Humillada por los ancianos del pueblo

De como un deseo de convertirme mujer hizo que me convirtiera en putita de ancianos de mi pueblo a cambio de que nadie lo supiera, pero la cosa se complica.

Antes de empezar esta historia me gustaría contar más un poco sobre mi, para mantener mi privacidad mi nombre será Álex, pero siempre he soñado con convertirme en una mujer, tal vez sea por mi tez blanca o mi cuerpo femenino hasta el punto de tener un alter-ego mujer Por desgracia, vivir en un pueblo de pocos miles de habitantes no ayuda a poder sacar lo que soy, así que espero que os guste el relato que os tengo preparado, qué es realidad y qué ficción os lo dejo a vuestro criterio.

Bien, soy una persona tímida, incluso seria y reservada, pero con un fuego interior intenso, físicamente soy algo rellenito, rubio y femenino, con un culo considerablemente grande en comparación a mi pequeña polla. Recientemente, me he interesado por el mundo del crossdressing y en desarrollar mi lado más femenino, sin embargo mi situación actual me dificulta esta tarea, ya que vivo con mis padres en un pequeño pueblo.

Un día, me atreví a comprar por internet una serie de lencería, unas braguitas negras ajustadas y unas medias también negras que me llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas, realmente me sentía bien con eso puesto, esa misma noche me toqué con eso puesto y una peluca rubia que tenía de carnavales mientras me veía en el espejo en distintas posiciones, abierta de piernas, de rodillas, a cuatro patas... Parecía toda una chica.

Meses después, di el siguiente paso y me armé de valor para ir una noche a dar una vuelta por la ciudad más cercana como Alba. Me puse unos pantalones ajustados de deporte, una camiseta de botones y con la lencería y peluca. La verdad es que me sorprendió bastante como mucha gente se me quedaba mirando, pero no de asco o para reirse, sino como una fijación. Estos paseos se fueron repitiendo periódicamente y con más frecuencia cada vez, lo que no sabía es que un conocido del pueblo me reconocería y empezaría todo...

Era una tranquila mañana de domingo y yo, como Álex, estaba desayunando en el único bar del pueblo, el típico antro sucio y oscuro donde los viejos habituales suelen pasar la tarde con sus juegos de carta o viendo deportes. Estaba tomando café cuando noté como una intensa mirada se posaba sobre mi, en la barra estaba Gervasio, era un anciano de unos 60 años, de pelo escaso y gris, más bien bajito y con una barriga cervecera digna de Buda, normalmente llevaba ropa sucia y desgarbada y hoy no era excepción. Noté como su olor a cerrada iba incrementando a medida que se acercaba a mi, y al abrir la boca su aliento y sus dientes amarillentos casi hicieron que me desmayara:

  • ¡Vaya, Álex! ¡Cuánto tiempo! ¿Puedo sentarme? - Dijo Gervasio y sin dejarme tiempo a responder se sentó, incómodamente cerca de mi - Bueno, voy a ser directo, ya que parece que no te gusto, el otro día fui a la ciudad y te vi, estabas muy bonito... O debería decir bonita, je je je...

Escuchar eso hizo que se me helara la sangre y deseé que nadie hubiera escuchado la frase, por suerte, la tele estaba muy alta y parecía que estaban más atentos a eso que a otra cosa.

  • ¿Como dice, Don Gervasio? No le entiendo, además, hace mucho tiempo que no salgo a la ciudad.- Dije, con cierto nerviosismo y eso parecía excitarle al viejo.

  • Mentir no es propio de las damas, "Álex" - Replicó con tono burlón- Además, mi primo ha venido a verme este verano y me ha regalado un teléfono móvil y saqué unas cuantas fotos de lo más interesantes.

El anciano sacó torpemente un móvil de su bolsillo y enseñó una foto donde salía, vestida con ropa de deporte femenina caminando dónde se veía mi cara que, aunque estaba disfrazada alguien conocido podría decir que era yo. Encima, no tenía suficiente con tener una galería con almenos 20 fotos mias, sino que tenía como fondo de pantalla una mía con mi trasero centrado.

