciones e instalaciones.

Ya allí se veían clientes y los mismos empleados desnudos como Dios los trajo al mundo. La señora Bermúdez estaba roja de vergüenza de ver aquellos cuerpos, unos fofos y otros para presumir con ellos.

Una vez me registré, me dieron la llave del hotel que había pedido. Allí todas las instalaciones estaban centralizadas, incluyendo el hotel, los apartamentos y los mismos búngalows.

Una vez salimos, ya había un empleado en pelotas con un cochecito para recogernos a nosotros y a las maletas y llevarnos al hotel, que se vislumbraba a cierta distancia.

La mujer no paraba de ver pollas y más pollas por doquier. Al empleado le hizo gracia que la mujer pusiera tanta atención en la suya menguada. Pues se iba a hartar de verlas por doquier, estando donde estaba.

Cuando llegamos a destino, el empleado colocó las maletas en el único dormitorio que había, el cual era de cama extra-grande para toda una familia.

Le di una propina y se largó con una sonrisa de oreja a oreja.

. - solo hay una cama –casi gritó la mujer- llame al empleado de nuevo –dijo desde la puerta del dormitorio-.

. - todas las habitaciones son iguales, sin excepción. Se supone que el pudor se quedó en casa.

. - pues tendrá que dormir en uno de los sofás. Deben de ser muy cómodos.

. - sí son tan cómodo como dice, ya puede coger uno, que yo dormiré en la cama. Además, es suficientemente grande para no rozarnos en toda la noche. Ojo, duermo desnudo. Eso para que lo sepa.

. - valiente desfachatez. Cuando se lo cuente a mi hijo, le va a sacar la piel a tiras.

. - ¿tiene hambre?, yo sí. Prepárese, nos vamos a comer al restaurante del hotel.

Me fui al baño y desnudándome, me di una ducha refrescante. Me sequé y salí como Dios me trajo al mundo, en pelotas. Mi polla no estaba esmirriada, pero tampoco estaba mirando al techo, estaba morcillona.

La mujer no salía de la habitación, así que entré a ver qué coño hacía.

Estaba en sostén, después de sacarse la ropa.

. - ¿le falta mucho, señora?

. - pero oiga, que estoy en paños menores –se dio cuenta que estaba hablando con una persona desnuda y le calentó aún más la boca- pero Dios mío, está desnudo-.

. - este es el traje de diario. Solo puede llevar la cartera y yo lo mismo –dije mostrándole mi riñonera-.

. - yo no pienso salir a comer en pelotas, ni que fuera una puta.

. - son las normas, señora. Olvídese de los prejuicios, por favor.

. - ni prejuicios, ni leches. No haberme traído a este antro de depravados.

. - usted misma. Dese prisa, el restaurante cierra dentro de poco y mis tripas están sonando.

. - salga de mi habitación de inmediato.

La dejé por loca y salí. La esperé echándole un vistazo a la publicidad del complejo. Lugares y cosas que ofertaban. Una de ellas eran las canoas para pasear o pescar, todo ello, por supuesto, desnudos, pues aquello era inmenso a mas no poder. Era como un parque de atracciones para despelotados nudistas.

Oí que detrás de mí la respiración de alguien, la dama. Estaba acelerada y me giré. Sonreí.

. - ¿va a ir de esa guisa, señora Bermúdez?

. - por supuesto.

La mujer iba en sostén y bragas que no dejaba nada a la vista. Bueno, si así lo quería…

. - salgamos ya –le dije ofreciéndole el brazo para que me lo cogiera. Me lo rehusó y marchó delante. Así hasta el ascensor-.

Entramos según se abrió y allí había tres chicas a más buena. Tenían unos pechos y unos felpudos recortaditos, por lo que se me subió la bilirrubina y mi polla se levantó en el acto.

La vieja dama se percató y se puso colorada. Yo sonreí y les guiñé un ojo a las hembras buenorras.

. - ¿lleváis mucho tiempo por aquí? –pregunté no sin admirar aquellos cuerpos de diosas-.

