Huyendo en familia (11)

Esto es algo que nunca le escucharán decir a un hombre: “Deja de chupar mi pene o llamaré a la policía”, George Carlin. Relato en 11 trozos.

HUYENDO EN FAMILIA

(11-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Una vez en la calle, Victoria me miraba distinto. Eso yo ni me fijé, pues intentaba no mirar de frente a nadie, no fuera alguien a decir a todo el mundo que era el de la televisión. Hasta que no estuvimos cerca del motel, no me tranquilicé. Luego en la habitación, eché la meada de rigor y me tendí en mi cama. Ella hizo lo propio y se acostó también, apagando ella la luz.

. - Salvador –oí que decía en la oscuridad- dime la verdad, ¿por qué no me has echado ni un piropo?, ¿no soy de tu gusto?

. - cállate y duerme. Mañana tenemos un largo día por delante.

. - ¿te doy miedo por ser musculosa?, ¿Acaso parezco un tío?, tengo muy bonitas las tetas.

. - no seas pesada, tía. ¿No dijiste que eras una profesional?, pues sé una profesional y cállate. Lo que estás diciendo te rebaja. En esta misión necesito un compañero, no una modelo de buenas tetas y mejor culo.

. - ¿estás diciendo que te gustan mis tetas y de que tengo un culo precioso?

. - ¿si te digo que sí, me dejas dormir?

. - sí, lo haré. Anda, dilo.

. - pues eso, tienes unas tetas preciosas y un culo que no veas de bonito. Anda, duérmete, coño.

Ella se echó a reír, para luego sonreír en la oscuridad. A partir de ahí, todo era silencio, solo algunos sonidos de coches lejanos.

Volví al mismo mostrador y estaba el mismo agente. Le puse los papeles de nuevo delante de las narices.

. - ¿me lo puedo llevar ya?

. - así es. El juez desestimó la demanda del abogado. Pediré que se la traigan.

. - ¿querrá decir que me lo traigan?, es un chico.

. - de eso nada. Tiene tetas, no muchas, pero las tiene y debe tener también una vagina, imagino –dijo guiñándome un ojo-.

. - aquí tengo yo a un tal Margarito Sánchez Heredia, 19 años -dije leyendo el papel que me habían dado-.

. - Margarita se llama.

. - ¿Me puede dejar sus datos?, quiero compararlos con los míos.

Me dejó el historial de la tal Margarita y coincidían todos, menos en la letra o , era una a en la suya. Vaya, vaya.

. - habrá traído de compañera una agente, si no, no se la puedo entregar.

. - sí, es aquella que parece un tío.

. - sí que está buena, aunque con demasiado músculo para mi gusto, ya me entiendes.

El tío se estaba pasando varios pueblos. Vale que lo pensara, pero que lo dijera a un desconocido compañero del ramo podía costarle el puesto tal como estaban las cosas últimamente.

Llamé a Victoria con un gesto de la cabeza. Se levantó de donde estaba y llegó ante nosotros.

. - ha habido un error de sexo, nos llevamos a una chica.

. - ya me parecía a mí que Margarito había pocos. Solo conozco uno, un boxeador mejicano. Así que una chica, bueno, son más fáciles de trasladar.

. - ¿tú crees?, a veces es al revés -le dije-.

Al poco llegó una pequeñaja con pinta de mala, iba vestida como una buscona y falda súper corta y con una camisa con un nudo en el ombligo y más abierta de lo que se debiera. Tenía cara de pocos amigos.

. - firme el recibí y es toda vuestra. Tengan cuidado, es una pequeña fiera.

El agente me la entregó, saqué las esposas y se las puse, luego salimos de allí con destino a la terminal de trenes. La llevaba cogida de un brazo.

. - ¿me vas a llevar así todo el camino, madero?

. - posiblemente, a no ser que seas una presa modélica. ¿No llevas nada de ropa limpia?

. - nada llevo. Me cogieron cuando me escapaba de donde estaba oculta.

. - compañera, ¿qué me dices?, ¿necesitará algo para el viaje?

. - depende de cada mujer, pero lo normal es que sí. Solemos tener los bolsos llenos de materiales de higiene personal –respondió Victoria-.

. - pasemos por una farmacia y compremos algo, no tengo ganas de que manche los asientos del tren.

. - oye, que no voy por ahí sangrando. Otra cosa, ¿no tenéis algo para ocultar las esposas?

. - ¿no estás acostumbrada?, según tu currículum vitae es largo y tendido -dijo la agente Victoria-.

. - vete a la mierda, marimacho.

. - ¿me ha llamado marimacho la niñata ésta?