  • No sé de donde sacó esto, pero no soy yo y nadie puede saberlo- Claramente, estaba muy nerviosa, estaba temblando y sudando intensamente, mientras los ojos siniestros de Gervasio me acechaban de forma pervertida.

  • Claro, nadie puede saberlo, de hecho no quiero que se sepa, ya sabes que aquí la gente es muy cotilla y además te quiero para mi. Así que si eres bien obediente y haces lo que te diga no deberás preocuparte.

Se podía ver con la sonrisa de Gervasio lo que quería y no tenía otra opción.

-De acuerdo, Don Gervasio, Haré lo que quiera, pero prométame que no saldrá de aqui.

  • Prometido, y la palabra de un caballero es su vida, amor- En este punto no sabía si se burlaba o le gustaba humillarme, pero lo cierto es que la situación, aunque disgustante llegaba a ser un tanto extitante, sobretodo porque no había probado nada aún con un hombre - Ven esta tarde a mi casa, a eso de las 3, sé puntual, y ahora dame un beso

  • ¿Cómo que un beso? ¿Está usted loco? - Repliqué en voz baja para no alertar a los demás

  • ¡Venga! ¡ Sólo un besito en la mejilla! Aprovecha ahora que el partido está emocionante si no quieres que te vean, damita

Rápidamente miré hacia el bar y cuando nadie estaba pendiente me agaché para darle un pequeño beso en la arrugada mejilla del anciano, por suerte en aquél momento hubo gol y todos se pusieron a gritar como bestias. Pude escuchar a Gervasio gritar "¡Gol!" al mismo tiempo que me agarró de las nalgas. Marché lo más rápido que puse a mi casa para acomodarme y relajarme de tanta ansiedad del momento.

Las horas pasaron muy rápido y llegó el momento acordado. Me vestí normalmente y puse mi traje de chica en una bolsa de plástico, me despedí de mis padres y fui hacia casa de Gervasio poniendo la excusa de ir a hacer unas compras.

Su casa no era nada del otro mundo, con un jardín trasero bastante descuidado y las paredes agrietadas por el paso del tiempo. Nerviosamente, di unos golpes a la puerta y unos minutos después salió Gervasio, con la camisa desabotonada y los pantalones sueltos ya que el cinturón no estaba abrochado.

  • Venga, entra, no seas tímida - dijo, con una sonrisa, esta vez más amable.

Me dispuse a entrar en la casa y nos sentamos en un sofá destartalado, con una mesa al lado y unos sillones igual de viejos.

  • He traído la ropa que suelo llevar - dije tímidamente.

  • No se preocupe, Alexa, voy a llamarle así si no le importa, aunque tampoco creo que tenga elección, tengo preparado un conjunto más acorde a las necesidades, vaya al baño y póngaselo, lo encontrará en una bosa, vaya antes de que lleguen los invitados.

En ese momento me dio un vuelco el corazón, ¿Cómo que invitados? Pensé. Eso se estaba yendo de madres, pero como dijo él, no tenía otra opción, así que obedientemente fui hacia su baño dónde encontré una bolsa de cartón con un conjunto de sirvienta de falda corta, con volantes y unas medias de rejilla y un tanga de hilo prácticamente invisible, debajo de la bolsa estaban unos tacones negros y una peluca también negra con un moño y un pañuelo de sirvienta. Ahora estaba claro, el viejo quería que le hiciese de chacha.

Minutos después de arreglarme volví al comedor y me encontré a Gervasio con una cerveza en mano el cual se guiró y me analizó de arriba a abajo.

  • Madre mía, Alexa, sabía que te quedaría bien, pero no hasta este punto, estás bueníima. -Minutos después de mirarme prosiguió a contarme qué debía hacer. - Bien, Alexa, no me has preguntado quienes eran mis invitados, eres tímida y eso todavía me pone más, hoy, como cada tarde van a venir mis amigos a una partidita de cartas y necesito que nos sirvas... En todo.

