Humillada en el ascensor
Hola, mi nombre es Maya Jiménez (seudónimo), tengo 23 años y estoy en el 3er año de la universidad, estudio paleontología. Hace un tiempo quería contar mi experiencia pero no me animaba a decírselo a nadie y decidí hacerlo de forma anónima por aquí.
Les cuento un poco sobre mí, soy una mujer joven, alta, de tés oscura pues mis abuelos venían de Trinidad y Tobago, mi cabello natural es rizado, sin embargo generalmente uso la plancha de cabellos para alisarlo, tengo el cuerpo esbelto aun cuando no uso gimnasio, mis senos son pequeños y están paraditos aun pues no tengo hijos, y mi trasero es redondito (la verdad tengo muy buenas nalgas) me doy cuenta de que me miran bastante y eso realmente me hace sentir incomoda ya que soy bastante tímida.
Verán todo comenzó hace unos 6 meses cuando estaba batallando en las finales del segundo año de carrera, la materia más difícil para mí fue una llamada geología fisca, el profesor era un cretino con todas las letras de la palabra y eso para decirlo un poco decente, había presentado y aprobado con muy buenas notas todos los parciales durante el curso, sin embargo el examen final fue lo peor que me pudo pasar pues era oral, había que hablar frente a toda la clase y yo me congele literalmente. No pude producir ni una sola palabra delante de mis compañeros, al notarlo el profesor Mario (le diré así), simplemente me reprobó, no me dio tiempo a explicarle, ni a nada simplemente dijo que yo no era suficientemente buena para esta profesión y me hizo tomar mi asiento de nuevo. Me sentí terrible, solo quería llorar así que me senté en silencio y puse la cara sobre mis brazos.
No sé cuánto tiempo estuve así pero cuando levanté la cabeza ya no había nadie más en el salón, solo yo y el profesor Mario quien se encontraba sentado en su escritorio y me mirada de manera intensa, lo noté extraño, admito que sabía que me miraba de vez en cuando pero siempre desviaba la mirada en cuanto yo me percataba, sin embargo esta vez ni siquiera parpadeo, se estaba mordiendo los labios, me asuste un poco y tome mis cosas, me dirigí hacia la salida y poco antes de llegar él me llamó.
- Srta. Jiménez, ¿no? acérquese por favor.
Me detuve en seco en la puerta, mi cuerpo temblaba, no sé porque me sentí así, quizás mi sexto sentido me advertía de lo que estaba por pasar, me di vuelta y me acerque al escritorio del profesor, era un hombre blanco de unos 45 años, de estatura promedio, no parecía estar en forma pues estaba un poco subido de peso, tenía el cabello canoso, corto y bien cuidado, tenía la barba en las mismas condiciones. Era uno de los profesores más prominentes en la materia y más respetables del campus, olía muy bien todo el tiempo. Parecía estar casado puesto que su ropa siempre estaba limpia y bien planchada; lo mire y dije tímidamente.
- Si profesor soy yo, dígame.
- Señorita Jiménez, ¿se da cuenta que debido a lo ocurrido hoy su nota bajo considerablemente?, no puedo reprobarla debido a que obtuvo muy buenas calificaciones durante el semestre.
Sentí una alegría enorme al saber que no reprobaría pero mi alegría se esfumó cuando le escuche decir,
- Sin embargo, con esta calificación no podrá optar por la beca Rian Aislig. Todo mi mundo se vino abajo, sin esa beca no podre culminar mi carrera y era la única opción que tenía. De inmediato me exalté, no era mi intención gritar pero lo hice y le dije,
- Usted no puede hacerme esto, esta es mi unic… Me interrumpió con un tono bastante seco y molesto,
- ¿Que yo no puedo hacerle qué?, disculpe pero esto se lo ha hecho usted misma y tengo unos cuantos testigos, yo no le tape la boca para que no hablara fue usted quien decidió no hacerlo.
Decidí calmarme y le suplique;
- Profesor por favor le ruego otra oportunidad.