. - eso ha dicho –dije yo sonriendo-.

Victoria le cogió las manos y le apretó un poco más las esposas.

. - Ah, cabrona, que me duele.

. - compórtate como una señorita y no me jodas.

. - que te den, cara tío.

. - dejala, Victoria, ya se cansará.

. - que te crees tú eso –dijo la detenida-.

Llegamos a una farmacia y entramos los tres. Luego Victoria compró varios artículos, mientras la chica y yo mirábamos por la cristalera hacia la calle.

. - déjame esas manitas tuyas –dije y le aflojé las esposas-.

. - gracias, tío bueno. Tú sí que vales. Si me dejas escapar, te hago una mamada.

. - pero que poco te valoras –le dije riendo-.

. - coño, si quieres que ponga el culo, lo podríamos negociar.

. - anda, cállate, que llega la fiera de mi compañera.

. - ¿a qué parece un tío?

. - sí, pero no se lo digas más. Se va a cabrear de verdad.

Los dos reímos y Victoria nos cogió haciéndolo.

. - ¿cuál es el chiste?

. - mejor no lo sepas –dije saliendo de la farmacia. Victoria ató la bolsa y se la puso encima de las esposas, ocultándolas-.

. - mira, si hasta tiene corazoncito el tío éste.

. - Margarita, no sigas jodiendo la marrana, que el viaje no es corto precisamente –le dije, mientras le guiñaba un ojo. Me caía bien aquella cabrona-.

De camino a la terminal varios chicos silbaron a la chica y no era por nada, sino por cómo iba vestida, era la envidia de los que pasaban delante nuestro.

. - me están silbando a mí, ¿sabes? –miró a Victoria-.

. - sí, se suele silbar a las que van como putas por la calle como tú.

. - ¿has visto?, la tía me ha llamado puta. Me está insultando en la cara –me dijo-.

. - no haber empezado tú. Haya paz entre las dos o me vais a dar el día.

. - ¿cómo te llamas, guapo?, pero qué bueno estás,

. - Salvador y para ya, coño.

. - ¿te gustan mis tetas? –dijo la pequeñaja abriéndose bien el escote ya de por si bien grande-.

. - ¿qué tetas?, no tienes apenas –dijo Victoria-.

. - que más quisieras tu tener mis tetas, cuerpo de tío. Si estás más lisa que una mesa de planchar.

. - mira que te doy, cabrona.

. - y te denuncio por brutalidad policial. Además, me gusta más Salvador, está para mojar con pan.

. - Victoria, no le hables. Esta tiene labia para rato.

. - sí, será lo mejor.

Ya en la terminal, actualicé los billetes y esperamos el tren sentados. Estaban dando una y otra vez lo acaecido el día anterior en la otra terminal cuando salvé al crío del carrito.

Margarita lo vio y me miró. Luego volvió a mirar y volvió a mirarme.

. - oye, ¿ese no eres tú?

. - no, para nada.

. - no me engañes. Joder, si hasta eres un santo salvando bebés. ¿Cuánto te pagaron?

. - nada, no me pagaron nada porque me largué.

. - serás tonto. Yo les hubiese sacado una pasta gansa.

. - yo no.

. - joder, cada vez me gustas más. ¿Te gustaría adoptarme?, te la mamaría día sí y día también.

. - hay que joderse. Ahora te toca aguantarla a ti, colega Salvador –dijo Victoria riendo-.

. - cariño –le dije a Margarita- ¿no te cansas nunca de tocarle los huevos a la gente?

. - sí, cuando me están dando por culo, entonces no suelo hablar apenas.

. - no tienes remedio, chica. Por fin, ya llega nuestro tren.

Esperé a que la multitud entrara y aflojara un poco, luego entramos hasta el compartimento que teníamos asignado. Allí me senté junto a la puerta.

. - oye, solo hay dos literas. Yo no voy a dormir con este tío –dijo señalando a Victoria-.

. - tranquila, siempre habrá alguien despierto vigilándote.

. - ¿tan peligrosa soy que tienen que venir dos tíos –dijo jodiendo- para llevarme al centro, de nuevo?

. - calla y siéntate, pelmaza –dijo Victoria, sentándola junto a mí-.

. - sin empujar –dijo y luego se me quedo mirando fijamente como embobada-.

. - ¿tengo algo en la cara, bonita?

. - eres tan guapo… Puedo hacerte una mamada si quieres, es gratis. Solo de mirarte me estoy corriendo de gusto.

. - tendrías que hacerle otra mamada a mi compañero –dije guiñándole un ojo a Victoria-.

