Humillada en el viaje
Salgo de viaje y mi Amo me ha ordenado que conduzca desnuda de cintura para abajo.
Salgo de viaje y mi Amo me ha ordenado conducir desnuda de cintura para abajo. Le he conocido esta mañana en el msn mientras chateaba con una amiga. Dice que nos conocimos en un chat, aunque yo no lo recuerdo, y con hábiles preguntas ha descubierto mi tendencia a la sumisión.
_Pero salgo de viaje, Amo.
_¿A qué hora, esclava?
_A las cuatro, Amo.
Dice que debo ser castigada por marcharme y me ordena desnudarme de cintura para abajo y conducir así todo el camino.
_¿Y cuando tenga que repostar gasolina, Amo?
_He dicho todo el viaje, esclava. ¿Cuánta gasolina tienes en el depósito?
_Algo más de la mitad, Amo.
_Bien. En el kilómetro 253 saldrás de la autovía, seguirás por la carretera comarcal unos 10 kilómetros y repostarás en la primera gasolinera que encuentres. ¿Entendido, esclava?
_Sí, Amo, entendido.
Me siento humillada. Varias furgonetas han hecho tramos del camino a mi altura y sus ocupantes han podido verme a placer. Un autobús me ha adelantado y las mujeres que viajaban en él me han mirado con desprecio, pero los hombres me han mirado a gusto. Me siento como un objeto.
Estoy llegando al kilómetro 253. Veo la salida de la autovía y la carretera comarcal que me ha indicado mi Amo. Circulo despacio. Allí al fondo veo la gasolinera. No hay nadie en muchos kilómetros a la redonda, o eso parece. Me sitúo junto a un surtidor y espero. Por suerte es una gasolinera atendida por un empleado.
Se acerca a mi y se da cuenta de que estoy medio desnuda. Abre la puerta de mi lado y me ordena que baje. No sé qué hacer. Finalmente obedezco y bajo del coche. Me muero de vergüenza, semidesnuda delante de un desconocido. No sé por qué, siento que tiene poder sobre mí. Bajo la cabeza.
_¿A qué esperas? ¡Coge la manguera y empieza a llenar el depósito, zorra!
El tono de voz del empleado no deja lugar a dudas. Hago lo que me dice mientras él se coloca detrás de mí y me mira el culo. No hay nada que le impida observarme con todo detenimiento. De pronto siento un latigazo en el culo. El empleado se ha quitado el cinturón y me está azotando mientras me grita para que me dé prisa.
Termino de echar gasolina y le pago con intención de montarme en el coche y marcharme de allí, pero el empleado me ordena subir al asiento del acompañante mientras él conduce hacia la parte de tras de la gasolinera. Entramos en una nave llena de hierros y trastos viejos. El empleado cierra la puerta y me ordena bajar del coche. Yo obedezco, como de costumbre sin levantar la vista del suelo.
-¡Desnúdate!
Obedezco. El hombre me ordena que me arrodille y, cuando lo hago, me ata las manos a la espalda. Luego me amordaza y me dice que espere así hasta que él regrese.
Tarda una media hora, aunque no sé qué hora es porque estoy completamente desnuda y atada. Cuando regresa, se pone delante de mí, me retira la mordaza y me ordena que se la chupe. No puedo hacer nada para evitarlo, así que empiezo a chupar lenta y suavemente. No tarda en llenar mi boca de semen, que trago con sumisión. Antes de dejarme ir, me azota de nuevo.
A las diez de la noche llego a mi destino. Mi Amo me ha dado permiso para vestirme a la entrada de la ciudad. ¡Menos mal! Sería incapaz de entrar desnuda en el hotel donde me alojo y no quisiera desobedecerle.
Entro en mi habitación y lo primero que hago es desnudarme por completo, arrodillarme y encender el portátil. Mi Amo espera en el msn y yo me muero de ganas de contarle lo que me ha pasado. "Lo sé", me dice. "Te envié a esa gasolinera exactamente para eso". Y, por vez primera, me siento indefensa.
_Esta noche no me puedo quedar, esclava.
_Una pena, mi Amo.
_Voy a enviarte una foto. Quiero que estés media hora desnuda y de rodillas mirándola. Quiero que conozcas hasta el último detalle del anillo que aparece en ella porque deberás obedecer a todos cuantos lleven un anillo como este. Tienen poder sobre ti y tú les perteneces tanto como me perteneces a mí. Luego podrás ducharte y descansar. Hasta mañana, esclava.
-Hasta mañana, Amo.
El anillo tiene grabado un candado. Obedezco a mi Amo y me quedo mirando la imagen durante media hora. Luego me meto en la ducha. El agua caliente me relaja, el gel me limpia. No sé cuánto tiempo estoy bajo el chorro de agua, pero voy a salir.
La toalla y mi ropa han desaparecido. ¿Será ?
Parte de este relato es verdad y me ha ocurrido. El resto es ficción. Si te ha gustado, puedes escribirme para decírmelo o para darme ideas para seguir la historia.