- En mi clase no hay segundas oportunidades para nadie señorita,
- Por favor profesor, no puedo perder la beca,
- Dije que no.
- Por favor profesor hare lo que sea, lo que usted me pida, por favor,
- ¿lo que sea?
- Si, lo que sea
El solo se dedicó a mirarme fijamente de arriba abajo y me dijo en un tono más bajo de lo normal.
- Hay algo que puedes hacer para obtener otra oportunidad de presentar tu proyecto, pero tienes que estar cien por ciento dispuesta.
- Lo que sea profesor por favor dígame lo que tengo que hacer, no puedo perder la beca.
- Veras, tengo una reunión aquí con unos amigos el sábado y quiero que seas mi puta.
Yo estaba tan aturdida con todo que no preste atención a lo que decía,
- Me pareció escuchar mal profesor, ¿que usted quiere que?
- No escuchaste mal niña, yo quiero que tú seas mi puta. Haremos unas cuantas cosas ese día, nos divertiremos. Acepta y tendrás otra oportunidad para que presentes tu proyecto la próxima semana.
Me quede anonadada jamás imagine que este viejo asqueroso que es tan respetado en la universidad fuera un sádico de mierda.
- Lo siento pero no, yo jamás haría algo como eso, jamás en mi vida. Usted es un viejo asqueroso. Tome mis cosas y camine decididamente hacia la salida cuando él me tomo del brazo, me dio una cachetada, me zarandeó fuertemente y me agarro la cara y me dijo casi besándome los labios.
- Ni se te ocurra mencionar nada de lo que te dije perra, porque créeme que no solo perderás la puta beca.
Acercó su boca a la mía y metió su lengua hasta el fondo de mi garganta, de repente me empujo y me soltó de golpe, caí al suelo, estaba temblando pero me di cuenta que no era miedo, mi útero se contrajo y mi vagina palpitaba, era la primera vez que tenía esa sensación, me levante mirando al suelo y me dijo,
- La reunión es en 3 días zorra, tienes hasta el viernes para confirmarme, sabes dónde encontrarme.
El profesor se marchó y yo quede de pie completamente excitada y sin saber que acaba de pasar.
Esa noche en mi habitación no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido en el salón de clases, estaba dándome un baño cuando note que al pensar en él y en su aroma volvían a mí las deliciosas palpitaciones mientras el agua resbalaba por mi cuerpo, cerré los ojos y toque mi vagina, el clítoris estaba hinchado tanto que con el mas mínimo roce sentía que podía llegar al clímax, comencé a halarme los pezones que ya estaban duros de tanto que me había apretado los senos, quería que él los mordiera con la misma ferocidad con la que había asaltado mi boca esta tarde, no aguante mucho más y apenas inicié a masajear mi clítoris comencé a sentir unas contracciones increíblemente placenteras, tan fuertes que no pude permanecer de pie bajo la regadera así que me arrodille y coloque la otra mano en el suelo, quedando en cuatro, como lo que él me había llamado, una perra.
Mientras me masajeaba intensamente, lo imaginaba detrás de mi penetrándome de la forma más salvaje que pudiera pensar, quería sentir su pene dentro de mí, que me llenara de leche, necesitaba más de ese trato ordinario y arbitrario que había tenido conmigo, cuando de repente el orgasmo vino a mi tan grande y divino como nunca antes lo había sentido con ningún hombre. Me termine de bañar y fue a la cama, me acosté deseando soñar con Mario de nuevo.
Al día siguiente, desee encontrármelo pero ese día no veía esa materia así que vi mis clases de manera normal o casi normal, no podía dejar de pensar en lo que me había propuesto y en que mi carrera dependía de ello, quería esa beca y debía estar dispuesta a hacer lo que fuera necesario para obtenerla. Para el final de la tarde ya había tomado mi decisión, iría a la reunión del profesor, aunque muy en el fondo sabía que no lo hacía por la beca.