. - por mí no hay problema. La polla de tu colega es del tamaño de un clítoris, pero bueno, por mamarte la tuya haría una excepción.

. - anda, mira por la ventana y cállate ya, que me estás dando dolor de cabeza.

. - tú te lo pierdes –dijo sentándose más cerca de la ventana-.

En eso veo una mancha rojiza en el asiento donde antes estaba.

. - joder, lo que me temía. Victoria, mira –le dije señalando el asiento-.

. - vaya, al final tenías razón. Margarita, estas sangrando.

. - ¿yo? para nada –dijo, pero al mirar el asiento manchado, cambió su cara- mierda, puta regla.

. - Salvador, me la llevo al baño.

. - okey, no tardéis.

. - no podré hacer nada si estoy así –dijo señalándose las esposas-.

. - ¿te vas a portar bien y no intentar escapar? –preguntó Victoria-.

. - seré como una santa, lo juro.

. - ¿la desatamos, Salvador?, la vigilaré bien.

. - tu misma –le dije entregándole las llaves. Victoria la dejó con las manos libres. La chiquita se masajeó donde antes tenía las esposas-.

Las dos chicas marcharon al baño y yo estiré las piernas para echar un sueñecito ahora que estaba solo. El suave movimiento del tren ayudaba lo suyo.

¿Solo?, pues no. Ya no estaba solo. Victoria apareció en la puerta toda sofocada un par de minutos después y con los ojos enrojecidos.

. - se ha escapado la cabrona.

. - no me jodas, tía. ¿Qué pasó? -dije levantándome. No iba a ir muy lejos dentro del tren la jodida mocosa-.

. - la muy puta es rapidísima. Se sacó un spray de pimienta de las bragas y me roció con él. Luego desapareció mientras yo me lavaba los ojos-.

. - quédate aquí y recupérate. Yo me recorreré todo el tren en su búsqueda, no va a ir a ningún lado.

. - no, debo acompañarte, se me escapó a mí.

. - tú te callas, aquí mando yo. Te quedas y listo. No des el aviso de huida, en cuanto dé con ella, la traigo.

. - no pareces molesto por mi poca profesionalidad.

. - tu profesionalidad está intacta, Victoria. Le puede pasar a cualquiera. Lo del spray de pimienta se les pasó a los de la comisaria donde la recogimos. Ellos debían de haberla revisado bien. Así que no tienes culpa ninguna. Acuéstate, este tren es bien largo y voy a tardar un poco -le dije besándole la frente, luego la dejé sola-.

Se quedó sentada maldiciéndose por su estupidez. Yo, después de todo, hasta tuve suerte, pues estando en la cola del tren, solo tendría que ir avanzando hacia la parte delantera e ir revisando compartimento por compartimento.

Los tres primeros estaban vacíos y revisé bajo las literas, únicos sitios donde se podía ocultar alguien. Seguí. Fui enseñando la placa y cuando llegué a la mitad, ya estaba más que harto de aquella cabrona mocosa. Me estaba dando el día.

El siguiente compartimento era el de tres chicos con mochilas, les enseñé la placa y negaron con la cabeza, pero aún no eran lo suficientes maduros como para saber mentir a un profesional. Les hice salir fuera y miré bajo las literas. Había un puto perrazo, menos mal que con bozal. Casi me meo encima. Revisé el resto del compartimento y nada de la chica.

Cuando salí, los chicos no sabían dónde mirar.

. - la próxima vez dejad el perro en casa, esto no es una perrera.

. - ¿nos va a denunciar, agente?

. - no, lo más os pondrían una multa. Cuidad de que no cague o ladre.

. - sí, señor. Gracias señor. En cuanto a esa chica, la vimos.

. - ah, ¿sí?, ¿y por qué me habéis dicho que no la habíais visto?, eso sí es un delito grave, pues ocultáis información a un agente en funciones.

. - lo siento, agente. No quisimos complicarnos más la vida y le dijimos que no podíamos ocultarla.

. - ¿hacia dónde se fue?

. - hacia la cola, señor.

. - ¿estáis seguros?

. - sí, señor. La vi meterse en uno de esos dos compartimentos.

. - vale, entrad y no hagáis más el ganso –les dije-.

Una vez cerraron la puerta, retrocedí. No había visto a nadie, pues estaban libres aquellos dos compartimentos. Aun así, volví a inspeccionarlos con más detenimiento. Nada, es que no había más hueco donde meterse. Entonces noté que entraba algo de brisa y me fijé en la ventana. No estaba totalmente cerrada con su pestillo. Asomé la cabeza fuera y no había nadie. Si había salido por allí se la había pegado o…, me dije mirando hacia el techo. No, joder. No podía ser. Será cabrona...

