Humillando a María

María, una dependienta de grandes almacenes, comienza su viaje en el apasionante mundo de la sumisión y el BDSM.

En este relato, os voy a contar la historia de cómo humillé, destrocé, y convertí en una puta, a María, una dependienta, madrileña, de unos grandes almacenes, de 26 años, con un gran secreto en su interior.

Yo mismo os contaré lo que le hice a María.

Jueves por la mañana, en unos grandes almacenes de Madrid

Aprovechando que tenía que hacer unas gestiones, debido a mi trabajo de abogado, y que necesitaba algo de ropa nueva, decidí pasar la mañana fuera del despacho, para hacer esas gestiones legales, y, al acabar, ir a unos grandes almacenes, muy conocidos en España, y comprarme algo de ropa, para renovar mi armario.

Una vez que acabé las gestiones, llegué a los grandes almacenes, y subí hasta la planta de caballeros, para intentar ver el tema de la ropa.

Ahí fue cuando vi a María, la dependienta, por primera vez.

María, es una mujer de 26 años, bastante guapa, con buen cuerpo, casi parecía una modelo, todo natural, tetas de tamaño medio, alta, pues mide, más o menos, como yo, en torno a 175cm, y, como más tarde pude comprobar, con no muy buen carácter, en algunas ocasiones, de ahí mi interés, por tratar de reconducirla.

Ese día, iba vestida con el uniforme de trabajo, nada que llamase la atención, por el momento.

Me estuvo atendiendo, de forma educada, aunque notaba que me miraba con ojos de deseo, como si quisiera decirme algo, pero no

se

atreviera...

Al final, me llevé un par de camisas, y un pantalón, pagué la cuenta de la ropa, y, como hago casi siempre que conozco a alguien, le di una tarjeta de mi despacho profesional, por si, en algún momento, ella o alguien de su entorno, necesitaba mis servicios como abogado.

Finalmente, bajé a la calle, una vez que ya había hecho las compras, sin pensar mucho más en María, no me había fijado demasiado en ella, pues tenía otras cosas en la cabeza, en ese momento.

Jueves por la tarde, en mi oficina. 16:00

Estaba entretenido, con papeles de mis temas jurídicos, cuando me sonó el móvil del bufete de abogados.

Era un

Whatsapp

, de un número que no conocía, y un mensaje de María, la dependienta.

María me dijo que, aunque, por el momento, no requería mis servicios como abogado, sí que le gustaría, quedar conmigo, al acabar el trabajo, para tomar algo, si a mí me parecía bien.

Yo, que no estoy acostumbrado a esas cosas, acepté, no muy convencido, pero bueno, quedé con ella, en un bar, cerca de mi bufete, a las 21:15, al acabar el día en el bufete.

Pasé la tarde, entre mis papeles, y atendiendo clientes, hasta que, a las 21:00, recogí, y me fui en dirección al bar, donde había quedado con María, 15 minutos después.

Jueves por la noche, en el bar

Cuando llegué al bar, María estaba ya fuera, esperándome, y me hizo un gesto con la mano, para indicarme su presencia.

Ya no llevaba el uniforme de los grandes almacenes, su vestimenta, había mejorado, y mucho.

Llevaba una chaqueta y una falda, ambas de cuero, y unas botas, debajo de la chaqueta, llevaba un jersey negro, y se había maquillado los labios, también de negro, parecía gótica o con la vestimenta típica de las chicas

jóvenes

en los 90-2000, pero me excitaba.

Entramos en el bar, tras saludarme con un beso en la mejilla, que me pilló, un poco, por sorpresa, y nos sentamos en una mesa, para beber, pedimos dos cervezas.

Empezamos a hablar, y María me explicó, que quería conocerme un poco más, porque, por la mañana, cuando nos vimos en su trabajo, por primera vez, le había parecido un hombre, digamos, misterioso e interesante, y que eso le había puesto muy cachonda.