Puso realmente énfasis en el todo, así que asentí con bastantes dudas y me dispuse a esperar tranquilamente mientras el viejo seguía comiéndome con la mirada. Minutos después llamaron a la puerta, Gervasio me dijo que les abriera yo y así hice, con desgana pero sabía que no había vuelta atrás.

Detrás de la puerta estaban dos amiguetes de Gervasio los cuales conocía bien, Juan y Tomás, eran similares al primero, solo que más altos y no tan rechonchos, hace tiempo me miraban descaradamente el culo y lo tocaban sin disimulo. Por sus miradas pude deducir que no me esperaban y sin decir palabra para no delatarme les hice señales de entrar donde Gervasio los recibió.

  • ¡Coño, Gervasio! ¡Menuda bienvenida nos ha dado tu amiguita! ¿Quién es ese bellezón? - dijo Tomás

  • Como se entere la Conchi, tu mujer, ya verás... Añadió Juan.

  • Tranquilos, que es una sirvienta que me he traído de Rusia, de hecho ha sido mi primo Nicolás quien me la ha recomendado. Pero por favor, ¡Entrad!

Los tres se acomodaron en el sofá para empezar con sus partiditas, aunque parecía que estaban más pendientes de mi, a lo que Gervasio me dijo:

  • Alexa, cariño, traenos unas cervecitas del frigorífico.

Su tono era burlesco, pero le hice caso, la verdad es que sentirme gustada por hombres, aunque fueran estos ancianos me hacía sentir algo excitada. Saqué de la nevera tres latas de cerveza y se las pasé uno a uno, pero Gervasio hizo el amago de caersele al suelo.

  • Uy, que patoso, Alexa cariño, ¿Me la recoges?

Me agaché y en ese momento el viejo aprovechó para sacarse el pene de los pantalones. El mio era pequeño, peroel suyo no se quedaba corto, era arrugado y peludo, aunque parecía bastante grueso.

  • ¿Pero qué haces, Gervasio? Esconde esa cosa, ¡por Dios! - dijo Tomás escandalizado, de los tres parecía el más sensato.

  • Tranquilo, amigo, resulta que nuestra Alexa tiene un secreto, es una inmigrante sin papeles y accedió a esto para no ser deportada a Rusia, bueno, de hecho tiene dos secretos, el otro es que es una trans.

El viejo se rió sádicamente mientras yo estaba agachada al suelo y su pene apuntando directamente a mi cara.

  • ¿ Y va a hacer todo lo que queramos? - Preguntó Juan, el cual era una copia de Gervasio, pero el doble de machista y asqueroso.

  • Todo- Respondió- de hecho, Alexita va a beber mi pis aquí y ahora, que he bebido demasiada cerveza

¡No podía creermelo! Menudo asqueroso era el viejo, solo de oirlo me dieron arcadas, pero luego insistió en que de esta forma guardaría el secreto.

  • A Alexita le gusta mucho beber pis, ¿Verdad, amiga?

Tuve que fingir que sí asintiendo, estaba a su merced, me pidió que abriera la boca y así lo hice. Acto seguido un chorrito amarillo y caliente roció mi cara y luego de mucho esfuerzo un gran chorro llegó hasta mi boca alcanzando mi garganta, hice todo lo que pude para no vomitarlo y a las atentas miradas de los tres viejos me hicieron tragarla de golpe, soltando unas lágrimas por el gusto amargo. Era una situación extraña, me daba asco, pero al mismo tiempo me excitaba el ser humillada, incluso se me empezó a poner dura.

  • Mirad como le gusta a la putita, tiene la pollita contenta- Se rió Gervasio acercando su rabo a mi boca para que lo limpiara, era mi primero, cerré los ojos y empecé a lamerlo, realmente era una sensación agradable el notar un pene ponerse duro en mi boca.