Tenía que mirar, no podía hacer otra cosa. Con cuidado de no partirme la crisma, puse los pies en la ventana y trepé hacia arriba, eché un vistazo y allí estaba la cabrona, tiritando del frio que hacía.

. - hoooolaaaa -le dije mirando hacia ella. Cuando me miró, se asustó- ¿mucho frío ahí arriba?

. - sssssssiiiiiii, mucho frío.

. - anda, baja, que vas a coger una pulmonía.

. - no pieeeeeeenso bajar. –Tiritaba la chiquilla- el otro tiiiiio me vaaaaaa aaaaaa darrr unnnna paaaaaliza-.

. - no seas tonta. No dejaré que Victoria te haga daño. Venga, que se me están helando los cataplines.

La chiquita se lo pensó dos veces. Allí arriba se estaba congelando los ovarios.

La ayudé a bajar y una vez ambos dentro, me senté en el banco y la abracé para darle calor.

. - pero chiquilla, ¿tan desesperada estas por no regresar al centro del que te escapaste? –le dije pasándole la mano por toda su espalda, manos y resto del cuerpo que pude sobarle, mientras la tenía pegada a mí-.

. - tu si eres bueno, pero esa arpía, es una cabrona.

. - no, Victoria no es así, lo que pasa es que no la dejas tranquila. Anda, regresemos. De paso recogemos en el coche bar unos churros y chocolate calentitos. Los dos lo necesitamos. Ah, se me olvidaba, dame el spray de pimienta –le dije poniendo la mano-.

Se lo sacó de las bragas y me lo entregó. Luego lo lancé por la ventana.

. - vamos. Mira que eres jodelona –le dije llevándola abrazada-.

En el coche donde servían comidas compré tres juegos de chocolate y churros y continuamos hacia la cola. Allí estaba expectante una Victoria aun con los ojos enrojecidos.

. - la has encontrado. Déjamela a mí. A esta hija de puta la voy a arreglar yo –dijo dando un paso hacia nosotros. La chiquilla se me pegó más aún, aterrada-.

. - quieta, Victoria. No le toques un pelo. Comprendo que estés enfadada, pero saldrás perdiendo. Siéntate y tómate esto. Son churros y chocolate.

. - hay que revisarla de arriba abajo, Salvador. ¿Le quitaste el spray?

. - sí, lo tiré por la ventana.

Me sitúe en medio de las dos o se iba a liar parda allí dentro.

Poco a poco y según se tomaba los alimentos, la chiquilla iba entrando en calor.

. - está bueno, gracias.

. - de nada.

Cuando todos acabamos con los churros y el chocolate, se retiraron los desperdicios.

. - venga, voy a revisarte de arriba abajo, cabrona –dijo Victoria-.

. - no, tu no me tocas. Que me registre Salvador.

. - cariño, no puede ser. Debe ser una agente femenina.

. - no cuando yo no lo quiero así, prefiero desnudarme para ti y no para ese tío.

. - me cago en tu puta…

. - Victoria, vale ya, joder. Desnúdate Margarita y acabemos ya.

. - pero que no se me acerque o grito que me violan.

. - Victoria, siéntate, por favor. Y tú, empieza.

Mirando de soslayo a Victoria y de frente a mí, que estaba sentado, comenzó a desnudarse. Su pequeño cuerpo revelaba que era una mujer como Dios manda. Estaba cohibida, aun así, tenía más confianza en mí que en Victoria.

. - ¿a qué estoy buena? –dijo dándose la vuelta. Sí, sí que estaba buena la condenada-.

. - cariño, ahora tiene Victoria que meterte mano ahí abajo. Son las normas del registro –dije sacándome un guante y entregándoselo a mi colega-.

. - no, ella no. Hazlo tú.

. - margarita, no seas tonta. Soy un tío.

. - sí, un tío que me gusta mucho y que es bueno conmigo. ¿No me puedes adoptar, por favor?, no te arrepentirías.

. - no puede ser cariño, has de volver de donde te escapaste. Adelante Victoria.

Ella huyo hacia una esquina aterrada.

. - no, ella no.

. - déjalo, Salvador, hazlo tú, nada diré.

. - cómo quieras –dije levantándome- Margarita, por favor. Inclínate.

La chiquita lo hizo y metí mi mano enguantada en su vagina y luego en su agujero anal. Se dolió un poco pero no dijo nada.