. - llegamos hace tres días. -Dijo la más despendolada- ¿Te vienes a comer con nosotras?, me llamo Gertru, ellas Violeta y Sara.

. - me gustaría mucho, chicas, pero estoy trabajando –dije señalando a la vieja-.

. - ¿cuánto cobras?, quizás podamos llegar a un acuerdo comercial -dijo la tía, tal cual, según miraba mi cipote empalmado-.

. - es un trabajo especial, pero os tomo nota. ¿Qué habitación tenéis?

. - la 566.

. - ¿estáis solas o acompañadas?

. - con nuestros padres, pero somos muy liberales. ¿Verdad, chicas?

Las otras la corearon afirmando.

. - ¿te esperamos sobre las doce cuando hayas terminado con ella?

. - allí estaré –dije tomándole la cara a la primera y besándole los labios. Luego a las otras dos-.

La vieja estaba abochornada.

Llegamos a la planta donde estaba el restaurante y las chicas se perdieron entre las mesas, ocupando una donde había una pareja de unos 50 años. El restaurante estaba a medio ocupar, todo el mundo desnudo, como no.

. - qué poca vergüenza, flirtear delante de mí.

. - cuando esté descansando, estaré libre. No trabajo para usted las 24 horas, también tengo mi vida y esas tres me lo van a hacer pasar de puta madre. Estoy aquí haciéndole un favor a su marido, mi profesión no es de guardaespaldas, recuérdelo.

. - haberse negado.

. - me negué, pero su hijo es muy persuasivo. Sentémonos de una vez.

. - en aquella mesa solitaria. No tengo ganas de estar junto a tanto pecho desnudo.

Era una mesa en una esquina. Ella se sentó en la misma esquina. Así que le pedí cambiar de sitio.

. - ¿podemos cambiar?, desde ahí tengo mejor visión de la entrada.

. - no, gracias. A mí también me gusta.

. - como quiera.

El camarero llegó con el aparato para tomar los pedidos.

. - buenas noches, señor y señora.

. - buenas noches. Mientras la señora mira lo que quiere, a mí me trae una sopa de pollo con mariscos, pan y refresco cola y no sea cicatero con la sopa, que sea bien abundante.

. - sí, señor. En cuanto a la señora, le ruego se desnude, por favor.

. - ni hablar de eso, señor mío –dijo ella levantando la voz-.

Con la misma voz, sin alzarla un ápice, el camarero le informó de las normas allí reinantes.

. - señora, tenemos terminantemente prohibido servir nada a quien no vaya totalmente desnudo. Así es en todo el complejo. Ni en los restaurantes, supermercados, boutiques o cualquier otro recinto público. Solo en su habitación puede estar como más guste.

. - esa norma es estúpida. Tráigame lo mismo que ha pedido él.

. - lo siento, señora. Son las normas. Si no, deberá abandonar el restaurante.

. - dile algo, por el amor de Dios –dijo hablándome-.

. - no puedo hacer nada. Es verdad, así son las normas en todo el complejo.

. - entonces que me lleven la comida a mi habitación –dijo levantándose-.

. - imposible, pues si se va, quedara marcada como persona non grata y ningún restaurante del complejo le enviará comida alguna, ni siquiera al caballero si estuviera en su misma habitación. Son las normas, lo siento.

. - Dios, esto es de locos. ¿Dónde me has traído?

. - esto es un paraíso, pero usted aún no lo sabe.

. - está bien, pero ésta me la pagas –dijo sacándose el sostén. Lo puse en la silla libre y luego las bragas, que también puso allí- y ahora tráigame la comida de una maldita vez.

. - sí, señora. A sus órdenes, señora –dijo el tío y se retiró-.

Le miré los pechos, los tenía perfectos. Abundantes y perfectos.

. - deje de mirarme las tetas de esa manera.

. - no sé de qué se avergüenza, son preciosos.

. - que tengo 64 años.

. - pues los tiene muy bien llevados.

. - mierda, mierda –dijo toda avergonzada de enseñarlos. Tenía los pechos hermosos como dije, pero con una diferencia notable, eran prácticamente blancos por no haber visto el sol en su puta vida-.