Era ya viernes y aún no había podido encontrar al profesor para notificarle que había tomado una decisión, subo al ascensor pues iba a buscarlo en la sala de descanso de los profesores, misma que se encontraba en el piso 10 del edificio, al subir al primer piso las puertas del ascensor se abren y entran el rector de la universidad, profesor Julio Fuentes, acompañado del profesor Mario, ambos iban muy entretenidos conversando, se percataron de que me encontraba allí así que se hicieron a un lado, cuando estábamos subiendo del piso 7 al piso 8 el ascensor se detiene de golpe y se enciende una pequeña alarma, los profesores sacan los teléfono y el rector hace una llamada a mantenimiento y pregunta que ocurrió con el ascensor del ala derecha ya que estaba atrapado con dos personas más, escucha atentamente las instrucciones de seguridad y cuelga. Me ve, sonríe y dice
- Bueno de acuerdo con lo que me informan estaremos un buen rato aquí, al parecer se fue la luz en toda la manzana debido a un accidente automovilístico donde colisionaron contra un poste de cableado eléctrico y los bomberos están atendiendo primero a los lesionados.
Yo permanecí en silencio, estaba justo al lado del profesor Mario y este ni me volteaba a mirar, sabía que me había visto pero me ignoraba descaradamente. Al rato,
- Señorita Jiménez, no me había percatado que era usted la que se encontraba aquí, ¿cómo le va?
- Hola profesor, yo muy bien, lo estaba buscando para confirmarle mi asistencia a la reunión.
- Ha señorita, me temo que es un poco tarde para usted, debió aceptar en ese momento.
- ¿Tarde?, pregunte en voz baja. Pero usted me dijo que tenía oportunidad de confirmar hasta hoy viernes.
- Vera señorita Jiménez, dijo en un susurro; yo necesito una alumna que esté dispuesta a hacer lo que sea, óigame muy bien, lo que sea por su carrera, lo que sea.
Me quede en silencio unos segundo y le dije que yo estaba dispuesta a hacer lo que fuera por mi carrera.
- ¿Lo que sea? pregunto de nuevo,
- Lo que sea respondí firme.
Sin saber en lo que realmente me estaba metiendo, el me miró fijamente por un momento que me pareció eterno y comentó,
- Eso tengo que verlo. Julio, ¿cómo han estado las cosas con tu esposa?, ¿Ya se arreglaron?,
- No, para nada, cada vez estamos peor. Llego cansado y ella solo reclama y pelea, no la aguanto, mira ya me estoy comenzando a quedar calvo.
- Necesitas relajarte Julio. Mi amiga, la señorita Jiménez te va a ayudar, ¿te parece empezar con un masaje?
Me quede helada jamás me imagine que me pondría a prueba y mucho menos delante del rector de la universidad,
- En serio señorita Jiménez, ¿usted da masajes?,
- Bueno la verdad, no soy experta pero puedo intentarlo, pero usted es muy alto.
- Bueno eso no es problema, se quitó el saco y se sentó en el suelo.
Comencé a apretarle los hombros, intentando simular un masaje, era un hombre corpulento, ocupaba un buen espacio en el ascensor, estaba ya un poco cansada con el “masaje”, me dolían las manos cuando el profesor Mario se acercó a mi oído;
- Bésale el cuello de forma muy sensual, estuve a punto de negarme pero repitió en un susurro “lo que sea”.
Así que lo hice, el profesor julio despertó de su letargo y se enderezo, el profesor Mario me hizo señas para que lo repitiera y lo hice de nuevo, así estuve por un rato entre los masajes y los besos, el profesor julio tenía las orejas muy rojas pero en todo este rato no había dicho ninguna palabra.
- Bueno señorita muchas gracias por el masaje creo que me siento mejor, intentó levantarse solo pero no pudo así que el profesor Mario y yo lo ayudamos, en cuanto estuvo de pie pude darme cuenta de que tenía el pene erecto, por supuesto como no lo iba a tener así.
- Señorita Jiménez he de suponer que no va a dejar a mi amigo así como lo puso.