. - estás limpia. Vístete, cariño –le dije cogiéndola por un brazo para ayudarla a levantarse. Entonces se dolió– ¿te hago daño, Margarita?-.

. - no, es que…

Me fijé mejor y vi que tenía un feo moratón en el brazo donde la había cogido con mi mano.

. - ¿dónde te hiciste esto, Margarita?

. - no es nada.

. - dime la verdad, cariño.

. - está bien. Fue en el centro. Lo intentaron y lo consiguieron.

. - ¿el que, Margarita? –sabía a qué se refería, pero debía salir de ella-

. - me violaron entre tres, por eso me escapé.

. - la ostia puta. Anda, vístete, pero antes límpiate y ponte las cosas que se te compró en la farmacia. En cuanto bajemos del tren iremos a un hospital para que te inspeccionen los médicos.

. - gracias, eres un buen tío, pero si me devuelves al mismo sitio, volverán a violarme.

. - no si puedo evitarlo. De momento vístete.

. - las bragas las tengo sucias –dijo ella avergonzada-.

. - victoria, ¿no te sobran unas bragas para ella?

. - no le servirían, se le caerían al suelo.

. - sí, creo que tienes razón. Buscaré alguna en el tren.

. - en el tren no hay tienda de ropa femenina –dijo mi colega-.

. - lo sé, pero si hay chicas de su edad, tendrán bragas de repuesto. Es lo lógico en todas las chicas.

. - ¿y les vas a ir pidiendo unas bragas según te las encuentres?

. - si fueras tu a buscarlas, me ahorrarías el trabajo.

. - vale, las buscaré yo, pero tú te la llevas al baño y que se lave bien, si se las pone como está, aunque se limpie con papeles desechables, no estará limpia y volverá a ensuciarlas.

. - chicos, que estoy yo aquí –dijo ella aún desnuda-.

. - ¿a qué esperas para vestirte?, ¿o es que te gusta estar en pelotas?

. - me gusta que me veas desnuda. Eres mi héroe.

. - vale ya, Margarita, por favor. No soy de piedra, joder.

. - ¿has empalmado por mí?, anda, sácala, te la mamaré y disfrutarás.

. - no tienes remedio. ¿Eres siempre así con tus amigos? Entonces no te quejes si los chicos de tu edad intentan violarte. Estás todo el santo día intentando mamarme la polla. Piensa un momento, causa y efecto. ¿Sabes lo que significa?

. - que sí, insisto. Puede suceder.

. - más o menos. Debes cuidar tu lenguaje corporal no vistiendo como lo haces y tu lenguaje vocal en sí mismo. Por ahí hay mucho depredador que si en vez de ser yo al que le dices las lindezas que me dices, ya te habría puesto contra la pared para violarte. No seas tan frívola, por Dios. Creo que eres una buena chica, pero que lo ha pasado mal y te ha hecho coger el peor camino.

La chiquilla se puso a llorar.

. - coño, margarita. No te me pongas a llorar ahora –me acerqué y le limpié las lágrimas y la ayudé a vestirse. Cuando acabé, solo faltaban las bragas-.

. - quienes me violaron no fueron los otros compañeros, no hay compañeros, solo chicas. Fueron tres sí, pero carceleros del centro.

. - vaya, eso es aún peor. Los reconocerías si te los echaras al avista de nuevo.

. - sí, llevan trabajando allí mucho tiempo. Uno es el segundo del director y los otros dos, uno el portero y el otro el jardinero.

. - hablaré con un juez que conozco. Veremos qué se puede hacer contra esos malnacidos. Victoria, ¿me traes las bragas, por favor?

. - sí, perdona, voy ahora mismo.

Salió de allí y nos dejó solos a la chiquita y a mí.

. - adóptame, por favor. Te querré mucho. No hablaré como una puta y me vestiré como tú quieras.

No le respondí, solo la abracé contra mi pecho. Su respiración desbocada la hacía más pequeña aún.

Victoria llegó no con una, sino con dos bragas. Se las entregó a la chica, luego marchamos ella y yo al baño. Allí se sentó en la tapa de la vasija y se limpió el chichi con papel y agua. Yo no perdía detalle, ella tampoco intentaba ocultarse, solo sonreía maliciosamente.

. - cómeme el chichi, por favor. Estoy que no me aguanto.

. - ¿no ibas a hablar como una señorita, cariño?

. - quiero sentirte dentro de mí.

. - no insistas criatura –no sabía qué hacer con aquella chiquilla. Si no fuera por su negra historia de malos tratos, ya me la hubiera beneficiado hacía un buen rato, más si me lo pedía con aquella insistencia, pero era algo que podía más que yo, pese a las ganas locas que tenía por clavársela en todo su culito prieto, pese a la violación, pues lo tenía cerrado tras pasar ya varios días de su escapada del centro. Y si es que era cierto, que esa es otra historia-.