. - necesita broncearlos un poco, pero aun así...

. - hágame el favor y cambiemos de sitio, todo el mundo me mira.

. - ¿ahora quiere cambiar?, pues ahora se aguanta –le dije-.

. - por favor. No me haga esto ahora.

. - está bien.

Me levanté y rodeando la mesa, intercambiamos los asientos. La blancura también estaba presente en un triángulo en su peluda vagina y también en su trasero. Aquello casi me hace correrme encima. Joder con la abuela, estaba cañón. En fin…

Llegó la comida y para adentro. Entre cucharada y cucharada, le echaba un vistazo a aquellos abundantes y blancos pechos. Ella me cogió más de una vez mirándoselos y se ruborizaba cada vez.

Una vez finalizada la comida, me levanté, seguía empalmado.

. - pago y nos vamos, señora.

Me llegué hasta la caja y entregué la tarjeta. Una vez me la devolvieron, vi que una de las tres buenorras llamaba mi atención. Sonreí y me acerqué a ellas. La dama de la mesa, supuse yo que era la madre, lucía rubia caballera, igual que dos de las chicas.

. - buenas noches –dije nada más llegar. La señora Bermúdez, aun sentada a la mesa, nos observaba-.

. - Salvador, te presento a nuestros padres, Pablo y Yaiza

. - tanto gusto, señora –dije inclinándome y besándole los labios-.

Cuando fui a darle la mano al padre, ni corto ni perezoso, me cogió la polla e hizo como que me la pajeaba descaradamente a modo de saludo.

. - sabrosa la tienes, chico.

. - se agradece el cumplido. Espero disfrutar de la suya al mismo nivel.

. - por supuesto, no te demores, mi esposa también se corre de gusto.

. - es grato saberlo –dije mirando a la esposa. Luego a las hijas, mientras le apartaba la mano al padre de mi polla o me corría allí mismo y no estaría bonito la cosa- espero yo también disfrutar de todos y todas –sonreí- ahora les dejo, debo volver con mi pareja-.

. - tráetela también si quieres.

. - me temo que no le gusta tanta libertad, aun así, le informaré. Hasta después –dije inclinándome y besando en la boca al padre, que fue de lo más receptivo. Luego a las tres hermanas y a la madre finalmente, siendo a ésta a quien me deleite con más tiempo. Luego me giré y marché hacia la mesa-.

. - nos vamos –dije de nuevo poniéndole el brazo. Esta vez me la aceptó y metió su brazo. Así salimos del restaurante-.

Caminamos un rato y no hacia el ascensor, sino hacia la calle, pues la noche estaba maravillosa y había gente paseando por los diferentes eventos que había en la zona.

. - ¿a dónde vamos?, el ascensor no está por esta zona.

. - la noche esta bonita, paseemos un poco, así hacemos la digestión.

. - ¿vas a acostarte con toda la familia? –Ddjo ella en un momento de silencio-.

. - al menos lo intentaré. El asunto es pasarlo bien.

. - ¿incluso con el padre?, se os veía muy acaramelados.

. - me gusta aprovechar lo mejor de los dos mundos. ¿Siempre le fue fiel a su marido?

. - siempre, y el a mí.

. - ¿y eso como puede asegurarlo?

. - porque lo sé. Si no, lo hubiese matado a palos.

. - la creo. Con la mala leche que tiene, seguro que se lo carga y lo hace pasar por un accidente.

. - eso, así que cuidado conmigo.

. - no se preocupe, no le voy a tocar un pelo, solo protegerla de quien quiera hacerle daño. Ese es mi trabajo.

. - ya –dijo ella con un deje que no me pasó desapercibido-.

. - mañana esté preparada. Nos vamos de pesca.

. - no sé nadar. No soy una sueca que aprende a nadar según nace.

. - no se preocupe. Si se cae al agua, la saco y le hago el boca a boca –dije sonriendo-

. - que más quisieras tú. ¿Qué hay ahí? –preguntó señalando un grupo de gente arremolinada en torno a alguien-.

. - acerquémonos.

(Parte 6 de 11)

FIN