Humillando a la perrita
Tareas que hacen llorar de humillación a la perrita pero que la mojan y la excitan.
Salí un poco más temprano que de costumbre, con la finalidad de pasar a comprar las medias caladas que solicitó mi Dueño, y para ese fin acudí a la boutique de ropa interior que atiende el chico aquel que mi Señor permitió que me usara en alguna ocasión.
Está por demás decir, pero lo hago porque sé que a mi Dueño le complace escucharlo, que mi rajita estaba ya escurriendo sus jugos debido a la excitación que me provoca el saber que mi Amo me ordena como debo vestirme y lo que debo hacer para agradarle, y porque esta semana las actividades son de las que me hacen sentir avergonzada, humillada y me excita tanto saber que toda esa humillación y verguenza se las entrego a mi Dueño completas, que no podré dejar de cumplir con su voluntad porque mi Señor me observa, y su mirada me mueve a obedecer porque soy la voluntad de mi Amo y Señor y su voluntad es mi deber.
Bueno, solo al llegar a la boutique supe que no podría evitar sentir como enrojecería mi cara de verguenza al ver nuevamente a ese chico, lo he visto otras veces por ahí pero aunque me saluda ha sido solo de lejos, pero hoy, tenerle enfrente me cohibía.
Me saludó desnudandome con la mirada, y preguntando con mucha intención en que podía ayudarme hoy, y le dije que mi Señor me había ordenado comprar medias caladas en color rojo y negro. preguntó si quería pantymedias o si las usaría con liguero, contesté que mi Señor quería verlas puestas en mí con liguero pero que solamente necesitaba las medias.
Sacó las medias del cajón, preguntando que talla sería la más adecuada y preguntando si mi Señor tendría inconveniente en que las probara ahí en la boutique. En ese momento el chico no podía ocultar su erección, y mis pezones durisimos lo hacían excitarse más aún.
Le dije que no era necesario probarmelas, que conozco bien mi talla, y solamente pregunté cuanto costaban. Me respondió que no tenía que pagarlas con dinero, que quería a cambio de las medias que pidiera permiso a mi Señor para cojer nuevamente con su putita. Me lo dijo así con esas palabras, y me sentí sumamente humillada. Pero recordando que mi Señor me observa, solo dije que pagaría las medias y que llevaría el mensaje a mi Señor.
Amo, no sé que sentir con el comentario de este chico, por un lado me dieron ganas de soltarle un bofetón, pero por el otro, me excitó mucho lo que dijo, especialmente porque reconoce mi pertenecia a mi Señor, sin embargo desea usarme, solo si usted lo conciente. Por su expresión y su actitud, me dá la idea de que se imagina bien la clase de relación que hay entre esta perrita y mi Señor.
Por lo pronto, cuando salí de ahí, sin que me recibiera el pago por las medias, me fuí a casa, pensando en que iba a usar para ir a comer porque había quedado con unas amigas para comer en un restaurante español.
Me decidí por un vestidito negro de piel, ajustadito al cuerpo y corto, que con las medias y las zapatillas altísimas y de tacón muy fino, se veía muy sexi, me sujeté el cabello en una trenza, y cuando llegué al restaurante, me encontré con el hijo del dueño, que no pudo disimular su sorpresa y su admiración por mi atuendo. No pude evitar echar un vistazo al frente de su pantalón y sí, se abultó enseguida.
Me acompañó a la mesa donde ya estaban dos de mis amigas esperando al resto del grupo, y aunque una de ellas admiró mi vestido y los zapatos, la otra puso cara como de "¿estás loca o qué te pasa?", pero yo hice como que ni cuenta me dí.
No podía dejar de pensar en mi Señor, y eso provocaba que cada segundo estuviera más calientita, mas mojada, mis pezones duros como piedra, y no encontraba el momento de dirigirme a los baños de hombres, como algo en mí interior bloqueaba de cierta forma mi necesidad de orinar, decidí cortar con este bloqueo, y la solución fué tomar y tomar agua, mucha agua, hasta que no quedó más remedio que levantarme al baño, así que decidida a no perder más el tiempo, me dirigí calmadamente hasta los baños de hombres, entregandole a mi Señor, la verguenza que sentí en ese momento, abrí la puerta, y me dí cuenta que dentro del baño había tres hombres orinando, que se sorprendieron al verme y por un momento me imagino que pensaron que saldría de inmediato, pero no fué así, no pude verles las caras, sentia una verguenza muy intensa, caminé evitando verles, y entre en uno de los cubiculos, casi llorando, me levante el vestido y oriné como mi Dueño me ha indicado, soltando y conteniendo y volviendo a soltar el chorro de orines, como tomé tanta agua, el chorro fué abundante, y lo hice de forma que fuera perfectamente escuchado desde fuera por los hombres, escuché que alguien más entró y que murmuraron entre ellos que había una mujer orinando, alguno de ellos dijo, "tiene buen culo" y otro dijo "no sabía que este lugar tenía tan buen ganado entre la clientela", y no se iban, así que cuando fué el momento, tuve que salir, sin mirarlos que sentía que me ardía la cara de verguenza, y sin hablarles aunque uno de ellos preguntó "¿te podemos ayudar en algo preciosa?" solo caminé y salí de ahí dirigiendome a la mesa, cómo si nada hubiera pasado.
Los hombres salieron del baño entre risas y comentarios, y los sentí mirarme cuando alguno tuvo que pasar cerca de nuestra mesa pero solo me concentré en saber que mi Señor fué obedecido y en sentir como mi rajita estaba chorreando por mi Dueño.
Más tarde al terminar nuestra sobremesa, salí de ahí, feliz de haber logrado cumplir con la voluntad de mi Amo, y sientiendome mas suya, mas putita para mi Dueño. Siempre dispuesta, siempre deseosa, como perrita en celo.
Entré al mensajero, sin suerte de coincidir con mi Señor.
Beso sus pies