Con un malabarismo que ni pude ver, me bajó la cremallera y me sacó la polla endurecida por el deseo carnal. Se la metió en la boca y comenzó a mamármela a toda velocidad.

. - no seas bruta. ¿No comprendes que me estas violando, mujer?, estás haciendo conmigo lo mismo que hicieron aquellas tres contigo.

Al oír aquello, se frenó y dejó de mamármela. Con delicadeza, me la volvió a guardar y bajar la cremallera.

. - perdona, estoy tan desesperada... He encontrado a alguien que le importo y no se deja querer pese a mi insistencia. ¿Es porque soy menor de edad?, eso a mí no me importa. Te puedo hacer muy feliz, te lo juro. Dentro de 24 horas, cumpliré 18 años. Nunca nadie se preocupó por mí como tú lo estás haciendo.

. - cariño, te contaré un secreto. No es solo por la edad, es que no quiero hacerte más daño de que ya te han hecho.

. - pero me lo harás si me devuelves de donde me escapé. Aunque detengan a esos tres cabrones, habrá otros que quieran aprovecharse de mí y yo ya no tengo fuerza para luchar sola, pero si tu cuidaras de mí…, no tendrías ni que adoptarme, sería como tu esposa, tu amante, lo que tú quieras.

. - tengo esposa, tengo amantes y otras cosas. Lo que deseo es que seas una chica normal que enderece el rumbo que has tomado.

. - pero sola no puedo, necesito tu ayuda.

. - la madre que te pario, Margarita. No sé qué hacer contigo.

. - ¿puedes quererme un poquito?, ¿solo un poquito?

. - quizás me arrepienta, pero te diré lo que haremos…

Un rato después, nos llegamos al compartimento. La chica, cansada, enseguida se quedó dormida. Y Victoria, no estaba por ningún lado, había ido a dar una vuelta y despejarse ella también, pues estaba más que harta de la tal margarita…

Cuando regresó al compartimento…

. - Mira que habéis tardado, he salido a coger algo de aire, ¿de qué habéis estado hablando, para tardar tanto?

. - mejor no preguntes.

. - dormida hasta parece una buena chica -dijo ella mirándola-.

. - es una buena chica, pero cogió un mal sendero.

. - puede que tengas razón. Hasta me da pena, no creas.

. - ¿te da pena?, ¿qué fue eso de hija de puta para arriba ?

. - fue un pronto en caliente. Reconócelo, me ha estado tocando los cojones.

. - dirás los ovarios.

. - no, los cojones –dijo cogiéndome la mano y poniéndosela sobre su vagina. Una protuberancia que, si fuera un tío, diría que era una polla-.

Ante mi extrañeza, se bajó la cremallera y se sacó una tranca de lo más decente. Joder, tenía una señora polla la tía.

. - es un secreto que solo sabes tú ahora. Te invito a probarla.

. - solo si tú me la mamas también, que esa de ahí me la tiene que muerde.

. - hecho, pero en silencio, para que no se despierte –dijo mientas me besaba. Yo apoyé la moción y pegué mis labios a los suyos, mientras le hacía una suave paja a su polla, nada desdeñable-.

Dejé de besarla y agachándome, comencé a mamarle la herramienta. Ella intentaba no hacer ruido alguno, pero se le escapaba algún que otro gemido.

Después de un buen rato, sentí que se corría y mi boca se inundaba de su semen calentito, que paladeé y tragué, para re-mamarle la polla hasta no dejarle ni gota. Un nuevo morreo y me hice hacia atrás en el asiento, para que ella comenzara a disfrutar y hacerme disfrutar de su mamada.

A ello se puso y me la mamó de una manera profesional como la copa de un pino. Tan caliente me tenía Margarita, con su insistencia, que poco tardé en correrme en Victoria. Era mayor cantidad porque tenía los huevos más grandes y por supuesto, la polla también.

Un morreo final y ambos quedamos servidos.

. - yo haré la primera guardia –le dije, besándole la frente-.

Ella sonrió y se fue a la otra litera, quedándose dormida enseguida, pues había sido un largo día…

Nada más llegar el tren a Sevilla, fuimos a un médico de señoritas, como se decía antes. El facultativo emitió su informe. Violación reciente con desgarros vaginales y anales. Con el parte en mis manos, salimos del centro médico. Luego y en un aparte, llamé al juez y le informé de los acontecimientos recientes. Quedó en llamar a un colega para el asunto de la violación y demás circunstancias habladas.

