Huyendo

...

Era verano cuando me dijeron que debía cambiar de ciudad por cuestiones de trabajo, dijeron que sería unos meses, como mucho un año. Me fui un viernes por la tarde, para ir buscando donde quedarme y arreglar todo lo demás.

En el momento de irme quizá no pensé en que me encontraría sola en mitad de una ciudad donde no conocía a nadie, no tenía nada allí, pero pensé en que era una forma de cambiar mi vida, olvidar las penas pasadas.

Al llegar por fin a Oviedo, después del largo trayecto en tren, me bajé y miré a mí alrededor, no presté mucha atención a nadie, puse mas atención en el cielo totalmente nublado, quizá eso era lo que me esperaba.

Me fui a un bar, a cenar algo, y a despejarme un poco, esa noche la pasaría en un hotel, sola, cuando recibí una llamada, era de mi tía:

dime tita.

¿cómo has llegado? Espero que no te moleste en este momento.

No tranquila acabo de llegar, todo está bien pero ¿qué quieres?

Pues veras he estado mirando apartamentos, y he encontrado uno en el centro.

Pero mujer, sabes que en el centro suelen ser muy caros, quizá no los pueda pagar.

No te preocupes por eso, es muy barato, mañana tienes una cita con la casera, la dirección ahora te la manda mi hija por mensaje.

Vale, gracias, adiós, espero veros pronto, sed buenos jeje

Sabes que la traviesa siempre has sido tu, a ver lo que haces por ahí.

Colgó y a los 5 minutos me llegó un mensaje de mi prima : es en la calle paraíso, nº 47, 3º izquierdo, ten cuidado prima, espero que no hayas aceptado por lo que nos pasó. Un beso, te quiero mucho.

Tuve una ‘aventurilla’ por así decirlo con ella, era una de las cosas de las que huía, sucedió una noche que nos fuimos de viaje las dos solas, no sé como pero acabamos liadas, pero ahora tenía que olvidar eso, tenía una nueva vida por delante, y mucha gente a la que conocer.

Terminé de comer y me marché al hotel, eran sobre las 10 de la noche, quizá allí las 10 sería una hora muy tarde pero todo estaba vacío, de repente escuché a alguien correr, me giré y vi la belleza reencarnada.

Una mujer de cuerpo perfecto, senos medianos, piernas definidas y largas, su rostro era totalmente angelical, y un pelo precioso, rubio recogido por una coleta, me quedé embobada, ella se dio cuenta y me sonrió.

Lo que pasó después, aun estoy pensando en si fue una casualidad, o si lo hizo para llamar más aun mi atención, pero se cayó, el suelo estaba mojado y yo lo solté todo y fui a ayudarla:

perdona, ¿estás bien?- que pregunta más tonta acababa de hacer, su cara no decía que estuviera bien.

Si, gracias- dijo intentando ponerse de pie- ¡aaaahhh!- gritó- me duele el tobillo.

Déjame que te ayude por favor, venga apóyate en mí.- la agarré por la cintura, sentí su olor a pesar de que estaba corriendo no olía nada a sudor, olía como a limón .- ¿dónde vives? Te ayudaré a llegar, no, mejor te llevo al hospital ¿vale?

Vale el hospital está en la calle de al lado, por cierto ¿cómo te llamas?- sonrió y yo me quedé totalmente embobada.

Yo emm… me llamo… Samanta, bueno Sam .- estaba totalmente anonadada.

Vale Sam, yo soy Dana, encantada de conocerte.

Nos callamos un instante, yo quería seguir ablando con ella toda la noche, pero no me salía la voz ante tal mujer, ella tomó las riendas :

y bien Sam, ¿de dónde eres? Por las maletas diría que vienes por cuestiones de trabajo, ¿o es por algo personal?- vaya, parecía que estuviera informada de mí.

Por ambas cosas, me subían el sueldo si venía hasta aquí, y de camino pues aprovechaba para olvidarme de todo, ¿y tu eres de aquí?

Que va, llevo aquí dos años, al principio vine por lo mismo que tu, luego me atrapó el lugar, algún día te llevaré a lugares preciosos.- ¿huía por una relación amorosa con otra chica?, ojala que fuera por eso, aunque una mujer tan preciosa seguramente era hetero.

Pues espero que si jeje.

En ese momento llegamos al hospital, entramos a urgencias, no había nadie por lo que entró rápidamente, me pidió que entrase con ella, yo lo hice, todo fue normal, por lo visto no era nada, era el dolor del golpe que se dio:

solo ha sido el golpe, ¿usted es familiar? ¿pareja? ¿amiga?- me puse totalmente roja.

Amiga o conocida, ¿por qué?- ella sonrió, le divertía la situación.

Creo que le costará ir a casa sola, le vendría bien que le acompañaras, no vaya a ser que se vuelva a caer, además por el dolor no creo que hasta dentro de un par de días camine bien, y con la cosa de los suelos mojados… no sería conveniente que se volviera a caer.

No hay problema la acompañaré.

Pues que pasen buena noche señoritas.

Igualmente doctor.

