Húrsula
Una chica se las ingenia para masturbarse en la piscina y el jardín mientras su familia está alrededor en sus quehaceres. Incluso con la ayuda de su perra y un tarro de nocilla...
Hola, mi nombre es Húrsula y mi vida esta siempre llena de sorpresas, tengo 26 años y creo que mi mente empieza a buscar más y más...siempre fui para el sexo tan caliente que con mi primer novio al hacer juegos me corría tanto que el pensaba que me meaba encima, pero no era así, simplemente siempre he disfrutado mucho más que mis amigas.
La primera experiencia que recuerdo se remonta a la edad de 15 años, cuando disfrutaba de un baño en la piscina de casa me encontré con la agradable sorpresa de ver que la manguera de regar el jardín estaba conectada a el grifo de la piscina, estando ésta sumergida en el agua nadie podía saber que hacia allí debajo del agua... así que como estaba como una perra en celo, me aparté el bañador y por un ladito de mi coñito sediento arrimé aquella larga manguera, que tenia increíble presión, me la puse en el clítoris hasta correrme bajo del agua con unos latigazos tenues que poco a poco fueron aumentando mi placer hasta enloquecer de gusto, tuve que retirarla porque en cosquilleo era insoportable y mi coñito estaba tan abierto que, incluso dentro del agua podía sentir un tacto suave baboso y los latidos del la sangre fluir en mis labios, como me gustó tanto decidí continuar un ratito más y de nuevo volví a correrme con un orgasmo sobrenatural.
Y así hasta que no pude más, ya no recuerdo cuánto tiempo estuve ni cuantas veces me corrí viendo pasar a mi padre hacia el huerto a por hortalizas, yo como era de esperar, disimulaba y a la vez me empezó a excitar aquella sensación de que cada día que lo hacia, que fueron muchos, mi familia estaba por los alrededores de la piscina haciendo cosas.
Más adelante experimentaba que habían unos días que necesitaba desesperadamente correrme y explotar, uno de aquellos días estaba tan cachonda que se me ocurrió una idea, cogí el bote de nocilla, me espatarré el baño y lentamente me unté la crema de cacao por todo el interior y el exterior de mis labios interiores y exteriores y por supuesto mi clítoris, mientras lo hacia me humedecía de pensar en mi travesura... pues mis padres no estaban en casa y podía salir al exterior de la casa que estaba vallada.
Entonces fue cuando salí a buscar a mi juguetona perra Yulai, una perra de caza muy cariñosa, le encantaba el dulce pues mis padres nunca se lo permitían, así que me encaminé como pude detrás de la casa pues apenas podía andar del susodicho mejunje, Yulai se acercaba feliz y contenta y yo aún con temor y asco me podía más el hambre de sexo... el hambre de placer, me abría de piernas lentamente y esperé a que Yulay se acercara.
Ella al principio empezó a lamérmelo con miedo a largos lametazos y poco a poco iba más y más rápido, me gustaba tanto que me corría a chorro y ella se lo bebía todo, comencé a abrírmelo con los dedos para que pudiera adentrarse mas con su legua rasposilla y a la vez juguetona, me empecé a acariciar las tetas con tanta excitación que caí en una especie de trance y no me enteré ni cuando el animalito se fue empachado de nocilla y de coño húmedo chorroso.
A partir de aquel momento fui consciente de mi naturaleza y de mi pecadillo inconfesable y como era de esperar fui experimentando otras cosas con muchísima imaginación, quizá dentro de unos días os cuente más detalles de mi despertar en la pubertad...besos, Húrsula