Un juez y varios agentes de la Guardia Civil nos esperaban en la entrada del reformatorio. Hablamos un momento a solas y le entregué el sobre con el parte de lesiones de Margarita. Con él en la mano, entramos. Dos de los tres violadores fueron detenidos en el acto, el tercero lo fue en su casa e ingresaron en prisión preventiva hasta que se dictase juicio.

. - ¿ya está?, ¿ya está? –decía con insistencia Margarita-.

. - ¿de qué hablas, niña? –dijo Victoria que seguía junto a mí y a Margarita-.

. - ¿se lo digo?, ¿se lo puedo decir ya, Salvador?

. - no, aún no.

. - venga ya, Salvador, que soy tu compañera. ¿Qué pasa aquí?

. - porfa…, porfa… –decía Margarita-.

. - vale, vale, pero que pesadas sois las mujeres, coño. Díselo, anda.

. - Salvador me va a adoptar por fin.

. - no jodas, ¿es eso cierto, colega?

. - así es. Aunque aún el juez no me ha dado el visto bueno, pues tenía que informarse antes de un par de cosas. Quedó en decirme algo cuando fuéramos a su despacho.

. - ¿no vas muy rápido?, además, esto de las adopciones se eterniza.

. - eso si no tienes enchufes, que si los tienes… -dije sonriendo-.

. - ah, ya. Tu amigo el juez.

. - ¿para están los amigos?, vayamos a comer algo. De momento Margarita sigue a nuestro cargo.

La comida fue frugal, pues apenas teníamos ganas Margarita y yo de comer ante la decisión del juez. Victoria no tenía ese problema y se hinchó a tragar. Una vez acabamos, hicimos un poco de tiempo hasta las cinco de la tarde, para finalmente pasarnos por el despacho del juez.

Media hora después salí con una nueva hija y Margarita con un nuevo padre. En cuanto a los violadores, para que les rebajaran las penas, hablaron por los codos y vendieron también al director del centro, cuarto en discordia, pues aquello era como un burdel juvenil, donde el cliente pagaba al director o a sus correligionarios, luego elegía una de las chicas que tenía en un álbum y listo, se la llevaban y a follársela, so pena de matarlas a ellas o sus familiares queridos si aún existían. Al final se destapó todo y varias de las chicas también denunciaron, no teniendo Margarita que regresar a Sevilla para declarar ante el futuro juicio, puesto que los tres se había auto-inculpado y la cosa estaba más que clara.

De regreso a la central y a casa después, cogimos de nuevo el puto tren. Ya en nuestro compartimento, Victoria se me insinuó a espaldas de Margarita, por lo tanto, debía de quitármela de encima al menos durante media hora.

. - cariño, puedes darte una vuelta de media hora, por favor.

. - ¿para qué?, aquí se está muy bien junto a mi nuevo padre –dijo agarrándose de mi brazo-.

. - coño, Margarita, pareces tonta. Tu padre y yo vamos a follar, joder.

. - ah, perdona, que tonta soy. Vale, os dejo solos para que folléis cuanto queráis.

. - hija, esa lengua.

. - lo siento, papi –dijo abrazándome, para luego salir a dar un largo paseo-.

. - ¿ tu padre y yo vamos a follar ?, joder, Victoria, te has pasado.

. - perdona, pero es que estoy tan caliente… –dijo desnudándose. Sus pocos pechos no me disgustaron, pues podía abarcarlos con mi boca, para un mayor disfrute. Nos follamos el uno al otro hasta agotar las corridas sémicas. Aun así, disfruté de sus jugos vaginales, pues esta Victoria era lo que se llama una hermafrodita, con polla y vagina perfectamente usables y funcionales-.

Cuando acabamos de joder, me la limpié y me la guardé, pues faltaba poco para llegar a destino. Ella salió hacia el baño a acabar de darse una somera limpieza intima en profundidad, además de ponerse un nuevo tampón y demás mierdas femeninas.

Margarita tocó en la puerta.

. - ¿habéis acabado? –preguntó-.

Le abrí la puerta.

. - anda, entra, hija.

. - ¿por qué no dejaste que os viera, papá?

. - cariño, porque de puertas a fuera de casa, somos hija y padre. Nadie debe sospechar o nos encierran. Ya te conté lo que tenía en casa.

. - ¿me estarán esperando?, ¿les llamaste?

. - sí, les llamé y esperan con ansia tu llegada, al igual que yo, pues allí vamos a disfrutar como lo hacemos el resto de la familia.