Salimos por la puerta, agarrando ese cuerpazo, y en mi otra mano la maleta, me gustaba tenerla cerca, sentirla, la verdad es que me estaba excitando muchísimo, pero no era cuestión de irme con una chica, después de huir de otra.

Llegamos a un bloque de pisos, no me fijé bien en el nombre de la calle, subimos las escaleras, vivía en un 3º, menos mal que no la dejé sola:

pasa por favor.

No creo que sea conveniente, debo marcharme al hotel.- dios mió pero ¿que estaba diciendo ?- me encantaría quedarme un rato, pero estoy cansada por el viaje.

Vale, lo entiendo, pero mañana es sábado, quizá podríamos ir a tomar algo, te debo un almuerzo después de lo que has hecho por mi jeje.- era preciosa - ya sabes donde vivo, espera un momento apunta mi numero - me dio su número y yo le dí el mío .- si necesitas algo, Sam, no dudes en pedírmelo.

Muchas gracias Dana, te llamaré mañana, espero que te encuentres mejor.

Gracias a ti.- me dio un inesperado abrazo que le respondí disfrutando de ella.

Al separarnos me miró tiernamente a los ojos, yo no sabía que hacer, ni lo que pretendía, quizá quería besarme, sus manos me acariciaron suavemente la cara y finalmente se acercó a besarme la mejilla, quizá esperara que le respondiera el beso, o que se lo diera en otro lado, pero yo estaba muy confundida.

Me di la vuelta y me fui, no podía dejar de pensar en lo que podría haber pasado si la hubiera besado, pero no tenía valor de volver, como me arrepentía pero era tan cobarde

Llegué al hotel, pedí la llave a un señor muy amable y me subí hacia mi habitación, me acosté e intenté dormir, pero su imagen venía a mi cabeza, esa rubia, era un ángel, su sonrisa, solo le pedía fuerzas a Dios para llamarla algún día.

A la mañana siguiente me desperté, desayuné y me di una ducha, estaba muy relajada, lo recogí todo, pagué la noche en recepción y me fui a buscar la calle paraíso. Pregunte a un anciano y me dijo que no estaba muy lejos.

Por fin llegue, esa calle me sonaba, creo que era donde vivía Dana, seguramente sería esa, pero no tendría esa suerte, después busqué el edificio nº 47, juraría que era donde vive Dana, estaba totalmente segura.

Parecía mentira que por una vez tuviera tanta suerte, entonces llamé al portero, creo que la voz era la suya:

¿si?

Venía por la visita al apartamento, llamó mi tía.

De acuerdo, suba por favor.

Subí recordando que Dana vivía en un tercero, bendita fortuna, esa imagen, era una maravilla, nada más verme sonrió:

Sam, por favor, esto es cosa del destino o algo.- se tiró a mis brazos parecía que ya estaba casi recuperada, su pecho se apretó contra el mío, causando un gran placer en mi .- no me puedo creer que vayamos a vivir al lado.

Yo tampoco Dana, ¿bueno cual es el apartamento?- ojala que no estuvieran muy separados.

Es esté de al lado, pasa, te lo voy a enseñar.

Abrió la puerta y entramos, era bastante grande para estar en el centro, el precio era un mínimo comparado con otros que miré por Internet, y además estaba en muy buena compañía.

Ella no dejaba de hablar, yo solo me perdía en sus palabras, es su figura, no podía ser discreta pero es que solo quería cogerla, besarla y hacerla disfrutar, pero no podía arriesgarme a nada y menos sabiendo que por el momento era la única compañía que tenía por aquí:

¿quieres que comamos juntas?- fue la única frase que pude escuchar.

Claro que si, me gustaría mucho.

Pues entonces acomódate y sobre las 1:30 me paso a por ti ¿ok?

De acuerdo.- me dio dos besos y se marcho, no sin antes dedicarme una sonrisa.

En cuanto cerró la puerta me tiré al sofá, sonriendo, estaba totalmente contenta, y eran las 12, intenté distraerme colocándolo todo, pensando en si comeríamos fuera o si lo haríamos en casa de alguna, esta nerviosa como una chiquilla.

Llegó la hora y estaba totalmente puntual, abría la puerta y me deslumbró:

¿has terminado?- dijo sonriendo, parecía que vivía en una pompa.

Si, hace un rato.

Bueno pues vamos, conozco un buen sitio para comer.

Fuimos a un restaurante muy acogedor, por lo visto era amiga del dueño del bar, y por lo que yo veía mucha juventud no había, quizá preferían ir a otros sitios. Nos sentamos a la mesa y comenzamos a hablar:

oye, tengo que preguntártelo, ¿cómo es que has acabado siendo casera?

Pues mira, mi tía murió hace dos años, yo pedí el traslado a este sitio para cuidar de ella y como no tenía hijos me lo dejó como herencia, pero no me dedíco solo a eso, tengo un estudio de arte.

Lo siento por tu tía, es una tontería porque eres tu quien me puede ayudar a mi, pero si necesitas algo pídemelo.