A pesar de que parecía muy interesada en mí, yo, le expliqué mi situación, y lo que había, es decir, que, por mi trabajo, sólo estoy interesado en encontrar a alguien para una relación BDSM Amo-sumisa, y que ese alguien, aparte de ser una mujer, tiene que ser muy consciente de que la trataré, casi, como si fuera un trofeo o un objeto, y que podría haber planes, para jugar, para follar, que se cancelasen, en el último momento, o a la mitad, por culpa de mi trabajo.

La sorpresa vino, cuando María, se empezó a abrir, y me dijo dos cosas, en respuesta a lo que yo le había contado sobre mi situación y lo que yo buscaba:

  • Ella se sentía sumisa, creía que podía ser masoquista, pues ese era el tipo de porno y relatos, que solía leer y buscar por Internet, por lo que quería probar el BDSM, como sumisa, para ver si le gustaba; de hecho, lo que más le gustaba, era sentirse humillada, ver que todo el mundo la miraba, y sentirse una putilla. (Esto me sorprendió, porque, ya digo, parecía una niña buena, al menos, por fuera)
  • No le importaba la falta de tiempo, por mi parte, le excitaba la idea de verse y sentirse como un trofeo, y pensaba que podría llegar a ser un trofeo de oro, para mí, es decir, la más guarra y la más puta, si se dejaba dominar por mí.

Después de saber eso, le propuse a María que, al acabarnos la cerveza, nos fuéramos a mi casa, en

Campodón

, para hablar del tema, en privado, y ver, si realmente, María estaba interesada en ser mi sumisa.

Una vez que nos terminamos las cervezas, y como María aceptó mi propuesta, salimos del bar, fuimos hasta el parking, donde estaba aparcado mi coche, el

Touareg

, y conduje en dirección a mi casa, en

Campodón

.

**En mi casa, en

Campodón

. Jueves 22:15**

Llegamos a mi casa, aparqué el

Touareg

en el garaje, y entramos a la casa, al salón, María dejó la chaqueta en una silla del comedor, y me acompañó a la cocina, para ayudarme con los dos vasos de whisky, en copa de balón que nos íbamos a tomar.

Pero eso, era sólo una excusa, pues, en cuanto que me distraje un segundo, María me tomó de la cintura, y comenzó a besarme, pillándome, de nuevo, por sorpresa.

Yo, respondí a su beso, con más besos, pues, el primero que me dio, me gustó, así que, caí en la tentación, no me quedó más remedio.

Tras unos cuantos besos, oí como María me decía al oído:

“Fóllame, aquí mismo, en tu cocina”

Yo estaba bastante excitado, a la vez que sorprendido, porque no estaba acostumbrado a encontrar a una mujer que fuera tan atrevida, pero, acepté, pues pensé que era una oportunidad que no podía ni debía, dejar escapar.

Así que, le bajé la falda a María, se la quité, de hecho, y, mi sorpresa fue, que no llevaba nada debajo, nada de ropa interior, y llevaba, además, el coño, depilado, como a mí me gusta, en una mujer.

María hizo su parte, y me bajó pantalones y calzoncillo, y se quedó sorprendida, al ver mi polla, pues le gustaban grandes, a la muy guarra.

Empecé a tocar el coño, ya húmedo, de María, y, poco a poco, le fui metiendo mis dedos, me cupieron hasta 4, de lo cachonda que estaba María.

Después, saqué mis dedos, y le metí mi polla, que ya estaba deseando conocer su coño.

Estuve un buen rato metiendo y sacando, hasta que me corrí, lo hice dentro de María, porque así me lo pidió, ya que me dijo que usaba anticonceptivos, para poder follar a pelo, cuando tenía la ocasión y no habría problema.

Cuando acabó la primera parte de esa sesión de sexo, pasamos ya al salón, con las copas de whisky en la mano, y nos sentamos en mi sofá de cuero.

María se había desnudado por completo,

porno

estar sólo con el jersey y, tampoco llevaba nada más, debajo del jersey negro.

Sólo llevaba ya las botas y las medias.

Una vez ya acomodados en el sofá del salón, comenzamos a hablar de BDSM, y de ser mi sumisa.