Supe exactamente a que se refería pero yo no podía llegar tan lejos, lo mire y el me miro y luego miro si reloj, me estaba indicando que se me hacía tarde. Pensé, es por la beca.
- No, claro que no.
Me agache frente al profesor Julio, este estaba estupefacto por lo que estaba pasando, no se movía.
- Que haces niña, levántate de allí,
- Tranquilo Julio, solo te va a dar un buen masaje,
- Pero…
- Pero nada, tu tranquilo y déjate hacer.
Me acerque a él, le desabroche el cinturón y el pantalón y lo baje con cuidado junto con la ropa interior, y allí estaba frente a mí un pene pequeño y gordo, muy gordo, cuando iba a tomarlo con la mano, el profesor Mario carraspeó fuerte.
- No, no, no pero no seas estúpida,
Me tomó del cabello nuevamente
- Siempre debe tomarlo con la boca y esbozo una sonrisa cargada de malicia, sonrisa que hizo que mi vientre despertara de nuevo.
Entonces abrí la boca y lo engullí hasta donde pude, estaba muy caliente y tenía ese sabor salado tan horrible que jamás me ha gustado. Comencé a succionar y a mover mi lengua, lo sacaba de mi boca, lo chupaba y lo volvía a tragar, empezaba a gustarme al ver su cara de satisfacción, se notaba que él tenía mucho que no recibía un buen tratamiento y la zorra que hay en mi comenzaba a salir, pues me excitaba que el profesor Mario estuviera allí observando y dándome instrucciones, quise ser más creativa y comencé a lamer y a chupar sus bolas primero una después la otra y luego ambas. El estaba que no podía más y el profesor Mario le hizo una seña y dijo
- Esta perra es toda tuya mi amigo, gózatela.
En ese momento el profesor Julio tomó fuerzas y me agarro la parte de atrás de la cabeza y metió su pene hasta la garganta de forma salvaje, me estaba ahogado, él lo notó pero le gustaba verme así, lo sacó y casi de inmediato lo volvió a meter, atragantándome de nuevo con su miembro. Por un rato estuvo así, las lágrimas corrieron por mis mejillas de las tantas arcadas, casi vomite. Estaba cansada
- Vamos puta de mierda que ahora es que falta, abre la boca perra,
- Profesor por favor, dije con dificultad,
- Por favor nada, abre
- Espere por favor, me lastima.
En ese momento el profesor Mario me aparto del profesor Julio y me cruzo la cara con una bofetada, y me regreso halándome fuertemente del cabello para quedar cara a cara. Me agarre la mejilla pues la tenía caliente del golpe que recibí me dolía pero estaba más excitada que nunca, mi vagina palpitaba a más no poder y sentía como chorreaban mis jugos en el panty, quería que me volviera a golpear.
- Óyeme bien cerda, tú no eres nada más que un trozo de carne. No hablas, no respiras, no sientes, ahora te callas y has lo que este hombre te está diciendo puta.
Me escupió y el puñado de cabello que tenía en la mano y con el que me manejaba como quería, se lo pasó al profesor julio y este lo tomó, como si estuviesen pasando una cosa de un lado a otro, mi cabeza quedo nuevamente frente al pene erecto del profesor Julio quien de nuevo me atraganto con éste por un buen rato más. Nunca imagine que este trato me gustaría tanto y que me volvería loca por seguir recibiéndolo.
- No aguanto más, dijo el profesor julio, me la quiero coger.
- Amigo, cógetela, no hay problema, te la presté para que hicieras lo que quisieras hacer con ella,
- Vamos puta, levántate y voltéate. Lo hice enseguida, él me bajó los pantalones. Y de un empujón me clavo el pene en la vagina completo hasta el fondo, pero lo hizo tan fuerte que me golpee de frente con la pared del ascensor. Pero no le importó
- Oye Mario pero la cerda está más mojada que yo.
- Es que yo siempre supe que es una perra.