Muchas gracias.- dijo cogiendo mi mano, la suya era muy suave, y yo estaba totalmente perdida en su cara, quería besarla, pero no sabía nada de ella.

Quité mi mano en un acto reflejo, nadie me conocía, pero era costumbre:

lo siento si te ha molestado.

No, tranquila, es como un acto reflejo…- agaché mi mirada.

Y por lo de anoche, también lo siento, no sé que me pasó para comportarme así, soy demasiado cariñosa, pero no sé, algo en ti me dio seguridad.

No te preocupes jeje no me molestó para nada, pero me pareció muy extraño que apenas conociéndome me trataras tan bien.

Oye, fuiste tu quien me trató muy bien, y te lo voy a estar agradeciendo hasta que te pague esa deuda.

Jajaja que no hace falta mujer.

Insisto.- dijo llegando a mi corazón con sus ojos.

Comimos y seguimos hablando, me moría de ganas de preguntarle si le gustaban las mujeres, yo no confiaba nada en mi, pero algo me decía que si, su manera de mírame, su sutilidad, llegué a pillar algunas indirectas. Llegamos al tema del que huíamos:

dime Sam, ¿de qué huías?- me preguntó curiosa.

Pues de una relación amorosa, no era muy buena, además a mi familia no le hubiera gusta do para nada si supieran quien era.- no me atrevía a decir que era mi prima, que era mujer.- ¿y tú?

Yo aproveché que venía a cuidar de mi tía, para hacer igual que tu, intentar superar una relación amorosa, si no me hubiera marchado ahora seguiría en la red de Nina- hice un gesto de felicidad indudable, vaya, sin duda venir aquí me iba a cambiar por completo.

¿eres les…?- dije sorprendida todavía.

Si, ¿por qué? ¿te molesta?- ella estaba un poco asustada, esperaba a que yo también me confesara, y lo iba a hacer.

No, tranquila, es solo que yo…- no me salía, nunca había salido del armario- yo

¿tu no eres les verdad? No pasa nada, aunque yo lo sea podemos ser amigas, el respeto es lo primero.

Gracias de verdad Dana.- había perdido la oportunidad más grande de mi vida para tenerla conmigo, era totalmente imbecil.

Seguimos comiendo y hablando tranquilamente, cada vez que la miraba me daba cuenta de algo nuevo, parecía perfecta. Terminamos y nos marchamos a casa, parecía que iba a llover por lo que sin yo esperármelo me cogió de la mano y echamos a correr.

Parecíamos niñas, mi temperatura se elevaba, no sé si por el ejercicio, o por ella, pero sin más rompió a llover, nos empapamos pero no podíamos dejar de reír. Por fin llegamos:

bueno Sam, mira esta noche voy a salir con unas amigas, no todas son les, y, además van a ir chicos también ¿quieres venir y empezar a conocer gente?- me encantaría decirle que los demás no me importaban que yo quería estar con ella.

Pues vale, me vendría bien conocer gente, y si son como tu mucho mejor.- me sonrojé.

Bueno pues a las 10 te pasas por mi casa, que antes te he recogido yo jajaja.

Vale jejeje.

Por cierto si te aburres puedes venir a casa a tomar algo… tengo de todo un poco…- es frase me sonó extraña, y si de por sí ya estaba caliente, esa frase me puso aun peor.

Lo tendré en cuenta.

Se metió en su apartamento y yo en el mío, otra vez más, sola, intenté amenizar la tarde pero se me hacía imposible, ¿qué me iba aponer? Era sábado, pero no sabia si se iban a arreglar mucho, y luego quería ir con ella, pero no me atrevía.

Sobre las 6 me decidí a llamar, estaba totalmente agobiada allí sola, abrió la puerta como siempre con una sonrisa de oreja a oreja:

hola, veo que al final te has decidido a venir jeje pasa, como si estuvieras en casa.

Espero no haberte interrumpido, pero es que no podía aguantar más ahí dentro, sola.

Si no te importa espérate un momento, tomate algo, pon la tele, es que iba a ducharme.

Bueno si quieres me voy

No, tranquila, será rápida es por despejarme.

De acuerdo.

Se fue al cuarto de baño, no pude evitar mirarla de reojo, confiaría en que no miraría, pero ver el cuerpo de la casera desnudo merecía la pena, se veía suave, no tenía imperfección alguna, a pesar de llevar 2 años en el norte tenía una piel bronceada.

Cuando se metió en la ducha, empecé a darle vueltas a la cabeza, quizá lo hacía aposta para provocarme, pues si era así lo estaba consiguiendo, yo estaba totalmente mojada, tenía unas ganas enormes de empezar a masturbarme, pero no me fiaba de que saliera.

En cuestión de minutos salió de la ducha, totalmente mojada, solo con una toalla, sonreía:

espero no haber tardado mucho… tenía mucho calor.

No te preocupes, no me he aburrido.

Bueno voy a ponerme algo, no me puedo quedar así ¿verdad?- sin duda me estaba picando, ahora quería comprobar cuanto aguantaría siguiendo su juego.

No sé, es tu casa… a mi no me importa jejeje.