. - ¿y dices que tenemos un amigo con tetas y polla?

. - así es. Son como de la familia, así como mi compañero de trabajo y su hija gordita. Con todos ellos podemos tener sexo siempre que queramos y queremos siempre. Pero recuerda, solo de puertas adentro, nada de contarlo por ahí o ya sabes lo que nos pasará.

. - sí, que nos separarán y no quiero que nos separen nunca –dijo besándome apasionadamente. Yo le devolví el beso aumentado un trescientos por ciento, mientras le subía la camisa y me comía sus pechitos sabrosones, para luego tenderla en el asiento y haciéndole las braguitas a un lado, comerme aquel chochito que bien pronto iba a disfrutar hasta hartarme. Se oyó un ruido cerca de la puerta y dejamos de tocarnos, para sentarnos y coger una revista cada uno.

Era Victoria, que sonriente, entró.

. - ya estás aquí, ¿cómo lo habéis pasado? –dijo Margarita-.

. - hija, eso no se pregunta. En casa, ni palabra, ya sabes.

. - soy sorda, ciega y muda.

. - eso –le dije guiñándole un ojo que Victoria no vio, luego le di un beso en la frente de hija ya putativa-.

Al llegar a casa, toda la familia y los que no lo eran, pero también eran íntimos, intimísimos, nos estaban esperando. Se hizo una fiesta familiar, de recibimiento, pero no de follamiento general. No, de esas, ya la haríamos en cuanto Margarita se repusiera totalmente, de las violaciones.

Cuando ello sucedió, un par de semanas después, hubo otra fiesta por la nueva incorporación a la troupe. Prometí no incorporar más hijos, aunque lo hice con los dedos cruzados detrás de mí, pues nunca se sabe si encuentro por ahí alguien que necesita un techo y una buena polla para calentarle su culito, como el de Margarita, a la cual la estaba re-estrenando con mi polla con el resto de comensales alrededor nuestro, los cuales lanzaban aquí y allá su lengua para aumentar el disfrute de una Margarita que antes de que terminara la velada, iba a pedir socorro de tantas pollas que iba a tener metidas en su vagina y su culo. Todas juntas no, claro, pero si una detrás de la otra y la mía varias veces antes de que se me callera a cachos.

Ni que decir tiene que la familia aumentó en uno más, pero esa es otra historia que no contaré para no aburrir al personal, solo informar que vino para follar y ser follado por toda la familia.

En cuanto a los amantes externos, ya sean la familia del juez y el mismo juez, mis compañeros Víctor y Victoria y los que vendrían después, seguían y seguirían siendo servidos por mi polla, que incansable donde las haya, se le iba a hacer un merecido monumento en la plaza mayor.

¿Y qué fue de la comatosa Lety?, acabó recuperándose a base de leche, mucha leche de su padre y hermanos e incluyendo finalmente a un mayordomo orgulloso no solo de follarse a la señora de la casa y preñarla, sino de disfrutar también de sus putativos hijos. En fin, aquella era otra casa similar a la mía, donde el que no follaba, era follado y refollado, servidumbre incluida. Una pena que esta casa no tuviera la experiencia de huir en familia al ser perseguida por los desfalcos del cabeza de familia, el alcalde, pues les hubiera aportado una experiencia que las uniría de por vida.

F I N

Yo:                                      Salvador Morales

Mi esposa:                          Miranda

Hijos:                                  Jorge y Sofía

Superior:                             capitán Rosendo García

Segundo al mando:             Alejandro Robaina.

Hijos Alejandro:                  Felipe, Felicia, Ana Felicia, trillizos

Transexual roulotte:          Clara y su hijo, Honorio

Juez nº 1:                            Pepín para los amigos.

Hijo juez Pepín:                   Pepe

Juez amigo de Pepín:         Enrique Diosdado

Madre juez Enrique D.:       Marcia Bermúdez

Hermana y sobrina juez:    Sonia y Sonia (iguales nombres)

Compañero profesión 1:    Joseba Urretabizkaia

Compañero profesión 2:    Javier Marsans –casi jubilado-

Compañero profesión 3:    Victoria, con pene

Hija Joseba U.:                   Magdalena, gordita

Complejo nudista:

Padres ladrones:                Pablo y Yaiza

Hijas ladronas:                   Gertru, Violeta y Sara.

Casa alcalde:

Alcalde:                               s/n.

Esposa alcalde:                   Maribel

Hijos alcalde:                      Siro, Niome, Ángel,

Lety y Lucrecia

Nueva hija:                           Margarita Sánchez Heredia