Comenzó a meterlo y sacarlo con brusquedad mientras hablaban de mi como si fuera cualquier objeto, esto me tenía muy caliente, me gustaba que me trataran como si no valiera nada, el profesor julio me quitó la franela y no dejaba de apretarme los senos y yo mantenía los ojos cerrados imaginando que era el profesor Mario quien estaba mordiéndolos con fuerza, estaba tan mojada, me mordía los labios de imaginar ese beso salvaje que me robo hace apenas unos días, cuando este último se percató de que tenía los ojos cerrados me ordenó,
- Abre los ojos puta, ábrelos y mírame. Quiero que me veas cuando te dejen llena de leche.
El profesor Julio me agarro de los brazos hacia atrás, me tenía montada como si fuera una yegua y no dejaba de bombear con fuerza, sentía ese enorme pene dentro de mí, de verdad no quería que se detuviera, me encantaba saber que entre tanto él llegaba hasta el fondo de mis entrañas, el profesor Mario observaba todo lo que me estaba haciendo y lo disfrutaba. Deseaba que ambos me llenaran de leche, Abrí los ojos como me ordenó, y allí estaba frente a mí el pene que yo quería probar, desde hacían dos días, lo observe solo por un momento cuando el profesor Mario me dio otra bofetada, esta vez del otro lado de la cara. Pregunte entrecortadamente debido a la excitación y a los bombeos del profesor Julio.
- Pro... profesor... ¿por... porque... me... me... golpea??
- Cállate zorra de mierda, ¿acaso yo me lo saque para que lo vieras?, me lo saque para que te lo comieras. Deja de hacerte la estúpida y traga.
Me lance sobre él, lo engullí y me supo a gloria desde el primer instante, lo lamí y lo chupe desesperada, estaba excitada a mas no poder. Éste hizo lo mismo que había hecho el profesor Julio antes, me atraganto con el pene mientras ambos se reían, éste último me soltó uno de los brazos y comenzó a darme nalgadas, me dio una tan fuerte que me dolió mucho más y mi grito fue ahogado debido al pene del profesor Mario quien después de eso me restregó el pene en la cara mientras me decía palabras obscenas que solo hacían que me excitara más y más. Me volvió a meter el pene en la boca hasta la garganta.
Estábamos en un punto en que ya no pudimos aguantar y estallamos los tres al mismo tiempo, mientras uno me llenaba el útero de leche el otro me llenaba la cara. Éste último tomo su pene aun erecto, me lo paso por la cara y por los senos. En ese instante me tomo del cabello de nuevo, y siseo de manera amenazante;
- No te vayas a limpiar nada, vas a salir de aquí como lo que eres, una puta. Y más te vale que no cumplas con mi orden perra. Me apartó de un empujón,
- Vaya que cerda, y pensar que se veía tan angelical,
- Mí querido Julio, te dije que había conseguido un trozo de carne.
- Y muy buena carne conseguiste, por cierto.
Mientras ellos hablaban de mí como si yo no existiera el profesor Julio salió de mí y todo el semen empezó a bajarme por las piernas. Me comencé a vestir y note que me observaban para saber si cumplía a cabalidad la orden que me acababan de dar. Me subí el pantalón en cual se manchó, afortunadamente era negro, la franela por el contrario era gris así que esa si se notaba y la cara la tenía mojada de semen aun y ya se comenzaban a escuchar ruidos de los trabajos de los bomberos para sacarnos. El profesor Mario volvió a dirigirse a mí,
- De ahora en adelante me vas a llamar “señor”, te dirigirás a mi como “mi señor” y tu responderás al nombre de puta, sin embargo puedo decirte zorra, perra o cerda y responderás igual, ¿entendiste?
- Sí. Y al momento sentí otra bofetada.
Lo mire con mucha rabia mientras me ponía la mano en la cara, me dijo,
- ¿Acaso vas a protestar?, dime para dártela otra, ¿Cómo te acabo de explicar que debes dirigirte a mí?
- Sí, mi señor
- Y siempre delante de mí mantén la cara hacia abajo, tú no eres nada delante de mí, sucia.