  • Vaya perra, mia que no soy marica, pero realmente está buena - Añadió Juan

  • Quiero que sea vuestra por hoy, quiero que os excite y la tratéis como lo que es - Replicó Gervasio - Alexa, haznos un striptease sobre la mesa, que el juego aburre.

Acto seguido, me puse encima de la mesa poco a poco y timidamente empecé a bailar lo más sensualmente que pude, mientras iba quitándome el vestido, primero la parte de arriba, la falda y quedándome en tanga, medias y tacones.

  • ¡Espera! ¡Quédate así, que estás divina! Es más, ponte esto- Dijo Gervasio mientras sacaba de un cajón un collar de perro de color rojo, con un medallón en forma de hueso que ponía "Puta"

Era bochornoso y estaba roja de la vergüenza, ¿Esto es lo que era? ¿Una puta? Me hicieron seguir bailándoles sensualmente unos minutos más así al mismo tiempo que se iban desvistiendo del todo ellos, dejando ver sus penes al aire, el de Juan era realmente grueso con pellejo, mientras que el de Tomás era al contrario, largo y delgado.

  • Bien, perra, es hora de follar - dijo Juan, el qual me quitó de la mesa y me hizo poner a cuatro patas, luego me cogió del cuello y me puso mirando hacia la ventana principal donde se veía el patio.

Puso todo su pene de golpe en mi culo haciéndome gritar de dolor, intenté taparme la boca para no alertar a los vecinos o la gente que paseaba pero me cogió del brazo y estampó mi cara en la ventana, dejando un vaho de aliento mientras me penetraba cada vez más rápido. Mi pene estaba más duro que nunca.

Finalmente los tres me cogieron en brazos para llevarme a la cama de Gervasio, donde se turnaron entre ellos para penetrarme, mientras uno me hacía chuparle la polla y el otro intentaba masturbarle como podría.

En el turno de Juan, me penetró aún más duro que antes, mientras me insultaba llamándome marica o puta, mi culo gordo iba tambaleando al lado de la cama mientras tenía la polla de Gervasio en mi boca, el cual me agarraba la cara para llegar a mi garganta. Por suerte, el pene de Tomás me permitía pajearle tranquilamente, pues no oponía resistencia.

Todo esto cambió cuando le tocó el turno a Tomás, dónde su comportamiento pasó a ser mucho más duro, me agarró de ambas manos y con su pene largó me penetró, primero lentamente, pero al llegar al máximo empezó a empujar más y más, haciendome gritar de dolor

-¿Sabes?, mi vida me ha tratado mal, así que necesito usarte, desahogarme, follarte como la perra que eres...

Acto seguido me escupió en la boca para que lo tragara y cuando estuvo a punto de correrse paró, dándole el turno a Gervasio.

Él me hizo ponerme boca abajo con el culo en pompa mientras me agarraba de la peluco, me azotó hasta ponerme el culo enrojecido y con la marca de su mano y en cada embestida me llamaba "¡Alexa, eres mi perra!". FInalmente sacó su móvil y me hizo fotos con él follándome.

Fue en ese momento a cuatro patas donde me corrí encima de las sábanas, mientras escuchaba a los treis reirse, luego, se pusieron alrededor de mi y me obligaron a pajearlos mientras se las chupaba por turnos. Los tres terminaron casi al mismo tiempo en mi cara, dejándomela bien llena de su leche espesa y me hicieron lamerla para después tragarla, no sin antes hacerme fotos con la cara llena de su semen sonriendo. Después me obligaron a lamer mi propia corrida y me dejaron un tiempo para vestirme y recomponerme.

Desde este día una parte de mi nacióuna parte de mi que desconocía, no sé lo que soy, ni lo que quiero ser, pero sí seguir desarrollándola. No hace falta decir que desde esto he sido la puta de estos tres viejos regularmente y lo que falta.

Espero que les haya gustado, es mi primer relato, supongo que habrá fallos o no guste, solo espero mejorar con el tiempo, besos.