Mientras hablábamos, María, fue un momento a donde estaba su bolso, y sacó un paquete de tabaco, y se encendió un cigarrillo, sin preguntar si molestaba, simplemente, me dijo que, después de follar, le gustaba fumar.

Primero, le pregunté a María, por sus gustos en cuanto a ropa, si el hecho de ir, casi entera de cuero, a nuestra primera cita, era algo, especial, o si, por el contrario, era lo habitual, que usara cuero, en su vestimenta habitual.

Por supuesto, también le pregunté a María, si la ausencia de lencería o de ropa interior, era lo normal en ella.

María me respondió, que le gustaba bastante el cuero, y que lo usaba con mucha frecuencia, en especial, era algo fetichista de las botas, que usaba, incluso en verano, según me dijo.

En cuanto a la falta de ropa interior, aunque le gustaba la lencería, y más si era negra, ese día, había preferido probar a sentirse libre...

También me explicó que, la moda, era una de sus pasiones, por lo que no tendría problema en vestir, como yo le indicara, y, además, se ofreció a ayudarme a elegir mi ropa, pues, al fin y al cabo, era su trabajo.

Después, le pregunté a María, si tenía límites, a nivel BDSM, y me respondió que no los conocía, pero, quería saberlos, por eso, quería aprender, y conocerse mejor a sí misma; estaba a favor de la cirugía, y no le importaría hacerse alguna operación, si yo se lo pedía.

En cuanto a piercings y tatuajes, aunque no llevaba ninguno, María, siempre había querido ir tatuada, pero no se había atrevido a hacerse ningún tatuaje, por el miedo a las reacciones de su entorno.

Durante toda la conversación, noté como María, me miraba a la zona del pantalón, donde estaba mi polla, creo que, con ganas, de metérsela en la boca, y hacerme una felación.

Yo, me di cuenta, y le pregunté si quería chupármela, y, con cara de felicidad, me respondió de forma afirmativa.

Se me ocurrió que, era un buen momento, para que María, empezara a pasar alguna prueba, así que le pedí que me esperase en el salón, que yo volvía en dos minutos.

Subí a la habitación donde guardo, en un cajón, con llave, las cosas que utilizo para juegos BDSM (Mordazas, antifaces...), y agarré un antifaz; después, volví a bajar y, vi a María, que se estaba masturbando...

María se dio cuenta, y se puso roja, por la pillada que le había hecho; su coño estaba húmedo, y se notaba que estaba excitada.

Le pregunté a María el motivo de su masturbación, y me respondió que estaba muy caliente, por lo que ya había pasado, y, por lo que iba a pasar esa noche, estando en mi casa, conmigo, y (casi) desnuda.

Le pedí a María que cerrase los ojos, y le puse el antifaz, en los ojos.

Cuando ya comprobé que no podía ver, le di vía libre a María, para que, si encontraba, al tacto, mi polla, su premio, sería poder hacerme una mamada.

A María, le costó un poco encontrarla, porque yo, se lo iba poniendo difícil, pero, al final, lo consiguió.

Comenzó haciéndome una paja, y, después, ya empezó a meterse mi polla en su boca, y a chuparla.

No se le daba nada mal, se notaba que, algo de experiencia, parecía tener, en el tema de hacer mamadas.

Cuando llegó el momento de correrme, sin consultar a María, me corrí en su boca, y, María, se lo tuvo que tragar todo, algo que, creo, disfrutó, y le hizo empezar a sentirse una sumisa, y un poquito puta.

Después de la felación, y cómo era ya algo tarde, pues el tiempo, entre charla, y sexo, se había pasado volando, era ya momento, de ir a dormir, o eso pensaba yo

Tomé de la mano a María, sin quitarle el antifaz, y subimos a mi habitación, ya, por mi parte, al menos, con intención de dormir, porque, al día siguiente, tenía que madrugar, para ir al bufete.

Pero, María quería más...

Próximamente, iré escribiendo más capítulos, de estas y otras historias.